Golpes de Estado y populismos latinoamericanos

De Baripedia


El auge de las ideologías populistas en América Latina tras la Primera Guerra Mundial se debió a una serie de factores, como el fracaso de los gobiernos democráticos liberales a la hora de abordar las necesidades económicas y sociales de las masas, la pobreza y desigualdad generalizadas y la inestabilidad política generalizada. La Gran Depresión de 1929 tuvo un efecto devastador en la región, exacerbando los problemas existentes y provocando disturbios generalizados y violencia política.

En Colombia, el periodo estuvo marcado por el ascenso de Jorge Eliécer Gaitán y su movimiento populista, que prometía atender las necesidades de la clase pobre y trabajadora. Sin embargo, el asesinato de Gaitán en 1948 desencadenó un periodo de violencia política conocido como "La Violencia", que duró más de una década.

En Cuba, la década de 1930 vio el ascenso del líder populista Fulgencio Batista, que prometió atender las necesidades de los pobres y la clase trabajadora. Sin embargo, su régimen se caracterizó por la corrupción generalizada y la violencia política, y acabó siendo derrocado por Fidel Castro y el movimiento comunista en 1959.

En Brasil, Getúlio Vargas llegó al poder en 1930, prometiendo atender las necesidades de la clase trabajadora y los pobres. A pesar de aplicar inicialmente una serie de reformas, entre ellas un salario mínimo y leyes laborales, el régimen de Vargas se hizo cada vez más autoritario y acabó siendo derrocado en 1945.

En este artículo se examinan los cambios políticos, económicos y sociales que se produjeron en América Latina entre la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión de 1929 y que propiciaron la aparición de ideologías populistas. Pretende examinar los efectos de la Gran Depresión en América Latina en su conjunto, centrándose posteriormente en tres estudios de caso específicos: Colombia, Cuba y Brasil.

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Los años veinte: Un punto de inflexión en la historia de América Latina

En la década de 1920, América Latina experimentó importantes cambios económicos, políticos y sociales. Las economías de la región experimentaron un auge tras la Primera Guerra Mundial que duró hasta finales de los años veinte. La prosperidad estuvo impulsada por factores como el aumento de la demanda de productos latinoamericanos y las favorables condiciones económicas mundiales.

Este periodo de la historia latinoamericana se conoce como la "danza de los millones" debido al rápido crecimiento del producto nacional bruto en muchos países y a la afluencia de inversiones extranjeras, sobre todo de Estados Unidos, a los países sudamericanos. El término refleja la aparente prosperidad y optimismo de la época, ya que las economías de la región estaban en auge y muchos veían una oportunidad de riqueza y éxito.

Durante la "danza de los millones", las inversiones extranjeras en América Latina aumentaron significativamente, y las economías de la región siguieron dependiendo en gran medida de la exportación de productos agrícolas y minerales para adquirir las divisas necesarias para importar bienes manufacturados. El descenso de las importaciones europeas debido a la Gran Guerra creó una oportunidad para la industrialización en muchos países latinoamericanos. Sectores como el textil, la producción de alimentos y bebidas, los materiales de construcción y la fabricación de instrumentos experimentaron un crecimiento significativo durante este periodo. Esto marcó un punto de inflexión en el desarrollo económico de la región y señaló un cambio hacia una economía más diversificada e industrializada.

La Gran Guerra en Europa también marcó el inicio del imperialismo estadounidense en Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. Estados Unidos vio en el conflicto una oportunidad para extender su influencia y control sobre la región, especialmente en sectores anteriormente dominados por los británicos. Esto marcó un cambio en el equilibrio de poder y la aparición de Estados Unidos como actor dominante en la política y la economía de América Latina. La intervención estadounidense en la región trajo consigo cambios significativos, como el establecimiento de gobiernos favorables a Estados Unidos, la introducción de la democracia al estilo estadounidense y la expansión de los intereses económicos estadounidenses. Este periodo marcó el comienzo de la hegemonía estadounidense en la región, que tendría efectos duraderos en el panorama político y económico de América Latina.

Estos cambios en el panorama político y económico de América Latina durante la "danza de los millones" impactaron profundamente en la sociedad. Continuaron las tendencias iniciadas en la década de 1850, con el declive del pequeño campesinado en favor de las grandes haciendas y la concentración de la mano de obra en determinados sectores, como las plantaciones, las minas, las fábricas, el transporte, la administración, la función pública y los servicios. La progresiva mecanización de la agricultura, junto con la inmigración masiva de europeos a países como Argentina y Brasil, provocó el desplazamiento de muchos pequeños agricultores y aparceros, que se vieron obligados a emigrar a las ciudades en busca de nuevas oportunidades. Esta migración del campo a la ciudad se conoce como el "éxodo rural". Estos cambios sociales contribuyeron al aumento de la pobreza y la desigualdad en la región. Sentaron las bases para el surgimiento de ideologías populistas que ofrecieran soluciones a los retos a los que se enfrentaban la clase trabajadora y los pobres.

La rápida industrialización y urbanización de la región provocó un cambio significativo en la estructura de la población de América Latina. El porcentaje de la población que vivía en zonas rurales disminuyó drásticamente, del 75% en Argentina al 90% en Perú y Centroamérica, a medida que los emigrantes rurales acudían a las ciudades en busca de nuevas oportunidades. La creciente población de las ciudades planteó nuevos retos a las élites tradicionales, ya que cada vez resultaba más difícil mantener el orden social frente a la pobreza y la desigualdad. El paso de las sociedades rurales a las urbanas fue un rasgo definitorio del periodo, y tendría efectos duraderos en el panorama político y económico de la región.

Los cambios provocados por la "danza de los millones" y el desplazamiento hacia sociedades urbanas se vieron agravados por el desarrollo del comercio y las redes de comunicación. Esto permitió el intercambio de ideas e ideologías a través de las fronteras y la llegada de nuevos grupos de inmigrantes. De México llegaron nuevas ideologías políticas y sociales, así como de la Europa socialista y fascista y de la Rusia bolchevique. La llegada de inmigrantes judíos también aportó nuevas perspectivas e ideas a la región. Todos estos factores contribuyeron a una creciente efervescencia social y política, mientras las élites tradicionales luchaban por mantener el control frente a estos nuevos desafíos. La intersección de estas fuerzas preparó el terreno para el surgimiento de ideologías populistas que definirían el panorama político de América Latina en los años venideros.

La afluencia de nuevas ideologías y perspectivas desafió el control dominante de las élites tradicionales y de la Iglesia católica. La llegada de estas nuevas ideas amenazó el orden existente, y los regímenes de orden y progreso que habían estado en vigor durante décadas ya no pudieron mantenerse en el poder. El impacto de estos acontecimientos se dejó sentir en toda América Latina, ya que el panorama político y social de la región se transformó. El auge de nuevas ideologías, combinado con el aumento de la pobreza y la desigualdad provocadas por la industrialización y la urbanización, preparó el terreno para los movimientos populistas que definirían la región en los años venideros.

La afluencia masiva de emigrantes rurales transformó las ciudades y la cultura urbana de América Latina. En todos los países, personas de diferentes regiones culturales se reunieron en las capitales y grandes ciudades, creando un crisol de diversos orígenes y tradiciones. El impacto de esta migración se dejó sentir en todos los aspectos de la vida urbana, desde el crecimiento de barrios marginales y chabolas hasta la transformación de normas y valores culturales. La llegada de estos emigrantes rurales trajo consigo nuevos retos y oportunidades, ya que lucharon por adaptarse a un entorno urbano desconocido y encontrar un lugar en el panorama social y económico de la región, que cambiaba rápidamente.

A pesar de enfrentarse a menudo al rechazo y la discriminación, estos emigrantes rurales desempeñaron un papel importante en la integración nacional. Su presencia en las ciudades trajo consigo sus tradiciones regionales y su patrimonio cultural, enriqueciendo el tejido urbano. La necesidad de alfabetización en la vida urbana llevó a un crecimiento de la educación, con un mayor acceso a las escuelas, lo que se tradujo en una población más alfabetizada. Además, la llegada de la radio y el cine a las ciudades durante la década de 1920 añadió una nueva dimensión a la vida urbana y proporcionó nuevas vías de comunicación, entretenimiento y expresión cultural. Estos acontecimientos trajeron consigo nuevos retos y oportunidades, y contribuyeron a conformar la emergente identidad nacional de América Latina en los años venideros.

Durante las décadas de 1910 y 1920 se produjeron otros cambios sociales significativos en América Latina. Surgió una nueva clase media: intelectuales, pequeños comerciantes, empresarios, profesores y funcionarios de las capitales y las grandes ciudades. Este grupo buscaba estabilidad y un lugar en la sociedad, pero ya no deseaba ser controlado por las élites tradicionales ni por el capital extranjero. El ascenso de esta nueva clase media aportó nuevas perspectivas, ideas y aspiraciones, y contribuyó a configurar el panorama político, social y cultural de la región. Este grupo desempeñó un papel importante en el creciente sentimiento de identidad nacional y en el desarrollo de una sociedad más democrática e integradora.

En esta época también crecía el número de estudiantes universitarios, principalmente hombres jóvenes de clase media alta. Estos estudiantes aportaron nueva energía, ideas y ambiciones a las universidades, y contribuyeron a configurar la vida intelectual y cultural de la región. El crecimiento de la población estudiantil también reflejaba cambios sociales y económicos más amplios, ya que cada vez más familias intentaban proporcionar a sus hijos una educación superior y mayores oportunidades en el futuro. El crecimiento de esta élite intelectual ayudó a crear nuevas vías de compromiso político y cultural, y desempeñó un papel importante en la configuración del futuro de América Latina.

En 1918, los estudiantes se convirtieron en una fuerza política en América Latina. Reclamaban la autonomía universitaria y estaban influidos por diversas ideologías, como el socialismo, el anarquismo, la Revolución Mexicana y el indigenismo. Este despertar del activismo político estudiantil reflejaba un creciente interés por el desarrollo de sus respectivos países y por la educación de las clases trabajadoras. Los estudiantes se veían a sí mismos como agentes de cambio y trataban de utilizar su nueva voz política para dar forma al futuro de América Latina. Este periodo marcó el comienzo de una nueva era de compromiso político e intelectual regional. Los estudiantes seguirían desempeñando un papel importante en la configuración de su futuro.

En la década de 1920, los trabajadores de diversos sectores industriales empezaron a organizarse en sindicatos y mostraron interés por las ideologías socialista, anarquista y comunista. Esta tendencia se vio influida en gran medida por los inmigrantes europeos que trajeron consigo estas ideologías a América Latina. Sectores como las minas estatales, las fábricas, el petróleo y las fábricas de cigarrillos se vieron especialmente afectados por esta tendencia, ya que los trabajadores de estas industrias intentaron mejorar sus condiciones laborales y salariales a través de la acción colectiva. Este fue un acontecimiento significativo, ya que marcó el comienzo del trabajo organizado en América Latina y señaló una creciente conciencia entre los trabajadores de sus derechos y de la importancia de la acción colectiva para lograr sus objetivos.

Los militares, una importante fuente de empleo e influencia política, se convirtieron en un actor fundamental en la evolución política y social de América Latina durante esta época. Cada vez con mayor frecuencia se produjeron golpes de Estado militares, a menudo dirigidos por jóvenes oficiales que pretendían modernizar sus países, pero también afirmar su propio poder. El auge de ideologías populistas, como las de los regímenes militares de México y el gobierno populista de Getulio Vargas en Brasil, reflejaba el creciente descontento de las clases trabajadoras urbanas y las poblaciones rurales con los sistemas políticos y económicos existentes. Estos cambios tendrían un profundo impacto en América Latina en los años venideros, incluyendo los devastadores efectos de la Gran Depresión de 1929.

En respuesta al cambiante panorama social y económico, el ejército se posicionó cada vez más como fuerza política, liberándose del control de los partidos tradicionales y de la Iglesia católica. Este cambio marcó la aparición del ejército como alternativa potencial al statu quo en América Latina.

Esto da lugar a la aparición de una nueva fuerza política, los militares, que pretenden presentarse como alternativa a los partidos políticos tradicionales y a la Iglesia católica. Los oficiales, procedentes principalmente de la clase media y de ciudades de provincias, pretenden que el ejército desempeñe un papel más activo en el desarrollo económico del país.

Esto conduce a un cambio hacia un sistema político más democrático y a la participación en la esfera política de grupos anteriormente marginados, como las mujeres y las personas de clase trabajadora.

La influencia de las ideologías de extrema derecha crece entre los políticos y militares latinoamericanos. Con la llegada de nuevas tecnologías como el cine y la radio, estos políticos pueden ahora ampliar su alcance y difundir su discurso a un público más amplio, configurando el panorama político de la nación.

Los populismos latinoamericanos

Es en este contexto que los populismos latinoamericanos tomaron forma en la década de 1920. Estos populismos dominaron la política desde los años 30 hasta los años 50.

El populismo se asocia a menudo con Perón, pero lo es más tarde, porque surfea en una ola de las décadas de 1920 y 1930.

El populismo latinoamericano de esa época era un movimiento que intentaba integrar a las clases trabajadoras en la política nacional sin cambiar el orden social; se dirigía principalmente a las masas urbanas, los trabajadores, la pequeña burguesía, los pensionistas, los migrantes rurales, los estudiantes, los intelectuales y los soldados.

Se trata de clases urbanas cuya radicalización amenaza con provocar una revolución social con el temor de perder el orden social. El populismo rechaza la lucha de clases por la solidaridad entre clases, defendiendo la idea de un estado corporativista que conduciría jerárquicamente a la familia nacional entre coaliciones verticales de patronatos.

Rafael Molina Trujillo.

El populismo en América Latina se caracterizó a menudo por un líder carismático que tenía una fuerte conexión emocional con el pueblo. Este líder solía ser visto como una figura machista, caracterizada por la fuerza, el autoritarismo y la simpatía por las necesidades del pueblo. El líder carismático era visto como la encarnación de la voluntad popular, y su atractivo personal y conexión emocional con las masas eran elementos clave del movimiento populista.

El líder populista en América Latina era visto a menudo como una figura benevolente y paternalista que comprendía y protegía al pueblo. Al mismo tiempo, no toleraba la oposición y podía ser autoritario en su enfoque. Utilizó los medios de comunicación para ganarse el apoyo popular y construir su marca personal, pero el movimiento en sí no tenía una ideología compleja. Se centraba en el nacionalismo y en una vaga promesa de desarrollo con justicia social. El líder era visto como la encarnación de la voluntad popular, y la conexión emocional con las masas fue clave para el éxito del movimiento.

La fuerte intervención del Estado en los asuntos económicos y sociales fue un aspecto clave del populismo latinoamericano. Para distraer la atención de los conflictos sociales internos, el líder populista solía intentar unificar a las masas contra un enemigo extranjero común, como el imperialismo estadounidense, los inmigrantes chinos, los inmigrantes afrocaribeños o los inmigrantes judíos (en el caso de Argentina). Esto ayudó a crear un sentimiento de unidad y solidaridad nacional, pero también sirvió para distraer la atención de las tensiones sociales y económicas subyacentes en el país.

El gobierno de Rafael Trujillo en la República Dominicana se considera uno de los ejemplos más extremos del populismo latinoamericano. Trujillo fue entrenado en la Guardia Nacional por los marines estadounidenses y permaneció en el poder durante muchos años, gobernando con mano de hierro. En 1937, ordenó la masacre de entre 15.000 y 20.000 campesinos haitianos por parte del ejército en la frontera, lo que se considera una de las peores atrocidades contra los derechos humanos de la historia latinoamericana. A pesar de ello, Trujillo mantuvo el apoyo popular entre ciertos sectores de la población, debido en parte al uso que hizo de los medios de comunicación de masas para construir un culto a la personalidad y a sus afirmaciones de ser un líder fuerte y benevolente que trabajaba para proteger a la nación de amenazas extranjeras.

El impacto de la Gran Depresión en América Latina

Consecuencias económicas

La Gran Depresión afectó significativamente a las economías latinoamericanas, especialmente a los países que dependían en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos o Europa. La caída de la demanda de sus productos y el descenso de los precios de las materias primas provocaron una fuerte contracción de sus economías y una disminución del nivel de vida. Los efectos de la depresión se dejaron sentir durante varias décadas y contribuyeron a configurar el panorama político y económico de la región.

La caída del consumo estadounidense tuvo un efecto cascada en las economías latinoamericanas, provocando una disminución de la demanda de sus exportaciones y un descenso de sus ingresos. Esto, combinado con el descenso de los precios de las materias primas, provocó una fuerte contracción de sus economías y una disminución de su nivel de vida. La inestabilidad económica causada por la Gran Depresión tuvo efectos duraderos en la región y contribuyó al malestar político y social en muchos países.

Implicaciones sociales

La recesión económica causada por la Gran Depresión provocó la pérdida generalizada de puestos de trabajo y el desempleo, sobre todo en las zonas rurales, donde muchas personas trabajaban en la agricultura y la minería. Los trabajadores que perdieron su empleo emigraron a las ciudades en busca de trabajo, lo que provocó un aumento de la pobreza urbana y del hacinamiento. El aumento del desempleo y el subempleo también afectó significativamente a las familias y las comunidades, causando dislocación y malestar social. La Gran Depresión tuvo consecuencias sociales de gran alcance, contribuyendo al aumento de la diferencia de ingresos y al descenso del nivel de vida de muchas personas.

Los efectos de la Gran Depresión se dejaron sentir de forma diferente en los distintos países, dependiendo de su desarrollo económico y sus niveles de pobreza. En América Latina, donde la pobreza ya estaba muy extendida, el aumento de la pobreza y el desempleo causado por la depresión fue grave. Sin embargo, puede que no fuera tan notable como en Estados Unidos, donde el contraste entre la prosperidad previa y posterior a la depresión fue más marcado.

Repercusiones políticas

La crisis económica provocada por la Gran Depresión tuvo importantes repercusiones políticas en América Latina. Entre 1930 y 1935, muchos países de la región experimentaron cambios de régimen, algunos pacíficos y otros violentos. La pobreza generalizada, el desempleo y el malestar social alimentados por la depresión crearon un entorno políticamente inestable que se prestaba a la aparición de líderes autoritarios que prometían restaurar el orden y la estabilidad. Estas convulsiones políticas contribuyeron al declive de las instituciones democráticas y al ascenso de regímenes autoritarios o militares, que tuvieron consecuencias duraderas para la región.

Estados Unidos, que se enfrentaba a su propia crisis económica durante la Gran Depresión, no pudo proporcionar el apoyo financiero y la intervención que había ofrecido anteriormente a los países latinoamericanos. La política de "buena vecindad", que pretendía fomentar las relaciones amistosas y evitar la intervención en los asuntos de otros países, fue insuficiente para evitar las convulsiones políticas y los golpes de Estado en la región. La inestabilidad política provocada por la depresión y la ausencia de apoyo estadounidense crearon un entorno propicio para el ascenso de líderes autoritarios que prometieron restaurar el orden y la estabilidad. Este periodo marcó un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y América Latina y tuvo consecuencias de gran alcance para la región.

El caso de Colombia: crisis absorbida por los caficultores

Factores económicos

Colombia fue uno de los países de América Latina más afectados por la Gran Depresión. Su economía dependía en gran medida de las exportaciones de café, que se destinaban en un 75% a Estados Unidos. A pesar de la grave crisis económica provocada por la caída de la demanda de exportaciones, Colombia no experimentó un cambio repentino de poder, a diferencia de muchos otros países de la región. Por el contrario, la crisis fue absorbida en gran medida por los cafeteros, que se enfrentaron a la caída de los precios y los ingresos como consecuencia de la depresión. El impacto económico y social de la depresión se sintió de forma aguda en las regiones cafeteras de Colombia y tuvo consecuencias de gran alcance para el país.

Tras el inicio de la Gran Depresión en 1929, el precio mundial del café cayó en picado, lo que provocó una importante disminución de los ingresos de los caficultores colombianos. Esto provocó una disminución de las importaciones y una contracción de la economía, pero en comparación con otros países latinoamericanos, Colombia salió relativamente mejor parada. El volumen de exportaciones cayó sólo un 13%, y el Producto Nacional Bruto (PNB) disminuyó sólo un 2,4%. A diferencia de muchos otros países de la región, Colombia no experimentó un golpe de estado o una revolución durante este periodo. En su lugar, se produjo una transferencia histórica de poder del partido Conservador al partido Liberal, como resultado de un sistema político que marginó al partido Liberal y permitió a los Conservadores mantener el control durante más de 50 años. Esta transferencia de poder se produjo tras la división del partido Conservador y la elección de un presidente Liberal en 1930.

La experiencia de Colombia durante la Gran Depresión puede aportar valiosas ideas y lecciones para comprender acontecimientos y reacciones similares que puedan producirse en el presente o en el futuro. Estudiar las experiencias históricas de los países en tiempos de crisis económica puede ayudar a arrojar luz sobre la forma en que los distintos países y regiones responden a retos similares y puede informar la toma de decisiones en el presente.

La transición de la economía colombiana durante la Gran Depresión se vio influida por la forma de producir café. El cambio hacia el cultivo del café a pequeña escala y la transferencia de la propiedad de los grandes terratenientes a los pequeños agricultores ayudaron al país a absorber en cierta medida el impacto económico de la Gran Depresión. Al descentralizar la industria cafetera y repartir el riesgo entre muchos pequeños agricultores, el país pudo mitigar el impacto de la caída de los precios del café y de los ingresos de exportación en la economía general. Esto demuestra cómo una economía diversificada puede ser más resistente en tiempos de crisis.

Durante la Gran Depresión, los pequeños caficultores de Colombia se vieron muy afectados por la caída de los precios. Los antiguos latifundistas, que habían pasado a comprar y exportar café, pudieron capear mejor la crisis porque no tenían que soportar los costes directos de la producción de café. En cambio, los pequeños agricultores tuvieron que seguir trabajando duro para producir café a pesar de los bajos precios, lo que se tradujo en su explotación y en mayores dificultades económicas. Esto demuestra cómo las crisis económicas pueden afectar desproporcionadamente a las comunidades vulnerables, perpetuando los ciclos de pobreza y desigualdad.

Esta semiautarquía ayudó en cierta medida a los pequeños caficultores de Colombia durante la Gran Depresión. Al tener su propio huerto, podían producir parte de sus alimentos, lo que reducía su dependencia del mercado y les permitía sobrevivir a pesar de los bajos precios del café. Esto demuestra cómo las comunidades locales y los hogares pueden adoptar estrategias de autosuficiencia para hacer frente a las crisis económicas y las presiones externas. Sin embargo, también pone de relieve las limitaciones de estas estrategias y la necesidad de soluciones sistémicas más amplias para abordar las causas profundas de la inestabilidad económica.

Dinámica política

Alfonso López Pumarejo, Presidente de la República de Colombia de 1934 a 1938 y de 1942 a 1946.

Esta división de los conservadores condujo a la transferencia del poder al partido liberal en 1930 y marcó un cambio en la política colombiana. A pesar de las dificultades económicas a las que se enfrentó el país durante la Gran Depresión, no se produjeron grandes disturbios políticos ni golpes de estado, lo que contrastó con las experiencias de muchos otros países latinoamericanos.

El programa populista y las reformas de Alfonso López abordaron los impactos sociales y económicos de la Gran Depresión en Colombia. Introdujo medidas como el sufragio universal para los hombres, programas de educación, sindicalización y reconocimiento de las comunidades indígenas para mejorar el nivel de vida y reducir la desigualdad en el país. Esto marcó un cambio hacia políticas y reformas más progresistas destinadas a abordar las dificultades sociales y económicas generalizadas a las que se enfrentaba la población colombiana debido a la Gran Depresión.

No fue hasta 1934 cuando Alfonso López fue elegido e inició un programa populista conocido como "revolución en marcha". Este programa estaba inspirado en la revolución mexicana e incluía una pequeña reforma constitucional, el sufragio universal para los hombres y programas de educación y sindicalización. También había un pequeño reconocimiento de las comunidades indígenas de Colombia.

La "Revolución en Marcha" de López fue un intento de abordar algunos de los problemas sociales y económicos que habían surgido tras la Gran Depresión, como la pobreza, la desigualdad y el desempleo. Aunque sus reformas fueron limitadas, representaron un importante paso adelante para el país y marcaron un cambio hacia un panorama político más progresista.

En 1938, López fue apartado del poder en un golpe militar, poniendo fin a su programa populista y reformista. El régimen militar de extrema derecha que asumió el poder reprimiría a la oposición política y a los sindicatos, e invertiría gran parte de los avances logrados bajo la administración de López.

Bajo la presidencia de Alfonso López, el liberalismo obtuvo el apoyo de una parte de la población urbana y de la clase trabajadora. Sin embargo, a pesar de este éxito, las zonas rurales, en particular las pequeñas comunidades cafeteras, no se vieron afectadas por los esfuerzos de López. Estos pequeños agricultores llevaban mucho tiempo sufriendo la autoexplotación, y la presión de sus circunstancias acabó culminando en una guerra civil durante la Segunda Guerra Mundial, conocida como la "violencia", que provocó la muerte de más de 250.000 campesinos y una migración rural masiva.

Cuba: Revolución y golpe de Estado militar

Cuba es una economía que ha dependido del azúcar desde finales del siglo XVIII, cultivada primero por los esclavos hasta su abolición en 1886, y luego por los trabajadores rurales, a menudo temporeros de Jamaica o Haití, que son llevados a trabajar en las grandes plantaciones estadounidenses y mal pagados.

En 1930, la mitad de la tierra cultivada en Cuba pertenecía a ciudadanos norteamericanos, también eran dueños de casi todas las minas, transporte, comunicaciones, una gran parte de los bancos y el comercio.

Entre 1929 y 1933, el precio del azúcar cayó más de un 60% y las exportaciones de azúcar cubanas cayeron más de un 80%. Los grandes terratenientes responden reduciendo la producción, reduciendo los salarios agrícolas en un 75%, despidiendo masivamente y deportando a miles de trabajadores temporales de Haití y Jamaica. Cientos de pequeñas fábricas y tiendas quebraron; en 1933, una cuarta parte de la población activa estaba desempleada y el 60% de la población vivía por debajo del mínimo de subsistencia.

En el poder desde 1924 ha estado el Presidente Gerardo Machado, un nacionalista liberal que se convirtió en dictador.

Durante la crisis, la oposición se radicalizó contra él a través de huelgas, ataques, sabotajes, movimientos comunistas, socialistas y anarquistas, que ya eran muy fuertes en Cuba en la década de 1920; la represión se hizo cada vez más sangrienta.

Washington trató de intervenir enviando un negociador, pero sin solución; en agosto de 1933 una huelga general paralizó el país, el ejército abandonó al dictador que estaba exiliado y una coalición muy heterogénea tomó el poder, pero no pudo controlar la anarquía general.

Fulgencio Batista en Washington, D.C. en 1938.

Es un período en el que se producen disturbios, huelgas, plantaciones de azúcar tomadas por trabajadores que se erigen en conglomerados bolcheviques; poco después, soldados y oficiales de un cuartel de La Habana encabezado por el motín del sargento Batista.

Inesperadamente, recibieron el apoyo de civiles que convirtieron su motín en un golpe militar; surgió un gobierno revolucionario que duraría 100 días, gobernado por decreto, para "devolver a Cuba a Cuba" y liberarla del control de Estados Unidos.

Es en este momento que las mujeres en Cuba adquieren el sufragio universal, la universidad su autonomía, los trabajadores, incluyendo a los cortadores de caña, un salario mínimo y otros beneficios sociales, y se está iniciando la reforma agraria.

Estas reformas son demasiado radicales para la derecha y la extrema derecha, demasiado tímidas para la izquierda marxista e inaceptables para los Estados Unidos de Roosevelt.

Estados Unidos no intervino militarmente, sino que convenció a Batista para que tomara el poder que asumió a través de presidentes civiles y luego directamente como dictador hasta la revolución castrista de 1959.

El caso de Brasil: golpe militar y régimen fascinante

Hay un golpe militar y un régimen fascinante.

Contexto económico

La economía de Brasil está bastante diversificada, pero las exportaciones son principalmente de café; a diferencia de Colombia, el café es cultivado por trabajadores estacionales, inmigrantes europeos, pero especialmente migrantes brasileños, son los trabajadores bajo grandes terratenientes quienes continúan dominando sus fortalezas sin compartir.

En 1930, era el gobierno de la primera república brasileña de orden y progreso, este gobierno no tomó medidas coherentes en respuesta a la crisis que causó un conflicto en torno a las elecciones presidenciales, porque sólo una pequeña porción de la sociedad tenía el voto y podía elegir al presidente.

Tres de los diecisiete estados rechazan que el resultado de la elección provoque levantamientos, el ejército derrocará al gobierno civil y lo entregará a Vargas, ganadero y gobernador del estado de Rio Grande do Sul.

Panorama político

Vemos que todo el poder en Brasil a medida que la historia se mueve desde el azucarero del noreste hasta Río de Janeiro en el sur, donde se concentran los intereses económicos, el poder y la ganadería, como la producción de café.

Una vez en el poder, Vargas comenzó por eliminar la izquierda socialista y comunista y luego se dirigió a la derecha fascista, llamada "integralista" y financiada secretamente por la Italia de Mussolini.

En 1937, Vargas prohibió a todos los partidos políticos que lanzaban un segundo golpe de estado apoyado directamente por el ejército, imponiendo el Estado Novo a los brasileños; se trataba de un estado corporativista inspirado en la Italia de Mussolini y en la Portugal de Salazar.

Esta dictadura se caracteriza por el nacionalismo, el desarrollo militar, la intervención estatal en la economía, el control estatal de los sindicatos, la censura y la represión política.

Este Estado Novo duró hasta 1954, cuando el ejército provocó un nuevo golpe de Estado y obligó a Vargas a exiliarse.

Conclusiones: Comprender los golpes de Estado y los populismos en América Latina

La crisis de 1929 puso a todas las sociedades americanas, es decir, a las de Estados Unidos, pero también a las de América Latina, al borde del colapso.

Muestra las debilidades del liberalismo económico, un liberalismo relativo ya que es un liberalismo en el que el Estado básicamente ayuda a hacendados, industriales, corporaciones, bancos y al mismo tiempo reprime a los trabajadores.

Esta crisis revela las profundas desigualdades de todas estas sociedades y todas ellas necesitan un líder carismático que una y asegure a la población; todas ellas también recurren al nacionalismo, incluyendo a los Estados Unidos bajo Roosevelt.

El populismo permite a las clases dominantes evitar o reprimir las revoluciones como en Cuba en 1933, pero a menudo tienen que promulgar leyes sociales para proteger a los trabajadores y a los más pobres.

En todas partes, los grandes perdedores están en el campo, los pequeños agricultores y en las ciudades, los grandes perdedores son los partidos y sindicatos socialistas y comunistas que son reprimidos o integrados en un gran partido nacional con cierta benevolencia social.

Las tensiones sociales son reprimidas, pero no han desaparecido y volverán a estallar después de la Segunda Guerra Mundial.

Anexos

Referencias