El pensamiento social de Émile Durkheim y Pierre Bourdieu

De Baripedia
Languages

La ciencia política es un campo de investigación en constante evolución, con diversas teorías y enfoques propuestos por importantes pensadores como Durkheim y Bourdieu. En este artículo examinaremos los enfoques politológicos de estas dos grandes figuras de la sociología y su impacto en nuestra comprensión de la política como fenómeno social complejo y dinámico. Comenzaremos analizando el enfoque holístico de Durkheim, que subraya la importancia de las instituciones y las normas sociales en la vida política, antes de examinar la crítica más radical de Bourdieu, que hace hincapié en la influencia del capital social y cultural en la política.

Durkheim, considerado el padre fundador de la sociología, propuso un enfoque holístico de la política que hacía hincapié en la importancia de las instituciones y las normas sociales en la vida política. Según Durkheim, la política es un mecanismo para mantener la cohesión social garantizando la armonía entre individuos y grupos sociales. Consideraba la división del trabajo político como una manifestación de la división del trabajo social y veía el Estado como un símbolo de solidaridad orgánica. Pierre Bourdieu, por su parte, propuso un enfoque más crítico de la política, en el que destacaba la influencia del capital social y cultural en la vida política. Según Bourdieu, la política es una lucha por el poder que tiene lugar en un campo político marcado por las desigualdades sociales y culturales. Consideraba que los actores políticos, como los partidos políticos y los votantes, están sujetos a normas y prácticas

La vida de Emile Durkheim: 1858 - 1917

Émile Durkheim (1858-1917) es uno de los fundadores de la sociología moderna. Nacido en Épinal (Lorena, Francia), su vida y su obra se vieron influidas por el complejo contexto histórico en el que creció y trabajó. Durkheim estudió en la École Normale Supérieure de París y se convirtió en profesor, enseñando sociología y pedagogía. Intentó establecer la sociología como una ciencia distinta, con sus propios métodos de estudio e investigación. Su perspectiva era que las sociedades eran algo más que la suma de sus individuos, sino entidades complejas con sus propias características y leyes. Durkheim vivió durante un periodo de agitación social y política en Francia. La Comuna de París, que tuvo lugar en 1871, fue una revuelta contra el gobierno francés que fue violentamente reprimida. Este periodo, con sus tensiones y conflictos sociales, contribuyó sin duda a conformar la visión que Durkheim tenía de la sociedad y de la importancia de la solidaridad social. Durkheim es conocido sobre todo por sus trabajos sobre la anomia, el suicidio, la división del trabajo social, la religión y la solidaridad social. Sostenía que las sociedades modernas se caracterizaban por una solidaridad orgánica, basada en la dependencia mutua de los individuos debido a la especialización del trabajo. Esto contrasta con la solidaridad mecánica de las sociedades más tradicionales, basada en la similitud de los individuos.

La primera pregunta que se plantea es qué factores llevaron a una parte de la sociedad a tomar las armas contra los menos afortunados y qué conduce a la aparente disolución de la sociedad. Esta pregunta refleja la preocupación de Durkheim por la cohesión social y el orden moral. Le preocupaban profundamente las condiciones que podían conducir a la descomposición social, o lo que él llamaba anomia, un estado de falta de normas o reglas, desorientación e inseguridad.

A la pregunta de por qué una parte de la sociedad estaría dispuesta a armarse para atacar a los más pobres, Durkheim probablemente habría señalado las divisiones sociales y económicas, y la falta de solidaridad social. Para él, la solidaridad es el pegamento que mantiene unida a una sociedad, y cuando esta solidaridad se debilita, pueden producirse conflictos y violencia. Para Durkheim, la cohesión social se basa en dos tipos de solidaridad: la solidaridad mecánica, que se basa en la similitud y es típica de las sociedades tradicionales o primitivas, y la solidaridad orgánica, que se basa en la diferencia y la dependencia mutua, típica de las sociedades modernas e industrializadas. La transición de la solidaridad mecánica a la orgánica puede ser tumultuosa y dar lugar a conflictos sociales. En cuanto a la cuestión de qué hace que una sociedad deje de existir, Durkheim veía la sociedad como algo más que un conjunto de individuos. Para él, una sociedad es un sistema complejo de relaciones sociales, normas, valores y creencias. Si estos lazos sociales se debilitan, por ejemplo por una desigualdad económica extrema, un conflicto político o un cambio social rápido, puede parecer que la propia sociedad se desintegra. Es lo que él denominó anomia.

Durkheim vivió y trabajó en una época en la que los ideales de la República, como la libertad, la igualdad y la fraternidad, eran importantes en el pensamiento político y social francés. También era una época en la que el socialismo empezaba a ganar influencia como ideología política y económica. El propio Durkheim no era socialista, pero reconocía la importancia de las cuestiones sociales y económicas en la formación de la sociedad. Trató de entender cómo las sociedades podían mantener su cohesión a pesar de las divisiones económicas y sociales, y subrayó la importancia de la solidaridad social para mantener el orden y la estabilidad. En este contexto, Durkheim desarrolló su teoría de la solidaridad mecánica y orgánica. Sostenía que, en las sociedades modernas, la cohesión social depende menos de la similitud de los individuos (como en la solidaridad mecánica) que de su interdependencia económica y social (como en la solidaridad orgánica). Durkheim subrayó la importancia de las instituciones sociales, como la educación, para promover la solidaridad y prevenir la anomia. Para él, la educación es un medio de transmitir los valores y las normas sociales que unen a una sociedad.

Para Durkheim, el vínculo social o solidaridad es el pegamento que mantiene unida a una sociedad. Trató de entender cómo se crean y mantienen estos vínculos, y cómo pueden romperse, dando lugar a problemas sociales como la anomia. Durkheim definió dos tipos de solidaridad: mecánica y orgánica. La solidaridad mecánica es típica de las sociedades tradicionales o primitivas, donde los individuos son muy similares en sus valores, creencias y forma de vida. Por el contrario, la solidaridad orgánica es típica de las sociedades modernas, donde los individuos están muy diferenciados por su trabajo y roles sociales, pero están vinculados por su dependencia mutua. Para Durkheim, el estudio científico de los hechos sociales era esencial para comprender la sociedad. Los hechos sociales, según él, son fenómenos que tienen una existencia independiente de los individuos particulares. Son "externos" al individuo y "coercitivos", es decir, ejercen una presión sobre él. Esto incluye cosas como las normas y los valores sociales, las instituciones sociales, las leyes, las costumbres, etc. Al comprender cómo funcionan estos hechos sociales, Durkheim creía que podríamos entender mejor cómo se mantiene unida la sociedad, cómo pueden resolverse los conflictos sociales y cómo prevenir problemas como la anomia. En este sentido, Durkheim veía la sociología no sólo como una ciencia, sino también como una herramienta para la mejora de la sociedad.

Las cuestiones planteadas por Durkheim siguen siendo de actualidad. La cuestión de la solidaridad, o lo que mantiene unida a una sociedad, sigue estando en el centro de los debates sociológicos. Vivimos en un mundo cada vez más interconectado, en el que los cambios económicos, políticos y tecnológicos remodelan constantemente nuestras sociedades. Entender cómo afectan estos cambios a nuestra cohesión social es una cuestión fundamental. Durkheim vivió en una época de rápidos cambios sociales, con la transición de una sociedad predominantemente rural a otra predominantemente urbana e industrial. Consideró estos cambios como una transición de la solidaridad mecánica a la orgánica. Los "hechos sociales", según Durkheim, son fenómenos que tienen una existencia independiente de los individuos. Sostenía que estos hechos sociales pueden estudiarse científicamente, al igual que los fenómenos naturales de la física o la biología. Esto incluye no sólo instituciones sociales obvias como la familia o la educación, sino también fenómenos más abstractos como las normas sociales, los valores, las creencias colectivas, etc. Así, para interpretar un acontecimiento (como un conflicto social, un cambio político o incluso un fenómeno individual como el suicidio), Durkheim diría que necesitamos entenderlo en términos de hechos sociales. Por ejemplo, en su estudio sobre el suicidio, trató de comprender cómo influyen los factores sociales (como el grado de cohesión social, las normas religiosas, etc.) en las tasas de suicidio.

Estas obras nos ayudan a comprender el mundo actual. Cada una de estas obras contribuyó a establecer la sociología como disciplina científica diferenciada y a definir su objeto de estudio: los hechos sociales.

  • "Sobre la división del trabajo social" (1893): En esta obra, Durkheim examina cómo la división del trabajo, o la especialización de los papeles en la sociedad, ha cambiado las relaciones sociales. Sostiene que la división del trabajo ha dado lugar a una nueva forma de solidaridad, que denomina solidaridad orgánica, basada en la dependencia mutua más que en la similitud.
  • "Las reglas del método sociológico" (1895): Esta obra es esencialmente una exposición del método científico de Durkheim para el estudio de los hechos sociales. En ella define los hechos sociales como fenómenos externos y coercitivos que pueden estudiarse objetivamente, independientemente de las preferencias o creencias individuales.
  • "El suicidio" (1897): En esta obra, Durkheim aplica su método al estudio de un fenómeno concreto: el suicidio. Demuestra que el suicidio, aunque a menudo se considera un acto profundamente personal, puede entenderse como un hecho social en el que influyen factores sociales como la religión, el matrimonio y la integración social. Divide el suicidio en tres tipos principales: suicidio egoísta, suicidio altruista y suicidio anómico.

Esta obra sentó las bases de la sociología como disciplina académica y sigue influyendo en la forma de entender la sociedad actual. Ilustran el enfoque de Durkheim, según el cual la sociología debe centrarse en las estructuras sociales y las fuerzas sociales más que en las acciones individuales.

Durkheim no era un "pensador" en el sentido de que no se limitaba a reflexionar de forma abstracta sobre las ideas, sino que era un atento observador de la sociedad que trataba de comprender las fuerzas y estructuras que la conforman. Consideraba la sociología como una ciencia empírica que debía basarse en la observación sistemática y el análisis de los hechos sociales. Trataba de identificar las estructuras y fuerzas sociales que subyacen a los fenómenos observables, como la división del trabajo, el suicidio o la religión. Durkheim se centró en las contradicciones y tensiones de la sociedad, como el conflicto entre lo individual y lo colectivo, o entre tradición y modernismo. Consideraba estas contradicciones como fuerzas motrices del cambio social. Así pues, aunque Durkheim fue sin duda un pensador -sus ideas han influido profundamente en la sociología y otras disciplinas-, también fue un observador y analista de la sociedad. Su objetivo era comprender la sociedad de forma empírica y científica, basándose en hechos observables y no en especulaciones teóricas.

El asunto Dreyfus tuvo un impacto significativo en Durkheim y en su obra. La aparente injusticia de la situación -un oficial del ejército francés, Alfred Dreyfus, acusado falsamente de espionaje, en gran parte debido a su etnia y religión- puso de relieve para Durkheim los peligros de la irracionalidad y la intolerancia en la sociedad. Esto le llevó a seguir reflexionando sobre la cuestión de la moral y la ética en las relaciones sociales. Para Durkheim, la sociedad no es sólo un conjunto de individuos, sino un sistema moral y ético. El caso Dreyfus puso de manifiesto la necesidad de un sistema de justicia justo e imparcial que respetara los derechos del individuo. Durkheim también estuvo muy influido por la laicidad, una idea clave de la República Francesa que separa Iglesia y Estado. Aunque reconocía el importante papel de la religión en la creación de solidaridad y sentido de comunidad, sostenía que el laicismo era necesario para preservar la libertad individual y evitar conflictos religiosos. En cuanto al socialismo, Durkheim veía la solidaridad como un elemento clave de esta filosofía. Para él, el socialismo no sólo consistía en la igualdad económica, sino también en la solidaridad social: el reconocimiento de que todos los miembros de la sociedad están interconectados y dependen unos de otros. Creía que cuando los individuos tomaran conciencia de esta interconexión, actuarían de forma más solidaria y altruista. Aunque Durkheim defendía la importancia de la solidaridad y la justicia social, él mismo no era un activista ni un revolucionario. Su principal aportación fue ofrecer un análisis sociológico de estas cuestiones, ayudando a comprender cómo se crea y mantiene la solidaridad en una sociedad compleja y diversa.

Émile Durkheim se convirtió en profesor de sociología en la Universidad de Burdeos en 1887, lo que le convirtió en uno de los primeros profesores de sociología de Francia. Durkheim trabajó sobre cuestiones de moral y ética, y se vio profundamente afectado por los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial. Su hijo André murió en combate en 1916, lo que supuso un golpe devastador para Durkheim. Este trágico suceso tuvo un impacto significativo en él y probablemente influyó en su trabajo sobre cuestiones relacionadas con la guerra, los conflictos y la cohesión social. Durkheim murió en 1917, al parecer de agotamiento y dolor por la muerte de su hijo. Su obra siguió teniendo una gran influencia en la sociología y otras disciplinas de las ciencias sociales mucho tiempo después de su muerte, y aún hoy es muy leída y citada.

El hecho social

En "Las reglas del método sociológico", Durkheim define efectivamente los hechos sociales como formas de actuar, pensar y sentir externas al individuo y dotadas de un poder de coacción en virtud del cual se le imponen. Para Durkheim es esencial que los hechos sociales sean considerados como cosas, es decir, como entidades objetivas que pueden ser estudiadas con independencia de las percepciones y valoraciones individuales. Para él, los hechos sociales tienen una realidad propia, distinta de la de los individuos que componen la sociedad. Son "generales" en el sentido de que no se limitan a acciones individuales, sino que representan pautas de comportamiento comunes a un grupo, sociedad o cultura. Los hechos sociales tienen existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales. Pueden manifestarse en forma de leyes, costumbres, creencias, modas, valores, etc., que influyen y constriñen el comportamiento de los individuos. Otro aspecto importante de la definición de Durkheim es que estos fenómenos son lo suficientemente frecuentes y generalizados como para llamarlos "colectivos". Estas ideas desempeñaron un papel fundamental en el establecimiento de la sociología como disciplina científica distinta de la psicología o la filosofía. Al centrarse en los hechos sociales, Durkheim permitió a la sociología centrarse en las estructuras y procesos sociales que configuran el comportamiento humano.

La forma de actuar de las personas puede estar condicionada tanto por factores individuales como colectivos. Durkheim reconocía que los individuos tienen sus propias percepciones, experiencias y características individuales que influyen en su comportamiento. Sin embargo, también argumentó que las acciones individuales están moldeadas y guiadas por determinantes colectivos, es decir, normas, valores, costumbres y expectativas compartidas dentro de una sociedad determinada. Durkheim subrayó que los individuos están socialmente integrados y actúan de acuerdo con las normas y expectativas de su grupo social. Estas normas y expectativas proporcionan patrones de comportamiento o "reacciones típicas" que son comúnmente aceptadas y observadas en una sociedad determinada. Estas reacciones típicas pueden incluir comportamientos, actitudes, valores, creencias o formas de pensar que comparten muchos miembros de la sociedad. Así, las formas de actuar están influidas tanto por factores individuales, como las experiencias y percepciones subjetivas, como por determinantes colectivos, como las normas sociales y las expectativas compartidas. Durkheim consideraba que el análisis de los hechos sociales debía tener en cuenta esta compleja interacción entre lo individual y lo colectivo para comprender plenamente el comportamiento y las acciones en una sociedad determinada.

Según Durkheim, el hecho social cumple cuatro criterios:

  • Externidad: según Durkheim, los hechos sociales son externos a los individuos. Son producto de la sociedad en su conjunto y no de acciones o decisiones individuales. Existen independientemente de cualquier individuo concreto y persisten incluso después de la muerte del individuo. Además, los hechos sociales son vinculantes para los individuos. Dictan cómo deben comportarse los individuos en diferentes situaciones y contextos sociales. Si un individuo no se ajusta a estas normas y reglas sociales, puede ser sancionado por la sociedad. Además, los hechos sociales tienen cierta permanencia en el tiempo. Son más duraderos que la vida de un individuo. Pueden cambiar y evolucionar con el tiempo, pero no desaparecen fácilmente. Esta permanencia confiere cierta estabilidad y previsibilidad a la vida social. Por último, la exterioridad de los hechos sociales significa que están más allá de la voluntad y el control de los individuos. Los individuos no pueden simplemente decidir cambiar un hecho social a voluntad. Tienen que conformarse a estos hechos sociales, lo quieran o no.
  • Coacción: La coacción es una característica esencial de los hechos sociales. Se ejerce sobre los individuos de diversas formas y a distintos niveles, por ejemplo, a través de normas sociales, leyes, reglas, expectativas, rituales, tradiciones y costumbres. La coerción, en el contexto de la teoría de Durkheim, no es necesariamente negativa u opresiva. Es un medio por el que la sociedad garantiza su coherencia y orden. Facilita la coordinación y la cooperación entre los individuos y contribuye a mantener la estabilidad social. Por ejemplo, las normas sociales obligan a los individuos a comportarse de una determinada manera en determinadas situaciones. Si un individuo viola estas normas, puede ser sancionado por la sociedad, ya sea mediante sanciones formales (por ejemplo, sanciones legales) o informales (por ejemplo, desaprobación social). La coacción también puede adoptar la forma de influencias más sutiles, como la presión para ajustarse a las expectativas sociales o seguir determinadas tradiciones o costumbres. Por ejemplo, la expectativa social de que las personas se casen y tengan hijos puede considerarse una forma de coacción. La coerción es una fuerza que moldea el comportamiento de los individuos y garantiza la cohesión social. Está omnipresente en la sociedad e influye en todos los aspectos de la vida social.
  • Generalidad: Durkheim destacó la generalidad como una de las características clave de un hecho social. Para que un fenómeno se considere un hecho social, debe estar generalizado en una sociedad en un momento dado. Esto significa que los hechos sociales no son acontecimientos aislados o comportamientos individuales, sino pautas de comportamiento ampliamente compartidas por los miembros de una sociedad. Por ejemplo, las costumbres, tradiciones, leyes, normas sociales, instituciones, formas de pensar, etc., son ejemplos de hechos sociales porque son comunes a la mayoría de los miembros de una sociedad. Generalidad no significa que todos los individuos de una sociedad se ajusten necesariamente al hecho social, sino que éste es generalmente aceptado y practicado por la mayoría. Por ejemplo, aunque no todas las personas de una sociedad se adhieran necesariamente a las mismas creencias religiosas, la religión en sí es un hecho social porque es una institución ampliamente aceptada y practicada en la sociedad. Además, la generalidad de un hecho social puede variar entre sociedades y épocas. Por ejemplo, lo que se considera una norma social aceptable puede variar de una sociedad a otra y de una época a otra. Esto demuestra que los hechos sociales son dinámicos y cambian con el tiempo y el contexto social.
  • El criterio histórico: El criterio histórico es otro elemento esencial en la definición de Durkheim de los hechos sociales. Para que un fenómeno se considere un hecho social, no sólo debe estar muy extendido, sino que además debe tener una cierta duración en el tiempo. Un nuevo fenómeno o tendencia sólo se convierte en hecho social cuando ha tenido tiempo de difundirse ampliamente en la sociedad y de integrarse en sus estructuras y prácticas. En otras palabras, un hecho social debe estar arraigado en la historia de la sociedad. La importancia del criterio histórico está ligada a la noción de estabilidad de los hechos sociales. Aunque pueden cambiar y evolucionar con el tiempo, los hechos sociales suelen tener cierta permanencia y son resistentes a los cambios rápidos. Un ejemplo de la aplicación del criterio histórico en el análisis de los hechos sociales podría ser la evolución del uso de la tecnología digital e Internet. Al principio, Internet y los ordenadores eran utilizados principalmente por investigadores informáticos y profesionales de la tecnología. Sin embargo, con el tiempo, su uso se ha extendido a todos los estratos de la sociedad. Hoy en día, el uso de Internet y las tecnologías digitales es un hecho social en sí mismo: trasciende a individuos y grupos, y tiene una fuerza coercitiva que obliga a las personas a utilizarlo para comunicarse, trabajar, educarse, etc. También es un ejemplo de cómo los hechos sociales pueden evolucionar y cambiar con el tiempo. A medida que las tecnologías digitales se desarrollan y difunden, las normas y comportamientos asociados a su uso también cambian. Por ejemplo, hace unas décadas era habitual enviar cartas por correo. Hoy es mucho menos habitual, sustituido por comunicaciones electrónicas como el correo electrónico y la mensajería instantánea. Así, el uso generalizado de Internet y la tecnología digital es un ejemplo de un hecho social que ha surgido y se ha desarrollado con el tiempo. Un nuevo fenómeno o tendencia sólo se convierte en hecho social cuando ha tenido tiempo de extenderse ampliamente en la sociedad e integrarse en sus estructuras y prácticas. En otras palabras, un hecho social debe estar arraigado en la historia de la sociedad. La importancia del criterio histórico está ligada a la noción de estabilidad de los hechos sociales. Aunque pueden cambiar y evolucionar con el tiempo, los hechos sociales suelen tener cierta permanencia y son resistentes a los cambios rápidos.

Durkheim sostenía que, para estudiar científicamente los hechos sociales, había que tratarlos como "cosas" (u "objetos"). Con ello no quería decir que fueran materiales o tangibles en el mismo sentido que los objetos físicos, sino que debían considerarse entidades independientes de nuestras percepciones o juicios de valor individuales. Según Durkheim, los hechos sociales tienen una realidad que existe independientemente del individuo. Son externos al individuo y lo constriñen. Tienen características que pueden observarse, describirse y analizarse. No son simples ideas o percepciones en nuestra mente, sino aspectos concretos de la realidad social que tienen una influencia real en nuestro comportamiento. Así pues, para estudiar los hechos sociales, debemos adoptar un enfoque objetivo y científico. Debemos observarlos y analizarlos con imparcialidad, sin dejar que nuestros prejuicios u opiniones personales influyan en nuestra comprensión. Debemos medirlos y cuantificarlos en la medida de lo posible, utilizar métodos rigurosos para poner a prueba nuestras hipótesis y teorías, y estar siempre dispuestos a revisar nuestras ideas a la luz de nuevas pruebas. También significa que debemos esforzarnos por comprender los hechos sociales de forma sistemática y exhaustiva, teniendo en cuenta todos los factores relevantes y tratando de descubrir las leyes subyacentes que los rigen. No debemos limitarnos a explicar los hechos sociales en términos de motivaciones o intenciones individuales, sino tratar de comprender cómo se producen y mantienen mediante estructuras y procesos sociales más amplios.

Según Durkheim, lo que "hace a la sociedad" es una combinación de hechos sociales que se manifiestan a través de las instituciones, normas, valores, reglas, prácticas, creencias y comportamientos que comparten los miembros de una comunidad. Son estos hechos sociales los que crean la estructura y el orden de la sociedad y rigen las interacciones entre los individuos. Las representaciones colectivas, una noción importante en la teoría de Durkheim, desempeñan un papel central en la formación de la sociedad. Las representaciones colectivas son ideas, creencias o valores compartidos por los miembros de una sociedad. Son el producto de la interacción social y contribuyen a formar la conciencia colectiva, es decir, el marco común de pensamiento y comprensión que une a los miembros de una sociedad. Proporcionan una base común para la comunicación y la interacción, y crean un sentimiento de pertenencia e identidad colectiva. Por ejemplo, en una sociedad determinada puede existir una representación colectiva de que la educación es importante. Esta representación colectiva puede manifestarse a través de instituciones sociales como el sistema educativo, normas sociales como la expectativa de que los niños vayan a la escuela y comportamientos individuales como estudiar y aprender. Así pues, para Durkheim, lo que "hace a la sociedad" es el conjunto de hechos sociales, incluidas las representaciones colectivas, que proporcionan estructura y orden a la vida social y que unen a los individuos en una comunidad coherente y funcional.

Durkheim estableció una importante distinción entre representaciones individuales y colectivas. Las representaciones individuales, también llamadas "preconcepciones", son las ideas, creencias y percepciones que un individuo tiene basadas en su experiencia personal y su interpretación subjetiva del entorno. Son únicas para cada individuo y cambian constantemente. Las representaciones colectivas, en cambio, son ideas, creencias y valores compartidos por los miembros de una sociedad. Son producto de la interacción social y están arraigadas en las instituciones, normas y prácticas de la sociedad. Son relativamente estables y duraderas, y trascienden a los individuos. Las representaciones colectivas desempeñan un papel central en la formación y el mantenimiento de la sociedad. Proporcionan un marco común de pensamiento y comprensión que une a los miembros de una sociedad y guía sus interacciones. También son un elemento clave de los hechos sociales, que son los fenómenos que resultan de la actividad colectiva y que constriñen a los individuos. Sin embargo, Durkheim insistía en que, para estudiar científicamente los hechos sociales, había que ir más allá de las representaciones individuales y centrarse en las representaciones colectivas. Las representaciones individuales son demasiado variables y subjetivas para servir de base al análisis sociológico. Las representaciones colectivas, en cambio, pueden observarse, medirse y analizarse, y pueden ayudarnos a comprender las estructuras y los procesos sociales.

La idea de que la delincuencia tiene una función en la sociedad puede parecer contraintuitiva, pero es fundamental en la teoría de Durkheim. Para Durkheim, la delincuencia es un hecho social y, como todos los hechos sociales, tiene una función en la sociedad. Así es como él lo ve:

  1. Normalidad del delito: Durkheim sostenía que el delito es un fenómeno normal porque existe en todas las sociedades. Su existencia universal sugiere que cumple determinadas funciones sociales o que es una consecuencia inevitable de la vida social.
  2. Función de refuerzo de normas y valores: El delito desempeña un papel importante en el refuerzo de las normas y valores sociales. Cuando se comete un delito, la sociedad suele reaccionar con indignación y castigo, lo que refuerza la adhesión a la norma violada y recuerda a todos los miembros de la sociedad la importancia de respetar las normas.
  3. Función de cambio social: La delincuencia también puede desempeñar un papel en el cambio social. En algunas circunstancias, los actos delictivos pueden poner de manifiesto la injusticia o la inadecuación de las normas existentes y provocar cambios en las mismas.
  4. Función de cohesión social: Por último, el delito puede promover la cohesión social creando un sentimiento de unidad entre los miembros de la sociedad contra el delincuente.

Durkheim no justifica ni glorifica el delito. Al contrario, trata de comprender su función sociológica. Según él, una sociedad sin delincuencia es imposible porque siempre habrá individuos que se desvíen de las normas sociales. Además, una sociedad sin desviación sería estéril e incapaz de cambiar y evolucionar.

Las formas de solidaridad social

Lo fundamental es trabajar en la organización de la comunidad. ¿Qué está en juego en nuestras sociedades modernas? En las sociedades modernas hay una mayor división del trabajo, con una mayor especialización y diferenciación de funciones y tareas. Esto conduce a una mayor independencia individual en el sentido de que cada persona tiene su propio papel específico y distinto. Esta independencia también se traduce en una mayor libertad individual y una mayor variedad de formas de vivir la propia vida. Sin embargo, al mismo tiempo, esta especialización significa que los individuos son más dependientes unos de otros. Por ejemplo, un individuo puede ser un excelente médico, pero depende de los demás para producir alimentos, construir una casa, gestionar las infraestructuras de la ciudad, etcétera. En otras palabras, aunque cada individuo pueda tener un papel más independiente, la sociedad en su conjunto funciona a través de una fuerte interdependencia entre sus miembros. Es esta paradoja la que se encuentra en el corazón de la solidaridad orgánica: mientras que cada individuo se vuelve más distinto e independiente, la sociedad en su conjunto se vuelve más integrada e interconectada.

Durkheim desarrolló el concepto de anomia para describir una condición social en la que se produce una ruptura o disminución de las normas y valores que rigen el comportamiento de los individuos en una sociedad. La anomia suele producirse en periodos de crisis o cambios sociales rápidos, cuando las antiguas normas se ven alteradas y aún no se han establecido las nuevas. Esto puede provocar confusión, sensación de inseguridad y un aumento de comportamientos como la delincuencia y el suicidio. La anomia puede considerarse un síntoma de la transición de la solidaridad mecánica a la orgánica en una sociedad. Cuando la solidaridad mecánica, basada en la igualdad y la conformidad con un conjunto común de normas y valores, empieza a romperse, los individuos pueden sentirse perdidos y desorientados. La solidaridad orgánica, basada en la interdependencia y la especialización de roles, aún no está plenamente establecida, lo que deja un vacío normativo. Esto puede ocurrir especialmente en las sociedades modernas, donde los cambios sociales suelen ser rápidos y perturbadores. Por ejemplo, el auge de la industrialización y el capitalismo en los siglos XIX y XX creó condiciones de anomia, ya que las sociedades luchan por adaptar sus normas y valores a estos nuevos sistemas económicos. La anomia es, por tanto, un concepto clave para entender cómo las sociedades gestionan el cambio y la transición, y cómo pueden fracasar al hacerlo. Es un indicio de la tensión entre el individuo y la sociedad, y de la necesidad de un equilibrio entre la libertad individual y la cohesión social.

La distinción entre solidaridad mecánica y orgánica es fundamental en la obra de Emile Durkheim. Estas dos formas de solidaridad reflejan diferentes tipos de sociedades, con estructuras sociales, normas y valores distintos.

La solidaridad mecánica suele caracterizar a las sociedades tradicionales o premodernas, como las sociedades agrícolas o tribales, en las que existe una gran similitud entre los individuos en cuanto a valores, creencias y estilos de vida. En estas sociedades, la cohesión social se mantiene al compartir una conciencia colectiva, un conjunto común de creencias y valores morales profundamente interiorizados por cada individuo.

Por el contrario, la solidaridad orgánica es típica de las sociedades modernas o posmodernas, que se caracterizan por una gran diversidad y especialización de roles. En estas sociedades, la cohesión social se basa en la interdependencia económica y social de los individuos. Los individuos están vinculados entre sí no por similitudes, sino por diferencias: dependen unos de otros para obtener servicios especializados y competencias que no pueden proporcionar por sí mismos.

Así pues, la transición de la solidaridad mecánica a la orgánica representa la transición de una sociedad tradicional a una sociedad moderna. Es un proceso que puede ser perturbador y conflictivo, ya que implica un cambio radical en la estructura social y en la forma en que los individuos se perciben a sí mismos y sus relaciones con los demás. Sin embargo, según Durkheim, este proceso también es necesario para la adaptación y la supervivencia de las sociedades en un mundo en constante cambio.

El hecho religioso

Para Émile Durkheim, la religión desempeña un papel fundamental en la sociedad. Estudió la religión como fenómeno social en su libro "Les formes élémentaires de la vie religieuse", publicado en 1912. Para él, la religión es un hecho social en la medida en que es practicada por un grupo de personas y ejerce una coacción sobre el individuo. Durkheim sostenía que la religión era esencial para proporcionar cohesión social, solidaridad y armonía en la sociedad mediante la creación de un conjunto común de creencias y prácticas. La religión contribuye a la formación de la conciencia colectiva, que es una fuerza unificadora dentro de la sociedad. Durkheim también sugirió que la religión funciona como fuente de significado y orientación para los individuos, proporcionando una estructura para entender el mundo y su lugar en él. En cuanto a la secularización, Durkheim vivió en una época en la que la sociedad occidental estaba experimentando un declive de la influencia de la religión en la vida pública, un proceso al que a menudo se hace referencia como secularización. Sin embargo, aunque la religión esté perdiendo su influencia institucional, Durkheim reconoce que los seres humanos siguen necesitando rituales y creencias para dar sentido a sus vidas. Por lo tanto, incluso en una sociedad secularizada, las funciones sociológicas de la religión (cohesión social, significado, orientación) pueden ser cumplidas por otras formas de creencia y práctica, como las ideologías políticas, el nacionalismo, el humanitarismo, la ciencia, etc.

Desde la perspectiva de Durkheim, la religión desempeña un papel crucial en la conformación de los valores morales de una sociedad y en el mantenimiento de la cohesión social. Para Durkheim, la religión es un sistema de creencias y prácticas que une a los individuos en una comunidad moral única, a la que denominó iglesia. La religión crea un conjunto común de normas y valores que guían el comportamiento de los individuos y ayudan a regular la vida social. Estas normas y valores compartidos pasan a formar parte de la conciencia colectiva, un conjunto de ideas y sentimientos comunes a todos los miembros de una sociedad que actúan como fuerza unificadora. La religión también proporciona un marco para rituales y ceremonias que refuerzan el sentimiento de comunidad y pertenencia. Estos rituales religiosos unen a las personas, permitiéndoles expresar colectivamente sus creencias y sentimientos, y reforzar su solidaridad y cohesión.

Durkheim subrayó la importancia que sigue teniendo la religión en la sociedad, incluso en contextos aparentemente secularizados. Sostenía que, aunque las instituciones religiosas tradicionales puedan estar perdiendo importancia o influencia, los aspectos fundamentales de la religión siguen estructurando nuestras sociedades. En otras palabras, aunque las formas explícitas de religión puedan declinar en algunas sociedades, los principios y valores que una vez estuvieron encapsulados en las creencias religiosas pueden seguir influyendo en la cultura social, las normas y el comportamiento. Estos principios y valores pueden estar arraigados en otras instituciones sociales, como el derecho, la educación, la política, o incluso en las normas y valores de la sociedad en general. Además, el concepto de "sagrado" de Durkheim no se limita a la religión en el sentido tradicional. Para Durkheim, lo sagrado se refiere a todo aquello que se aparta, venera o considera inviolable en una sociedad. Puede incluir símbolos, ideas o valores que se consideran esenciales para la identidad colectiva de una sociedad. Así, incluso en ausencia de religión tradicional, puede haber otras formas de lo sagrado en una sociedad.

En cuanto al "delito religioso", Durkheim lo consideraba una violación de lo sagrado, una transgresión de las normas y valores considerados esenciales para el orden moral de una sociedad. Esto puede incluir no sólo los delitos contra la religión, sino también cualquier acción que viole los principios morales fundamentales de una sociedad. Según Durkheim, el tratamiento de los delitos en una sociedad -su detección, condena y castigo- es un medio importante por el que una sociedad reafirma sus normas morales y refuerza la cohesión social.

El "delito religioso" es un delito contra las cosas colectivas (autoridad pública, moral, tradiciones, religión). El delito religioso es la principal forma de delincuencia en una sociedad en desarrollo. Para Durkheim, el "crimen religioso" puede considerarse un ataque a lo sagrado, una violación de las normas colectivas compartidas por la sociedad, ya sea la autoridad pública, las costumbres, las tradiciones o la propia religión. En una sociedad tradicional o en desarrollo, las normas y los valores suelen estar firmemente arraigados en la religión, por lo que cualquier transgresión de estas normas se considera un delito religioso. Es decir, el delito no es sólo una violación de una ley secular, sino también una violación de una ley divina o norma moral sagrada. Dicho esto, es importante señalar que, incluso cuando la sociedad se seculariza, las normas y los valores de base religiosa pueden seguir ejerciendo influencia, aunque ahora estén integrados en instituciones laicas como el derecho o la educación. Así, incluso en ausencia de creencias religiosas explícitas, las acciones que violan estas normas y valores pueden seguir considerándose transgresiones morales graves, o incluso "delitos", en el sentido más amplio del término.

La Teoría de la Socialización

Émile Durkheim, uno de los padres fundadores de la sociología, hizo importantes contribuciones a nuestra comprensión de la socialización. Distinguió dos grandes procesos de socialización: la integración social y la regulación social.

La integración social es el proceso por el cual los individuos se asocian, conectan y colaboran para formar una sociedad. Es el proceso por el cual los individuos o grupos son aceptados en la sociedad y cómo se adaptan y adoptan sus valores, normas y costumbres.

  1. Conciencia y creencias compartidas: en una sociedad, los individuos suelen compartir creencias, valores y perspectivas comunes que conforman su conciencia colectiva. Esta conciencia colectiva sirve de aglutinante para unir a los individuos y ayudarles a trabajar juntos hacia objetivos comunes.
  2. Interacciones con los demás: la integración social también implica la participación en interacciones sociales. Esto puede ocurrir en diversos contextos, como la familia, la escuela, el lugar de trabajo, etc. Estas interacciones permiten a los individuos aprender unos de otros y desarrollar un sentimiento de pertenencia. Estas interacciones permiten a los individuos aprender y adoptar normas sociales y comportamientos esperados.
  3. Objetivos comunes: Las sociedades suelen tener metas y objetivos comunes que sirven para unir a sus miembros. Estos objetivos pueden variar según el contexto, por ejemplo objetivos políticos en una sociedad política, u objetivos económicos en una sociedad comercial.

La integración social, al fomentar la cohesión y la armonía, desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la estabilidad social y la promoción del bienestar de todos los miembros de la sociedad. Sin embargo, también es importante señalar que la integración social puede a veces obstaculizar la individualidad y la libertad personal, ya que exige la conformidad con las normas y valores del grupo.

La regulación social desempeña un papel esencial en el mantenimiento del orden y la estabilidad de una sociedad. Es el conjunto de mecanismos mediante los cuales la sociedad ejerce una especie de control sobre sus miembros, estableciendo y haciendo cumplir normas de comportamiento. La regulación social funciona a varios niveles. Puede ser impuesta por instituciones formales, como leyes y reglamentos gubernamentales, o puede ser el resultado de normas sociales informales, como las expectativas y comportamientos aceptables en una cultura determinada. Estos mecanismos de regulación social ayudan a guiar el comportamiento de los individuos de manera que promuevan la cohesión y la cooperación dentro de la sociedad. También ayudan a prevenir o gestionar los conflictos y a mantener cierto equilibrio social. En resumen, la integración y la regulación social son dos procesos clave que contribuyen a definir la estructura y el funcionamiento de una sociedad. Contribuyen a mantener el orden, fomentar la cooperación y garantizar la supervivencia y el bienestar del grupo en su conjunto.

Émile Durkheim ha contribuido enormemente a nuestra comprensión de la sociedad y el cambio social. Sus teorías sobre la solidaridad social, la integración, la regulación y el papel de las instituciones sociales, entre otras, siguen influyendo en la sociología contemporánea. En una sociedad moderna, según Durkheim, la solidaridad es orgánica. Esto significa que los miembros de la sociedad dependen unos de otros debido a la complejidad y la división del trabajo. Cada individuo tiene un papel especializado que desempeñar, y todos estos papeles son interdependientes para el buen funcionamiento de la sociedad. Además, Durkheim subrayó la importancia de los objetivos comunes, los principios de justicia y el simbolismo compartido para la cohesión social. Los objetivos comunes dan sentido y finalidad a la vida en sociedad, los principios de justicia garantizan la equidad y la igualdad, y los símbolos compartidos facilitan la comunicación y la identificación común. Por último, Durkheim también reconoció que el cambio social es una parte inevitable de cualquier sociedad. Afirmaba que el cambio social suele ser el resultado de cambios en la división del trabajo y en la densidad dinámica (es decir, el número de individuos y su grado de interacción). Estos cambios pueden dar lugar a nuevos tipos de solidaridad social, nuevas normas y valores y nuevas formas de organización social.

En su libro de 1897, "Le Suicide", Emile Durkheim postuló que el suicidio no es simplemente un acto individual de desesperación derivado de problemas personales. Por el contrario, sostenía que el suicidio es un fenómeno social, influido por factores sociales y culturales.

Durkheim identificó cuatro tipos de suicidio, cada uno resultante de diferentes niveles de integración social y regulación social:

  1. Suicidio egoísta: Se produce cuando los individuos no están suficientemente integrados en la sociedad. Pueden sentirse aislados o alienados, lo que puede llevarles al suicidio.
  2. Suicidio altruista: se produce cuando los individuos están demasiado integrados en la sociedad, hasta el punto de sacrificarse por el bien del grupo. Es más frecuente en las sociedades tradicionales, donde las obligaciones con la familia o la comunidad son primordiales.
  3. Suicidio anómico: Se produce cuando las normas sociales son débiles o confusas, dejando a los individuos sin orientación ni apoyo. Puede darse en periodos de grandes cambios sociales o económicos.
  4. Suicidio fatalista: Este tipo está menos desarrollado por Durkheim, pero describe situaciones en las que el individuo está excesivamente regulado, en las que las expectativas sobre él son tan altas y opresivas que se siente empujado al suicidio.

Así, Durkheim demostró que el suicidio no es sólo un acto personal, sino que también está fuertemente influido por factores sociales. Esto pone de relieve la importancia de la cohesión social y la regulación social en la prevención del suicidio.

Para Durkheim, el suicidio es un fenómeno social que resulta de la falta o el exceso de socialización. Cuando hay falta de socialización, el individuo puede sentirse aislado, desconectado de la sociedad, lo que puede conducir a un sentimiento de anomia y, en última instancia, al suicidio. Es lo que Durkheim denomina suicidio egoísta o anómico. Por otro lado, un exceso de socialización también puede conducir al suicidio. En estos casos, el individuo puede sentirse abrumado por las normas y expectativas sociales, hasta el punto de sacrificarse por el bien de la comunidad. Es lo que Durkheim denomina suicidio altruista. La sociedad moderna, según Durkheim, tiene dificultades para mantener un equilibrio entre la integración social (que el individuo se sienta parte de la sociedad) y la regulación social (que el individuo respete las normas y reglas de la sociedad). El equilibrio entre estos dos factores es crucial para prevenir el suicidio y garantizar la cohesión social. En resumen, el análisis de Durkheim sobre el suicidio subraya la importancia de la socialización y el equilibrio social para prevenir los comportamientos autodestructivos y mantener la cohesión social.

Pierre Bourdieu: por una teoría política del mundo social

Pierre Bourdieu: 1930 - 2002

Pierre Bourdieu.

Pierre Bourdieu, influyente sociólogo francés, sirvió en Argelia durante la guerra de independencia. Esta experiencia influyó notablemente en su obra y sus ideas. Bourdieu quedó especialmente impresionado por las diferencias entre el discurso oficial francés sobre la situación en Argelia y la realidad que observó sobre el terreno. Comprobó que el discurso político y mediático francés sobre la guerra y la colonización no se correspondía con la experiencia vivida por los argelinos. Esto le llevó a desarrollar su concepto de "campo", que es un espacio social estructurado por posiciones (o puestos) cuyas propiedades dependen de la posición que ocupan en estos espacios y que pueden analizarse independientemente de las características de su ocupante (individual o colectivo). Los campos son lugares de lucha por el poder, donde los actores utilizan distintas formas de capital (económico, social, cultural) para ganar posiciones. Esta experiencia también influyó en su teoría de la violencia simbólica, en la que sostiene que el poder se ejerce a menudo en la sociedad no por la fuerza física, sino por medios más sutiles, como la manipulación del discurso, las ideas y los símbolos. Para Bourdieu, el papel del sociólogo consiste en desvelar estas estructuras de poder, a menudo ocultas, y descubrir la realidad que se oculta tras el discurso dominante. Bourdieu sostiene que los sociólogos deben ser siempre conscientes de la brecha entre el discurso y la realidad y trabajar para salvarla.

Pierre Bourdieu es conocido por sus exhaustivas investigaciones sobre las estructuras de poder y las jerarquías sociales. Está convencido de que la sociedad se estructura en distintos "campos" -áreas de actividad como el arte, la educación, la religión, etc.- en los que los individuos luchan por el poder. - donde los individuos luchan por el poder y el prestigio. Sus primeros trabajos sobre la sociedad argelina y la cultura cabila sentaron las bases de su teoría del poder y la dominación. Observó cómo las estructuras sociales tradicionales y las prácticas culturales contribuían a mantener las jerarquías sociales existentes y a reproducir las desigualdades. Bourdieu también desarrolló el concepto de "capital cultural", que se refiere a los conocimientos, habilidades, educación y otros activos culturales que posee una persona. Argumentó que el capital cultural desempeña un papel crucial en la determinación de la posición social de un individuo y contribuye a la reproducción de las desigualdades sociales. En su obra posterior, Bourdieu aplicó estas ideas al estudio de otras sociedades, entre ellas Francia. Criticó el neoliberalismo y defendió una postura altermundialista, argumentando que las estructuras de poder globales contribuyen a la reproducción de las desigualdades a escala mundial. De este modo, Bourdieu dejó una huella indeleble en la sociología y las ciencias sociales, proponiendo poderosas herramientas conceptuales para analizar las estructuras de poder y las jerarquías sociales.

Pierre Bourdieu ha escrito muchas obras influyentes que han contribuido a dar forma a la sociología moderna:

  • "Le Déracinement" (1964): En esta obra, Bourdieu examina las consecuencias del desarraigo de la población rural argelina durante la guerra de independencia. Muestra cómo este desarraigo destruyó las estructuras sociales existentes y provocó una crisis social y cultural.
  • "La Distinction" (1979): Es quizá la obra más famosa de Bourdieu. En ella analiza cómo los individuos utilizan el gusto y el consumo cultural para afirmar su estatus social y distinguirse de otras clases sociales. Bourdieu sostiene que las preferencias gustativas no son simples elecciones individuales, sino que están fuertemente influidas por el origen social y el capital cultural.
  • "Le Sens Pratique" (1980): En esta obra, Bourdieu desarrolla el concepto de habitus, que define como un conjunto de disposiciones duraderas y transferibles que estructuran las percepciones, los juicios y las acciones de los individuos.
  • "La Misère du Monde" (1993): Se trata de un estudio a gran escala del sufrimiento social en Francia a finales del siglo XX, basado en una serie de entrevistas con individuos de diversos orígenes sociales.
  • "La Domination Masculine" (1998): En este libro, Bourdieu analiza el modo en que la dominación masculina se reproduce en la sociedad. Sostiene que esta dominación tiene sus raíces en el habitus, las estructuras sociales y las prácticas culturales.

Pierre Bourdieu ha dedicado gran parte de su carrera a criticar las estructuras de poder y desigualdad en la sociedad, y a desarrollar una teoría sociológica que incorpora elementos de la filosofía y la política. Ocupó la cátedra de sociología del Collège de France desde 1981 hasta su jubilación en 2002, un prestigioso cargo que reforzó su influencia como uno de los principales pensadores sociales del siglo XX. En la década de 1990 y principios de 2000, Bourdieu se mostró cada vez más crítico con la globalización y el neoliberalismo, que consideraba fuerzas que exacerbaban las desigualdades sociales y económicas. Se alineó con el movimiento antiglobalización, que buscaba alternativas a la globalización neoliberal, y participó en manifestaciones y campañas de concienciación. Bourdieu destacó el papel de la sociología como fuerza de crítica social e instó a los sociólogos a implicarse activamente en la lucha contra la injusticia social. Su obra sigue influyendo en muchos campos, como la sociología, la antropología, la educación y los estudios culturales.

El concepto de habitus

El hábito, concepto central de la obra de Pierre Bourdieu, es un conjunto de disposiciones duraderas y transferibles que los individuos adquieren a lo largo de su vida a través de sus experiencias sociales. Estas disposiciones conforman las percepciones, juicios y acciones de las personas de una manera que es a la vez estructurante (por las condiciones sociales pasadas y presentes) y estructurante (al orientar la acción y la experiencia futuras). El hábito engloba las actitudes, creencias, valores y comportamientos típicos de un determinado grupo social. Es el producto de la incorporación de la estructura social al cuerpo del individuo, que entonces se vuelve capaz de navegar por el mundo social y comprender sus reglas implícitas. Sin embargo, el habitus no es una camisa de fuerza fija y determinante. Los individuos tienen la capacidad de actuar y pensar creativamente en respuesta a las situaciones, pero sus acciones y pensamientos están estructurados por el habitus que han adquirido. Por tanto, el comportamiento y las actitudes pueden variar en función de la situación, pero siguen estando guiados en gran medida por el habitus. Según Bourdieu, el habitus es a la vez el producto de la historia y el medio por el que ésta se reproduce y reinventa en las prácticas cotidianas. Es, por tanto, un concepto dinámico que vincula las estructuras sociales y la agencia individual.

Pierre Bourdieu distingue dos formas de habitus: primario y secundario.

El habitus primario se adquiere durante los primeros años de vida, en el seno de la familia y el entorno social de origen. Por tanto, está muy influido por la clase social, el nivel educativo de los padres, el sexo, etc. Es durante esta fase cuando aprendemos e interiorizamos las reglas y normas implícitas de nuestro entorno social, que luego se convierten en una segunda naturaleza. El habitus primario se considera el más duradero y arraigado.

El habitus secundario se adquiere más tarde, normalmente durante la escolarización, la formación profesional u otras experiencias que implican algún tipo de socialización (como el acceso a una nueva profesión, la incorporación a una organización, etc.). Este habitus puede complementar, modificar o incluso contradecir el habitus primario, dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, un individuo puede desarrollar un habitus escolar que difiera de su habitus familiar, dependiendo de la influencia de profesores, compañeros de clase, etc.

It is important to note that habitus is not static, but dynamic and adaptable. Individuals may change their habitus over the course of their lives in response to new experiences and social contexts. However, the primary habitus, being the most entrenched, tends to have a lasting influence on the perception of the world and the behaviour of individuals.

The habitus, in Pierre Bourdieu's theory, is a kind of 'internal programme' that guides our thoughts, perceptions and actions in an unconscious way. This internal structure is influenced by our past experiences and socialisation, and is constantly being reshaped and adapted to new situations. However, although the habitus can be compared to a computer programme in that it guides our behaviour, it is important to note that, unlike a computer programme, the habitus is not rigid or invariable. There can be 'failures' or inconsistencies in our behaviour, as the habitus is influenced by many different factors, including individual and contextual factors. Furthermore, whereas computer programs are designed to be precise and predictable, habitus is inherently flexible and adaptable. Furthermore, habitus is not only a mechanism of social reproduction, but also a mechanism of change and innovation. It allows individuals to adapt to new situations and to develop new practices and ways of thinking. In this sense, habitus is a fundamental concept for understanding the dynamics of social life and how individuals navigate the social world.

Primary socialisation is the process by which individuals learn and integrate the norms and values of their society from an early age. This is mainly done through the family and school. In this way, individuals acquire their first understanding of the world, which forms their primary habitus. Secondary socialisation, on the other hand, refers to the learning process that occurs later in life, when individuals enter new social environments or adopt new roles. This can include contexts such as the workplace, university, or even peer groups. This secondary socialisation overlaps and interacts with the existing primary habitus, adding a new layer of complexity to the way individuals perceive and interact with the world. It is also important to note that socialisation is an ongoing process that takes place throughout life. Individuals are constantly learning and adapting to new situations and environments, which continuously shapes their habitus and understanding of the world.

The habitus is not a static structure, but is constantly shifting and changing in response to new experiences, knowledge and influences. Moreover, as habitus is shaped by socialisation, there may be marked generational differences due to variations in social and cultural influences over time. Younger generations may incorporate new elements into their habitus that are not present or less pronounced in the habitus of older generations. These differences can sometimes lead to conflicts or misunderstandings between the generations. For example, the values of parents may conflict with the more progressive attitudes of their children, which may lead to tensions. This is a phenomenon often observed in sociology, where large-scale social and cultural changes are reflected in interpersonal and intergenerational interactions. This can manifest itself in different ways, such as differences of opinion on political or social issues, differences in lifestyles and behaviours, or even differences in the use of technology and media.

Pierre Bourdieu described habitus movements in terms of the 'déclassés' and 'parvenus'. These terms refer to individuals who have changed social class and therefore have to adapt their habitus to their new situation.

  • The 'déclassés' refer to those who have experienced downward social mobility. They may find it difficult to adapt to their new social situation because of the dissonance between their habitus (formed in a higher social class) and their current social position. They may continue to maintain behaviours, tastes and attitudes associated with their former social class, which may lead to tensions or difficulties in adapting.
  • The 'parvenus', on the other hand, are those who have experienced upward social mobility. They may also face challenges in adapting to their new social position. Their habitus, formed in a lower social class, may not correspond to their new social position. They may feel uncomfortable or feel illegitimate in their new social class.

Habitus also reflects class experiences, as it is formed by socialisation and experiences within a particular social class. This can include class behaviours, tastes, attitudes, preferences, etc. These class habits can be reproduced and reinforced by social institutions, thus contributing to the social reproduction of class inequalities.

Pierre Bourdieu desarrolló la idea de que los habitus de clase entran en conflicto entre sí, lo que produce y reproduce las desigualdades sociales. Según Bourdieu, cada clase tiene su propio habitus, es decir, un conjunto de disposiciones, preferencias y comportamientos inculcados socialmente y que parecen "naturales" u "obvios" a los miembros de esa clase. Así pues, el habitus es tanto el producto de la posición social de un individuo como el mecanismo por el que se perpetúa dicha posición. El habitus de clase puede ser fuente de conflictos porque determina no sólo el comportamiento y las actitudes de los individuos, sino también sus aspiraciones y expectativas. Por ejemplo, los que tienen mucho capital cultural (como educación superior) pueden valorar y aspirar a cosas diferentes de los que tienen menos capital cultural. Esto puede dar lugar a malentendidos, tensiones y conflictos entre las distintas clases. Además, Bourdieu sugiere que los individuos y los grupos participan constantemente en luchas simbólicas para definir lo que se valora y respeta en la sociedad. Estas luchas pueden contribuir a la reproducción de las desigualdades sociales al reforzar la legitimidad de unas formas de capital sobre otras. Por ejemplo, en una sociedad en la que se valora mucho el capital cultural, los que tienen estudios superiores pueden legitimar su posición privilegiada y devaluar las competencias y contribuciones de los que tienen menos estudios.

Campo social y conflictividad: entre reproducción y distinción

"Podemos así representar el mundo social en forma de un espacio (muchas dimensiones) construido sobre la base de principios de diferenciación o distribución constituidos por todas las propiedades que actúan en el universo social considerado. Los agentes y grupos de agentes son así definidos por sus posiciones relativas en este espacio. ».

Esta cita de Pierre Bourdieu es una excelente representación de su visión de la sociedad como espacio social, estructurado en torno a distintos tipos de capital: económico, cultural y social. En este espacio, los individuos y los grupos se posicionan en función de sus diferentes recursos o propiedades, que definen su lugar en el campo social. En otras palabras, el espacio social de Bourdieu es un conjunto de posiciones estructuradas en un campo dado, donde cada posición está determinada por la cantidad y el tipo de capital que poseen los individuos o los grupos. Estas posiciones son relativas, lo que significa que se definen en relación con otras posiciones del campo. Por ejemplo, en el campo de la educación, una persona con un doctorado ocupa una posición más elevada que otra que sólo tiene una licenciatura, debido a la mayor cantidad de capital cultural (es decir, educación) que posee la persona con un doctorado. En esta perspectiva, las luchas sociales se ven como luchas por el cambio de posición en este espacio social, a través de la adquisición o conversión de diferentes tipos de capital. Así pues, las desigualdades sociales se consideran el producto de la distribución desigual de estas diferentes formas de capital.

Para Pierre Bourdieu, el espacio social es un sistema dinámico y complejo, estructurado por la distribución de los distintos tipos de "capital" que poseen los individuos o los grupos. Estos capitales pueden ser económicos (riqueza, posesiones), culturales (educación, habilidades, conocimientos) o sociales (relaciones, redes). La posición de un individuo o grupo en este espacio social viene determinada por la cantidad y el tipo de capital que posee. Las distintas posiciones en el espacio social son relativas entre sí, lo que significa que la posición de un individuo o grupo se define en relación con las posiciones de los demás. Es importante señalar que este espacio social cambia constantemente. Los individuos y los grupos pueden modificar su posición adquiriendo o perdiendo capital. Del mismo modo, los principios que rigen la distribución del capital pueden cambiar con el tiempo, en respuesta a los cambios sociales, económicos y culturales. Esto es lo que Bourdieu entiende por "coyunturas": las condiciones específicas de un periodo determinado que influyen en la estructura del espacio social.

Pierre Bourdieu formuló la "teoría del capital" para explicar cómo los individuos y los grupos sociales se posicionan e interactúan en el espacio social. Según Bourdieu, cada individuo o grupo social posee una cierta cantidad de distintos tipos de capital, que utiliza para mantener o mejorar su posición en la sociedad. Estos capitales incluyen el económico, el cultural, el social y el simbólico. Cada tipo de capital desempeña un papel crucial a la hora de determinar la posición de un individuo o grupo en el espacio social.

  • El capital humano se refiere a la suma de las habilidades, conocimientos y experiencia de un individuo. Suele asociarse a la educación y la formación, pero también incluye las competencias no formales y la experiencia adquirida a través del trabajo u otras actividades.
  • El capital económico es el capital financiero y físico, que incluye todo lo que puede medirse en términos monetarios.
  • El capital cultural se refiere al conocimiento de las normas, valores y habilidades de la cultura dominante. Incluye el conocimiento de las artes, la literatura, los modales y las normas de comportamiento y discurso aceptables en una sociedad determinada.
  • El capital social se refiere a las redes y conexiones que puede tener un individuo. Se trata de relaciones de confianza, pertenencia a grupos o redes, que pueden utilizarse para obtener recursos y beneficios.
  • El capital simbólico es una forma de reconocimiento social, honor o prestigio. A menudo está vinculado a la posesión de otros tipos de capital, ya que la posesión de capital económico, cultural o social puede conducir a menudo a un mayor reconocimiento y prestigio en la sociedad.

Estos diferentes tipos de capital no se excluyen mutuamente y a menudo interactúan entre sí. Estas diferentes formas de capital interactúan y a menudo pueden convertirse unas en otras. Por ejemplo, una persona puede utilizar su capital económico (riqueza) para adquirir capital cultural (educación). Del mismo modo, una persona con mucho capital social (conexiones) puede adquirir capital económico (encontrando un trabajo bien remunerado gracias a sus conexiones, por ejemplo).

La teoría del capital de Bourdieu ayuda a explicar el modo en que los individuos y los grupos se posicionan en la sociedad según dos criterios principales: la jerarquización y la distinción.

  • Jerarquización: El volumen total de capital que posee una persona o un grupo determina en gran medida su posición en el orden social. Cuanto más capital (económico, cultural, social o simbólico) posee una persona o un grupo, más alta es su posición en la jerarquía social.
  • Distinción: La estructura del capital, es decir, la distribución relativa de los distintos tipos de capital, también desempeña un papel importante. Por ejemplo, algunos individuos o grupos pueden tener mucho capital económico pero poco capital cultural, mientras que otros pueden tener mucho capital cultural pero poco capital económico. Estas diferencias en la estructura del capital pueden dar lugar a diferencias en los estilos de vida, los gustos, las preferencias y los comportamientos, creando así distinciones entre los distintos grupos sociales.

Por eso Bourdieu ve la sociedad como un espacio de diferentes posiciones sociales que están constantemente en juego y en competencia. Cada individuo o grupo social utiliza su capital para mantener o mejorar su posición en el espacio social.

Espace social de Bourdieu.svg.png

Resumen del pensamiento de Bourdieusian

Para Bourdieu, la sociedad es un espacio de lucha, competencia y conflicto. Estos conflictos no implican necesariamente violencia física o abierta, sino competencia por los recursos, el poder, el prestigio, el reconocimiento, etc. Los agentes sociales tratan de mantener o mejorar su posición en el campo social utilizando los distintos tipos de capital de que disponen. Por ejemplo, pueden utilizar su capital económico para adquirir capital cultural (por ejemplo, pagando una educación privada de calidad para sus hijos), o pueden utilizar su capital social para obtener capital económico (por ejemplo, utilizando sus conexiones para obtener un trabajo bien remunerado). Además, el capital puede utilizarse para excluir a otras personas o grupos de determinadas posiciones o beneficios sociales. Por ejemplo, las personas con un alto nivel de capital cultural pueden utilizar este recurso para devaluar los gustos y preferencias de quienes tienen menos capital cultural, creando así distinciones sociales. Por último, es importante señalar que los distintos tipos de capital no siempre están perfectamente alineados o son compatibles. Por ejemplo, una persona puede tener mucho capital económico pero poco capital cultural, o viceversa. Esto puede provocar tensiones o contradicciones en la estructura social.

Pierre Bourdieu ha desarrollado una teoría sociológica que pretende superar la dicotomía clásica entre el marxismo y el enfoque funcionalista o estructuralista. En su lugar, propone una visión más matizada de la estratificación social que tiene en cuenta varios tipos de capital, no sólo el económico. En la teoría de Bourdieu, el capital económico es ciertamente importante, pero no es el único factor que determina la posición social de un individuo. El capital cultural y el capital social también desempeñan un papel importante. El capital cultural, por ejemplo, puede manifestarse en forma de conocimientos lingüísticos, títulos universitarios o conocimiento de ciertas formas de arte o música. El capital social, por su parte, puede manifestarse en forma de relaciones personales, redes de conocimiento, etc. La jerarquización es un proceso por el que determinados grupos sociales se sitúan por encima de otros en función de la cantidad de capital que poseen. La distinción, en cambio, se refiere a cómo se distribuye o estructura el capital. Por ejemplo, una persona puede tener una gran cantidad de capital económico, pero poco capital cultural, y viceversa. El mundo social es un campo de antagonismos y procesos de diferenciación, también es un mercado en el que se puede jugar. Cada uno juega con sus posibilidades para aumentar su capital o impedir que otros lo adquieran. El reto es acumular. Los agentes sociales buscan siempre mantener o aumentar el volumen de su capital y así mantener o mejorar su posición social. Por otro lado, predominan los mecanismos de conservación del orden social debido a la importancia de las estrategias de reproducción.

El análisis de Pierre Bourdieu puede considerarse posmarxista en el sentido de que trata de superar algunas de las limitaciones del marxismo tradicional sin dejar de centrarse en cuestiones de poder y lucha de clases. El marxismo tradicional se centra principalmente en el capital económico (es decir, los recursos financieros y materiales) como principal determinante de la posición social y el poder. Según esta perspectiva, la clase social de un individuo viene determinada por su posición en las relaciones de producción (por ejemplo, si es un trabajador asalariado, un propietario de capital, etc.). Sin embargo, Bourdieu reconoce que el poder y la dominación no se basan únicamente en el capital económico. Introduce los conceptos de capital cultural y capital social como formas de poder que también son importantes para determinar la posición social de un individuo. El capital cultural incluye aspectos como la educación, los conocimientos lingüísticos y la familiaridad con las formas dominantes de cultura. El capital social, por su parte, incluye elementos como las relaciones personales, las redes de conocidos y la pertenencia a determinados grupos sociales. Aunque Bourdieu se inspira en el marxismo para centrarse en las estructuras de poder y dominación, su enfoque es más complejo y multidimensional. Reconoce que la posición social de un individuo no sólo viene determinada por su posición en la economía, sino también por su posesión de capital cultural y social. Por eso puede decirse que Bourdieu desarrolla un análisis postmarxista.

Cada clase se caracteriza por la cantidad y el tipo de capital que posee.

  1. La clase dominante posee abundante capital económico y cultural. Los miembros de esta clase suelen tener un alto nivel educativo y ocupan puestos de poder en la sociedad. Sin embargo, puede haber tensiones dentro de esta clase dependiendo de la naturaleza del capital que predomine (económico o cultural).
  2. La pequeña burguesía se define por su posición intermedia en la estructura social. Los miembros de esta clase suelen tener cierto nivel de educación y un empleo estable, pero no tienen el mismo nivel de riqueza o poder que la clase dominante. Pueden aspirar a la movilidad ascendente, y esta aspiración a veces puede crear tensiones y contradicciones.
  3. Las clases trabajadoras, por su parte, se caracterizan por la falta de capital económico y cultural. Los miembros de estas clases pueden tener dificultades para acceder a la educación y a las oportunidades económicas, y a menudo son marginados o excluidos de los puestos de poder en la sociedad.

Es importante señalar que, según Bourdieu, la posición de clase de un individuo no es simplemente una cuestión de ingresos o riqueza, sino que también depende de factores como la educación, el estatus social y las redes de relaciones.

La posición de los agentes sociales en un ámbito determinado, ya sea la política, la educación, el arte, etc., está influida por su posición en el espacio social más amplio. Esta posición viene determinada por la cantidad y el tipo de capital que poseen. En este contexto, Bourdieu ha destacado que los agentes sociales aplican estrategias para mantener o aumentar su capital. Por ejemplo, pueden intentar adquirir más capital económico mediante la educación o la inversión, o aumentar su capital cultural mediante el cultivo y la familiarización con las artes y las ciencias. La noción de reproducción social también es fundamental en la obra de Bourdieu. Sostiene que las clases sociales tienden a reproducirse de generación en generación, en gran medida a través de la transmisión del capital. Por ejemplo, los hijos de la clase dominante suelen tener acceso a una educación de alta calidad y a una red social influyente, lo que les permite adquirir un importante capital económico y cultural y mantener la posición de su familia en la jerarquía social. En cambio, los hijos de la clase trabajadora suelen tener menos acceso a estos recursos, lo que dificulta su movilidad social. Por eso Bourdieu ha sido un crítico mordaz de los sistemas sociales que fomentan esta reproducción social y perpetúan las desigualdades de clase.

Pierre Bourdieu describió varias estrategias de inversión que los individuos y las familias pueden utilizar para mantener o aumentar su capital. He aquí una breve descripción de cada una de ellas:

  1. Estrategias de inversión biológica: Son esfuerzos para mejorar y preservar la salud física y la vitalidad. Esto podría incluir cosas como la atención a la dieta, el ejercicio, la atención médica, etc. Estas estrategias pueden mejorar el "capital corporal" de un individuo.
  2. Estrategias de herencia (matrimonio): Bourdieu señala que el matrimonio se ha utilizado a menudo como medio de intercambio o adquisición de capital, ya sea económico, cultural o social. El matrimonio puede servir para crear o reforzar lazos sociales, adquirir capital económico o aumentar el prestigio y el reconocimiento social.
  3. Estrategias educativas: Estas estrategias implican invertir en educación para adquirir capital cultural. Esto puede incluir elecciones como el tipo de escuela a la que asistir, las asignaturas que estudiar, etc.
  4. Estrategias económicas: Estas estrategias están directamente relacionadas con la adquisición y conservación del capital económico. Pueden incluir decisiones sobre ahorro, inversión, empleo, etc.
  5. Estrategias simbólicas: Son los esfuerzos por adquirir y mantener el capital simbólico, que está relacionado con el reconocimiento, el prestigio y el honor. Pueden incluir cosas como la pertenencia a determinadas organizaciones, la participación en actividades prestigiosas, etc.

La eficacia de las estrategias reproductivas depende en gran medida de los recursos de que disponen los agentes, que pueden variar en función de la evolución estructural de la sociedad. Por ejemplo, el acceso a una educación de calidad, a un empleo bien remunerado, a una atención sanitaria asequible y de calidad, etc., puede influir mucho en la capacidad de un individuo para mantener o mejorar su posición social. Además, como usted señala, a menudo existe una tensión en la sociedad entre las fuerzas de la conservación, que tratan de mantener el orden social existente, y las fuerzas del cambio, que tratan de transformarlo. Esta tensión puede ser fuente de conflictos, pero también puede estimular el progreso y el cambio social. También es importante señalar que, aunque las estrategias reproductivas pueden ser eficaces para mantener el orden social existente, también pueden contribuir a perpetuar las desigualdades sociales. Por eso Bourdieu y otros sociólogos han insistido en la necesidad de la crítica social y el cambio estructural para abordar las causas profundas de estas desigualdades.

El poder político

El poder político se caracteriza por el concepto de "desposesión". La noción de "desposesión" en el análisis del poder político de Bourdieu está vinculada a su concepto de campo. Un campo es un espacio social de competencia en el que individuos o instituciones luchan por el control de recursos específicos, o "capital", que se valora en ese campo concreto.

En el ámbito político, la desposesión puede referirse a varios fenómenos:

La exclusión de ciertos individuos o grupos del poder político: Éste es el significado más obvio de desposesión. Por ejemplo, las personas que no tienen derecho a voto o que están marginadas en el sistema político están "desposeídas" de su capacidad de participar plenamente en la vida política.

Pérdida de control sobre la política por parte de quienes se supone que están al mando: los propios políticos pueden sentirse "desposeídos" si tienen la sensación de que no controlan realmente las decisiones políticas, ya sea porque se ven limitados por fuerzas externas (como los grupos de presión o la opinión pública) o porque se ven atrapados en dinámicas de poder dentro de su propio partido u organización.

La separación entre los ciudadanos y la política: En una perspectiva más amplia, Bourdieu también habló de desposesión en términos de la creciente distancia entre los ciudadanos de a pie y el mundo de la política, que puede manifestarse en un sentimiento de alienación o cinismo hacia la política.

Estas formas de desposesión no se excluyen mutuamente y a menudo pueden reforzarse entre sí.

« El campo de la producción política es el lugar, inaccesible al laico, donde se producen formas de percepción y expresión políticamente activas y legítimas en competencia entre los profesionales que se dedican a ello, que se ofrecen a los ciudadanos de a pie, reducidos a la condición de consumidores. »

Esta cita de Bourdieu ilustra su concepto de "campo" y cómo se aplica a la política. Según él, el campo político es un espacio social específico ocupado por "profesionales" de la política, es decir, políticos, estrategas, asesores, grupos de presión, etc. Estos actores compiten por el control de los recursos políticos y por definir la forma en que se perciben y debaten las cuestiones políticas. Estos actores compiten por el control de los recursos políticos y por definir la forma en que se perciben y debaten las cuestiones políticas. Al mismo tiempo, Bourdieu señala que el campo político es "inaccesible para los profanos". Con ello quiere decir que los ciudadanos de a pie suelen quedar al margen del proceso político, reducidos al papel de espectadores o consumidores de la política en lugar de actores activos. Se les pide que acepten los términos del debate político tal y como los definen los profesionales de la política, en lugar de participar en su definición. Aquí es donde entra en juego la noción de "desposesión". Los ciudadanos de a pie pueden sentirse "desposeídos" de su capacidad para influir en el proceso político, ya sea porque se les excluye de la toma de decisiones o porque se sienten incapaces de comprender o navegar por el complejo mundo de la política.

Bourdieu sostenía que el campo político, como todos los campos sociales, se estructura en torno a formas específicas de capital. En el caso de la política, esto podría incluir capital social (relaciones, redes), capital cultural (conocimientos, habilidades, educación) y, a veces, capital económico. Esto significa que, para entrar y tener éxito en el campo político, hay que acumular estas formas de capital y utilizarlas para navegar por él. Para ello se requiere un cierto tipo de habitus -un conjunto de disposiciones, comportamientos y formas de pensar adquiridos a través de la experiencia social- que se produce en el ámbito político y se adapta a él. En este contexto, el habitus político se caracterizaría por aptitudes como hablar en público, debatir, negociar, comprender cuestiones complejas, movilizar apoyos, etc. Por tanto, quienes poseen este habitus tienen más probabilidades de poder comunicarse con el público que quienes no lo poseen. Por tanto, quienes poseen este habitus están mejor preparados para triunfar en política. Además, Bourdieu sostiene que el ámbito político también funciona como un mercado, en el que los políticos intentan "vender" sus ideas y programas a los votantes. En este mercado, los votantes suelen ser tratados como consumidores, y los políticos tratan de ganarse su lealtad ofreciéndoles productos políticos que satisfagan sus necesidades y preferencias. Sin embargo, esta visión de la política también puede conducir a la exclusión y marginación de quienes no tienen acceso a las formas de capital necesarias para participar plenamente en la política, incluidos los más pobres y marginados. Esto puede conducir a una concentración del poder político en manos de una élite y a una sensación de impotencia y desposesión entre los ciudadanos de a pie.

Se distinguen dos características, a saber, que existe un divorcio societal y que la política se convierte en un "juego", de modo que existe una solidaridad de facto entre los iniciados en la política.

Pierre Bourdieu identifica estos dos tipos de capital político como esenciales para tener éxito en el campo político.

  1. Capital personal de notoriedad: es el reconocimiento y la visibilidad que recibe un individuo dentro del campo político. Puede ser producto de la historia personal, los logros, la reputación, la presencia en los medios de comunicación, etc. Es importante señalar que la notoriedad puede ser positiva o negativa, y puede variar según el contexto y las percepciones del público.
  2. Capital de autoridad política delegada: Se trata del poder y la autoridad que confieren a un individuo otros actores del ámbito político. Puede adoptar la forma de un mandato político, en el que un individuo es elegido o designado para un puesto de poder, pero también puede ser el producto de relaciones, alianzas, apoyos, etc. Es una forma de capital que a menudo está en juego en las luchas de poder dentro del ámbito político.

Cabe señalar que estas dos formas de capital son interdependientes y pueden reforzarse mutuamente. Por ejemplo, un perfil alto puede ayudar a un individuo a obtener un mandato político, mientras que un mandato político puede a su vez aumentar el perfil del individuo. Sin embargo, a veces también pueden estar en tensión o conflicto, como cuando la fama personal de un individuo está en contradicción con su papel o mandato político.

Según Pierre Bourdieu, la política moderna funciona cada vez más como un mercado en el que prevalecen las reglas de la economía de mercado. Para él, la política se ha convertido en una profesión especializada, dominada por una élite que posee los recursos específicos (capital) necesarios para triunfar en este campo. Estos recursos pueden ser económicos, pero también incluyen formas de capital cultural y social, como la educación, las habilidades, las conexiones y el prestigio. Desde esta perspectiva, los profesionales de la política desarrollan discursos y técnicas específicos para ganar y mantener su posición en el ámbito político. Estos discursos y técnicas se convierten en formas de capital en sí mismas, que pueden ser monopolizadas por la élite política y utilizadas para excluir a quienes no tienen acceso a estos recursos. Además, Bourdieu señala que estos discursos políticos suelen ser tan especializados y autónomos que resultan difíciles de entender para quienes no están iniciados en este lenguaje, es decir, los ciudadanos de a pie. Esto contribuye a la exclusión de los no profesionales de la política y a la concentración del poder político en manos de una élite. El análisis de Bourdieu pone de relieve la dimensión social y simbólica del poder político y muestra cómo las desigualdades de poder pueden reproducirse y reforzarse a través de las prácticas y los discursos políticos.

Anexos

Referencias