El pensamiento social de Max Weber y Vilfredo Pareto
Max Weber
| Faculté | Faculté des sciences de la société |
|---|---|
| Département | Département de science politique et relations internationales |
| Professeur(s) | Rémi Baudoui |
| Cours | Introduction à la science politique |
Lectures
- Les approches en sciences politiques de Durkheim à Bourdieu
- Aux origines de la chute de la République de Weimar
- Les approches en science-politique : Max Weber et Vilfredo Pareto
- La notion de « concept » en sciences-sociales
- Marxisme et Structuralisme
- Fonctionnalisme et Systémisme
- Interactionnisme et Constructivisme
- Intérêts
- Institutions
- Idées
- Les théories de l’anthropologie politique
- La Guerre
- La Guerre : conceptions et évolutions
- La raison d’État
- État, souveraineté, mondialisation, gouvernance multiniveaux
- La Violence
- Welfare State et biopouvoir
- Institutions politiques I : Régimes politiques, démocratisation
- Institutions politiques II : systèmes électoraux
- Institutions politiques III : Gouvernements – Parlements
- Morphologie des contestations
- Régimes politiques, démocratisation
- L’action dans la théorie politique
- Introduction à la politique suisse
- Analyse des Politiques Publiques : définition et cycle d'une politique publique
- Analyse des Politiques Publiques : mise à l'agenda et formulation
- Analyse des Politiques Publiques : mise en œuvre et évaluation
- Introduction à la sous-discipline des relations internationales
- Introduction à la théorie politique
Max Weber y Vilfredo Pareto forman parte del campo sociológico y filosófico en el que surgen las cuestiones políticas.
Para analizar el tema de la política, era necesario cuestionar primero el tema del análisis social. El hombre es un ser social, significa que el interés fundamental y la comprensión de las relaciones entre los individuos dentro de la sociedad. Nuestras sociedades modernas nos confrontan con otra paradoja: una sociedad de individualidades.
Al interesarse por el ser social, uno está interesado en cómo maneja sus relaciones con los demás. No podemos seguir separando lo social de las condiciones políticas en las que se gestiona. Esto permite comprender cómo la sociología nos lleva a la ciencia política. En sociología política, nos interesa el comportamiento político del individuo.
Puesto que Durkheim ha planteado el hecho social y la gobernación como un postulado científico, debemos cuestionar la regulación social. La dimensión política de la sociedad es omnipresente. Para hacer de la sociedad y producir un sentido colectivo, hay que ver cómo se construye el poder y la noción de democracia.
Sociedad significa organización política. Cuando miramos hacia adelante de las sociedades tradicionales, sólo podíamos ver individuos sin un hecho político. Hoy sabemos que toda sociedad tiene una dimensión política, independientemente de la naturaleza de la sociedad. Por lo tanto, se puede admitir que la política organiza a las sociedades.
El sistema de organización política se caracteriza por una interacción entre lo social y lo político. Sin embargo, hay sociedades en las que la esencia de la política desaparece, y esto sucede en beneficio de otro poder al pasar de un sistema de regulación a un sistema de relaciones basado en la fuerza y la violencia. A partir de ahí, se nos lleva a cuestionar los fundamentos políticos de una sociedad que pretende establecer relaciones en una lógica coercitiva.
Basándose en este análisis, los sociólogos reconocen que la sociedad es una organización de base política. Por lo tanto, es lógico que desde el punto de vista sociológico nos interese la política. Entendemos entonces por qué nos van a interesar Max Weber y Vilfredo Pareto, porque cuestionan las formas de gobierno de los grupos sociales y el comportamiento político.
Max Weber : 1864 - 1920
La vida de Max Weber
Max Weber nació el 21 de abril de 1864 en Erfurt, Alemania, en el seno de una familia rica e influyente. Su padre, Max Weber padre, era un exitoso hombre de negocios y activista político, mientras que su madre, Helene Fallenstein, procedía de una familia culta de clase media. Weber creció en un ambiente intelectualmente estimulante y desde muy joven se le animó a perseguir sus intereses académicos. Tras completar la educación secundaria, Weber comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Heidelberg en 1882. Sin embargo, también siguió cursos de filosofía, historia y economía política, que influyeron enormemente en su desarrollo intelectual. Continuó sus estudios en la Universidad de Berlín, donde conoció las ideas de grandes pensadores como Wilhelm Dilthey y Heinrich Rickert.
En 1889 Weber terminó su tesis doctoral titulada "La historia de las sociedades comerciales en la Edad Media". Este fue el punto de partida de su carrera académica y de su creciente interés por la sociología. La tesis ya mostraba los inicios de su enfoque metodológico, que combinaba un análisis riguroso de los hechos históricos con la comprensión de los factores económicos, jurídicos y culturales que configuraron las sociedades medievales. En los años siguientes, Weber ocupó diversos cargos académicos y siguió desarrollando sus ideas sociológicas. Impartió clases en la Universidad de Berlín y publicó obras importantes como "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" (1904-1905) y "Economía y sociedad" (1922). Estas obras sentaron las bases de la sociología moderna y convirtieron a Weber en una de las figuras clave de la disciplina. La ética protestante y el espíritu del capitalismo está considerada una de las obras más influyentes de Weber. En esta obra examina los vínculos entre la religión protestante, en particular el calvinismo, y el surgimiento del capitalismo moderno. Weber sostiene que los valores y creencias religiosos desempeñaron un papel crucial en la formación del capitalismo al fomentar la acumulación de riqueza y valorar el trabajo duro. Además de su labor académica, Weber también fue políticamente activo. Fue miembro del Partido Liberal Alemán y ocupó cargos administrativos en el gobierno. Sin embargo, sus opiniones políticas y su postura crítica hacia el nacionalismo alemán le acarrearon críticas y dificultades. Max Weber sufrió periodos de enfermedad mental a lo largo de su vida, que a menudo interrumpieron su trabajo. Murió de gripe española en 1920 a la edad de 56 años. A pesar de su relativamente corta vida, la obra de Weber influyó notablemente en el desarrollo de las ciencias sociales y sigue siendo muy leída y citada en la actualidad.
Max Weber desempeñó un papel clave en el desarrollo de la sociología política al examinar de cerca la estructura de la sociedad prusiana, que era notoriamente rígida y jerárquica. Se centró en cómo se estructura y ejerce el poder en la sociedad, y desarrolló conceptos como "dominación" y "carisma" para ayudar a explicar esta dinámica. Weber enseñó en la Universidad de Friburgo desde 1894, donde impartió clases de derecho y economía política. Influyó especialmente en el desarrollo de la economía política como disciplina académica, subrayando la importancia del espíritu empresarial y del comportamiento económico en general para comprender la estructura y el funcionamiento de la sociedad. Según Weber, el espíritu empresarial es un valor fundamental de la economía política porque representa la innovación, el riesgo y la creación de valor, esenciales para el crecimiento económico y el progreso social. Esta perspectiva ha influido notablemente en la forma de estudiar y entender la economía política, y sigue influyendo hoy en día en la investigación y la política en este campo. A Weber también le preocupaban los efectos de la burocratización y la racionalización en la sociedad, procesos que consideraba característicos del capitalismo moderno. Temía que estas tendencias condujeran a una "jaula de acero" de racionalidad que pudiera inhibir la libertad y la individualidad humana. Este es otro aspecto de su pensamiento que sigue siendo relevante en los debates sociológicos contemporáneos.
Además de sus trabajos sobre derecho y economía, Max Weber también publicó una serie de importantes estudios sobre historia, lo que demuestra la amplitud de sus intereses intelectuales. Fue miembro fundador de la Sociedad Sociológica Alemana en 1910, que desempeñó un papel clave en el establecimiento de la sociología como disciplina académica en Alemania. Políticamente, Weber fue un crítico del régimen prusiano y un firme defensor de la democracia. Le preocupaban especialmente la centralización del poder y el autoritarismo, e hizo campaña a favor de una mayor participación democrática y de los derechos civiles. En 1918 fue nombrado catedrático de Sociología de la Universidad de Múnich, cargo que ocupó hasta su muerte. Durante este periodo escribió algunas de sus obras más influyentes, entre ellas "Economía y sociedad", publicada póstumamente.
Racionalidad y dominación
"Economía y sociedad" es probablemente la obra más completa de Weber y una de sus últimas. Publicada póstumamente en 1921, aborda numerosos temas, entre ellos las formas de poder y dominación en la sociedad. Según Weber, el poder es la capacidad de un individuo o grupo de individuos para imponer su voluntad, incluso frente a la resistencia. La dominación, por su parte, es una forma específica de poder en la que los individuos se someten voluntariamente a la autoridad de otro porque creen en su legitimidad.
Max Weber concedió gran importancia a la racionalidad en su concepción de la sociedad. Afirmaba que el mundo moderno se caracteriza cada vez más por una "racionalidad legal", en la que las acciones y el comportamiento se guían por normas, leyes y reglamentos en lugar de por tradiciones, emociones o creencias irracionales. Esta racionalidad se manifiesta en muchos aspectos de la sociedad moderna, incluido el comportamiento político y la estructura del Estado.
- Racionalidad: Para Weber, el comportamiento político es en gran medida racional en la medida en que se guía por cálculos de intereses, por la anticipación de las consecuencias de las acciones y por la adopción de medios eficaces para alcanzar determinados objetivos. Sin embargo, la racionalidad de Weber no es una racionalidad perfecta o pura; reconoce que los individuos pueden tener información imperfecta y que sus acciones pueden estar influidas por factores no racionales.
- El poder burocrático: Weber veía la burocracia como una característica esencial del Estado moderno. Según él, un Estado moderno eficaz requiere una burocracia que administre sus leyes y reglamentos de forma coherente y justa. La burocracia también es necesaria para prestar los servicios públicos de los que depende la sociedad moderna. Weber señaló que la burocracia moderna se caracteriza por una jerarquía de autoridad, una división del trabajo, normas escritas y relaciones impersonales. Para él, el vínculo entre política y burocracia es, por tanto, esencial para el funcionamiento del Estado moderno.
Sin embargo, Weber también era consciente de los peligros potenciales de la burocracia, en particular el riesgo de "encierro" en una "jaula de acero" de racionalidad que podría erosionar la libertad y la creatividad individuales. Subrayó que, si bien la burocracia es necesaria para la gestión eficaz del Estado moderno, debe equilibrarse con otras formas de autoridad y control social para evitar el exceso burocrático.
Weber identificó tres fuentes distintas de legitimidad para el poder y la dominación: la legalidad, la tradición y el carisma.
- Dominación legal o racional-legal: es lo que denomina "dominación estatuaria". En este tipo de dominación se obedece a las normas legalmente establecidas y a las personas que las hacen cumplir. Esta forma de dominación es típica de las sociedades modernas en las que el poder político se ejerce a través de un sistema jurídico racional e impersonal, como bien has explicado.
- Dominación tradicional: En este tipo de dominación, la autoridad se otorga sobre la base de la tradición y las costumbres establecidas. La gente obedece a un líder no porque haya normas o leyes escritas, sino porque cree que así es como siempre se han hecho las cosas. Este tipo de dominación suele asociarse a formas de gobierno más antiguas, como la monarquía.
- Liderazgo carismático: Este tipo de liderazgo se basa en el atractivo personal y el carisma del líder. La gente sigue al líder no por normas o tradiciones, sino porque se sienten personalmente atraídos por su visión o sus cualidades personales. Esta forma de dominación puede ser inestable, ya que depende en gran medida de la persona del líder y puede desaparecer si éste muere o si su carisma se desvanece.
Cada una de estas formas de dominación tiene sus propios puntos fuertes y débiles, y Weber sostenía que las sociedades reales suelen caracterizarse por una combinación de estos tres tipos de dominación.
La dominación legal, o racional-legal, es el tipo de dominación que caracteriza a la mayoría de las sociedades modernas, en las que el poder se ejerce a través de un sistema de leyes y normas impersonales y racionales.
Para Weber, esta forma de dominación se basa en varios principios fundamentales:
- Toda ley puede establecerse racionalmente : Para Weber, la legalidad deriva del acuerdo o consentimiento mutuo, expresado normalmente a través de un contrato o pacto. Sin embargo, reconoce que incluso en un sistema racional, existe un elemento de subjetividad en los procesos de toma de decisiones.
- Un derecho es en esencia un conjunto de reglas abstractas: Estas reglas suelen decidirse intencionadamente y están diseñadas para guiar el comportamiento en diversas situaciones.
- El titular legal del poder debe obedecer a su vez el orden impersonal: Incluso quienes ocupan puestos de autoridad están obligados a seguir las normas y leyes del sistema. Esto garantiza que la autoridad se ejerza de forma justa y previsible.
- El que obedece, obedece a la ley: En un sistema de dominio legal, los individuos obedecen a las leyes y normas, no a una persona o autoridad en particular. Esto garantiza que se obedezca al orden impersonal del sistema, y no a la voluntad arbitraria de un individuo.
Estos principios constituyen la base de la dominación legal tal y como la entendía Weber, y subrayan el papel central que desempeña la racionalidad en la organización y el funcionamiento de las sociedades modernas.
Weber propuso la idea de que la burocracia es un elemento crucial de las sociedades modernas, especialmente en el caso de la dominación legal o racional. Esta burocracia se caracteriza por un conjunto de rasgos específicos:
- Especialización de las tareas: cada burócrata o funcionario tiene un papel específico que desempeñar y un ámbito de competencia claramente definido.
- Jerarquía de autoridad: las burocracias se organizan de forma jerárquica, con niveles claros de subordinación y supervisión.
- Normas y procedimientos formales: las burocracias funcionan de acuerdo con un conjunto de normas y procedimientos escritos que definen cómo deben llevarse a cabo las tareas y tomarse las decisiones.
- Relaciones impersonales: en una burocracia, las interacciones entre funcionarios y ciudadanos son impersonales, basadas en roles más que en relaciones personales.
- Empleo basado en las competencias: los puestos en una burocracia suelen asignarse en función de las competencias y cualificaciones, y no de las relaciones personales o el favoritismo.
- Separación del papel de funcionario de la vida personal: se espera que los burócratas actúen de acuerdo con sus funciones oficiales y no según sus preferencias o sentimientos personales.
Estas características permiten a la burocracia funcionar de forma eficaz y previsible, lo que es esencial para el buen funcionamiento de una sociedad moderna. Sin embargo, Weber también señaló que la burocracia a veces puede ser excesivamente rígida e inflexible, lo que puede obstaculizar la innovación y la adaptación al cambio.
Max Weber sostenía que, para desempeñar su función con eficacia, los burócratas deben actuar de forma despersonalizada, es decir, deben dejar a un lado sus preferencias y sentimientos personales y actuar únicamente conforme a las normas y procedimientos oficiales. Esta despersonalización es importante por varias razones. En primer lugar, garantiza que las decisiones y acciones se basen en normas objetivas y no en preferencias personales o favoritismos. Esto contribuye a la imparcialidad y previsibilidad del sistema burocrático. En segundo lugar, la despersonalización ayuda a mantener cierta distancia entre el burócrata como individuo y su papel como representante del Estado o de la organización. Esto puede ayudar a evitar conflictos de intereses y garantizar que el burócrata actúe en interés de la organización y no en el suyo propio. Sin embargo, hay que señalar que esta despersonalización también puede tener desventajas. Por ejemplo, puede dar lugar a una burocracia rígida e inflexible incapaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes o de responder con sensibilidad y humanidad a las necesidades de los ciudadanos.
Weber identificó varios elementos esenciales para el buen funcionamiento de una burocracia, entre ellos
- Nombramiento por contrato: En una burocracia eficaz, los funcionarios son nombrados sobre la base de un contrato, que define claramente sus funciones y responsabilidades. Esto fomenta la transparencia y garantiza que los puestos se asignen en función de la competencia y no del favoritismo o el nepotismo.
- Cualificación profesional: Las burocracias modernas exigen un nivel cada vez más alto de competencia profesional. Los puestos suelen asignarse en función de la experiencia y las cualificaciones, y puede ser necesaria una formación continua para mantener y mejorar estas competencias.
- Remuneración fija: Para Weber, la remuneración fija es esencial para garantizar que los funcionarios estén motivados para hacer su trabajo con eficacia y honradez. Debe ser lo suficientemente alta como para disuadir de la corrupción y promover la integridad.
- La función como profesión principal: Para muchos funcionarios, su función en la burocracia es su profesión principal. Esto significa que están plenamente comprometidos con su trabajo y dispuestos a dedicar el tiempo y la energía necesarios para hacerlo bien.
Estos elementos contribuyen a crear una burocracia capaz de gestionar eficazmente los asuntos del Estado o de la organización, minimizando al mismo tiempo el riesgo de corrupción o abuso de poder.
La burocracia monocrática de Weber es un tipo de burocracia caracterizada por una centralización del poder y una formalización rigurosa de los procedimientos y las funciones.
- Nivelación mediante la contratación universal: Weber sostenía que las burocracias deberían tratar de contratar a las personas más cualificadas para cada función, independientemente de su procedencia. Esto puede conducir a una especie de "nivelación", en la que la competencia profesional se valora por encima de otros criterios como el origen social o la riqueza.
- La tendencia a la plutocratización: Sin embargo, Weber también señaló que la necesidad de una formación especializada puede conducir a una cierta "plutocratización", en la que quienes pueden permitirse una formación larga y costosa tienen ventaja. Esto puede conducir potencialmente a una concentración de poder en manos de una élite educada.
- Impersonalidad formal: Por último, Weber señaló que las burocracias se caracterizan por una fuerte impersonalidad. Las decisiones se toman sobre la base de normas formales y procedimientos estandarizados, y no sobre la base de relaciones personales o preferencias subjetivas.
Estas características pueden contribuir a que la burocracia funcione de forma eficaz y justa. Sin embargo, como has señalado, también pueden presentar riesgos, como la excesiva concentración de poder y la rigidez burocrática.
Ética protestante y capitalismo
Max Weber consideraba que la religión era una fuerza fundamental en la formación de las sociedades y en el desarrollo de la racionalidad occidental. Por ejemplo, en su obra seminal "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", Weber sostiene que los valores del protestantismo, en particular los del calvinismo, desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del capitalismo moderno. Además, Weber consideraba que la "funcionarización" de la sociedad -es decir, el creciente papel del Estado y la burocracia en la gestión de la vida social- era una tendencia clave en el desarrollo de las sociedades occidentales modernas. Según Weber, esta tendencia está vinculada a la creciente complejidad de la vida social y a la expansión de la racionalidad como principio organizador de la sociedad. Esta "funcionarización" va acompañada de una ampliación del alcance y la intensidad de los mecanismos de gestión de la sociedad. En otras palabras, a medida que la sociedad se hace más compleja, el Estado y la burocracia están llamados a desempeñar un papel cada vez más importante en la gestión de todos los aspectos de la vida social. Sin embargo, Weber también era consciente de los peligros potenciales de esta tendencia. Advirtió del riesgo de lo que denominó la "jaula de acero" de la racionalidad, donde la burocracia y la racionalidad podrían llegar a ser tan omnipresentes que llegarían a inhibir la libertad individual y sofocar la creatividad y la innovación.
En La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905), Weber examina la influencia de ciertas ideas religiosas, en particular las asociadas al protestantismo ascético, en el desarrollo del capitalismo moderno. Sostiene que la ética protestante promovía valores como el ahorro, el trabajo duro, la disciplina y el autocontrol, que contribuyeron al auge del capitalismo. De hecho, propuso que la idea protestante de "vocación" o "vocación" llevaba a los individuos a buscar el éxito en su trabajo profesional, lo que estimulaba la actividad económica. Pero Weber también señaló que la religión también puede ser un obstáculo para la racionalidad y la actividad económica. Por ejemplo, algunas creencias religiosas pueden desalentar la acumulación de riqueza o promover valores que entran en conflicto con la ética capitalista. Al explorar estas ideas, Weber trató de comprender cómo los "efectos agregados" -la influencia combinada de diversos factores sociales, económicos y religiosos- conformaban el desarrollo de la sociedad. Utilizó este enfoque para esclarecer no sólo la aparición del capitalismo, sino también otros aspectos de la modernidad, como la burocracia y la racionalización de la vida social.
Para él, el capitalismo no es sólo un sistema económico, sino también un modo de vida caracterizado por cierta ética del trabajo, disciplina y racionalidad. En "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", Weber sostiene que el auge del capitalismo en Occidente no habría sido posible sin la influencia del protestantismo, en particular del calvinismo. Sostiene que la ética protestante promovía valores como el trabajo duro, la frugalidad y la responsabilidad individual, que fomentaban la acumulación de capital y la inversión productiva. La idea clave aquí es la de la "vocación" protestante. Según Weber, los protestantes creían que todo el mundo tenía una vocación específica dada por Dios, y que el éxito en esta vocación era un signo de salvación. Esta creencia animaba a la gente a trabajar duro y a tener éxito en su trabajo, lo que estimulaba la actividad económica. Sin embargo, Weber no afirma que el protestantismo fuera la única causa del auge del capitalismo. También reconoce la importancia de otros factores, como el desarrollo de la tecnología y el comercio. Pero para él, el papel de la religión fue crucial en la creación de las condiciones culturales y éticas para el surgimiento del capitalismo.
En el calvinismo, la doctrina de la predestinación sostiene que Dios decidió antes de la creación del mundo quién se salvaría (los elegidos) y quién se condenaría (los réprobos). Esta creencia puede ser fuente de angustia, ya que uno nunca puede estar seguro de su condición de elegido. Según Weber, esta incertidumbre llevó a los calvinistas a buscar señales de su elección en su vida cotidiana. Una de esas señales era el éxito en el mundo, especialmente en el trabajo. En consecuencia, se animaba a los calvinistas a trabajar duro y tener éxito, no para ganarse la salvación (que, según la doctrina de la predestinación, era imposible), sino para obtener la seguridad de su elección. Esto dio lugar a la ética del trabajo calvinista, que valoraba el trabajo duro, la disciplina y la frugalidad. Estos valores, según Weber, desempeñaron un papel crucial en el surgimiento del capitalismo moderno.
Es importante señalar que, en el calvinismo, uno no puede "ganarse" la salvación por las obras, puesto que la salvación ya está predestinada por Dios. Sin embargo, el éxito en el trabajo y en la vida profesional se considera una posible señal de que uno está entre los elegidos. En consecuencia, se anima a los creyentes calvinistas a trabajar duro y tener éxito en la vocación que Dios les ha dado. Esto no garantiza la salvación, pero puede dar al individuo una seguridad subjetiva de su elección. Esto es lo que Weber llama la "ética protestante", un conjunto de valores que valora el trabajo duro, la frugalidad y la responsabilidad individual. Según Weber, esta ética protestante fue uno de los principales motores del surgimiento del capitalismo. Al promover el trabajo y la eficiencia económica como valores morales, contribuyó a crear una cultura favorable a la acumulación de capital y a la inversión productiva.
Según el análisis de Max Weber, la ética protestante, especialmente en su forma calvinista, desempeñó un papel crucial en la configuración del espíritu del capitalismo. En el calvinismo, el trabajo duro y la frugalidad no sólo son virtudes, sino que se consideran pruebas de la elección divina. Por lo tanto, la acumulación de riqueza mediante el trabajo y el ahorro se considera un signo del favor divino. Sin embargo, esta riqueza no debe gastarse de forma extravagante, ya que sería contrario a la virtud de la frugalidad. Por el contrario, debe reinvertirse, creando así un ciclo de acumulación de capital. Este ciclo, según Weber, contribuyó a la aparición del capitalismo moderno. Esta es una interpretación de cómo las ideas y creencias religiosas pueden influir en el desarrollo económico y social. Sin embargo, es importante señalar que Weber no sugiere que el protestantismo fuera la única causa del capitalismo, sino más bien que proporcionó un conjunto de valores que facilitaron su desarrollo.
Weber destaca el contraste entre la ética protestante y lo que él denomina "el espíritu del tradicionalismo". En las sociedades tradicionales, según Weber, la gente trabaja para ganarse la vida. Una vez que han ganado lo suficiente para satisfacer sus necesidades y deseos inmediatos, dejan de trabajar. En otras palabras, el trabajo es un medio para alcanzar un cierto nivel de confort y disfrute. En cambio, en la ética protestante, tal como la describe Weber, el trabajo no es simplemente un medio para alcanzar un cierto nivel de comodidad material. Al contrario, el trabajo es un fin en sí mismo. Se valora no sólo por la riqueza que produce, sino también como prueba de la elección divina y como medio para glorificar a Dios. Por tanto, la riqueza acumulada no está destinada al disfrute o al consumo excesivo, sino que debe reinvertirse en el trabajo. Este enfoque del trabajo y de la acumulación de riqueza es, según Weber, uno de los factores que han propiciado el desarrollo del capitalismo moderno. El capitalismo requiere una inversión constante y la acumulación de capital, dos aspectos fomentados por la ética protestante.
La profesión política
Weber, en "Politik als Beruf" (La política como vocación), distingue entre "vivir para" la política y "vivir de" la política. Vivir "para" la política significa que la política es una vocación personal, una vocación en el sentido más profundo. Las personas que viven "para" la política están motivadas por sus convicciones e ideales, y a menudo están dispuestas a hacer sacrificios personales para alcanzarlos. Para ellos, la política es una meta en sí misma, no un medio para otros fines. Es una actividad que persiguen por pasión y compromiso, no para obtener beneficios materiales. Por otra parte, vivir "de" la política significa ganarse la vida participando en política. Las personas que viven "de" la política pueden ser profesionales de la política, como políticos, asesores, grupos de presión, etc. Para estas personas, la política puede ser una forma de vida. Para estas personas, la política puede ser menos una vocación que una forma de ganarse la vida. Pueden estar menos motivados por ideales que por intereses personales o materiales. Estos dos enfoques no son necesariamente excluyentes. Un individuo puede estar motivado tanto por convicciones profundas como por el deseo de ganarse la vida. Sin embargo, Weber señala que estas dos motivaciones pueden a veces entrar en conflicto, y la tensión entre ellas puede crear dilemas éticos a los individuos que se dedican a la política.
Esta oposición opone un objetivo existencial a un objetivo utilitario. El objetivo existencial, en este contexto, se refiere al planteamiento de quienes viven "para" la política. Estas personas ven la política como una vocación, algo que da sentido y propósito a sus vidas. Están motivadas por convicciones profundas y a menudo están dispuestas a hacer sacrificios para hacer realidad sus ideales políticos. El objetivo utilitarista, por su parte, se refiere al enfoque de quienes viven "de" la política. Para ellos, la política es un medio para alcanzar un fin, en este caso ganarse la vida. Pueden estar motivados por consideraciones materiales y personales más que por convicciones ideológicas o éticas.
Según Max Weber, para que un político actúe de forma ética e independiente, debe ser económicamente independiente. En otras palabras, no debe depender de los ingresos que le pueda reportar la política. Esta idea se basa en el temor de que la dependencia económica de la política pueda crear conflictos de intereses e influir en las decisiones de un político. Weber argumentaba que si una persona vivía "de" la política (es decir, obtenía sus principales ingresos de la actividad política), podía existir el riesgo de que actuara más en su propio interés financiero que en el interés público. Sin embargo, Weber reconoció que esa independencia financiera no siempre es posible. En muchos casos, los políticos reciben una remuneración por su trabajo, ya que es necesario permitir que participen en política quienes aún no son económicamente independientes.
Weber habla de una paraxis de la democracia moderna. Por un lado, se supone que la democracia es un sistema político que permite a todos los ciudadanos participar y tener la misma voz. Este es el principio de la igualdad democrática. Por otro lado, la realidad práctica de la política implica a menudo que quienes disponen de medios económicos y tiempo -es decir, los ricos- son más capaces de participar activamente en la política, ya sea presentándose a cargos políticos, financiando campañas o influyendo de otras formas en las políticas. Esto puede llevar a una situación en la que la política esté dominada por una "plutocracia", un gobierno de los ricos, en el que los que tienen recursos financieros estén sobrerrepresentados y tengan una influencia desproporcionada. Esto contradice el principio de igualdad democrática y puede conducir potencialmente a una política que sirva más a los intereses de los ricos, a expensas de los menos pudientes. Esta paradoja plantea importantes cuestiones sobre la equidad y la representatividad en la democracia moderna.
Weber reconoció esta paradoja en la política democrática. En una sociedad ideal, la actividad política debería estar abierta a todos, independientemente de su situación económica. En la práctica, sin embargo, la participación política suele requerir tiempo, recursos y energía que sólo pueden permitirse quienes ya gozan de estabilidad económica. Como consecuencia, la clase política tiende a estar dominada por quienes disponen de importantes recursos financieros, lo que Weber describe como una "plutocracia". Esto puede sesgar las prioridades políticas en favor de los intereses de los más ricos y excluir las voces y necesidades de los menos privilegiados. Esto ha dado lugar a debates sobre cómo hacer que la democracia sea más equitativa e inclusiva. Algunas propuestas incluyen la financiación pública de las campañas políticas, la introducción de cuotas para garantizar la representación de los distintos grupos socioeconómicos y el fomento de la participación de los ciudadanos de a pie en la política a través de estructuras como las asambleas de ciudadanos y los jurados de ciudadanos.
Weber subraya el dilema fundamental de la política moderna. Si los políticos no están suficientemente remunerados, se corre el riesgo de que sólo aquellos que ya poseen una riqueza considerable puedan permitirse participar activamente en política. Esto podría conducir a una forma de plutocracia, donde el poder se concentra en manos de los que tienen dinero. Por otra parte, ofrecer una remuneración generosa por el trabajo político podría atraer a personas interesadas en la política principalmente por los beneficios económicos que puede ofrecer, más que por el servicio público. Esto podría conducir a una profesionalización de la política, en la que los políticos estuvieran más preocupados por sus carreras y sus ingresos personales que por el interés público. Se trata, pues, de una cuestión compleja y delicada a la que se enfrentan las sociedades democráticas modernas. ¿Cómo equilibrar la necesidad de atraer a la política a personas competentes y dedicadas, evitando al mismo tiempo una influencia excesiva del dinero y garantizando que la política siga centrada en el servicio público? Weber no propone una solución sencilla, pero subraya la importancia de este dilema e invita a seguir reflexionando sobre estas cuestiones.
Weber reconoce que la profesionalización de la política puede causar problemas. Aunque se necesitan políticos cualificados con amplios conocimientos y experiencia en política, una profesionalización excesiva puede amenazar la democracia al distanciar la política de los ciudadanos de a pie. La política podría convertirse en una especie de "club cerrado" para profesionales, lo que dificultaría a los ciudadanos de a pie entender la política, influir en ella o participar en ella. Esto, a su vez, podría provocar un sentimiento de alienación y cinismo hacia la política, y debilitar potencialmente la democracia. Además, si los partidos políticos se vuelven demasiado poderosos e institucionalizados, también pueden convertirse en barreras para la innovación y el cambio políticos. Pueden preocuparse más por su propia supervivencia y poder que por servir al bien público. Weber no sugiere que la profesionalización de la política sea del todo mala, pero advierte de los peligros potenciales de una excesiva profesionalización e institucionalización de los partidos políticos. Subraya la necesidad de un equilibrio entre la competencia profesional y el compromiso cívico, entre la eficacia de los partidos políticos y su responsabilidad ante los ciudadanos.
Max Weber, al analizar el papel y la naturaleza de la política, abordó la cuestión de la demagogia. Para él, la demagogia es un peligro potencial en cualquier democracia. Un demagogo es un líder político que busca ganar apoyos manipulando las emociones, los prejuicios y la ignorancia de la gente, a menudo mediante discursos incendiarios y promesas poco realistas. La demagogia es, por tanto, una forma de manipulación política que explota los sentimientos populares para ganar poder, en lugar de buscar servir al bien público. Weber advirtió contra la demagogia por su potencial para distorsionar el proceso democrático. Los demagogos pueden explotar los miedos y prejuicios de la gente para ganar poder, lo que puede conducir a políticas que en realidad son contrarias a los intereses del pueblo. Además, la demagogia puede minar la confianza de los ciudadanos en las instituciones políticas. Si los políticos hacen constantemente promesas poco realistas para ganar apoyos, la gente puede volverse cínica y desilusionarse con la política, lo que a su vez puede debilitar la democracia. Weber, como sociólogo y politólogo, insistió en la necesidad de una política responsable, que se base en una comprensión racional de los problemas y persiga el bienestar de la sociedad en su conjunto. Abogó por un enfoque de la política que respete la inteligencia del público y evite la manipulación emocional.
Max Weber destacó algunas de las prácticas que los políticos pueden utilizar para mantener su poder, en particular a través de la burocracia. Uno de los principales métodos, dijo, es el uso de la burocracia para controlar e influir en la administración del Estado.
- Control burocrático: Los políticos pueden utilizar la burocracia para influir en las políticas y las decisiones. Pueden nombrar a burócratas leales para puestos clave, controlar la información y los recursos y utilizar la burocracia para aplicar sus políticas.
- Clientelismo y patrocinio: Los políticos también pueden utilizar métodos de patrocinio para mantener su poder. Esto puede adoptar la forma de distribución de recursos o favores a individuos o grupos específicos a cambio de su apoyo político.
- Estrategia divisoria: Otro método comúnmente utilizado es dividir a los oponentes para debilitarlos. Esto puede implicar aprovechar las divisiones existentes o crear otras nuevas para impedir que la oposición se una contra ellos.
- Propaganda y manipulación de la información: Los políticos también pueden utilizar la propaganda y la manipulación de la información para influir en la opinión pública y mantener su poder. Esto puede implicar la difusión de información falsa, la distorsión de los hechos o el uso de una retórica demagógica para ganarse el apoyo del público.
Estas prácticas pueden ser perjudiciales para la democracia y el Estado de derecho, ya que pueden conducir a la corrupción, la desigualdad y la concentración de poder en manos de unos pocos individuos o grupos.
El "sistema de botín" es un término que se ha utilizado para describir la práctica política, sobre todo en Estados Unidos, en la que los cargos públicos se otorgan como recompensa a quienes han apoyado al candidato o partido ganador. Este sistema estuvo muy extendido en el siglo XIX, sobre todo durante la administración del presidente Andrew Jackson. En un sistema de botín, el partido en el poder puede sustituir a un gran número de funcionarios por sus propios partidarios, lo que puede tener un profundo efecto en la administración del gobierno. Esto puede provocar inestabilidad e ineficacia, ya que los funcionarios pueden ser nombrados en función de su lealtad política y no de su competencia o experiencia. Además, puede conducir a una corrupción generalizada, ya que quienes ocupan puestos de poder pueden verse tentados a utilizar sus cargos para sus propios intereses en lugar de para el interés público. Weber, en su reflexión sobre el papel de la burocracia y la racionalidad en la sociedad moderna, criticó este tipo de prácticas. Defendía que la administración pública debía gestionarse de forma racional e impersonal, con funcionarios competentes nombrados en función de sus méritos y no de su afiliación política. Según Weber, el spoils system es un ejemplo de cómo la política puede utilizarse para servir a intereses particulares y no al bien común, lo que contradice la idea de una sociedad democrática y racional.
Según Weber, hay tres cualidades esenciales para la política:
- Pasión: Weber no ve la pasión como un impulso irracional, sino como pasión en el sentido de profunda devoción a una causa. Es el compromiso, la energía y la determinación necesarios para afrontar los retos de la política.
- Sentido de la responsabilidad: La política, especialmente cuando se refiere al gobierno de un país, implica enormes responsabilidades. Las decisiones que se toman pueden afectar a millones de personas, por lo que es crucial que quienes decidan entrar en política tengan un fuerte sentido de la responsabilidad.
- El ojo: Es lo que Weber denomina "Augenmass", que puede traducirse como sentido de la proporción, juicio o discernimiento. Es la capacidad de comprender rápidamente una situación compleja, juzgar sus implicaciones y tomar decisiones con conocimiento de causa.
Por último, Weber advierte que estas cualidades no deben separarse, pues de lo contrario pueden volverse peligrosas. La pasión sin responsabilidad puede conducir a un fanatismo ciego, mientras que la responsabilidad sin pasión puede convertirse en un formalismo estéril. Del mismo modo, la visión sin pasión o responsabilidad puede convertirse en una forma de cinismo político. Así pues, se necesitan las tres cualidades juntas para ser un buen político.
En su obra "Politik als Beruf" (La política como vocación), Weber examina la naturaleza de la política y su interacción con la ética. Sostiene que la política es intrínsecamente una actividad de poder y violencia. Está inevitablemente ligada a la lucha por el poder y al ejercicio de la fuerza.
Sin embargo, a pesar de esta realidad, Weber sostiene que hay un lugar para la ética en la política. Distingue dos tipos de ética que pueden guiar la acción política: la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.
- La ética de la convicción se refiere a principios morales absolutos a los que un individuo permanece fiel, independientemente de las consecuencias. Los individuos que siguen la ética de la convicción se centran en la intención más que en el resultado de sus acciones. La ética de la convicción se centra en los principios y valores inquebrantables de un individuo. Un individuo que sigue una ética de convicción se centra en el cumplimiento de sus deberes morales, independientemente de las consecuencias de sus acciones. Es un enfoque de la moral que se guía principalmente por principios absolutos y creencias firmes.
- La ética de la responsabilidad, en cambio, es más pragmática. Tiene en cuenta las consecuencias de la acción y considera que el individuo tiene una responsabilidad hacia los resultados de sus actos. La ética de la responsabilidad se centra en tener en cuenta las consecuencias de las acciones. Un individuo que sigue una ética de la responsabilidad considera los efectos de sus acciones en los demás y toma decisiones basándose en cómo afectarán al mundo que le rodea. Es un enfoque de la moral que hace hincapié en las consecuencias prácticas y reales de las acciones.
Weber no es partidario de ninguno de los dos, pero advierte contra una excesiva confianza en la ética de la convicción en política. Sostiene que los políticos deben guiarse por una ética de la responsabilidad, teniendo en cuenta las consecuencias de sus actos, sin dejar de ser fieles a sus convicciones. Para Weber, la política requiere una combinación de pasión y juicio ético, una fusión de la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Según Weber, un buen político debe equilibrar estas dos formas de ética. Debe tener convicciones y principios firmes, pero también debe estar preparado para tomar decisiones difíciles que pueden tener consecuencias indeseables a corto plazo, pero que son necesarias para el bien a largo plazo.
Adolf Eichmann, alto cargo nazi responsable de la logística del Holocausto, utilizó eficazmente este argumento en su juicio celebrado en Jerusalén en 1961. Afirmó que era un mero ejecutor que obedecía las órdenes de sus superiores y que, por tanto, no tenía responsabilidad personal por los crímenes cometidos. Este es un ejemplo de lo que Hannah Arendt denominó la "banalidad del mal" en su relato del juicio de Eichmann. Según Arendt, Eichmann no era un monstruo, sino un burócrata corriente que se limitaba a cumplir órdenes sin pensar en las consecuencias morales de sus actos. Sugiere que fue esta capacidad de obedecer ciegamente las órdenes y abdicar de la responsabilidad personal lo que hizo posible el Holocausto. Esta noción de responsabilidad es fundamental para la ética de la responsabilidad de Weber. Según él, todo el mundo es responsable de sus actos, incluso cuando actúa en el ámbito profesional. Subraya la importancia de la toma de decisiones consciente y ética, en lugar de limitarse a seguir órdenes sin pensar.
Max Weber, en su obra, distinguió claramente entre dos tipos de ética, la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad, y señaló sus respectivos límites.
- La ética de la convicción se centra en los principios morales y éticos inquebrantables que guían las acciones de un individuo. Una persona que actúa según una ética de la convicción seguirá sus principios independientemente de las consecuencias de sus actos. La limitación de esta ética es que puede conducir a acciones rígidas, inflexibles y dogmáticas que no tienen en cuenta las consecuencias o circunstancias cambiantes.
- Por otro lado, la ética de la responsabilidad se centra en las consecuencias de las acciones de un individuo. Una persona que actúe según una ética de la responsabilidad tomará decisiones basadas en las posibles consecuencias y estará dispuesta a responsabilizarse de ellas. La limitación en este caso es que este enfoque puede conducir a un pragmatismo excesivo, en el que el fin justifica los medios, incluso si estos medios violan ciertos principios éticos.
Según Weber, un buen político debe equilibrar estas dos éticas. Debe tener convicciones y principios firmes, pero también debe ser consciente de las consecuencias de sus actos y estar dispuesto a asumirlas.
Weber subraya que es crucial que un individuo piense de forma crítica y consciente sobre sus acciones, en lugar de confiar únicamente en la pura racionalidad o en las prescripciones colectivas. Desde este punto de vista, la ética es una cuestión de elecciones individuales informadas y conscientes. No basta con ajustarse a las expectativas o normas colectivas sin cuestionar los principios éticos que las sustentan. Del mismo modo, no basta con tomar decisiones basadas únicamente en la racionalidad sin considerar las implicaciones éticas de esas decisiones. Por eso Weber insiste en la necesidad de conciliar la ética de la convicción, que se centra en los principios morales personales, y la ética de la responsabilidad, que se centra en las consecuencias de las acciones. En última instancia, cada individuo debe tomar sus propias decisiones éticas siendo plenamente consciente de las implicaciones de las mismas.
Vilfredo Pareto : 1848 - 1923
La vida de Vilfredo Pareto
Vilfredo Pareto (1848-1923) fue un economista y sociólogo italiano, conocido por sus trabajos sobre la teoría de las élites y por introducir el concepto de la distribución de Pareto en la economía. Tras una exitosa carrera en ingeniería y gestión, Pareto decidió dedicarse efectivamente al estudio de las ciencias sociales.
Comenzó a escribir sobre economía en la década de 1890 y fue nombrado Profesor de Economía Política en la Universidad de Lausana (Suiza) en 1893. Sus trabajos abarcaron una amplia gama de temas, como la teoría del intercambio, la teoría del bienestar y la desigualdad de ingresos.
Pareto es más conocido por su concepto de la distribución de Pareto, que describe una distribución desigual de la riqueza en la que una pequeña proporción de la población posee una gran parte de la riqueza total. Esta idea se resume a menudo en el principio 80/20, según el cual el 80% de los efectos proceden del 20% de las causas.
En sociología, Pareto desarrolló la teoría de las élites, según la cual toda sociedad está gobernada por una minoría de individuos, la élite, que detenta el poder. También propuso la idea de los "residuos" y las "derivaciones", conceptos clave para entender su análisis de las acciones humanas y la dinámica social.
Vilfredo Pareto era conocido por sus opiniones políticas fuertemente liberales y sus críticas a la intervención del Estado en la economía. Creía firmemente en la libertad individual y la autonomía personal, y era escéptico sobre la eficacia del Estado para mejorar el bienestar social.
Pareto criticaba lo que consideraba una tendencia creciente hacia el estatismo, es decir, una mayor intervención del Estado en la vida social y económica. Para él, el estatismo conducía a la ineficacia económica y limitaba la libertad individual. Creía que el Estado debía limitarse a hacer cumplir las leyes y los contratos y a proteger a los ciudadanos de la violencia y el fraude.
Las ideas de Pareto fueron retomadas por los economistas neoliberales del siglo XX, que también defendían un papel reducido del Estado en la economía. Sin embargo, las ideas de Pareto sobre el elitismo y la distribución desigual de la riqueza son a menudo criticadas por antidemocráticas.
Tras trabajar en la industria y el sector privado, Vilfredo Pareto dio un notable giro a su carrera para centrarse en el mundo académico y la investigación en economía. En 1893, ocupó el puesto de Leon Walras, uno de los fundadores de la escuela neoclásica de economía, en la Universidad de Lausana (Suiza). En Lausana, Pareto tuvo la oportunidad de desarrollar sus propias teorías económicas y sociales y de realizar importantes contribuciones a la disciplina. Sus trabajos abarcaron áreas como la distribución de la riqueza, la economía del bienestar y la teoría de la elección, y sus ideas han tenido una influencia duradera en la economía y la sociología.
Sociedad e historia
En su "Tratado de sociología general", también conocido como "Mente y sociedad", Pareto desarrolló su teoría del elitismo circular. Según esta teoría, el poder en la sociedad siempre está en manos de una minoría, que él denomina élite. Sostuvo que la historia de la sociedad es una sucesión constante de élites, en la que una élite desplaza a otra. Distinguió entre dos tipos de élites: la élite gobernante y la élite no gobernante. La élite gobernante es la que ostenta el poder directamente, mientras que la élite no gobernante está formada por individuos que ejercen una influencia indirecta en la sociedad, como académicos, industriales, etc. Según Pareto, estas élites no son estables, están en constante movimiento. Cuando una élite se vuelve ineficaz o incapaz de mantener su poder, es sustituida por una nueva élite. Es lo que él denomina "circulación de élites". Esto forma parte de su visión más amplia de la sociología y la economía, en la que trataba de aplicar métodos científicos y cuantitativos al estudio de los fenómenos sociales.
Pareto creía que las sociedades atravesaban ciclos de transformación y que estos ciclos estaban guiados en gran medida por estas tres "clases de hechos".
- La crisis del sentimiento religioso: Pareto observó que las creencias religiosas de una sociedad tienden a debilitarse con el tiempo. Esto puede conducir a una crisis en la que se cuestionen los viejos valores y tradiciones, creando un vacío que puede ser llenado por nuevas ideas e instituciones.
- La decadencia de la antigua aristocracia: En este contexto, "aristocracia" puede entenderse como la élite gobernante en un momento dado. Pareto observó que estas élites tienden a perder su vigor y eficacia con el paso del tiempo, lo que puede conducir finalmente a su caída.
- La aparición de una nueva aristocracia: Pareto observó que cuando la antigua élite pierde su poder, surge una nueva élite para ocupar su lugar. Estas nuevas élites pueden estar formadas por individuos o grupos que antes estaban marginados o excluidos del poder.
Estas tres clases de hechos están interconectadas y se refuerzan mutuamente, dando lugar a un ciclo constante de cambio y transformación dentro de la sociedad.
Vilfredo Pareto tenía una visión bastante realista de la sociedad. Sostenía que, a pesar de las apariencias de igualdad, las sociedades eran de hecho fundamentalmente heterogéneas y jerárquicas. Es lo que denominó "heterogeneidad social". En este sistema, algunos individuos o grupos tienen más poder, prestigio o recursos que otros, creando así una estructura jerárquica. Esta jerarquía no es fija, sino que cambia constantemente debido a factores como la competencia por los recursos y los cambios económicos, políticos y culturales. El equilibrio de la sociedad es, por tanto, inestable, en el sentido de que está en constante movimiento y cambio. Esto a veces puede provocar tensiones y conflictos, ya que los distintos grupos luchan por mejorar su posición en la jerarquía social. La idea de Pareto es que esta inestabilidad es inevitable y necesaria para el progreso y el desarrollo de la sociedad. Las fuerzas en conflicto pueden crear desequilibrios, pero también pueden estimular la innovación, el cambio y la adaptación.
Vilfredo Pareto hizo observaciones sobre las transformaciones de la sociedad moderna que, en su opinión, mostraban algunos signos preocupantes. Identificó dos grandes tendencias:
- El debilitamiento de la soberanía central y el auge de las fuerzas anárquicas: Pareto observó que el poder del Estado central disminuía en muchos países, mientras que las fuerzas anárquicas ganaban terreno. Esto puede interpretarse como un movimiento hacia una mayor descentralización y difusión del poder, pero Pareto lo veía como un signo de la creciente inestabilidad de la sociedad.
- La rápida progresión del "ciclo de la plutocracia demagógica": Esta frase se refiere al proceso por el cual una élite adinerada (plutocracia) utiliza la demagogia, es decir, apelaciones emocionales y populistas, para obtener el apoyo del público y mantener el poder. Pareto observó que este ciclo era cada vez más común en las sociedades modernas y lo consideró un signo de declive democrático.
Las observaciones de Pareto sobre las tendencias de la sociedad moderna reflejaban su preocupación por la evolución de la democracia y el impacto de estas tendencias en la estabilidad social y política.
Elites y poder
El concepto de élite todavía existe, pero el problema fundamental es que los más ricos quieren retener el poder, mientras que los más pobres entran en conflicto con los más ricos. Se instituye un modo demagógico de gobierno para llevar a cabo políticas populistas que apacigüen a las masas.
Según Pareto, la organización política está siempre y necesariamente dividida jerárquicamente entre las clases dominantes y la clase gobernada. La función de la política es gestionar esta relación entre la clase dominante y la clase dominante.
La definición de la élite según Pareto es cualquiera que tenga éxito en cualquier rama. Los individuos que forman la élite se constituyen como una clase privilegiada ajena a cualquier principio de igualdad, ya que esto sería contrario a la gestión de su poder e intereses.
También distingue una dicotomía más sutil dentro de la propia élite, que está separada entre las élites gubernamentales y no gubernamentales.
El concepto de élite política es postulado por la clase dominante según tres criterios:
- capacidad de tomar el poder: la forma en que se construye el proceso de acceso al poder
- Legitimidad: construcción de la legitimidad a través de la ideología, implementación de mitos, apelando a la moralidad y la religión para elaborar un concepto de movilización.
capacidad de retener el poder
Así pues, la élite no se organiza sobre el principio de igualdad, sino sobre el principio de dominación, que busca perpetuar a través de procesos de pasiones y alianzas. La clase dominante está marcada por el principio de empoderamiento, es decir, por el concepto de red. Existe entonces un temperamento político que busca adquirir los medios de poder. En cualquier caso, la conquista del poder sigue siendo una prueba de fuerza.
Al cuestionar el hecho social, Pareto explora los comportamientos y las políticas que permiten volver a entrevistar a la sociedad.
