La teoría de la elección racional y el análisis de intereses en la ciencia política

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Formular una pregunta de investigación en términos de interés significa abordar el tema desde la perspectiva de la teoría de la elección racional. Según este enfoque, se supone que los actores actúan racionalmente para maximizar su utilidad o beneficios y minimizar sus costes o pérdidas.

Para formular una pregunta de investigación en términos de interés, pueden seguirse los siguientes pasos:

  • Identificación de los actores relevantes: ¿Quiénes son los principales actores implicados en la situación estudiada? Puede tratarse de individuos, grupos, organizaciones, instituciones, naciones, etc.
  • Comprender los intereses de estos actores: ¿Cuáles son sus objetivos o deseos? ¿Qué intentan conseguir o evitar?
  • Análisis de las acciones y estrategias de las partes interesadas: ¿Cómo intentan alcanzar sus intereses? ¿Qué estrategias utilizan para maximizar sus beneficios y minimizar sus costes?
  • Exploración de la dinámica de la acción colectiva: ¿Cómo interactúan las partes interesadas entre sí? ¿Cuáles son las consecuencias de sus acciones colectivas?
  • Consideración de las expectativas y percepciones: ¿Cómo influyen las expectativas y percepciones de las partes interesadas en sus acciones? ¿Cómo anticipan las acciones de los demás y cómo afecta esto a sus propias estrategias?

Enmarcar una pregunta de investigación de este modo nos permite explorar en profundidad las motivaciones de las partes interesadas, las estrategias que utilizan y las consecuencias de sus acciones. También permite explicar fenómenos complejos y hacer predicciones sobre el comportamiento futuro de los actores.

Este enfoque, basado en la identificación de los intereses, preferencias y estrategias de las partes interesadas, es una de las metodologías más consolidadas para analizar la acción pública. Ha puesto de relieve una serie de elementos clave, como :

  • Racionalidad de la toma de decisiones: La mayoría de las partes interesadas actúan racionalmente, es decir, buscan maximizar sus beneficios minimizando sus costes. Este enfoque ha permitido estudiar cómo y por qué los actores toman determinadas decisiones.
  • La lógica de la acción colectiva: Los actores no actúan de forma aislada, sino que a menudo actúan en grupo para alcanzar sus objetivos. El estudio de la acción colectiva puede revelar cómo se cruzan e interactúan los intereses individuales y colectivos.
  • Modos de influencia e interacción: Los actores tratan de influir e interactuar con otros actores para promover sus intereses. Este enfoque ha permitido comprender cómo se ejerce y negocia el poder en un sector concreto de la acción pública.

El objetivo principal de este artículo es ayudar a desarrollar una comprensión más profunda de la teoría de la acción racional en el ámbito político. Se trata de explicar el concepto de racionalidad y cómo se manifiesta en el comportamiento de los actores políticos. También trataremos de demostrar cómo se establecen las preferencias y estrategias de los actores y cómo éstas contribuyen a configurar los resultados políticos. Una parte importante del documento se dedicará a proporcionar herramientas analíticas para estudiar y predecir el comportamiento político en función de los intereses de los actores. Ilustraremos cómo la teoría de la acción racional puede ponerse en práctica para analizar casos concretos, como el desarrollo de políticas sociales. Por último, nos dedicaremos a discutir los puntos fuertes y las limitaciones del enfoque de la acción racional en política. Haremos especial hincapié en la importancia de tener en cuenta la diversidad de actores, así como la variedad de sus preferencias y estrategias. El objetivo último del curso es proporcionar a los estudiantes una sólida base teórica y práctica para comprender, analizar e interpretar la dinámica política a través del prisma de la teoría de la acción racional.

Enfoque basado en los intereses[modifier | modifier le wikicode]

El enfoque basado en los intereses sugiere que los actores políticos están motivados por sus intereses materiales, a menudo definidos en términos económicos. Por ejemplo, una persona propietaria de una empresa de producción podría estar políticamente motivada para apoyar políticas de libre comercio, mientras que un trabajador de una industria protegida podría estar más inclinado a apoyar políticas proteccionistas.

Según un enfoque materialista de la política, la posición material o económica de los actores políticos (ya sean individuos, grupos sociales o Estados) puede determinar en gran medida sus intereses objetivos y, en consecuencia, influir en sus preferencias políticas. Los intereses políticos de un individuo pueden estar muy influidos por su situación económica. Por ejemplo, alguien que posee una empresa puede favorecer políticas de reducción de impuestos y regulación mínima, mientras que un trabajador asalariado puede preferir políticas de protección de los derechos de los trabajadores. Para los grupos sociales, la posición material también puede influir en los intereses políticos. Los grupos económicamente desfavorecidos pueden estar a favor de políticas de redistribución de la riqueza, mientras que los más ricos pueden oponerse a ellas. En cuanto a los Estados, la posición material, medida normalmente en términos de riqueza nacional o PIB, también puede influir en los intereses y preferencias políticas. Los Estados ricos pueden favorecer políticas de libre comercio que les permitan exportar sus productos, mientras que los Estados menos desarrollados pueden preferir políticas proteccionistas que protejan sus industrias nacientes. Aunque la posición material influye en los intereses políticos, no es el único factor en juego. Los valores culturales, las creencias ideológicas y muchos otros factores también pueden influir en las preferencias políticas.

La posición material de un actor también puede determinar su poder político. Los recursos materiales, ya sea la riqueza, la propiedad, el control de infraestructuras clave u otros activos económicos, pueden utilizarse para ejercer influencia política y dar forma a las elecciones e interacciones dentro de una sociedad o sistema político. Por ejemplo, un individuo o grupo con considerables recursos económicos puede financiar campañas políticas, contratar a grupos de presión para influir en los legisladores o crear medios de comunicación para controlar el discurso público. Del mismo modo, un Estado con importantes recursos económicos puede utilizar su poder económico para influir en otros Estados a través de la diplomacia económica, la ayuda al desarrollo, el comercio y otras palancas económicas. La posición material también puede influir en el poder político de forma más indirecta. Por ejemplo, la posesión de recursos económicos puede conferir un estatus social elevado, lo que a su vez puede incrementar el poder político al aumentar la influencia y la credibilidad de un actor. Sin embargo, al igual que la posición material no es el único factor que determina los intereses políticos, tampoco es el único factor que determina el poder político. Otros factores, como la competencia personal, el carisma, la autoridad moral, el acceso a la información y otros recursos no materiales, también pueden desempeñar un papel importante en la determinación del poder político.

Aunque este enfoque puede explicar gran parte del comportamiento político, no es exhaustivo. Los actores políticos también están motivados por ideales, convicciones y otros factores no materiales. Además, el poder político no sólo depende de la posesión de recursos, sino también de la capacidad de utilizarlos eficazmente. Por ejemplo, un actor político puede tener mucho dinero pero carecer de la habilidad o la inteligencia necesarias para utilizarlo eficazmente para influir en la política.

Comprender al actor político, ya sea un individuo, un grupo o un Estado, requiere un análisis a varios niveles. Los actores tienen motivaciones, recursos e intereses que dependen de su posición en la estructura social, económica y política, tanto nacional como internacional. El Estado, en particular, es un actor central en la política internacional. Su posición en la estructura internacional puede influir enormemente en sus intereses y preferencias políticas. Un Estado económicamente poderoso, por ejemplo, puede tener interés en mantener un sistema comercial abierto, mientras que un Estado menos desarrollado puede preferir políticas proteccionistas. Los recursos de que dispone un Estado, ya sean financieros, organizativos o institucionales, también pueden desempeñar un papel importante a la hora de determinar su poder y sus intereses políticos. Un Estado rico puede disponer de los medios necesarios para financiar un ejército poderoso, apoyar a sus aliados o aplicar políticas ambiciosas. Del mismo modo, un Estado con instituciones sólidas puede ser más capaz de aplicar sus políticas con eficacia, atraer inversiones extranjeras o mantener el orden y la estabilidad.

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En cierto modo, este diagrama es una forma de entender los intereses y recursos de los jugadores. Lo que describe forma parte de lo que se conoce generalmente como teoría de la elección racional, muy utilizada en economía, ciencias políticas y otras disciplinas de las ciencias sociales. Esta teoría se basa en el principio de que los actores (ya sean individuos, grupos, Estados, etc.) son racionales y tratan de maximizar su utilidad en función de sus intereses. Según este punto de vista, los actores políticos definen sus objetivos en función de sus intereses, que vienen determinados en gran medida por su posición material y sus recursos. A continuación, elaboran estrategias y toman decisiones para alcanzar estos objetivos, teniendo en cuenta las limitaciones y oportunidades de que disponen. Estos actores no están aislados, sino que interactúan constantemente con otros actores, cada uno con sus propios intereses, recursos y estrategias. Estas interacciones determinan en gran medida el resultado político final. Por ejemplo, el resultado de unas elecciones viene determinado por las preferencias y los votos de todos los votantes, cada uno de los cuales hace una elección racional basada en sus propios intereses.

Análisis individual[modifier | modifier le wikicode]

A la hora de entender el comportamiento político de los individuos, su posición económica y social en la sociedad es un factor clave.

La posición económica de un individuo se refiere a su situación económica, incluido su nivel de ingresos, riqueza, empleo y seguridad económica. Estos factores pueden influir de diversas maneras en las preferencias políticas de un individuo. Por ejemplo, un individuo con una renta elevada puede estar a favor de políticas de reducción de impuestos, mientras que un individuo con un empleo precario puede estar a favor de políticas de protección de los trabajadores.

Por otra parte, el posicionamiento social de un individuo se refiere a su lugar en la jerarquía social, que puede estar influido por factores como la educación, la raza, el sexo, la edad y otros aspectos de la identidad social. Estos factores también pueden influir en las preferencias políticas. Por ejemplo, los individuos de grupos sociales marginados pueden ser más propensos a apoyar las políticas antidiscriminatorias.

La posición económica y social de un individuo puede influir significativamente en su comportamiento político. Los teóricos de la política y los sociólogos llevan mucho tiempo observando estas correlaciones.

El concepto de "interés objetivo" se utiliza a menudo para explicar este fenómeno. Según esta perspectiva, la posición económica y social de un individuo determina sus intereses objetivos, es decir, lo que racionalmente le interesaría en función de esa posición. Por ejemplo, a un trabajador pobre le interesa apoyar las políticas de redistribución de la riqueza, mientras que a un rico empresario le interesa oponerse a ellas.

Explicar el comportamiento electoral de las personas en términos de división social, también conocido como "voto de clase", es otra forma de entender cómo influye la posición económica y social en el comportamiento político. Según esta perspectiva, es más probable que los individuos voten a candidatos o partidos que representan a su clase social. Por ejemplo, los individuos de clase trabajadora pueden estar más inclinados a votar a partidos de izquierdas, mientras que los individuos de clase alta pueden estar más inclinados a votar a partidos de derechas.

Análisis de grupos[modifier | modifier le wikicode]

A nivel de grupo, los intereses materiales son también un importante motor de la acción política. Los grupos de interés o de productores, que pueden representar a diferentes industrias, profesiones, grupos sociales u otros grupos de partes interesadas con intereses comunes, a menudo tratan de influir en las políticas en su beneficio.

Estos grupos pueden utilizar diversas estrategias para lograr sus objetivos, incluido el cabildeo, que es una actividad mediante la cual un grupo intenta influir directamente en los responsables políticos. Esto puede implicar actividades como reunirse con los legisladores, proporcionar información o investigación sobre cuestiones políticas específicas, o movilizar a sus miembros para presionar a los políticos.

Un ejemplo de ello podría ser cómo los grupos industriales o las empresas pueden ejercer presión para conseguir políticas favorables a sus industrias, como subvenciones, exenciones fiscales o normativas que restrinjan la competencia. Por otro lado, grupos como los sindicatos pueden presionar para que se adopten políticas que protejan los derechos de los trabajadores, como salarios mínimos o leyes de seguridad en el lugar de trabajo.

En el análisis político y sociológico, además de centrarse en los individuos y los grupos pequeños, a menudo también se tienen en cuenta unidades sociales más amplias. Estas unidades pueden definirse de varias maneras, por ejemplo en términos de relaciones con los medios de producción (como en el marco marxista de la clase obrera frente a la burguesía), o en términos de posicionamiento sectorial en la economía. Las relaciones con los medios de producción se refieren a la forma en que los grupos están vinculados a la economía. Por ejemplo, quienes poseen los medios de producción (como fábricas, empresas, etc.) suelen considerarse parte de la clase capitalista o burguesa, mientras que quienes venden su fuerza de trabajo se consideran parte de la clase obrera. El posicionamiento sectorial, por su parte, se refiere al lugar que ocupa un grupo en la economía en general. Por ejemplo, los trabajadores del sector manufacturero pueden tener intereses diferentes de los del sector servicios, y los trabajadores de la agricultura pueden tener intereses diferentes de los de la tecnología.

Estas grandes unidades sociales pueden tener intereses políticos comunes debido a su posición económica compartida. Por ejemplo, los trabajadores del sector manufacturero pueden estar todos interesados en políticas de protección del comercio, mientras que los propietarios de empresas pueden estar interesados en políticas de reducción de impuestos. Por eso, a menudo vemos que estos grupos se movilizan colectivamente para presionar a los políticos o influir en las políticas públicas.

En política comparada, los investigadores suelen examinar cómo y por qué las trayectorias políticas de los distintos países divergen o convergen. Estas trayectorias pueden analizarse en términos de políticas públicas, es decir, las decisiones adoptadas por los gobiernos y los resultados de dichas decisiones. Los intereses, ya sean individuales, de grupo o institucionales, desempeñan un papel fundamental en la formulación de las políticas públicas. Por ejemplo, en economía, la política fiscal de un país puede verse influida por los intereses de diversos grupos, como las empresas, los trabajadores, los terratenientes, etcétera. Del mismo modo, la política exterior de un país puede verse influida por los intereses de los actores políticos nacionales, así como por las relaciones del país con otros Estados. Estos intereses pueden ayudar a explicar las trayectorias nacionales en términos de política pública. Por ejemplo, los países con una fuerte influencia sindical pueden tener políticas de protección de los trabajadores más fuertes, mientras que los países con una fuerte influencia empresarial pueden tener políticas de libre mercado más fuertes. Del mismo modo, un país cuya política exterior esté fuertemente influida por las relaciones con un determinado vecino puede tener una trayectoria de política exterior muy diferente a la de un país sin esas relaciones.

La teoría pluralista es un enfoque de la ciencia política que postula que el poder político se distribuye entre una diversidad de grupos de interés y no se concentra en manos de una única élite o clase social. Desde esta perspectiva, la política pública es el producto de interacciones, negociaciones y compromisos entre estos diferentes grupos de interés. Estos grupos de interés, también conocidos como grupos de presión o grupos de productores, pueden representar a una amplia gama de actores, por ejemplo empresas, sindicatos, grupos ecologistas, grupos de consumidores y otros. Cada grupo trata de promover sus propios intereses influyendo en los responsables políticos. Las coaliciones entre grupos también desempeñan un papel clave en este enfoque. Un solo grupo de interés puede no tener suficiente poder para influir en la política pública. Sin embargo, al formar una coalición con otros grupos con intereses similares o complementarios, pueden aumentar su influencia. Por ejemplo, varios grupos ecologistas pueden unir sus fuerzas para promover una política de protección del medio ambiente. O empresas de distintos sectores pueden formar una coalición para apoyar una política de reducción de impuestos. La teoría pluralista considera que esta competencia y colaboración entre grupos de interés contribuye a un equilibrio de poder y a una representación más amplia de los intereses de la sociedad en las políticas públicas. Sin embargo, también es objeto de críticas, ya que algunos sostienen que determinados grupos (por ejemplo, las grandes empresas) tienen más recursos y, por tanto, más poder para influir en la política, lo que puede dar lugar a un desequilibrio de poder y a una representación desigual de los intereses en las políticas públicas.

Identificar a los actores clave es un paso esencial en el análisis de las políticas. Los actores clave pueden ser individuos, grupos de interés, partidos políticos, instituciones gubernamentales o incluso países en el contexto de las relaciones internacionales. Cada actor desempeña un papel particular en función de su posición, recursos, intereses y grado de implicación en un determinado contexto. Por ejemplo, en el contexto de las políticas públicas, los actores pueden ser los responsables políticos (como los legisladores o los altos funcionarios), los grupos de interés que tratan de influir en las políticas y el público al que afectan las políticas. Para determinar el papel de cada uno de ellos es necesario comprender las relaciones que existen entre ellos. Estas relaciones pueden ser competitivas (por ejemplo, dos partidos políticos que compiten por el poder) o cooperativas (por ejemplo, dos grupos de interés que forman una coalición para promover una política común). También pueden basarse en relaciones de poder, en las que algunos actores tienen más recursos o influencia que otros. Una vez identificados los principales actores y sus funciones, es posible analizar cómo contribuyen sus acciones e interacciones a la formulación de las políticas públicas. Este análisis puede ayudar a comprender por qué se adoptan unas políticas y otras no, y cómo se representan los intereses de las distintas partes interesadas en el proceso político.

La teoría de la estabilidad hegemónica[modifier | modifier le wikicode]

La teoría de la estabilidad hegemónica es una teoría de las relaciones internacionales que sugiere que la estabilidad del sistema económico internacional se ve favorecida por la presencia de una única nación dominante, o hegemónica. Esta nación utiliza su considerable poder para establecer y mantener las reglas y normas del sistema económico, fomentando así la estabilidad y la cooperación. Según esta teoría, la potencia hegemónica tiene tanto la capacidad como el interés de mantener un sistema económico abierto y liberal. Su capacidad se deriva de su dominio económico y militar, que le da poder para moldear las reglas económicas a su favor. Su interés por mantener un sistema abierto se deriva de su posición dominante en la economía mundial, que le permite beneficiarse desproporcionadamente del libre comercio.

En el contexto de la teoría de la estabilidad hegemónica, la hegemonía no sólo se refiere al poder en bruto, sino también a la capacidad de dirigir y coordinar la economía mundial. El hegemón suele ser responsable de la provisión de bienes públicos globales, como la estabilidad monetaria y la seguridad marítima, que benefician a todas las naciones pero que, de otro modo, no se proporcionarían suficientemente. La teoría de la estabilidad hegemónica se ha utilizado para explicar diversos periodos de estabilidad y cooperación económica internacional, como el dominio británico en el siglo XIX y el estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la teoría también ha sido criticada por varios motivos, entre ellos la sugerencia de que la estabilidad requiere un hegemón y la idea de que la potencia hegemónica siempre está dispuesta y es capaz de mantener el orden económico internacional.

El libre comercio es un concepto económico que apoya la idea de eliminar las barreras comerciales, como aranceles y cuotas, para facilitar el comercio entre naciones. El libre comercio se basa en la teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo, que sugiere que cada país debe concentrarse en producir los bienes y servicios para los que tiene la mayor eficiencia relativa, y comerciar con otros países para obtener los demás bienes y servicios que necesita. La Depresión de los años treinta y el auge del proteccionismo en el periodo de entreguerras reforzaron el apoyo al libre comercio. Las políticas proteccionistas de este periodo provocaron una reducción del comercio internacional, competencia desleal y un deterioro de las relaciones internacionales, contribuyendo en última instancia a la Gran Depresión. El libre comercio suele considerarse un "bien público mundial", en el sentido de que, una vez establecido, todos los países pueden beneficiarse de él, hayan contribuido o no a su creación. Un bien público mundial no es excluyente (nadie puede ser excluido de su uso) y no es rival (el uso por una persona no impide que otras se beneficien). Por tanto, una vez establecido el libre comercio, es difícil excluir a un país de sus beneficios.

En "International Economic Structures and American Foreign Economic Policy, 1887-1934", David Lake utiliza la teoría de la estabilidad hegemónica para analizar la evolución de la cooperación económica internacional y la política exterior estadounidense durante este periodo. Lake sostiene que la cooperación económica internacional se ve facilitada por la presencia de una potencia hegemónica que posee tanto la voluntad como la capacidad de mantener un sistema económico abierto y estable. En este contexto, la hegemonía de Estados Unidos en el siglo XX se considera un factor clave en la promoción del libre comercio y la cooperación económica internacional. Lake examina también los factores internos que influyen en la política económica exterior de una nación, como la estructura económica y los intereses de los distintos grupos sociales y económicos. Por ejemplo, sostiene que el auge del proteccionismo en EE.UU. a finales del siglo XIX y principios del XX puede explicarse en parte por los intereses de grupos agrícolas e industriales, partidarios de aranceles elevados para proteger sus mercados nacionales de la competencia extranjera.

La historia de la economía mundial está marcada por la alternancia de periodos de apertura y cierre, a menudo vinculados a cambios en las condiciones económicas y políticas mundiales.

Después de 1850, la economía mundial se abrió gradualmente. A ello contribuyeron en gran medida los avances tecnológicos y los acuerdos comerciales internacionales que redujeron las barreras comerciales y fomentaron el libre comercio. Este periodo, a menudo denominado la edad de oro de la globalización, duró hasta 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. El periodo de entreguerras (1919-1939) se caracterizó por un aumento del proteccionismo y un relativo cierre de la economía mundial. Ello se debió en gran medida a los trastornos económicos causados por la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, que llevaron a muchos países a adoptar políticas proteccionistas para proteger sus industrias nacionales. La crisis económica mundial también provocó un aumento del nacionalismo, que exacerbó las tensiones comerciales internacionales. En la posguerra, a partir de 1945, la economía mundial vivió un nuevo periodo de apertura. Esto se vio facilitado por la creación de nuevas instituciones económicas internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y por la promoción del libre comercio por parte de Estados Unidos, que se había convertido en la potencia hegemónica tras la Segunda Guerra Mundial. Este periodo de apertura condujo a un aumento espectacular del comercio internacional y de la integración económica mundial. Es importante señalar que estos periodos de apertura y cierre son generalizaciones y que hubo muchas variaciones y excepciones a estas tendencias generales, dependiendo de las condiciones específicas de cada país. Además, incluso en los periodos de apertura ha habido a menudo debates y conflictos sobre el alcance y las modalidades del libre comercio y la integración económica mundial.

David Lake ha sostenido en su obra que la cooperación económica internacional depende de dos factores principales: la concentración del poder económico y la concentración de la ventaja económica.

  1. Concentración de poder económico: Una potencia hegemónica, como Estados Unidos a mediados del siglo XX, puede contribuir a facilitar la cooperación económica internacional proporcionando cierta estabilidad y estableciendo las reglas del juego para el comercio y las relaciones económicas. Un país con un poder económico considerable puede fomentar, o incluso imponer, normas y prácticas que promuevan la cooperación económica. Por ejemplo, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos desempeñó un papel clave en el establecimiento de sistemas económicos mundiales como el Fondo Monetario Internacional y el GATT (precursor de la OMC), que contribuyeron a fomentar la cooperación económica internacional.
  2. Concentración de ventajas económicas: Lake también sostiene que la cooperación económica internacional se ve facilitada cuando las ventajas económicas están concentradas, en lugar de difusas. Si un pequeño puñado de países posee una gran parte de la ventaja económica (por ejemplo, en términos de riqueza, tecnología o capacidad de producción), tendrán un mayor interés en cooperar para mantener y ampliar estas ventajas. En cambio, si las ventajas económicas están muy dispersas, la cooperación puede resultar más difícil porque cada país tendrá menos que ganar cooperando.

Estos argumentos ofrecen una perspectiva interesante sobre la dinámica de la cooperación económica internacional, centrándose en el papel de las grandes potencias y la distribución de las ventajas económicas dentro del sistema internacional.

Según la teoría de la estabilidad hegemónica, la probabilidad de cooperación internacional aumenta cuando el poder económico se concentra en manos de uno o unos pocos Estados. Esto se debe a que estos estados tienen la capacidad y los recursos para establecer y mantener un sistema económico internacional abierto y cooperativo. Por ejemplo, un Estado hegemónico puede ser capaz de asumir los costes a corto plazo de establecer un sistema de este tipo, como los costes asociados a la negociación de acuerdos comerciales o la inversión en infraestructuras internacionales. Dicho Estado puede estar dispuesto a asumir estos costes porque puede esperar obtener beneficios a largo plazo, como el acceso a nuevos mercados o una mayor estabilidad económica internacional. Además, un Estado hegemónico puede tener la capacidad de imponer su voluntad a otros Estados y garantizar su cumplimiento de las normas del sistema económico internacional. Esto puede hacerse por varios medios, como utilizar su poder económico para ejercer presión sobre otros estados o utilizar su poder militar para garantizar el cumplimiento.

La concentración de ventajas económicas puede influir en la voluntad de un Estado de apoyar y participar en un sistema económico mundial abierto y liberal. En otras palabras, un Estado que posee una gran parte de la ventaja económica - ya sea riqueza, tecnología avanzada, mano de obra altamente cualificada u otros recursos - tiene mucho que ganar de un sistema comercial multilateral liberal. Dicho sistema puede permitir a un Estado vender sus bienes y servicios a un mayor número de mercados, atraer inversiones extranjeras y beneficiarse de un mayor acceso a recursos y tecnologías extranjeras. Por el contrario, un Estado que no tenga una ventaja económica significativa puede estar menos inclinado a apoyar un sistema de comercio multilateral liberal. Puede temer que la apertura de su economía a la competencia extranjera provoque el cierre de industrias nacionales, desempleo y otras consecuencias económicas negativas. Puede entonces tratar de proteger su economía imponiendo aranceles, cuotas u otras restricciones al comercio.

La presencia de una potencia hegemónica, o dominante, se considera un factor clave para facilitar la cooperación internacional, especialmente en asuntos económicos. Esto se debe al poder desproporcionado y a la influencia que esta potencia hegemónica puede ejercer en la configuración de las reglas, normas y estructuras del sistema internacional. La idea es que esta potencia dominante no sólo tiene la capacidad, sino también un interés particular en promover un orden mundial estable y cooperativo. Dado que es la que más se beneficia de dicho orden, también está más dispuesta a asumir los costes. Por ejemplo, podría proporcionar bienes públicos mundiales como la seguridad marítima, ayudar a coordinar las políticas económicas internacionales e incluso servir como prestamista de última instancia durante las crisis financieras.

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En el marco propuesto por David Lake, los ejes X e Y crean una cuadrícula de cuatro cuadrantes que permite clasificar a los Estados en función de su ventaja económica (en el eje X) y su poder económico (en el eje Y). Así pueden definirse los cuatro tipos de actores:

  1. Hegemonías: Estos estados se encuentran en el cuadrante superior derecho. Tienen tanto una gran ventaja económica como un alto nivel de poder económico. Son los Estados más favorables a un sistema económico internacional liberal y son capaces de apoyarlo.
  2. Seguidores: Estos Estados se sitúan en el cuadrante superior izquierdo. Tienen una ventaja económica elevada, pero un poder económico inferior. Se benefician de un sistema económico internacional liberal, pero no tienen capacidad para apoyarlo por sí mismos.
  3. Free-riders: Estos Estados se sitúan en el cuadrante inferior derecho. Tienen una ventaja económica baja, pero un poder económico alto. Tienen la capacidad de apoyar un sistema económico internacional liberal, pero tienen poco interés en hacerlo.
  4. Los opositores: Estos Estados se encuentran en el cuadrante inferior izquierdo. Tienen una ventaja económica y un poder económico débiles. Son los menos propensos a apoyar un sistema económico internacional liberal.

Este esquema puede utilizarse para comprender las motivaciones de los distintos Estados en relación con la cooperación económica internacional y el establecimiento de un orden económico mundial liberal.

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Al situar a los distintos países en esta cuadrícula, podemos obtener una representación visual de su poder económico (medido por su cuota del comercio mundial) y su ventaja económica (medida por su productividad).

Esto ofrece una interesante perspectiva de la dinámica del sistema económico mundial. Los países con alta productividad y una gran cuota del comercio mundial (los hegemónicos) son los más propensos a apoyar y promover un sistema económico liberal. Los que tienen una productividad elevada pero una cuota menor del comercio mundial (los seguidores) también tienen interés en apoyar este sistema, pero tienen menos poder para hacerlo.

Por otra parte, los países con menor productividad pero con una gran cuota del comercio mundial (free-riders) pueden tener poder para influir en el sistema económico mundial, pero tienen menos interés en apoyar un sistema económico liberal. Por último, los países con baja productividad y escasa participación en el comercio mundial (los opositores) son los menos proclives a apoyar un sistema económico liberal.

The internatoinal economic structure figure 2.png

La evolución histórica de estos países en el sistema económico internacional puede analizarse a través del prisma de este marco teórico. En el siglo XIX, Gran Bretaña era la potencia hegemónica, con una elevada productividad y una gran cuota del comercio mundial. Con el tiempo, sin embargo, su productividad y su cuota de comercio disminuyeron, reduciendo su papel hegemónico. Estados Unidos, por su parte, empezó como "seguidor", con una productividad creciente y una cuota moderada del comercio mundial. Con el tiempo, sin embargo, se convirtió en una potencia económica mundial, con una elevada productividad y una gran cuota del comercio mundial, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. Alemania también ha visto aumentar con el tiempo su productividad y su cuota del comercio mundial, aunque su desarrollo económico fue más tardío. Sin embargo, debido a factores políticos e históricos, Alemania nunca asumió el papel de potencia hegemónica.

Estos distintos periodos reflejan los movimientos de la economía internacional en los dos últimos siglos.

  1. 1850-1912: Periodo de hegemonía británica. Gracias a su temprana revolución industrial y a su vasto y diversificado imperio colonial, el Reino Unido pudo dominar el comercio mundial. Estados Unidos, aunque se desarrolló rápidamente durante este periodo, aún no desempeñaba un papel importante en la economía internacional.
  2. 1913-1929: Este periodo vio el declive de la hegemonía británica y la emergencia de Estados Unidos como gran potencia económica. La Primera Guerra Mundial debilitó a Gran Bretaña y a otras potencias europeas, mientras que Estados Unidos experimentó un importante crecimiento económico.
  3. 1930-1934: La Gran Depresión cambió la dinámica económica mundial. Estados Unidos, aunque gravemente afectado por la crisis, se convirtió en el principal actor económico. Sin embargo, debido a la magnitud de la crisis y a los retos internos, fue incapaz de apoyar unilateralmente un sistema económico mundial abierto.
  4. Después de la Segunda Guerra Mundial: En este periodo surgió Estados Unidos como superpotencia económica y hegemónica. Con casi la mitad de la producción industrial mundial inmediatamente después de la guerra, Estados Unidos estaba bien situado para configurar el orden económico mundial, lo que hizo a través de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el GATT (que se convirtió en la OMC).
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Las investigaciones de David Lake han demostrado la relación entre la fortaleza económica de un país, su interés por un sistema comercial multilateral abierto y la tendencia general hacia la cooperación económica internacional. Ha examinado varios periodos de la historia económica mundial y ha identificado tendencias que corroboran la teoría de la estabilidad hegemónica. En resumen, sus investigaciones han demostrado que cuando una sola nación domina la economía mundial (como fue el caso de Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XIX y de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial), esa nación tiende a promover un sistema de comercio libre y abierto que beneficia a todos los participantes. Sin embargo, cuando el poder económico está más equilibrado entre varias naciones (como ocurrió a principios del siglo XX), la cooperación económica internacional puede resultar más difícil de mantener.

Hasta 1897, Estados Unidos adoptó una política conocida como "arancel protector", cuyo objetivo era proteger la industria nacional imponiendo elevados derechos de aduana a las mercancías importadas. Esto tenía el efecto de restringir las importaciones, al tiempo que fomentaba la expansión de los mercados de exportación estadounidenses. Este tipo de política comercial suele denominarse "parasitismo", ya que aprovecha las ventajas del libre comercio (es decir, el acceso a los mercados extranjeros para sus propias exportaciones) sin asumir los costes correspondientes (es decir, la apertura de su propio mercado a los productos importados). Este es un buen ejemplo de cómo los intereses nacionales pueden a veces entrar en conflicto con los principios del libre comercio y la cooperación económica internacional.

La política de Puertas Abiertas, iniciada por Estados Unidos a finales del siglo XIX, fue en parte una respuesta al auge del proteccionismo y a la división de China en "zonas de influencia" por parte de las potencias europeas. Estados Unidos, que buscaba expandir su comercio exterior sin recurrir a la colonización directa, propuso esta política, que pretendía garantizar la igualdad de oportunidades a todos los países que desearan comerciar con China. La política se basaba en el principio de no discriminación, lo que significaba que todos los países debían tener igual acceso a los puertos chinos abiertos al comercio internacional, independientemente de su influencia o presencia en el país. La política de Puertas Abiertas fue, por tanto, un intento de Estados Unidos de promover el libre comercio y la igualdad de oportunidades comerciales a escala internacional. Sin embargo, su aplicación se enfrentó a numerosos retos, debido a las rivalidades entre las potencias y a la resistencia de la propia China. No obstante, esta política marcó un paso importante en la evolución del papel de Estados Unidos como potencia mundial y defensor del libre comercio. Esta política supuso un gran cambio, ya que repudiaba el enfoque de reciprocidad, intentaba frenar el bilateralismo y avanzaba hacia el multilateralismo y la no discriminación.

Entre 1913 y 1929, la estructura fue de apoyo bilateral con un fortalecimiento del liberalismo estadounidense. La Ley Arancelaria Underwood, también conocida como Ley de Ingresos de 1913, fue una pieza legislativa clave en la historia de la política comercial estadounidense. Esta ley, presentada por el Presidente Woodrow Wilson, pretendía reducir las barreras arancelarias y promover el comercio internacional. El objetivo de esta reforma era estimular la economía facilitando la importación de productos extranjeros, pero también cambiar la estructura fiscal nacional de Estados Unidos introduciendo un impuesto sobre la renta progresivo. Esta legislación supuso un cambio significativo con respecto a la anterior política proteccionista de Estados Unidos. También sentó las bases del sistema fiscal estadounidense tal y como lo conocemos hoy. El periodo comprendido entre 1913 y 1929 suele considerarse un periodo de expansión económica y liberalización del comercio en Estados Unidos, aunque fue seguido por la Gran Depresión.

La Ley arancelaria Smoot-Hawley de 1930, que aumentó considerablemente los aranceles estadounidenses, se cita a menudo como un factor que contribuyó a la profundidad y duración de la Gran Depresión. Se aumentaron los aranceles sobre más de 20.000 productos importados, lo que provocó represalias por parte de los socios comerciales de Estados Unidos y perturbó el comercio internacional. Gran Bretaña, por su parte, reaccionó a la Gran Depresión abandonando el Patrón Oro y aplicando políticas proteccionistas, en particular creando un sistema de preferencias imperiales que favorecía el comercio dentro del Imperio Británico. Estas medidas proteccionistas perturbaron la economía mundial y contribuyeron a la inestabilidad internacional que precedió a la Segunda Guerra Mundial. Tras la guerra, los países intentaron evitar repetir los errores de los años treinta y crearon instituciones internacionales como el FMI y el GATT (precursor de la OMC) para promover la cooperación económica y el libre comercio.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en una superpotencia económica mundial y desempeñó un papel clave en la configuración del orden económico internacional. El Acuerdo de Bretton Woods, firmado en 1944, creó el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (parte del Grupo del Banco Mundial) para promover la estabilidad económica y la cooperación internacional. El sistema de Bretton Woods también instituyó un sistema de tipos de cambio fijos, vinculados al dólar estadounidense, que era convertible en oro. Además, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), firmado en 1947, tenía por objeto promover el libre comercio reduciendo las barreras arancelarias y no arancelarias. El GATT fue sustituido por la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, pero su misión de promover el libre comercio y resolver los conflictos comerciales sigue siendo la misma. En resumen, la hegemonía económica de Estados Unidos en la posguerra desempeñó un papel clave en el establecimiento de un orden económico internacional basado en la cooperación y el libre comercio.

La posición de un Estado en la economía mundial determina en gran medida sus intereses y su capacidad para perseguirlos. Esta perspectiva constituye el núcleo de las teorías materialistas de la economía política internacional. El interés objetivo de un Estado suele venir determinado por su posición en la economía mundial. Por ejemplo, un país rico en recursos naturales puede tener un interés objetivo en promover el libre comercio de esos recursos. Del mismo modo, un país con una industria manufacturera fuerte puede tener un interés objetivo en proteger esa industria de la competencia extranjera. La fortaleza económica de un Estado determina su capacidad para perseguir sus intereses. Un país con una economía fuerte dispondrá de más recursos para aplicar políticas económicas e influir en las normas y reglas económicas internacionales. Además, un país con una economía fuerte suele estar mejor situado para resistir las presiones económicas externas y mantener su soberanía económica. Todos estos factores -posición en la economía mundial, intereses objetivos y fortaleza económica- desempeñan un papel clave en la forma en que un Estado navega por la economía política internacional.

Los puntos clave de la teoría de la estabilidad hegemónica y el papel de la posición material de un país en la economía mundial son.

  1. La cooperación económica internacional depende en gran medida de la existencia de una potencia hegemónica. Esta potencia, por lo general una nación con una economía fuerte y un interés en mantener un sistema comercial abierto, tiene los recursos para dar forma a las reglas del sistema económico internacional y animar a otros países a adherirse a ellas. Además, a esta potencia hegemónica le interesa apoyar la estabilidad y la cooperación, ya que ello fomenta el crecimiento económico y la interdependencia mundial, condiciones que suelen reforzar su posición dominante.
  2. La política económica exterior de un país viene determinada en gran medida por su posición material relativa en la economía mundial. Esta posición influye tanto en los intereses económicos de un país (lo que quiere del sistema económico internacional) como en sus recursos de poder (su capacidad para alcanzar estos objetivos). Un país con una economía fuerte y una posición dominante en determinados sectores puede tener tanto el interés como la capacidad de influir a su favor en las normas y reglas de la economía mundial.

Estas ideas constituyen el núcleo de muchos análisis de política económica internacional y siguen siendo pertinentes para comprender la dinámica de la economía mundial actual.

La arquitectura de la economía internacional desempeña un papel crucial a la hora de determinar las relaciones de poder entre los países. Influye en las políticas económicas exteriores de los países y en sus estrategias de negociación.

  • Distribución del poder económico: Un país con una economía potente y diversificada tendrá un poder considerable en la escena económica internacional. Puede utilizar este poder para influir en las reglas y normas de la economía mundial, promover sus propios intereses económicos y, en algunos casos, dar forma a las políticas económicas de otros países.
  • Interdependencia económica: El aumento de la interdependencia económica, debido en parte a la globalización, significa que las decisiones tomadas por un país pueden tener un impacto significativo en los demás. Los países que dependen de las exportaciones o importaciones de un determinado producto, por ejemplo, pueden verse muy afectados por los cambios en la política económica del país productor.
  • Papel de las instituciones económicas internacionales: Instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio también desempeñan un papel importante en la estructuración del poder económico mundial. Estas instituciones pueden influir en las políticas económicas de los países miembros y servir de foro para la resolución de conflictos económicos.
  • Estrategias nacionales: Cada país puede tener su propia estrategia para navegar por esta estructura económica mundial, basada en sus propios intereses económicos, capacidades y limitaciones. Esto puede incluir aspectos como la búsqueda de acuerdos comerciales bilaterales o multilaterales, la manipulación de su propia moneda o la adopción de políticas de proteccionismo o liberalización del comercio.

La estructura económica internacional proporciona el marco en el que los países interactúan y negocian sus políticas económicas exteriores.

Ventajas del enfoque basado en los intereses[modifier | modifier le wikicode]

Uno de los puntos fuertes del enfoque basado en los intereses es que se centra en identificar a las partes interesadas y sus motivaciones. He aquí por qué:

  • Base racional: Se supone que los actores son racionales, es decir, que buscan maximizar sus intereses en sus acciones e interacciones. Esto facilita la predicción de su comportamiento y el análisis de sus motivaciones.
  • Comprender las motivaciones: al identificar los intereses específicos de los actores, es posible comprender mejor sus motivaciones y anticipar sus acciones.
  • Analizar las interacciones: El enfoque basado en los intereses proporciona un marco analítico para comprender cómo interactúan las partes interesadas en un sistema político o económico. Estas interacciones pueden explicar a menudo el comportamiento general del sistema.
  • Adaptabilidad: los intereses de las partes interesadas pueden cambiar con el tiempo en respuesta a nueva información o cambios en el entorno. El enfoque basado en los intereses es capaz de tener en cuenta estos cambios y adaptar sus análisis y predicciones en consecuencia.

Este enfoque se basa en el supuesto de que los jugadores son perfectamente racionales y siempre capaces de identificar y perseguir sus mejores intereses. En realidad, esto no siempre es así. En ocasiones, los actores pueden actuar de forma irracional, estar influidos por sesgos cognitivos o carecer de la información necesaria para tomar decisiones perfectamente racionales.

Uno de los puntos fuertes del enfoque basado en los intereses es precisamente su capacidad para explicar cómo los cambios en las relaciones de poder y los intereses de las partes interesadas pueden influir en los resultados. En pocas palabras, si el poder o los intereses de una parte interesada cambian, esto puede afectar a su comportamiento o a su capacidad para influir en los resultados. Por ejemplo, si una empresa adquiere una ventaja tecnológica significativa, esto podría cambiar su interés en determinadas normativas o políticas y afectar potencialmente al resultado de las mismas. Por este motivo, el análisis basado en los intereses se utiliza a menudo en los estudios sobre relaciones internacionales, economía política y otros campos en los que las relaciones de poder y los intereses de las partes interesadas desempeñan un papel fundamental.

El modelo de análisis basado en los intereses también puede aplicarse al siguiente ejemplo. La aparición de la clase obrera como fuerza política importante a finales del siglo XIX y principios del XX puede considerarse una consecuencia de los cambios en las relaciones de poder económico y social. Con la industrialización, la clase obrera se convirtió en una parte indispensable del sistema económico. Este cambio no sólo reforzó el poder económico de la clase obrera, sino que también creó nuevos intereses, por ejemplo en las condiciones de trabajo y los derechos de los trabajadores. Esto condujo al auge del Estado del bienestar y de las políticas sociales destinadas a proteger a los trabajadores de los riesgos inherentes al lugar de trabajo. Esto puede considerarse el resultado de la presión ejercida por la clase obrera, que, gracias a su creciente importancia en la economía, había adquirido el poder necesario para hacer valer sus intereses.

La formación de coaliciones políticas es un aspecto clave del enfoque basado en los intereses. Al reunir a diversos grupos o actores con intereses comunes o complementarios, una coalición puede generar una fuerza política significativa. Esto puede permitir a estos grupos influir en la política y promover sus objetivos comunes. Por ejemplo, en muchos sistemas políticos democráticos, distintos partidos políticos pueden formar una coalición para obtener una mayoría parlamentaria. Estas coaliciones pueden incluir partidos que, aunque ideológicamente diferentes, comparten ciertos objetivos políticos comunes. La formación de coaliciones también puede ser importante en contextos no políticos, como los movimientos sociales o los sindicatos. Al unir a distintos grupos de personas en torno a un objetivo común, estas coaliciones pueden ejercer una presión significativa para lograr un cambio social o político. Sin embargo, la formación de coaliciones también puede dar lugar a compromisos, ya que los distintos actores o grupos pueden tener prioridades o intereses diferentes. Gestionar estas diferencias suele ser una parte crucial del proceso de formación y mantenimiento de coaliciones eficaces.

Harold Lasswell propuso que la política es el estudio de "quién consigue qué, cuándo y cómo". Esta perspectiva coincide en gran medida con el enfoque basado en los intereses, que se centra en cómo los distintos actores -ya sean individuos, grupos sociales o naciones- utilizan su poder y sus recursos para obtener lo que desean del sistema político. Según este punto de vista, la política consiste en gran medida en la asignación de recursos y la toma de decisiones. Los actores políticos luchan por obtener los mejores recursos y beneficios posibles para sí mismos o para sus grupos de interés. Por lo tanto, un análisis basado en los intereses ayuda a comprender la dinámica del poder, cómo se distribuyen los recursos y quiénes son los ganadores y perdedores en los distintos contextos políticos. Ofrece una forma de entender y explicar el comportamiento político centrándose en los intereses y motivaciones de los actores implicados.

Muchos conflictos políticos pueden considerarse derivados de la competencia por unos recursos limitados. Estos recursos pueden ser económicos, como el dinero, el empleo o el acceso a determinadas industrias o mercados. Pero también pueden ser de naturaleza más social o simbólica, como el estatus, el prestigio, la influencia o el control sobre determinadas instituciones o políticas. El enfoque basado en los intereses sostiene que los actores políticos, ya sean individuos, grupos o naciones, actuarán para maximizar sus intereses, es decir, para obtener el mayor número posible de estos recursos. Además, estos actores utilizan su poder y sus recursos para influir en los procesos políticos y las políticas públicas de forma que favorezcan sus propios intereses. Por ello, muchos conflictos políticos pueden interpretarse fundamentalmente como conflictos de intereses. Y estos conflictos de intereses suelen tener su origen en cuestiones materiales, aunque también pueden referirse a cuestiones simbólicas o ideológicas.

Desventajas del enfoque basado en los intereses[modifier | modifier le wikicode]

Aunque el enfoque basado en los intereses es muy útil para explicar ciertas dinámicas políticas, tiene ciertas limitaciones. Una de estas limitaciones es que puede descuidar el impacto de las instituciones y las ideas en la política.

  • El papel de las instituciones : Las instituciones, ya sean formales, como las constituciones y los sistemas jurídicos, o informales, como las normas sociales, pueden configurar los intereses de los actores y limitar sus acciones. Por ejemplo, un sistema de gobierno multipartidista puede animar a los partidos políticos a formar coaliciones, modificando así sus estrategias e intereses. Las instituciones también pueden crear oportunidades u obstáculos para determinados grupos de interés, influyendo así en los resultados políticos.
  • La importancia de las ideas : Las ideas, ya sean ideologías, creencias o valores, también pueden tener un gran impacto en la política. Pueden influir en los intereses de las personas, en su percepción de lo que es posible o deseable, y en la forma en que interpretan y responden a los problemas políticos. Por ejemplo, las ideas liberales sobre la libertad individual y el libre mercado pueden influir en la política económica de un país, aunque estas ideas no se correspondan directamente con los intereses materiales de todos los actores.

Así pues, aunque el enfoque basado en los intereses es una herramienta analítica importante, debe complementarse con un enfoque centrado en las instituciones y las ideas para comprender mejor la dinámica política.

Exploración de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

Mancur Olson.

Mancur Olson nació en 1932 y murió en 1998. Fue un economista estadounidense que se doctoró en la Universidad de Harvard y enseñó en las de Princeton y Maryland. Es conocido por haber dejado un importante legado. En 1965 publicó La lógica de la acción colectiva. En este libro, Olson examina por qué algunos grupos son capaces de actuar colectivamente para perseguir sus intereses comunes, mientras que otros fracasan. Plantea la idea del "free-rider", según la cual los individuos tienden a evitar contribuir a un bien colectivo con la esperanza de que otros lo hagan por ellos. Esto puede obstaculizar la capacidad de un grupo para actuar colectivamente. Olson sostiene que los incentivos selectivos, como los beneficios reservados a los miembros activos, suelen ser necesarios para superar este problema. En 1982 publicó The Rise and Fall of Nations. En esta obra, Olson amplió su análisis de la acción colectiva a la escala de las naciones. Sostiene que la estabilidad política a largo plazo puede en realidad obstaculizar el progreso económico, ya que permite a los "grupos distributivos" (como los sindicatos o los grupos de presión empresariales) acumular poder y aplicar políticas que benefician a sus miembros a expensas del conjunto de la sociedad. Según Olson, este proceso puede explicar por qué algunas naciones decaen mientras que otras crecen rápidamente tras grandes perturbaciones como la guerra.

El comportamiento de los grupos según la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

Olson es famoso por su teorización sobre el comportamiento de los grupos, ya sean individuos o grupos dentro de una sociedad, y puso de relieve una paradoja del comportamiento colectivo. Este planteamiento se basa en la idea de que cuando los individuos o las sociedades tienen un interés común, actuarán colectivamente para defender ese interés. En otras palabras, los individuos o grupos con un interés político común unirán sus fuerzas y se movilizarán para defender ese interés; también podría tratarse de ciudadanos que se organizan para oponerse a un grupo de presión, o de consumidores que se enfrentan a situaciones de monopolio u oligopolio y forman una asociación de consumidores para contrarrestarlas.

Sin embargo, Olson se propone demostrar que esta idea preconcebida es falsa. Se propone mostrar cuál sería el comportamiento individual adecuado de un consumidor que quisiera un boicot para oponerse al monopolio, o cuál sería el comportamiento adecuado de un trabajador que quisiera que la amenaza de huelga o la organización de un sindicato le permitiera obtener un salario más alto. Hay que tener en cuenta que el consumidor o el trabajador dedicarán tiempo o dinero a organizar un boicot o a luchar contra una huelga. El resultado será débil, porque cada individuo sólo recibirá una ínfima parte de los frutos de su acción, el individuo sólo obtendrá un ínfimo fruto de la acción emprendida por el comportamiento del grupo. La razón es que el bien o servicio prestado por una asociación de consumidores o un sindicato tiene la propiedad de ser un bien colectivo o público. En otras palabras, una vez creado el bien o servicio, beneficiará a todos los miembros del grupo en cuestión.

El éxito de un boicot o una huelga se traducirá en un precio más bajo o un salario más alto para todos los individuos de la categoría en cuestión. Esta característica también se conoce como no exclusión: los individuos no pueden ser excluidos del consumo del bien aunque no hayan contribuido a su producción. Los individuos no pueden ser excluidos del consumo del bien aunque no hayan creado y producido el bien en cuestión. De este modo, un miembro o un grupo numeroso sólo recibirá una parte mínima de los frutos de su acción. Por el contrario, es más ventajoso dejar que otros realicen esta tarea, pero obviamente los demás no tienen ningún interés en movilizarse y ser ellos los que produzcan el bien colectivo. No hay incentivos ni para el individuo ni para los demás, de lo que se deduce que no deberíamos ver la aparición de acciones conjuntas por parte de los grupos. Los grandes grupos formados por individuos racionales no actuarán en interés del grupo.

Este tipo de teoría es realmente interesante e importante. Tiene como consecuencia que toda una serie de bienes públicos en una sociedad deberían ser difíciles de crear, producir y suministrar. Existiría un desequilibrio entre la demanda de bienes públicos y su oferta. A nivel social, este postulado de individuos racionales en un equilibrio subóptimo significa que es deseable que se creen ciertos bienes públicos, pero no que se suministren. Existe toda una literatura sobre las condiciones que permiten suministrar bienes colectivos, a pesar de los problemas de la acción colectiva y del problema del free rider. Por ejemplo, la justicia o el ejército pueden considerarse un bien público porque todo el mundo se beneficia de ellos, pero el incentivo que encuentran los Estados es hacer contribuciones mediante impuestos obligatorios. En resumen, los cárteles, grupos de presión, etc. no deberían existir a menos que los ciudadanos los apoyen por razones distintas a la expectativa de los bienes públicos que proporcionan. A menos que existan otras razones, los individuos no tienen interés en movilizarse. Sin embargo, si observamos nuestras sociedades, los grupos de presión existen.

Los motores de la acción colectiva[modifier | modifier le wikicode]

Cabe preguntarse por la otra lógica que explica la existencia de la acción colectiva en nuestras sociedades. Como ha sugerido Olson, los incentivos específicos (como los beneficios reservados a los miembros activos) pueden animar a los individuos a contribuir a la acción colectiva. Mancur Olson propuso el concepto de incentivos selectivos para resolver el problema del free rider en la lógica de la acción colectiva. Los incentivos selectivos son recompensas (incentivos positivos) o sanciones (incentivos negativos) que se aplican de forma diferenciada en función de la participación de los individuos en la acción colectiva. El objetivo de estos incentivos es animar a las personas a contribuir al bien colectivo.

He aquí algunos ejemplos para ilustrar este concepto:

  • Incentivos positivos: Están diseñados para recompensar a quienes participan activamente en la acción colectiva. Por ejemplo, una organización puede ofrecer beneficios exclusivos a los miembros que contribuyen a un proyecto común, como descuentos en productos o servicios, acceso privilegiado a actos o recursos, o reconocimiento público de su contribución. Los sindicatos suelen ofrecer beneficios adicionales a los afiliados, como servicios jurídicos, seguros, prestaciones complementarias, formación y, a veces, incluso ventajas de ocio o descuentos en determinadas empresas. Estos beneficios, que pueden considerarse incentivos selectivos positivos, son exclusivos de los afiliados al sindicato y no están disponibles para los no afiliados. Por lo tanto, aunque los beneficios del sindicalismo (como aumentos salariales o mejores condiciones laborales) suelen estar al alcance de todos los trabajadores, afiliados o no al sindicato, estos incentivos selectivos positivos pueden animar a los trabajadores a afiliarse al sindicato. Los sindicatos suelen utilizar esta estrategia para aumentar su número de afiliados, que es crucial para reforzar su poder de negociación con los empresarios y su influencia en las políticas públicas.
  • Incentivos negativos: Están diseñados para castigar a quienes no participan en la acción colectiva. Por ejemplo, un sindicato puede imponer sanciones económicas a los trabajadores que no se sumen a una huelga. O una comunidad puede excluir a los miembros que no contribuyan al mantenimiento de un recurso común. El ejemplo del voto obligatorio en Bélgica ilustra perfectamente un incentivo selectivo negativo. En Bélgica, todo ciudadano mayor de 18 años está obligado a votar en las elecciones. Si un ciudadano no vota sin una razón válida (por ejemplo, enfermedad, ausencia del país, etc.), puede ser multado. Esta obligación de votar es, por tanto, un incentivo negativo destinado a fomentar la participación en las elecciones, que se consideran un bien público. Esta medida ha permitido a Bélgica tener una de las tasas de participación electoral más altas del mundo. No obstante, cabe señalar que la aplicación efectiva de este tipo de sanciones puede ser compleja y costosa, y su eficacia puede depender de otros factores, como la confianza en las instituciones políticas, la educación cívica, etc.

Los incentivos selectivos son una solución a la paradoja del comportamiento de grupo, también conocida como el "problema del beneficiario gratuito", identificada por Mancur Olson. Esta paradoja se refiere a la tendencia natural de los individuos a no participar en la acción colectiva con la esperanza de cosechar los beneficios sin contribuir al esfuerzo. Cuando los incentivos selectivos son suficientemente fuertes, pueden fomentar la participación y mitigar este problema. Por ejemplo, si un sindicato ofrece servicios jurídicos gratuitos a sus afiliados, un trabajador puede estar más inclinado a afiliarse a un sindicato para beneficiarse de esta asistencia, aunque teóricamente podría beneficiarse de la mejora de las condiciones laborales sin afiliarse al sindicato. En resumen, los incentivos selectivos, ya sean positivos (como los beneficios exclusivos para los afiliados) o negativos (como las penalizaciones para los no afiliados), pueden ser una estrategia eficaz para superar el problema del parasitismo y fomentar la participación en la acción colectiva.

Impacto del tamaño del grupo[modifier | modifier le wikicode]

El tamaño del grupo desempeña un papel importante en la dinámica de la acción colectiva y en la forma de gestionar los problemas de parasitismo. La teoría de Mancur Olson demuestra que el tamaño del grupo puede influir significativamente en el éxito de la acción colectiva. En los grupos pequeños, es más probable que los miembros se conozcan personalmente, lo que puede crear incentivos sociales para participar. Por ejemplo, si un miembro no contribuye al esfuerzo colectivo, puede ser estigmatizado o excluido del grupo, lo que puede considerarse un incentivo selectivo negativo. Por otro lado, contribuir al esfuerzo colectivo puede suponer un mayor reconocimiento y autoestima, lo que puede considerarse un incentivo selectivo positivo. Por otra parte, en los grupos grandes, el efecto de la contribución o no contribución de un individuo al esfuerzo colectivo es menos perceptible y los incentivos sociales para participar suelen ser más débiles. Por eso, el problema del parasitismo suele ser más pronunciado en los grupos grandes. Para superar este problema, pueden ser necesarios incentivos selectivos más fuertes, tanto positivos como negativos, para fomentar la participación en grupos grandes.

En los grupos pequeños, la interacción personal, los lazos sociales más estrechos y la proximidad ayudan a crear presión social y un mayor sentido de la responsabilidad hacia el grupo. Estos factores pueden ayudar a superar el problema del free rider y fomentar la cooperación y la participación activa en la acción colectiva. Si un miembro del grupo decide no participar o contribuir al esfuerzo colectivo, puede ser objeto de sanciones sociales, como la estigmatización o la exclusión, lo que constituye un incentivo selectivo negativo para participar. Al mismo tiempo, los miembros del grupo que contribuyen activamente pueden ser recompensados con un mayor reconocimiento y respeto social, lo que constituye un incentivo selectivo positivo. Cabe señalar que, si bien estos mecanismos pueden resultar eficaces en grupos pequeños, pueden ser más difíciles de aplicar en grupos grandes debido al relativo anonimato de los miembros y a la dilución de la responsabilidad individual.

En un grupo pequeño, la cooperación es más fácil de conseguir porque las interacciones personales son más frecuentes y directas, lo que puede crear un clima de confianza y reciprocidad. El control social es una forma de incentivo selectivo que puede funcionar en ambos sentidos. Por un lado, existe un control social negativo, que desincentiva el comportamiento free rider castigando a quienes no contribuyen al esfuerzo colectivo. Por otro lado, existe un control social positivo, que recompensa a quienes contribuyen activamente a la acción colectiva otorgándoles reconocimiento y respeto. Por eso, en un grupo pequeño, es más probable que los miembros se comporten de forma cooperativa y participen activamente en el esfuerzo colectivo. Sin embargo, en los grupos grandes, esta dinámica puede ser más difícil de mantener debido al relativo anonimato de los miembros y a la dilución de la responsabilidad individual.

Homogeneidad frente a heterogeneidad de grupo[modifier | modifier le wikicode]

La heterogeneidad dentro de un grupo puede dificultar la acción colectiva por varias razones. En primer lugar, puede aumentar la complejidad de la coordinación, ya que los distintos miembros pueden tener prioridades, expectativas y perspectivas diferentes. En segundo lugar, la heterogeneidad puede exacerbar las tensiones o los conflictos dentro del grupo, lo que puede debilitar la unidad y la solidaridad necesarias para la acción colectiva. Mancur Olson ha señalado que la homogeneidad de un grupo facilita la acción colectiva al crear un sentimiento compartido de identidad e interés. Es más probable que los grupos homogéneos compartan objetivos, valores y normas comunes, lo que puede aumentar la cooperación y la cohesión. En el caso de las divisiones étnicas, por ejemplo, pueden introducir divisiones y tensiones dentro de un grupo, complicando el esfuerzo por emprender una acción colectiva. Las diferencias culturales, lingüísticas o religiosas pueden dificultar la comunicación y la comprensión mutua, lo que a su vez puede obstaculizar la coordinación y la cooperación. Por ello, a menudo es necesario trabajar en el fomento de la confianza y el entendimiento mutuo para superar estos retos y facilitar la acción colectiva en grupos heterogéneos.

La heterogeneidad dentro de un grupo puede dificultar la acción colectiva por varias razones. En primer lugar, puede aumentar la complejidad de la coordinación, ya que los distintos miembros pueden tener prioridades, expectativas y perspectivas diferentes. En segundo lugar, la heterogeneidad puede exacerbar las tensiones o los conflictos dentro del grupo, lo que puede debilitar la unidad y la solidaridad necesarias para la acción colectiva. Mancur Olson ha señalado que la homogeneidad de un grupo facilita la acción colectiva al crear un sentimiento compartido de identidad e interés. Es más probable que los grupos homogéneos compartan objetivos, valores y normas comunes, lo que puede aumentar la cooperación y la cohesión. En el caso de las divisiones étnicas, por ejemplo, pueden introducir divisiones y tensiones dentro de un grupo, complicando el esfuerzo por emprender una acción colectiva. Las diferencias culturales, lingüísticas o religiosas pueden dificultar la comunicación y la comprensión mutua, lo que a su vez puede obstaculizar la coordinación y la cooperación. Por eso, a menudo es necesario trabajar en el fomento de la confianza y el entendimiento mutuo para superar estos retos y facilitar la acción colectiva en grupos heterogéneos.

La heterogeneidad de un grupo puede complicar la acción colectiva por varias razones.

  • Dificultad para llegar a un acuerdo sobre el bien colectivo: Si los miembros del grupo tienen intereses, valores o creencias diferentes, pueden tener visiones distintas de lo que constituye un bien colectivo, es decir, de lo que es beneficioso para el grupo en su conjunto. Por lo tanto, puede resultar difícil llegar a un consenso sobre los objetivos del grupo o sobre cómo alcanzarlos.
  • Menor eficacia de los incentivos sociales selectivos: Los incentivos sociales selectivos, como la aprobación social para quienes contribuyen a la acción colectiva y la desaprobación para quienes no lo hacen, pueden ser menos eficaces en un grupo heterogéneo. Si los miembros del grupo tienen redes sociales distintas o valores diferentes, pueden ser menos sensibles a estos incentivos.
  • Menor cohesión social: En un grupo heterogéneo, el contacto entre sus miembros puede ser más limitado, sobre todo si existen divisiones por motivos de etnia, religión, clase social u otras características. Esto puede debilitar la cohesión social y la identidad colectiva del grupo, lo que a su vez puede reducir la disposición de los miembros a contribuir a la acción colectiva.

Por lo tanto, es importante tener en cuenta estos retos a la hora de planificar o gestionar la acción colectiva en un grupo heterogéneo.

En un grupo étnicamente heterogéneo, el control social suele ser más difícil de ejercer por varias razones.

  • Falta de cohesión: Las diferencias culturales, lingüísticas, religiosas y de otro tipo entre los distintos grupos étnicos pueden obstaculizar la formación de un sentimiento común de identidad o de objetivos de grupo, dificultando la cohesión necesaria para emprender acciones colectivas.
  • Comunicación y entendimiento: Las barreras lingüísticas o culturales pueden hacer más compleja la comunicación dentro del grupo, limitando la eficacia del control social. Además, las diferencias culturales pueden dar lugar a malentendidos o desacuerdos sobre lo que constituye un comportamiento aceptable o deseable.
  • Repercusiones de las divisiones existentes: Las tensiones étnicas preexistentes pueden exacerbar el conflicto dentro del grupo, dificultando el control social. Además, si se percibe que un grupo étnico domina al grupo, esto puede provocar resentimiento y resistencia, lo que también puede socavar la eficacia del control social.

No obstante, cabe señalar que la heterogeneidad étnica no excluye necesariamente la acción colectiva. En determinadas circunstancias, y con una buena gestión, un grupo étnicamente heterogéneo puede conseguir superar estos retos y emprender una acción colectiva eficaz.

Coste de la contribución individual[modifier | modifier le wikicode]

Uno de los aspectos cruciales de la teoría de Mancur Olson es el concepto de coste de contribución individual. Según esta teoría, si el coste de contribuir a un bien colectivo es bajo para un individuo, es más probable que participe en el esfuerzo colectivo. En cambio, si el coste de la contribución es elevado, el individuo tenderá más a convertirse en un "free rider", es decir, a disfrutar de los beneficios del bien público sin contribuir a su financiación o realización. Esto puede entenderse intuitivamente: si consideramos que la contribución a un esfuerzo colectivo (ya sea en tiempo, dinero o recursos) es relativamente pequeña en comparación con los beneficios que obtenemos de él, estaremos más inclinados a participar. Pero si el coste de la contribución es demasiado alto, la gente puede verse disuadida de participar, esperando en cambio beneficiarse de los esfuerzos de los demás.

Según la teoría de Olson, cuanto menor sea el coste (en tiempo, esfuerzo o recursos) de una acción para un individuo, más probable será que participe en esa acción colectiva. Por ejemplo, firmar una petición o votar no suele requerir mucho tiempo o esfuerzo, lo que hace que estos tipos de acción colectiva sean bastante comunes. Por otro lado, las acciones que requieren un mayor compromiso, como el voluntariado para una causa o la participación en actos que pueden llevar mucho tiempo y requerir esfuerzo físico, suelen ser menos comunes porque el coste para el individuo es mayor.

Más concretamente, el compromiso activista que requiere una movilización a lo largo del tiempo es persuasivo en este tipo de actividades y esfuerzos: "La acción conjunta para producir bienes colectivos es más probable en grupos con incentivos selectivos que en otros, y es más probable que los grupos pequeños se impliquen en este tipo de acción que los grandes". Según Olson, la producción de bienes colectivos (o públicos) es más probable en los grupos que disponen de incentivos selectivos para fomentar la participación de sus miembros. Estos incentivos pueden ser positivos, como recompensas para los que participan, o negativos, como sanciones para los que no lo hacen. Además, según Olson, los grupos pequeños suelen ser más eficaces para la acción colectiva que los grupos grandes. En un grupo pequeño, cada miembro tiene una mayor participación en la producción del bien colectivo, lo que puede ser un incentivo adicional para participar. Además, el control social suele ser más fuerte en los grupos pequeños, lo que también puede fomentar la participación.

En su opinión, un grupo con intereses comunes no se movilizará necesariamente para defender esos intereses a menos que existan incentivos selectivos que fomenten la participación individual. En el caso de los parados, a pesar de compartir un interés común (encontrar trabajo o mejorar las condiciones de los desempleados), su situación puede dificultar la organización y la acción colectiva. La dispersión geográfica, la diversidad de situaciones individuales, la falta de recursos o la ausencia de un liderazgo organizado podrían contribuir a la ausencia de una acción colectiva fuerte. Por otra parte, el desempleo, especialmente en niveles elevados, puede engendrar un sentimiento de impotencia o desilusión que podría desalentar el activismo. Además, los desempleados pueden estar más centrados en buscar trabajo a título individual que en movilizarse por un cambio más amplio.

En España, por ejemplo, el desempleo afecta al 25% de la población activa, una tasa que se eleva al 40% entre los jóvenes. Sin embargo, los desempleados no están representados por una organización específica que defienda sus intereses. La teoría de Olson arroja algo de luz sobre esta situación. Los individuos con ingresos bajos o modestos no suelen pertenecer en gran número a grupos que defiendan a los más desfavorecidos. En cambio, los grupos sociales más pequeños, como las profesiones liberales, suelen contar con organizaciones dedicadas a defender sus intereses, a pesar de ser relativamente poco numerosos. En la mayoría de las sociedades, son este tipo de grupos los que se organizan y hacen campaña en defensa de sus intereses.

Según la teoría de Mancur Olson, esto puede explicarse por varios factores:

  • La paradoja de la acción colectiva: los individuos que más podrían beneficiarse de la acción colectiva (como los desempleados o las personas con bajos ingresos) pueden ser también los que menos recursos tienen para organizarse y participar en dicha acción. Por otro lado, los grupos más pequeños y acomodados, como las profesiones liberales, pueden ser más capaces de superar estas barreras y organizarse para defender sus intereses.
  • Incentivos selectivos: las organizaciones que ofrecen beneficios específicos a sus miembros (como servicios jurídicos para los sindicatos) pueden ser más eficaces a la hora de atraer miembros y motivarlos para participar en la acción colectiva. Sin embargo, los desempleados y las personas con bajos ingresos pueden tener menos acceso a este tipo de incentivos o menos medios para obtenerlos.
  • Tamaño del grupo y homogeneidad: los grupos pequeños de individuos con intereses comunes (como las profesiones liberales) pueden organizarse más fácilmente y ejercer un control social más fuerte para fomentar la participación en la acción colectiva. En cambio, los desempleados y las personas con bajos ingresos forman un grupo más amplio y heterogéneo, lo que puede dificultar la organización y la acción colectiva.

En resumen, la teoría de la acción colectiva de Olson puede ayudarnos a entender por qué algunos grupos están más organizados que otros, y por qué ciertos retos sociales y económicos, como el desempleo masivo, pueden ser difíciles de resolver mediante la acción colectiva.

El papel de los grupos de interés y las estructuras burocráticas[modifier | modifier le wikicode]

En su libro The Rise and Decline of Nations, Mancur Olson trata de comprender las causas subyacentes del auge y la decadencia de las naciones. Explora los diversos factores económicos, sociales y políticos que contribuyen a la compleja dinámica del crecimiento y el declive. Su tesis principal es que las sociedades estables tienden a desarrollar poderosos grupos de interés que se oponen al cambio, lo que en última instancia puede socavar el crecimiento económico y el progreso social. Por otra parte, las sociedades que han sufrido grandes conmociones (como guerras o revoluciones) suelen ser más capaces de introducir reformas radicales que estimulen el crecimiento económico.

Según Mancur Olson, el rápido crecimiento de Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial puede explicarse en gran medida por la destrucción total de sus estructuras sociales y económicas preexistentes durante la guerra. Estos países tuvieron que reconstruir sus economías y sociedades desde cero. Esto creó una situación en la que se eliminaron los viejos grupos de interés y las estructuras burocráticas ineficaces, lo que permitió poner en marcha profundas reformas económicas y estructuras más eficientes. La destrucción total también creó una sensación de urgencia y necesidad que permitió adoptar políticas radicales de reforma económica que, en circunstancias normales, habrían sido bloqueadas por los grupos de interés existentes. Estas nuevas políticas han fomentado la competencia, la innovación y la eficiencia, dando lugar a tasas de crecimiento económico muy elevadas. Además, Alemania y Japón se beneficiaron de la ayuda y el apoyo de Estados Unidos en sus esfuerzos de reconstrucción, a través del Plan Marshall para Europa y el apoyo directo a Japón. Es esta combinación de factores la que, según Olson, explica el "renacimiento económico" de estos dos países tras la guerra.

Según la teoría de Mancur Olson, el lento crecimiento económico y la ingobernabilidad de Gran Bretaña después de 1945 pueden explicarse por la acumulación de grupos de interés especializados (o "grupos de distribución", como él los denomina) a lo largo del tiempo. Estos grupos tienden a formarse y consolidarse en sociedades estables, donde tratan de promover sus propios intereses, a menudo en detrimento del conjunto de la sociedad. Por ejemplo, los sindicatos poderosos pueden conseguir beneficios para sus miembros, como salarios más altos, pero esto puede suponer mayores costes para las empresas y una pérdida de competitividad para la economía en su conjunto. Del mismo modo, las empresas bien establecidas pueden tratar de proteger sus posiciones mediante normativas favorables que obstaculicen la competencia y la innovación. Según Olson, este comportamiento puede, a largo plazo, obstaculizar la eficiencia económica y la capacidad del gobierno para aplicar reformas. Este sería el caso de Gran Bretaña después de 1945, donde la acumulación de tales grupos de interés y burocracia habría provocado un relativo estancamiento económico y problemas de gobernanza. Esto contrasta con países como Alemania y Japón, que pudieron empezar de nuevo tras la Segunda Guerra Mundial, sin las trabas de estos grupos de interés atrincherados.

En su libro "The Rise and Decline of Nations" (1982), Mancur Olson explica que algunas naciones prosperan mientras otras se estancan o declinan. Sus teorías son bastante amplias y abarcan el análisis del auge y declive de diversas naciones a lo largo de la historia, como Gran Bretaña, Francia, Holanda, India y China. En cuanto a Gran Bretaña, Francia y los Países Bajos, Olson examina cómo estos países emergieron como potencias dominantes en los albores de la era moderna. Lo atribuye en parte a la acumulación de derechos de propiedad, leyes estables e instituciones políticas que fomentaban el comercio y la inversión. Estos factores permitieron a estos países cosechar todos los beneficios económicos de la primera revolución industrial. En cuanto a China e India en el siglo XIX, Olson ofrece una perspectiva diferente. Sostiene que estos países experimentaron un largo periodo de estancamiento debido a la falta de derechos de propiedad bien definidos y a la pesada burocracia, que obstaculizaron el desarrollo económico. Además, en estos países, los grupos de interés establecidos (como los gremios de comerciantes y las castas) podrían haber bloqueado la reforma y la innovación, contribuyendo a su relativo estancamiento durante este periodo.

Detalles de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

La racionalidad de los fines y los medios[modifier | modifier le wikicode]

La teoría de la elección racional, aparte de la obra de Olson, representa una tradición teórica y metodológica dominante en muchas disciplinas, como la economía, la sociología y la ciencia política. Este enfoque se centra en la idea de que los individuos toman decisiones racionales basadas en sus intereses personales. Según esta teoría, los individuos son considerados actores racionales que buscan maximizar su utilidad o beneficio. Las decisiones que toman son, por tanto, el resultado de una evaluación racional de los costes y beneficios de las distintas opciones disponibles. Se espera que los individuos elijan la opción que les ofrezca la mejor relación coste/beneficio. La teoría de la elección racional es especialmente útil para comprender y predecir el comportamiento en situaciones en las que los individuos tienen opciones claras y las consecuencias de sus elecciones son relativamente predecibles. Sin embargo, este enfoque también ha sido criticado por suponer que los individuos son siempre perfectamente racionales y capaces de evaluar con precisión los costes y los beneficios, lo que no siempre ocurre en la realidad.

La teoría de la elección racional recibe distintos nombres según el campo en el que se utilice, pero todos se basan en el mismo concepto fundamental. La "teoría de la elección pública" es una rama de la economía que estudia cómo se toman las decisiones políticas y cómo afectan a la economía. Utiliza las herramientas de la teoría de la elección racional para analizar las acciones de los individuos en el contexto político, ya sean votantes, políticos o burócratas. Trata de entender cómo estos actores toman decisiones y cómo estas decisiones afectan a las políticas públicas. La "economía política positiva", por su parte, es un enfoque que aplica la teoría de la elección racional al estudio de la política económica. Examina cómo los agentes económicos, como las empresas y los consumidores, toman decisiones y cómo estas decisiones afectan a la economía en su conjunto. En resumen, aunque estas distintas aplicaciones de la teoría de la elección racional tienen nombres diferentes, todas comparten el mismo supuesto fundamental: los individuos toman decisiones sopesando racionalmente los costes y los beneficios.

La teoría de la elección racional parte del supuesto de que los individuos son agentes racionales que toman decisiones basándose en una evaluación de costes y beneficios, con el fin de alcanzar sus objetivos personales. Esta forma de racionalidad suele denominarse "racionalidad instrumental" o "racionalidad de fines y medios". Según este enfoque, un individuo se considera "racional" si es capaz de ordenar sus preferencias de forma coherente (sabe qué prefiere a qué) y si elige siempre la acción que, en su opinión, maximizará su utilidad o beneficio. Esto implica que cada actor tiene una comprensión clara de sus objetivos, que es capaz de identificar todos los medios posibles para alcanzarlos y que es capaz de evaluar la probabilidad de éxito de cada opción para hacer la mejor elección posible.

Defensores y críticos de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

La teoría de la elección racional tiene ambiciones bastante amplias. Sus defensores afirman que es capaz de explicar y predecir el comportamiento en una gran variedad de contextos. Como teoría totalizadora o metateoría, pretende unificar distintos ámbitos de investigación y proporcionar un marco común para comprender el comportamiento humano. Por este motivo, la teoría de la elección racional se ha aplicado a una gran variedad de campos, como la economía, la ciencia política, el derecho, la sociología e incluso la psicología. En cada uno de estos campos, la teoría de la elección racional se utiliza para explicar cómo los individuos toman decisiones para maximizar su utilidad.

La teoría de la elección racional suele considerarse un enfoque más "científico" por su rigor metodológico, su previsibilidad y su capacidad para generar hipótesis comprobables. Los investigadores que utilizan este enfoque suelen adoptar una metodología positivista, intentando observar y medir objetivamente el comportamiento y las decisiones de los individuos.

El enfoque de la elección racional puede ayudar a estructurar y clarificar el pensamiento, formular hipótesis precisas y desarrollar teorías más sólidas y sustanciales. También puede facilitar la acumulación de conocimientos al permitir a los investigadores basarse en los trabajos existentes, probar y refutar hipótesis y mejorar progresivamente sus modelos y teorías.

Sin embargo, es importante señalar que este enfoque también tiene sus limitaciones. Como ya se ha dicho, a veces puede ignorar aspectos importantes del comportamiento humano, como las emociones, las normas sociales y los límites cognitivos. Además, al centrarse principalmente en el comportamiento individual, puede pasar por alto las estructuras sociales y culturales que pueden influir en el comportamiento de grupos o comunidades.

En general, la teoría de la elección racional puede ser una herramienta valiosa para comprender el comportamiento humano, pero debe utilizarse de forma crítica y complementarse con otros enfoques y perspectivas.

Aplicación de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

Históricamente, la teoría de la elección racional se ha aplicado ampliamente al estudio de diversos fenómenos políticos y sociales, como la acción colectiva, las elecciones y la competencia entre partidos políticos. Entre las aplicaciones más notables de este enfoque se encuentra el análisis de la "paradoja del voto". La paradoja del voto, que ha sido ampliamente estudiada a través del prisma de la teoría de la elección racional, pone de relieve la aparente irracionalidad del comportamiento electoral. Según un análisis puro de coste-beneficio, un individuo racional podría optar por no votar, porque el coste (en términos de tiempo, esfuerzo y recursos) de acudir a las urnas suele ser mayor que el impacto marginal que su voto podría tener en el resultado de las elecciones. En otras palabras, la probabilidad de que un voto individual cambie el resultado de unas elecciones es extremadamente baja, por lo que desde la perspectiva de la teoría de la elección racional no tendría sentido votar. Sin embargo, en la realidad, muchas personas siguen votando a pesar de estos costes. Esto ha llevado a algunos investigadores a proponer explicaciones alternativas para este comportamiento, como el sentido del deber cívico, la autoexpresión o la satisfacción de participar en un proceso democrático. Estos factores pueden actuar como incentivos para votar, incluso cuando el voto no es "racional" desde un punto de vista estrictamente económico.

La paradoja del voto es un importante tema de debate en la teoría de la elección racional y, más ampliamente, en la ciencia política y económica. Pone de relieve una contradicción aparentemente insoluble entre la teoría económica racional del comportamiento humano y la realidad observada de las elecciones democráticas. Según la teoría de la elección racional, dado que el coste de votar (en tiempo, energía y a veces dinero) es generalmente mayor que el beneficio esperado (la baja probabilidad de que el voto de uno sea decisivo en unas elecciones), los individuos racionales no deberían votar. Sin embargo, en la realidad, muchas personas siguen votando, incluso en contextos en los que es poco probable que su voto influya en el resultado. Los investigadores han propuesto varias explicaciones para esta paradoja. Algunas teorías sugieren que la gente vota por deber cívico, por un deseo de autoexpresión o por la sensación de satisfacción que les produce participar en un proceso democrático. Otras sugieren que las personas pueden sobrestimar la probabilidad de que su voto sea decisivo, o que pueden obtener un beneficio intrínseco del propio proceso de votación. Este debate sobre la paradoja del voto es un ejemplo de cómo puede utilizarse la teoría de la elección racional para examinar cuestiones complejas del comportamiento humano, y también ilustra algunas de las limitaciones y retos asociados a la aplicación de este enfoque.

Desde la década de 1990, la aplicación de la teoría de la elección racional se ha extendido ampliamente a diversos temas de las ciencias sociales. Los investigadores han empezado a utilizar este marco teórico para explorar cuestiones relacionadas con la democratización, el nacionalismo, la etnicidad y otras formas de movilización social y política. En el contexto de la democratización, por ejemplo, la teoría de la elección racional puede utilizarse para analizar cómo los actores políticos deciden apoyar o resistirse a las reformas democráticas. Puede ayudar a comprender los cálculos estratégicos que hacen las élites gobernantes cuando se plantean ceder parte de su autoridad, o el modo en que los ciudadanos de a pie deciden unirse a movimientos prodemocráticos. En el campo de la movilización étnica y el nacionalismo, la teoría de la elección racional puede utilizarse para analizar por qué determinados grupos étnicos o nacionales deciden movilizarse en favor de los derechos colectivos, y por qué determinados individuos deciden unirse a estos movimientos. Por ejemplo, los investigadores pueden utilizar esta teoría para examinar cómo sopesan los individuos los costes y beneficios de identificarse con un grupo étnico o nacional, y cómo influyen estos cálculos en su disposición a participar en acciones colectivas.

Estas extensiones de la teoría de la elección racional muestran cómo este marco puede utilizarse para analizar una amplia variedad de comportamientos políticos y sociales. Sin embargo, también muestran los retos que plantea la aplicación de este enfoque a contextos complejos y variables, en los que muchos factores pueden influir en el comportamiento de las personas.

Tipo de razonamiento utilizado[modifier | modifier le wikicode]

La teoría de la elección racional utiliza el razonamiento deductivo para formular predicciones y explicaciones sobre el comportamiento de los individuos. Este tipo de razonamiento comienza con la formulación de hipótesis generales, que luego se utilizan para deducir predicciones específicas que pueden comprobarse empíricamente.

La hipótesis básica de la teoría de la elección racional es que los individuos actúan para maximizar su utilidad o beneficio personal, dadas las restricciones a las que se enfrentan. A partir de este supuesto, podemos deducir varias predicciones sobre el comportamiento de los individuos en distintas situaciones. Por ejemplo, si suponemos que los individuos son racionales y buscan maximizar su utilidad, podemos predecir que elegirán comprar un bien o servicio si creen que los beneficios que obtendrán de él serán mayores que el coste que tendrán que pagar. Del mismo modo, podemos predecir que elegirán votar si creen que los beneficios de votar (por ejemplo, influir en el resultado de las elecciones) superan los costes (por ejemplo, el tiempo y el esfuerzo necesarios para acudir a las urnas). Estas predicciones pueden comprobarse empíricamente examinando el comportamiento real de los individuos. Si las predicciones resultan ser correctas, se refuerza la validez de la teoría de la elección racional. Si las predicciones no resultan acertadas, ello puede indicar que es necesario revisar o perfeccionar el supuesto básico de la teoría.

El trabajo de Mancur Olson es un ejemplo clásico de la aplicación del razonamiento deductivo en las ciencias sociales. Mancur Olson utiliza un enfoque deductivo para desarrollar su teoría de la acción colectiva. Este enfoque comienza con el establecimiento de postulados básicos, que luego se desarrollan de forma lógica y sistemática para generar predicciones o proposiciones. A continuación, estas proposiciones, que no son triviales sino que se derivan directamente de los postulados básicos, se ponen a prueba empíricamente. Si el análisis empírico confirma estas predicciones, se refuerza la validez de la teoría. En cambio, si el análisis empírico no las confirma, ello sugiere que es necesario revisar el marco teórico. Este planteamiento está en el corazón de la metodología científica y es característico del enfoque de la teoría de la elección racional.

Los postulados de la teoría de la elección racional pueden variar en cuanto a su realismo. Pueden basarse en observaciones precisas y concretas del mundo real, o pueden ser más teóricos y especulativos. Los postulados más abstractos pueden generar ideas nuevas y creativas, lo que puede ser un punto fuerte de este enfoque. Permite a los investigadores desarrollar modelos de comportamiento político basados en principios racionales, aunque estos modelos se basen en postulados más especulativos o teóricos. A continuación, estos modelos pueden ponerse a prueba empíricamente para comprobar hasta qué punto se corresponden con la realidad.

L'engagement politique peut être motivé par différentes raisons. Certaines personnes s'engagent en politique parce qu'elles portent en elles des idées fortes et des projets de société qu'elles aimeraient voir se réaliser à l'échelle locale, régionale ou nationale. Elles sont motivées par le désir d'influencer le monde conformément à leurs valeurs. D'autre part, certains politiciens peuvent être principalement motivés par la volonté de se maintenir au pouvoir (ce qu'on appelle le "office-seeking"). Dans cette perspective, le but principal n'est pas nécessairement de mettre en œuvre un programme politique spécifique, mais plutôt de faire les compromis nécessaires pour conserver leur poste et leur siège. Ce postulat peut sembler cynique, mais il est souvent utilisé dans la théorie du choix rationnel pour expliquer certains comportements politiques.

Muchos investigadores que trabajan en la teoría de la elección racional se centran en la idea de la "búsqueda de cargos", es decir, el deseo de mantener u obtener una posición de poder, más que en la "búsqueda de políticas", es decir, el deseo de aplicar políticas específicas. Esto se debe a que la teoría de la elección racional a menudo intenta modelar el comportamiento de los actores políticos en términos de maximización de su utilidad. En este marco, la obtención y el mantenimiento de una posición de poder (búsqueda de cargos) suele considerarse una forma de utilidad. Además, este enfoque permite predecir y explicar una amplia gama de comportamientos políticos, como la modificación de las propias posiciones políticas en respuesta a los cambios en la opinión pública o la formación de coaliciones con otros partidos políticos. En cambio, la búsqueda de políticas es un concepto más difícil de cuantificar y modelizar, ya que implica valores, ideologías y objetivos políticos que pueden ser muy diversos y a menudo subjetivos. No obstante, algunos investigadores del campo de la teoría de la elección racional también intentan tener en cuenta la búsqueda de políticas en sus modelos, asumiendo, por ejemplo, que los actores políticos intentan maximizar el impacto de sus políticas preferidas.

Metodología de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

Los investigadores que utilizan la teoría de la elección racional suelen recurrir a herramientas matemáticas formales para modelizar el comportamiento de los actores. La teoría de juegos es uno de los métodos más utilizados en este contexto. La teoría de juegos es una herramienta analítica para estudiar situaciones en las que los resultados dependen de las interacciones entre distintos jugadores. Se basa en la idea de que estos jugadores toman decisiones racionales para maximizar su propia utilidad. También supone que cada jugador tiene en cuenta las posibles reacciones de los demás a la hora de tomar decisiones. En política, por ejemplo, la teoría de juegos puede utilizarse para analizar diversas situaciones, como las negociaciones entre partidos políticos, la competición electoral, las estrategias de voto, la formación de coaliciones, etc.

La ontología, en el contexto de las ciencias sociales, se refiere a los supuestos fundamentales que hacemos sobre la naturaleza de la realidad, es decir, qué existe, cómo existe y cómo podemos conocerla. Estos supuestos sustentan todas las teorías y enfoques de las ciencias sociales, incluida la teoría de la elección racional. La teoría de la elección racional, por ejemplo, asume que los individuos son actores racionales que toman decisiones para maximizar su propio bienestar. También supone que estas decisiones pueden modelarse matemáticamente y predecirse con exactitud. Estos supuestos tienen importantes implicaciones para la forma en que los investigadores que utilizan este enfoque diseñan y llevan a cabo sus investigaciones.

El individualismo metodológico es un enfoque de la investigación social que considera que cualquier explicación de los fenómenos sociales debe basarse en las acciones e intenciones de los individuos. Se opone a la idea de holismo, que sugiere que los grupos o sociedades pueden tener características que no pueden explicarse únicamente por las acciones de los individuos que los componen. Según el individualismo metodológico, los grupos, las instituciones y las sociedades no son más que la suma de sus partes individuales. Por ejemplo, si se observa un determinado comportamiento grupal, la teoría de la elección racional y el individualismo metodológico sugieren que este comportamiento debe entenderse en términos de las acciones y decisiones individuales que condujeron a ese resultado colectivo.

Según la teoría de la elección racional, las acciones o decisiones de un grupo son el resultado de las acciones y decisiones individuales de sus miembros. Este enfoque suele denominarse individualismo metodológico. Así, un cambio de líder en un partido político sería el resultado de las decisiones individuales de los miembros del partido y no una decisión colectiva del propio partido. Las decisiones de cada miembro se guían por su propia evaluación racional de sus intereses, incluido su deseo de que el partido tenga éxito. Por eso, los teóricos de la elección racional podrían criticar afirmaciones como "el partido ha cambiado de líder", ya que esto implica algún tipo de voluntad colectiva o conciencia de grupo, lo que contradiría el principio fundamental del individualismo metodológico. En su opinión, sería más exacto decir que los miembros individuales del partido eligieron cambiar de líder.

Dinámica dentro de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

El siguiente diagrama resume los principios fundamentales de la teoría de la elección racional y cómo se relacionan entre sí. He aquí cómo podrían relacionarse estos conceptos:

  • Posición material: es la situación objetiva de un individuo en términos de recursos materiales y sociales. Define las posibilidades de que dispone el individuo y puede influir en sus intereses y preferencias.
  • Interés: Es lo que un individuo considera que le beneficia. Los intereses suelen definirse en función de la posición material del individuo.
  • Preferencia: es la evaluación subjetiva que hace el individuo de los distintos resultados posibles en función de sus intereses. Las preferencias determinan las elecciones que probablemente hará el individuo.
  • Estrategia/elección: Son las acciones específicas que un individuo decide emprender para alcanzar sus objetivos, basándose en sus preferencias. Las elecciones se guían por una evaluación racional de costes y beneficios.
  • Poder político: Capacidad de un individuo para influir en las decisiones políticas y promover sus intereses.
  • Interacción: es el proceso por el cual las elecciones y acciones de los individuos influyen en las de los demás y son influidas por ellas. Las interacciones pueden tener lugar en diversos contextos, incluidos los procesos políticos y sociales.

La teoría de la elección racional sugiere que todos estos elementos están vinculados de forma dinámica y que desempeñan un papel en la determinación del comportamiento político de los individuos.

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Supuestos básicos de la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

La teoría de la elección racional toma al individuo como unidad básica, aunque también puede aplicarse a grupos o Estados. Desde esta perspectiva, la posición material del individuo -es decir, su posición en términos de recursos y poder político- desempeña un papel clave en la definición de sus intereses y deseos. Un postulado clave de la teoría de la elección racional es que los individuos actúan de forma que maximicen la satisfacción de sus deseos o intereses. En otras palabras, tratan de obtener el mejor resultado posible dados sus recursos y limitaciones. En esta actuación influye la escasez, que es una característica fundamental de los recursos y los bienes en la sociedad. Debido a esta escasez, los individuos deben elegir cómo utilizar sus recursos para alcanzar sus objetivos, y estas elecciones se guían por una evaluación racional de costes y beneficios.

La teoría de la elección racional postula que cada individuo se enfrenta a una escasez de recursos, ya sean físicos, mentales, temporales o financieros. Esto significa que los individuos no pueden satisfacer todos sus deseos y, por lo tanto, deben elegir cómo utilizar sus limitados recursos para alcanzar sus objetivos. En cuanto a las capacidades físicas y mentales, cada individuo tiene un cierto nivel de fuerza, resistencia, inteligencia, etc., y estas capacidades pueden utilizarse para alcanzar diversos objetivos. Sin embargo, estas capacidades son limitadas y su uso para un objetivo específico puede significar que no estén disponibles para otros objetivos. Del mismo modo, el tiempo es un recurso limitado. Cada individuo dispone de un número fijo de horas al día, y utilizar el tiempo para una actividad específica significa que no está disponible para otras actividades. Por último, la capacidad financiera, que puede considerarse una medida de la cantidad de bienes y servicios que una persona puede permitirse, también es limitada. Utilizar el dinero para un fin determinado significa que no está disponible para otros fines. Estas limitaciones también se aplican a los grupos y los Estados. Los grupos disponen de recursos limitados (número de miembros, fondos disponibles, etc.) que deben utilizar de forma óptima para alcanzar sus objetivos. Del mismo modo, los gobiernos tienen recursos limitados (por ejemplo, presupuesto público, personal) que deben gestionar eficazmente para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos.

En la teoría de la elección racional, cada individuo no está aislado, sino que forma parte de un sistema más amplio de interacciones sociales. Las acciones de una persona pueden y se ven afectadas por las acciones de otras. Cada individuo se enfrenta a la competencia de los demás por el acceso a unos recursos limitados y la consecución de sus objetivos. Por eso los individuos no sólo deben tener en cuenta sus propios deseos y recursos, sino también prever las estrategias de los demás y reaccionar ante ellas. Esto puede significar cooperar, negociar, competir o luchar con otros para lograr sus objetivos. Esta interacción con los demás puede limitar la capacidad de un individuo para satisfacer sus deseos.

La teoría de la elección racional considera que los individuos, o actores, se enfrentan a situaciones en las que tienen que elegir. Se supone que cada elección debe maximizar su beneficio o minimizar su pérdida, dadas las limitaciones y oportunidades de que disponen. Las limitaciones pueden ser materiales, como la falta de recursos, o sociales, como la presión del grupo o las normas sociales. Las oportunidades pueden ser materiales o de prestigio social, por ejemplo. Como los recursos son limitados y los deseos numerosos y a menudo contradictorios, los individuos se ven abocados a priorizar unos deseos sobre otros, a hacer concesiones y a desarrollar estrategias para alcanzar sus objetivos. Este proceso de toma de decisiones es el núcleo de la teoría de la elección racional.

La teoría de la elección racional supone que los individuos, o actores, dan prioridad a sus deseos o preferencias. En otras palabras, conceden más importancia a determinadas satisfacciones que a otras. Esta jerarquía de deseos suele ilustrarse mediante una escala de preferencias o una "función de utilidad", que asigna un valor a cada opción posible en función de su atractivo para el individuo. Por ejemplo, un individuo puede preferir la satisfacción de triunfar profesionalmente a la de mantener un cierto nivel de vida, o viceversa. Esta clasificación de las preferencias ayuda a los individuos a tomar decisiones cuando los recursos son limitados y tienen que hacer concesiones.

La teoría de la elección racional se basa en el principio de que cada individuo busca maximizar su utilidad, es decir, alcanzar el mayor nivel de satisfacción posible dadas sus preferencias y las limitaciones a las que se enfrenta. Esta utilidad es una medida de la satisfacción que el individuo obtiene de un determinado estado de cosas. En el proceso de toma de decisiones, el individuo evalúa cada opción disponible en función de la utilidad que le proporciona y elige la que maximiza su utilidad. En otras palabras, el individuo elige la opción que le proporciona la mayor felicidad o satisfacción, dadas sus preferencias y las limitaciones a las que se enfrenta. En este contexto, la racionalidad se refiere a la capacidad del individuo para tomar decisiones que maximicen su utilidad, teniendo en cuenta tanto sus preferencias como las limitaciones a las que se enfrenta.

Estrategias según la teoría de la elección racional[modifier | modifier le wikicode]

Los términos "estrategias" y "acción" suelen utilizarse indistintamente en este contexto. Ambos se refieren a los medios, métodos o planes aplicados por un individuo para alcanzar sus objetivos o deseos. La estrategia es una secuencia de acciones, comportamientos o decisiones planificadas y estructuradas que un individuo utiliza para alcanzar sus objetivos. Generalmente se basa en un análisis del entorno en el que opera el individuo, sus propios puntos fuertes y débiles, y las oportunidades y amenazas a las que se enfrenta. La acción, por su parte, es una actividad o medida adoptada por el individuo para alcanzar sus objetivos. Puede ser espontánea o planificada, y suele estar guiada por la estrategia del individuo.

En la teoría de la elección racional, se supone que un individuo siempre tomará la decisión que maximice su utilidad o, en otras palabras, que le permita alcanzar sus objetivos de la forma más eficiente y beneficiosa posible. Este principio se basa en la idea de que los individuos son racionales y buscan maximizar su bienestar o satisfacción. Por lo tanto, cuando se enfrentan a una decisión, evaluarán las distintas opciones de que disponen y elegirán la que les reporte el mayor beneficio, dadas las limitaciones y los recursos de que disponen. También es importante señalar que, según esta teoría, los individuos son flexibles en su elección de estrategias. No tienen una estrategia preferida, sino que eligen la que les parece más eficaz para alcanzar sus objetivos en una situación determinada.

Para simplificar, tomemos dos individuos: un empleado y un inversor. Sus intereses y preferencias varían en función de la situación económica. El empleado, que depende de su empleador, da prioridad a una tasa de desempleo nacional baja. Para él, una tasa de desempleo elevada representa una amenaza de pérdida de empleo y, por tanto, un riesgo financiero y económico importante. El inversor, que posee muchos activos e inversiones, prefiere una inflación baja a un desempleo bajo. Sus activos financieros pierden valor en caso de inflación alta, porque el valor de sus activos disminuye de año en año. El trabajador también prefiere una tasa de inflación baja para que sus ahorros prosperen, pero valora más una tasa de desempleo baja.

La estrategia que un actor decida adoptar se verá influida por las medidas que espera que tomen otros actores, así como por la posibilidad de formar coaliciones con ellos. La capacidad de aplicar una política acertada dependerá de las diferentes competencias de los distintos actores, de la información disponible y de otros aspectos del entorno. La estrategia desarrollada por un actor también se verá influida por los métodos y acciones desplegados por los demás actores.

Una persona racional puede definirse como alguien que busca satisfacer sus deseos optando por la acción o estrategia que maximiza su utilidad. En otras palabras, elegirá la opción que le ofrezca el mayor beneficio al analizar los costes y beneficios de las distintas opciones.

Diversidad de preferencias y comportamientos[modifier | modifier le wikicode]

Determinación de las preferencias de las partes interesadas[modifier | modifier le wikicode]

La noción de homoeconomicus -el individuo racional y bien informado que siempre busca maximizar su utilidad- es una simplificación concebida para facilitar el análisis económico. En realidad, el comportamiento humano es mucho más complejo y puede estar influido por muchos factores distintos de la maximización de la utilidad individual. El altruismo es un ejemplo de comportamiento que no queda totalmente explicado por el modelo homoeconomicus. Algunas personas pueden elegir actuar de forma que beneficie a los demás, aunque ello implique un coste personal o una reducción de su propia utilidad. La teoría de la utilidad interdependiente es una ampliación de la teoría de la utilidad estándar que puede utilizarse para modelar el altruismo. Según esta teoría, la utilidad de un individuo depende no sólo de su propio consumo o decisiones, sino también de los de los demás. De este modo, una persona puede obtener placer o satisfacción ayudando a los demás, lo que puede explicar el comportamiento altruista. Otras teorías, como la teoría de la donación altruista, la teoría de la reciprocidad y la teoría del comportamiento prosocial, también pueden ofrecer explicaciones sobre el altruismo y otros comportamientos que no están directamente orientados a maximizar la utilidad individual.

El concepto de racionalidad, tal como se utiliza en economía y en la teoría de la elección, es una cuestión de eficacia y coherencia en la persecución de los propios objetivos, sea cual sea el contenido de éstos. Una persona puede ser totalmente racional si persigue objetivos altruistas o desinteresados. Para que una decisión se considere racional en este contexto, simplemente tiene que ser la acción que se perciba como más probable para alcanzar el objetivo del individuo, dada la información disponible. Por ejemplo, si el principal objetivo de una persona es ayudar a los demás, lo racional sería que donara a una organización benéfica o dedicara su tiempo al voluntariado.

La racionalidad, en el contexto de la teoría de la elección, no es incompatible con el altruismo o la consideración del bienestar colectivo. El altruismo, en este caso, puede considerarse una preferencia o un objetivo individual, al igual que la maximización de la riqueza personal o la consecución de un objetivo personal. Un individuo que decide sacrificar parte de su consumo personal por el bien público puede estar maximizando su utilidad o satisfacción personal, si esta acción es coherente con sus valores o preferencias individuales. Por ejemplo, si un individuo obtiene una gran satisfacción personal ayudando a los demás, o si valora mucho contribuir al bienestar de la comunidad, entonces sería racional que hiciera sacrificios personales para contribuir a los bienes públicos. Estas acciones son totalmente coherentes con el marco de la teoría de la elección racional. Lo que importa para la racionalidad en este contexto es la coherencia y la eficacia en la persecución de los objetivos individuales, sean cuales sean. El contenido específico de estos objetivos puede variar mucho de un individuo a otro, y puede incluir preferencias altruistas o de bienestar colectivo.

Desde el punto de vista de la teoría de la elección racional, el altruismo es perfectamente compatible con la racionalidad. Lo importante aquí es la noción de "preferencias": si un individuo tiene preferencia por ayudar a los demás o contribuir a la comunidad (lo que podríamos llamar "altruismo"), actuar de acuerdo con esa preferencia es perfectamente racional. La teoría de la elección racional no estipula cuáles deben ser las preferencias de un individuo. En cambio, postula que los individuos tienen preferencias (cualesquiera que sean) y que tratan de maximizar la satisfacción de esas preferencias. Esto significa que si un individuo prefiere acciones altruistas (como donar a la caridad o ayudar a un vecino en dificultades), entonces estas acciones están en consonancia con sus preferencias y, por lo tanto, son racionales. La racionalidad, en este contexto, es por tanto más una cuestión de coherencia (actuar de acuerdo con las propias preferencias) y eficiencia (elegir acciones que maximicen la satisfacción de las propias preferencias) que una cuestión del objeto específico de estas preferencias. Las preferencias pueden basarse en intereses personales, valores éticos, consideraciones sociales, etcétera. Si un individuo valora el altruismo, actuar de forma altruista es una acción racional para él.

La racionalidad, tal como se define en la teoría de la elección racional, no es equivalente al egoísmo. Más bien es una medida de la coherencia de las acciones de un individuo con sus propias preferencias o valores, sea cual sea su naturaleza. Un individuo que valora el altruismo y actúa en consecuencia es tan racional como alguien que valora el interés propio. Ambos individuos maximizan su utilidad personal, aunque la naturaleza exacta de esa utilidad puede variar. Para el primer individuo, la utilidad puede provenir de la satisfacción personal que obtiene al ayudar a los demás o de la realización de sus valores altruistas. Para el segundo, la utilidad puede estar más directamente vinculada a las ganancias materiales o a la satisfacción de los deseos personales. En ambos casos, cada individuo actúa de forma que maximice su utilidad personal, de acuerdo con sus preferencias y valores individuales. Esto ilustra la flexibilidad de la teoría de la elección racional: puede dar cabida a una gran variedad de preferencias y comportamientos, siempre que sean coherentes con la idea de maximización de la utilidad. Por eso se utiliza tanto en las ciencias sociales, como la economía, la ciencia política y la sociología.

Según el marco de la teoría de la elección racional, elegir una acción que ofrece menos satisfacción que otra opción disponible se consideraría un comportamiento irracional. Sin embargo, es importante señalar que lo que consideramos "racional" depende mucho de cómo definamos las preferencias y la utilidad. Por ejemplo, una persona puede optar por hacer donaciones a obras de caridad, aunque ello suponga tener menos dinero para gastar en sus propias actividades de ocio. Desde una perspectiva estrictamente económica, esto podría parecer irracional. Sin embargo, si consideramos que el individuo obtiene satisfacción ayudando a los demás (es decir, valora el altruismo), esta elección es totalmente racional. En última instancia, la teoría de la elección racional supone que los individuos son capaces de sopesar los costes y beneficios de distintas acciones y elegir la que maximiza su satisfacción global, dadas sus preferencias individuales.

En el contexto de la teoría de la elección racional, la curva de indiferencia ilustra las combinaciones de bienes u opciones entre las que un individuo es indiferente, es decir, obtiene el mismo nivel de satisfacción (o utilidad) de cada una de ellas. Si un individuo elige conscientemente una opción que se encuentra en una curva de indiferencia inferior, significa que está optando por un nivel de satisfacción o utilidad inferior al que podría obtener con otra opción disponible. Esto se consideraría un comportamiento irracional según la teoría de la elección racional.

Según la teoría de la elección racional, una acción así se consideraría irracional. Uno de los postulados de esta teoría es que los individuos actúan de forma que maximicen su utilidad o satisfacción, lo que implica sopesar los costes y beneficios de las distintas opciones antes de tomar una decisión. Si un individuo decide deliberadamente no evaluar los posibles resultados de sus acciones, no está maximizando su satisfacción racionalmente según esta teoría. Sin embargo, es importante señalar que la realidad puede ser más compleja. Por ejemplo, un individuo puede decidir no evaluar los resultados potenciales de sus acciones porque valora más la espontaneidad, la intuición o un determinado código moral que la maximización de la utilidad. Además, puede haber situaciones en las que no sea posible o realista calcular con exactitud todos los costes y beneficios, ya sea por falta de tiempo, por la incertidumbre inherente a la situación o por la falta de información necesaria para hacer esa evaluación. En tales casos, los individuos pueden recurrir a la heurística o a reglas de decisión simplificadas. Este comportamiento puede parecer irracional en el marco estricto de la teoría de la elección racional, pero puede ser racional en el contexto de las limitaciones e incertidumbres reales a las que se enfrentan los individuos.

Determinación de las preferencias de los actores[modifier | modifier le wikicode]

Comprender las preferencias de las personas es fundamental para analizar sus acciones y decisiones. Según la teoría de la elección racional, las partes interesadas toman decisiones en función de sus preferencias, tratando de maximizar su utilidad o satisfacción. Existen varios métodos para determinar las preferencias de las partes interesadas. Algunos métodos incluyen encuestas y entrevistas en las que se pregunta explícitamente a las partes interesadas por sus preferencias. Sin embargo, este método tiene sus limitaciones. Las personas no siempre son capaces de expresar sus preferencias con claridad, pueden no querer revelar sus verdaderas preferencias o sus acciones pueden no corresponderse con lo que dicen preferir. Otro enfoque consiste en observar el comportamiento de los actores. La idea es que las acciones de los actores revelen sus verdaderas preferencias. Por ejemplo, si un actor gasta dinero en la compra de un bien o servicio, indica que prefiere ese bien o servicio. Del mismo modo, si un actor dedica tiempo y recursos a una actividad concreta, esto sugiere una preferencia por esa actividad. Sin embargo, este enfoque también tiene sus limitaciones. Las acciones de los agentes pueden verse limitadas por la escasez de recursos, las obligaciones sociales, las normas culturales, las normas jurídicas, etc. Por lo tanto, su comportamiento puede no reflejar plenamente sus preferencias. Por tanto, es posible que su comportamiento no refleje plenamente sus preferencias. En todos los casos, es importante combinar diferentes métodos y actuar con cautela a la hora de interpretar los datos sobre las preferencias de las partes interesadas. Identificar las preferencias es más un arte que una ciencia exacta.

La determinación de las preferencias de las partes interesadas en un análisis puede realizarse mediante tres métodos: conjetura, observación/inducción y deducción.

  1. Suposición: Este método implica hacer suposiciones razonables sobre cuáles podrían ser las preferencias de un actor. Por ejemplo, podemos suponer que un empresario está motivado por los beneficios o que un político busca la reelección. Estas suposiciones suelen basarse en modelos teóricos, estereotipos o generalizaciones, pero deben utilizarse con precaución, ya que pueden ser erróneas o demasiado simplistas.
  2. Observación/Inducción: Este método consiste en observar el comportamiento de un actor para deducir sus preferencias. Por ejemplo, si un individuo elige regularmente comer verduras en lugar de carne, podemos deducir una preferencia por las verduras. Del mismo modo, si un gobierno invierte mucho en educación, podemos deducir que la educación es una prioridad para ese gobierno. Sin embargo, este método también puede ser engañoso, ya que el comportamiento observable puede estar influido por muchos factores distintos de las preferencias personales.
  3. Deducción: este método consiste en utilizar reglas lógicas para deducir preferencias a partir de información conocida. Por ejemplo, si sabemos que un individuo prefiere las manzanas a los plátanos y los plátanos a las cerezas, podemos deducir que prefiere las manzanas a las cerezas. Del mismo modo, si sabemos que un país valora la democracia y la autonomía regional, podemos deducir que probablemente prefiere una estructura federal a una unitaria. La deducción requiere un conocimiento preciso de las preferencias y las reglas de preferencia, y puede complicarse cuando las preferencias son contradictorias o cambiantes.

Estos tres métodos pueden utilizarse de forma complementaria para obtener una imagen más completa y precisa de las preferencias de las partes interesadas. Siempre es aconsejable probar y validar los resultados obtenidos mediante estos métodos, ya que las preferencias pueden variar considerablemente en función del contexto y de las personas.

Suposición de maximización de beneficios[modifier | modifier le wikicode]

La maximización del beneficio es un supuesto fundamental de la economía neoclásica. Según este enfoque, las empresas tratan de maximizar sus beneficios equilibrando sus costes con sus ingresos. La idea es que, en un mercado competitivo, las empresas que no intentan maximizar sus beneficios corren el riesgo de verse desplazadas por las que sí lo hacen. Del mismo modo, se supone que los individuos tratan de maximizar su "utilidad" o bienestar. Esto se traduce generalmente en un intento de maximizar la satisfacción derivada del consumo de bienes y servicios, dadas las limitaciones financieras y de otro tipo.

Este enfoque es problemático para la ciencia política por dos razones:

  • En ciencia política, las preferencias de los actores pueden ser muy variadas, no sólo por la diversidad de los propios actores, sino también por la complejidad de los sistemas políticos en los que operan. Por lo tanto, es arriesgado asumir una preferencia homogénea para todos los actores. Incluso dentro de una misma categoría de actores -como individuos, grupos o Estados- siempre habrá cierta heterogeneidad de preferencias. Por ejemplo, no todos los individuos tienen las mismas prioridades políticas, no todas las organizaciones o grupos persiguen los mismos objetivos y no todos los Estados tienen los mismos intereses nacionales. Además, aunque un actor tenga una clara preferencia por un determinado resultado, la estrategia que adopte para conseguirlo puede verse influida por muchos otros factores, como las limitaciones de recursos, las incertidumbres del entorno y las acciones de otros actores. Por último, las preferencias de los actores pueden evolucionar con el tiempo, en respuesta a cambios en su entorno político y social, al aprendizaje de nueva información o a cambios en sus creencias y valores. El régimen internacional de armas nucleares, plasmado en el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), se enfrenta a intereses divergentes entre distintos Estados. Por un lado, Estados Unidos, como todos los países con armas nucleares, tiene interés en preservar su propio arsenal e impedir que otros Estados lo desarrollen. Desde su punto de vista, esto contribuye a la estabilidad estratégica y a la disuasión nuclear. Por otro lado, Irán, como otros países no nucleares, podría considerar la obtención de armas nucleares como un medio de aumentar su seguridad, prestigio e influencia regional. Sin embargo, Irán es signatario del TNP y apoya oficialmente la no proliferación nuclear. No obstante, su programa nuclear ha suscitado serias dudas sobre sus verdaderas intenciones, lo que ha provocado tensiones con Estados Unidos y otros países. Esto ilustra cómo distintos actores pueden tener preferencias diferentes en función de su posición e intereses. La teoría de la elección racional puede ayudar a comprender cómo estos actores navegan por este complejo panorama para perseguir sus objetivos.
  • Los Estados, como actores políticos, tienen un complejo conjunto de objetivos que se reflejan en diversas políticas públicas. Tienen que equilibrar las necesidades y deseos de muchos grupos de interés nacionales, al tiempo que tienen en cuenta la presión de los actores internacionales. Por ejemplo, en materia de seguridad nacional, un Estado puede tratar de maximizar su capacidad de defensa minimizando al mismo tiempo los costes y riesgos asociados a una militarización excesiva. En materia de educación, puede tratar de maximizar el acceso a la educación y mejorar la calidad de la enseñanza, teniendo en cuenta al mismo tiempo las limitaciones presupuestarias y las diferencias regionales. En materia de inmigración, puede tratar de controlar sus fronteras al tiempo que atrae a los trabajadores cualificados que necesita su economía. Estos objetivos pueden entrar a menudo en conflicto, obligando a los Estados a hacer concesiones y establecer prioridades. La teoría de la elección racional ayuda a comprender cómo los Estados toman estas decisiones, suponiendo que tratan de maximizar su utilidad dadas sus limitaciones. Por otra parte, aunque las empresas que operan en el mercado pueden tener objetivos más estrechos, como maximizar los beneficios o minimizar los costes, también deben navegar en un entorno complejo con múltiples limitaciones y oportunidades. Tienen que equilibrar las demandas de clientes, empleados, accionistas, reguladores y otras partes interesadas, al tiempo que tienen en cuenta la competencia y las condiciones del mercado. En este contexto, también puede considerarse que toman decisiones racionales para maximizar su utilidad. Las hipótesis, si se utilizan con criterio, pueden ser una herramienta valiosa en el análisis político. Sin embargo, es esencial justificar por qué se parte de una determinada hipótesis. Por ejemplo, en un análisis de la política económica de un Estado, podría suponerse que el Estado trata de maximizar el bienestar económico de sus ciudadanos. Este supuesto podría justificarse argumentando que los Estados que no buscan maximizar el bienestar económico de sus ciudadanos probablemente se enfrenten a la inestabilidad y al descontento público. Además, es importante señalar que los supuestos deben utilizarse con precaución. Pueden simplificar en exceso los complejos y diversos comportamientos de los actores políticos y, por tanto, llevar a conclusiones erróneas. En consecuencia, las hipótesis deben confrontarse con las pruebas empíricas y revisarse en caso necesario.

Método de observación/inducción[modifier | modifier le wikicode]

La inducción, u observación empírica, es otro método valioso para determinar las preferencias de los actores políticos. Este método consiste en observar el comportamiento de los actores en el pasado para deducir sus preferencias. Por ejemplo, si un Estado ha hecho hincapié históricamente en el desarrollo económico en detrimento de la protección del medio ambiente, podría deducirse que ese Estado valora más el desarrollo económico que la protección del medio ambiente. Sin embargo, es importante señalar que la observación del comportamiento pasado de un actor no siempre permite predecir con exactitud el comportamiento futuro. Las preferencias de los interesados pueden cambiar como consecuencia de nueva información, cambios en el entorno político, económico o social, u otros factores. Además, la observación del comportamiento pasado también puede estar sesgada por el acceso a la información. Por ejemplo, determinadas acciones políticas pueden llevarse a cabo en secreto y, por tanto, no ser observables.

Puede resultar difícil distinguir las preferencias (objetivos finales) de las estrategias (medios utilizados para alcanzar estos objetivos) al observar el comportamiento de los actores. Se trata de un reto importante en el análisis de las políticas. Un comportamiento concreto puede ser el resultado de distintas combinaciones de preferencias y estrategias, y sin una comprensión profunda del contexto puede ser difícil determinar las verdaderas motivaciones de un actor. Por ejemplo, si un Estado aumenta su presupuesto militar, puede interpretarse como una preferencia por una postura de defensa más agresiva. Sin embargo, también podría tratarse de una estrategia para negociar acuerdos de desarme más favorables, en cuyo caso la verdadera preferencia sería la paz y la estabilidad. También es posible que el comportamiento observable sea el resultado de limitaciones estructurales o institucionales, más que de preferencias o estrategias.

El ejemplo de la Política de Puertas Abiertas de Estados Unidos en 1899 pone de relieve la complejidad de identificar preferencias y estrategias. En este caso, la Política de Puertas Abiertas puede considerarse una estrategia adoptada por Estados Unidos para alcanzar su objetivo preferido de libre comercio. La política pretendía promover la igualdad de oportunidades para las naciones que comerciaban en China y disuadir a otras grandes potencias de establecer su propia esfera de influencia exclusiva en China. En otras palabras, la preferencia (el objetivo último) de Estados Unidos era mantener el acceso abierto a los mercados chinos en un contexto de competencia internacional. La Política de Puertas Abiertas fue la estrategia que utilizaron para lograr esta preferencia.

A menudo, los datos empíricos por sí solos pueden darnos una idea de lo que está ocurriendo, pero sin un contexto adicional o una teoría o marco que guíe nuestra interpretación, puede resultar difícil distinguir las preferencias de las estrategias. Pongamos un ejemplo sencillo: un político vota a favor de una determinada ley. Basándonos únicamente en este voto, podríamos sentirnos tentados de decir que el político "prefiere" esta medida. Sin embargo, con un poco más de contexto, podríamos descubrir que el político no apoya realmente la medida, sino que ha votado a favor como parte de un acuerdo más amplio con otros políticos, o para complacer a determinados votantes. En este caso, el voto es una estrategia, no una preferencia.

Enfoque deductivo[modifier | modifier le wikicode]

La deducción es un método utilizado habitualmente en la investigación en ciencias sociales, incluida la ciencia política. En este enfoque, se parte de una teoría o un conjunto de supuestos y se deducen predicciones o hipótesis que pueden ponerse a prueba. Por ejemplo, en los trabajos de Mancur Olson sobre la acción colectiva, parte del supuesto de que los individuos actúan racionalmente para maximizar su propio interés. Partiendo de este supuesto, deduce que es menos probable que los individuos contribuyan a la provisión de bienes colectivos (como la acción política organizada) si pueden beneficiarse de los esfuerzos de otros sin contribuir ellos mismos. Esta deducción puede comprobarse empíricamente examinando, por ejemplo, la participación en diversos tipos de acción colectiva. Este enfoque deductivo suele utilizarse junto con métodos inductivos (en los que se utilizan datos para elaborar nuevas teorías) en un proceso iterativo de elaboración de teorías, comprobación de hipótesis, revisión de teorías en función de los resultados, etc.

Los intereses materiales de un grupo suelen ser un factor determinante a la hora de responder a una política concreta. Estos intereses pueden incluir consideraciones económicas, como el impacto de la política en los ingresos, el empleo o la propiedad, pero también pueden abarcar otros ámbitos como la salud, la educación o el medio ambiente. La política suele considerarse un proceso de negociación entre distintos grupos con intereses materiales diferentes. Cada grupo tratará de influir en la política de manera que favorezca sus propios intereses, y el resultado final de la política vendrá determinado en gran medida por el equilibrio de poder entre estos diferentes grupos. Este enfoque se utiliza ampliamente en la ciencia política para comprender el comportamiento de los actores y predecir los resultados de las políticas. Al identificar los intereses materiales de los distintos grupos afectados por una política concreta, a menudo es posible predecir cómo reaccionarán y qué impacto tendrá la política sobre ellos.

El siguiente es un buen ejemplo de cómo las distintas partes interesadas pueden tener preferencias diferentes en función de sus intereses materiales. Los consumidores pueden apoyar la liberalización del sector aéreo porque podría abaratar los billetes de avión, mientras que los empleados de las aerolíneas tradicionales pueden oponerse porque podría suponer una presión a la baja sobre los salarios y las condiciones de trabajo. La política es a menudo un proceso de negociación entre estos diferentes grupos de interés. En última instancia, la dirección que toma la política depende del equilibrio de poder entre estos diferentes grupos, así como de otros factores como los valores e ideologías predominantes, la opinión pública y el contexto político y económico más amplio. Comprender esta dinámica puede ser muy útil para predecir los resultados de las políticas y entender por qué algunas se aplican y otras no. Además, puede ayudar a identificar a los posibles ganadores y perdedores de las distintas políticas, lo que a su vez puede informar los debates sobre la justicia y la equidad en la política.

Este método de inferir preferencias a partir de intereses materiales ofrece varias ventajas en el análisis de políticas. En primer lugar, nos permite sistematizar y organizar nuestra reflexión sobre las preferencias de los agentes. Al comprender cómo afecta una determinada política a los distintos agentes, podemos hacer suposiciones razonables sobre cómo es probable que reaccionen y qué posiciones es probable que adopten. En segundo lugar, al hacer que las preferencias de los agentes dependan de sus intereses materiales, este método nos permite tener en cuenta la forma en que las preferencias pueden cambiar en respuesta a la evolución de las condiciones materiales. Por ejemplo, si cambian las condiciones económicas, los agentes pueden reevaluar sus intereses y modificar sus preferencias en consecuencia. Por último, este método nos permite hacer predicciones sobre el comportamiento futuro de los agentes. Al comprender las preferencias de los interesados y las razones de esas preferencias, podemos intentar predecir cómo reaccionarán ante nuevas políticas o cambios en su entorno.

El principio de deducir las preferencias a partir de los intereses materiales puede aplicarse a muchos ámbitos políticos, incluida la regulación del mercado laboral. Por ejemplo, teniendo en cuenta sus intereses materiales, podemos suponer que :

  • Es probable que los trabajadores prefieran una regulación más estricta del mercado laboral, que puede ofrecer mayor seguridad en el empleo, mejores salarios y condiciones de trabajo más favorables.
  • Los empresarios, por su parte, pueden preferir una regulación menos estricta, que les permitiría reducir costes, aumentar la flexibilidad y adaptarse más rápidamente a los cambios del mercado.
  • Los consumidores pueden tener preferencias encontradas, dependiendo de si prefieren precios más bajos (que podrían verse facilitados por una regulación menos estricta) o el apoyo a unas buenas condiciones de trabajo para los empleados (que podría verse favorecido por una regulación más estricta).

Dicho esto, estas supuestas preferencias son generalizaciones y no tienen en cuenta los matices individuales. Por ejemplo, algunos trabajadores pueden preferir menos regulación si creen que podría crear más oportunidades de empleo, y algunos empresarios pueden preferir una regulación más estricta si significa menos competencia y mayor estabilidad del mercado. Por lo tanto, siempre es importante tener en cuenta el contexto específico y los factores individuales a la hora de evaluar las preferencias.

Anexos[modifier | modifier le wikicode]

  • Waltz, Kenneth N. Man, the State, and War; a Theoretical Analysis. New York: Columbia UP, 1959.

Referencias[modifier | modifier le wikicode]