« Teorías de la guerra en la ciencia política » : différence entre les versions

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[[Image:Battle of Issus.jpg|right|350px|thumb|Alexandre y Darío cara a cara [http://sbanap.campaniabeniculturali.it/ Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.]]]
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| en = Theories of war in political science
| fr = Les théories de la guerre en science politique
| it = Teorie della guerra nella scienza politica
| lt = Karo teorijos politikos moksle
| de = Theorien des Krieges in der Politikwissenschaft
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|[[Introducción a la Ciencia Política]]
|[[El pensamiento social de Émile Durkheim y Pierre Bourdieu]] ● [[Los orígenes de la caída de la República de Weimar]] ● [[El pensamiento social de Max Weber y Vilfredo Pareto]] ● [[El noción de "concepto" en ciencias sociales]] ● [[Historia de la disciplina de la ciencia política: teorías y conceptos]] ● [[Marxismo y Estructuralismo]] ● [[Funcionalismo y Sistematismo]] ● [[Interaccionismo y Constructivismo]] ● [[Teorías de la antropología política]] ● [[El debate de las tres íes: intereses, instituciones e ideas]] ● [[La teoría de la elección racional y el análisis de intereses en la ciencia política]] ● [[Un enfoque analítico de las instituciones en la ciencia política]] ● [[El estudio de las ideas y las ideologías en la ciencia política]] ● [[Teorías de la guerra en la ciencia política]] ● [[La Guerra: Concepciones y Evoluciones]] ● [[La razón de Estado]] ● [[Estado, soberanía, globalización y gobernanza multinivel]] ● [[Teorías de la violencia en la ciencia política‎]] ● [[Welfare State y biopoder]] ● [[Análisis de los regímenes democráticos y los procesos de democratización]] ● [[Sistemas electorales: mecanismos, problemas y consecuencias]] ● [[El sistema de gobierno en las democracias]] ● [[Morfología de las protestaciones]] ● [[La acción en la teoría política]] ● [[Introducción a la política suiza]] ● [[Introducción al comportamiento político]] ● [[Análisis de las Políticas Públicas: Definición y ciclo de las políticas públicas]] ● [[Análisis de las Políticas Públicas: establecimiento y formulación de la agenda]] ● [[Análisis de Políticas Públicas: Implementación y Evaluación]] ● [[Introducción a la subdisciplina de las relaciones internacionales]] ● [[Introducción a la teoría política]]
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Vamos a desarrollar reflexiones sustantivas y trabajar sobre la cuestión de cómo una ciencia, en este caso, la ciencia política, ha logrado entender la guerra bien o mal. Estamos en una fase muy importante de desafortunada transformación de las guerras en el planeta y al mismo tiempo vamos a tratar el tema desde el punto de vista de la ciencia política.
La ciencia política lleva mucho tiempo interesándose por la guerra, uno de los aspectos más extremos y devastadores de las relaciones internacionales. La guerra tiene profundas implicaciones para la política, la economía, la sociedad y la cultura, y puede cambiar radicalmente el curso de la historia.


La guerra es ante todo un fenómeno de lucha entre poderes estatales, es decir, entre gobiernos y pensar en el conflicto como un objeto de conflicto entre Estados-nación. A partir del siglo XIX comenzó la guerra partidista. Es un cambio de naturaleza, porque son individuos que van a la guerra contra un estado. Por otra parte, otro retroceso conceptual es preocupante, porque estamos entrando en guerras que ya no tienen razón para detenerse.  
La aproximación de la ciencia política a la guerra suele ser multidimensional. Incluye análisis teóricos, históricos, sociológicos, económicos y psicológicos. Sin embargo, a veces se cuestiona la capacidad de la ciencia política para comprender y explicar la guerra. Esto se debe a varias razones.
 
* Limitaciones de la teoría: muchas teorías políticas (por ejemplo, realismo, liberalismo, constructivismo) tienen sus propios supuestos y limitaciones. Pueden explicar algunos aspectos de la guerra, pero no todos. Por ejemplo, el realismo hace hincapié en el poder y la anarquía en las relaciones internacionales, pero puede tener dificultades para explicar por qué algunos Estados poderosos deciden no entrar en guerra.
* Predicción y prevención: aunque la ciencia política ha avanzado en la comprensión de las causas de la guerra, a menudo tiene dificultades para predecir cuándo y dónde estallarán las guerras. Del mismo modo, a pesar de nuestro conocimiento de los factores que contribuyen a la guerra, a menudo resulta difícil prevenirlas.
* Problemas metodológicos: la ciencia política suele basarse en datos históricos para construir y probar teorías. Sin embargo, las guerras son acontecimientos relativamente raros y cada guerra tiene sus propias características. Esto dificulta la generalización a partir de casos concretos.
* La influencia de la política: La ciencia política, como cualquier disciplina, no es inmune a las presiones políticas. Los politólogos pueden verse influidos por sus propios prejuicios, por los intereses de sus patrocinadores o por la política dominante.
 
Dicho esto, la ciencia política tiene mucho que ofrecer al estudio de la guerra. Proporciona marcos teóricos para comprender las causas de la guerra, las estrategias bélicas y sus consecuencias. También nos permite analizar los esfuerzos para prevenir la guerra y construir la paz. Por último, ofrece una perspectiva crítica que puede cuestionar los discursos dominantes sobre la guerra.
 
La naturaleza de la guerra ha evolucionado a lo largo de los siglos. Tradicionalmente, la guerra se consideraba un conflicto entre Estados nación, a menudo por el territorio, los recursos o el poder. En este contexto, las reglas de la guerra eran relativamente claras y formales, regidas por convenciones internacionales como las Convenciones de Ginebra. Sin embargo, con la llegada de la guerra de partisanos en el siglo XIX, la naturaleza de la guerra empezó a cambiar. La guerra partisana, tal y como la conceptualizaron pensadores como Clausewitz, suele implicar a individuos o grupos no estatales que luchan contra un Estado. Estas guerras suelen ser asimétricas, con un desequilibrio de poder entre las partes, y pueden caracterizarse por tácticas de guerrilla, terrorismo y otras formas de resistencia irregular.
 
Además, asistimos hoy a otra evolución de la guerra. Con la globalización, el cambio tecnológico y el auge del terrorismo internacional, cada vez vemos más conflictos que no se limitan a las fronteras nacionales y en los que participan diversos actores no estatales, como grupos terroristas, milicias privadas e incluso empresas de ciberseguridad. Estas guerras "híbridas" o "no lineales" pueden ser difíciles de gestionar y resolver, ya que no siguen las reglas tradicionales de la guerra. De hecho, una de las preocupaciones que suscitan estas nuevas formas de guerra es que pueden parecer interminables. Sin un Estado claramente definido al que derrotar o un territorio concreto que conquistar, puede resultar difícil definir la victoria o el final de la guerra. Esto puede conducir a conflictos prolongados, con todo el sufrimiento humano y la inestabilidad política que ello implica.
 
Esta evolución representa grandes retos para la ciencia política y para la sociedad en general. Es esencial seguir reflexionando sobre estas cuestiones, desarrollar nuevas teorías y estrategias, y trabajar por la prevención de conflictos y la consolidación de la paz.
 
= ¿Por qué la ciencia política se ha interesado por la guerra? =
 
La guerra ha sido una característica omnipresente de la historia de la humanidad, que ha moldeado profundamente las sociedades, las culturas, las economías y la política. Por eso la ciencia política, al igual que otras disciplinas como la historia, la sociología y la psicología, se interesa tanto por la guerra. Europa se ha librado en gran medida de los conflictos armados directos desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 2022, gracias sobre todo a la construcción de la Unión Europea, la disuasión nuclear y la presencia de la OTAN. Ha habido excepciones notables, como las guerras en la antigua Yugoslavia en la década de 1990. La invasión rusa de Ucrania en 2022 es un sombrío recordatorio de que la paz nunca está garantizada y que la guerra puede estallar incluso en regiones que han disfrutado de un largo periodo de paz. La crisis ha puesto de relieve las tensiones existentes en torno a la expansión hacia el este de la OTAN y la Unión Europea, así como las aspiraciones de Ucrania de integrarse más en Europa. Esta situación tiene profundas implicaciones para Europa y el mundo, en términos de seguridad, estabilidad política, relaciones internacionales y derechos humanos. Por desgracia, la paz prolongada de la que ha disfrutado Europa es poco frecuente en la historia de la humanidad. Muchas partes del mundo han sufrido conflictos armados regulares, y aún hoy las guerras hacen estragos en lugares como Oriente Medio, África y Asia.
 
La ciencia política como disciplina académica diferenciada empezó a tomar forma a finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo marcado por grandes tensiones políticas y conflictos internacionales. Sin duda, la experiencia de la Primera Guerra Mundial avivó el interés por el estudio sistemático del poder, las instituciones, los conflictos y la cooperación entre Estados. El siglo XX estuvo marcado por numerosos conflictos, entre ellos las dos guerras mundiales, la Guerra Fría y multitud de guerras regionales, conflictos civiles y guerras por delegación. Estos conflictos configuraron el orden político mundial y tuvieron un gran impacto en el desarrollo de la ciencia política. Han propiciado la aparición de nuevas teorías y enfoques, como el realismo y el liberalismo en las relaciones internacionales, que tratan de explicar el comportamiento de los Estados y la dinámica de los conflictos internacionales. La ciencia política también se ha visto influida por los avances tecnológicos, económicos y sociales del siglo XX, como la aparición de las armas nucleares, la globalización de la economía y los movimientos a favor de los derechos civiles y humanos. Todos estos factores han contribuido a configurar la disciplina tal y como la conocemos hoy. En resumen, la guerra y los conflictos han desempeñado un papel crucial en el nacimiento y desarrollo de la ciencia política. Han estimulado la reflexión sobre cuestiones fundamentales como el poder, la autoridad, la justicia, la seguridad y la cooperación internacional, que constituyen el núcleo de la disciplina.
   
   
{{Translations
En primer lugar, las guerras de descolonización. Tras la Segunda Guerra Mundial, una oleada independentista recorrió muchas colonias europeas, dando lugar a una serie de guerras de descolonización. Estas guerras se caracterizaron a menudo por luchas de poder entre las fuerzas coloniales y los movimientos nacionalistas locales. Tuvieron un profundo impacto en la configuración del orden mundial poscolonial. En segundo lugar, la época de la Guerra Fría se caracterizó por la amenaza constante de guerra nuclear entre las superpotencias. Esta amenaza fue especialmente evidente en crisis como la Guerra de Corea y la crisis de los misiles cubanos. Estos acontecimientos subrayaron el riesgo existencial que suponían las armas nucleares y tuvieron una influencia significativa en la política internacional y en las teorías de la ciencia política. Por último, tras el final de la Guerra Fría, las Naciones Unidas desempeñaron un papel cada vez más importante en la gestión de los conflictos internacionales, sobre todo a través de las misiones de mantenimiento de la paz. Sin embargo, grandes conflictos como las Guerras del Golfo y la guerra de Afganistán han puesto de manifiesto los retos y los límites de la intervención internacional. Cada una de estas fases ofrece un contexto diferente para el estudio del conflicto y la guerra en la ciencia política. Los cambios en la naturaleza de los conflictos, los actores implicados, las tecnologías utilizadas y las normas e instituciones internacionales han influido en la forma en que los politólogos abordan el estudio de la guerra y los conflictos.
| en = What is War?
| fr = La Guerre
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= ¿Por qué la ciencia política se interesó por la guerra? =
El atentado del 11 de septiembre de 2001 marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea y transformó profundamente la política mundial, especialmente en lo que se refiere a la guerra y el terrorismo. Este trágico suceso no sólo condujo a una guerra en Afganistán, sino que también configuró la forma en que el mundo percibe y combate el terrorismo. La guerra de Afganistán, que comenzó en 2001 en respuesta a los atentados del 11 de septiembre, fue un intento de desmantelar Al Qaeda, el grupo terrorista responsable de los atentados, y derrocar al régimen talibán que lo albergaba. Sin embargo, la guerra ha tenido consecuencias complejas y duraderas, tanto para Afganistán como para la política mundial. La guerra de Afganistán demostró las dificultades asociadas a la lucha contra el terrorismo a escala mundial. Puso de manifiesto los retos de reconstruir un Estado tras un conflicto, la complejidad de la contrainsurgencia y los problemas asociados al compromiso a largo plazo de fuerzas extranjeras en un país. La guerra también ha influido en la forma en que los países perciben y afrontan la amenaza terrorista. Ha provocado cambios en las estrategias de seguridad nacional, la vigilancia y la legislación sobre derechos civiles, y ha influido en el discurso público sobre terrorismo y seguridad.
La ciencia política se ocupa de la guerra porque es un componente de la condición humana. Todas las sociedades se han encontrado en el camino de la guerra. La suerte que Europa ha tenido al no conocer la guerra desde 1945, con la excepción de la antigua Yugoslavia, es algo muy raro en la historia de la humanidad.
   
   
Existe también una concomitancia histórica entre la guerra y el nacimiento de la ciencia política. La ciencia política nacerá como discípula en un momento en el que cuestionamos la capacidad de convivencia, es decir, en torno a la Primera Guerra Mundial. Por otro lado, el siglo XXI será el siglo de las guerras con guerras entre Estados Unidos y España, Gran Bretaña, Japón es el choque de dos guerras mundiales.
Un aspecto crucial de la evolución de la guerra es el cambio en la proporción de víctimas civiles y militares. Las guerras modernas suelen tener un impacto devastador en la población civil, no sólo en términos de muertos y heridos, sino también de desplazamientos de población, destrucción de infraestructuras y traumas psicológicos. En la Guerra de Solferino, en el siglo XIX, las víctimas fueron principalmente soldados. Sin embargo, con la Primera Guerra Mundial, las cifras de víctimas empezaron a cambiar, con una proporción casi igual de víctimas militares y civiles. Esta tendencia se mantuvo e incluso se agravó a lo largo del siglo XX, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial y en los conflictos más recientes. Esta tendencia se debe a varios factores. En primer lugar, la escalada de la tecnología militar, incluidas las armas de destrucción masiva, ha hecho que los conflictos sean más devastadores y menos discriminatorios. En segundo lugar, las estrategias militares han cambiado para dirigirse cada vez más contra las infraestructuras civiles con el fin de minar la moral y el esfuerzo bélico del enemigo. Por último, muchos conflictos modernos tienen lugar en el interior de los Estados y no entre ellos, lo que significa que los civiles se ven a menudo atrapados en la línea de fuego. Este cambio tiene importantes implicaciones para la ciencia política y para nuestra concepción de la guerra. Plantea cuestiones sobre la legitimidad del uso de la fuerza, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y la responsabilidad de proteger a los civiles en la guerra.
 
Las guerras revolucionarias nacerán de la descolonización. Es el hecho de que el mundo congelado implica por el peso de las reivindicaciones identitarias y la autonomía frente a las colonizaciones. El problema de la guerra nuclear pronto surgirá dos veces, conduciendo a la potencial tercera guerra mundial con la Guerra de Corea y la crisis de los misiles cubanos. En tiempos contemporáneos, las guerras de la ONU emergieron con las guerras del Golfo y la guerra de Afganistán.
=¿Qué es la guerra?=
La naturaleza cambiante de la guerra ha provocado cambios significativos en su economía y en la proporción de víctimas civiles. Además, las guerras modernas tienden a durar más tiempo, con profundas implicaciones para la sociedad y la economía. En el pasado, la economía de guerra se centraba principalmente en la producción de armamento y otros bienes necesarios para la guerra. Sin embargo, a medida que evolucionaron las estrategias militares, el objetivo pasó a ser destruir las herramientas de producción del enemigo para debilitar su economía y, por tanto, su capacidad de hacer la guerra. Esto provocó un aumento del número de víctimas civiles, ya que las infraestructuras civiles se convirtieron en objetivos militares. Además, la naturaleza prolongada de muchos conflictos modernos también ha repercutido en la economía de guerra. En lugar de una producción intensiva a corto plazo para apoyar el esfuerzo bélico, las economías tienen ahora que gestionar los efectos a largo plazo de la guerra, como la reconstrucción tras la destrucción y el apoyo a las víctimas de la guerra. Estos cambios tienen importantes implicaciones para la ciencia política, sobre todo en lo que se refiere a cuestiones de derechos humanos, derecho internacional humanitario y estrategia militar. También ponen de relieve la importancia de una gestión eficaz de la paz tras el conflicto para minimizar los daños a largo plazo causados por la guerra.
 
Una perspectiva interesante de la guerra es la de una prolongación del diálogo político, aunque de forma violenta y destructiva. Esta idea es, de hecho, una interpretación de la famosa cita de Carl von Clausewitz, el estratega militar prusiano del siglo XIX, que decía que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Desde esta perspectiva, la guerra no es simplemente un fracaso de la política, sino otra forma de diálogo político, aunque violento y destructivo. Es un momento en el que los conflictos y disputas se resuelven por la fuerza en lugar de mediante el diálogo o la negociación. En este sentido, la guerra puede considerarse una "inversión de la normalidad", en la que la violencia sustituye a la paz como principal medio de resolución de conflictos. Sin embargo, la guerra también tiene consecuencias profundas y a menudo devastadoras. Provoca la muerte y el sufrimiento de muchas personas, la destrucción de bienes e infraestructuras y puede tener consecuencias económicas, políticas y sociales duraderas. Por ello, aunque pueda considerarse una prolongación del diálogo político, es fundamental reconocer el elevado coste humano y social de la guerra. Precisamente por estas razones, la guerra es un importante objeto de estudio de la ciencia política. Comprender la guerra, sus causas y consecuencias, puede ayudar a prevenir futuros conflictos, gestionar eficazmente los que se produzcan y minimizar los costes humanos y sociales de la guerra.
 
La definición del filósofo y escritor francés George Bataille de la guerra como "un juego supremo" subraya la seriedad e importancia de lo que está en juego. Comparada con un juego, la guerra, en este contexto, no es un entretenimiento ligero, sino una actividad estratégica y potencialmente mortal que implica todo lo que tienen los participantes, incluidas sus vidas. Sin embargo, considerar la guerra como un juego estratégico puede tener importantes implicaciones para nuestra forma de entenderla y gestionarla. En un juego, suele haber reglas que seguir, estrategias que desarrollar y ganadores y perdedores claramente definidos. Si aplicamos este marco a la guerra, puede ayudarnos a pensar de forma más estratégica sobre la conducción de la guerra, cómo minimizar sus costes y cómo gestionar sus consecuencias.
 
Sin embargo, también es importante señalar que la guerra difiere de los juegos ordinarios en varios aspectos importantes. En primer lugar, lo que está en juego es infinitamente más importante: no se trata sólo de puntos o trofeos, sino de vidas humanas, sociedades y naciones enteras. En segundo lugar, a diferencia de la mayoría de los juegos, la guerra no siempre está claramente delimitada con reglas justas y universalmente aceptadas. Por último, mientras que en la mayoría de los juegos el objetivo es ganar, en la guerra el fin último debe ser siempre lograr una paz duradera y justa. Por eso la ciencia política, al estudiar la guerra, no sólo trata de entender cómo se ganan las guerras, sino también cómo pueden prevenirse y cómo pueden gestionarse sus consecuencias para promover la paz y la justicia.
 
La guerra puede considerarse una "inversión de un sistema" en el sentido de que sustituye los mecanismos habituales de diálogo, negociación y resolución de conflictos por la fuerza. En este contexto, el "diálogo" no se consigue con palabras, sino con actos de violencia. Precisamente por eso la guerra es tan devastadora y costosa, tanto en vidas humanas como en recursos. También es impredecible, porque una vez que se ha iniciado el uso de la fuerza, es difícil controlar o predecir el resultado. También por esta razón la ciencia política, al igual que otras disciplinas como las relaciones internacionales, trata de comprender las causas de la guerra y desarrollar estrategias para prevenir los conflictos, gestionar las guerras cuando se producen y restablecer la paz y la estabilidad después de un conflicto. En última instancia, la guerra es un "diálogo a través de la fuerza" con consecuencias profundas y duraderas. Comprender este "diálogo" es esencial para promover la paz y la seguridad en el mundo.
 
=La guerra: un objeto de lucha entre poderes estatales=
 
==Un fenómeno antiguo frente a la guerra interestatal moderna==
 
===Un fenómeno antiguo: perspectivas históricas===
El estudio de la dimensión mítica de la guerra es un aspecto fascinante de la ciencia política. Los Estados y los gobiernos utilizan a menudo mitos y relatos para justificar la guerra, galvanizar el apoyo público y dar sentido a la violencia y el sacrificio que conlleva. Estos mitos pueden adoptar muchas formas y estar influidos por factores históricos, culturales, religiosos y políticos. El concepto de sacrificio suele ocupar un lugar central en estos mitos bélicos. Puede invocarse para enfatizar la importancia de la causa por la que se lucha, para valorizar las acciones de los soldados y para ayudar a racionalizar los costes humanos de la guerra. El sacrificio puede presentarse como un deber patriótico, un acto de valentía o una trágica necesidad. Sin embargo, los mitos de la guerra y el discurso del sacrificio también pueden servir para ocultar los verdaderos costes y consecuencias de la guerra, marginar las voces discrepantes y evitar un examen crítico de las motivaciones y estrategias de la guerra. Por tanto, es importante cuestionar y criticar estos mitos y comprender cómo se construyen y utilizan. La ciencia política puede contribuir a esta tarea examinando cómo se crean y mantienen los mitos de la guerra, cómo influyen en la política y en la percepción pública de la guerra, y cómo pueden ser cuestionados o deconstruidos. Este análisis puede ayudar a promover una mejor comprensión de la guerra y fomentar enfoques más reflexivos y críticos de la política bélica.  
 
Cuando un país entra en guerra, suele haber una especie de "concentración de banderas" en la que se dejan de lado temporalmente las diferencias políticas internas y se cultiva un sentimiento de unidad nacional. La "movilización ideológica" sirve para reforzar la cohesión social y facilitar el esfuerzo bélico. Esta cohesión se sustentaba a menudo en una retórica que estigmatizaba la disidencia. Quienes se oponen a la guerra, o incluso la critican, pueden ser acusados de traición, antipatriotismo o de no apoyar a las tropas. Esta presión social puede ser extremadamente poderosa y ahogar el necesario debate público y crítico. El ejemplo de la reacción a los atentados del 11 de septiembre y la decisión del Presidente George W. Bush de declarar la "guerra contra el terror" ilustra bien este punto. Quienes cuestionaron esta política fueron a menudo marginados o denigrados. Sin embargo, en retrospectiva, muchas de estas críticas han sido validadas. El conflicto de Afganistán, por ejemplo, resultó ser un compromiso largo y costoso que no logró alcanzar muchos de sus objetivos clave. Esto subraya la importancia de un debate público abierto y crítico en tiempos de guerra. La ciencia política puede desempeñar un papel importante a la hora de proporcionar análisis rigurosos e independientes de las decisiones bélicas, cuestionar los supuestos subyacentes y poner de relieve los costes y consecuencias potenciales de estas decisiones.
 
La guerra suele tener un carácter sublimado que puede oscurecer los juicios racionales y analíticos. La retórica de la guerra puede crear una sensación de urgencia y grandeza que fomente el pensamiento binario (nosotros contra ellos), la glorificación del sacrificio y una mayor tolerancia hacia la violencia. Esto puede conducir a decisiones basadas más en la emoción que en una evaluación racional de costes y beneficios. La sublimación de la guerra también puede afectar al modo en que las sociedades perciben y recuerdan los conflictos. Las guerras pueden ser romantizadas o mitificadas para minimizar sus aspectos más oscuros y desagradables. Los costes humanos y materiales de la guerra pueden pasarse por alto, mientras que se enfatizan los actos de valentía y sacrificio. Por eso es crucial mantener un análisis crítico y racional en tiempos de guerra. Los politólogos y otros investigadores pueden ayudar a deconstruir la sublimación de la guerra examinando críticamente las narrativas bélicas, evaluando los costes reales del conflicto y destacando alternativas a la violencia. Este planteamiento puede ayudar a evitar decisiones precipitadas sobre la guerra y fomentar políticas más pacíficas y humanitarias.
 
===La guerra moderna: características y problemas actuales===
[[Fichier:Helst, Peace of Münster.jpg|thumb|Banquete de la Guardia Cívica de Ámsterdam con motivo de la Paz de Münster por Bartholomeus van der Helst, pintado en 1648|300px]]
 
La Guerra de los Treinta Años, que tuvo lugar principalmente en Europa Central, suele considerarse un punto de inflexión en la historia de la guerra y la diplomacia. Aunque comenzó como un conflicto religioso en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico, pronto implicó a varias grandes potencias europeas, entre ellas Francia, Suecia, España y Dinamarca, y se convirtió en una lucha por el poder político y territorial.
 
La Guerra de los Treinta Años es especialmente importante para la ciencia política por varias razones:
 
* El Tratado de Westfalia: Este tratado, firmado en 1648, marcó el final de la Guerra de los Treinta Años y sentó las bases del orden internacional moderno basado en el sistema de Estados soberanos. Este sistema, a menudo denominado sistema de Westfalia, definió los principios de soberanía nacional y de no injerencia, que siguen siendo el núcleo del derecho internacional actual.
* La transformación de la guerra: La Guerra de los Treinta Años fue uno de los conflictos más destructivos de la historia europea, marcado por la violencia generalizada contra civiles y un nivel de destrucción sin precedentes. Esto condujo a cambios en la forma de hacer la guerra, incluido el creciente uso de ejércitos permanentes y tácticas de asedio.
* La politización de la religión: aunque la guerra comenzó como un conflicto religioso, acabó convirtiéndose en una lucha por el poder político. Esto marcó una etapa importante en el proceso de secularización de la política europea, donde la religión se convirtió en una herramienta de legitimación política más que en un motor de conflicto.
 
En última instancia, la Guerra de los Treinta Años y el Tratado de Westfalia tuvieron un profundo impacto en la formación del Estado moderno y del sistema internacional, lo que les confiere una gran importancia para la ciencia política.
 
El Tratado de Westfalia de 1648 suele considerarse el momento en que se reconoció formalmente el concepto de soberanía estatal en el derecho internacional. Este tratado puso fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa y estableció un sistema de Estados soberanos, en el que cada Estado tenía el control exclusivo de su territorio y su población.
 
La soberanía estatal tiene varias implicaciones para la guerra y la política internacional:
 
* Guerra interestatal: En el sistema westfaliano, la guerra es principalmente un asunto entre Estados. Esto significa que las guerras suelen ser declaradas por los gobiernos, libradas por ejércitos regulares y regidas por leyes y costumbres internacionales.
* El papel del Estado-nación: La idea del Estado-nación implica que cada Estado tiene derecho a gobernar a su propia población sin interferencias externas. Esto otorga a los Estados el derecho a defender su territorio y su población, lo que puede dar lugar a conflictos con otros Estados.
* El derecho a la guerra: La soberanía del Estado también implica el derecho a declarar la guerra y a firmar la paz. Esto significa que los Estados tienen derecho a utilizar la fuerza para defender sus intereses, estén o no en condiciones de hacerlo.
 
El derecho internacional público, en particular el derecho de la guerra, se centra principalmente en las relaciones entre Estados soberanos. Establece una serie de normas y principios que rigen el comportamiento de los Estados en tiempos de guerra. Estas normas incluyen :
 
* La diplomacia moderna: El derecho internacional ha desempeñado un papel clave en el establecimiento de normas y procedimientos diplomáticos, incluida la inmunidad diplomática, las relaciones diplomáticas y consulares y las negociaciones de tratados.
* Soberanía de los Estados: El principio de soberanía de los Estados es fundamental para el Derecho Internacional. Esto significa que cada Estado tiene derecho a gobernar su propio territorio y a dirigir sus relaciones internacionales como considere oportuno, siempre que respete los derechos de los demás Estados.
* La declaración de guerra: Tradicionalmente, el derecho internacional exigía que un Estado declarara formalmente la guerra antes de iniciar las hostilidades. Aunque esta práctica se ha abandonado en gran medida, el derecho internacional sigue exigiendo a los Estados que respeten los principios de la guerra justa, incluida la proporcionalidad y la discriminación entre combatientes y no combatientes.
* La conclusión de la guerra: El derecho internacional también establece que las guerras deben terminar mediante un tratado de paz, que defina los términos del fin de las hostilidades y establezca un marco para la resolución de las disputas restantes. Esto es importante para garantizar una transición pacífica hacia una paz duradera después de un conflicto.
 
Estas normas son esenciales para mantener el orden y la estabilidad en el sistema internacional. Sin embargo, su aplicación y observancia pueden variar según las circunstancias, y su violación puede tener graves consecuencias, incluidas sanciones internacionales y enjuiciamiento por crímenes de guerra.
 
==Teorizar la guerra: enfoques y pensadores clave==
La guerra, en el contexto de la ciencia política, se ha considerado durante mucho tiempo una extensión natural de la propia política. Este concepto ha sido teorizado por varios pensadores influyentes a lo largo de los siglos, entre ellos el famoso estratega militar chino Sun Tzu, que escribió El arte de la guerra, un tratado sobre estrategia militar. En el contexto occidental, filósofos como Platón y Aristóteles también consideraron la política como un "arte". Para ellos, la política es el arte de gobernar y tomar decisiones por el bien de la ciudad. En este sentido, la guerra puede verse como una extensión extrema de este "arte", cuando el diálogo y la negociación fracasan y la fuerza se convierte en el principal medio para resolver conflictos. Desde este punto de vista, la guerra no es sólo una actividad que implica estrategias y tácticas militares, sino también un campo que requiere una profunda reflexión y una comprensión de las cuestiones políticas y sociales que están en juego. Por ello, la guerra es un importante objeto de estudio de la ciencia política, ya que ofrece valiosas perspectivas sobre la forma en que las sociedades gestionan los conflictos, la autoridad y el poder.
 
El arte de la guerra, tal y como lo conceptualizaron figuras históricas como Sun Tzu y Napoleón, es un complejo juego de estrategia que combina el respeto a ciertas normas establecidas con la innovación y la sorpresa. Napoleón, por ejemplo, eludía a menudo las convenciones de la guerra para sorprender a sus enemigos y obtener una ventaja estratégica. Al hacerlo, no sólo demostró su genio militar, sino que también subrayó la naturaleza dinámica e impredecible de la guerra. A pesar de la existencia de ciertas normas y reglas, la guerra se define a menudo por su imprevisibilidad y su capacidad para superar las expectativas establecidas. Esta compleja realidad desafía los intentos de categorizar la guerra como un fenómeno estrictamente regulado o completamente caótico. Por el contrario, la guerra puede entenderse mejor como un fenómeno que oscila entre estos dos extremos, donde la estrategia y la sorpresa coexisten e interactúan constantemente.
 
La guerra está enmarcada por una serie de normas y reglas, ya sean leyes internacionales que rigen la conducta en la guerra, tratados bilaterales entre países o las reglas no escritas del enfrentamiento militar. Estas normas proporcionan una estructura y previsibilidad a la guerra, permitiendo a las partes en conflicto predecir (hasta cierto punto) las acciones de la otra parte. Sin embargo, la guerra también implica ir más allá de estas normas. Ya sea por necesidad, estrategia o desesperación, las partes en conflicto pueden y suelen ir más allá de las normas establecidas. Esto puede adoptar la forma de tácticas de guerrilla, ataques por sorpresa, el uso de armas prohibidas o incluso la violación directa de las leyes de la guerra. Esta tensión entre la norma y la superación de la norma es lo que hace que la guerra sea tan impredecible y, por tanto, tan difícil de estudiar y comprender. Para la ciencia política y otras disciplinas similares, esto significa que debemos adaptar y reevaluar constantemente nuestros conocimientos y teorías sobre la guerra para tener en cuenta esta realidad compleja y cambiante.
 
Es importante que las ciencias sociales, y la ciencia política en particular, reconozcan y exploren esta complejidad. Al tratar la guerra no sólo como una serie de estrategias y tácticas, sino también como un fenómeno social, político y cultural más amplio, los investigadores pueden adquirir una comprensión más profunda y matizada de la naturaleza de la guerra y su impacto en las sociedades humanas.
 
La guerra plantea grandes problemas a la filosofía y plantea cuestiones esenciales sobre la naturaleza de la cultura y la conciencia humanas. Desde un punto de vista filosófico, la guerra puede analizarse a varios niveles. Por ejemplo, la filosofía moral examina cuestiones de justicia y ética en el contexto de la guerra. ¿Qué justifica el estallido de la guerra (jus ad bellum)? ¿Cómo debe combatirse (jus in bello)? ¿Cuáles son las obligaciones morales hacia los no combatientes o los prisioneros de guerra? Estas cuestiones se debaten a menudo en el contexto de la teoría de la guerra justa. La guerra también plantea cuestiones profundas sobre la naturaleza de la cultura y la conciencia humanas. ¿Por qué las sociedades humanas recurren a la guerra? ¿Cómo influye la guerra en la cultura, el arte, la literatura y otras formas de expresión humana? ¿Cómo afecta la guerra a nuestra comprensión de nosotros mismos y de nuestro lugar en el mundo? La filosofía política examina el papel del Estado y del poder en la guerra. ¿Cuál es el papel del Estado en la declaración de guerra y la conducción de las hostilidades? ¿Cuál es el papel del ciudadano en tiempos de guerra? ¿Cuál es la relación entre guerra y soberanía, o guerra y democracia? Estas preguntas son sólo algunas de las muchas formas en que puede abordarse la guerra desde una perspectiva filosófica. La guerra, como fenómeno social y político, es una realidad compleja que puede analizarse y comprenderse de diversas maneras a través del prisma de la filosofía.
 
La guerra es un fenómeno que va mucho más allá de la acción militar. Puede analizarse desde diversos ángulos, como la filosofía política, la sociología, la economía y la psicología, entre otros. La filosofía política puede abordar cuestiones como la justificación moral de la guerra (la teoría de la guerra justa, por ejemplo), el papel del Estado y la soberanía en los conflictos, o el impacto de la guerra en las nociones de libertad y derechos humanos. Desde una perspectiva sociológica, la guerra puede analizarse desde el punto de vista de la interacción social, la formación de grupos e identidades o el impacto en la estructura social y la cultura. También podemos estudiar cómo afecta la guerra a las normas y valores, y cómo la perciben y entienden quienes la experimentan. La economía puede analizar el impacto de la guerra en la economía ("guerra total" y economía de guerra, por ejemplo), o el papel de los recursos económicos en el desarrollo y la causa de la guerra. La psicología puede estudiar el impacto de la guerra en la mente humana, ya sea en términos de estrés de combate, trastorno de estrés postraumático, o el impacto más amplio de la guerra en las actitudes y el comportamiento. La guerra es un fenómeno complejo y multidimensional que puede estudiarse desde muchos ángulos diferentes, cada uno de los cuales aporta su propia perspectiva y sus propias herramientas analíticas.
 
===Hugo Grocio (1583-1645): El derecho natural y los fundamentos de la guerra justa===
[[Image:Michiel Jansz van Mierevelt - Hugo Grotius.jpg|right|150px|thumb|Hugo GrocioRetrato par Michiel Jansz. van Mierevelt (1631).]]
 
Hugo Grocio, jurista holandés del siglo XVII, es ampliamente reconocido como uno de los fundadores del Derecho internacional moderno. Su obra De Jure Belli ac Pacis (Sobre el derecho de la guerra y la paz), publicada por primera vez en 1625, sigue siendo una referencia fundamental en la materia. En este texto, Grocio sentó las bases de la teoría de la "guerra justa", que trata de la moralidad y la legalidad de entrar en guerra y de la conducta bélica. También sentó las bases de muchos principios del derecho internacional moderno, como la soberanía nacional y la igualdad de los Estados. Grocio sostenía que ciertos principios morales se aplican incluso en tiempos de guerra. Por ejemplo, insistió en que los civiles no combatientes debían ser perdonados en la medida de lo posible, y que el trato cruel o inhumano de los prisioneros de guerra era inaceptable. Estas ideas fueron revolucionarias en su momento y siguen influyendo en la forma en que pensamos hoy en día sobre la guerra. Los conceptos de "guerra justa" y "guerra injusta" siguen siendo ampliamente debatidos en círculos académicos, políticos y militares. También desempeñan un papel clave en el desarrollo y la aplicación del derecho internacional humanitario, que trata de limitar los efectos de la guerra y proteger a los más vulnerables en tiempos de conflicto.
 
Hugo Grocio sentó las bases del derecho de guerra, tratando de determinar cuándo una guerra podía considerarse "justa". Destacó dos tipos de guerra que podían justificarse en virtud del derecho internacional:
* Guerra defensiva: Grocio sostenía que la guerra librada en defensa contra una agresión externa estaba justificada. Esta idea sigue siendo central en el Derecho Internacional contemporáneo, donde el derecho de legítima defensa se reconoce como principio fundamental.
* Guerra coercitiva: Grocio también pensaba que una guerra podía estar justificada si se libraba para castigar a quienes habían violado la ley. Esta idea es más controvertida y más difícil de aplicar en la práctica. Plantea cuestiones complejas sobre quién tiene derecho a juzgar si se ha infringido la ley y cuáles son los métodos apropiados de castigo.
 
Aunque Grocio creía que estos tipos de guerra podían estar justificados, también hizo hincapié en la importancia de observar ciertas reglas y normas éticas durante el desarrollo de la guerra, como la prohibición de atacar deliberadamente a los no combatientes.
 
Grocio estableció que ciertas formas de guerra eran ilegítimas e injustas. En particular, se opuso a las guerras de conquista. En su opinión, un Estado nación no tenía derecho a hacer la guerra con el objetivo de anexionarse o conquistar otros Estados. Este principio es fundamental para el derecho internacional contemporáneo, que prohíbe la adquisición de territorio por la fuerza. Aunque estos principios se formularon hace siglos, siguen siendo ampliamente aceptados en la actualidad. La Carta de las Naciones Unidas, por ejemplo, prohíbe explícitamente el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de otro Estado. Estos principios siguen guiando la forma en que se gestionan y resuelven los conflictos internacionales.
 
Para Hugo Grocio, el derecho de la guerra y el derecho de la paz están íntimamente ligados. En efecto, la concepción de la guerra como un fenómeno que debe regirse por ciertas normas y principios jurídicos sugiere también que existen ciertas condiciones que deben cumplirse para establecer una paz justa y duradera. Según Grocio, un agresor que viole los principios del derecho de guerra debe rendir cuentas. Esto podría incluir sanciones u otras formas de repercusión por parte de otros Estados. De este modo, el derecho de guerra también sirve para definir y promover la justicia en tiempos de paz. Estas ideas siguen influyendo en el derecho internacional contemporáneo. Por ejemplo, el concepto de "responsabilidad de proteger" sugiere que la comunidad internacional tiene el deber de intervenir cuando un Estado viola gravemente los derechos de sus propios ciudadanos. Por último, es interesante señalar que la obra de Grocio sentó las bases para el posterior desarrollo del derecho internacional humanitario, que trata de limitar los efectos de la guerra sobre las personas y los bienes.
 
===Thomas Hobbes (1588-1679): El estado de naturaleza y la guerra como estado de conflicto permanente===
 
[[Fichier:Leviathan.jpg|thumb|right|160px|The Leviathan, or Treatise on the Matter, Form and Power of an Ecclesiastical and Civil Republic, 1651.]]
 
En su obra "Leviatán", Thomas Hobbes reflexiona sobre la naturaleza humana y el estado de naturaleza, que considera un estado de guerra perpetua de todos contra todos ("bellum omnium contra omnes"). Según Hobbes, sin una autoridad central fuerte que mantenga el orden, la vida humana sería "solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta". En el estado de naturaleza de Hobbes, los individuos están motivados por sus propios intereses y temores. La competencia por unos recursos limitados, la desconfianza y el deseo de ganar reputación pueden conducir a un estado de conflicto constante. Para escapar a este estado de guerra, Hobbes sostiene que los individuos suscriben un contrato social en el que renuncian a parte de su libertad en favor de un soberano, al que Hobbes llama Leviatán. El papel de este soberano es mantener la paz y el orden ejerciendo una autoridad indiscutible. Las ideas de Hobbes han tenido una gran influencia en la teoría política moderna y en la concepción del Estado. Subrayan la importancia de un poder central fuerte para prevenir los conflictos y garantizar la seguridad de los ciudadanos.
 
Para Thomas Hobbes, el estado de naturaleza se caracteriza por el caos y la incertidumbre. Según Hobbes, en este estado los individuos son libres, pero también están constantemente en peligro porque no hay ninguna ley ni autoridad central que regule su comportamiento. En el estado de naturaleza, los individuos se guían por sus propios intereses y por el miedo a la muerte. Por tanto, su libertad absoluta va acompañada de una competencia constante por los recursos y la seguridad. Esto crea una situación inestable en la que el peligro y el conflicto son omnipresentes, una situación que Hobbes describe como una "guerra de todos contra todos". Para evitar este caos, Hobbes propone la idea de un contrato social en el que los individuos ceden voluntariamente parte de su libertad a un soberano absoluto. A cambio, este soberano les proporciona seguridad y orden, lo que es preferible a la incertidumbre y la violencia del estado de naturaleza.
 
Para Hobbes, el Estado es el garante de la paz social, una institución necesaria para evitar la "guerra de todos contra todos" que reina en el estado de naturaleza. En su opinión, el Estado se basa en un contrato social, una forma de acuerdo a la que los individuos acceden para escapar del caos del estado de naturaleza. En este contrato, los individuos aceptan renunciar a algunas de sus libertades y someter su voluntad a la del soberano. A cambio, el soberano es responsable de mantener el orden, garantizar la seguridad de los individuos y preservar la paz. Para Hobbes, la autoridad del soberano es absoluta e indivisible, porque es la única forma de garantizar la paz y evitar el retorno al estado de naturaleza. Este concepto ha tenido una gran influencia en la teoría política y sigue siendo objeto de debate en la actualidad. Por ejemplo, plantea cuestiones sobre el justo equilibrio entre seguridad y libertad, o el papel y los límites del poder del Estado.
 
Para Hobbes, una de las principales responsabilidades del soberano es mantener la paz y la seguridad de la sociedad. Para ello, el soberano tiene derecho a formar un ejército y a utilizar la fuerza si es necesario. Hobbes consideraba que el ejército era una institución necesaria para proteger a la sociedad contra las amenazas externas e internas. Sin una fuerza militar que garantice la seguridad, Hobbes cree que la sociedad correría el peligro de volver al estado de naturaleza, donde hay una "guerra de todos contra todos". Sin embargo, Hobbes también advierte de los peligros del abuso del poder militar por parte del soberano. Subraya la importancia del contrato social, en el que el soberano está obligado a respetar los derechos y libertades de los individuos a cambio de su obediencia.


Estamos en un mundo en guerra que va a llegar muy lejos y luego llega hasta el terrorismo. Las implicaciones del 11 de septiembre para las guerras en Afganistán han sido probadas.
También es importante señalar que Hobbes escribía en un contexto histórico específico, el de la Inglaterra del siglo XVII, marcada por la guerra civil. Su teoría política refleja, pues, las preocupaciones de su época, pero sigue suscitando importantes debates en la filosofía política contemporánea.
Las consecuencias son particularmente importantes, especialmente las humanas. En el momento de la guerra de Solferino, hubo 40.000 muertos militares y 1 civil. La Primera Guerra Mundial provocó pérdidas de 50% del personal militar y 50% de civiles, a medida que cambió la estrategia. La estrategia es una economía de guerra, un gran esfuerzo bélico que toma a la gente como rehenes.


= ¿Qué es la guerra? =
===Immanuel Kant (1724-1804): Hacia la paz perpetua y la legitimidad de las guerras defensivas===
La economía de la guerra ha cambiado su naturaleza, son las guerras de duración que se están arraigando. Esta economía de guerra, que deberá poner las herramientas de producción al servicio del armamento, tendrá repercusiones estratégicas.
Immanuel Kant, en su ensayo "Proyecto de paz perpetua" (1795), se pregunta cómo puede lograrse una paz duradera entre las naciones. Su trabajo sobre este tema ha influido enormemente en la filosofía política y en las teorías del derecho internacional. Kant propone varias ideas para alcanzar la "paz perpetua". La primera es que la "constitución republicana" es la forma de gobierno más pacífica, porque da al pueblo el poder de decidir si va a la guerra o no, y el pueblo, al ser quien sufre las consecuencias de la guerra, es menos proclive a elegirla. La segunda idea es la "federación de naciones libres", una especie de liga de naciones, en la que los Estados conservan su soberanía pero acuerdan adherirse a un conjunto común de leyes internacionales para evitar conflictos. Por último, Kant sostenía que la paz perpetua sólo podría alcanzarse cuando se respetaran los derechos humanos universales, lo que implicaba la igualdad de derechos para todos los individuos, independientemente de su nacionalidad.


La economía de la guerra, que tendrá que poner las herramientas de producción al servicio de la industria armamentística, tendrá consecuencias para el fin de la estrategia, por lo que el objetivo es destruir las herramientas de producción. Entramos en guerras donde tenemos el 10% de muertes militares y el 90% de muertes civiles.
Immanuel Kant sostenía que la paz no puede basarse en la emoción o el afecto. Al contrario, debe basarse en la racionalidad. Para él, es la razón, y no la emoción, la que puede inducir a las personas a buscar y aceptar la paz. Este enfoque es fundamentalmente moral, porque pide a los individuos que antepongan el bien común a sus intereses personales. Según esta visión, la verdadera paz sólo puede alcanzarse cuando los individuos y las naciones adoptan un enfoque racional, aunando sus diferencias y trabajando juntos por el bien común. Esta visión implica una cierta mutualización de las diferencias y los conflictos: en lugar de tratar de imponer su propia voluntad por la fuerza, cada parte debe tratar de comprender y respetar las perspectivas de los demás. Esto es lo que Kant entendía por una "federación de naciones libres". En definitiva, la idea de Kant es que la paz perpetua no es sólo un sueño o una idea romántica, sino un objetivo que puede alcanzarse por medios racionales y morales. Esta idea ha tenido una gran influencia en las modernas teorías de la justicia internacional y en el diseño de las instituciones internacionales.[[Image:Kant foto.jpg|thumb|right|150px|Retrato de Immanuel Kant.]]


La primera inversión es que es interesante preguntarse sobre la guerra, porque es una inversión de normalidad que es la paz, nos quedamos en civilización. Lo que vemos es que la guerra es un tiempo suspendido, que paradójicamente es la continuidad del debate en otra forma, porque la guerra es siempre una forma de discusión. La guerra es de gran interés para la ciencia política y para muchos campos, porque es la continuación de la política por otros medios, de ahí la importancia de destruir totalmente al adversario.
Immanuel Kant abogó por la invención de un derecho internacional de la paz, reconociendo la necesidad de gestionar las relaciones de poder entre las naciones. Sostenía que esta regulación era esencial porque las guerras eran inevitables. La principal aportación de Kant radica en su afirmación de que el derecho internacional público que debe construirse no debe basarse en el principio del "derecho del más fuerte". Por el contrario, debe ser fundamentalmente distinto y tener como objetivo la paz y no la guerra. En otras palabras, el derecho internacional no debe servir simplemente para justificar conflictos o regular su curso, sino para prevenirlos y promover la resolución pacífica de las disputas. Este derecho de la paz se basa en el reconocimiento de la igualdad soberana de los Estados y el respeto de los derechos humanos, dos principios esenciales para prevenir la guerra y promover la paz. En este sentido, el planteamiento de Kant fue revolucionario y sentó las bases del Derecho internacional contemporáneo, que hace hincapié en la prevención de conflictos y la promoción de una paz duradera.


George Bataille define la guerra como "un juego supremo, un juego estratégico, un juego en el que uno pone en la alfombra verde absolutamente todo lo que uno tiene, su vida"<ref>Georges Bataille, « Nietzsche et Clausewitz : la guerre », Lignes 1991/1 (n° 13), p. 100-102 (p. 101)</ref>. Por lo tanto, el resultado debe producir un ganador y un perdedor.
Immanuel Kant, en su ensayo titulado "Proyecto de paz perpetua", presentó un plan para establecer la paz y evitar las guerras. Se trata de una reflexión estructurada en tres niveles:
# Derecho político interno: Según Kant, para lograr una paz duradera, todo Estado debe adoptar una constitución republicana. En otras palabras, debe garantizar un gobierno democrático que respete los derechos humanos y la ley. Esto ayudaría a resolver los conflictos internos de forma pacífica y democrática.
# Derecho internacional interfederal/interestatal: Una vez establecida la paz dentro de los estados, puede extenderse a las relaciones internacionales en su conjunto. Para ello, Kant propuso la creación de una "federación de naciones libres", que sería un grupo de estados unidos por tratados de paz mutuos y comprometidos a resolver sus diferencias de forma no violenta.
# Derecho internacional de la hospitalidad: Este nivel representa la visión cosmopolita de Kant. Es un principio que implica el respeto a los extranjeros y la posibilidad de mantener relaciones pacíficas con ellos. Según Kant, todo individuo tiene derecho a visitar otro país, siempre que se comporte pacíficamente, y todo país tiene el deber de acoger a los visitantes extranjeros. Este principio sienta las bases del derecho internacional cosmopolita.


Es la inversión de un sistema y el diálogo por la fuerza.
Así pues, la visión kantiana de la paz perpetua se basa en un enfoque multiescalar que requiere cambios tanto internos (nacionales) como externos (internacionales). Se trata de una visión que sigue influyendo en los debates contemporáneos sobre derecho internacional y paz mundial.


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La filosofía de Kant se basa fundamentalmente en la libertad y el respeto de los derechos humanos. Para él, la guerra es el resultado último de los sistemas políticos que niegan la libertad, violan los derechos humanos y están dominados por autoridades autocráticas o dictatoriales. Para Kant, la paz duradera sólo puede lograrse construyendo sistemas políticos que respeten los derechos humanos y sean democráticos y republicanos. El concepto de "soberanía limitada" es un elemento clave de esta visión, ya que implica que, aunque un Estado sea soberano, no debe tener derecho a oprimir a su población ni a violar los derechos humanos. Además, para evitar conflictos entre Estados, Kant propuso la idea de una "federación de naciones libres". Según esta idea, los Estados soberanos deben acordar libremente limitar sus acciones y respetar el derecho internacional para mantener la paz mundial. Así pues, la filosofía de Kant propone la idea de que la paz sólo puede garantizarse mediante la adhesión a los principios democráticos, el respeto de los derechos humanos y la cooperación internacional en el marco del derecho internacional respetado por todos.


= Guerra: un objeto de lucha entre los poderes estatales =
===Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831): La dialéctica de la guerra y el progreso histórico===
[[Image:Hegel portrait by Schlesinger 1831.jpg|thumb|160px|Retrato de Hegel por Schlesinger (1831).]]


== Un antiguo fenómeno vs. la guerra interestatal moderna ==
Para Hegel, la guerra es un fenómeno profundamente arraigado en la naturaleza humana y en la dinámica de la historia. Es el resultado de la dialéctica histórica y de la interacción de tesis y antítesis, en la que la guerra actúa como agente de cambio y progresión en la historia. Hegel considera la guerra como un momento de la manifestación de la voluntad nacional. En su opinión, es un momento en el que la conciencia nacional se fortalece y cristaliza. La guerra puede verse como una expresión de la voluntad libre y subjetiva de la nación, es decir, como una extensión de la voluntad de la nación de afirmar y preservar su existencia. Sin embargo, para Hegel, la guerra no es un fin en sí misma. Por el contrario, es una etapa necesaria y trágica de la historia humana, que en última instancia conduce a una mayor autoconciencia y libertad. Así, a pesar del caos y la destrucción que engendra, la guerra es también un medio de hacer avanzar la historia hacia una realización más plena de la libertad humana.


=== Un fenómeno antiguo ===
Según la filosofía hegeliana, la guerra desempeña un papel esencial en la afirmación de la subjetividad individual y en la evolución de la historia humana. Hegel sostiene que la guerra, por destructiva que sea, desempeña un papel crucial en la consolidación de una comunidad, ya que obliga a los individuos a unir sus esfuerzos para sobrevivir. Paradójicamente, la guerra también puede contribuir a forjar una identidad nacional o colectiva más fuerte, ya que crea un "otro" común contra el que una comunidad debe luchar. Desde esta perspectiva, la guerra puede considerarse un factor de cohesión social y política. La guerra, como confrontación de la voluntad humana, también permite a los individuos enfrentarse a su mortalidad y definirse en oposición a la muerte. En este sentido, Hegel afirma que la guerra es una afirmación de la subjetividad. Sin embargo, aunque Hegel ve un papel para la guerra en el desarrollo de la historia humana, esto no significa que la glorifique o la promueva. Al contrario, para Hegel, la guerra es una manifestación trágica de las contradicciones de la historia humana, una contradicción que, en última instancia, puede conducir a una mayor realización de la libertad humana.
Lo que es interesante preguntarse es la dimensión mítica de la guerra, es decir, cómo los estados construyen un discurso de guerra que involucra el concepto de sacrificio.  
Cuando estudiamos la guerra, hay una movilización ideológica para facilitar la cohesión de las masas. El que no está de acuerdo con la guerra es un renegado, traicionó la causa. Después del 11 de septiembre, muy pocos intelectuales pudieron decir que George Bush se equivocó al llamar al terrorismo una guerra, y esta posición fue un heroísmo absoluto porque los medios de comunicación estadounidenses los estigmatizaban.
La guerra sólo se puede vivir de manera sublimada, es decir, la racionalidad puede perder peso en las evaluaciones.


=== La guerra moderna ===
René Girard, filósofo y antropólogo francés, desarrolló una teoría conocida como "teoría del chivo expiatorio" para explicar la violencia humana. Según Girard, los conflictos sociales surgen debido a la rivalidad mimética, es decir, el deseo de poseer las mismas cosas que los demás, que se contagia dentro de una sociedad. Cuando las tensiones aumentan, la sociedad intenta restablecer el orden volviéndose contra un "chivo expiatorio", normalmente una persona o grupo marginado. Al unirse para castigar al chivo expiatorio, la comunidad es capaz de canalizar su violencia y restablecer un sentimiento de cohesión social.
[[Fichier:Helst, Peace of Münster.jpg|thumb|Banquete de la Guardia Cívica de Ámsterdam con motivo del Münster Peace de Bartholomeus van der Helst, pintado en 1648.|300px]]


La Guerra de los Treinta Años, que duró de 1618 a 1648, es una guerra religiosa en la que participarán grandes potencias, a saber, Francia contra Austria y Suecia. Esta guerra condujo al Tratado de Westfalia, que sentó las bases para la guerra moderna.
Girard también aplicó su teoría a la guerra, argumentando que ésta puede desempeñar el mismo papel que el chivo expiatorio a la hora de conciliar las tensiones sociales. Al igual que Hegel, Girard ve la guerra como un medio por el que una comunidad puede sublimar sus diferencias internas para hacer frente a una amenaza externa común. Sin embargo, la perspectiva de Girard, como la de Hegel, no justifica la guerra. Al contrario, ofrece un análisis de cómo la violencia puede convertirse en un medio para establecer el orden social, al tiempo que pone de relieve el trágico coste humano de esta dinámica.


El tratado de Westfalia consagra la soberanía de los Estados, la guerra sólo puede ser guerras interestatales, por lo tanto, en el centro mismo de la cuestión de la guerra interestatal está el Estado es la idea del Estado-nación que llevó a la conducción de la guerra. El derecho internacional público de la guerra es una ley estatal que establece normas para el desarrollo de la guerra:
===Nicolás Maquiavelo (1469-1527): El realismo político y las estrategias de guerra===
#invente la diplomacia moderna;
#Los Estados son soberanos, y los Estados son la base del orden internacional, por lo que para hacer una guerra hay que seguir un proceso;
##proclamar una declaración de guerra;
##hay que saber cómo terminar la guerra con los tratados de paz.


== La teorización de la guerra ==
[[Fichier:Santi di Tito - Niccolo Machiavelli's portrait.jpg|thumb|right|150px|Retrato póstumo de Maquiavelo por Santi di Tito, en el Palazzo Vecchio de Florencia.]]
El gran debate es que, desde el punto de vista de la ciencia política, hemos vivido desde hace mucho tiempo en una pseudo-obviedad seudo-bélica, porque históricamente la guerra ha vuelto al lado del arte para tener "el arte de la guerra". Para Platón y Aristóteles, lo que define la política es que la política es un "arte".


El arte de la guerra es una técnica construida, al igual que el arte de la política, que ha atraído la guerra en el lado de la estrategia. El genio militar de Napoleón es que contravenga las leyes de la guerra, siempre se organiza en un sistema para que sus adversarios crean que no hay sorpresa cuando el arte de la guerra se define según los procedimientos. En esta paradoja, la guerra es tanto la norma como la superación de la norma que clama sorpresa. Existe un espacio en la estrategia que permitió evitar el análisis de la guerra como un objeto más complicado de las ciencias sociales.
Nicolás Maquiavelo, político y escritor italiano del Renacimiento, es conocido sobre todo por su obra El Príncipe, que suele considerarse una guía pragmática del liderazgo político. En ella describe el ejercicio del poder, no como debería ser según principios ideales o éticos, sino como es en la práctica. En El Príncipe, Maquiavelo sostiene que los gobernantes deben estar dispuestos a actuar de forma inmoral si es necesario para mantener su poder y garantizar la estabilidad de su Estado. Por ejemplo, sugiere que aunque para un príncipe es mejor ser amado y temido, si tiene que elegir entre las dos cosas, es más seguro ser temido. El planteamiento de Maquiavelo sobre la guerra es muy realista. Insiste en que los gobernantes deben estar siempre preparados para la guerra y dispuestos a librarla si es necesario. Para él, la guerra era una herramienta política, necesaria para mantener y extender el poder. Maquiavelo era también un ferviente defensor de las milicias ciudadanas. Creía que los ciudadanos que tenían un interés directo en defender su patria serían mejores soldados que los mercenarios o las tropas reclutadas en el extranjero. Esta idea se refleja en su otra gran obra, el Discurso sobre la primera década de Tito Livio.


La guerra es un objeto filosófico que plantea un problema de cultura y conciencia: la cuestión fundamental es, por lo tanto, si se puede, de la misma manera que el suicidio es un hecho social, la guerra es un fenómeno social que se puede estudiar como tal, por lo que se puede pensar en la guerra, es algo que se puede analizar desde el punto de vista filosófico y, sobre todo, desde el punto de vista de la filosofía política.
Maquiavelo es famoso por su afirmación de que "el fin justifica los medios". Esto significa que creía que las acciones de un líder pueden justificarse por los resultados que producen, incluso si esas acciones son en sí mismas moralmente reprobables. Maquiavelo creía que la política y la moral eran ámbitos separados. En política, sostenía que el éxito y la supervivencia del Estado eran los objetivos más importantes. En consecuencia, un líder puede tener que tomar decisiones difíciles, incluso inmorales, para alcanzar estos objetivos. La guerra, por ejemplo, es considerada inmoral por muchos, pero para Maquiavelo podía estar justificada si era necesaria para proteger al Estado. Además, Maquiavelo consideraba que el arte de la guerra era una habilidad esencial para un líder. Sostenía que un príncipe que descuida el arte de la guerra pone en peligro su reino y su propia seguridad. Según él, incluso en tiempos de paz, un líder...


=== Hugo Grotius ===
El adjetivo "maquiavélico" se utiliza a menudo para describir a una persona dispuesta a utilizar medios engañosos o inmorales para lograr sus objetivos. Es una referencia a la idea de Maquiavelo de que "el fin justifica los medios". Esto significa que, para una persona maquiavélica, el objetivo es más importante que las acciones emprendidas para alcanzarlo. Así que no importa si las acciones son engañosas, deshonestas o incluso crueles, siempre y cuando logren el objetivo. Esta es una interpretación bastante negativa y simplificada de la filosofía de Maquiavelo. Sus escritos eran mucho más complejos y matizados, y no abogaba necesariamente por un comportamiento inmoral en todas las circunstancias. Sin embargo, así es como se utiliza a menudo su nombre en el lenguaje común.
[[Image:Michiel Jansz van Mierevelt - Hugo Grotius.jpg|right|150px|thumb|Hugo Grotius<br />Portrait par Michiel Jansz. van Mierevelt (1631).]]


Grotius ha escrito un libro titulado ''De jure belli ac pacis'' sobre la ley de la guerra y la ley de la paz, que examinará la posibilidad de una ley de la guerra. Estas son cuestiones que siguen siendo de actualidad con las nociones de guerra justa y guerra injusta. Grotius se pregunta si es posible construir una ley de guerra y hasta qué punto puede jugar la guerra misma o detenerla. La ley de la guerra es posible en dos casos específicos:
Nicolás Maquiavelo, en su obra El Príncipe, destaca la importancia de la guerra para un líder. Para él, el líder ideal debe estar siempre preparado para la guerra, tanto física como mentalmente. Maquiavelo no glorifica la guerra per se, pero considera que el arte de la guerra es una habilidad necesaria para cualquier buen gobernante. Sostiene que una de las principales funciones de un gobernante es proteger al Estado y a sus ciudadanos, lo que puede requerir el uso de la guerra. Maquiavelo escribía en un contexto histórico en el que Italia estaba dividida en numerosas ciudades-estado que a menudo entraban en conflicto entre sí. En consecuencia, la guerra era una realidad cotidiana e inevitable. Sin embargo, esto no significa que valore la guerra como tal, sino que reconoce y analiza el papel que ésta desempeña en la política. No obstante, a lo largo de los siglos estas perspectivas se han malinterpretado o simplificado con frecuencia, lo que ha llevado a percibir a Maquiavelo como un estratega sin escrúpulos que abogaba por el uso de la guerra en beneficio personal o político.
*'''Guerra defensiva''': sólo la guerra defensiva es justa: proteger a las poblaciones de un agresor externo.
*'''Guerra coercitiva''': pretendía castigar a quienes secuestran y se oponen a la ley.
Por otro lado, hará que la guerra sea ilegítima en otros casos, como la guerra de conquista, porque un estado-nación no pretende conquistar otros estados, por lo que esta guerra es injusta.


La ley de la guerra en la teoría de Grotius es también una ley de la paz, porque será calificada como las condiciones de la paz. Si el agresor se encuentra en una situación de injusticia, debe ser castigado por otros Estados.
===Antoine-Henri de Jomini (1779-1869): Estrategia militar y principios de la guerra===
Antoine-Henri Jomini fue un general y teórico militar suizo que vivió entre 1779 y 1869. Jomini sirvió en los ejércitos de Napoleón y más tarde se alistó en el ejército ruso. Es conocido sobre todo por sus escritos sobre estrategia y táctica militar. Su obra más conocida, "Précis de l'art de la guerre" (1838), se considera uno de los textos fundacionales de la estrategia militar moderna. En él, Jomini expuso sus ideas sobre los principios fundamentales de la guerra, entre ellos la importancia de concentrar las fuerzas, la rapidez de acción y la libertad de maniobra. Jomini también identificó lo que él consideraba los elementos clave de una buena estrategia militar: atacar al enemigo donde es más débil, concentrar las fuerzas en un punto decisivo, libertad de maniobra y una cadena de mando clara y eficaz. Las teorías de Jomini influyeron en muchos estrategas militares a lo largo del siglo XIX y principios del XX, y su obra sigue estudiándose en las academias militares de todo el mundo.


=== Thomas Hobbes ===
Antoine-Henri Jomini es ampliamente reconocido como uno de los teóricos más influyentes de la estrategia militar. En su "Précis de l'art de la guerre", definió la estrategia como el arte de dirigir adecuadamente la masa de fuerzas armadas, concentrándolas en un punto decisivo. Para Jomini, la estrategia consistía en determinar cuándo, dónde y con qué fuerzas atacar al enemigo. Era una cuestión de planificación y preparación que requería un profundo conocimiento de la geografía, la logística y los recursos disponibles. Jomini identificó varios principios básicos para la conducción eficaz de la guerra, entre ellos la concentración de fuerzas en un punto decisivo, la rapidez de la acción y la economía de fuerzas. También introdujo la noción de "línea de operaciones", que es la ruta más directa y segura entre un ejército y su base de suministros, e hizo hincapié en la importancia de la logística para el éxito de las operaciones militares.
{{Article détaillé|La naissance du concept moderne de l’État}}
[[Fichier:Leviathan.jpg|thumb|right|160px|Leviatán, o Tratado sobre la Materia, Forma y Poder de una República Eclesiástica y Civil, 1651.]]


En ''Leviathan'', Hobbes reflexionará sobre las causas de la guerra civil preguntándose sobre las motivaciones de la guerra. Será la base del edificio estatal moderno para decirnos que será el estado de la naturaleza.
Todos estos elementos forman parte del arte de la guerra en sentido amplio. Reflejan varios aspectos cruciales de la estrategia y la táctica militares.


El estado de la naturaleza puede ser caos o igualdad absoluta. Hobbes está del lado de la interpretación caótica porque el estado de la naturaleza levantaría los impulsos de individuos que son impulsos destructivos que llevan a la guerra.
# Posicionamiento de las tropas: dónde y cómo se despliegan las fuerzas sobre el terreno puede tener un impacto significativo en el éxito de una campaña militar. Los comandantes deben tener en cuenta el terreno, las vías de comunicación y suministro, y la posición del enemigo.
# Análisis in situ de las fuerzas presentes: comprender los puntos fuertes y débiles de las tropas propias y las del enemigo es crucial para planificar una estrategia eficaz.
# Cómo atacar los puntos débiles: identificar y explotar los puntos débiles del enemigo es una parte fundamental de la estrategia militar.
# Las condiciones tácticas para perseguir al enemigo: tras una victoria, puede ser ventajoso perseguir al enemigo para maximizar el desorden y minimizar su capacidad de reagruparse y contraatacar.
# El control del movimiento: controlar el movimiento de las tropas propias y, en la medida de lo posible, las del enemigo, es otro aspecto clave de la estrategia militar.
# Incorporar el concepto de movilidad y sorpresa: la capacidad de moverse rápidamente y sorprender al enemigo puede ser a menudo un factor decisivo en la guerra.
# Las artimañas, como los falsos ataques, la apariencia de estancamiento y los contraataques: utilizar el engaño para desorientar y desestabilizar al enemigo también puede ser una táctica eficaz.


Para evitar la guerra, es necesario construir un Estado fuerte estableciendo la razón abandonando la teoría del derecho natural para pasar a un contrato social. Lo que subyace al Estado moderno es la capacidad de vivir a través del contrato que garantiza la paz. En las misiones que Hobbes piensa del Estado moderno está la construcción de un ejército, porque garantiza la paz.
Todos estos aspectos son esenciales para comprender y llevar a cabo una campaña militar eficaz.


=== Emmanuel Kant ===
Las ideas de Jomini sobre estrategia militar se formularon en el contexto de las guerras napoleónicas y se vieron influidas por la observación de las campañas de Napoleón. Se siguen estudiando y aplicando en la teoría militar contemporánea.
Kant examinará lo que él llamó la construcción de la paz y los medios para lograr la paz perpetua y cómo construir una teoría legal de la paz.


La paz no puede basarse en la emoción y el afecto, sino en la racionalidad. Por lo tanto, sólo la razón puede llevar a los hombres a aceptar la paz, es una razón moral. La única solución es pensar en una mutualización de las diferentes.[[Image:Kant foto.jpg|thumb|left|100px|Portrait de Emmanuel Kant]]
===Carl von Clausewitz (1780-1831): La naturaleza política de la guerra y la trinidad de la violencia===
Carl von Clausewitz, en su famoso libro "Sobre la guerra", sostiene que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Para él, la guerra nunca es un fin en sí misma, sino una herramienta que los Estados utilizan para alcanzar objetivos políticos. Es un medio para obligar al enemigo a aceptar la voluntad del Estado.


Debemos inventar una ley internacional de paz, que es la gestión de las relaciones de poder entre las naciones sobre la base de que la regulación es necesaria porque siempre habrá guerras.
La cuestión de las "guerras interminables", como la emprendida por Estados Unidos en Afganistán durante dos décadas, se considera a menudo un signo de fracaso a la hora de definir y alcanzar objetivos políticos claros. Esto puede deberse a una serie de factores, como objetivos políticos cambiantes, metas demasiado ambiciosas o mal definidas, u obstáculos imprevistos para alcanzarlas. También es importante recordar que la perspectiva de Clausewitz sobre la guerra es esencialmente la de un conflicto interestatal convencional. Muchos conflictos modernos implican a actores no estatales, como grupos terroristas o milicias, y pueden estar influidos por factores como las divisiones étnicas o religiosas, que no encajan fácilmente en el marco de la guerra como política por otros medios. Estas guerras pueden parecer "interminables" porque no se libran para alcanzar objetivos políticos claros, sino que son el resultado de profundas divisiones sociales, desigualdad, pobreza y otros factores estructurales.


La importante contribución de Kant será decir que el derecho internacional público que debe construirse no será el derecho de los más fuertes. Debe ser algo más que sea un derecho de paz que no sea un derecho de guerra. Hay que construir una paz universal, pero sobre todo hay que pensar en tres niveles de paz:
El sistema de Westfalia, establecido por los Tratados de Westfalia en 1648, se basa en el principio de la soberanía de los Estados nación. En este sistema, la guerra se considera tradicionalmente un medio para resolver los conflictos entre Estados con vistas a restablecer la paz. Cuando hablamos de "guerra interminable", generalmente nos referimos a conflictos que no parecen encaminarse hacia una resolución pacífica. Esto puede deberse a una multitud de razones, como objetivos políticos mal definidos, la ausencia de un enemigo claramente definido (como en el caso de la "guerra contra el terrorismo"), obstáculos imprevistos para la paz o conflictos que escapan al control de los Estados. La idea de que "el tiempo de guerra es un tiempo de reversión para volver a la paz" refleja la creencia de que la guerra es un estado temporal y excepcional, y que el objetivo final debe ser siempre el restablecimiento de la paz. Esto subraya la importancia del compromiso diplomático, la negociación y el compromiso para resolver los conflictos.[[Image:Clausewitz.jpg|thumb|right|185px|Carl von Clausewitz.]]
*'''Derechos políticos internos''': si todos los países adoptan una constitución republicana, los conflictos dentro de los países podrían ser manejados.
*'''derecho internacional inter-federal/interestatal''': si un sistema de constitución republicana ha creado una ley de paz dentro de los estados, puede haber un sistema de relaciones de asociación entre los estados.
*'''Derecho internacional de la hospitalidad''': esta es la capacidad de los Estados para dialogar en paz perpetua. Es una ley internacional cosmopolita.


Es un pensador interesante, porque es autor y creador del surgimiento de un derecho internacional público de la paz sobre la base de que todo debe ser libremente consensuado y de que es necesario luchar contra cualquier sistema autocrático, es decir, la personalización del poder, que puede conducir a la guerra.
En el espíritu de la guerra westfaliana, la guerra está subordinada a la política. La famosa cita de Clausewitz "la guerra es la continuación de la política por otros medios" subraya que la guerra es una herramienta utilizada por los Estados para alcanzar sus objetivos políticos. Para él, la guerra es una acción racional, dirigida y controlada por el Estado, encaminada a alcanzar objetivos políticos concretos. Sin embargo, en el contexto actual, a veces se cuestiona la idea de que la guerra se libra bajo el control y a instigación del Estado. Con la aparición de grupos no estatales, los conflictos asimétricos, el terrorismo transnacional y los ciberataques, la guerra ya no se limita a los Estados. En estos casos, el fin de las hostilidades puede ser más difícil de alcanzar, ya que los actores implicados pueden no tener objetivos políticos claros o compartidos que puedan resolverse mediante la negociación o la diplomacia. Además, la ausencia de estructuras estatales o institucionales estables en algunas regiones puede dificultar la conclusión de la guerra. En tales contextos, la guerra puede convertirse en un estado perpetuo, con niveles fluctuantes de violencia, en lugar de un "paréntesis" temporal.  


=== Hegel ===
Los conflictos en regiones como Darfur han conducido a menudo a una forma de privatización de la guerra, en la que el papel tradicional del Estado en la conducción de la guerra es sustituido o complementado por una multitud de actores no estatales. Esto puede incluir milicias locales, grupos rebeldes, empresas militares privadas e incluso actores internacionales. Una de las consecuencias de esta evolución es la fragmentación de la autoridad y la soberanía. En lugar de un Estado central que controle todo el territorio y ejerza el monopolio de la violencia legítima, existe una multitud de actores que controlan diferentes partes del territorio y llevan a cabo acciones violentas independientemente unos de otros. Esto complica enormemente los esfuerzos por poner fin a la guerra y establecer una paz duradera. Es difícil llegar a un acuerdo de paz cuando muchos actores tienen reivindicaciones contrapuestas y no existe una autoridad central que imponga o garantice el acuerdo. Además, la privatización de la guerra puede provocar altos niveles de violencia, sobre todo contra los civiles, ya que los actores no estatales pueden no respetar las leyes de la guerra del mismo modo que los Estados. En este contexto, los enfoques tradicionales de resolución de conflictos pueden no ser suficientes. Puede ser necesario adoptar enfoques más complejos y matizados, que tengan en cuenta la multitud de actores implicados y sus intereses y motivaciones divergentes. Esto puede incluir esfuerzos para reforzar la gobernanza local, promover la reconciliación de la comunidad y garantizar la rendición de cuentas por los abusos de los derechos humanos.
[[Image:Hegel portrait by Schlesinger 1831.jpg|thumb|160px|Retrato de Hegel por Schlesinger (1831)]]


Hegel cuestionará la guerra interpretándola como un comportamiento subjetivo del ser. Básicamente, la guerra no puede detenerse porque permite que la subjetividad del individuo se sitúe en un campo político. A partir de entonces, la guerra no puede desaparecer porque de cierta manera permite que existan subjetividades y permitirá a los diferentes pueblos superar sus oposiciones para solidificarse.
La idea de Clausewitz de que "la guerra es la continuación de la política por otros medios" significa que la guerra es fundamentalmente una herramienta política. Se utiliza para alcanzar objetivos políticos que los métodos diplomáticos no han logrado alcanzar. Por consiguiente, el fin de la guerra implica un retorno a los medios políticos de resolución de conflictos. Esta perspectiva subraya la importancia de la gobernanza política en la gestión de conflictos y en la transición de la guerra a la paz. Si la política no puede recuperar el mando, el conflicto puede prolongarse y la guerra puede convertirse en un estado permanente. Esto puede ocurrir en los llamados "Estados fallidos", donde las instituciones políticas son demasiado débiles para imponer el orden y resolver los conflictos de forma pacífica. También puede ocurrir en situaciones en las que las partes en conflicto han perdido la confianza en los mecanismos políticos y ya no creen en la posibilidad de una resolución pacífica. Así pues, la guerra continúa hasta que se encuentra una solución política, ya sea mediante negociaciones de paz, mediación internacional o el establecimiento de nuevas estructuras políticas. En este sentido, Clausewitz subraya la importancia crucial de la política para resolver los conflictos y restablecer la paz.


La guerra tiene una ventaja extraordinaria, porque logra sublimar las diferencias de los individuos en el espacio del Estado-nación, reúne y borra las contradicciones que se refieren directamente a las teorías de René Girard.
Clausewitz hacía hincapié en la importancia vital de mantener el control político sobre la acción militar. Para él, la guerra era una herramienta que la política podía y debía utilizar para alcanzar sus objetivos. Es la política la que da a la guerra su finalidad y su razón de ser y, por tanto, la que determina cuándo empieza, cuándo acaba y cómo se libra. Cuando la guerra se nos va de las manos, las consecuencias pueden ser catastróficas. Corremos el riesgo de caer en un estado de conflicto perpetuo, donde reinan la violencia y el caos, y la lógica de la guerra sustituye a la lógica de la política. Este tipo de situación suele darse en zonas de conflicto prolongado, donde las instituciones políticas son débiles o inexistentes, y donde la guerra se convierte en una forma de vida más que en un medio para alcanzar objetivos políticos concretos. Por eso es tan crucial que la política mantenga el control sobre la guerra. Sin un control político eficaz, la guerra puede volverse autónoma e incontrolable, con consecuencias devastadoras para la sociedad y la humanidad.


=== Maquiavelo ===
Es una perspectiva interesante y a veces paradójica. En determinadas situaciones, la guerra puede utilizarse como herramienta de negociación. Cuando el diálogo político fracasa o está bloqueado, la guerra puede crear una nueva dinámica y obligar a las partes a reconsiderar sus posiciones. Por ejemplo, una de las partes puede utilizar la amenaza o el uso de la fuerza para aumentar su posición negociadora y empujar a sus oponentes a hacer concesiones. Además, la guerra puede a veces exponer verdades difíciles y revelar problemas profundamente arraigados que deben resolverse si se quiere alcanzar una paz duradera. Los conflictos pueden poner de manifiesto desigualdades, abusos de poder e injusticias que se han ignorado u ocultado, allanando el camino para su resolución en el marco de un proceso de paz.
{{Article détaillé|La Renaissance italienne}}
[[Fichier:Santi di Tito - Niccolo Machiavelli's portrait.jpg|thumb|right|150px|Retrato posthume de Maquiavelo por Santi di Tito, en el Palazzo Vecchio de Florencia]]


Maquiavelo es un humanista en un Principado de Florencia que organiza milicias ciudadanas y escribe "El Príncipe" donde describirá los modos de gobierno. El Renacimiento italiano trabaja sobre las cualidades del gobernador y para ello debe apropiarse del arte de la guerra necesario para su poder que posee una virtud moral. Por lo tanto, el fin justifica los medios, porque lo más importante es lograr los objetivos sin importar cómo se obtengan. Un objetivo moral a través de la guerra no es grave si no es en sí mismo moral, porque el objetivo tiene todo el dispositivo.
===Maurice Davie (1893-1964): transformaciones contemporáneas de la guerra y nuevos retos===
Maurice R. Davie es un sociólogo famoso por sus trabajos sobre la guerra y los conflictos en las sociedades humanas. En su artículo de 1930 "The Evolution of War", Davie examina los orígenes de la guerra en las sociedades primitivas.


Cuando se describe a un individuo como maquiavélico, se sugiere que existe una contradicción entre la afirmación de las metas y la gestión de los medios para alcanzarlas.
Identifica varias razones por las que estas sociedades pueden entrar en guerra:


En Maquiavelo hay una tendencia muy preocupante porque se valora el tema de la guerra.
# Competencia vital por la supervivencia del grupo: en un entorno donde los recursos son limitados, los grupos pueden entrar en conflicto por la comida, el agua, el territorio y otros recursos vitales. Estas guerras eran a menudo una cuestión de supervivencia, en la que el grupo vencedor garantizaba su acceso a estos recursos.
# Disputas religiosas: Las creencias religiosas solían estar muy arraigadas en las sociedades primitivas, y cualquier choque de interpretaciones o creencias podía desembocar en una guerra. Además, en algunas culturas existía la creencia de que la victoria en la guerra era una prueba de favoritismo divino, lo que podía fomentar aún más el conflicto.
# Venganza de sangre: En muchas culturas primitivas, una ofensa contra un miembro del grupo solía vengarse con el asesinato o la guerra. Este ciclo de venganza podía dar lugar a una serie de conflictos perpetuados en el tiempo.
# Gloria: en algunas sociedades, la gloria y el honor conseguidos a través de la batalla eran muy apreciados. Los guerreros podían buscar la guerra para obtener un mayor estatus social y prestigio.


=== Antoine-Henri de Jomini ===
Aunque estos factores pueden haber desempeñado un papel en las sociedades primitivas, también están presentes en muchos conflictos contemporáneos.
Antoine-Henri de Jomini fue capitán del ejército suizo y escribió un tratado sobre el arte de la guerra con un método de análisis estratégico, preguntándose: ¿qué es la estrategia?


Es un conjunto de elementos sobre los que vemos un esfuerzo por gestionar la tierra:
===Marvin Harris (1927-2001): Enfoques antropológicos de la guerra y sus motivaciones socioculturales===
*el posicionamiento de las tropas;
*análisis in situ de las fuerzas implicadas;
*cómo abordar las debilidades;
*las condiciones tácticas para perseguir al enemigo;
*condiciones de control del movimiento;
*integración del concepto de movilidad y sorpresa;
*falsos ataques, la aparición de contraataques y contraataques.


=== Carl von Clausewitz ===
[[Fichier:MarvinHarris.jpg|thumb|right|Marvin Harris.]]
Para Clausewitz, la guerra es una relación entre objetivos políticos y bélicos. Cuando decimos que las guerras de hoy son guerras interminables, es porque hemos perdido sus objetivos políticos.


La guerra interminable se está desarrollando porque se olvida uno de los principios fundamentales de la guerra de Westfalia, que es que si estamos librando una guerra en un sistema westfaliano, es para ir hacia la paz y no para permanecer en guerra. Cuando decimos que la guerra es un tiempo de inversión, simplemente significa que la guerra es un tiempo de inversión para volver a la paz.[[Image:Clausewitz.jpg|thumb|right|185px|Carl von Clausewitz]]
Marvin Harris (1927-2001) fue un antropólogo estadounidense y una figura destacada en el desarrollo del materialismo cultural, un marco teórico que explica las prácticas culturales en términos de los problemas prácticos de la existencia humana, como la producción de alimentos y otros bienes materiales, y no en términos de ideas o valores abstractos.  


La guerra es un paréntesis cuya construcción del equilibrio de poder es únicamente para salir de la guerra. Cuando Clausewitz habla de la guerra como una construcción política, recuerda un punto fundamental: la guerra es la continuación de la política por otros medios.  
Harris es conocido por su trabajo para explicar los fenómenos sociales desde un enfoque materialista. Sostuvo que las características de la sociedad, como la estructura social, la cultura e incluso las creencias religiosas, están determinadas en gran medida por consideraciones prácticas, en particular las relacionadas con la subsistencia y la economía. Entre las obras más conocidas de Harris figuran "The Rise of Anthropological Theory" (1968), "Cannibals and Kings" (1977) y "Cows, Pigs, Wars and Witches: The Riddles of Culture" (1974). En estas y otras obras, exploró una amplia gama de temas -desde el estatus sagrado de las vacas en la India hasta la práctica del canibalismo en las sociedades prehistóricas- siempre con el objetivo de mostrar cómo prácticas culturales que pueden parecer extrañas o irracionales son en realidad adaptaciones sensatas a las condiciones materiales. La obra de Harris ha tenido una enorme influencia y sigue siendo muy leída y debatida en el campo de la antropología.


En el espíritu de la guerra de Westfalia, la guerra está subordinada a la política. Si la guerra de hoy es tan peligrosa, es porque se convierte en una guerra interminable porque el objetivo político se olvida. A partir de entonces, volvemos a un estado de guerra permanente porque ya no tenemos estructuras estatales o institucionales que nos recuerden que la guerra debe terminar en algún momento.
En su libro de 1974, "Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura", Marvin Harris propuso varias teorías sobre el origen de la guerra en las sociedades primitivas.
# La guerra como solidaridad: Harris sugiere que la guerra puede servir como medio para reforzar la solidaridad y la identidad del grupo. En una situación de conflicto, los individuos de un grupo pueden sentirse más unidos, lo que refuerza la legitimidad del grupo.
# La guerra como juego: Esta teoría propone que la guerra puede tener una dimensión lúdica en ciertas sociedades primitivas. De hecho, en muchas culturas son habituales los juegos de guerra o los juegos que imitan el combate. Las actividades deportivas modernas pueden considerarse una continuación de esta dimensión "lúdica" de la guerra.
# La guerra forma parte de la naturaleza humana: Esta teoría propone que la guerra es un aspecto inevitable de la naturaleza humana. Sugiere que el conflicto y la confrontación forman parte de la naturaleza humana y que la guerra es simplemente una extensión de esa naturaleza.
# La guerra como continuación de la política: Esta teoría es similar a la propuesta por Clausewitz, según la cual la guerra es una continuación de la política por otros medios. En este caso, la guerra se considera una herramienta política utilizada para alcanzar objetivos políticos.


Cuando observamos los territorios devastados por la guerra como Darfur a lo largo de los años, las estructuras nacionales, internacionales y estatales se disuelven, demostrando que son guerras casi privatizadas porque las estructuras ya no existen.
Es importante señalar que estas teorías no se excluyen mutuamente y que todas ellas pueden desempeñar un papel en el origen de la guerra en las sociedades primitivas.


Clausewitz es importante, porque la guerra es básicamente la continuación de la política por otros medios, lo que significa que en algún momento tendremos que volver a la política. Sin política, es decir, sin la capacidad de estructurar el conflicto, es imposible salir de la guerra, lo que explica por qué algunos países se encuentran hoy en un estado de guerra permanente.
==Guerra y paz: una cuestión jurídica y de gobernanza internacional==


Para Clauswitz, el peligro es que la guerra se escape de la política. Es imperativo que la guerra sea controlada por la política, porque es la propia capacidad y registro de la guerra. Si la guerra se escapa de la política, es la guerra la que reemplazará a la política, en este caso nos estamos volviendo locos en algo que se nos escapa.
===El Derecho de Guerra o el Derecho de La Haya===
El Tratado de Westfalia, firmado en 1648, marcó el final de la Guerra de los Treinta Años en Europa. También sentó las bases del moderno sistema internacional de Estados soberanos. El tratado reconocía a cada Estado el derecho a gobernar su territorio sin injerencias externas, una idea que hoy es fundamental para el Derecho internacional.


La guerra puede ser una máquina formidable para negociar la paz. La guerra se libra porque la discusión ya no es posible, pero también porque la guerra permite renegociar la paz.
La "Ley de La Haya" hace referencia a una serie de convenios internacionales que se negociaron en La Haya (Países Bajos) a finales del siglo XIX y principios del XX. Estos convenios establecieron normas para la conducción de la guerra, incluido el trato a los prisioneros de guerra y la protección de los civiles. Constituyen una parte importante del derecho internacional humanitario.


=== Maurice Davie ===
El ataque de Japón a Pearl Harbor en diciembre de 1941 se consideró una violación flagrante de las reglas de la guerra, ya que se lanzó sin una declaración de guerra previa. El ataque provocó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente, en los Juicios de Tokio (el equivalente en el Pacífico de los Juicios de Núremberg), varios dirigentes y militares japoneses fueron condenados por crímenes de guerra cometidos durante la guerra, incluido el ataque a Pearl Harbor.
Según Davie en el artículo''The Evolution of War'' publié en 1930<ref>"Book Review:The Evolution of War: A Study of Its Role in Early Societies. Maurice R. Davie." Am J Sociol American Journal of Sociology 35.6 (1930): 1114.</ref>, lla guerra en las sociedades primitivas se refiere a:
* competencia vital para la supervivencia del grupo;
* diferencias religiosas;
* venganza de sangre;
* gloria.


=== Marvin Harris ===
El derecho internacional humanitario (DIH), a menudo denominado derecho de la guerra, establece normas específicas que deben observarse en tiempo de guerra. Define lo que está permitido y lo que está prohibido durante un conflicto armado, independientemente del motivo del conflicto. Estas son algunas de las principales obligaciones:
* Distinción: las partes en conflicto deben distinguir siempre entre combatientes y civiles. Los ataques sólo pueden dirigirse contra combatientes y objetivos militares, nunca contra civiles u objetos civiles.
* Proporcionalidad: incluso en el caso de un ataque legítimo contra un objetivo militar, está prohibido lanzar un ataque que pueda causar un número excesivo de víctimas civiles en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista.
* Precaución: deben tomarse todas las precauciones posibles para evitar o reducir al mínimo las víctimas civiles en un ataque contra un objetivo militar.


[[Fichier:MarvinHarris.jpg|thumb|right|Marvin Harris]]
El DIH también ofrece protección especial a las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, como los prisioneros de guerra y los heridos. Tienen derecho a recibir un trato humano, sin discriminación. Es importante señalar que el DIH se aplica a todas las partes de un conflicto, independientemente del motivo del mismo o de si se considera "justo" o "injusto".


Para Harris, como se describe en su libro ''Cows, Pigs, Wars and Witches: The Riddles of Culture'' publié en 1973<ref>Cows, Pigs, Wars and Witches: The Riddles of Culture. London: Hutchinson & Co. 1975. ISBN 0-09-122750-X. Reissued in 1991 by Vintage, New York. (version complète pdf:http://monoskop.org/images/5/5b/Harris_Marvin_Cows_Pigs_Wars_and_Witches_The_Riddles_of_Culture_1974.pdf)</ref> En una sociedad tradicional, hay cuatro teorías sobre el origen de la guerra en las sociedades primitivas:
El Derecho Internacional Humanitario (DIH) establece límites a la conducta bélica y prevé sanciones para quienes infrinjan estas normas. Por ejemplo, el DIH prohíbe explícitamente el uso de armas químicas o biológicas, el uso de balas que se expandan o deformen fácilmente en el cuerpo humano y cualquier ataque que cause daños excesivos a civiles o al entorno natural. Además, los países que infrinjan estas normas pueden ser responsabilizados de sus actos. Esto puede implicar sanciones económicas, restricciones diplomáticas o incluso acciones legales. Los individuos también pueden ser considerados responsables de sus acciones durante un conflicto armado y pueden ser procesados por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad o genocidio. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desempeña un papel importante en la aplicación del DIH. Está facultado para imponer sanciones, recomendar acciones militares y remitir casos a la Corte Penal Internacional para su investigación y enjuiciamiento.
* Guerra como solidaridad: une a una población, es un modo de prefabricación de la legitimidad;
* guerra como juego: dimensión lúdica de la guerra, el deporte puede ser percibido como la continuidad de la guerra;
* la guerra de la naturaleza humana;
* La guerra como continuación de la política: permite hacer política.


== La guerra y la paz: un objeto jurídico y de gobernanza internacional ==
===Derecho internacional humanitario o Derecho de Ginebra===


=== La ley de la guerra o la ley de La Haya ===
El Derecho Internacional Humanitario (DIH), a menudo denominado Derecho de Ginebra, tiene como objetivo principal proteger a las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, incluidos los civiles, los heridos, los enfermos y los prisioneros de guerra. También pretende restringir el uso de ciertos métodos y medios de guerra. Se deriva principalmente de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales, que establecieron normas para la protección de los no combatientes en tiempo de guerra. Por ejemplo, los Convenios de Ginebra establecen normas para el trato de los prisioneros de guerra, prohíben el uso de la tortura y protegen a los civiles en caso de ocupación militar. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) desempeña un papel esencial en la promoción y aplicación del DIH. Es en parte gracias a la iniciativa de esta organización que el DIH existe hoy en día.  
Hablábamos del Tratado de Westfalia, que inició una primera reflexión sobre el estado central de la guerra y el derecho de la guerra, también conocido como ley de La Haya. Es el derecho a poder librar una guerra; la guerra está sujeta al derecho público internacional, hay normas. El ataque de Pearl Harbour es una violación de las condiciones de la guerra.
   
   
El derecho de la guerra establece que los derechos son un deber para los beligerantes en la conducción de las hostilidades. Desde el momento en que regresamos a la guerra, hay deberes y derechos.
Las distinciones entre civiles y combatientes, y entre combatientes y prisioneros de guerra, son elementos clave del Derecho Internacional Humanitario. Estas distinciones son esenciales para proteger a las personas que no participan (o han dejado de participar) directamente en las hostilidades.
 
* Los combatientes son miembros de las fuerzas armadas de una parte en conflicto que participan directamente en las hostilidades. Los combatientes tienen derecho a participar directamente en las hostilidades, lo que significa que no pueden ser procesados por participar en los combates. Sin embargo, también son objetivos legítimos para el otro bando.
* Los civiles son personas que no participan directamente en las hostilidades. Están protegidos de los ataques a menos que participen directamente en las hostilidades.
* Los prisioneros de guerra son combatientes capturados por el enemigo. Tienen derecho a una serie de protecciones en virtud del Tercer Convenio de Ginebra, incluido el derecho a no ser torturados, el derecho a mantener correspondencia con sus familias y el derecho a no ser procesados por participar legítimamente en las hostilidades.
 
El respeto de estas distinciones es esencial para reducir el sufrimiento innecesario en tiempos de guerra.
 
En teoría, el final de una guerra suele venir determinado por un tratado de paz o un acuerdo de alto el fuego, pero no existe un marco jurídico internacional preciso que regule cómo debe terminar un conflicto. La noción de "jus post bellum", o derecho después de la guerra, es un concepto emergente en el derecho internacional que pretende establecer principios éticos y jurídicos para la transición de la guerra a la paz. Incluye cuestiones como la responsabilidad de reconstruir tras el conflicto, el enjuiciamiento y castigo de los crímenes de guerra y el restablecimiento de los derechos humanos y el Estado de derecho. La idea es garantizar una transición justa y sostenible hacia la paz, teniendo en cuenta los derechos de las víctimas y las necesidades de las sociedades post-conflicto. Sin embargo, en 2023 todavía no existe un consenso internacional sobre lo que debe ser el "jus post bellum", y sigue siendo un área activa de investigación y debate.
 
Hay dos conceptos fundamentales que sustentan toda la gobernanza de la seguridad internacional y el derecho internacional.
 
La universalidad sugiere que ciertas normas y principios son aplicables a todo el mundo, independientemente de su cultura, religión, etnia, nacionalidad, etc. Esto es especialmente relevante para los derechos humanos, que se consideran universales e inalienables. Esto es particularmente relevante para los derechos humanos, que se consideran universales e inalienables.
 
La idea de humanidad significa que todos los seres humanos pertenecen a una comunidad global y comparten cierta dignidad y derechos fundamentales. También significa que ciertos actos son tan graves e inhumanos que constituyen un ataque a la comunidad humana en su conjunto. Estos actos pueden incluir el genocidio, los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad y la tortura.
 
Estos conceptos sirven de base al derecho internacional humanitario, que protege a las personas en tiempos de guerra, y al derecho penal internacional, que permite procesar y condenar a los responsables de violaciones graves de estas normas.
 
Tras la Primera Guerra Mundial, se creó la Sociedad de Naciones con el objetivo de mantener la paz y la seguridad internacionales promoviendo el diálogo y la cooperación entre las naciones. Sin embargo, la incapacidad de la Sociedad de Naciones para evitar la Segunda Guerra Mundial llevó a su disolución y a la creación de las Naciones Unidas (ONU) en 1945. La ONU, con su Consejo de Seguridad, se ha convertido en la principal institución para resolver conflictos y promover la paz a escala internacional. El Consejo de Seguridad es responsable del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y está facultado para tomar decisiones jurídicamente vinculantes. También se han introducido los conceptos de mantenimiento y establecimiento de la paz. Las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU implican el despliegue de tropas, observadores militares o policía civil para ayudar a mantener la paz y la seguridad en zonas de conflicto. El establecimiento de la paz, por su parte, pretende resolver los conflictos a través de la mediación, la negociación y otros medios pacíficos. Estas iniciativas e instituciones, aunque a veces criticadas por su ineficacia o falta de poder coercitivo, representan importantes esfuerzos por promover la universalidad y la humanidad en el sistema internacional.
 
=La guerra partisana: una nueva realidad=
Este tipo de guerra suele ser una respuesta a una fuerza militar superior, en la que las fuerzas convencionales no pueden oponerse eficazmente al enemigo. Los partisanos suelen tener la ventaja del terreno y del conocimiento local, lo que les permite moverse y esconderse con eficacia. Sin embargo, sus acciones también pueden dar lugar a graves represalias contra la población civil por parte de las fuerzas contra las que luchan. La guerra partisana se caracteriza por tácticas de guerrilla basadas en el conocimiento profundo del terreno, la movilidad, la sorpresa y la iniciativa. En comparación con las fuerzas convencionales, los partisanos no luchan para mantener posiciones o controlar el territorio, sino para desorganizar, hostigar y debilitar al enemigo.
 
Las tácticas utilizadas en la guerra partisana pueden incluir:
 
# Ataques en ráfaga: los partisanos lanzan ataques rápidos y repentinos contra el enemigo, a menudo desde posiciones ocultas, y luego se retiran rápidamente antes de que el enemigo pueda reaccionar con eficacia.
# Emboscadas: los partisanos pueden tender trampas al enemigo, utilizando el terreno y la sorpresa para infligir el máximo de bajas.
# Sabotaje: los partisanos pueden atacar la infraestructura del enemigo, como líneas de comunicación, depósitos de munición, rutas de transporte, etc., para interrumpir sus operaciones.
# Recogida de información: Los partisanos pueden reunir información sobre los movimientos e intenciones del enemigo y transmitirla a los aliados.
 
Estas tácticas, combinadas con la ventaja que suelen tener los partisanos en términos de apoyo local y conocimiento del terreno, pueden permitirles librar una guerra eficaz contra una fuerza enemiga mayor y mejor equipada.
 
Ejemplos notables de guerra de partisanos son la resistencia francesa contra la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, la guerra de guerrillas vietnamita durante la guerra de Vietnam y los movimientos de resistencia en Afganistán contra la ocupación soviética y luego estadounidense. La guerra de partisanos se caracteriza generalmente por su asimetría, es decir, por el hecho de que las fuerzas implicadas no son equivalentes en términos de capacidades militares. Esto obliga a los partisanos a recurrir a tácticas no convencionales para compensar su inferioridad numérica o tecnológica.
 
La guerra partisana ha transformado la naturaleza de los conflictos armados, desplazando el centro de atención del Estado al individuo o a los grupos no estatales. Esto representa un cambio importante en la forma de conceptualizar y combatir la guerra. En los conflictos tradicionales, la guerra solía entenderse como un enfrentamiento entre Estados, con ejércitos regulares dirigidos por comandantes en jefe, que luchaban en campos de batalla bien definidos. Esto ha cambiado con la aparición de la guerra partisana, en la que pequeños grupos o individuos, a menudo sin un mando centralizado, llevan a cabo ataques irregulares y dispersos. Esto ha provocado cambios significativos en las estrategias militares, que exigen una reflexión más centrada en cómo enfrentarse a objetivos no estatales y a menudo móviles, así como en cómo gestionar las poblaciones locales y el territorio. También ha planteado cuestiones sobre las reglas y normas que rigen la conducta en tiempo de guerra, ya que los conflictos partidistas no suelen encajar fácilmente en el marco de las leyes tradicionales de la guerra. Además, la aparición de la guerra de partisanos también ha cambiado la naturaleza del poder y la política en la guerra. A menudo, los partisanos pueden movilizar el apoyo local de un modo que las fuerzas armadas regulares no pueden, lo que les permite ejercer una influencia política significativa, aunque no controlen formalmente un territorio o un Estado.
 
==Una novedad: la guerra partisana==
El término "partisano" se utiliza a menudo para describir a una persona que decide tomar las armas y luchar por una causa específica, al margen de la estructura de un ejército regular u oficial.
 
En el contexto de una guerra o conflicto, los partisanos suelen estar asociados a grupos de resistencia o movimientos guerrilleros. Suelen estar motivados por convicciones ideológicas, políticas, religiosas o nacionalistas, y pueden optar por luchar por diversas razones, ya sea en defensa de su comunidad, en resistencia a la ocupación extranjera, en revuelta contra un régimen opresor o en promoción de una causa específica.
 
Los partisanos suelen utilizar tácticas de guerra asimétricas, como la guerra de guerrillas, el sabotaje, el espionaje y otras formas de guerra no convencional. Al no formar parte de un ejército regular, no suelen estar protegidos por las mismas convenciones y leyes que rigen el comportamiento de los soldados en tiempo de guerra, lo que a veces puede dar lugar a controversias sobre sus derechos y protecciones en virtud del Derecho Internacional Humanitario.
 
===Aymon de Gingins-La-Sarraz (1823 - 1893): pionero de la guerra partisana===
Charles-Jules Guiguer de Prangins, más conocido por su seudónimo Gingins-La Sarraz, fue un oficial suizo que contribuyó de forma decisiva al desarrollo de la estrategia defensiva de Suiza en el siglo XIX.
 
En su libro "La guerre défensive en Suisse", Gingins-La Sarraz propuso la idea de que Suiza, debido a su situación geográfica, su terreno montañoso y su política de neutralidad, debía concentrarse en desarrollar una sólida estrategia defensiva en lugar de proyectar fuerzas militares fuera de sus fronteras. Este enfoque, argumentó, garantizaría el mantenimiento de la neutralidad suiza frente a las ambiciones expansionistas de las grandes potencias europeas de la época.
 
Un elemento central de esta estrategia de defensa era la idea de formar y movilizar partidarios en caso de agresión extranjera. Estos partisanos, que serían ciudadanos corrientes adiestrados en el combate y la supervivencia, constituirían una fuerza de resistencia capaz de hostigar y desbaratar a las fuerzas invasoras, haciendo así que la ocupación de Suiza resultase demasiado costosa y difícil de conseguir. Esta estrategia se basa en la idea de que la defensa de Suiza recae no sólo en su ejército regular, sino también en el conjunto de su población, lo que refleja los principios de democracia directa y milicia que constituyen el núcleo de la política suiza.
 
Gingins-La Sarraz propuso el siguiente principio para la defensa de Suiza. Además del ejército regular, el uso de partisanos -ciudadanos entrenados en tácticas de guerrilla y capaces de movilizarse rápidamente- reforzaría las capacidades defensivas del país. Estos partisanos podrían colmar las lagunas en cuanto a número y flexibilidad de las fuerzas regulares. En una situación de guerra, podrían hostigar al enemigo, interrumpir sus líneas de comunicación y suministro y llevar a cabo ataques guerrilleros que dificultarían y encarecerían cualquier ocupación extranjera. Además, al estar integrados en la población, estos partisanos dificultarían al enemigo la distinción entre civiles y combatientes, añadiendo otra capa de complejidad a cualquier intento de invasión. Es una estrategia que refleja el pragmatismo suizo y la importancia que concede a la neutralidad y la seguridad nacional.  
   
   
Se refieren a la limitación de medios como, por ejemplo, la prohibición de municiones que puedan afectar a la población civil. Además, el derecho de la guerra define las normas y prevé sanciones para quienes las violen. Por este motivo, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a menudo hay textos que se adoptan en contra de ciertos países que han sobrepasado las reglas de la guerra.
La guerra partisana suele ser una estrategia de resistencia ante una ocupación o invasión extranjera. Los grupos irregulares, o partisanos, suelen ser civiles que han tomado las armas para resistir a una fuerza exterior. A menudo utilizan tácticas de guerrilla, como sabotajes, emboscadas, incursiones y ataques por sorpresa, que pueden resultar extremadamente eficaces contra una fuerza invasora convencional. Estos partidarios suelen ser capaces de movilizarse rápidamente y mezclarse con la población civil después de llevar a cabo un ataque, lo que dificulta que el enemigo los tenga en el punto de mira. Además, su conocimiento local del terreno y de la población puede ser una gran ventaja en la lucha contra una fuerza invasora.
 
===Carl Schmitt (1888 - 1985): la teorización de la guerra partisana===
[[image:PapenSchleicher0001.jpg|thumb|Schmitt asesoró al gobierno de von Papen (izquierda) y a Schleicher (derecha) sobre la cuestión constitucional.]]
 
Carl Schmitt (1888-1985) fue un jurista y filósofo político alemán, ampliamente conocido por su contribución a la teoría política y jurídica. Sin embargo, es una figura controvertida por su afiliación al partido nazi durante la década de 1930. Schmitt se afilió al partido nazi en 1933 y ocupó varios cargos de alto nivel bajo el régimen nazi, incluido el de asesor jurídico del Ministerio de Asuntos Exteriores. Schmitt es más conocido por su trabajo sobre el concepto de "enemigo político", que define como cualquier entidad o grupo que suponga una amenaza existencial para un Estado o nación. También desarrolló la teoría del estado de excepción, según la cual el soberano tiene potestad para suspender la ley en tiempos de crisis. A pesar de su colaboración con el régimen nazi, la obra de Schmitt siguió ejerciendo una influencia significativa en los estudios políticos y jurídicos después de la Segunda Guerra Mundial.
 
En su ensayo "La teoría del partisano" (1962), Carl Schmitt examina los cambios en la naturaleza de la guerra a lo largo del tiempo. Sostiene que la guerra moderna es librada en gran medida por grupos irregulares, o "partisanos", y no por ejércitos regulares. Según Schmitt, este cambio quedó patente en la Guerra de Independencia española (también conocida como la Guerra Peninsular) contra la ocupación francesa de Napoleón a principios del siglo XIX. Los españoles utilizaron tácticas de guerrilla para resistir la invasión francesa, demostrando la eficacia de este tipo de combate. Considera que la guerra de partisanos no es simplemente una táctica de resistencia militar, sino que también representa una forma de combate político. Los partisanos, argumenta, estaban profundamente arraigados en su territorio y su población local, y por ello eran capaces de librar una resistencia prolongada contra un invasor. Schmitt predijo que esta forma de guerra se convertiría en la norma en el mundo moderno. Schmitt sostiene que la guerra de guerrillas cuestiona la idea de soberanía estatal y modifica la naturaleza misma de la guerra.
 
La teoría del partisano de Carl Schmitt es revolucionaria en la medida en que desplaza el centro de atención de la guerra interestatal a la guerra irregular librada por grupos no estatales. Estos grupos, o partisanos, están motivados por ideologías fuertes y son capaces de operar con independencia del aparato estatal. Esta transformación de los actores del conflicto tiene importantes implicaciones para la forma en que se libran las guerras y, en última instancia, para la naturaleza del orden político internacional. Schmitt predijo que los conflictos modernos se caracterizarían principalmente por la lucha irregular de grupos partisanos, una predicción que parece haber sido validada por la evolución de los conflictos en el siglo XXI, con el auge de grupos no estatales como los movimientos terroristas y las milicias. El partisano, según Schmitt, se define por tres características principales: su movilidad (puede desplazarse rápidamente y operar fuera de las estructuras tradicionales), su intensidad de combate (está motivado por una ideología o una causa) y su dependencia de la población local (para obtener apoyo e información). Estos rasgos hacen del partisano un actor formidable en el campo de batalla moderno.
 
==El concepto de guerras revolucionarias==
Las guerras revolucionarias, o guerras de insurrección, se refieren a los conflictos en los que una población se levanta contra una potencia dominante, a menudo con el objetivo de conseguir la independencia o un cambio de régimen. Estas guerras se distinguen porque suelen contar con una amplia participación de la población civil y a menudo las libran grupos armados no convencionales o partisanos.
 
La Segunda Guerra Mundial vio surgir diversos movimientos de resistencia que lucharon contra la ocupación nazi en varios países europeos. Estos movimientos de resistencia estaban formados generalmente por civiles armados que utilizaban tácticas de guerrilla para perturbar y debilitar el esfuerzo bélico alemán. Tras la Segunda Guerra Mundial, varios movimientos de liberación nacional adoptaron tácticas similares en su lucha contra el colonialismo. Por ejemplo, el Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia libró una guerra de insurrección contra el gobierno colonial francés que finalmente condujo a la independencia argelina en 1962. Del mismo modo, en Egipto, los nacionalistas egipcios lucharon por la independencia del dominio británico. Estas guerras revolucionarias pusieron de relieve el importante papel que pueden desempeñar los partisanos y los grupos no convencionales en la conducción de la guerra moderna, un tema ampliamente explorado en la teoría del partisano de Carl Schmitt.


=== Derecho internacional humanitario o derecho de Ginebra ===
La guerra de partisanos, también conocida como guerra de guerrillas o guerra asimétrica, tiene una serie de características distintivas.


Se trata de un derecho humanitario cuyo objetivo es proteger a quienes no participan en los combates, en particular a la población civil. Este derecho es importante porque fue creado en Ginebra en 1949 y es uno de los fundamentos jurídicos para la protección de los civiles en los conflictos armados.  
* Sin uniforme: los partisanos suelen ser civiles y no tienen uniforme oficial. Esto les permite mezclarse con la población civil, dificultando al enemigo la distinción entre combatientes y no combatientes.
* Fuerte ideología: Los partisanos suelen estar motivados por una fuerte ideología o causa, como la liberación nacional, la oposición a la opresión o el derrocamiento de un gobierno.
Hay leyes importantes que establecen distinciones fundamentales entre lo civil y lo militar en tiempos de guerra. Lo que está en juego es la condición del combatiente y del prisionero de guerra.  
* Guerra asimétrica: A diferencia de los conflictos tradicionales, los partisanos no suelen tener acceso a los mismos recursos militares que sus oponentes. Suelen ser menos numerosos, estar peor equipados y peor entrenados que las fuerzas regulares. Sin embargo, utilizan esta asimetría a su favor recurriendo a tácticas no convencionales.
* Astucia y sorpresa: los partisanos se basan en gran medida en el factor sorpresa. Llevan a cabo incursiones, emboscadas y ataques de guerrilla, y luego se retiran rápidamente antes de que las fuerzas enemigas puedan contraatacar con eficacia.
Estos protocolos han sido más o menos adoptados por diferentes Estados y justifican la jurisprudencia de los crímenes de guerra. El principio de los crímenes de guerra es el que viola las reglas de la guerra. La paradoja es que tenemos un derecho internacional a hacer la guerra, un derecho internacional humanitario de la guerra, pero no existe ningún derecho internacional a dejar la guerra.
* Movilidad extrema: los partisanos suelen ser muy móviles, capaces de moverse con rapidez y de atacar de forma impredecible. Esto contrasta con las fuerzas tradicionales, que pueden moverse más lentamente debido a su tamaño y equipamiento.
 
Estas características hacen que la guerra partisana sea distinta de las formas más tradicionales de conflicto, y presentan desafíos únicos para las fuerzas convencionales que intentan combatirlas.


Hay dos conceptos globales que dictan la búsqueda global de la gobernanza de la seguridad:
La noción de "guerra revolucionaria" está estrechamente vinculada al pensamiento del líder comunista chino Mao Zedong. Para Mao, la revolución debía estar dirigida por una combinación de acción política y militar. Declaró que "la revolución política es el acto primario; la revolución militar es un acto secundario". Esto significa que la victoria no puede lograrse únicamente por medios militares; también debe producirse un cambio político. Mao también abogó por una estrategia de guerrillas como medio para luchar contra un enemigo más fuerte y mejor equipado. La guerra de guerrillas, según Mao, debía fundirse con la población como "pez en el agua", utilizando a la población local como fuente de apoyo y reclutamiento. Abogaba por el uso de la guerra de guerrillas no sólo en las zonas rurales, sino también en las urbanas.
* '''universalidad''': todos los seres humanos pertenecen a lo universal;
* '''de la humanidad''': todos pertenecen a una comunidad humana que no puede aceptar ningún acto inhumano. Si uno pertenece a una colectividad humana, entonces es posible calificar los actos como inhumanos, es decir, el derecho internacional público está interesado en el principio de inhumanidad porque cuestiona el principio de los derechos humanos. Es porque tiene el principio de humanidad que los torturadores y dictadores pueden ser procesados.
Estos dos conceptos estaban en la base de la gobernanza mundial, primero en el corazón de la Sociedad de las Naciones, pero que no pudo evitar la Primera Guerra Mundial y luego a través de la Organización de las Naciones Unidas en 1945 con la creación del Consejo de Seguridad, el mantenimiento de la paz y el establecimiento de la paz.


= Las guerras partisanas =
En las décadas de 1960 y 1970, algunos grupos revolucionarios intentaron aplicar estas ideas a sus propias luchas. A menudo esto implicó una transición a la guerra de guerrillas urbana, en la que los combates tenían lugar en las calles de las ciudades y no en las zonas rurales. Un ejemplo notable de ello es la lucha librada por los Tupamaros en Uruguay. Un ejemplo notable del fracaso de la guerra de guerrillas fue el intento de Ernesto "Che" Guevara de llevar a cabo una revolución en Bolivia. A pesar de su experiencia en la guerra de guerrillas en Cuba, Guevara tuvo dificultades para ganarse el apoyo de la población local en Bolivia y mantener la cohesión de sus propias fuerzas. Fue capturado y ejecutado por el ejército boliviano en 1967.
Introdujeron cambios sustanciales que ocurrieron en los siglos XIX y XX. Es un cambio de paradigma, porque el concepto de partido significa quien quiera que vaya a defender una posición. La guerra partidista nos devuelve a la gestión de los individuos y no a la gestión del Estado.  


== Una novedad: la guerra partidista ==
=Guerras contemporáneas: nuevas cuestiones y realidades=
El partidista es el que toma partido en la defensa de una posición. Es alguien que no pertenece al cuerpo regular del ejército, toma las armas para defender una causa.
=== Aymon de Gingins-La-Sarraz ===
Gingins-La Sarraz fue un oficial suizo al servicio del Principado de Nápoles y publicó un libro titulado La guerra defensiva en Suiza. Su teoría es que Suiza es neutral y es necesario fortalecer sus capacidades defensivas, para mantener la neutralidad suiza es necesario construir partidarios que puedan movilizarse en caso de agresión.


Para defender a Suiza, es necesario fortalecer las capacidades de la guerra reforzando las insuficiencias de las tropas con tropas partidistas. Los partisanos se utilizan para compensar la falta de tropas regulares.
==Nuevos impactos==


La guerra partidista se refiere a grupos irregulares que pueden movilizarse en sistemas de ataque y respuesta. Aquí, la guerra partidista es vista como un medio de resistir la invasión extranjera para proteger a Suiza o al pueblo de Austria.
===El impacto actual de la guerra moderna en el sistema de Westfalia===
La naturaleza de la guerra ha cambiado considerablemente desde el establecimiento del sistema de Westfalia en el siglo XVII. Este sistema, que debe su nombre a los Tratados de Westfalia que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa, se basaba en el concepto de la soberanía de los Estados-nación y establecía que los conflictos serían principalmente guerras entre Estados. Sin embargo, la naturaleza de los conflictos en el mundo contemporáneo ha cambiado radicalmente. Cada vez vemos más guerras civiles, conflictos étnicos y religiosos, terrorismo y guerras partidistas. Estos conflictos no se limitan necesariamente a un solo Estado y pueden implicar a multitud de actores no estatales. Además, con la creciente globalización, estos conflictos suelen tener repercusiones mucho más allá de sus fronteras geográficas inmediatas.


=== Carl Schmitt : la théorisation de la guerre des partisans ===
Algunos académicos y teóricos han descrito esta situación como una vuelta al "estado de naturaleza" hobbesiano, en el que el orden internacional se caracteriza por la anarquía y la guerra perpetua. Sin embargo, es importante señalar que esta opinión es controvertida.
[[image:PapenSchleicher0001.jpg|thumb|Schmitt asesora a los gobiernos de von Papen (izquierda) y Schleicher (derecha) en cuestiones constitucionales.]]


Carl Schmitt est un personnage sulfureux par sa prise de position pour les nazis en 1933. Dans la ''Théorie du partisan'', ouvrage publié en 1962 apparait que la guerre moderne va être une guerre de partisans. Ce sont des groupements d’individus qui vont s’engager dans la bataille et cela va se faire à partir d’un moment important qui est la guerre napoléonienne en Espagne .
La anarquía hobbesiana es un concepto derivado de la teoría política del filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes. En su obra principal, "Leviatán", Hobbes describe el estado de naturaleza como un estado de guerra de todos contra todos, en el que cada individuo se encuentra en una lucha constante por la supervivencia. Utilizó este concepto para justificar la necesidad de un poder central fuerte (Leviatán) que mantuviera la paz y el orden. En el contexto de las relaciones internacionales, la anarquía hobbesiana se refiere a un estado de desorden global en el que cada Estado actúa según sus propios intereses, sin tener en cuenta los intereses de los demás. Es un mundo sin instituciones internacionales eficaces que regulen el comportamiento de los Estados, en el que la guerra es un medio habitual para resolver conflictos. El aumento de las guerras no estatales, el terrorismo internacional y la guerra partidista, junto con el aparente debilitamiento de algunas instituciones internacionales, ha llevado a algunos a sugerir que podríamos estar dirigiéndonos hacia esa anarquía.  
La guerra de Napoleón en España muestra por primera vez el nacimiento del partisano como sujeto y personalidad que se movilizará para expulsar a las tropas napoleónicas.
La teoría partidista es muy importante, porque Schmitt es el primero en pensar que estamos entrando en una nueva era de conflicto y que esta nueva era de conflicto ya no es esencialmente conflictos interestatales, sino conflictos partidistas, es decir, divisiones de guerras en el planeta en las que grupos de individuos como sujetos partidarios del discurso e ideología radicales se movilizarán contra uno o más estados. Desde entonces, el partisano es un ejército irregular.


== El concepto de las guerras revolucionarias ==
Se trata de una preocupación importante en el contexto actual de las relaciones internacionales. Mientras que los conflictos interestatales tradicionales, regidos por las leyes de la guerra, están disminuyendo, asistimos a un aumento de los conflictos no estatales y asimétricos. Estos conflictos suelen implicar a actores no estatales, como grupos terroristas o milicias, y a menudo tienen lugar dentro de las fronteras de un solo país. Estas guerras suelen ser mucho más destructivas para la población civil, ya que a menudo se libran sin respetar las leyes y normas internacionales destinadas a proteger a los civiles en tiempos de guerra. Además, estos conflictos suelen ser más difíciles de resolver, ya que a menudo afectan a cuestiones locales complejas y es menos probable que se vean influidos por la presión internacional. Estas tendencias han dado lugar a un renovado debate sobre la necesidad de reformar el sistema internacional para gestionar mejor este tipo de conflictos. Esto podría implicar replantearse las normas e instituciones existentes, reforzar el derecho internacional humanitario y desarrollar nuevos enfoques para resolver los conflictos y promover la paz.
Las guerras irregulares están emergiendo en las grandes fases de liberación que movilizarán a las poblaciones contra el poder dominante. Durante la Segunda Guerra Mundial, será la resistencia contra los nazis, pero luego será el FLN contra los franceses y en Egipto los partidarios egipcios contra el poder británico, etc. Será el FLN.


Las características de la guerra partidista son que las guerras no tienen uniforme y tienen un fuerte compromiso e ideología. Además, la guerra partidista es una guerra asimétrica, el partidario no tiene los armamentos del estado-nación. Para ganar estas guerras, hay que jugar diferentes herramientas como el truco de la sorpresa. Es la movilidad extrema lo que contrasta con la guerra clásica.
===El estado de guerra perpetua: un análisis crítico===
El impacto de los conflictos armados en el medio ambiente es una preocupación creciente. De hecho, las guerras pueden provocar una destrucción masiva del entorno natural, ya sea por tácticas militares deliberadas o simplemente por los efectos colaterales del combate. Ejemplos de ello son la deforestación, la contaminación del agua y del suelo, la destrucción de los hábitats de la fauna y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, las consecuencias medioambientales de los conflictos también pueden repercutir en la salud humana, la economía y la estabilidad social, creando un círculo vicioso en el que la degradación medioambiental alimenta nuevos conflictos. Las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han reconocido que se trata de un problema grave. Cada vez se pide más que se incluya la protección del medio ambiente en el derecho internacional humanitario y que se responsabilice a las partes en conflicto de los daños medioambientales causados durante la guerra. Sin embargo, la aplicación de estas medidas sigue siendo un reto importante.  


La guerra revolucionaria es un concepto maoísta que considera que la revolución sólo puede lograrse mediante la acción político-militar. Se trata de una transición a la guerra de guerrillas urbanas, ya que la ciudad se convierte en la jungla de la guerra partidista, principalmente en los años 60 y 70 del siglo pasado. El gran fracaso de la guerra partidista es la guerra del Che en Bolivia.
El uso del entorno natural como "arma" en los conflictos es motivo de grave preocupación. El ecocidio, o destrucción deliberada del medio ambiente con fines estratégicos o tácticos, es una realidad en algunos conflictos contemporáneos. Por ejemplo, la quema deliberada de pozos petrolíferos, la destrucción de presas para provocar inundaciones o el uso de productos químicos tóxicos pueden tener consecuencias desastrosas para el medio ambiente. Estos actos de ecocidio no sólo pretenden debilitar al enemigo destruyendo sus recursos, sino que también pueden tener repercusiones a largo plazo en las comunidades locales al destruir sus medios de subsistencia y hacer inhabitables sus hábitats.


= Las guerras de hoy =
La destrucción de los recursos naturales o económicos es una estrategia que se ha utilizado en diversos conflictos a lo largo de la historia. Al eliminar los recursos de un adversario, se puede debilitar su capacidad para luchar o sobrevivir. Esto puede implicar la destrucción de infraestructuras clave, como puentes o fábricas, la quema de campos de cultivo para privar al enemigo de alimentos o el envenenamiento del agua para hacer inhóspita una zona. Sin embargo, este enfoque tiene importantes consecuencias negativas. Puede causar grandes sufrimientos a la población civil, que suele ser la más afectada por la destrucción de recursos esenciales. También puede causar daños medioambientales a largo plazo que perdurarán mucho después de que el conflicto haya terminado. Por ello, el derecho internacional humanitario establece normas para proteger los recursos civiles en tiempos de guerra. Por ejemplo, la Convención de Ginebra prohíbe los ataques contra objetos indispensables para la supervivencia de la población civil. Esto incluye alimentos, cosechas, ganado y agua potable. Las violaciones de estas normas pueden considerarse crímenes de guerra.


== Nuevos impactos ==
La destrucción de la cultura del enemigo es también una triste realidad de algunos conflictos, un acto a menudo conocido como "limpieza cultural" o "genocidio cultural". Se trata de borrar la identidad cultural del enemigo atacando elementos como el arte, la literatura, los monumentos, los lugares de culto, las prácticas religiosas e incluso las lenguas. Al destruir los símbolos y el patrimonio cultural del enemigo, el agresor busca no sólo desorientar y deshumanizar a sus adversarios, sino también borrar su historia y su presencia de la memoria colectiva. Esta práctica es ampliamente condenada por la comunidad internacional, y la destrucción deliberada del patrimonio cultural es considerada un crimen de guerra por la Corte Penal Internacional. Por ejemplo, en 2016, la Corte Penal Internacional condenó a Ahmad Al Faqi Al Mahdi por la destrucción de monumentos históricos y religiosos en Tombuctú (Mali) en 2012. Dicho esto, aunque estas leyes existen, su aplicación y cumplimiento siguen siendo un gran desafío, especialmente en zonas de conflicto activo.


=== Las guerras modernas dañan el sistema westfaliano ===
==Guerras interminables: los conflictos prolongados y sus consecuencias==
La gran pregunta de la ciencia política y las relaciones internacionales cuestiona el paso del final de las guerras de Westfalia a guerras interminables que mostrarían que la guerra básicamente ha cambiado su significado. Esto es lo que algunos autores llaman el regreso a la anarquía hobbsiana, es decir, un estado de guerra permanente.
La guerra era excepcional y la paz normal, lo que nos lleva a preguntarnos si la guerra se está convirtiendo en algo normal y la paz en algo extraordinario. En determinados contextos, sobre todo en regiones que han vivido conflictos prolongados, la guerra puede parecer la norma y la paz la excepción. Esto puede deberse a multitud de factores, como conflictos étnicos o religiosos enquistados, competencia por los recursos, corrupción política, divisiones socioeconómicas e injerencias extranjeras. Además, en algunos casos, las estructuras de poder existentes pueden verse reforzadas por la continuación del conflicto, lo que dificulta aún más su resolución.
La anarquía hobbsiana sería un retorno al estado de la naturaleza en un estado de guerra perpetua en un uso masivo de la fuerza en las relaciones internacionales, que es una fuerza regresiva y esto en un estado de anarquía generalizada y asumiendo que cada uno quiere construir su poder en detrimento del otro.
Es la idea de que la guerra está volviendo muy rápidamente al sistema de relaciones internacionales y tendrá un impacto extremadamente importante. Se trata de guerras difusas que afectarán mucho más a los civiles que a los militares y son guerras que serán más radicales porque no hay reglas de regulación.


=== El estado de guerra perpetua ===
Las "guerras interminables" pueden conducir a la creación de las llamadas "economías de guerra". Estas economías suelen estar dominadas por actividades ilegales o no reguladas, como el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de seres humanos y otras formas de delincuencia organizada. Estas actividades pueden proporcionar ingresos a los implicados en el conflicto, permitiéndoles seguir luchando a pesar de los enormes costes humanos y sociales. Además, la situación de "guerra interminable" puede provocar la ruptura del Estado de Derecho y la gobernanza, lo que a su vez puede facilitar la continuación de estas actividades ilegales. Esto hace que la resolución de estos conflictos sea especialmente difícil, ya que los actores implicados pueden tener intereses económicos en mantener el statu quo. Además, estos conflictos pueden hacer que la paz sea casi imposible de alcanzar, ya que puede ser difícil encontrar interlocutores legítimos con los que negociar el fin del conflicto.
Se trata de guerras que tendrán un impacto considerable en la naturaleza, hemos acelerado la destrucción de los recursos naturales: llegamos a la hipótesis en estas guerras que ya no tienen estructura si queremos destruir el otro debemos destruir sus recursos. Desde entonces, la naturaleza ha sido utilizada como fuente de contaminación y destrucción masiva.  
Por otra parte, en estas guerras se destruirá la cultura del otro, porque es la destrucción de los demás como seres humanos, destruyendo su identidad y memoria.


== Las guerras sin fin ==
El ejemplo de Irak es representativo de estas "guerras interminables". Desde la invasión de Kuwait por Irak en 1990, que desembocó en la Guerra del Golfo en 1991, Irak ha vivido una serie de conflictos y periodos de inestabilidad. Tras la Guerra del Golfo, Irak se vio sometido a severas sanciones internacionales y a inestabilidad interna. En 2003, una coalición liderada por Estados Unidos invadió Irak y derrocó el régimen de Sadam Husein. Sin embargo, en lugar de traer estabilidad, la invasión creó un vacío de poder que dio lugar a una nueva ola de violencia e inestabilidad, incluida una violenta insurgencia y la aparición de grupos extremistas como el Estado Islámico. Incluso tras la derrota del Estado Islámico, Irak sigue enfrentándose a grandes retos, como la inestabilidad política, la corrupción, el subdesarrollo económico y las tensiones comunitarias. Estos problemas, a su vez, pueden alimentar nuevos conflictos. En este contexto, la paz puede parecer un objetivo lejano y difícil de alcanzar. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la paz no es simplemente la ausencia de guerra, sino que también requiere la construcción de instituciones fuertes, el establecimiento de la justicia, la promoción del desarrollo económico y la reconciliación entre las diferentes comunidades. Son tareas difíciles que requieren tiempo, recursos y el compromiso sostenido de todos los implicados.
La guerra era una excepcionalidad y la paz una normalidad, lo que nos lleva a preguntarnos si la guerra se está convirtiendo en una normalidad y la paz no se convierte en algo extraordinario. La paz puede elevarse casi como un horizonte imposible de alcanzar.
La guerra interminable es una guerra que ya no tiene ningún propósito al convertirse en parte de la vida cotidiana a través de la destrucción. También creará una economía específica. En las guerras interminables, es necesario construir economías específicas que giren generalmente en torno a las drogas, que se hacen en una paz imposible, porque no hay un interlocutor legítimo para construir la paz.  
En algunos casos, esto puede explicarse por la guerra en Irak, ya que desde el inicio de la Guerra del Golfo hemos estado entrando en un ciclo permanente de guerra. A partir de entonces, la paz se convierte en un horizonte conceptualmente impensable.


== Una nueva teoría política, Michael Walzer ==
==Hacia una nueva teoría política de la guerra - Michael Walzer (1935 - )==


[[Fichier:MichaelWalzer-USNA-Lecture.jpg|thumb|200px|Michael Walzer.]]
[[Fichier:MichaelWalzer-USNA-Lecture.jpg|thumb|200px|Michael Walzer.]]


Walzer publicó un libro titulado ''Guerras justas e injustas''<ref>Walzer, Michael. Guerres Justes Et Injustes: Argumentation Morale Avec Exemples Historiques. Paris: Belin, 1999.</ref> que aporta una reflexión filosófico-política sobre la guerra y el concepto de guerra justa. Vuelve al interrogatorio inicial de Hobbes sobre la calificación de la guerra, va a ser teórico del paradigma legalista, porque considera que para que la guerra sea justa debe ser una guerra enmarcada.
Michael Walzer es un politólogo y filósofo estadounidense conocido por sus trabajos sobre filosofía política y ética. En su libro "Guerras justas e injustas", exploró la cuestión ética de cuándo y cómo es justificable ir a la guerra, y cómo debe librarse una guerra para ser considerada "justa". Michael Walzer es uno de los principales teóricos del paradigma legalista. A diferencia de Hobbes, que veía el estado de naturaleza como un estado de guerra y la paz como el resultado de un contrato social, Walzer se basa en un conjunto de normas internacionales y principios morales para evaluar la justicia de una guerra. Retoma algunos de los conceptos de Hobbes, como la idea de que los Estados tienen la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos, pero va más allá al afirmar que los Estados también tienen la obligación de respetar los derechos de los ciudadanos de otros Estados, incluso en tiempos de guerra. Walzer subraya la importancia de principios como la distinción entre combatientes y no combatientes, la proporcionalidad del uso de la fuerza y la necesidad militar. En su opinión, estos principios deben respetarse para que una guerra se considere justa, sean cuales sean las razones para iniciarla. Se trata de un marco legalista, ya que se basa en un conjunto de reglas y normas que deben respetarse.
 
Walzer adoptó lo que denominó un enfoque "legalista" o "jus in bello" (derecho en la guerra), basado en principios como el respeto de los derechos de los no combatientes, la proporcionalidad de la fuerza empleada, la necesidad militar y el hecho de que las fuerzas armadas deben distinguir entre combatientes y civiles. Según Walzer, una guerra sólo está justificada si se libra de acuerdo con estos principios. También defiende el concepto de "jus ad bellum" (derecho a la guerra), que examina la legitimidad de ir a la guerra. Según este concepto, una guerra sólo está justificada si se libra para resistir una agresión, proteger a los inocentes, defender los derechos humanos, etc. Walzer también analizó la noción de "guerra justa", una idea que se remonta a San Agustín y Tomás de Aquino. Según esta noción, una guerra es justa si se libra por razones justas y de manera justa.
 
Michael Walzer, en su libro Guerras justas e injustas, sostiene que incluso en la situación extrema de la guerra se aplican normas morales y éticas. La guerra, afirma, no es un estado de anarquía moral. Al contrario, sostiene que el comportamiento en la guerra puede y debe ser juzgado por normas morales. De hecho, sostiene que aunque la guerra sea una situación excepcional, esto no significa que esté desprovista de toda norma moral o ética. Una guerra justa es una guerra controlada, una guerra librada por combatientes legales. Así, distingue entre una guerra justa, que respeta ciertas normas, y una guerra injusta, que no las respeta. Para él, una guerra justa es aquella en la que la causa es justa (por ejemplo, la defensa contra una agresión), en la que los combatientes son actores legítimos (soldados de un Estado), en la que la fuerza empleada es proporcional y necesaria, y en la que se distingue entre combatientes y no combatientes, protegiendo a estos últimos de los ataques. Subraya que, aunque la guerra es una realidad violenta y destructiva, existen límites a lo que está permitido en ella. Esto no significa que haya algo fundamentalmente moral en el concepto de guerra, sino que incluso en la guerra, ciertas acciones pueden considerarse inmorales.
 
Michael Walzer trata de entender cómo pueden aplicarse las normas morales en situaciones de guerra, que son intrínsecamente violentas y destructivas. Su principal preocupación es determinar si ciertas acciones pueden considerarse morales o inmorales en tiempos de guerra, y de qué modo. En su opinión, incluso en el contexto de la guerra, existen límites morales a lo que es permisible. Por ejemplo, generalmente se considera inmoral atacar intencionadamente a no combatientes. Del mismo modo, el uso desproporcionado de la fuerza también se considera inmoral. Para Walzer, la moralidad de la guerra no reside en hacer la guerra per se, sino en la forma en que se hace. En otras palabras, no son las guerras en sí mismas las que pueden ser morales o inmorales, sino las acciones específicas que se llevan a cabo en el transcurso de las mismas.


Una guerra justa es una guerra controlada, una guerra de combatientes legales. En otras palabras, hay una legalidad de la guerra. Señalará las paradojas, es decir, el vínculo entre los conceptos de guerra justa y moral, que la guerra es un objeto de anormalidad, que en el concepto de guerra no hay algo moral.
Michael Walzer sostiene que puede haber moralidad en la guerra si se libra de forma defensiva contra la agresión, respeta los principios de discriminación (es decir, no ataca deliberadamente a los no combatientes) y proporcionalidad (es decir, utiliza un nivel de fuerza proporcional a la amenaza), y la libran combatientes que respetan las leyes de la guerra. Sostiene que, aunque la guerra es intrínsecamente destructiva y violenta, puede llevarse a cabo respetando ciertos principios morales. Por ejemplo, no utilizar armas de destrucción masiva, no atacar deliberadamente a civiles y no recurrir a la tortura son comportamientos que Walzer considera moralmente justificados, incluso en tiempos de guerra. Sin embargo, Walzer no considera que estos comportamientos transformen la guerra en una empresa moral en sí misma. Al contrario, se trata más bien de limitar el daño que puede causar la guerra.


La preocupación filosófica de Waltz y su teoría política es cuestionar la fabricación de la moralidad sobre un objeto profundamente inmoral y en el que se puede calificar la cuestión de la moralidad.
El terrorismo representa un importante desafío a la idea de guerra justa y a los principios de moralidad en la guerra. Por su propia naturaleza, el terrorismo suele implicar ataques indiscriminados contra civiles inocentes, con el objetivo de infundir miedo y perturbar la sociedad. Tales tácticas contravienen directamente los principios de discriminación y proporcionalidad que sustentan la teoría de la guerra justa. El uso deliberado de la violencia contra civiles con fines políticos está ampliamente considerado como inmoral e inaceptable según las normas internacionales. Además, el terrorismo suele ser perpetrado por actores no estatales que no son claramente identificables como combatientes, lo que difumina las distinciones tradicionales entre combatientes y no combatientes y dificulta la aplicación de las leyes de la guerra. La respuesta al terrorismo también plantea retos éticos y morales. Por ejemplo, ¿cómo pueden los gobiernos proteger eficazmente a sus ciudadanos del terrorismo respetando al mismo tiempo los derechos humanos y los principios del Estado de derecho? ¿Hasta qué punto es aceptable restringir las libertades civiles para prevenir el terrorismo? Estas preguntas no tienen respuestas fáciles y representan un área de debate y discordia permanente en las relaciones internacionales y la teoría política.


Cuestionará las situaciones en las que se puede restaurar la moralidad en la guerra. La guerra es moral cuando hay una situación defensiva frente a la agresión externa. Hay una situación moral de guerra en la naturaleza empleada. Si instituimos una codificación de los armamentos, hay una especie de moralidad, incluso si fabricamos armas inmorales.
La teoría de Michael Walzer intenta responder a la pregunta de cuándo es moralmente aceptable hacer la guerra y cómo debe llevarse a cabo de forma moralmente aceptable. Sostiene que incluso en un contexto tan violento y complejo como la guerra deben aplicarse normas morales y éticas. Según Walzer, hay casos en los que la guerra puede estar justificada, normalmente como respuesta a una agresión no provocada. Además, sostiene que los combatientes deben atenerse a ciertas normas de conducta en la guerra. Por ejemplo, sostiene que los ataques sólo deben dirigirse contra objetivos militares legítimos, y no contra civiles. En este contexto, el "paradigma legalista" de Walzer es un llamamiento al retorno de la política en la conducción de la guerra. Sostiene que las decisiones sobre la guerra y la paz deben tomarse sobre la base de principios políticos y morales, y no simplemente en respuesta a imperativos estratégicos o de seguridad. Así, aunque la guerra pueda ser amoral por naturaleza, Walzer insiste en que podemos y debemos esforzarnos por imponerle una cierta moralidad. Según Walzer, aunque la guerra sea una realidad aterradora y devastadora, es necesario aplicar normas éticas y políticas que guíen su conducta. Esto es lo que él entiende por el "retorno de lo político", un llamamiento para que se tengan en cuenta consideraciones morales y éticas en las decisiones sobre la guerra.


La gestión del terrorismo es amoral, porque en una gestión de conflictos asimétrica, la cuestión de la sorpresa se plantea como un acto militar, además de que el terrorismo necesita publicidad, es necesario asustar y aterrorizar. En la dimensión terrorista hay una dimensión amoral. Sólo los más débiles son atacados en un eje que no es declarado por la guerra.
Philippe Delmas es un estratega y escritor francés que ha escrito sobre diversos aspectos de la guerra y la política internacional. En su libro "Le Bel Avenir de la Guerre", sugiere que la guerra es un aspecto inevitable e incluso necesario del orden mundial, y que la idea de un mundo sin guerras no sólo no es realista, sino que incluso puede ser perjudicial. Delmas cuestiona algunos de los supuestos básicos de la teoría de la guerra justa y del paradigma legalista en general. Sugiere que el esfuerzo por enmarcar la guerra con normas y reglamentos estrictos es un intento inútil y potencialmente contraproducente de domesticar una realidad brutal y caótica. Según Delmas, la guerra tiene un valor político intrínseco y puede actuar como catalizador de importantes cambios políticos, sociales y económicos. En este sentido, ofrece una visión mucho más cínica y realista de la guerra que la que suele asociarse a pensadores como Michael Walzer.


También reflexionará sobre la cuestión de la moralidad y el retorno de la política. Para Waltz, el paradigma legalista no puede rechazar la cuestión de las reglas de conducta de la guerra. Por eso, Philippe Delmas hace la pregunta en su libro ''Bel Avenir de la Guerre''<ref>Delmas, Philippe. Le Bel Avenir De La Guerre. Paris: Gallimard, 1995.</ref>.
=Anexos=


= Anexos =
*Faris, E. (1930). The Evolution of War: A Study of Its Role in Early Societies.Maurice R. Davie. In American Journal of Sociology (Vol. 35, Issue 6, pp. 1114–1116). University of Chicago Press. <nowiki>https://doi.org/10.1086/215270</nowiki>
*Davie, M.R. (2003) ''The evolution of war: A study of its role in early societies''. New York: Dover Publications.
*"Clausewitz and the Blue Flower of Romanticism: Understanding."International Relations And Security Network. N.p., n.d. Web. 25 Sept. 2014. <http://www.isn.ethz.ch/Digital-Library/Articles/Detail/?lng=en&id=183843>.
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*"(Audio) Conférence #2 - Pierre Hassner, "Guerre Et Paix Au XXIe Siécle" - 27 Janvier 2014. <https://www.youtube.com/watch?v=fJJ3ptIm5Pg&list=PLai4NNFe3eJMYFKhqqNLe0VqrB5av3ljQ>.
*"(Audio) Conférence #2 - Pierre Hassner, "Guerre Et Paix Au XXIe Siécle" - 27 Janvier 2014. <https://www.youtube.com/watch?v=fJJ3ptIm5Pg&list=PLai4NNFe3eJMYFKhqqNLe0VqrB5av3ljQ>.
*NATO StratCom COE; Mark Laity. (2018, August 10). What is War?. Retrieved from https://www.youtube.com/watch?v=Gj-wsdGL4-M
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*ouvrages
**[http://www.icrc.org/fre/resources/documents/publication/p0361.htm Un souvenir de Solferino, Henry Dunant] : ouvrage complet à télécharger
**[http://classiques.uqac.ca/classiques/hobbes_thomas/leviathan/leviathan.html Léviathan : Traité de la matière, de la forme et du pouvoir ecclésiastique et civil, Thomas Hobbes] : ouvrage complet à télécharger
**[http://fr.wikisource.org/wiki/Le_Prince Le Prince, Miachavel] : ouvrage complet


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=Referencias=  
<references />
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El pensamiento social de Émile Durkheim y Pierre BourdieuLos orígenes de la caída de la República de WeimarEl pensamiento social de Max Weber y Vilfredo ParetoEl noción de "concepto" en ciencias socialesHistoria de la disciplina de la ciencia política: teorías y conceptosMarxismo y EstructuralismoFuncionalismo y SistematismoInteraccionismo y ConstructivismoTeorías de la antropología políticaEl debate de las tres íes: intereses, instituciones e ideasLa teoría de la elección racional y el análisis de intereses en la ciencia políticaUn enfoque analítico de las instituciones en la ciencia políticaEl estudio de las ideas y las ideologías en la ciencia políticaTeorías de la guerra en la ciencia políticaLa Guerra: Concepciones y EvolucionesLa razón de EstadoEstado, soberanía, globalización y gobernanza multinivelTeorías de la violencia en la ciencia política‎Welfare State y biopoderAnálisis de los regímenes democráticos y los procesos de democratizaciónSistemas electorales: mecanismos, problemas y consecuenciasEl sistema de gobierno en las democraciasMorfología de las protestacionesLa acción en la teoría políticaIntroducción a la política suizaIntroducción al comportamiento políticoAnálisis de las Políticas Públicas: Definición y ciclo de las políticas públicasAnálisis de las Políticas Públicas: establecimiento y formulación de la agendaAnálisis de Políticas Públicas: Implementación y EvaluaciónIntroducción a la subdisciplina de las relaciones internacionalesIntroducción a la teoría política

La ciencia política lleva mucho tiempo interesándose por la guerra, uno de los aspectos más extremos y devastadores de las relaciones internacionales. La guerra tiene profundas implicaciones para la política, la economía, la sociedad y la cultura, y puede cambiar radicalmente el curso de la historia.

La aproximación de la ciencia política a la guerra suele ser multidimensional. Incluye análisis teóricos, históricos, sociológicos, económicos y psicológicos. Sin embargo, a veces se cuestiona la capacidad de la ciencia política para comprender y explicar la guerra. Esto se debe a varias razones.

  • Limitaciones de la teoría: muchas teorías políticas (por ejemplo, realismo, liberalismo, constructivismo) tienen sus propios supuestos y limitaciones. Pueden explicar algunos aspectos de la guerra, pero no todos. Por ejemplo, el realismo hace hincapié en el poder y la anarquía en las relaciones internacionales, pero puede tener dificultades para explicar por qué algunos Estados poderosos deciden no entrar en guerra.
  • Predicción y prevención: aunque la ciencia política ha avanzado en la comprensión de las causas de la guerra, a menudo tiene dificultades para predecir cuándo y dónde estallarán las guerras. Del mismo modo, a pesar de nuestro conocimiento de los factores que contribuyen a la guerra, a menudo resulta difícil prevenirlas.
  • Problemas metodológicos: la ciencia política suele basarse en datos históricos para construir y probar teorías. Sin embargo, las guerras son acontecimientos relativamente raros y cada guerra tiene sus propias características. Esto dificulta la generalización a partir de casos concretos.
  • La influencia de la política: La ciencia política, como cualquier disciplina, no es inmune a las presiones políticas. Los politólogos pueden verse influidos por sus propios prejuicios, por los intereses de sus patrocinadores o por la política dominante.

Dicho esto, la ciencia política tiene mucho que ofrecer al estudio de la guerra. Proporciona marcos teóricos para comprender las causas de la guerra, las estrategias bélicas y sus consecuencias. También nos permite analizar los esfuerzos para prevenir la guerra y construir la paz. Por último, ofrece una perspectiva crítica que puede cuestionar los discursos dominantes sobre la guerra.

La naturaleza de la guerra ha evolucionado a lo largo de los siglos. Tradicionalmente, la guerra se consideraba un conflicto entre Estados nación, a menudo por el territorio, los recursos o el poder. En este contexto, las reglas de la guerra eran relativamente claras y formales, regidas por convenciones internacionales como las Convenciones de Ginebra. Sin embargo, con la llegada de la guerra de partisanos en el siglo XIX, la naturaleza de la guerra empezó a cambiar. La guerra partisana, tal y como la conceptualizaron pensadores como Clausewitz, suele implicar a individuos o grupos no estatales que luchan contra un Estado. Estas guerras suelen ser asimétricas, con un desequilibrio de poder entre las partes, y pueden caracterizarse por tácticas de guerrilla, terrorismo y otras formas de resistencia irregular.

Además, asistimos hoy a otra evolución de la guerra. Con la globalización, el cambio tecnológico y el auge del terrorismo internacional, cada vez vemos más conflictos que no se limitan a las fronteras nacionales y en los que participan diversos actores no estatales, como grupos terroristas, milicias privadas e incluso empresas de ciberseguridad. Estas guerras "híbridas" o "no lineales" pueden ser difíciles de gestionar y resolver, ya que no siguen las reglas tradicionales de la guerra. De hecho, una de las preocupaciones que suscitan estas nuevas formas de guerra es que pueden parecer interminables. Sin un Estado claramente definido al que derrotar o un territorio concreto que conquistar, puede resultar difícil definir la victoria o el final de la guerra. Esto puede conducir a conflictos prolongados, con todo el sufrimiento humano y la inestabilidad política que ello implica.

Esta evolución representa grandes retos para la ciencia política y para la sociedad en general. Es esencial seguir reflexionando sobre estas cuestiones, desarrollar nuevas teorías y estrategias, y trabajar por la prevención de conflictos y la consolidación de la paz.

¿Por qué la ciencia política se ha interesado por la guerra?[modifier | modifier le wikicode]

La guerra ha sido una característica omnipresente de la historia de la humanidad, que ha moldeado profundamente las sociedades, las culturas, las economías y la política. Por eso la ciencia política, al igual que otras disciplinas como la historia, la sociología y la psicología, se interesa tanto por la guerra. Europa se ha librado en gran medida de los conflictos armados directos desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 2022, gracias sobre todo a la construcción de la Unión Europea, la disuasión nuclear y la presencia de la OTAN. Ha habido excepciones notables, como las guerras en la antigua Yugoslavia en la década de 1990. La invasión rusa de Ucrania en 2022 es un sombrío recordatorio de que la paz nunca está garantizada y que la guerra puede estallar incluso en regiones que han disfrutado de un largo periodo de paz. La crisis ha puesto de relieve las tensiones existentes en torno a la expansión hacia el este de la OTAN y la Unión Europea, así como las aspiraciones de Ucrania de integrarse más en Europa. Esta situación tiene profundas implicaciones para Europa y el mundo, en términos de seguridad, estabilidad política, relaciones internacionales y derechos humanos. Por desgracia, la paz prolongada de la que ha disfrutado Europa es poco frecuente en la historia de la humanidad. Muchas partes del mundo han sufrido conflictos armados regulares, y aún hoy las guerras hacen estragos en lugares como Oriente Medio, África y Asia.

La ciencia política como disciplina académica diferenciada empezó a tomar forma a finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo marcado por grandes tensiones políticas y conflictos internacionales. Sin duda, la experiencia de la Primera Guerra Mundial avivó el interés por el estudio sistemático del poder, las instituciones, los conflictos y la cooperación entre Estados. El siglo XX estuvo marcado por numerosos conflictos, entre ellos las dos guerras mundiales, la Guerra Fría y multitud de guerras regionales, conflictos civiles y guerras por delegación. Estos conflictos configuraron el orden político mundial y tuvieron un gran impacto en el desarrollo de la ciencia política. Han propiciado la aparición de nuevas teorías y enfoques, como el realismo y el liberalismo en las relaciones internacionales, que tratan de explicar el comportamiento de los Estados y la dinámica de los conflictos internacionales. La ciencia política también se ha visto influida por los avances tecnológicos, económicos y sociales del siglo XX, como la aparición de las armas nucleares, la globalización de la economía y los movimientos a favor de los derechos civiles y humanos. Todos estos factores han contribuido a configurar la disciplina tal y como la conocemos hoy. En resumen, la guerra y los conflictos han desempeñado un papel crucial en el nacimiento y desarrollo de la ciencia política. Han estimulado la reflexión sobre cuestiones fundamentales como el poder, la autoridad, la justicia, la seguridad y la cooperación internacional, que constituyen el núcleo de la disciplina.

En primer lugar, las guerras de descolonización. Tras la Segunda Guerra Mundial, una oleada independentista recorrió muchas colonias europeas, dando lugar a una serie de guerras de descolonización. Estas guerras se caracterizaron a menudo por luchas de poder entre las fuerzas coloniales y los movimientos nacionalistas locales. Tuvieron un profundo impacto en la configuración del orden mundial poscolonial. En segundo lugar, la época de la Guerra Fría se caracterizó por la amenaza constante de guerra nuclear entre las superpotencias. Esta amenaza fue especialmente evidente en crisis como la Guerra de Corea y la crisis de los misiles cubanos. Estos acontecimientos subrayaron el riesgo existencial que suponían las armas nucleares y tuvieron una influencia significativa en la política internacional y en las teorías de la ciencia política. Por último, tras el final de la Guerra Fría, las Naciones Unidas desempeñaron un papel cada vez más importante en la gestión de los conflictos internacionales, sobre todo a través de las misiones de mantenimiento de la paz. Sin embargo, grandes conflictos como las Guerras del Golfo y la guerra de Afganistán han puesto de manifiesto los retos y los límites de la intervención internacional. Cada una de estas fases ofrece un contexto diferente para el estudio del conflicto y la guerra en la ciencia política. Los cambios en la naturaleza de los conflictos, los actores implicados, las tecnologías utilizadas y las normas e instituciones internacionales han influido en la forma en que los politólogos abordan el estudio de la guerra y los conflictos.

El atentado del 11 de septiembre de 2001 marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea y transformó profundamente la política mundial, especialmente en lo que se refiere a la guerra y el terrorismo. Este trágico suceso no sólo condujo a una guerra en Afganistán, sino que también configuró la forma en que el mundo percibe y combate el terrorismo. La guerra de Afganistán, que comenzó en 2001 en respuesta a los atentados del 11 de septiembre, fue un intento de desmantelar Al Qaeda, el grupo terrorista responsable de los atentados, y derrocar al régimen talibán que lo albergaba. Sin embargo, la guerra ha tenido consecuencias complejas y duraderas, tanto para Afganistán como para la política mundial. La guerra de Afganistán demostró las dificultades asociadas a la lucha contra el terrorismo a escala mundial. Puso de manifiesto los retos de reconstruir un Estado tras un conflicto, la complejidad de la contrainsurgencia y los problemas asociados al compromiso a largo plazo de fuerzas extranjeras en un país. La guerra también ha influido en la forma en que los países perciben y afrontan la amenaza terrorista. Ha provocado cambios en las estrategias de seguridad nacional, la vigilancia y la legislación sobre derechos civiles, y ha influido en el discurso público sobre terrorismo y seguridad.

Un aspecto crucial de la evolución de la guerra es el cambio en la proporción de víctimas civiles y militares. Las guerras modernas suelen tener un impacto devastador en la población civil, no sólo en términos de muertos y heridos, sino también de desplazamientos de población, destrucción de infraestructuras y traumas psicológicos. En la Guerra de Solferino, en el siglo XIX, las víctimas fueron principalmente soldados. Sin embargo, con la Primera Guerra Mundial, las cifras de víctimas empezaron a cambiar, con una proporción casi igual de víctimas militares y civiles. Esta tendencia se mantuvo e incluso se agravó a lo largo del siglo XX, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial y en los conflictos más recientes. Esta tendencia se debe a varios factores. En primer lugar, la escalada de la tecnología militar, incluidas las armas de destrucción masiva, ha hecho que los conflictos sean más devastadores y menos discriminatorios. En segundo lugar, las estrategias militares han cambiado para dirigirse cada vez más contra las infraestructuras civiles con el fin de minar la moral y el esfuerzo bélico del enemigo. Por último, muchos conflictos modernos tienen lugar en el interior de los Estados y no entre ellos, lo que significa que los civiles se ven a menudo atrapados en la línea de fuego. Este cambio tiene importantes implicaciones para la ciencia política y para nuestra concepción de la guerra. Plantea cuestiones sobre la legitimidad del uso de la fuerza, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y la responsabilidad de proteger a los civiles en la guerra.

¿Qué es la guerra?[modifier | modifier le wikicode]

La naturaleza cambiante de la guerra ha provocado cambios significativos en su economía y en la proporción de víctimas civiles. Además, las guerras modernas tienden a durar más tiempo, con profundas implicaciones para la sociedad y la economía. En el pasado, la economía de guerra se centraba principalmente en la producción de armamento y otros bienes necesarios para la guerra. Sin embargo, a medida que evolucionaron las estrategias militares, el objetivo pasó a ser destruir las herramientas de producción del enemigo para debilitar su economía y, por tanto, su capacidad de hacer la guerra. Esto provocó un aumento del número de víctimas civiles, ya que las infraestructuras civiles se convirtieron en objetivos militares. Además, la naturaleza prolongada de muchos conflictos modernos también ha repercutido en la economía de guerra. En lugar de una producción intensiva a corto plazo para apoyar el esfuerzo bélico, las economías tienen ahora que gestionar los efectos a largo plazo de la guerra, como la reconstrucción tras la destrucción y el apoyo a las víctimas de la guerra. Estos cambios tienen importantes implicaciones para la ciencia política, sobre todo en lo que se refiere a cuestiones de derechos humanos, derecho internacional humanitario y estrategia militar. También ponen de relieve la importancia de una gestión eficaz de la paz tras el conflicto para minimizar los daños a largo plazo causados por la guerra.

Una perspectiva interesante de la guerra es la de una prolongación del diálogo político, aunque de forma violenta y destructiva. Esta idea es, de hecho, una interpretación de la famosa cita de Carl von Clausewitz, el estratega militar prusiano del siglo XIX, que decía que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Desde esta perspectiva, la guerra no es simplemente un fracaso de la política, sino otra forma de diálogo político, aunque violento y destructivo. Es un momento en el que los conflictos y disputas se resuelven por la fuerza en lugar de mediante el diálogo o la negociación. En este sentido, la guerra puede considerarse una "inversión de la normalidad", en la que la violencia sustituye a la paz como principal medio de resolución de conflictos. Sin embargo, la guerra también tiene consecuencias profundas y a menudo devastadoras. Provoca la muerte y el sufrimiento de muchas personas, la destrucción de bienes e infraestructuras y puede tener consecuencias económicas, políticas y sociales duraderas. Por ello, aunque pueda considerarse una prolongación del diálogo político, es fundamental reconocer el elevado coste humano y social de la guerra. Precisamente por estas razones, la guerra es un importante objeto de estudio de la ciencia política. Comprender la guerra, sus causas y consecuencias, puede ayudar a prevenir futuros conflictos, gestionar eficazmente los que se produzcan y minimizar los costes humanos y sociales de la guerra.

La definición del filósofo y escritor francés George Bataille de la guerra como "un juego supremo" subraya la seriedad e importancia de lo que está en juego. Comparada con un juego, la guerra, en este contexto, no es un entretenimiento ligero, sino una actividad estratégica y potencialmente mortal que implica todo lo que tienen los participantes, incluidas sus vidas. Sin embargo, considerar la guerra como un juego estratégico puede tener importantes implicaciones para nuestra forma de entenderla y gestionarla. En un juego, suele haber reglas que seguir, estrategias que desarrollar y ganadores y perdedores claramente definidos. Si aplicamos este marco a la guerra, puede ayudarnos a pensar de forma más estratégica sobre la conducción de la guerra, cómo minimizar sus costes y cómo gestionar sus consecuencias.

Sin embargo, también es importante señalar que la guerra difiere de los juegos ordinarios en varios aspectos importantes. En primer lugar, lo que está en juego es infinitamente más importante: no se trata sólo de puntos o trofeos, sino de vidas humanas, sociedades y naciones enteras. En segundo lugar, a diferencia de la mayoría de los juegos, la guerra no siempre está claramente delimitada con reglas justas y universalmente aceptadas. Por último, mientras que en la mayoría de los juegos el objetivo es ganar, en la guerra el fin último debe ser siempre lograr una paz duradera y justa. Por eso la ciencia política, al estudiar la guerra, no sólo trata de entender cómo se ganan las guerras, sino también cómo pueden prevenirse y cómo pueden gestionarse sus consecuencias para promover la paz y la justicia.

La guerra puede considerarse una "inversión de un sistema" en el sentido de que sustituye los mecanismos habituales de diálogo, negociación y resolución de conflictos por la fuerza. En este contexto, el "diálogo" no se consigue con palabras, sino con actos de violencia. Precisamente por eso la guerra es tan devastadora y costosa, tanto en vidas humanas como en recursos. También es impredecible, porque una vez que se ha iniciado el uso de la fuerza, es difícil controlar o predecir el resultado. También por esta razón la ciencia política, al igual que otras disciplinas como las relaciones internacionales, trata de comprender las causas de la guerra y desarrollar estrategias para prevenir los conflictos, gestionar las guerras cuando se producen y restablecer la paz y la estabilidad después de un conflicto. En última instancia, la guerra es un "diálogo a través de la fuerza" con consecuencias profundas y duraderas. Comprender este "diálogo" es esencial para promover la paz y la seguridad en el mundo.

La guerra: un objeto de lucha entre poderes estatales[modifier | modifier le wikicode]

Un fenómeno antiguo frente a la guerra interestatal moderna[modifier | modifier le wikicode]

Un fenómeno antiguo: perspectivas históricas[modifier | modifier le wikicode]

El estudio de la dimensión mítica de la guerra es un aspecto fascinante de la ciencia política. Los Estados y los gobiernos utilizan a menudo mitos y relatos para justificar la guerra, galvanizar el apoyo público y dar sentido a la violencia y el sacrificio que conlleva. Estos mitos pueden adoptar muchas formas y estar influidos por factores históricos, culturales, religiosos y políticos. El concepto de sacrificio suele ocupar un lugar central en estos mitos bélicos. Puede invocarse para enfatizar la importancia de la causa por la que se lucha, para valorizar las acciones de los soldados y para ayudar a racionalizar los costes humanos de la guerra. El sacrificio puede presentarse como un deber patriótico, un acto de valentía o una trágica necesidad. Sin embargo, los mitos de la guerra y el discurso del sacrificio también pueden servir para ocultar los verdaderos costes y consecuencias de la guerra, marginar las voces discrepantes y evitar un examen crítico de las motivaciones y estrategias de la guerra. Por tanto, es importante cuestionar y criticar estos mitos y comprender cómo se construyen y utilizan. La ciencia política puede contribuir a esta tarea examinando cómo se crean y mantienen los mitos de la guerra, cómo influyen en la política y en la percepción pública de la guerra, y cómo pueden ser cuestionados o deconstruidos. Este análisis puede ayudar a promover una mejor comprensión de la guerra y fomentar enfoques más reflexivos y críticos de la política bélica.

Cuando un país entra en guerra, suele haber una especie de "concentración de banderas" en la que se dejan de lado temporalmente las diferencias políticas internas y se cultiva un sentimiento de unidad nacional. La "movilización ideológica" sirve para reforzar la cohesión social y facilitar el esfuerzo bélico. Esta cohesión se sustentaba a menudo en una retórica que estigmatizaba la disidencia. Quienes se oponen a la guerra, o incluso la critican, pueden ser acusados de traición, antipatriotismo o de no apoyar a las tropas. Esta presión social puede ser extremadamente poderosa y ahogar el necesario debate público y crítico. El ejemplo de la reacción a los atentados del 11 de septiembre y la decisión del Presidente George W. Bush de declarar la "guerra contra el terror" ilustra bien este punto. Quienes cuestionaron esta política fueron a menudo marginados o denigrados. Sin embargo, en retrospectiva, muchas de estas críticas han sido validadas. El conflicto de Afganistán, por ejemplo, resultó ser un compromiso largo y costoso que no logró alcanzar muchos de sus objetivos clave. Esto subraya la importancia de un debate público abierto y crítico en tiempos de guerra. La ciencia política puede desempeñar un papel importante a la hora de proporcionar análisis rigurosos e independientes de las decisiones bélicas, cuestionar los supuestos subyacentes y poner de relieve los costes y consecuencias potenciales de estas decisiones.

La guerra suele tener un carácter sublimado que puede oscurecer los juicios racionales y analíticos. La retórica de la guerra puede crear una sensación de urgencia y grandeza que fomente el pensamiento binario (nosotros contra ellos), la glorificación del sacrificio y una mayor tolerancia hacia la violencia. Esto puede conducir a decisiones basadas más en la emoción que en una evaluación racional de costes y beneficios. La sublimación de la guerra también puede afectar al modo en que las sociedades perciben y recuerdan los conflictos. Las guerras pueden ser romantizadas o mitificadas para minimizar sus aspectos más oscuros y desagradables. Los costes humanos y materiales de la guerra pueden pasarse por alto, mientras que se enfatizan los actos de valentía y sacrificio. Por eso es crucial mantener un análisis crítico y racional en tiempos de guerra. Los politólogos y otros investigadores pueden ayudar a deconstruir la sublimación de la guerra examinando críticamente las narrativas bélicas, evaluando los costes reales del conflicto y destacando alternativas a la violencia. Este planteamiento puede ayudar a evitar decisiones precipitadas sobre la guerra y fomentar políticas más pacíficas y humanitarias.

La guerra moderna: características y problemas actuales[modifier | modifier le wikicode]

Banquete de la Guardia Cívica de Ámsterdam con motivo de la Paz de Münster por Bartholomeus van der Helst, pintado en 1648

La Guerra de los Treinta Años, que tuvo lugar principalmente en Europa Central, suele considerarse un punto de inflexión en la historia de la guerra y la diplomacia. Aunque comenzó como un conflicto religioso en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico, pronto implicó a varias grandes potencias europeas, entre ellas Francia, Suecia, España y Dinamarca, y se convirtió en una lucha por el poder político y territorial.

La Guerra de los Treinta Años es especialmente importante para la ciencia política por varias razones:

  • El Tratado de Westfalia: Este tratado, firmado en 1648, marcó el final de la Guerra de los Treinta Años y sentó las bases del orden internacional moderno basado en el sistema de Estados soberanos. Este sistema, a menudo denominado sistema de Westfalia, definió los principios de soberanía nacional y de no injerencia, que siguen siendo el núcleo del derecho internacional actual.
  • La transformación de la guerra: La Guerra de los Treinta Años fue uno de los conflictos más destructivos de la historia europea, marcado por la violencia generalizada contra civiles y un nivel de destrucción sin precedentes. Esto condujo a cambios en la forma de hacer la guerra, incluido el creciente uso de ejércitos permanentes y tácticas de asedio.
  • La politización de la religión: aunque la guerra comenzó como un conflicto religioso, acabó convirtiéndose en una lucha por el poder político. Esto marcó una etapa importante en el proceso de secularización de la política europea, donde la religión se convirtió en una herramienta de legitimación política más que en un motor de conflicto.

En última instancia, la Guerra de los Treinta Años y el Tratado de Westfalia tuvieron un profundo impacto en la formación del Estado moderno y del sistema internacional, lo que les confiere una gran importancia para la ciencia política.

El Tratado de Westfalia de 1648 suele considerarse el momento en que se reconoció formalmente el concepto de soberanía estatal en el derecho internacional. Este tratado puso fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa y estableció un sistema de Estados soberanos, en el que cada Estado tenía el control exclusivo de su territorio y su población.

La soberanía estatal tiene varias implicaciones para la guerra y la política internacional:

  • Guerra interestatal: En el sistema westfaliano, la guerra es principalmente un asunto entre Estados. Esto significa que las guerras suelen ser declaradas por los gobiernos, libradas por ejércitos regulares y regidas por leyes y costumbres internacionales.
  • El papel del Estado-nación: La idea del Estado-nación implica que cada Estado tiene derecho a gobernar a su propia población sin interferencias externas. Esto otorga a los Estados el derecho a defender su territorio y su población, lo que puede dar lugar a conflictos con otros Estados.
  • El derecho a la guerra: La soberanía del Estado también implica el derecho a declarar la guerra y a firmar la paz. Esto significa que los Estados tienen derecho a utilizar la fuerza para defender sus intereses, estén o no en condiciones de hacerlo.

El derecho internacional público, en particular el derecho de la guerra, se centra principalmente en las relaciones entre Estados soberanos. Establece una serie de normas y principios que rigen el comportamiento de los Estados en tiempos de guerra. Estas normas incluyen :

  • La diplomacia moderna: El derecho internacional ha desempeñado un papel clave en el establecimiento de normas y procedimientos diplomáticos, incluida la inmunidad diplomática, las relaciones diplomáticas y consulares y las negociaciones de tratados.
  • Soberanía de los Estados: El principio de soberanía de los Estados es fundamental para el Derecho Internacional. Esto significa que cada Estado tiene derecho a gobernar su propio territorio y a dirigir sus relaciones internacionales como considere oportuno, siempre que respete los derechos de los demás Estados.
  • La declaración de guerra: Tradicionalmente, el derecho internacional exigía que un Estado declarara formalmente la guerra antes de iniciar las hostilidades. Aunque esta práctica se ha abandonado en gran medida, el derecho internacional sigue exigiendo a los Estados que respeten los principios de la guerra justa, incluida la proporcionalidad y la discriminación entre combatientes y no combatientes.
  • La conclusión de la guerra: El derecho internacional también establece que las guerras deben terminar mediante un tratado de paz, que defina los términos del fin de las hostilidades y establezca un marco para la resolución de las disputas restantes. Esto es importante para garantizar una transición pacífica hacia una paz duradera después de un conflicto.

Estas normas son esenciales para mantener el orden y la estabilidad en el sistema internacional. Sin embargo, su aplicación y observancia pueden variar según las circunstancias, y su violación puede tener graves consecuencias, incluidas sanciones internacionales y enjuiciamiento por crímenes de guerra.

Teorizar la guerra: enfoques y pensadores clave[modifier | modifier le wikicode]

La guerra, en el contexto de la ciencia política, se ha considerado durante mucho tiempo una extensión natural de la propia política. Este concepto ha sido teorizado por varios pensadores influyentes a lo largo de los siglos, entre ellos el famoso estratega militar chino Sun Tzu, que escribió El arte de la guerra, un tratado sobre estrategia militar. En el contexto occidental, filósofos como Platón y Aristóteles también consideraron la política como un "arte". Para ellos, la política es el arte de gobernar y tomar decisiones por el bien de la ciudad. En este sentido, la guerra puede verse como una extensión extrema de este "arte", cuando el diálogo y la negociación fracasan y la fuerza se convierte en el principal medio para resolver conflictos. Desde este punto de vista, la guerra no es sólo una actividad que implica estrategias y tácticas militares, sino también un campo que requiere una profunda reflexión y una comprensión de las cuestiones políticas y sociales que están en juego. Por ello, la guerra es un importante objeto de estudio de la ciencia política, ya que ofrece valiosas perspectivas sobre la forma en que las sociedades gestionan los conflictos, la autoridad y el poder.

El arte de la guerra, tal y como lo conceptualizaron figuras históricas como Sun Tzu y Napoleón, es un complejo juego de estrategia que combina el respeto a ciertas normas establecidas con la innovación y la sorpresa. Napoleón, por ejemplo, eludía a menudo las convenciones de la guerra para sorprender a sus enemigos y obtener una ventaja estratégica. Al hacerlo, no sólo demostró su genio militar, sino que también subrayó la naturaleza dinámica e impredecible de la guerra. A pesar de la existencia de ciertas normas y reglas, la guerra se define a menudo por su imprevisibilidad y su capacidad para superar las expectativas establecidas. Esta compleja realidad desafía los intentos de categorizar la guerra como un fenómeno estrictamente regulado o completamente caótico. Por el contrario, la guerra puede entenderse mejor como un fenómeno que oscila entre estos dos extremos, donde la estrategia y la sorpresa coexisten e interactúan constantemente.

La guerra está enmarcada por una serie de normas y reglas, ya sean leyes internacionales que rigen la conducta en la guerra, tratados bilaterales entre países o las reglas no escritas del enfrentamiento militar. Estas normas proporcionan una estructura y previsibilidad a la guerra, permitiendo a las partes en conflicto predecir (hasta cierto punto) las acciones de la otra parte. Sin embargo, la guerra también implica ir más allá de estas normas. Ya sea por necesidad, estrategia o desesperación, las partes en conflicto pueden y suelen ir más allá de las normas establecidas. Esto puede adoptar la forma de tácticas de guerrilla, ataques por sorpresa, el uso de armas prohibidas o incluso la violación directa de las leyes de la guerra. Esta tensión entre la norma y la superación de la norma es lo que hace que la guerra sea tan impredecible y, por tanto, tan difícil de estudiar y comprender. Para la ciencia política y otras disciplinas similares, esto significa que debemos adaptar y reevaluar constantemente nuestros conocimientos y teorías sobre la guerra para tener en cuenta esta realidad compleja y cambiante.

Es importante que las ciencias sociales, y la ciencia política en particular, reconozcan y exploren esta complejidad. Al tratar la guerra no sólo como una serie de estrategias y tácticas, sino también como un fenómeno social, político y cultural más amplio, los investigadores pueden adquirir una comprensión más profunda y matizada de la naturaleza de la guerra y su impacto en las sociedades humanas.

La guerra plantea grandes problemas a la filosofía y plantea cuestiones esenciales sobre la naturaleza de la cultura y la conciencia humanas. Desde un punto de vista filosófico, la guerra puede analizarse a varios niveles. Por ejemplo, la filosofía moral examina cuestiones de justicia y ética en el contexto de la guerra. ¿Qué justifica el estallido de la guerra (jus ad bellum)? ¿Cómo debe combatirse (jus in bello)? ¿Cuáles son las obligaciones morales hacia los no combatientes o los prisioneros de guerra? Estas cuestiones se debaten a menudo en el contexto de la teoría de la guerra justa. La guerra también plantea cuestiones profundas sobre la naturaleza de la cultura y la conciencia humanas. ¿Por qué las sociedades humanas recurren a la guerra? ¿Cómo influye la guerra en la cultura, el arte, la literatura y otras formas de expresión humana? ¿Cómo afecta la guerra a nuestra comprensión de nosotros mismos y de nuestro lugar en el mundo? La filosofía política examina el papel del Estado y del poder en la guerra. ¿Cuál es el papel del Estado en la declaración de guerra y la conducción de las hostilidades? ¿Cuál es el papel del ciudadano en tiempos de guerra? ¿Cuál es la relación entre guerra y soberanía, o guerra y democracia? Estas preguntas son sólo algunas de las muchas formas en que puede abordarse la guerra desde una perspectiva filosófica. La guerra, como fenómeno social y político, es una realidad compleja que puede analizarse y comprenderse de diversas maneras a través del prisma de la filosofía.

La guerra es un fenómeno que va mucho más allá de la acción militar. Puede analizarse desde diversos ángulos, como la filosofía política, la sociología, la economía y la psicología, entre otros. La filosofía política puede abordar cuestiones como la justificación moral de la guerra (la teoría de la guerra justa, por ejemplo), el papel del Estado y la soberanía en los conflictos, o el impacto de la guerra en las nociones de libertad y derechos humanos. Desde una perspectiva sociológica, la guerra puede analizarse desde el punto de vista de la interacción social, la formación de grupos e identidades o el impacto en la estructura social y la cultura. También podemos estudiar cómo afecta la guerra a las normas y valores, y cómo la perciben y entienden quienes la experimentan. La economía puede analizar el impacto de la guerra en la economía ("guerra total" y economía de guerra, por ejemplo), o el papel de los recursos económicos en el desarrollo y la causa de la guerra. La psicología puede estudiar el impacto de la guerra en la mente humana, ya sea en términos de estrés de combate, trastorno de estrés postraumático, o el impacto más amplio de la guerra en las actitudes y el comportamiento. La guerra es un fenómeno complejo y multidimensional que puede estudiarse desde muchos ángulos diferentes, cada uno de los cuales aporta su propia perspectiva y sus propias herramientas analíticas.

Hugo Grocio (1583-1645): El derecho natural y los fundamentos de la guerra justa[modifier | modifier le wikicode]

Hugo GrocioRetrato par Michiel Jansz. van Mierevelt (1631).

Hugo Grocio, jurista holandés del siglo XVII, es ampliamente reconocido como uno de los fundadores del Derecho internacional moderno. Su obra De Jure Belli ac Pacis (Sobre el derecho de la guerra y la paz), publicada por primera vez en 1625, sigue siendo una referencia fundamental en la materia. En este texto, Grocio sentó las bases de la teoría de la "guerra justa", que trata de la moralidad y la legalidad de entrar en guerra y de la conducta bélica. También sentó las bases de muchos principios del derecho internacional moderno, como la soberanía nacional y la igualdad de los Estados. Grocio sostenía que ciertos principios morales se aplican incluso en tiempos de guerra. Por ejemplo, insistió en que los civiles no combatientes debían ser perdonados en la medida de lo posible, y que el trato cruel o inhumano de los prisioneros de guerra era inaceptable. Estas ideas fueron revolucionarias en su momento y siguen influyendo en la forma en que pensamos hoy en día sobre la guerra. Los conceptos de "guerra justa" y "guerra injusta" siguen siendo ampliamente debatidos en círculos académicos, políticos y militares. También desempeñan un papel clave en el desarrollo y la aplicación del derecho internacional humanitario, que trata de limitar los efectos de la guerra y proteger a los más vulnerables en tiempos de conflicto.

Hugo Grocio sentó las bases del derecho de guerra, tratando de determinar cuándo una guerra podía considerarse "justa". Destacó dos tipos de guerra que podían justificarse en virtud del derecho internacional:

  • Guerra defensiva: Grocio sostenía que la guerra librada en defensa contra una agresión externa estaba justificada. Esta idea sigue siendo central en el Derecho Internacional contemporáneo, donde el derecho de legítima defensa se reconoce como principio fundamental.
  • Guerra coercitiva: Grocio también pensaba que una guerra podía estar justificada si se libraba para castigar a quienes habían violado la ley. Esta idea es más controvertida y más difícil de aplicar en la práctica. Plantea cuestiones complejas sobre quién tiene derecho a juzgar si se ha infringido la ley y cuáles son los métodos apropiados de castigo.

Aunque Grocio creía que estos tipos de guerra podían estar justificados, también hizo hincapié en la importancia de observar ciertas reglas y normas éticas durante el desarrollo de la guerra, como la prohibición de atacar deliberadamente a los no combatientes.

Grocio estableció que ciertas formas de guerra eran ilegítimas e injustas. En particular, se opuso a las guerras de conquista. En su opinión, un Estado nación no tenía derecho a hacer la guerra con el objetivo de anexionarse o conquistar otros Estados. Este principio es fundamental para el derecho internacional contemporáneo, que prohíbe la adquisición de territorio por la fuerza. Aunque estos principios se formularon hace siglos, siguen siendo ampliamente aceptados en la actualidad. La Carta de las Naciones Unidas, por ejemplo, prohíbe explícitamente el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de otro Estado. Estos principios siguen guiando la forma en que se gestionan y resuelven los conflictos internacionales.

Para Hugo Grocio, el derecho de la guerra y el derecho de la paz están íntimamente ligados. En efecto, la concepción de la guerra como un fenómeno que debe regirse por ciertas normas y principios jurídicos sugiere también que existen ciertas condiciones que deben cumplirse para establecer una paz justa y duradera. Según Grocio, un agresor que viole los principios del derecho de guerra debe rendir cuentas. Esto podría incluir sanciones u otras formas de repercusión por parte de otros Estados. De este modo, el derecho de guerra también sirve para definir y promover la justicia en tiempos de paz. Estas ideas siguen influyendo en el derecho internacional contemporáneo. Por ejemplo, el concepto de "responsabilidad de proteger" sugiere que la comunidad internacional tiene el deber de intervenir cuando un Estado viola gravemente los derechos de sus propios ciudadanos. Por último, es interesante señalar que la obra de Grocio sentó las bases para el posterior desarrollo del derecho internacional humanitario, que trata de limitar los efectos de la guerra sobre las personas y los bienes.

Thomas Hobbes (1588-1679): El estado de naturaleza y la guerra como estado de conflicto permanente[modifier | modifier le wikicode]

The Leviathan, or Treatise on the Matter, Form and Power of an Ecclesiastical and Civil Republic, 1651.

En su obra "Leviatán", Thomas Hobbes reflexiona sobre la naturaleza humana y el estado de naturaleza, que considera un estado de guerra perpetua de todos contra todos ("bellum omnium contra omnes"). Según Hobbes, sin una autoridad central fuerte que mantenga el orden, la vida humana sería "solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta". En el estado de naturaleza de Hobbes, los individuos están motivados por sus propios intereses y temores. La competencia por unos recursos limitados, la desconfianza y el deseo de ganar reputación pueden conducir a un estado de conflicto constante. Para escapar a este estado de guerra, Hobbes sostiene que los individuos suscriben un contrato social en el que renuncian a parte de su libertad en favor de un soberano, al que Hobbes llama Leviatán. El papel de este soberano es mantener la paz y el orden ejerciendo una autoridad indiscutible. Las ideas de Hobbes han tenido una gran influencia en la teoría política moderna y en la concepción del Estado. Subrayan la importancia de un poder central fuerte para prevenir los conflictos y garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Para Thomas Hobbes, el estado de naturaleza se caracteriza por el caos y la incertidumbre. Según Hobbes, en este estado los individuos son libres, pero también están constantemente en peligro porque no hay ninguna ley ni autoridad central que regule su comportamiento. En el estado de naturaleza, los individuos se guían por sus propios intereses y por el miedo a la muerte. Por tanto, su libertad absoluta va acompañada de una competencia constante por los recursos y la seguridad. Esto crea una situación inestable en la que el peligro y el conflicto son omnipresentes, una situación que Hobbes describe como una "guerra de todos contra todos". Para evitar este caos, Hobbes propone la idea de un contrato social en el que los individuos ceden voluntariamente parte de su libertad a un soberano absoluto. A cambio, este soberano les proporciona seguridad y orden, lo que es preferible a la incertidumbre y la violencia del estado de naturaleza.

Para Hobbes, el Estado es el garante de la paz social, una institución necesaria para evitar la "guerra de todos contra todos" que reina en el estado de naturaleza. En su opinión, el Estado se basa en un contrato social, una forma de acuerdo a la que los individuos acceden para escapar del caos del estado de naturaleza. En este contrato, los individuos aceptan renunciar a algunas de sus libertades y someter su voluntad a la del soberano. A cambio, el soberano es responsable de mantener el orden, garantizar la seguridad de los individuos y preservar la paz. Para Hobbes, la autoridad del soberano es absoluta e indivisible, porque es la única forma de garantizar la paz y evitar el retorno al estado de naturaleza. Este concepto ha tenido una gran influencia en la teoría política y sigue siendo objeto de debate en la actualidad. Por ejemplo, plantea cuestiones sobre el justo equilibrio entre seguridad y libertad, o el papel y los límites del poder del Estado.

Para Hobbes, una de las principales responsabilidades del soberano es mantener la paz y la seguridad de la sociedad. Para ello, el soberano tiene derecho a formar un ejército y a utilizar la fuerza si es necesario. Hobbes consideraba que el ejército era una institución necesaria para proteger a la sociedad contra las amenazas externas e internas. Sin una fuerza militar que garantice la seguridad, Hobbes cree que la sociedad correría el peligro de volver al estado de naturaleza, donde hay una "guerra de todos contra todos". Sin embargo, Hobbes también advierte de los peligros del abuso del poder militar por parte del soberano. Subraya la importancia del contrato social, en el que el soberano está obligado a respetar los derechos y libertades de los individuos a cambio de su obediencia.

También es importante señalar que Hobbes escribía en un contexto histórico específico, el de la Inglaterra del siglo XVII, marcada por la guerra civil. Su teoría política refleja, pues, las preocupaciones de su época, pero sigue suscitando importantes debates en la filosofía política contemporánea.

Immanuel Kant (1724-1804): Hacia la paz perpetua y la legitimidad de las guerras defensivas[modifier | modifier le wikicode]

Immanuel Kant, en su ensayo "Proyecto de paz perpetua" (1795), se pregunta cómo puede lograrse una paz duradera entre las naciones. Su trabajo sobre este tema ha influido enormemente en la filosofía política y en las teorías del derecho internacional. Kant propone varias ideas para alcanzar la "paz perpetua". La primera es que la "constitución republicana" es la forma de gobierno más pacífica, porque da al pueblo el poder de decidir si va a la guerra o no, y el pueblo, al ser quien sufre las consecuencias de la guerra, es menos proclive a elegirla. La segunda idea es la "federación de naciones libres", una especie de liga de naciones, en la que los Estados conservan su soberanía pero acuerdan adherirse a un conjunto común de leyes internacionales para evitar conflictos. Por último, Kant sostenía que la paz perpetua sólo podría alcanzarse cuando se respetaran los derechos humanos universales, lo que implicaba la igualdad de derechos para todos los individuos, independientemente de su nacionalidad.

Immanuel Kant sostenía que la paz no puede basarse en la emoción o el afecto. Al contrario, debe basarse en la racionalidad. Para él, es la razón, y no la emoción, la que puede inducir a las personas a buscar y aceptar la paz. Este enfoque es fundamentalmente moral, porque pide a los individuos que antepongan el bien común a sus intereses personales. Según esta visión, la verdadera paz sólo puede alcanzarse cuando los individuos y las naciones adoptan un enfoque racional, aunando sus diferencias y trabajando juntos por el bien común. Esta visión implica una cierta mutualización de las diferencias y los conflictos: en lugar de tratar de imponer su propia voluntad por la fuerza, cada parte debe tratar de comprender y respetar las perspectivas de los demás. Esto es lo que Kant entendía por una "federación de naciones libres". En definitiva, la idea de Kant es que la paz perpetua no es sólo un sueño o una idea romántica, sino un objetivo que puede alcanzarse por medios racionales y morales. Esta idea ha tenido una gran influencia en las modernas teorías de la justicia internacional y en el diseño de las instituciones internacionales.

Retrato de Immanuel Kant.

Immanuel Kant abogó por la invención de un derecho internacional de la paz, reconociendo la necesidad de gestionar las relaciones de poder entre las naciones. Sostenía que esta regulación era esencial porque las guerras eran inevitables. La principal aportación de Kant radica en su afirmación de que el derecho internacional público que debe construirse no debe basarse en el principio del "derecho del más fuerte". Por el contrario, debe ser fundamentalmente distinto y tener como objetivo la paz y no la guerra. En otras palabras, el derecho internacional no debe servir simplemente para justificar conflictos o regular su curso, sino para prevenirlos y promover la resolución pacífica de las disputas. Este derecho de la paz se basa en el reconocimiento de la igualdad soberana de los Estados y el respeto de los derechos humanos, dos principios esenciales para prevenir la guerra y promover la paz. En este sentido, el planteamiento de Kant fue revolucionario y sentó las bases del Derecho internacional contemporáneo, que hace hincapié en la prevención de conflictos y la promoción de una paz duradera.

Immanuel Kant, en su ensayo titulado "Proyecto de paz perpetua", presentó un plan para establecer la paz y evitar las guerras. Se trata de una reflexión estructurada en tres niveles:

  1. Derecho político interno: Según Kant, para lograr una paz duradera, todo Estado debe adoptar una constitución republicana. En otras palabras, debe garantizar un gobierno democrático que respete los derechos humanos y la ley. Esto ayudaría a resolver los conflictos internos de forma pacífica y democrática.
  2. Derecho internacional interfederal/interestatal: Una vez establecida la paz dentro de los estados, puede extenderse a las relaciones internacionales en su conjunto. Para ello, Kant propuso la creación de una "federación de naciones libres", que sería un grupo de estados unidos por tratados de paz mutuos y comprometidos a resolver sus diferencias de forma no violenta.
  3. Derecho internacional de la hospitalidad: Este nivel representa la visión cosmopolita de Kant. Es un principio que implica el respeto a los extranjeros y la posibilidad de mantener relaciones pacíficas con ellos. Según Kant, todo individuo tiene derecho a visitar otro país, siempre que se comporte pacíficamente, y todo país tiene el deber de acoger a los visitantes extranjeros. Este principio sienta las bases del derecho internacional cosmopolita.

Así pues, la visión kantiana de la paz perpetua se basa en un enfoque multiescalar que requiere cambios tanto internos (nacionales) como externos (internacionales). Se trata de una visión que sigue influyendo en los debates contemporáneos sobre derecho internacional y paz mundial.

La filosofía de Kant se basa fundamentalmente en la libertad y el respeto de los derechos humanos. Para él, la guerra es el resultado último de los sistemas políticos que niegan la libertad, violan los derechos humanos y están dominados por autoridades autocráticas o dictatoriales. Para Kant, la paz duradera sólo puede lograrse construyendo sistemas políticos que respeten los derechos humanos y sean democráticos y republicanos. El concepto de "soberanía limitada" es un elemento clave de esta visión, ya que implica que, aunque un Estado sea soberano, no debe tener derecho a oprimir a su población ni a violar los derechos humanos. Además, para evitar conflictos entre Estados, Kant propuso la idea de una "federación de naciones libres". Según esta idea, los Estados soberanos deben acordar libremente limitar sus acciones y respetar el derecho internacional para mantener la paz mundial. Así pues, la filosofía de Kant propone la idea de que la paz sólo puede garantizarse mediante la adhesión a los principios democráticos, el respeto de los derechos humanos y la cooperación internacional en el marco del derecho internacional respetado por todos.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831): La dialéctica de la guerra y el progreso histórico[modifier | modifier le wikicode]

Retrato de Hegel por Schlesinger (1831).

Para Hegel, la guerra es un fenómeno profundamente arraigado en la naturaleza humana y en la dinámica de la historia. Es el resultado de la dialéctica histórica y de la interacción de tesis y antítesis, en la que la guerra actúa como agente de cambio y progresión en la historia. Hegel considera la guerra como un momento de la manifestación de la voluntad nacional. En su opinión, es un momento en el que la conciencia nacional se fortalece y cristaliza. La guerra puede verse como una expresión de la voluntad libre y subjetiva de la nación, es decir, como una extensión de la voluntad de la nación de afirmar y preservar su existencia. Sin embargo, para Hegel, la guerra no es un fin en sí misma. Por el contrario, es una etapa necesaria y trágica de la historia humana, que en última instancia conduce a una mayor autoconciencia y libertad. Así, a pesar del caos y la destrucción que engendra, la guerra es también un medio de hacer avanzar la historia hacia una realización más plena de la libertad humana.

Según la filosofía hegeliana, la guerra desempeña un papel esencial en la afirmación de la subjetividad individual y en la evolución de la historia humana. Hegel sostiene que la guerra, por destructiva que sea, desempeña un papel crucial en la consolidación de una comunidad, ya que obliga a los individuos a unir sus esfuerzos para sobrevivir. Paradójicamente, la guerra también puede contribuir a forjar una identidad nacional o colectiva más fuerte, ya que crea un "otro" común contra el que una comunidad debe luchar. Desde esta perspectiva, la guerra puede considerarse un factor de cohesión social y política. La guerra, como confrontación de la voluntad humana, también permite a los individuos enfrentarse a su mortalidad y definirse en oposición a la muerte. En este sentido, Hegel afirma que la guerra es una afirmación de la subjetividad. Sin embargo, aunque Hegel ve un papel para la guerra en el desarrollo de la historia humana, esto no significa que la glorifique o la promueva. Al contrario, para Hegel, la guerra es una manifestación trágica de las contradicciones de la historia humana, una contradicción que, en última instancia, puede conducir a una mayor realización de la libertad humana.

René Girard, filósofo y antropólogo francés, desarrolló una teoría conocida como "teoría del chivo expiatorio" para explicar la violencia humana. Según Girard, los conflictos sociales surgen debido a la rivalidad mimética, es decir, el deseo de poseer las mismas cosas que los demás, que se contagia dentro de una sociedad. Cuando las tensiones aumentan, la sociedad intenta restablecer el orden volviéndose contra un "chivo expiatorio", normalmente una persona o grupo marginado. Al unirse para castigar al chivo expiatorio, la comunidad es capaz de canalizar su violencia y restablecer un sentimiento de cohesión social.

Girard también aplicó su teoría a la guerra, argumentando que ésta puede desempeñar el mismo papel que el chivo expiatorio a la hora de conciliar las tensiones sociales. Al igual que Hegel, Girard ve la guerra como un medio por el que una comunidad puede sublimar sus diferencias internas para hacer frente a una amenaza externa común. Sin embargo, la perspectiva de Girard, como la de Hegel, no justifica la guerra. Al contrario, ofrece un análisis de cómo la violencia puede convertirse en un medio para establecer el orden social, al tiempo que pone de relieve el trágico coste humano de esta dinámica.

Nicolás Maquiavelo (1469-1527): El realismo político y las estrategias de guerra[modifier | modifier le wikicode]

Retrato póstumo de Maquiavelo por Santi di Tito, en el Palazzo Vecchio de Florencia.

Nicolás Maquiavelo, político y escritor italiano del Renacimiento, es conocido sobre todo por su obra El Príncipe, que suele considerarse una guía pragmática del liderazgo político. En ella describe el ejercicio del poder, no como debería ser según principios ideales o éticos, sino como es en la práctica. En El Príncipe, Maquiavelo sostiene que los gobernantes deben estar dispuestos a actuar de forma inmoral si es necesario para mantener su poder y garantizar la estabilidad de su Estado. Por ejemplo, sugiere que aunque para un príncipe es mejor ser amado y temido, si tiene que elegir entre las dos cosas, es más seguro ser temido. El planteamiento de Maquiavelo sobre la guerra es muy realista. Insiste en que los gobernantes deben estar siempre preparados para la guerra y dispuestos a librarla si es necesario. Para él, la guerra era una herramienta política, necesaria para mantener y extender el poder. Maquiavelo era también un ferviente defensor de las milicias ciudadanas. Creía que los ciudadanos que tenían un interés directo en defender su patria serían mejores soldados que los mercenarios o las tropas reclutadas en el extranjero. Esta idea se refleja en su otra gran obra, el Discurso sobre la primera década de Tito Livio.

Maquiavelo es famoso por su afirmación de que "el fin justifica los medios". Esto significa que creía que las acciones de un líder pueden justificarse por los resultados que producen, incluso si esas acciones son en sí mismas moralmente reprobables. Maquiavelo creía que la política y la moral eran ámbitos separados. En política, sostenía que el éxito y la supervivencia del Estado eran los objetivos más importantes. En consecuencia, un líder puede tener que tomar decisiones difíciles, incluso inmorales, para alcanzar estos objetivos. La guerra, por ejemplo, es considerada inmoral por muchos, pero para Maquiavelo podía estar justificada si era necesaria para proteger al Estado. Además, Maquiavelo consideraba que el arte de la guerra era una habilidad esencial para un líder. Sostenía que un príncipe que descuida el arte de la guerra pone en peligro su reino y su propia seguridad. Según él, incluso en tiempos de paz, un líder...

El adjetivo "maquiavélico" se utiliza a menudo para describir a una persona dispuesta a utilizar medios engañosos o inmorales para lograr sus objetivos. Es una referencia a la idea de Maquiavelo de que "el fin justifica los medios". Esto significa que, para una persona maquiavélica, el objetivo es más importante que las acciones emprendidas para alcanzarlo. Así que no importa si las acciones son engañosas, deshonestas o incluso crueles, siempre y cuando logren el objetivo. Esta es una interpretación bastante negativa y simplificada de la filosofía de Maquiavelo. Sus escritos eran mucho más complejos y matizados, y no abogaba necesariamente por un comportamiento inmoral en todas las circunstancias. Sin embargo, así es como se utiliza a menudo su nombre en el lenguaje común.

Nicolás Maquiavelo, en su obra El Príncipe, destaca la importancia de la guerra para un líder. Para él, el líder ideal debe estar siempre preparado para la guerra, tanto física como mentalmente. Maquiavelo no glorifica la guerra per se, pero considera que el arte de la guerra es una habilidad necesaria para cualquier buen gobernante. Sostiene que una de las principales funciones de un gobernante es proteger al Estado y a sus ciudadanos, lo que puede requerir el uso de la guerra. Maquiavelo escribía en un contexto histórico en el que Italia estaba dividida en numerosas ciudades-estado que a menudo entraban en conflicto entre sí. En consecuencia, la guerra era una realidad cotidiana e inevitable. Sin embargo, esto no significa que valore la guerra como tal, sino que reconoce y analiza el papel que ésta desempeña en la política. No obstante, a lo largo de los siglos estas perspectivas se han malinterpretado o simplificado con frecuencia, lo que ha llevado a percibir a Maquiavelo como un estratega sin escrúpulos que abogaba por el uso de la guerra en beneficio personal o político.

Antoine-Henri de Jomini (1779-1869): Estrategia militar y principios de la guerra[modifier | modifier le wikicode]

Antoine-Henri Jomini fue un general y teórico militar suizo que vivió entre 1779 y 1869. Jomini sirvió en los ejércitos de Napoleón y más tarde se alistó en el ejército ruso. Es conocido sobre todo por sus escritos sobre estrategia y táctica militar. Su obra más conocida, "Précis de l'art de la guerre" (1838), se considera uno de los textos fundacionales de la estrategia militar moderna. En él, Jomini expuso sus ideas sobre los principios fundamentales de la guerra, entre ellos la importancia de concentrar las fuerzas, la rapidez de acción y la libertad de maniobra. Jomini también identificó lo que él consideraba los elementos clave de una buena estrategia militar: atacar al enemigo donde es más débil, concentrar las fuerzas en un punto decisivo, libertad de maniobra y una cadena de mando clara y eficaz. Las teorías de Jomini influyeron en muchos estrategas militares a lo largo del siglo XIX y principios del XX, y su obra sigue estudiándose en las academias militares de todo el mundo.

Antoine-Henri Jomini es ampliamente reconocido como uno de los teóricos más influyentes de la estrategia militar. En su "Précis de l'art de la guerre", definió la estrategia como el arte de dirigir adecuadamente la masa de fuerzas armadas, concentrándolas en un punto decisivo. Para Jomini, la estrategia consistía en determinar cuándo, dónde y con qué fuerzas atacar al enemigo. Era una cuestión de planificación y preparación que requería un profundo conocimiento de la geografía, la logística y los recursos disponibles. Jomini identificó varios principios básicos para la conducción eficaz de la guerra, entre ellos la concentración de fuerzas en un punto decisivo, la rapidez de la acción y la economía de fuerzas. También introdujo la noción de "línea de operaciones", que es la ruta más directa y segura entre un ejército y su base de suministros, e hizo hincapié en la importancia de la logística para el éxito de las operaciones militares.

Todos estos elementos forman parte del arte de la guerra en sentido amplio. Reflejan varios aspectos cruciales de la estrategia y la táctica militares.

  1. Posicionamiento de las tropas: dónde y cómo se despliegan las fuerzas sobre el terreno puede tener un impacto significativo en el éxito de una campaña militar. Los comandantes deben tener en cuenta el terreno, las vías de comunicación y suministro, y la posición del enemigo.
  2. Análisis in situ de las fuerzas presentes: comprender los puntos fuertes y débiles de las tropas propias y las del enemigo es crucial para planificar una estrategia eficaz.
  3. Cómo atacar los puntos débiles: identificar y explotar los puntos débiles del enemigo es una parte fundamental de la estrategia militar.
  4. Las condiciones tácticas para perseguir al enemigo: tras una victoria, puede ser ventajoso perseguir al enemigo para maximizar el desorden y minimizar su capacidad de reagruparse y contraatacar.
  5. El control del movimiento: controlar el movimiento de las tropas propias y, en la medida de lo posible, las del enemigo, es otro aspecto clave de la estrategia militar.
  6. Incorporar el concepto de movilidad y sorpresa: la capacidad de moverse rápidamente y sorprender al enemigo puede ser a menudo un factor decisivo en la guerra.
  7. Las artimañas, como los falsos ataques, la apariencia de estancamiento y los contraataques: utilizar el engaño para desorientar y desestabilizar al enemigo también puede ser una táctica eficaz.

Todos estos aspectos son esenciales para comprender y llevar a cabo una campaña militar eficaz.

Las ideas de Jomini sobre estrategia militar se formularon en el contexto de las guerras napoleónicas y se vieron influidas por la observación de las campañas de Napoleón. Se siguen estudiando y aplicando en la teoría militar contemporánea.

Carl von Clausewitz (1780-1831): La naturaleza política de la guerra y la trinidad de la violencia[modifier | modifier le wikicode]

Carl von Clausewitz, en su famoso libro "Sobre la guerra", sostiene que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Para él, la guerra nunca es un fin en sí misma, sino una herramienta que los Estados utilizan para alcanzar objetivos políticos. Es un medio para obligar al enemigo a aceptar la voluntad del Estado.

La cuestión de las "guerras interminables", como la emprendida por Estados Unidos en Afganistán durante dos décadas, se considera a menudo un signo de fracaso a la hora de definir y alcanzar objetivos políticos claros. Esto puede deberse a una serie de factores, como objetivos políticos cambiantes, metas demasiado ambiciosas o mal definidas, u obstáculos imprevistos para alcanzarlas. También es importante recordar que la perspectiva de Clausewitz sobre la guerra es esencialmente la de un conflicto interestatal convencional. Muchos conflictos modernos implican a actores no estatales, como grupos terroristas o milicias, y pueden estar influidos por factores como las divisiones étnicas o religiosas, que no encajan fácilmente en el marco de la guerra como política por otros medios. Estas guerras pueden parecer "interminables" porque no se libran para alcanzar objetivos políticos claros, sino que son el resultado de profundas divisiones sociales, desigualdad, pobreza y otros factores estructurales.

El sistema de Westfalia, establecido por los Tratados de Westfalia en 1648, se basa en el principio de la soberanía de los Estados nación. En este sistema, la guerra se considera tradicionalmente un medio para resolver los conflictos entre Estados con vistas a restablecer la paz. Cuando hablamos de "guerra interminable", generalmente nos referimos a conflictos que no parecen encaminarse hacia una resolución pacífica. Esto puede deberse a una multitud de razones, como objetivos políticos mal definidos, la ausencia de un enemigo claramente definido (como en el caso de la "guerra contra el terrorismo"), obstáculos imprevistos para la paz o conflictos que escapan al control de los Estados. La idea de que "el tiempo de guerra es un tiempo de reversión para volver a la paz" refleja la creencia de que la guerra es un estado temporal y excepcional, y que el objetivo final debe ser siempre el restablecimiento de la paz. Esto subraya la importancia del compromiso diplomático, la negociación y el compromiso para resolver los conflictos.

Carl von Clausewitz.

En el espíritu de la guerra westfaliana, la guerra está subordinada a la política. La famosa cita de Clausewitz "la guerra es la continuación de la política por otros medios" subraya que la guerra es una herramienta utilizada por los Estados para alcanzar sus objetivos políticos. Para él, la guerra es una acción racional, dirigida y controlada por el Estado, encaminada a alcanzar objetivos políticos concretos. Sin embargo, en el contexto actual, a veces se cuestiona la idea de que la guerra se libra bajo el control y a instigación del Estado. Con la aparición de grupos no estatales, los conflictos asimétricos, el terrorismo transnacional y los ciberataques, la guerra ya no se limita a los Estados. En estos casos, el fin de las hostilidades puede ser más difícil de alcanzar, ya que los actores implicados pueden no tener objetivos políticos claros o compartidos que puedan resolverse mediante la negociación o la diplomacia. Además, la ausencia de estructuras estatales o institucionales estables en algunas regiones puede dificultar la conclusión de la guerra. En tales contextos, la guerra puede convertirse en un estado perpetuo, con niveles fluctuantes de violencia, en lugar de un "paréntesis" temporal.

Los conflictos en regiones como Darfur han conducido a menudo a una forma de privatización de la guerra, en la que el papel tradicional del Estado en la conducción de la guerra es sustituido o complementado por una multitud de actores no estatales. Esto puede incluir milicias locales, grupos rebeldes, empresas militares privadas e incluso actores internacionales. Una de las consecuencias de esta evolución es la fragmentación de la autoridad y la soberanía. En lugar de un Estado central que controle todo el territorio y ejerza el monopolio de la violencia legítima, existe una multitud de actores que controlan diferentes partes del territorio y llevan a cabo acciones violentas independientemente unos de otros. Esto complica enormemente los esfuerzos por poner fin a la guerra y establecer una paz duradera. Es difícil llegar a un acuerdo de paz cuando muchos actores tienen reivindicaciones contrapuestas y no existe una autoridad central que imponga o garantice el acuerdo. Además, la privatización de la guerra puede provocar altos niveles de violencia, sobre todo contra los civiles, ya que los actores no estatales pueden no respetar las leyes de la guerra del mismo modo que los Estados. En este contexto, los enfoques tradicionales de resolución de conflictos pueden no ser suficientes. Puede ser necesario adoptar enfoques más complejos y matizados, que tengan en cuenta la multitud de actores implicados y sus intereses y motivaciones divergentes. Esto puede incluir esfuerzos para reforzar la gobernanza local, promover la reconciliación de la comunidad y garantizar la rendición de cuentas por los abusos de los derechos humanos.

La idea de Clausewitz de que "la guerra es la continuación de la política por otros medios" significa que la guerra es fundamentalmente una herramienta política. Se utiliza para alcanzar objetivos políticos que los métodos diplomáticos no han logrado alcanzar. Por consiguiente, el fin de la guerra implica un retorno a los medios políticos de resolución de conflictos. Esta perspectiva subraya la importancia de la gobernanza política en la gestión de conflictos y en la transición de la guerra a la paz. Si la política no puede recuperar el mando, el conflicto puede prolongarse y la guerra puede convertirse en un estado permanente. Esto puede ocurrir en los llamados "Estados fallidos", donde las instituciones políticas son demasiado débiles para imponer el orden y resolver los conflictos de forma pacífica. También puede ocurrir en situaciones en las que las partes en conflicto han perdido la confianza en los mecanismos políticos y ya no creen en la posibilidad de una resolución pacífica. Así pues, la guerra continúa hasta que se encuentra una solución política, ya sea mediante negociaciones de paz, mediación internacional o el establecimiento de nuevas estructuras políticas. En este sentido, Clausewitz subraya la importancia crucial de la política para resolver los conflictos y restablecer la paz.

Clausewitz hacía hincapié en la importancia vital de mantener el control político sobre la acción militar. Para él, la guerra era una herramienta que la política podía y debía utilizar para alcanzar sus objetivos. Es la política la que da a la guerra su finalidad y su razón de ser y, por tanto, la que determina cuándo empieza, cuándo acaba y cómo se libra. Cuando la guerra se nos va de las manos, las consecuencias pueden ser catastróficas. Corremos el riesgo de caer en un estado de conflicto perpetuo, donde reinan la violencia y el caos, y la lógica de la guerra sustituye a la lógica de la política. Este tipo de situación suele darse en zonas de conflicto prolongado, donde las instituciones políticas son débiles o inexistentes, y donde la guerra se convierte en una forma de vida más que en un medio para alcanzar objetivos políticos concretos. Por eso es tan crucial que la política mantenga el control sobre la guerra. Sin un control político eficaz, la guerra puede volverse autónoma e incontrolable, con consecuencias devastadoras para la sociedad y la humanidad.

Es una perspectiva interesante y a veces paradójica. En determinadas situaciones, la guerra puede utilizarse como herramienta de negociación. Cuando el diálogo político fracasa o está bloqueado, la guerra puede crear una nueva dinámica y obligar a las partes a reconsiderar sus posiciones. Por ejemplo, una de las partes puede utilizar la amenaza o el uso de la fuerza para aumentar su posición negociadora y empujar a sus oponentes a hacer concesiones. Además, la guerra puede a veces exponer verdades difíciles y revelar problemas profundamente arraigados que deben resolverse si se quiere alcanzar una paz duradera. Los conflictos pueden poner de manifiesto desigualdades, abusos de poder e injusticias que se han ignorado u ocultado, allanando el camino para su resolución en el marco de un proceso de paz.

Maurice Davie (1893-1964): transformaciones contemporáneas de la guerra y nuevos retos[modifier | modifier le wikicode]

Maurice R. Davie es un sociólogo famoso por sus trabajos sobre la guerra y los conflictos en las sociedades humanas. En su artículo de 1930 "The Evolution of War", Davie examina los orígenes de la guerra en las sociedades primitivas.

Identifica varias razones por las que estas sociedades pueden entrar en guerra:

  1. Competencia vital por la supervivencia del grupo: en un entorno donde los recursos son limitados, los grupos pueden entrar en conflicto por la comida, el agua, el territorio y otros recursos vitales. Estas guerras eran a menudo una cuestión de supervivencia, en la que el grupo vencedor garantizaba su acceso a estos recursos.
  2. Disputas religiosas: Las creencias religiosas solían estar muy arraigadas en las sociedades primitivas, y cualquier choque de interpretaciones o creencias podía desembocar en una guerra. Además, en algunas culturas existía la creencia de que la victoria en la guerra era una prueba de favoritismo divino, lo que podía fomentar aún más el conflicto.
  3. Venganza de sangre: En muchas culturas primitivas, una ofensa contra un miembro del grupo solía vengarse con el asesinato o la guerra. Este ciclo de venganza podía dar lugar a una serie de conflictos perpetuados en el tiempo.
  4. Gloria: en algunas sociedades, la gloria y el honor conseguidos a través de la batalla eran muy apreciados. Los guerreros podían buscar la guerra para obtener un mayor estatus social y prestigio.

Aunque estos factores pueden haber desempeñado un papel en las sociedades primitivas, también están presentes en muchos conflictos contemporáneos.

Marvin Harris (1927-2001): Enfoques antropológicos de la guerra y sus motivaciones socioculturales[modifier | modifier le wikicode]

Marvin Harris.

Marvin Harris (1927-2001) fue un antropólogo estadounidense y una figura destacada en el desarrollo del materialismo cultural, un marco teórico que explica las prácticas culturales en términos de los problemas prácticos de la existencia humana, como la producción de alimentos y otros bienes materiales, y no en términos de ideas o valores abstractos.

Harris es conocido por su trabajo para explicar los fenómenos sociales desde un enfoque materialista. Sostuvo que las características de la sociedad, como la estructura social, la cultura e incluso las creencias religiosas, están determinadas en gran medida por consideraciones prácticas, en particular las relacionadas con la subsistencia y la economía. Entre las obras más conocidas de Harris figuran "The Rise of Anthropological Theory" (1968), "Cannibals and Kings" (1977) y "Cows, Pigs, Wars and Witches: The Riddles of Culture" (1974). En estas y otras obras, exploró una amplia gama de temas -desde el estatus sagrado de las vacas en la India hasta la práctica del canibalismo en las sociedades prehistóricas- siempre con el objetivo de mostrar cómo prácticas culturales que pueden parecer extrañas o irracionales son en realidad adaptaciones sensatas a las condiciones materiales. La obra de Harris ha tenido una enorme influencia y sigue siendo muy leída y debatida en el campo de la antropología.

En su libro de 1974, "Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura", Marvin Harris propuso varias teorías sobre el origen de la guerra en las sociedades primitivas.

  1. La guerra como solidaridad: Harris sugiere que la guerra puede servir como medio para reforzar la solidaridad y la identidad del grupo. En una situación de conflicto, los individuos de un grupo pueden sentirse más unidos, lo que refuerza la legitimidad del grupo.
  2. La guerra como juego: Esta teoría propone que la guerra puede tener una dimensión lúdica en ciertas sociedades primitivas. De hecho, en muchas culturas son habituales los juegos de guerra o los juegos que imitan el combate. Las actividades deportivas modernas pueden considerarse una continuación de esta dimensión "lúdica" de la guerra.
  3. La guerra forma parte de la naturaleza humana: Esta teoría propone que la guerra es un aspecto inevitable de la naturaleza humana. Sugiere que el conflicto y la confrontación forman parte de la naturaleza humana y que la guerra es simplemente una extensión de esa naturaleza.
  4. La guerra como continuación de la política: Esta teoría es similar a la propuesta por Clausewitz, según la cual la guerra es una continuación de la política por otros medios. En este caso, la guerra se considera una herramienta política utilizada para alcanzar objetivos políticos.

Es importante señalar que estas teorías no se excluyen mutuamente y que todas ellas pueden desempeñar un papel en el origen de la guerra en las sociedades primitivas.

Guerra y paz: una cuestión jurídica y de gobernanza internacional[modifier | modifier le wikicode]

El Derecho de Guerra o el Derecho de La Haya[modifier | modifier le wikicode]

El Tratado de Westfalia, firmado en 1648, marcó el final de la Guerra de los Treinta Años en Europa. También sentó las bases del moderno sistema internacional de Estados soberanos. El tratado reconocía a cada Estado el derecho a gobernar su territorio sin injerencias externas, una idea que hoy es fundamental para el Derecho internacional.

La "Ley de La Haya" hace referencia a una serie de convenios internacionales que se negociaron en La Haya (Países Bajos) a finales del siglo XIX y principios del XX. Estos convenios establecieron normas para la conducción de la guerra, incluido el trato a los prisioneros de guerra y la protección de los civiles. Constituyen una parte importante del derecho internacional humanitario.

El ataque de Japón a Pearl Harbor en diciembre de 1941 se consideró una violación flagrante de las reglas de la guerra, ya que se lanzó sin una declaración de guerra previa. El ataque provocó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente, en los Juicios de Tokio (el equivalente en el Pacífico de los Juicios de Núremberg), varios dirigentes y militares japoneses fueron condenados por crímenes de guerra cometidos durante la guerra, incluido el ataque a Pearl Harbor.

El derecho internacional humanitario (DIH), a menudo denominado derecho de la guerra, establece normas específicas que deben observarse en tiempo de guerra. Define lo que está permitido y lo que está prohibido durante un conflicto armado, independientemente del motivo del conflicto. Estas son algunas de las principales obligaciones:

  • Distinción: las partes en conflicto deben distinguir siempre entre combatientes y civiles. Los ataques sólo pueden dirigirse contra combatientes y objetivos militares, nunca contra civiles u objetos civiles.
  • Proporcionalidad: incluso en el caso de un ataque legítimo contra un objetivo militar, está prohibido lanzar un ataque que pueda causar un número excesivo de víctimas civiles en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista.
  • Precaución: deben tomarse todas las precauciones posibles para evitar o reducir al mínimo las víctimas civiles en un ataque contra un objetivo militar.

El DIH también ofrece protección especial a las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, como los prisioneros de guerra y los heridos. Tienen derecho a recibir un trato humano, sin discriminación. Es importante señalar que el DIH se aplica a todas las partes de un conflicto, independientemente del motivo del mismo o de si se considera "justo" o "injusto".

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) establece límites a la conducta bélica y prevé sanciones para quienes infrinjan estas normas. Por ejemplo, el DIH prohíbe explícitamente el uso de armas químicas o biológicas, el uso de balas que se expandan o deformen fácilmente en el cuerpo humano y cualquier ataque que cause daños excesivos a civiles o al entorno natural. Además, los países que infrinjan estas normas pueden ser responsabilizados de sus actos. Esto puede implicar sanciones económicas, restricciones diplomáticas o incluso acciones legales. Los individuos también pueden ser considerados responsables de sus acciones durante un conflicto armado y pueden ser procesados por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad o genocidio. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desempeña un papel importante en la aplicación del DIH. Está facultado para imponer sanciones, recomendar acciones militares y remitir casos a la Corte Penal Internacional para su investigación y enjuiciamiento.

Derecho internacional humanitario o Derecho de Ginebra[modifier | modifier le wikicode]

El Derecho Internacional Humanitario (DIH), a menudo denominado Derecho de Ginebra, tiene como objetivo principal proteger a las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, incluidos los civiles, los heridos, los enfermos y los prisioneros de guerra. También pretende restringir el uso de ciertos métodos y medios de guerra. Se deriva principalmente de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales, que establecieron normas para la protección de los no combatientes en tiempo de guerra. Por ejemplo, los Convenios de Ginebra establecen normas para el trato de los prisioneros de guerra, prohíben el uso de la tortura y protegen a los civiles en caso de ocupación militar. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) desempeña un papel esencial en la promoción y aplicación del DIH. Es en parte gracias a la iniciativa de esta organización que el DIH existe hoy en día.

Las distinciones entre civiles y combatientes, y entre combatientes y prisioneros de guerra, son elementos clave del Derecho Internacional Humanitario. Estas distinciones son esenciales para proteger a las personas que no participan (o han dejado de participar) directamente en las hostilidades.

  • Los combatientes son miembros de las fuerzas armadas de una parte en conflicto que participan directamente en las hostilidades. Los combatientes tienen derecho a participar directamente en las hostilidades, lo que significa que no pueden ser procesados por participar en los combates. Sin embargo, también son objetivos legítimos para el otro bando.
  • Los civiles son personas que no participan directamente en las hostilidades. Están protegidos de los ataques a menos que participen directamente en las hostilidades.
  • Los prisioneros de guerra son combatientes capturados por el enemigo. Tienen derecho a una serie de protecciones en virtud del Tercer Convenio de Ginebra, incluido el derecho a no ser torturados, el derecho a mantener correspondencia con sus familias y el derecho a no ser procesados por participar legítimamente en las hostilidades.

El respeto de estas distinciones es esencial para reducir el sufrimiento innecesario en tiempos de guerra.

En teoría, el final de una guerra suele venir determinado por un tratado de paz o un acuerdo de alto el fuego, pero no existe un marco jurídico internacional preciso que regule cómo debe terminar un conflicto. La noción de "jus post bellum", o derecho después de la guerra, es un concepto emergente en el derecho internacional que pretende establecer principios éticos y jurídicos para la transición de la guerra a la paz. Incluye cuestiones como la responsabilidad de reconstruir tras el conflicto, el enjuiciamiento y castigo de los crímenes de guerra y el restablecimiento de los derechos humanos y el Estado de derecho. La idea es garantizar una transición justa y sostenible hacia la paz, teniendo en cuenta los derechos de las víctimas y las necesidades de las sociedades post-conflicto. Sin embargo, en 2023 todavía no existe un consenso internacional sobre lo que debe ser el "jus post bellum", y sigue siendo un área activa de investigación y debate.

Hay dos conceptos fundamentales que sustentan toda la gobernanza de la seguridad internacional y el derecho internacional.

La universalidad sugiere que ciertas normas y principios son aplicables a todo el mundo, independientemente de su cultura, religión, etnia, nacionalidad, etc. Esto es especialmente relevante para los derechos humanos, que se consideran universales e inalienables. Esto es particularmente relevante para los derechos humanos, que se consideran universales e inalienables.

La idea de humanidad significa que todos los seres humanos pertenecen a una comunidad global y comparten cierta dignidad y derechos fundamentales. También significa que ciertos actos son tan graves e inhumanos que constituyen un ataque a la comunidad humana en su conjunto. Estos actos pueden incluir el genocidio, los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad y la tortura.

Estos conceptos sirven de base al derecho internacional humanitario, que protege a las personas en tiempos de guerra, y al derecho penal internacional, que permite procesar y condenar a los responsables de violaciones graves de estas normas.

Tras la Primera Guerra Mundial, se creó la Sociedad de Naciones con el objetivo de mantener la paz y la seguridad internacionales promoviendo el diálogo y la cooperación entre las naciones. Sin embargo, la incapacidad de la Sociedad de Naciones para evitar la Segunda Guerra Mundial llevó a su disolución y a la creación de las Naciones Unidas (ONU) en 1945. La ONU, con su Consejo de Seguridad, se ha convertido en la principal institución para resolver conflictos y promover la paz a escala internacional. El Consejo de Seguridad es responsable del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y está facultado para tomar decisiones jurídicamente vinculantes. También se han introducido los conceptos de mantenimiento y establecimiento de la paz. Las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU implican el despliegue de tropas, observadores militares o policía civil para ayudar a mantener la paz y la seguridad en zonas de conflicto. El establecimiento de la paz, por su parte, pretende resolver los conflictos a través de la mediación, la negociación y otros medios pacíficos. Estas iniciativas e instituciones, aunque a veces criticadas por su ineficacia o falta de poder coercitivo, representan importantes esfuerzos por promover la universalidad y la humanidad en el sistema internacional.

La guerra partisana: una nueva realidad[modifier | modifier le wikicode]

Este tipo de guerra suele ser una respuesta a una fuerza militar superior, en la que las fuerzas convencionales no pueden oponerse eficazmente al enemigo. Los partisanos suelen tener la ventaja del terreno y del conocimiento local, lo que les permite moverse y esconderse con eficacia. Sin embargo, sus acciones también pueden dar lugar a graves represalias contra la población civil por parte de las fuerzas contra las que luchan. La guerra partisana se caracteriza por tácticas de guerrilla basadas en el conocimiento profundo del terreno, la movilidad, la sorpresa y la iniciativa. En comparación con las fuerzas convencionales, los partisanos no luchan para mantener posiciones o controlar el territorio, sino para desorganizar, hostigar y debilitar al enemigo.

Las tácticas utilizadas en la guerra partisana pueden incluir:

  1. Ataques en ráfaga: los partisanos lanzan ataques rápidos y repentinos contra el enemigo, a menudo desde posiciones ocultas, y luego se retiran rápidamente antes de que el enemigo pueda reaccionar con eficacia.
  2. Emboscadas: los partisanos pueden tender trampas al enemigo, utilizando el terreno y la sorpresa para infligir el máximo de bajas.
  3. Sabotaje: los partisanos pueden atacar la infraestructura del enemigo, como líneas de comunicación, depósitos de munición, rutas de transporte, etc., para interrumpir sus operaciones.
  4. Recogida de información: Los partisanos pueden reunir información sobre los movimientos e intenciones del enemigo y transmitirla a los aliados.

Estas tácticas, combinadas con la ventaja que suelen tener los partisanos en términos de apoyo local y conocimiento del terreno, pueden permitirles librar una guerra eficaz contra una fuerza enemiga mayor y mejor equipada.

Ejemplos notables de guerra de partisanos son la resistencia francesa contra la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, la guerra de guerrillas vietnamita durante la guerra de Vietnam y los movimientos de resistencia en Afganistán contra la ocupación soviética y luego estadounidense. La guerra de partisanos se caracteriza generalmente por su asimetría, es decir, por el hecho de que las fuerzas implicadas no son equivalentes en términos de capacidades militares. Esto obliga a los partisanos a recurrir a tácticas no convencionales para compensar su inferioridad numérica o tecnológica.

La guerra partisana ha transformado la naturaleza de los conflictos armados, desplazando el centro de atención del Estado al individuo o a los grupos no estatales. Esto representa un cambio importante en la forma de conceptualizar y combatir la guerra. En los conflictos tradicionales, la guerra solía entenderse como un enfrentamiento entre Estados, con ejércitos regulares dirigidos por comandantes en jefe, que luchaban en campos de batalla bien definidos. Esto ha cambiado con la aparición de la guerra partisana, en la que pequeños grupos o individuos, a menudo sin un mando centralizado, llevan a cabo ataques irregulares y dispersos. Esto ha provocado cambios significativos en las estrategias militares, que exigen una reflexión más centrada en cómo enfrentarse a objetivos no estatales y a menudo móviles, así como en cómo gestionar las poblaciones locales y el territorio. También ha planteado cuestiones sobre las reglas y normas que rigen la conducta en tiempo de guerra, ya que los conflictos partidistas no suelen encajar fácilmente en el marco de las leyes tradicionales de la guerra. Además, la aparición de la guerra de partisanos también ha cambiado la naturaleza del poder y la política en la guerra. A menudo, los partisanos pueden movilizar el apoyo local de un modo que las fuerzas armadas regulares no pueden, lo que les permite ejercer una influencia política significativa, aunque no controlen formalmente un territorio o un Estado.

Una novedad: la guerra partisana[modifier | modifier le wikicode]

El término "partisano" se utiliza a menudo para describir a una persona que decide tomar las armas y luchar por una causa específica, al margen de la estructura de un ejército regular u oficial.

En el contexto de una guerra o conflicto, los partisanos suelen estar asociados a grupos de resistencia o movimientos guerrilleros. Suelen estar motivados por convicciones ideológicas, políticas, religiosas o nacionalistas, y pueden optar por luchar por diversas razones, ya sea en defensa de su comunidad, en resistencia a la ocupación extranjera, en revuelta contra un régimen opresor o en promoción de una causa específica.

Los partisanos suelen utilizar tácticas de guerra asimétricas, como la guerra de guerrillas, el sabotaje, el espionaje y otras formas de guerra no convencional. Al no formar parte de un ejército regular, no suelen estar protegidos por las mismas convenciones y leyes que rigen el comportamiento de los soldados en tiempo de guerra, lo que a veces puede dar lugar a controversias sobre sus derechos y protecciones en virtud del Derecho Internacional Humanitario.

Aymon de Gingins-La-Sarraz (1823 - 1893): pionero de la guerra partisana[modifier | modifier le wikicode]

Charles-Jules Guiguer de Prangins, más conocido por su seudónimo Gingins-La Sarraz, fue un oficial suizo que contribuyó de forma decisiva al desarrollo de la estrategia defensiva de Suiza en el siglo XIX.

En su libro "La guerre défensive en Suisse", Gingins-La Sarraz propuso la idea de que Suiza, debido a su situación geográfica, su terreno montañoso y su política de neutralidad, debía concentrarse en desarrollar una sólida estrategia defensiva en lugar de proyectar fuerzas militares fuera de sus fronteras. Este enfoque, argumentó, garantizaría el mantenimiento de la neutralidad suiza frente a las ambiciones expansionistas de las grandes potencias europeas de la época.

Un elemento central de esta estrategia de defensa era la idea de formar y movilizar partidarios en caso de agresión extranjera. Estos partisanos, que serían ciudadanos corrientes adiestrados en el combate y la supervivencia, constituirían una fuerza de resistencia capaz de hostigar y desbaratar a las fuerzas invasoras, haciendo así que la ocupación de Suiza resultase demasiado costosa y difícil de conseguir. Esta estrategia se basa en la idea de que la defensa de Suiza recae no sólo en su ejército regular, sino también en el conjunto de su población, lo que refleja los principios de democracia directa y milicia que constituyen el núcleo de la política suiza.

Gingins-La Sarraz propuso el siguiente principio para la defensa de Suiza. Además del ejército regular, el uso de partisanos -ciudadanos entrenados en tácticas de guerrilla y capaces de movilizarse rápidamente- reforzaría las capacidades defensivas del país. Estos partisanos podrían colmar las lagunas en cuanto a número y flexibilidad de las fuerzas regulares. En una situación de guerra, podrían hostigar al enemigo, interrumpir sus líneas de comunicación y suministro y llevar a cabo ataques guerrilleros que dificultarían y encarecerían cualquier ocupación extranjera. Además, al estar integrados en la población, estos partisanos dificultarían al enemigo la distinción entre civiles y combatientes, añadiendo otra capa de complejidad a cualquier intento de invasión. Es una estrategia que refleja el pragmatismo suizo y la importancia que concede a la neutralidad y la seguridad nacional.

La guerra partisana suele ser una estrategia de resistencia ante una ocupación o invasión extranjera. Los grupos irregulares, o partisanos, suelen ser civiles que han tomado las armas para resistir a una fuerza exterior. A menudo utilizan tácticas de guerrilla, como sabotajes, emboscadas, incursiones y ataques por sorpresa, que pueden resultar extremadamente eficaces contra una fuerza invasora convencional. Estos partidarios suelen ser capaces de movilizarse rápidamente y mezclarse con la población civil después de llevar a cabo un ataque, lo que dificulta que el enemigo los tenga en el punto de mira. Además, su conocimiento local del terreno y de la población puede ser una gran ventaja en la lucha contra una fuerza invasora.

Carl Schmitt (1888 - 1985): la teorización de la guerra partisana[modifier | modifier le wikicode]

Schmitt asesoró al gobierno de von Papen (izquierda) y a Schleicher (derecha) sobre la cuestión constitucional.

Carl Schmitt (1888-1985) fue un jurista y filósofo político alemán, ampliamente conocido por su contribución a la teoría política y jurídica. Sin embargo, es una figura controvertida por su afiliación al partido nazi durante la década de 1930. Schmitt se afilió al partido nazi en 1933 y ocupó varios cargos de alto nivel bajo el régimen nazi, incluido el de asesor jurídico del Ministerio de Asuntos Exteriores. Schmitt es más conocido por su trabajo sobre el concepto de "enemigo político", que define como cualquier entidad o grupo que suponga una amenaza existencial para un Estado o nación. También desarrolló la teoría del estado de excepción, según la cual el soberano tiene potestad para suspender la ley en tiempos de crisis. A pesar de su colaboración con el régimen nazi, la obra de Schmitt siguió ejerciendo una influencia significativa en los estudios políticos y jurídicos después de la Segunda Guerra Mundial.

En su ensayo "La teoría del partisano" (1962), Carl Schmitt examina los cambios en la naturaleza de la guerra a lo largo del tiempo. Sostiene que la guerra moderna es librada en gran medida por grupos irregulares, o "partisanos", y no por ejércitos regulares. Según Schmitt, este cambio quedó patente en la Guerra de Independencia española (también conocida como la Guerra Peninsular) contra la ocupación francesa de Napoleón a principios del siglo XIX. Los españoles utilizaron tácticas de guerrilla para resistir la invasión francesa, demostrando la eficacia de este tipo de combate. Considera que la guerra de partisanos no es simplemente una táctica de resistencia militar, sino que también representa una forma de combate político. Los partisanos, argumenta, estaban profundamente arraigados en su territorio y su población local, y por ello eran capaces de librar una resistencia prolongada contra un invasor. Schmitt predijo que esta forma de guerra se convertiría en la norma en el mundo moderno. Schmitt sostiene que la guerra de guerrillas cuestiona la idea de soberanía estatal y modifica la naturaleza misma de la guerra.

La teoría del partisano de Carl Schmitt es revolucionaria en la medida en que desplaza el centro de atención de la guerra interestatal a la guerra irregular librada por grupos no estatales. Estos grupos, o partisanos, están motivados por ideologías fuertes y son capaces de operar con independencia del aparato estatal. Esta transformación de los actores del conflicto tiene importantes implicaciones para la forma en que se libran las guerras y, en última instancia, para la naturaleza del orden político internacional. Schmitt predijo que los conflictos modernos se caracterizarían principalmente por la lucha irregular de grupos partisanos, una predicción que parece haber sido validada por la evolución de los conflictos en el siglo XXI, con el auge de grupos no estatales como los movimientos terroristas y las milicias. El partisano, según Schmitt, se define por tres características principales: su movilidad (puede desplazarse rápidamente y operar fuera de las estructuras tradicionales), su intensidad de combate (está motivado por una ideología o una causa) y su dependencia de la población local (para obtener apoyo e información). Estos rasgos hacen del partisano un actor formidable en el campo de batalla moderno.

El concepto de guerras revolucionarias[modifier | modifier le wikicode]

Las guerras revolucionarias, o guerras de insurrección, se refieren a los conflictos en los que una población se levanta contra una potencia dominante, a menudo con el objetivo de conseguir la independencia o un cambio de régimen. Estas guerras se distinguen porque suelen contar con una amplia participación de la población civil y a menudo las libran grupos armados no convencionales o partisanos.

La Segunda Guerra Mundial vio surgir diversos movimientos de resistencia que lucharon contra la ocupación nazi en varios países europeos. Estos movimientos de resistencia estaban formados generalmente por civiles armados que utilizaban tácticas de guerrilla para perturbar y debilitar el esfuerzo bélico alemán. Tras la Segunda Guerra Mundial, varios movimientos de liberación nacional adoptaron tácticas similares en su lucha contra el colonialismo. Por ejemplo, el Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia libró una guerra de insurrección contra el gobierno colonial francés que finalmente condujo a la independencia argelina en 1962. Del mismo modo, en Egipto, los nacionalistas egipcios lucharon por la independencia del dominio británico. Estas guerras revolucionarias pusieron de relieve el importante papel que pueden desempeñar los partisanos y los grupos no convencionales en la conducción de la guerra moderna, un tema ampliamente explorado en la teoría del partisano de Carl Schmitt.

La guerra de partisanos, también conocida como guerra de guerrillas o guerra asimétrica, tiene una serie de características distintivas.

  • Sin uniforme: los partisanos suelen ser civiles y no tienen uniforme oficial. Esto les permite mezclarse con la población civil, dificultando al enemigo la distinción entre combatientes y no combatientes.
  • Fuerte ideología: Los partisanos suelen estar motivados por una fuerte ideología o causa, como la liberación nacional, la oposición a la opresión o el derrocamiento de un gobierno.
  • Guerra asimétrica: A diferencia de los conflictos tradicionales, los partisanos no suelen tener acceso a los mismos recursos militares que sus oponentes. Suelen ser menos numerosos, estar peor equipados y peor entrenados que las fuerzas regulares. Sin embargo, utilizan esta asimetría a su favor recurriendo a tácticas no convencionales.
  • Astucia y sorpresa: los partisanos se basan en gran medida en el factor sorpresa. Llevan a cabo incursiones, emboscadas y ataques de guerrilla, y luego se retiran rápidamente antes de que las fuerzas enemigas puedan contraatacar con eficacia.
  • Movilidad extrema: los partisanos suelen ser muy móviles, capaces de moverse con rapidez y de atacar de forma impredecible. Esto contrasta con las fuerzas tradicionales, que pueden moverse más lentamente debido a su tamaño y equipamiento.

Estas características hacen que la guerra partisana sea distinta de las formas más tradicionales de conflicto, y presentan desafíos únicos para las fuerzas convencionales que intentan combatirlas.

La noción de "guerra revolucionaria" está estrechamente vinculada al pensamiento del líder comunista chino Mao Zedong. Para Mao, la revolución debía estar dirigida por una combinación de acción política y militar. Declaró que "la revolución política es el acto primario; la revolución militar es un acto secundario". Esto significa que la victoria no puede lograrse únicamente por medios militares; también debe producirse un cambio político. Mao también abogó por una estrategia de guerrillas como medio para luchar contra un enemigo más fuerte y mejor equipado. La guerra de guerrillas, según Mao, debía fundirse con la población como "pez en el agua", utilizando a la población local como fuente de apoyo y reclutamiento. Abogaba por el uso de la guerra de guerrillas no sólo en las zonas rurales, sino también en las urbanas.

En las décadas de 1960 y 1970, algunos grupos revolucionarios intentaron aplicar estas ideas a sus propias luchas. A menudo esto implicó una transición a la guerra de guerrillas urbana, en la que los combates tenían lugar en las calles de las ciudades y no en las zonas rurales. Un ejemplo notable de ello es la lucha librada por los Tupamaros en Uruguay. Un ejemplo notable del fracaso de la guerra de guerrillas fue el intento de Ernesto "Che" Guevara de llevar a cabo una revolución en Bolivia. A pesar de su experiencia en la guerra de guerrillas en Cuba, Guevara tuvo dificultades para ganarse el apoyo de la población local en Bolivia y mantener la cohesión de sus propias fuerzas. Fue capturado y ejecutado por el ejército boliviano en 1967.

Guerras contemporáneas: nuevas cuestiones y realidades[modifier | modifier le wikicode]

Nuevos impactos[modifier | modifier le wikicode]

El impacto actual de la guerra moderna en el sistema de Westfalia[modifier | modifier le wikicode]

La naturaleza de la guerra ha cambiado considerablemente desde el establecimiento del sistema de Westfalia en el siglo XVII. Este sistema, que debe su nombre a los Tratados de Westfalia que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa, se basaba en el concepto de la soberanía de los Estados-nación y establecía que los conflictos serían principalmente guerras entre Estados. Sin embargo, la naturaleza de los conflictos en el mundo contemporáneo ha cambiado radicalmente. Cada vez vemos más guerras civiles, conflictos étnicos y religiosos, terrorismo y guerras partidistas. Estos conflictos no se limitan necesariamente a un solo Estado y pueden implicar a multitud de actores no estatales. Además, con la creciente globalización, estos conflictos suelen tener repercusiones mucho más allá de sus fronteras geográficas inmediatas.

Algunos académicos y teóricos han descrito esta situación como una vuelta al "estado de naturaleza" hobbesiano, en el que el orden internacional se caracteriza por la anarquía y la guerra perpetua. Sin embargo, es importante señalar que esta opinión es controvertida.

La anarquía hobbesiana es un concepto derivado de la teoría política del filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes. En su obra principal, "Leviatán", Hobbes describe el estado de naturaleza como un estado de guerra de todos contra todos, en el que cada individuo se encuentra en una lucha constante por la supervivencia. Utilizó este concepto para justificar la necesidad de un poder central fuerte (Leviatán) que mantuviera la paz y el orden. En el contexto de las relaciones internacionales, la anarquía hobbesiana se refiere a un estado de desorden global en el que cada Estado actúa según sus propios intereses, sin tener en cuenta los intereses de los demás. Es un mundo sin instituciones internacionales eficaces que regulen el comportamiento de los Estados, en el que la guerra es un medio habitual para resolver conflictos. El aumento de las guerras no estatales, el terrorismo internacional y la guerra partidista, junto con el aparente debilitamiento de algunas instituciones internacionales, ha llevado a algunos a sugerir que podríamos estar dirigiéndonos hacia esa anarquía.

Se trata de una preocupación importante en el contexto actual de las relaciones internacionales. Mientras que los conflictos interestatales tradicionales, regidos por las leyes de la guerra, están disminuyendo, asistimos a un aumento de los conflictos no estatales y asimétricos. Estos conflictos suelen implicar a actores no estatales, como grupos terroristas o milicias, y a menudo tienen lugar dentro de las fronteras de un solo país. Estas guerras suelen ser mucho más destructivas para la población civil, ya que a menudo se libran sin respetar las leyes y normas internacionales destinadas a proteger a los civiles en tiempos de guerra. Además, estos conflictos suelen ser más difíciles de resolver, ya que a menudo afectan a cuestiones locales complejas y es menos probable que se vean influidos por la presión internacional. Estas tendencias han dado lugar a un renovado debate sobre la necesidad de reformar el sistema internacional para gestionar mejor este tipo de conflictos. Esto podría implicar replantearse las normas e instituciones existentes, reforzar el derecho internacional humanitario y desarrollar nuevos enfoques para resolver los conflictos y promover la paz.

El estado de guerra perpetua: un análisis crítico[modifier | modifier le wikicode]

El impacto de los conflictos armados en el medio ambiente es una preocupación creciente. De hecho, las guerras pueden provocar una destrucción masiva del entorno natural, ya sea por tácticas militares deliberadas o simplemente por los efectos colaterales del combate. Ejemplos de ello son la deforestación, la contaminación del agua y del suelo, la destrucción de los hábitats de la fauna y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, las consecuencias medioambientales de los conflictos también pueden repercutir en la salud humana, la economía y la estabilidad social, creando un círculo vicioso en el que la degradación medioambiental alimenta nuevos conflictos. Las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han reconocido que se trata de un problema grave. Cada vez se pide más que se incluya la protección del medio ambiente en el derecho internacional humanitario y que se responsabilice a las partes en conflicto de los daños medioambientales causados durante la guerra. Sin embargo, la aplicación de estas medidas sigue siendo un reto importante.

El uso del entorno natural como "arma" en los conflictos es motivo de grave preocupación. El ecocidio, o destrucción deliberada del medio ambiente con fines estratégicos o tácticos, es una realidad en algunos conflictos contemporáneos. Por ejemplo, la quema deliberada de pozos petrolíferos, la destrucción de presas para provocar inundaciones o el uso de productos químicos tóxicos pueden tener consecuencias desastrosas para el medio ambiente. Estos actos de ecocidio no sólo pretenden debilitar al enemigo destruyendo sus recursos, sino que también pueden tener repercusiones a largo plazo en las comunidades locales al destruir sus medios de subsistencia y hacer inhabitables sus hábitats.

La destrucción de los recursos naturales o económicos es una estrategia que se ha utilizado en diversos conflictos a lo largo de la historia. Al eliminar los recursos de un adversario, se puede debilitar su capacidad para luchar o sobrevivir. Esto puede implicar la destrucción de infraestructuras clave, como puentes o fábricas, la quema de campos de cultivo para privar al enemigo de alimentos o el envenenamiento del agua para hacer inhóspita una zona. Sin embargo, este enfoque tiene importantes consecuencias negativas. Puede causar grandes sufrimientos a la población civil, que suele ser la más afectada por la destrucción de recursos esenciales. También puede causar daños medioambientales a largo plazo que perdurarán mucho después de que el conflicto haya terminado. Por ello, el derecho internacional humanitario establece normas para proteger los recursos civiles en tiempos de guerra. Por ejemplo, la Convención de Ginebra prohíbe los ataques contra objetos indispensables para la supervivencia de la población civil. Esto incluye alimentos, cosechas, ganado y agua potable. Las violaciones de estas normas pueden considerarse crímenes de guerra.

La destrucción de la cultura del enemigo es también una triste realidad de algunos conflictos, un acto a menudo conocido como "limpieza cultural" o "genocidio cultural". Se trata de borrar la identidad cultural del enemigo atacando elementos como el arte, la literatura, los monumentos, los lugares de culto, las prácticas religiosas e incluso las lenguas. Al destruir los símbolos y el patrimonio cultural del enemigo, el agresor busca no sólo desorientar y deshumanizar a sus adversarios, sino también borrar su historia y su presencia de la memoria colectiva. Esta práctica es ampliamente condenada por la comunidad internacional, y la destrucción deliberada del patrimonio cultural es considerada un crimen de guerra por la Corte Penal Internacional. Por ejemplo, en 2016, la Corte Penal Internacional condenó a Ahmad Al Faqi Al Mahdi por la destrucción de monumentos históricos y religiosos en Tombuctú (Mali) en 2012. Dicho esto, aunque estas leyes existen, su aplicación y cumplimiento siguen siendo un gran desafío, especialmente en zonas de conflicto activo.

Guerras interminables: los conflictos prolongados y sus consecuencias[modifier | modifier le wikicode]

La guerra era excepcional y la paz normal, lo que nos lleva a preguntarnos si la guerra se está convirtiendo en algo normal y la paz en algo extraordinario. En determinados contextos, sobre todo en regiones que han vivido conflictos prolongados, la guerra puede parecer la norma y la paz la excepción. Esto puede deberse a multitud de factores, como conflictos étnicos o religiosos enquistados, competencia por los recursos, corrupción política, divisiones socioeconómicas e injerencias extranjeras. Además, en algunos casos, las estructuras de poder existentes pueden verse reforzadas por la continuación del conflicto, lo que dificulta aún más su resolución.

Las "guerras interminables" pueden conducir a la creación de las llamadas "economías de guerra". Estas economías suelen estar dominadas por actividades ilegales o no reguladas, como el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de seres humanos y otras formas de delincuencia organizada. Estas actividades pueden proporcionar ingresos a los implicados en el conflicto, permitiéndoles seguir luchando a pesar de los enormes costes humanos y sociales. Además, la situación de "guerra interminable" puede provocar la ruptura del Estado de Derecho y la gobernanza, lo que a su vez puede facilitar la continuación de estas actividades ilegales. Esto hace que la resolución de estos conflictos sea especialmente difícil, ya que los actores implicados pueden tener intereses económicos en mantener el statu quo. Además, estos conflictos pueden hacer que la paz sea casi imposible de alcanzar, ya que puede ser difícil encontrar interlocutores legítimos con los que negociar el fin del conflicto.

El ejemplo de Irak es representativo de estas "guerras interminables". Desde la invasión de Kuwait por Irak en 1990, que desembocó en la Guerra del Golfo en 1991, Irak ha vivido una serie de conflictos y periodos de inestabilidad. Tras la Guerra del Golfo, Irak se vio sometido a severas sanciones internacionales y a inestabilidad interna. En 2003, una coalición liderada por Estados Unidos invadió Irak y derrocó el régimen de Sadam Husein. Sin embargo, en lugar de traer estabilidad, la invasión creó un vacío de poder que dio lugar a una nueva ola de violencia e inestabilidad, incluida una violenta insurgencia y la aparición de grupos extremistas como el Estado Islámico. Incluso tras la derrota del Estado Islámico, Irak sigue enfrentándose a grandes retos, como la inestabilidad política, la corrupción, el subdesarrollo económico y las tensiones comunitarias. Estos problemas, a su vez, pueden alimentar nuevos conflictos. En este contexto, la paz puede parecer un objetivo lejano y difícil de alcanzar. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la paz no es simplemente la ausencia de guerra, sino que también requiere la construcción de instituciones fuertes, el establecimiento de la justicia, la promoción del desarrollo económico y la reconciliación entre las diferentes comunidades. Son tareas difíciles que requieren tiempo, recursos y el compromiso sostenido de todos los implicados.

Hacia una nueva teoría política de la guerra - Michael Walzer (1935 - )[modifier | modifier le wikicode]

Michael Walzer.

Michael Walzer es un politólogo y filósofo estadounidense conocido por sus trabajos sobre filosofía política y ética. En su libro "Guerras justas e injustas", exploró la cuestión ética de cuándo y cómo es justificable ir a la guerra, y cómo debe librarse una guerra para ser considerada "justa". Michael Walzer es uno de los principales teóricos del paradigma legalista. A diferencia de Hobbes, que veía el estado de naturaleza como un estado de guerra y la paz como el resultado de un contrato social, Walzer se basa en un conjunto de normas internacionales y principios morales para evaluar la justicia de una guerra. Retoma algunos de los conceptos de Hobbes, como la idea de que los Estados tienen la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos, pero va más allá al afirmar que los Estados también tienen la obligación de respetar los derechos de los ciudadanos de otros Estados, incluso en tiempos de guerra. Walzer subraya la importancia de principios como la distinción entre combatientes y no combatientes, la proporcionalidad del uso de la fuerza y la necesidad militar. En su opinión, estos principios deben respetarse para que una guerra se considere justa, sean cuales sean las razones para iniciarla. Se trata de un marco legalista, ya que se basa en un conjunto de reglas y normas que deben respetarse.

Walzer adoptó lo que denominó un enfoque "legalista" o "jus in bello" (derecho en la guerra), basado en principios como el respeto de los derechos de los no combatientes, la proporcionalidad de la fuerza empleada, la necesidad militar y el hecho de que las fuerzas armadas deben distinguir entre combatientes y civiles. Según Walzer, una guerra sólo está justificada si se libra de acuerdo con estos principios. También defiende el concepto de "jus ad bellum" (derecho a la guerra), que examina la legitimidad de ir a la guerra. Según este concepto, una guerra sólo está justificada si se libra para resistir una agresión, proteger a los inocentes, defender los derechos humanos, etc. Walzer también analizó la noción de "guerra justa", una idea que se remonta a San Agustín y Tomás de Aquino. Según esta noción, una guerra es justa si se libra por razones justas y de manera justa.

Michael Walzer, en su libro Guerras justas e injustas, sostiene que incluso en la situación extrema de la guerra se aplican normas morales y éticas. La guerra, afirma, no es un estado de anarquía moral. Al contrario, sostiene que el comportamiento en la guerra puede y debe ser juzgado por normas morales. De hecho, sostiene que aunque la guerra sea una situación excepcional, esto no significa que esté desprovista de toda norma moral o ética. Una guerra justa es una guerra controlada, una guerra librada por combatientes legales. Así, distingue entre una guerra justa, que respeta ciertas normas, y una guerra injusta, que no las respeta. Para él, una guerra justa es aquella en la que la causa es justa (por ejemplo, la defensa contra una agresión), en la que los combatientes son actores legítimos (soldados de un Estado), en la que la fuerza empleada es proporcional y necesaria, y en la que se distingue entre combatientes y no combatientes, protegiendo a estos últimos de los ataques. Subraya que, aunque la guerra es una realidad violenta y destructiva, existen límites a lo que está permitido en ella. Esto no significa que haya algo fundamentalmente moral en el concepto de guerra, sino que incluso en la guerra, ciertas acciones pueden considerarse inmorales.

Michael Walzer trata de entender cómo pueden aplicarse las normas morales en situaciones de guerra, que son intrínsecamente violentas y destructivas. Su principal preocupación es determinar si ciertas acciones pueden considerarse morales o inmorales en tiempos de guerra, y de qué modo. En su opinión, incluso en el contexto de la guerra, existen límites morales a lo que es permisible. Por ejemplo, generalmente se considera inmoral atacar intencionadamente a no combatientes. Del mismo modo, el uso desproporcionado de la fuerza también se considera inmoral. Para Walzer, la moralidad de la guerra no reside en hacer la guerra per se, sino en la forma en que se hace. En otras palabras, no son las guerras en sí mismas las que pueden ser morales o inmorales, sino las acciones específicas que se llevan a cabo en el transcurso de las mismas.

Michael Walzer sostiene que puede haber moralidad en la guerra si se libra de forma defensiva contra la agresión, respeta los principios de discriminación (es decir, no ataca deliberadamente a los no combatientes) y proporcionalidad (es decir, utiliza un nivel de fuerza proporcional a la amenaza), y la libran combatientes que respetan las leyes de la guerra. Sostiene que, aunque la guerra es intrínsecamente destructiva y violenta, puede llevarse a cabo respetando ciertos principios morales. Por ejemplo, no utilizar armas de destrucción masiva, no atacar deliberadamente a civiles y no recurrir a la tortura son comportamientos que Walzer considera moralmente justificados, incluso en tiempos de guerra. Sin embargo, Walzer no considera que estos comportamientos transformen la guerra en una empresa moral en sí misma. Al contrario, se trata más bien de limitar el daño que puede causar la guerra.

El terrorismo representa un importante desafío a la idea de guerra justa y a los principios de moralidad en la guerra. Por su propia naturaleza, el terrorismo suele implicar ataques indiscriminados contra civiles inocentes, con el objetivo de infundir miedo y perturbar la sociedad. Tales tácticas contravienen directamente los principios de discriminación y proporcionalidad que sustentan la teoría de la guerra justa. El uso deliberado de la violencia contra civiles con fines políticos está ampliamente considerado como inmoral e inaceptable según las normas internacionales. Además, el terrorismo suele ser perpetrado por actores no estatales que no son claramente identificables como combatientes, lo que difumina las distinciones tradicionales entre combatientes y no combatientes y dificulta la aplicación de las leyes de la guerra. La respuesta al terrorismo también plantea retos éticos y morales. Por ejemplo, ¿cómo pueden los gobiernos proteger eficazmente a sus ciudadanos del terrorismo respetando al mismo tiempo los derechos humanos y los principios del Estado de derecho? ¿Hasta qué punto es aceptable restringir las libertades civiles para prevenir el terrorismo? Estas preguntas no tienen respuestas fáciles y representan un área de debate y discordia permanente en las relaciones internacionales y la teoría política.

La teoría de Michael Walzer intenta responder a la pregunta de cuándo es moralmente aceptable hacer la guerra y cómo debe llevarse a cabo de forma moralmente aceptable. Sostiene que incluso en un contexto tan violento y complejo como la guerra deben aplicarse normas morales y éticas. Según Walzer, hay casos en los que la guerra puede estar justificada, normalmente como respuesta a una agresión no provocada. Además, sostiene que los combatientes deben atenerse a ciertas normas de conducta en la guerra. Por ejemplo, sostiene que los ataques sólo deben dirigirse contra objetivos militares legítimos, y no contra civiles. En este contexto, el "paradigma legalista" de Walzer es un llamamiento al retorno de la política en la conducción de la guerra. Sostiene que las decisiones sobre la guerra y la paz deben tomarse sobre la base de principios políticos y morales, y no simplemente en respuesta a imperativos estratégicos o de seguridad. Así, aunque la guerra pueda ser amoral por naturaleza, Walzer insiste en que podemos y debemos esforzarnos por imponerle una cierta moralidad. Según Walzer, aunque la guerra sea una realidad aterradora y devastadora, es necesario aplicar normas éticas y políticas que guíen su conducta. Esto es lo que él entiende por el "retorno de lo político", un llamamiento para que se tengan en cuenta consideraciones morales y éticas en las decisiones sobre la guerra.

Philippe Delmas es un estratega y escritor francés que ha escrito sobre diversos aspectos de la guerra y la política internacional. En su libro "Le Bel Avenir de la Guerre", sugiere que la guerra es un aspecto inevitable e incluso necesario del orden mundial, y que la idea de un mundo sin guerras no sólo no es realista, sino que incluso puede ser perjudicial. Delmas cuestiona algunos de los supuestos básicos de la teoría de la guerra justa y del paradigma legalista en general. Sugiere que el esfuerzo por enmarcar la guerra con normas y reglamentos estrictos es un intento inútil y potencialmente contraproducente de domesticar una realidad brutal y caótica. Según Delmas, la guerra tiene un valor político intrínseco y puede actuar como catalizador de importantes cambios políticos, sociales y económicos. En este sentido, ofrece una visión mucho más cínica y realista de la guerra que la que suele asociarse a pensadores como Michael Walzer.

Anexos[modifier | modifier le wikicode]

Referencias[modifier | modifier le wikicode]