La democracia como justificación de las intervenciones estadounidenses en el extranjero

De Baripedia


La exportación de la democracia es una idea ampliamente asociada a la política exterior estadounidense. Esta noción tiene sus raíces en la ideología del Destino Manifiesto, que se originó en el siglo XIX. En aquella época, el Destino Manifiesto era una creencia muy extendida según la cual Estados Unidos estaba destinado por Dios a expandirse por el continente norteamericano. Se utilizaba para justificar la expansión hacia el oeste, a menudo a expensas de las poblaciones indígenas. En el siglo XX, esta idea evolucionó para incluir la expansión de la democracia y los valores estadounidenses por todo el mundo. Esta visión se convirtió en un elemento central de la política exterior estadounidense, especialmente durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos se posicionó como baluarte contra el comunismo.

La política exterior estadounidense se guía por estas dos ambiciones:

  • Defender los intereses de EEUU: Como cualquier nación, EEUU busca proteger sus intereses económicos, políticos y de seguridad en todo el mundo. Esto incluye la protección de sus aliados, el mantenimiento del acceso a mercados y recursos, la prevención de ataques al territorio estadounidense y la promoción de sus valores en el exterior. A veces esto puede implicar acciones controvertidas, como la intervención militar o el apoyo a regímenes no democráticos.
  • Contribuir a la construcción de naciones según el modelo estadounidense: Estados Unidos tiene una larga tradición de promoción de sus valores democráticos en todo el mundo. Esto puede verse como una extensión de la ideología del "Destino Manifiesto". Según esta visión, Estados Unidos es visto como un "faro" para el resto del mundo, mostrando el camino hacia la libertad y la democracia. Esto ha dado lugar a esfuerzos para ayudar a construir naciones, a menudo tras conflictos o durante periodos de transición, como en Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial, o en Afganistán e Irak a principios del siglo XXI.

La ambición de ser un modelo para la humanidad es un elemento clave de la política exterior estadounidense, que parte de la idea del "excepcionalismo estadounidense". Según esta creencia, Estados Unidos es un país único con una misión especial en el mundo. Esta noción de ser un "faro" para el resto del mundo hunde sus raíces en la historia estadounidense. Los Padres Fundadores de Estados Unidos concibieron el país como un experimento democrático, basado en principios de libertad, igualdad y justicia que creían que podían servir de modelo a otras naciones. A lo largo de los años, esta idea se ha manifestado de muchas maneras. Durante la Guerra Fría, por ejemplo, la promoción de la democracia y la lucha contra el comunismo se consideraron manifestaciones de esta misión. Además, Estados Unidos ha intentado a menudo promover principios como los derechos humanos, el Estado de Derecho y el libre mercado en todo el mundo.

La política exterior estadounidense se ha guiado durante mucho tiempo por la idea de que la promoción de la democracia y el capitalismo en el extranjero contribuye a la seguridad nacional y la prosperidad económica de Estados Unidos. Este vínculo entre democracia, capitalismo y seguridad tiene varias dimensiones:

  • Democracia y seguridad: La teoría de la "paz democrática" sugiere que es menos probable que las democracias entren en guerra entre sí. Por tanto, al promover la democracia, Estados Unidos intenta crear un entorno internacional más pacífico y estable. Esto contribuye a su seguridad al reducir el número potencial de amenazas militares.
  • Capitalismo y seguridad: El capitalismo está asociado al crecimiento económico, que puede contribuir a la estabilidad política. Además, los países económicamente prósperos tienen más probabilidades de ser socios comerciales estables y fiables. Al promover el capitalismo, Estados Unidos pretende crear un entorno internacional más predecible y seguro.
  • Democracia y capitalismo: A menudo se considera que ambos van de la mano. La democracia proporciona un entorno de derechos humanos y libertades civiles que fomenta la innovación y el espíritu empresarial. El capitalismo, a su vez, puede contribuir a la prosperidad económica, que puede reforzar la estabilidad democrática.
  • Capitalismo, democracia y expansión económica de EE.UU.: Un mundo más democrático y capitalista también tiene más probabilidades de estar abierto al comercio y la inversión internacionales, fomentando así la expansión económica de EE.UU.

¿Han conseguido configurar un mundo plenamente democrático? La respuesta es no, principalmente debido a dos rasgos distintivos de la cultura política estadounidense que han obstaculizado su ambición:

  • El paradigma segregacionista: La historia de Estados Unidos está marcada por profundas desigualdades raciales y sociales, incluida la segregación racial, que se han institucionalizado durante muchos años. Estas desigualdades han influido en la forma en que se percibe a Estados Unidos en el extranjero y, en ocasiones, pueden socavar su credibilidad como promotor de la democracia y los derechos humanos. Además, estas desigualdades pueden influir en la forma en que Estados Unidos interactúa con otros países, por ejemplo fomentando relaciones más estrechas con determinadas naciones en función de criterios raciales o étnicos.
  • Deriva autoritaria: La creencia de que Estados Unidos es un "modelo insuperable" puede conducir a veces a actitudes autoritarias en política exterior. Esto puede manifestarse de diversas maneras, por ejemplo mediante la voluntad de imponer sistemas políticos o económicos sin tener suficientemente en cuenta los contextos locales, o mediante el uso de la fuerza militar para lograr objetivos políticos. En ocasiones, este enfoque puede socavar los principios democráticos que Estados Unidos pretende promover.

Aunque Estados Unidos ha tenido cierto éxito en la promoción de la democracia en algunas partes del mundo, su ambición de construir un "mundo de democracias" se ha visto obstaculizada por diversos retos.

El surgimiento de una nación imperial (finales del siglo XIX - década de 1930)[modifier | modifier le wikicode]

La conquista de un imperio colonial[modifier | modifier le wikicode]

La conquista del territorio americano puede interpretarse de diferentes maneras, según la perspectiva histórica y el punto de vista. De hecho, tiene elementos tanto de un asunto interno como de una conquista colonial:

  • Asunto interno: En cierto sentido, la expansión de Estados Unidos por el continente norteamericano puede considerarse un asunto interno, ya que supuso el establecimiento de gobiernos e instituciones estadounidenses en los territorios recién adquiridos o colonizados. Esto incluía el establecimiento de sistemas jurídicos, gobiernos locales, medios de comunicación y transporte, etc. Además, gran parte de esta expansión fue impulsada por ciudadanos estadounidenses que se desplazaban hacia el oeste en busca de nuevas oportunidades económicas.
  • Conquista colonial: Sin embargo, también es posible interpretar la expansión estadounidense como una forma de conquista colonial. Esta perspectiva subraya que la expansión supuso la anexión de tierras que ya estaban habitadas por diversas naciones indígenas. Estos pueblos fueron a menudo desposeídos de sus tierras, desplazados por la fuerza o sometidos a la violencia y las enfermedades. Además, la expansión estadounidense también implicó guerras y negociaciones con otras potencias coloniales, como México y España, para adquirir territorio.

Estas dos perspectivas no se excluyen mutuamente. De hecho, la historia de la expansión americana incluye tanto procesos internos de colonización y expansión como interacciones con otros pueblos y potencias coloniales.

La fecha de 1890 se cita a menudo como un hito en la historia de Estados Unidos porque marca el fin de la "frontera" tal y como se entendía tradicionalmente. La noción de "frontera" era fundamental para la identidad estadounidense, pues simbolizaba la posibilidad de expansión y nuevas oportunidades. En 1890, la Oficina del Censo de Estados Unidos declaró que la frontera, definida como una línea de asentamiento en constante expansión hacia el oeste, ya no existía. Esto significaba que Estados Unidos había llenado efectivamente su continente de costa a costa y que la mayor parte de la tierra había sido colonizada o estaba bajo control estadounidense. Por ello, algunos pueden interpretar esta fecha como la de la unificación del país. Esta unificación territorial no significa que todas las divisiones internas hubieran desaparecido. Seguían existiendo desigualdades económicas, raciales y sociales, y surgieron nuevas tensiones con la rápida industrialización, inmigración y urbanización de finales del siglo XIX y principios del XX. Además, la soberanía y los derechos de los pueblos indígenas siguieron siendo un tema polémico.

El concepto de "imperio de la libertad", expresado por Thomas Jefferson, se basa en la idea de que Estados Unidos tiene la misión especial de promover y extender la libertad y la democracia por todo el mundo. Según esta visión, no existe ninguna contradicción inherente entre un régimen republicano basado en principios democráticos y la expansión imperial, siempre que esta expansión tenga como objetivo promover los valores de la libertad y la democracia. En otras palabras, la expansión exterior no se ve como una mera conquista o dominación, sino como un medio para llevar los beneficios de la "síntesis política" estadounidense -una combinación de democracia, libertades civiles, capitalismo y Estado de derecho- al resto del mundo. En la práctica, sin embargo, esta visión ha sido a menudo más compleja y controvertida. Por ejemplo, la expansión estadounidense ha implicado a menudo la dominación y el desplazamiento de pueblos indígenas y otras naciones, lo que ha sido criticado por contradecir los principios de libertad y democracia. Del mismo modo, el esfuerzo por llevar los "beneficios" del modelo político estadounidense a otros países se ha considerado a veces una forma de imperialismo cultural o político.

A finales del siglo XIX se produjo en Estados Unidos un intenso debate sobre la expansión imperial. Aunque el territorio continental de Estados Unidos había sido colonizado en gran medida, el país buscó regiones más lejanas para extender su influencia, sobre todo a través de la guerra hispano-estadounidense de 1898, que se saldó con la adquisición de Puerto Rico, Guam y Filipinas. Este movimiento hacia la expansión ultramarina estuvo motivado por varios factores. Algunos esgrimieron argumentos económicos, alegando que Estados Unidos necesitaba nuevos mercados y fuentes de materias primas para apoyar su rápido crecimiento industrial. Otros esgrimieron argumentos estratégicos, alegando que la posesión de territorios de ultramar era necesaria para la defensa nacional y el estatus de gran potencia. Sin embargo, estos movimientos expansionistas también encontraron una importante oposición. Algunos argumentaron que la colonización de ultramar contradecía los principios fundamentales de la República Americana, como la libertad, la autodeterminación y la igualdad. Otros argumentaban que la búsqueda de un imperio de ultramar podía provocar conflictos militares, tensiones raciales y problemas de gobernabilidad. En general, este debate reflejaba tensiones más amplias sobre la naturaleza de la identidad estadounidense, el papel de Estados Unidos en el mundo y la mejor manera de promover los intereses nacionales. Mientras que algunos veían la expansión imperial como un medio necesario para que Estados Unidos se convirtiera en una gran potencia, otros argumentaban que Estados Unidos podía y debía encontrar otras formas de promover su seguridad y prosperidad.

El movimiento antiimperialista de Estados Unidos planteó muchos argumentos contra la expansión imperial a finales del siglo XIX y principios del XX. Has resumido bien algunos de los principales argumentos, que incluían preocupaciones económicas, políticas y raciales:

  • Argumento económico: los antiimperialistas argumentaron que mantener un imperio de ultramar sería costoso en términos de recursos militares y administrativos. También argumentaban que la economía estadounidense, con su fuerte crecimiento industrial, no necesitaba colonias para asegurarse mercados o materias primas, y que en cambio podía prosperar mediante el libre comercio.
  • Argumento político: Los antiimperialistas temían que el imperialismo corrompiera los principios democráticos de Estados Unidos. Argumentaban que la dominación sobre otros pueblos sin su consentimiento contradecía los ideales de libertad y autodeterminación que eran fundamentales para la República Americana.
  • Argumento racial: Algunos antiimperialistas expresaron su preocupación por que la anexión de territorios habitados por pueblos no blancos pudiera provocar una "dilución" de la raza blanca. Este argumento estaba arraigado en los prejuicios raciales de la época y reflejaba el temor de algunos estadounidenses blancos a perder su estatus social y político dominante.

El movimiento antiimperialista era diverso e incluía una gran variedad de puntos de vista. Por ejemplo, algunos antiimperialistas estaban motivados por principios morales o religiosos, mientras que otros estaban más preocupados por las implicaciones prácticas del imperialismo. Además, aunque el movimiento antiimperialista logró atraer una atención considerable, no consiguió detener la expansión imperial estadounidense de la época.

Los imperialistas estadounidenses de finales del siglo XIX y principios del XX esgrimieron varios argumentos para justificar la expansión colonial. Estos argumentos eran los siguientes:

  • Argumento económico: Los defensores del imperialismo sostenían que la adquisición de colonias serviría de punto de apoyo para el comercio internacional. Estos territorios proporcionarían mercados para los productos estadounidenses, fuentes de materias primas y contribuirían a la prosperidad económica de la nación.
  • Estratégico: El imperialismo también se consideraba un medio para obtener ventajas estratégicas. Los puertos coloniales podían servir como bases navales para la Armada estadounidense, en rápida expansión. Además, el control de los territorios de ultramar ayudaría a Estados Unidos a competir con otras potencias imperiales y a proteger sus intereses en el extranjero.
  • Argumento racial y civilizatorio: Algunos imperialistas estadounidenses adoptaron la idea de la "carga del hombre blanco", popularizada por el poeta británico Rudyard Kipling. Según esta perspectiva, los pueblos europeos (o, en este caso, estadounidenses) tenían la misión civilizadora de "llevar la carga" de educar, modernizar y cristianizar a los pueblos no occidentales. Esta visión estaba profundamente arraigada en los prejuicios raciales y etnocéntricos de la época y servía para justificar el dominio colonial.

Hacia finales del siglo XIX, Estados Unidos comenzó a extender su influencia más allá de su propio continente, marcando el inicio de su expansión imperial. Algunos ejemplos clave son:

  • La anexión de Midway (1867): Las islas Midway, situadas en el Pacífico central, fueron anexionadas por Estados Unidos en 1867. Se utilizaron como estación de reabastecimiento para buques y desempeñaron un papel estratégico para Estados Unidos, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial.
  • Samoa: Las islas Samoa son otro ejemplo de la expansión imperial estadounidense. En 1872, Estados Unidos estableció un puesto comercial en la isla de Tutuila. En 1878, firmó un tratado con el Reino Unido y Alemania por el que se establecía un condominio, una forma de gobierno compartido, sobre las islas Samoa. Este condominio duró hasta 1899, cuando la Guerra Civil de Samoa y la Convención Tripartita dieron lugar a una división de las islas, en la que Alemania tomó el control de las islas occidentales (actual Samoa) y Estados Unidos el de las orientales (actual Samoa Americana).

Estos movimientos expansionistas marcaron un punto de inflexión en la política exterior estadounidense, que empezó a adoptar una política más intervencionista y expansionista más allá de sus fronteras continentales. Sin embargo, esta expansión ha generado un considerable debate en Estados Unidos y ha dado forma a muchas discusiones sobre el papel de Estados Unidos en el mundo.

La Evolución del Imperio[modifier | modifier le wikicode]

Hawai: La anexión del archipiélago[modifier | modifier le wikicode]

Hawai, situado en el Pacífico central, tuvo un camino singular hacia la condición de estado estadounidense. En el siglo XIX, Hawai empezó a atraer la atención de Estados Unidos por su situación estratégica y sus recursos, en particular sus plantaciones de azúcar. Poco a poco, los colonos estadounidenses establecieron allí una importante presencia económica y política. En 1893, la reina Liliuokalani de Hawai fue derrocada en un golpe de estado organizado por ciudadanos estadounidenses y europeos residentes en Hawai, con el apoyo de fuerzas militares estadounidenses. Se estableció así un gobierno provisional que solicitó la anexión a Estados Unidos. La anexión de Hawai se logró formalmente en 1898, en parte debido a la guerra hispano-estadounidense y al deseo de EE UU de asegurar Hawai como estación de abastecimiento y base naval. Hawai se convirtió en territorio estadounidense en 1900. Finalmente, tras muchos años como territorio, Hawai se convirtió en el 50º estado de Estados Unidos en 1959. Fue el resultado de un proceso largo y a menudo controvertido, en el que se debatieron cuestiones como la identidad étnica y cultural, el estatus político y la gobernanza.

Puerto Rico: de la conquista a la incorporación[modifier | modifier le wikicode]

La relación entre Puerto Rico y Estados Unidos tiene una historia compleja y a menudo controvertida. Puerto Rico fue adquirido por Estados Unidos en 1898 tras la guerra hispano-estadounidense, y su estatus político ha evolucionado a lo largo de los años:

  • Ley Foraker (1900): Esta ley estableció un gobierno civil para Puerto Rico y definió la isla como "territorio no incorporado" de Estados Unidos. Esto significa que, aunque forma parte de Estados Unidos, Puerto Rico no es parte integrante del mismo, y ciertas disposiciones constitucionales no se aplican automáticamente.
  • Ley Jones (1917): Esta ley concedió la ciudadanía estadounidense a todos los puertorriqueños, pero sin derecho a voto en las elecciones presidenciales, a menos que residieran en uno de los estados. El Congreso estadounidense también controla los asuntos de la isla.
  • Estatus de Estado Libre Asociado (1952): En 1952, Puerto Rico adoptó una constitución local y fue designado oficialmente "Estado Libre Asociado". Esto le dio mayor autonomía interna, pero los asuntos exteriores y la defensa siguen bajo el control del gobierno federal de EE UU.
  • Referendos sobre la estadidad (2012, 2017): Se han celebrado varios referendos en Puerto Rico para decidir su futuro estatus. En 2012 y 2017, la mayoría de los votantes aprobó convertirse en el 51º estado de Estados Unidos. Sin embargo, estos referendos estuvieron marcados por la baja participación y la controversia sobre su redacción. Además, no son vinculantes para el Congreso de Estados Unidos, que tiene la autoridad final para decidir sobre el estatus de Puerto Rico.

En la actualidad, el estatus de Puerto Rico sigue siendo una cuestión política importante tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Las opciones van desde la plena independencia, la estadidad, el mantenimiento del estatus actual o una forma mejorada de Estado Libre Asociado. Sin embargo, aún no ha surgido un consenso claro sobre el mejor camino a seguir.

Cuba: De la guerra a la ocupación[modifier | modifier le wikicode]

La Enmienda Platt fue una disposición legislativa propuesta por el senador estadounidense Orville Platt en 1901. Se incluyó en la Ley de Asignaciones del Ejército de 1901 y estableció los términos de la relación entre Estados Unidos y Cuba tras la Guerra Hispano-Norteamericana. La Enmienda Platt establecía que Cuba no podía firmar un tratado con una potencia extranjera que comprometiera su independencia, y que Cuba debía permitir que Estados Unidos interviniera en los asuntos de la isla para preservar su independencia y mantener un gobierno adecuado para la protección de la vida, la propiedad y la libertad personal. Además, pedía que Cuba vendiera o arrendara tierras a Estados Unidos para estaciones navales y depósitos de carbón. Como resultado de la Enmienda Platt, Estados Unidos obtuvo un arrendamiento perpetuo de la bahía de Guantánamo, donde estableció una base naval que todavía existe. La Enmienda Platt fue derogada en 1934 como parte del Tratado de Relaciones con Cuba. Sin embargo, la base naval de Guantánamo siguió bajo control estadounidense. La presencia estadounidense en Guantánamo se convirtió en una fuente de tensiones entre Estados Unidos y Cuba, especialmente tras la revolución cubana de 1959.

Filipinas: Una colonia controvertida[modifier | modifier le wikicode]

Filipinas fue colonizada por España en el siglo XVI y permaneció bajo su control hasta finales del siglo XIX. Durante la guerra hispano-estadounidense de 1898, Estados Unidos derrotó a España y adquirió Filipinas en virtud del Tratado de París. Sin embargo, muchos filipinos ya luchaban por su independencia de España y no estaban dispuestos a aceptar un nuevo colonizador. Esto condujo a la guerra filipino-estadounidense, que duró de 1899 a 1902 y causó la muerte de muchos filipinos. Tras la guerra, Filipinas se convirtió en un protectorado de Estados Unidos. Estados Unidos ejercía el control sobre los asuntos políticos y económicos de Filipinas, aunque se aplicaron algunas reformas para preparar a los filipinos para el autogobierno. En 1935, Filipinas se convirtió en una Commonwealth, con mayor autonomía pero aún bajo soberanía estadounidense. Esto formaba parte de un plan para conceder la plena independencia a Filipinas tras un periodo de transición de diez años. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial interrumpió este proceso. Filipinas fue ocupada por Japón durante la guerra, pero fue liberada por las fuerzas aliadas en 1945. Finalmente, el 4 de julio de 1946, Filipinas obtuvo la plena independencia de Estados Unidos, convirtiéndose en una república soberana. En la actualidad, Filipinas y Estados Unidos mantienen estrechas relaciones en materia de comercio, defensa y otros ámbitos, aunque el pasado colonial de Estados Unidos sigue siendo un tema delicado.

Guam: control de las islas del Pacífico[modifier | modifier le wikicode]

Guam es una isla del océano Pacífico que forma parte de Estados Unidos como territorio no incorporado. Esto significa que, aunque Guam está bajo soberanía estadounidense, no está plenamente sujeta a todas las disposiciones de la Constitución de Estados Unidos. Estados Unidos adquirió Guam en 1898 como resultado de la Guerra Hispano-Norteamericana, en la que derrotó a España y se hizo con el control de varias de sus colonias. Desde entonces, Guam se ha utilizado con fines militares estratégicos debido a su ubicación en el océano Pacífico. Los habitantes de Guam son ciudadanos estadounidenses, pero no pueden votar en las elecciones presidenciales ni tienen representación electoral en el Congreso. Eligen a un gobernador para gestionar los asuntos locales y a un delegado sin derecho a voto en la Cámara de Representantes de EE UU. Como en otros territorios no incorporados, el estatus político de Guam ha sido objeto de debate y discusión. Algunos sostienen que Guam debería convertirse en un estado de pleno derecho, mientras que otros creen que debería concedérsele una mayor autonomía o incluso la independencia. Sin embargo, hasta la fecha no se ha conseguido ningún cambio de estatus.

La Zona del Canal de Panamá: una empresa estratégica[modifier | modifier le wikicode]

La Zona del Canal de Panamá era una franja de 16 kilómetros de ancho a través del Istmo de Panamá, que abarcaba el Canal de Panamá, y que estuvo bajo control estadounidense desde 1903 hasta 1979. La creación de esta zona se remonta a la separación de Panamá de Colombia en 1903, orquestada en gran medida por Estados Unidos para adquirir los derechos de construcción y control de un canal transoceánico. En virtud del Tratado Hay-Bunau-Varilla, firmado en 1903, Estados Unidos recibió el derecho a la zona a perpetuidad y construyó el Canal de Panamá, que se terminó en 1914. En 1977, el Presidente estadounidense Jimmy Carter y el Jefe de Estado panameño Omar Torrijos firmaron los Tratados Torrijos-Carter, que preveían la transferencia gradual de la Zona del Canal de Panamá a Panamá. Este proceso se completó el 31 de diciembre de 1999, cuando se entregó a Panamá el control total del Canal. Los tratados también reconocían la soberanía de Panamá sobre la Zona del Canal, aunque se permitía a Estados Unidos intervenir para defender el Canal ante una amenaza a su funcionamiento o neutralidad. Hoy en día, el Canal de Panamá sigue siendo una importante ruta de navegación internacional, y su control es una importante fuente de ingresos para Panamá. Las relaciones entre Panamá y Estados Unidos siguen siendo estrechas, aunque el periodo de control estadounidense del canal es un tema delicado en la historia panameña.

Colonización y construcción nacional en Filipinas[modifier | modifier le wikicode]

El imperialismo colonial europeo y el estadounidense compartían algunos rasgos comunes, pero también tenían importantes diferencias.

Características comunes:

  • Superioridad racial: Tanto europeos como estadounidenses justificaron a menudo su expansión imperialista con la idea de la superioridad de la "raza" blanca y la "misión civilizadora" de modernizar y educar a los pueblos no occidentales. Esto se utilizó para justificar políticas que a menudo eran explotadoras y destructivas para las poblaciones indígenas.

Diferencias:

  • Construcción nacional: Mientras que las potencias coloniales europeas solían tratar de controlar directamente sus colonias y explotar sus recursos, Estados Unidos adoptó a menudo un enfoque diferente, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Trató de promover la creación de naciones independientes alineadas con los valores estadounidenses de democracia y libre mercado. Esto está vinculado a la idea del "Destino Manifiesto", según la cual Estados Unidos tiene la misión especial de extender su modelo de gobierno y sociedad por todo el mundo.
  • Estructura del imperio: El imperio colonial europeo se basaba a menudo en el control directo de vastos territorios y poblaciones de todo el mundo. En cambio, el imperio estadounidense era más informal y se basaba en influencias económicas y políticas, como protectorados, zonas de influencia y, más tarde, la estructura de la Guerra Fría. Aunque Estados Unidos tenía territorios coloniales, como Filipinas y Puerto Rico, nunca tuvo el mismo nivel de control territorial directo que los imperios europeos.

De hecho, la política de construcción nacional aplicada por Estados Unidos en Filipinas durante su ocupación colonial se basó en gran medida en concepciones racializadas de superioridad e inferioridad. Esta visión influyó en la forma en que Estados Unidos gobernó Filipinas y trató a los filipinos. Estados Unidos solía presentar a los filipinos como inferiores e incapaces de gobernarse a sí mismos. Esta imagen se basaba en estereotipos racistas y etnocéntricos que describían a los filipinos como primitivos, irracionales y políticamente inmaduros. Por ello, Estados Unidos se consideraba superior y tenía el deber de gobernar a los filipinos y ayudarles a desarrollarse. El historiador Paul Kramer ha descrito cómo esta misión se concebía como una ayuda a los filipinos para pasar de la "fragmentación tribal" a la "unidad nacional". En otras palabras, Estados Unidos pretendía transformar Filipinas en una nación moderna a imagen de Estados Unidos.

Sin embargo, esta visión también legitimaba el uso de la violencia. Estados Unidos libró una guerra brutal contra la resistencia filipina, que se opuso a la ocupación estadounidense. La violencia se justificó como necesaria para "civilizar" a los filipinos y establecer el orden. Esta visión racializada ha sido cuestionada, tanto en Estados Unidos como en Filipinas. Muchos criticaron la ocupación estadounidense y pidieron la independencia de Filipinas. Finalmente, Filipinas obtuvo la independencia en 1946, pero el legado del periodo colonial estadounidense sigue influyendo en la política y la sociedad filipinas.

La guerra filipino-estadounidense, que duró de 1899 a 1902, fue un periodo extremadamente violento y costoso. Las estimaciones sobre el número de soldados estadounidenses muertos durante la guerra varían, pero la cifra generalmente aceptada es de unos 4.000. Esta cifra incluye tanto las muertes en combate como las muertes en combate. Esta cifra incluye tanto las muertes en combate como las causadas por enfermedades, que eran frecuentes debido a las duras condiciones y a los escasos conocimientos médicos de la época. El número de filipinos muertos durante la guerra es mucho más difícil de calcular con precisión, en parte debido a la falta de registros fiables y al hecho de que muchos civiles murieron en el conflicto. Las estimaciones varían mucho, de 200.000 a 1 millón. La cifra de 250.000 se sitúa en el extremo inferior de estas estimaciones, pero en general se acepta que el número de filipinos muertos fue enorme e incluye tanto a combatientes como a muchos civiles. Esta guerra ha estado marcada por las atrocidades cometidas por ambos bandos, pero las fuerzas estadounidenses han sido criticadas por utilizar tácticas como la tortura, las "zonas de concentración" y las políticas de "tierra quemada". Esto dejó un legado de resentimiento hacia Estados Unidos en algunas partes de Filipinas que persiste en la actualidad.

La política estadounidense en Filipinas a principios del siglo XX contribuyó a reforzar una visión mesiánica de la misión global de Estados Unidos, a menudo denominada "mesianismo democrático". Esta idea se basa en la creencia de que Estados Unidos tiene una misión especial y la responsabilidad moral de extender la democracia y la libertad por todo el mundo. Esta creencia se ha justificado en parte por la convicción de que el sistema político estadounidense, basado en la democracia liberal y el capitalismo, es universalmente aplicable y beneficioso para todos los pueblos. En este contexto, la política estadounidense en Filipinas se presentó como una misión civilizadora para ayudar a los filipinos a convertirse en una nación moderna y democrática. Sin embargo, el mesianismo democrático también ha sido criticado por su tendencia a justificar el imperialismo y el intervencionismo estadounidenses. La brutal guerra de Filipinas ha sido criticada tanto en Estados Unidos como en el extranjero por su elevado coste humano y por la forma en que impuso la dominación estadounidense en lugar de la libertad y la autodeterminación. El mesianismo democrático siguió influyendo en la política exterior estadounidense a lo largo del siglo XX y en el siglo XXI, incluso durante la Guerra Fría y las guerras de Irak y Afganistán. Sin embargo, sigue siendo objeto de debate y controversia.

William H. Taft, que fue Gobernador General de Filipinas de 1901 a 1904 antes de convertirse en Presidente de Estados Unidos, desempeñó un papel clave en la americanización del sistema político filipino.

Bajo su liderazgo, se llevaron a cabo una serie de reformas políticas y legales para remodelar el sistema político filipino de acuerdo con los principios estadounidenses. Estas reformas incluían:

  • Sistema bicameral: Se introdujo un sistema legislativo bicameral, con una cámara baja elegida y una cámara alta designada.
  • Organización federal: Taft intentó establecer una forma de gobierno federal, con una autoridad central fuerte pero también cierta autonomía para las provincias locales.
  • Tribunal Supremo: Se creó un Tribunal Supremo como máximo órgano judicial de Filipinas, similar al Tribunal Supremo de Estados Unidos.
  • Sistema electoral censitario: Taft introdujo un sistema electoral censitario, en el que sólo podían votar quienes cumplieran ciertos requisitos de riqueza y educación.
  • Código Civil: Se introdujo un código civil basado en el derecho estadounidense, que sustituyó a las antiguas leyes españolas.
  • Administración pública: Taft también reformó la administración pública, introduciendo un sistema de méritos para los nombramientos y ascensos, con el objetivo de reducir la corrupción.

Estas reformas tuvieron un impacto duradero en el sistema político filipino. Sin embargo, también han sido criticadas por imponer un modelo estadounidense sin tener en cuenta las tradiciones y necesidades locales, y por limitar la participación política a una reducida élite.

La administración de Filipinas durante la ocupación estadounidense se estructuró, en efecto, para reproducir la organización administrativa de Estados Unidos. En la cúspide de esta estructura se encontraba el Gobernador General, nombrado por el Presidente de Estados Unidos y confirmado por el Senado estadounidense. El Gobernador General tenía un poder ejecutivo considerable y era responsable de la administración general de las islas. Por debajo del Gobernador General, Filipinas se dividía en provincias, cada una de ellas dirigida por un gobernador provincial. Estos gobernadores eran responsables de la administración local y de la aplicación de las leyes y políticas a nivel provincial. Por último, en el nivel más local, había gobernadores municipales, responsables de la gestión de las ciudades y municipios de las provincias. Esta estructura administrativa reflejaba el sistema federal estadounidense de gobierno multinivel, con una fuerte autoridad central pero también cierta autonomía para los gobiernos locales. Sin embargo, también fue criticada por imponer un modelo estadounidense a Filipinas sin tener en cuenta las tradiciones y necesidades locales.

El periodo de ocupación estadounidense en Filipinas estuvo marcado por una política de construcción a gran escala, destinada a modernizar el país y mejorar sus infraestructuras. Estos proyectos fueron financiados en gran parte por el gobierno estadounidense y a menudo supervisados por ingenieros y contratistas norteamericanos.

Los principales proyectos de obras incluyeron:

  • Carreteras y puentes : Se emprendieron numerosos proyectos de construcción de carreteras y puentes para mejorar las infraestructuras de transporte del país. Esto facilitó el comercio y la circulación de personas y mercancías, y desempeñó un papel clave en la integración económica del país.
  • Hospitales: Se construyeron hospitales por todo el país, que proporcionaron atención médica esencial a la población. También introdujo la medicina moderna en Filipinas.
  • Escuelas y universidades: La educación ha sido una de las principales prioridades del gobierno estadounidense en Filipinas. Se construyeron muchas escuelas y universidades, y se estableció un sistema de educación pública. Se introdujo el inglés como lengua de enseñanza, lo que tuvo un impacto duradero en el país.

Estos proyectos a gran escala han tenido un impacto significativo en el desarrollo de Filipinas. Sin embargo, también han sido criticados por servir a los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos, y por ignorar a menudo las necesidades y prioridades de los propios filipinos.

El principal objetivo de la política estadounidense en Filipinas durante este periodo era unificar a los diferentes grupos étnicos y tribus del archipiélago en torno a un proyecto nacional común. Este proceso estaba guiado por la idea de que Estados Unidos, como potencia colonial, debía desempeñar un papel destacado a la hora de ayudar a Filipinas a transformarse en una nación moderna. Estados Unidos intentó alcanzar este objetivo de varias maneras. Introdujo instituciones políticas y jurídicas basadas en el modelo estadounidense, con la esperanza de que fomentaran la cohesión nacional y la aceptación de los valores democráticos. También invirtieron en proyectos de infraestructuras a gran escala para integrar económicamente el país y fomentar la movilidad y la interacción entre las distintas regiones. Sin embargo, este objetivo de unificación nacional también se perseguía en un contexto de dominación colonial. Estados Unidos mantuvo un férreo control político y económico sobre Filipinas y a menudo ignoró o reprimió las aspiraciones de autodeterminación e independencia. Además, la política estadounidense ha sido criticada por su uso de estereotipos raciales y discursos de civilización para justificar la dominación estadounidense. La idea de que los diferentes grupos étnicos y tribus de Filipinas eran inferiores y necesitaban la ayuda de Estados Unidos para desarrollarse fue un elemento clave de la retórica colonial estadounidense.

La política estadounidense en América Latina[modifier | modifier le wikicode]

Woodrow Wilson, Presidente de Estados Unidos de 1912 a 1920, marcó un cambio significativo en la política exterior estadounidense, incluido el imperialismo. Abogó por lo que se ha denominado "imperialismo del derecho" o "imperialismo constitucional". La idea que subyace a este concepto es que la promoción de los principios democráticos, el Estado de derecho y los derechos humanos a escala internacional es tanto un objetivo moral como una estrategia de seguridad para Estados Unidos. Wilson creía que la democracia y el Estado de derecho eran factores de paz y estabilidad, y que Estados Unidos tenía la responsabilidad de ayudar a promover estos valores en todo el mundo. Con este espíritu, Wilson defendió la idea de una Sociedad de Naciones tras la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de promover la paz y la cooperación internacionales.

La entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial en 1917 fue justificada por el Presidente Woodrow Wilson como una necesidad para garantizar la seguridad de la democracia en todo el mundo. En su discurso ante el Congreso el 2 de abril de 1917, Wilson dijo: "El mundo debe ser seguro para la democracia". Esta frase se convirtió en el emblema de la política exterior de Wilson y de la visión más amplia del papel de Estados Unidos en el mundo. Reflejaba la creencia de Wilson de que Estados Unidos tenía la misión especial de promover y proteger la democracia y el Estado de derecho en todo el mundo. Además, hacía hincapié en la idea de que la seguridad de Estados Unidos estaba vinculada a la salud de la democracia en otros países. Según este punto de vista, las dictaduras y los regímenes autoritarios no sólo eran moralmente censurables, sino también una amenaza potencial para la paz internacional y la seguridad de Estados Unidos.

El 8 de enero de 1918, en un discurso ante el Congreso estadounidense, el Presidente Woodrow Wilson presentó un plan de paz de 14 puntos para poner fin a la Primera Guerra Mundial. La propuesta se centraba en promover la transparencia, la cooperación internacional, la democracia y la autodeterminación. Uno de los puntos más importantes y duraderos del plan de Wilson era el decimocuarto, que pedía la creación de una "Asociación General de Naciones". Este punto pedía la creación de una organización internacional para mantener la paz y la seguridad mundiales, fomentar la cooperación internacional y resolver pacíficamente los conflictos entre naciones. La propuesta de Wilson condujo finalmente a la creación de la Sociedad de Naciones tras el final de la guerra. La Sociedad de Naciones puede considerarse una especie de "parlamento de naciones", ya que proporcionó una plataforma para el diálogo y la negociación entre países. La Sociedad de Naciones también tuvo problemas importantes. En particular, Estados Unidos nunca se adhirió a la organización debido a la oposición del Senado estadounidense. Además, la Sociedad de Naciones se mostró incapaz de impedir la agresión de las potencias autoritarias en la década de 1930, que finalmente desembocó en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de sus fracasos, la Sociedad de Naciones sentó las bases del sistema multilateral moderno y fue sustituida por las Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial.

Las revoluciones de México, China y Rusia a principios del siglo XX tuvieron un impacto significativo en la política exterior estadounidense. En respuesta a estos acontecimientos, Estados Unidos trató de promover y expandir la democracia por todo el mundo, una visión que puede considerarse una extensión de la doctrina del Destino Manifiesto. El Destino Manifiesto era una creencia del siglo XIX según la cual Estados Unidos estaba destinado a expandirse por el continente norteamericano. Esta idea se utilizó para justificar la expansión territorial de Estados Unidos, incluida la conquista de territorios indígenas y la guerra con México. A principios del siglo XX, esta idea del "Destino Manifiesto" se reinterpretó para justificar una política exterior más activa centrada en promover la democracia y el Estado de derecho en todo el mundo. Esta visión fue apoyada por presidentes como Woodrow Wilson, que creía que Estados Unidos tenía la misión especial de ayudar a "hacer del mundo un lugar seguro para la democracia". En este contexto, Estados Unidos respondió a las revoluciones de México, China y Rusia tratando de promover sus propios valores e intereses. Por ejemplo, en Rusia, Estados Unidos intervino militarmente contra la revolución bolchevique por temor a la expansión del comunismo. En China, apoyó el movimiento para establecer un gobierno republicano. Y en México, intervino repetidamente en los asuntos internos del país para proteger sus intereses económicos y políticos. Sin embargo, este enfoque también ha sido criticado por su hipocresía y por no respetar el principio de autodeterminación. A pesar de su retórica sobre la democracia, Estados Unidos ha apoyado a menudo regímenes autoritarios afines a sus intereses. Además, su intervención en otros países se ha considerado a menudo una forma de imperialismo, que ha alimentado el resentimiento y la oposición en el extranjero.

La política de Woodrow Wilson en América Latina se caracterizó por un enfoque intervencionista, justificado por la creencia de que era deber de Estados Unidos ayudar a los países latinoamericanos a establecer democracias estables y "elegir hombres buenos". Esto reflejaba la idea wilsoniana de que Estados Unidos tenía un papel moral que desempeñar en la promoción de la democracia y el Estado de derecho en todo el mundo. Sin embargo, este enfoque desembocó a menudo en intervenciones militares e injerencias en los asuntos internos de los países latinoamericanos, incluido el control de sus finanzas y la supervisión de sus elecciones. Por ejemplo, Estados Unidos ocupó militarmente la República Dominicana de 1916 a 1925, Nicaragua de 1912 a 1925 y de nuevo de 1926 a 1934, y Haití de 1915 a 1934. También intervinieron militarmente en México de 1914 a 1917 y en Cuba en 1906 y 1917, y ejercieron un importante control sobre Panamá tras su independencia en 1903. Estados Unidos justificó estas intervenciones como necesarias para mantener la estabilidad, proteger sus intereses y promover la democracia. Sin embargo, también han sido criticadas como formas de imperialismo y a menudo han provocado un resentimiento a largo plazo hacia Estados Unidos en la región. Además, a pesar de su retórica sobre la democracia, Estados Unidos ha apoyado a menudo a regímenes autoritarios afines a sus intereses, lo que pone de manifiesto la hipocresía de su enfoque.

La edad de oro del mesianismo democrático (1933-1952)[modifier | modifier le wikicode]

El New Deal y la construcción nacional en Estados Unidos[modifier | modifier le wikicode]

El New Deal, introducido por el Presidente Franklin D. Roosevelt en respuesta a la Gran Depresión de la década de 1930, marcó un importante periodo de reforma y modernización en Estados Unidos. Se trataba de un conjunto de programas y políticas diseñados para estimular la economía, crear empleo y proteger a los más vulnerables de la sociedad.

El New Deal no sólo pretendía sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión, sino que también buscaba modernizar y democratizar la sociedad estadounidense de varias maneras:

  • Grandes obras: El New Deal puso en marcha una serie de grandes proyectos de infraestructuras, como la construcción de presas, carreteras y escuelas, así como la electrificación rural. Estos proyectos no sólo crearon puestos de trabajo, sino que mejoraron enormemente el bienestar material de los ciudadanos.
  • Modernización agrícola: El New Deal introdujo programas para modernizar la agricultura, entre ellos el fomento del regadío y el uso de fertilizantes para aumentar el rendimiento. Estas medidas ayudaron a estabilizar la economía agrícola y a mejorar la seguridad alimentaria.
  • Democracia de base: El New Deal trató de equilibrar la planificación centralizada con la toma de decisiones descentralizada a nivel estatal y de condado. Esto reflejaba el deseo de distinguirse de los regímenes totalitarios de la época, caracterizados por un poder centralizado y vertical.
  • Desarrollo sindical: El New Deal también promovió el desarrollo de los sindicatos y la democratización del lugar de trabajo. Leyes como la Ley Wagner de 1935 reforzaron los derechos de los trabajadores a organizarse y negociar colectivamente, contribuyendo al equilibrio de poder entre empresarios y empleados.

En conjunto, el New Deal supuso un gran paso en la modernización de la sociedad estadounidense y la extensión de la democracia a nuevos ámbitos. Estas medidas tuvieron un impacto duradero en la economía y la sociedad estadounidenses.

David Lilienthal, como director de la Tennessee Valley Authority (TVA), fue uno de los principales protagonistas de la puesta en marcha del New Deal. La TVA fue un proyecto clave de modernización de infraestructuras y desarrollo económico para la región del Valle del Tennessee. En su libro "TVA: Democracy on the March" (1944), Lilienthal presentó la TVA como un modelo de "democracia de base", en la que las decisiones se toman a nivel local por los directamente afectados. Para él, la TVA era un modelo de organización democrática que podía reproducirse en todo el mundo. Lilienthal creía firmemente que el modelo de la VAT podía utilizarse para promover el desarrollo económico, la educación y la democracia en otras partes del mundo. En su opinión, el VAT encarnaba la forma en que una democracia podía gestionar eficazmente los recursos naturales, promover la educación y el autogobierno local, y servir a los intereses del pueblo. Así, la ambición de duplicar el modelo de democracia de base en todo el mundo formaba parte integral de la visión del New Deal, simbolizando la idea de que democracia y desarrollo económico van de la mano.

La democratización de los regímenes totalitarios: Alemania, Austria y Japón[modifier | modifier le wikicode]

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Estados Unidos desempeñó un papel fundamental en la democratización y estabilización política de Alemania, Austria y Japón, los tres países que habían sido regímenes totalitarios durante la guerra.

  1. Alemania: Tras la derrota del Tercer Reich, los Aliados dividieron Alemania en cuatro zonas de ocupación. La zona americana fue sometida a una política de desnazificación, desmilitarización, descentralización y democratización. El Plan Marshall, lanzado en 1948, también ayudó a la reconstrucción económica de Alemania Occidental. En 1949 se estableció la República Federal de Alemania (RFA) como democracia parlamentaria.
  2. Austria: Al igual que Alemania, Austria quedó dividida en zonas de ocupación tras la guerra. Estados Unidos fomentó la democratización y la reconstrucción económica de Austria. El país recuperó la plena soberanía en 1955 con el Tratado del Estado Austriaco, tras el cual continuó desarrollándose como una democracia estable.
  3. Japón: Bajo la ocupación estadounidense dirigida por el general Douglas MacArthur, Japón también experimentó una importante transición hacia la democracia. En 1947 se promulgó una nueva constitución, conocida como "Constitución de Posguerra" o "Constitución MacArthur", que establecía Japón como una democracia constitucional con un emperador simbólico. También se llevaron a cabo reformas económicas y sociales, como la igualdad de género y los derechos de los trabajadores.

En todos estos casos, Estados Unidos trató de establecer democracias estables y prósperas, tanto para garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo como para crear un entorno favorable a la economía de mercado y al sistema capitalista.

Alemania y Austria: intentos de democratización tras el ascenso del nazismo[modifier | modifier le wikicode]

El Tribunal Militar Internacional de Núremberg, más conocido como Tribunal de Núremberg, se creó para juzgar a los máximos responsables del Tercer Reich por los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue la primera vez en la historia que se creaba un tribunal internacional para juzgar crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El periodo de funcionamiento del tribunal fue del 20 de noviembre de 1945 al 1 de octubre de 1946. Se acusó a un total de 24 altos cargos nazis, pero sólo se juzgó a 21 de ellos porque dos no fueron capturados y uno se suicidó antes de que comenzara el juicio. Los cargos eran: conspiración para cometer crímenes contra la paz, planificación, iniciación y realización de una guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Al final del juicio, 12 acusados fueron condenados a muerte, 3 fueron absueltos, 3 condenados a cadena perpetua y los 4 restantes recibieron penas de prisión de entre 10 y 20 años. Sin embargo, uno de los condenados a muerte se suicidó antes de su ejecución, por lo que sólo 10 fueron realmente ejecutados. El Tribunal de Nuremberg sentó un importante precedente para el enjuiciamiento de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y sentó las bases del derecho penal internacional moderno.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los Aliados emprendieron un proceso de desnazificación en Alemania con el objetivo de eliminar la influencia del Partido Nazi y sus ideologías de la vida pública alemana. Estados Unidos desempeñó un papel importante en este proceso, especialmente en su zona de ocupación en Alemania. Además de los Juicios de Núremberg, en los que se juzgó a altos dirigentes nazis, Estados Unidos llevó a cabo otros numerosos juicios contra individuos acusados de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y otros actos criminales cometidos en nombre del régimen nazi. En total, unas 5.000 personas fueron juzgadas en estos juicios de desnazificación dirigidos por Estados Unidos. De ellas, unas 800 fueron condenadas a muerte, y unas 500 de estas sentencias se ejecutaron realmente. El proceso de desnazificación fue criticado por varias razones. Algunos consideraron que el proceso fue demasiado indulgente y que no consiguió eliminar por completo la influencia del nazismo en Alemania. Otros han argumentado que el proceso fue demasiado duro o injusto, o que estuvo mal gestionado. No obstante, la desnazificación supuso un intento sin precedentes de responsabilizar a un régimen y a sus partidarios de sus crímenes contra la humanidad.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los Aliados emprendieron una serie de medidas radicales para desmantelar el régimen nazi en Alemania. Estas medidas incluyeron:

  1. Disolución del Partido Nazi: Esta medida se tomó para eliminar por completo la influencia del Partido Nazi en la vida política alemana. También se prohibieron todos los símbolos del partido, incluidas banderas, insignias y uniformes.
  2. Derogación de todas las leyes nazis: Los Aliados abolieron todas las leyes y reglamentos promulgados bajo el régimen nazi, incluidas las Leyes de Nuremberg de 1935 que instituían políticas antisemitas.
  3. Disolución de la Wehrmacht: El ejército alemán fue disuelto para evitar cualquier posibilidad de reanudación de la guerra por parte de las fuerzas militares alemanas.
  4. Desmantelamiento del aparato de propaganda: Los Aliados tomaron medidas para desmantelar el vasto aparato de propaganda nazi, que incluía los medios de comunicación, el cine, las organizaciones juveniles y las instituciones culturales.
  5. Reforma del sistema educativo: Los Aliados emprendieron la reforma del sistema educativo alemán, que había sido utilizado por los nazis para inculcar su ideología a la juventud alemana. Estas reformas pretendían eliminar la ideología nazi del sistema educativo y promover los valores democráticos.
  6. El desmantelamiento de las instituciones de control de la población: Los Aliados también desmantelaron las organizaciones nazis destinadas a controlar a la población, como la Gestapo y las SS.

Estas medidas se tomaron como parte de un esfuerzo más amplio para "desnazificar" Alemania y establecer una nueva democracia en el país tras el fin del régimen nazi.

"Stunde Null", u "hora cero", es una expresión alemana utilizada para describir el estado de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Hace referencia a la idea de que Alemania, tras la derrota del régimen nazi, se encontraba en un punto de partida completamente nuevo y debía reconstruirse desde cero. Esta concepción ofrecía una oportunidad única para que Estados Unidos y las demás potencias aliadas reconstruyeran Alemania sobre una nueva base, libre de la ideología y las estructuras del nazismo. Esta reconstrucción se basó en los principios democráticos, los derechos humanos y el compromiso con la paz y la cooperación internacional. Un elemento clave de esta reconstrucción fue la adopción de la Ley Fundamental (Grundgesetz) el 8 de mayo de 1949. Esta constitución estableció Alemania como un Estado federal descentralizado, con gobiernos fuertes en cada Estado (Land), así como un gobierno federal. Estableció un sistema democrático de gobierno con una clara separación de poderes, una sólida protección de los derechos humanos y garantías para el Estado de Derecho. La creación de la República Federal de Alemania (RFA) en 1949 supuso un gran paso en la reconstrucción de Alemania tras la guerra. Al convertirse en un Estado soberano, la RFA pudo recuperar su autonomía y empezar a desempeñar un papel en la escena internacional como nación democrática y pacífica.

Austria también experimentó una gran transformación tras la Segunda Guerra Mundial, gracias en gran parte a los esfuerzos de reconstrucción liderados por Estados Unidos y sus aliados. Tras ser ocupada por las fuerzas aliadas al final de la guerra, Austria recuperó finalmente su plena independencia con el Tratado del Estado Austriaco en 1955. Este tratado, que puso fin a la ocupación aliada, también prohibió el Anschluss, o unión política de Austria y Alemania. Esta disposición pretendía impedir cualquier intento futuro de resucitar el Tercer Reich y garantizar la independencia y soberanía de Austria. Paralelamente, la reconstrucción económica desempeñó un papel crucial en la estabilización política de Austria y Alemania. Esto comenzó con una importante ayuda de emergencia de Estados Unidos inmediatamente después de la guerra, que ascendió a 8.000 millones de dólares en 1945-46. Posteriormente, el Plan Marshall, conocido formalmente como Programa de Recuperación Europea, proporcionó una ayuda económica masiva para contribuir a la reconstrucción de las economías de Europa Occidental, incluidas las de Alemania y Austria. Además de esta ayuda, los préstamos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), también conocido como Banco Mundial, también desempeñaron un papel de apoyo a la reconstrucción económica. Estos esfuerzos contribuyeron a la estabilización política de estos países fomentando el crecimiento económico, reduciendo el desempleo y mejorando el nivel de vida, lo que ayudó a generar confianza en los nuevos gobiernos democráticos y a reducir el atractivo de las ideologías extremistas.

La democratización de la sociedad alemana tras la Segunda Guerra Mundial se llevó a cabo a varios niveles, incluyendo reformas de gran alcance del sistema educativo. A menudo se denomina democratización "de base", un concepto inspirado en la idea de que la democracia debe construirse desde las comunidades locales. Un aspecto clave de esta democratización ha sido la limpieza del sistema educativo. Los profesores comprometidos por su implicación con el régimen nazi fueron despedidos. Así se garantizó que la educación impartida a las nuevas generaciones no estuviera influida por las ideologías del pasado. Además, se llevaron a cabo importantes reformas en el plan de estudios y los métodos de enseñanza. Las autoridades de ocupación intentaron promover una educación más participativa, que fomentara el pensamiento crítico y el compromiso cívico, en lugar de la obediencia ciega que se había fomentado bajo el régimen nazi. Estos esfuerzos estaban en consonancia con la idea de que la democracia es algo más que un sistema de gobierno; es también una forma de pensar y de vivir. Mediante la reforma de la educación, las autoridades pretendían inculcar estos valores a las nuevas generaciones, con vistas a construir una sociedad alemana verdaderamente democrática.

La desnazificación de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial tuvo sus límites. Aunque la purificación y las reformas educativas desempeñaron un papel crucial en la reconstrucción de la sociedad alemana, otros factores también influyeron en el proceso. La necesidad de reconstruir el país tras la guerra llevó a una cierta indulgencia hacia quienes habían participado en el régimen nazi, siempre y cuando se consideraran necesarios para la reconstrucción. Así, muchos antiguos miembros del partido nazi pudieron ocupar puestos importantes en el nuevo gobierno y en la economía de la Alemania de posguerra. El surgimiento de la Guerra Fría también influyó en la desnazificación. A medida que aumentaban las tensiones entre el Este y el Oeste, Estados Unidos y sus aliados empezaron a ver a Alemania Occidental como un baluarte potencial contra la expansión comunista. En este contexto, el rearme parcial de Alemania Occidental se convirtió en una prioridad. En 1955 se creó el Bundeswehr, el ejército de Alemania Occidental. Estos acontecimientos oscurecieron en cierta medida el objetivo original de la desnazificación. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, el proceso consiguió eliminar muchos elementos del régimen nazi y establecer una democracia estable en Alemania Occidental.

Japón: de la era Showa a la ocupación aliada[modifier | modifier le wikicode]

Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón fue ocupado por las fuerzas aliadas, lideradas principalmente por Estados Unidos, desde 1945 hasta 1952. Este periodo de ocupación se conoce como el "G.H.Q. (Cuartel General)" en Japón, y estuvo dirigido por el General Douglas MacArthur, Comandante Supremo Aliado.

La ocupación de Japón tenía varios objetivos principales:

  1. Desmilitarización: El objetivo inmediato era la desmilitarización de Japón, con la disolución del ejército japonés y la eliminación de la industria bélica del país.
  2. Democratización: Estados Unidos pretendía transformar Japón en una democracia constitucional. Esto implicó la redacción de una nueva constitución, conocida como la "Constitución de Potsdam" o "Constitución Showa", que transformó al Emperador en una figura en gran medida simbólica e introdujo un sistema político democrático basado en el modelo estadounidense.
  3. Reformas económicas y sociales: Estados Unidos emprendió una serie de reformas para transformar la estructura económica y social de Japón. Esto incluyó reformas agrarias, la promoción de los derechos sindicales y el establecimiento de un sistema educativo más igualitario.
  4. Justicia para los crímenes de guerra: Los líderes militares y políticos responsables de la guerra fueron juzgados y castigados en los Juicios de Tokio, similares a los Juicios de Nuremberg en Alemania.

La ocupación terminó oficialmente en 1952 con la firma del Tratado de San Francisco, que restablecía la soberanía japonesa al tiempo que mantenía la presencia militar estadounidense en el país.

El periodo de ocupación estadounidense en Japón tras la Segunda Guerra Mundial estuvo marcado por una serie de medidas adoptadas para desmantelar las estructuras del antiguo Imperio japonés y juzgar a los responsables de crímenes de guerra. El Tribunal Militar Internacional para Extremo Oriente, a menudo denominado Tribunal de Tokio, se creó para juzgar a los altos dirigentes del Imperio japonés por crímenes de guerra, crímenes contra la paz y crímenes contra la humanidad. De enero de 1946 a abril de 1948, el tribunal juzgó a 25 individuos, siete de los cuales fueron condenados a muerte. Se celebraron otros juicios por todo Japón y otros países asiáticos, en los que se juzgó a miles de personas por crímenes cometidos durante la guerra. Entre 1945 y 1949, estos juicios dieron lugar a unas 4.000 condenas. Además de estos juicios, la administración de ocupación emprendió medidas para desmantelar las instituciones del Imperio japonés. El Ejército Imperial Japonés fue disuelto y la Constitución Meiji de 1889, que había creado una monarquía constitucional encabezada por un emperador, fue sustituida por la nueva constitución de posguerra de 1947, a menudo denominada Constitución de Posguerra o Constitución Showa. Esta nueva constitución estableció Japón como una democracia parlamentaria, y redujo al emperador a un papel en gran medida simbólico. La constitución de 1947 también estableció la protección de los derechos humanos y las libertades civiles, y prohibió a Japón mantener fuerzas armadas o hacer la guerra.

La desmovilización de siete millones de soldados japoneses fue una de las principales tareas al final de la Segunda Guerra Mundial. Esto incluía no sólo al personal militar en suelo japonés, sino también a los estacionados en los territorios ocupados por Japón en Asia y el Pacífico. Estos soldados fueron desarmados y repatriados a Japón, un proceso que duró varios años debido a los retos logísticos que implicaba y a las difíciles condiciones de posguerra. La repatriación de estos soldados también creó retos sociales y económicos en Japón, ya que el país tuvo que absorber un gran número de veteranos en una economía ya devastada por la guerra. La desmovilización y repatriación de los soldados japoneses fue también una parte importante del proceso de desmilitarización de Japón, estipulado por la Constitución de posguerra y supervisado por las fuerzas de ocupación aliadas.

La nueva Constitución japonesa de 1947, a menudo denominada "Constitución de posguerra" o "Constitución Showa", introdujo cambios significativos en el sistema político y social del país. He aquí algunos puntos clave:

  1. Pluralismo político: La nueva Constitución permitió la existencia de varios partidos políticos, poniendo fin al dominio del partido militar único durante la guerra.
  2. Sistema bicameral: La Dieta de Japón se convirtió en un parlamento bicameral, compuesto por la Cámara de Representantes y la Cámara de Consejeros. Esto contribuyó a un sistema de gobierno más equilibrado y democrático.
  3. Fortalecimiento del parlamento: La nueva Constitución reforzó el papel del Parlamento en la toma de decisiones políticas, otorgándole el poder de nombrar al Primer Ministro y aprobar el presupuesto del Estado.
  4. Papel simbólico del Emperador: El Emperador fue despojado de todo papel político o militar y su estatus se redujo al de "símbolo del Estado y de la unidad del pueblo".
  5. Desmilitarización: el artículo 9 de la nueva constitución renunciaba a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o el uso de la fuerza como medio para resolver conflictos internacionales.
  6. Libertad de expresión: La constitución garantizó la libertad de expresión, prensa y asociación, así como las libertades fundamentales de religión y academia.
  7. Establecimiento de sindicatos: La nueva constitución reconoció el derecho de los trabajadores a organizarse y negociar colectivamente, permitiendo la formación de sindicatos y reforzando la democracia de base.

Estas reformas fueron esenciales para que Japón pasara de ser una nación autoritaria y militarista a una democracia liberal pacífica.

La Guerra Fría obstaculizó de hecho el proceso de democratización total de Japón, y algunos aspectos importantes de la transformación social y política del país quedaron inconclusos. A continuación se analizan estos dos puntos:

  1. El Emperador y sus familiares: A pesar de la implicación del Emperador Hirohito y de la Casa Imperial en las actividades militares y políticas de Japón antes y durante la Segunda Guerra Mundial, se libraron en gran medida de los juicios por crímenes de guerra. Esto se debió, en parte, a la política estadounidense, que pretendía utilizar al emperador como símbolo de unidad y estabilidad para la población japonesa durante el periodo de ocupación. Como resultado, no se llevó a cabo ningún debate serio sobre la responsabilidad del emperador y la casa imperial en el estallido de la guerra.
  2. Regreso de las élites tradicionales: La ocupación estadounidense pretendía desmantelar los zaibatsu, los poderosos conglomerados económicos que habían apoyado en gran medida el esfuerzo bélico de Japón. Sin embargo, con la llegada de la Guerra Fría y el temor a la influencia comunista en Asia, Estados Unidos dio marcha atrás en su política de descartelización. Apoyó la vuelta al poder de las élites económicas tradicionales para fortalecer la economía japonesa, que se consideraba un baluarte contra el comunismo. Esto limitó la transformación económica y política de Japón y permitió a estas élites conservar gran parte de su poder e influencia.

La crisis de un modelo (1950-1970)[modifier | modifier le wikicode]

El periodo comprendido entre las décadas de 1950 y 1970 estuvo marcado por importantes desafíos al modelo estadounidense, tanto a escala nacional como internacional. Estos desafíos pusieron en crisis la visión de Estados Unidos como modelo de democracia y prosperidad.

  1. En el ámbito nacional, la década de 1950 estuvo marcada por el auge del movimiento por los derechos civiles, que puso de manifiesto las profundas desigualdades raciales y sociales que seguían existiendo en Estados Unidos, a pesar de su pretensión de ser un modelo de democracia. Además, la guerra de Vietnam polarizó a la sociedad estadounidense y alimentó una oleada de protestas sin precedentes, con manifestaciones masivas contra la guerra y a favor de la paz.
  2. Internacional: La política exterior estadounidense también se vio cuestionada. Las intervenciones militares en Asia, en particular la guerra de Vietnam, fueron criticadas tanto dentro como fuera del país. Además, la crisis de Suez en 1956 y la crisis de los misiles cubanos en 1962 pusieron de manifiesto los límites de la influencia estadounidense y la creciente complejidad de la política internacional en la era de la Guerra Fría.
  3. En el frente económico: La década de 1970 estuvo marcada por una serie de crisis del petróleo y la inflación, que pusieron fin a la era de prosperidad económica que había seguido a la Segunda Guerra Mundial.

Estos desafíos pusieron en entredicho la capacidad de Estados Unidos para encarnar y exportar su modelo de democracia y prosperidad al mundo. También desencadenaron importantes cambios en la política interior y exterior estadounidense, que influyeron en el curso de las décadas siguientes.

Mesianismo democrático y apoyo a las dictaduras[modifier | modifier le wikicode]

El mesianismo democrático, o la idea de que Estados Unidos tiene un papel especial que desempeñar en la promoción de la democracia en todo el mundo, ha estado a veces reñido con la realidad de la política exterior estadounidense. A pesar de su retórica a favor de la democracia y los derechos humanos, Estados Unidos ha apoyado a menudo regímenes dictatoriales, especialmente durante la Guerra Fría, cuando el control geopolítico y la lucha contra el comunismo se consideraban prioridades más importantes. Esto fue especialmente visible en América Latina, Asia y Oriente Medio, donde Estados Unidos apoyó regímenes autoritarios en países como Chile, Irán, Guatemala y Vietnam del Sur, a menudo para contrarrestar la influencia de la Unión Soviética. Este apoyo ha consistido a menudo en intervenciones militares, golpes de Estado orquestados o respaldados por Estados Unidos y ayuda financiera y militar a regímenes represivos. Estas acciones han sido a menudo criticadas, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, por ser contrarias a los valores democráticos que el país dice promover. También han contribuido en ocasiones a la desestabilización de las regiones afectadas y al sufrimiento de sus poblaciones, lo que a veces ha repercutido negativamente en la imagen de Estados Unidos en el exterior.

Filipinas: entre la democracia y los regímenes autoritarios[modifier | modifier le wikicode]

Aunque Estados Unidos concedió formalmente la independencia a Filipinas en 1946, siguió ejerciendo una influencia significativa en la política del país. Esto fue particularmente evidente en su apoyo al régimen del Presidente Manuel Roxas, criticado por su autoritarismo.

Manuel Roxas, primer presidente de la República de Filipinas, fue un aliado clave de Estados Unidos. Promovió una política económica favorable a los intereses estadounidenses y firmó una serie de acuerdos que mantuvieron una fuerte presencia militar estadounidense en el país. Aunque estas políticas se presentaron como necesarias para la estabilidad y el desarrollo económico de Filipinas, también fueron criticadas por limitar la soberanía del país y favorecer los intereses estadounidenses frente a los de los filipinos.

El apoyo estadounidense al régimen de Roxas es un ejemplo de cómo su compromiso con la democracia ha entrado a veces en conflicto con otros intereses políticos y económicos. Aunque Estados Unidos promovía oficialmente los valores democráticos, también apoyaba regímenes considerados autoritarios o antidemocráticos cuando servían a sus intereses geopolíticos o económicos.

Grecia: La dictadura de los coroneles[modifier | modifier le wikicode]

Para Estados Unidos, Grecia fue un asunto crucial durante el periodo de la Guerra Fría. Por un lado, el país se enfrentaba a una fuerte insurgencia comunista y, por otro, estaba estratégicamente situado en la encrucijada de Europa, Asia y África. Por estas razones, Estados Unidos apoyó el régimen autoritario del rey Pablo I de 1947 a 1964 para contrarrestar la influencia comunista.

En 1947, el Presidente Harry S. Truman declaró que Estados Unidos proporcionaría ayuda económica y militar a Grecia para ayudar a suprimir la insurgencia comunista, la llamada Doctrina Truman. Esta fue una parte importante de la política de contención de Estados Unidos en la Guerra Fría, cuyo objetivo era impedir la expansión del comunismo.

En 1967, un grupo de coroneles griegos dio un golpe de estado e instauró una dictadura militar que duró hasta 1974. Se ha acusado a Estados Unidos de participar en este golpe a través de la CIA, aunque estas acusaciones siguen siendo controvertidas. Lo que está claro es que Estados Unidos siguió apoyando el régimen de los coroneles, a pesar de sus abusos contra los derechos humanos, debido a su postura anticomunista y a su papel estratégico en la región. Este es otro ejemplo de cómo la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría contradecía a veces el compromiso proclamado por Estados Unidos con la democracia.

Irán: El derrocamiento de Mossadegh y el ascenso del Sha[modifier | modifier le wikicode]

En Irán, el primer ministro Mohammad Mossadegh gozaba de gran popularidad en la década de 1950. Había nacionalizado la industria petrolera iraní, que había estado bajo control británico durante décadas. Esto provocó un conflicto con Gran Bretaña y, finalmente, un boicot al petróleo iraní.

En 1953, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) y el Servicio Secreto de Inteligencia británico (MI6) orquestaron un golpe de Estado para derrocar a Mossadegh. Las dos potencias occidentales temían que Irán cayera bajo la influencia soviética y querían asegurarse el acceso a las reservas de petróleo iraníes.

Tras el golpe, el sha Mohammad Reza Pahlavi, que había estado en el exilio durante el mandato de Mossadegh, fue reinstalado en el trono. El sha gobernó como autócrata, con el apoyo de Estados Unidos, hasta que fue derrocado por la revolución iraní en 1979.

El apoyo estadounidense al Sha, a pesar de su régimen autoritario, ha sido criticado como ejemplo de la brecha entre la retórica democrática de Estados Unidos y su política exterior en la práctica. También tuvo consecuencias a largo plazo, ya que alimentó el antiamericanismo en Irán, que desempeñó un papel clave en la revolución iraní de 1979 y en las tensas relaciones entre Irán y Estados Unidos desde entonces.

Corea del Sur: de la dictadura a la democracia[modifier | modifier le wikicode]

Tras la Segunda Guerra Mundial, la península coreana, colonizada por Japón, se dividió en dos zonas de ocupación a lo largo del paralelo 38, con las fuerzas soviéticas en el norte y las estadounidenses en el sur. Los intentos de crear un gobierno unificado fracasaron debido a las crecientes tensiones entre la Unión Soviética y Estados Unidos, lo que finalmente condujo a la formación de dos estados separados: la República Popular Democrática de Corea (RPDC) en el norte y la República de Corea (RDC) en el sur.

Syngman Rhee fue el primer presidente de la República de Corea, desde 1948. Dirigió el país durante la Guerra de Corea (1950-1953), pero su régimen se caracterizó por las violaciones de los derechos humanos y las medidas autoritarias. Rhee se vio obligado a dimitir en 1960 tras las protestas masivas contra unas elecciones amañadas.

Tras un breve periodo de gobierno democrático, un golpe militar en 1961 llevó al poder al general Park Chung-hee. Park gobernó el país con mano de hierro durante casi dos décadas, aplicando políticas económicas que contribuyeron al rápido crecimiento de Corea del Sur, pero que también estuvieron marcadas por las violaciones de los derechos humanos y la represión política.

A lo largo de estos periodos, Estados Unidos apoyó estos regímenes autoritarios en Corea del Sur, en gran parte debido a la Guerra Fría y a la necesidad de contener la influencia comunista en Asia. Este apoyo ha sido criticado a menudo por su aparente contradicción con los ideales democráticos que Estados Unidos decía promover.

Contención en América Latina: dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos[modifier | modifier le wikicode]

La política de "contención" fue un elemento clave de la estrategia estadounidense durante la Guerra Fría. Su objetivo era evitar la propagación del comunismo conteniendo la influencia de la Unión Soviética y sus aliados. En América Latina, esto implicaba a menudo el apoyo a regímenes autoritarios anticomunistas.

La Organización de Estados Americanos (OEA) se creó en 1948 para promover la cooperación regional y servir de foro para resolver disputas entre los países miembros. Estados Unidos desempeñó un papel destacado en la creación de la OEA y a menudo ha utilizado la organización como herramienta para promover sus intereses en la región.

Una de las intervenciones estadounidenses más famosas en América Latina durante la Guerra Fría fue el intento de derrocar al gobierno de Fidel Castro en Cuba en la operación conocida como Bahía de Cochinos en 1961. Este intento fracasó y fortaleció la posición de Castro.

Otras intervenciones tuvieron lugar en países como Guatemala, donde Estados Unidos apoyó un golpe de Estado contra el gobierno democráticamente elegido de Jacobo Arbenz en 1954 debido a sus políticas de reforma agraria y a sus supuestos vínculos con los comunistas.

Estas intervenciones fueron a menudo criticadas por violar la soberanía de las naciones y apoyar a regímenes autoritarios que cometían abusos contra los derechos humanos. Sin embargo, los funcionarios estadounidenses las justificaron como necesarias para proteger los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos y evitar el establecimiento de regímenes comunistas en el hemisferio occidental.

El derrocamiento del gobierno de Guatemala (1954)[modifier | modifier le wikicode]

El derrocamiento del gobierno de Arbenz en Guatemala en 1954 es un ejemplo clave de la intervención estadounidense en América Latina durante la Guerra Fría.

Jacobo Arbenz fue presidente de Guatemala de 1951 a 1954. Su gobierno inició una serie de reformas, incluida una reforma agraria que afectó a las tierras de la United Fruit Company, empresa estadounidense que dominaba la industria bananera en varios países latinoamericanos.

La United Fruit Company poseía grandes extensiones de tierra en Guatemala, gran parte de la cual estaba sin cultivar. La reforma agraria de Arbenz pretendía redistribuir estas tierras entre los campesinos guatemaltecos. Esto dio lugar a una campaña de la United Fruit Company en Estados Unidos para presentar a Arbenz como un aliado de la Unión Soviética, una afirmación que encontró el favor de la administración estadounidense de la época, en plena Guerra Fría.

La CIA orquestó entonces una operación, conocida como PBSUCCESS, para derrocar a Arbenz. Proporcionó apoyo financiero, material y estratégico a una fuerza de oposición dirigida por el coronel Carlos Castillo Armas. Tras un breve enfrentamiento, Arbenz se vio obligado a dimitir en junio de 1954 y Castillo Armas tomó el poder.

Este golpe marcó el comienzo de un largo periodo de violencia e inestabilidad en Guatemala, con una serie de gobiernos autoritarios y una guerra civil que duró 36 años (1960-1996), cobrándose cientos de miles de vidas.

La implicación de Estados Unidos en el derrocamiento de Arbenz fue negada durante mucho tiempo por las autoridades estadounidenses, pero finalmente fue reconocida oficialmente en 1999 en un informe de la CIA.

La revolución cubana (1959) y el embargo estadounidense (1962-actualidad)[modifier | modifier le wikicode]

La revolución cubana comenzó en 1953 y terminó con la toma del poder por Fidel Castro en 1959. Esta revolución derrocó al régimen de Fulgencio Batista, un dictador militar que contaba con el apoyo de Estados Unidos. Fidel Castro y su movimiento, el Movimiento 26 de Julio, prometieron acabar con la corrupción, restaurar la Constitución cubana y establecer una economía más equitativa.

Sin embargo, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se deterioraron rápidamente tras la llegada de Castro al poder. En 1960, el gobierno cubano nacionalizó todas las empresas estadounidenses sin compensación alguna, lo que llevó a Estados Unidos a imponer un embargo comercial total a la isla. Este embargo, que se ha endurecido varias veces desde entonces, tiene como objetivo debilitar al régimen castrista y promover un cambio de régimen.

En 1962, la Crisis de los Misiles de Cuba puso al mundo al borde de la guerra nuclear. En respuesta a la presencia de misiles soviéticos en Cuba, Estados Unidos impuso un bloqueo naval a la isla y exigió su retirada.

El embargo económico estadounidense a Cuba sigue vigente hoy en día, aunque algunos aspectos de la política han cambiado a lo largo de los años. Bajo la administración Obama, por ejemplo, se han suavizado algunas restricciones, permitiendo una mayor libertad para viajar y comerciar. Sin embargo, estas relajaciones se han revertido en gran medida bajo la administración Trump.

La intervención estadounidense en Santo Domingo (1965)[modifier | modifier le wikicode]

El desembarco estadounidense en Santo Domingo (nombre histórico de la República Dominicana) en 1965 fue un momento clave en la historia de la implicación de Estados Unidos en América Latina durante la Guerra Fría.

En 1965, la República Dominicana atravesaba un periodo de agitación política tras el derrocamiento del presidente Juan Bosch, un socialdemócrata elegido democráticamente, por un golpe militar en 1963. Bosch había intentado introducir reformas sociales y económicas, pero fue depuesto por las fuerzas conservadoras del país que temían su orientación izquierdista.

En abril de 1965 estalló una rebelión en el país, dirigida por partidarios de Bosch que querían que volviera al poder. Sin embargo, la administración del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson temía que la situación condujera al establecimiento de un régimen comunista, similar al de Cuba.

Así, en mayo de 1965, Johnson ordenó la entrada de más de 20.000 soldados estadounidenses en la República Dominicana para "impedir el establecimiento de un gobierno comunista" y "proteger las vidas de los ciudadanos estadounidenses". Esta intervención fue muy criticada tanto en Estados Unidos como en el extranjero.

La ocupación estadounidense duró hasta 1966, cuando Joaquín Balaguer, aliado de Estados Unidos, fue elegido presidente en unas controvertidas elecciones. Balaguer permaneció en el poder durante más de tres décadas, gobernando el país con mano de hierro y reprimiendo a menudo a la oposición política.

Esta intervención fue un ejemplo de la política de contención de Estados Unidos durante la Guerra Fría, cuyo objetivo era limitar la expansión del comunismo, incluso a costa de los procesos democráticos.

Asistencia en la detención del Che Guevara en Bolivia (1967)[modifier | modifier le wikicode]

La captura y ejecución del Che Guevara en Bolivia en 1967 es otro ejemplo de cómo Estados Unidos desempeñó un papel clave en los asuntos de un país latinoamericano durante la Guerra Fría.

Ernesto "Che" Guevara, revolucionario marxista argentino y uno de los principales líderes de la revolución cubana, era visto por muchos en Estados Unidos y en otros países como una amenaza para la estabilidad de la región. En 1967, Guevara se encontraba en Bolivia, donde pretendía fomentar una revolución similar a la de Cuba.

Estados Unidos, deseoso de evitar la expansión del comunismo en la región, proporcionó una ayuda sustancial a las fuerzas armadas bolivianas para capturar a Guevara. Esto incluía información de inteligencia, entrenamiento y equipamiento. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) desempeñó un papel clave en esta operación.

Guevara fue capturado por el ejército boliviano el 8 de octubre de 1967 y ejecutado al día siguiente. Su muerte puso fin a una figura emblemática de la resistencia comunista en América Latina y supuso un duro golpe para los movimientos revolucionarios de la región.

Apoyo estadounidense al golpe de Estado del general Pinochet en Chile (1973)[modifier | modifier le wikicode]

El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 en Chile, que derrocó al gobierno democráticamente elegido del presidente socialista Salvador Allende, fue apoyado en gran medida por Estados Unidos. El general Augusto Pinochet tomó el poder tras el golpe e instauró una dictadura militar que duró hasta 1990.

Durante el mandato de Allende, Estados Unidos estaba preocupado por su política socialista y su proximidad a la Unión Soviética. El Presidente Nixon y su Secretario de Estado, Henry Kissinger, aprobaron una serie de medidas para desestabilizar el gobierno de Allende, entre ellas el apoyo financiero a los partidos de la oposición y una campaña de propaganda negativa.

Cuando se produjo el golpe, Estados Unidos reconoció rápidamente al nuevo gobierno de Pinochet. Proporcionó apoyo financiero y militar a su régimen, a pesar de las pruebas de violaciones masivas de los derechos humanos, como torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones forzadas de miles de chilenos.

La participación de Estados Unidos en el golpe de Estado de Chile y su apoyo a la dictadura de Pinochet han sido muy criticados. Muchos lo consideran un ejemplo de imperialismo estadounidense y de injerencia en los asuntos internos de otro país. El apoyo de Estados Unidos a Pinochet se cita a menudo como ejemplo de cómo los intereses de la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría primaron a veces sobre las consideraciones de derechos humanos.

Mesianismo democrático y guerra en ascenso: Vietnam[modifier | modifier le wikicode]

La implicación militar estadounidense en Vietnam comenzó efectivamente tras el final de la Guerra de Indochina (1946-1954), que había enfrentado a las fuerzas coloniales francesas con las fuerzas independentistas vietnamitas, principalmente el Viet Minh liderado por Ho Chi Minh. Tras la marcha de los franceses y la división de Vietnam en los Acuerdos de Ginebra de 1954, Estados Unidos comenzó a proporcionar ayuda militar y financiera a Vietnam del Sur, dirigido entonces por el presidente Ngo Dinh Diem. Esta ayuda se intensificó a lo largo de la década de 1960 como parte de la política de contención del comunismo. En 1965, ante el ascenso de las fuerzas comunistas en Vietnam del Norte y del Viet Cong en el sur, Estados Unidos comenzó a desplegar tropas de combate en gran número. En su punto álgido, en 1968, había más de 500.000 soldados estadounidenses estacionados en Vietnam.

En efecto, el régimen de Ngo Dinh Diem en Vietnam del Sur recibió un importante apoyo de Estados Unidos. Las administraciones de Eisenhower y Kennedy veían en Diem un baluarte contra la expansión del comunismo en el sudeste asiático, en línea con la política de contención. Ngo Dinh Diem llegó al poder en 1955 tras un controvertido referéndum, y estableció una república autoritaria. Su régimen era fuertemente anticomunista y llevó a cabo brutales campañas contra presuntos comunistas en el sur, lo que dio lugar a acusaciones de abusos contra los derechos humanos. Estados Unidos apoyó a Diem con una importante ayuda financiera y militar, así como con asesores militares para ayudar a entrenar al Ejército de la República de Vietnam (ARVN). Sin embargo, a pesar del apoyo estadounidense, el régimen de Diem se enfrentó a una creciente oposición debido a su represión de los disidentes, su discriminación de la mayoría budista y su mala gestión de la economía. A medida que la situación se deterioraba, Estados Unidos empezó a perder la confianza en Diem. En 1963, con la aprobación tácita de Estados Unidos, oficiales del ARVN dieron un golpe de estado y asesinaron a Diem. Sin embargo, la eliminación de Diem no estabilizó Vietnam del Sur, sino que sumió al país en una serie de gobiernos militares inestables, que finalmente condujeron a una implicación más directa de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

Walt Whitman Rostow fue un economista y asesor político estadounidense conocido por su modelo de las "cinco etapas del crecimiento económico". Consideraba que el desarrollo económico y la industrialización eran vías para que los países salieran de la pobreza y resistieran la influencia comunista. En este sentido, se sitúa en el contexto de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos trataba de frenar la expansión del comunismo en todo el mundo. En el caso de Vietnam, la administración estadounidense intentó aplicar los principios de Rostow financiando la construcción de infraestructuras, como escuelas, hospitales y carreteras, con la esperanza de estimular el desarrollo económico y reducir el atractivo del comunismo. Uno de los proyectos más ambiciosos fue el desarrollo del valle del río Mekong, inspirado en el éxito de la Autoridad del Valle del Tennessee en Estados Unidos. La idea era construir una serie de presas para controlar las inundaciones, generar electricidad y mejorar el riego para la agricultura. Sin embargo, debido a los continuos conflictos y a las dificultades logísticas, se construyeron pocas presas antes del final de la guerra de Vietnam. A pesar de estos esfuerzos, los resultados han sido desiguales. Aunque algunos proyectos tuvieron un impacto positivo, no consiguieron transformar Vietnam del Sur en una economía próspera y estable. Además, la corrupción, la desigualdad y la inestabilidad política obstaculizaron el proceso de modernización. La guerra de Vietnam también consumió una gran cantidad de recursos, limitando el alcance de las iniciativas de desarrollo.

La escalada militar en la guerra de Vietnam se caracterizó por un aumento espectacular del número de tropas estadounidenses sobre el terreno y una intensificación de las operaciones de bombardeo. En 1967, el número de tropas estadounidenses en Vietnam había alcanzado los 500.000 efectivos. Este aumento masivo de las fuerzas sobre el terreno reflejaba la creencia de la administración estadounidense de que la victoria sólo podía lograrse intensificando el esfuerzo bélico. Al mismo tiempo, también se intensificaron los bombardeos. La Operación Trueno Rodante, que tuvo lugar entre 1965 y 1968, fue una de las campañas de bombardeo más largas e intensivas de la historia militar. Según la Oficina Histórica de la Fuerza Aérea, la Fuerza Aérea estadounidense llevó a cabo 153.000 incursiones aéreas y lanzó 864.000 toneladas de bombas. Para poner la escala de estos bombardeos en perspectiva, esto es casi el doble de la cantidad de bombas lanzadas por los EE.UU. en todo el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, que fue de 503.000 toneladas. Estas acciones fueron muy controvertidas y contribuyeron a alimentar la oposición a la guerra de Vietnam en Estados Unidos y en todo el mundo. También tuvieron consecuencias devastadoras para la población y el medio ambiente de Vietnam.

La guerra de Vietnam fue muy contestada tanto en Estados Unidos como internacionalmente. Esta oposición a la guerra se manifestó de diferentes maneras y afectó a muchos aspectos de la sociedad.

  • Oposición política: Muchos políticos, incluidos algunos miembros del Congreso estadounidense, expresaron su oposición a la guerra. Políticos como los senadores Eugene McCarthy y Robert F. Kennedy incluso hicieron de la oposición a la guerra uno de los ejes de sus campañas presidenciales en 1968.
  • Manifestaciones masivas: Las manifestaciones contra la guerra de Vietnam fueron un fenómeno común en Estados Unidos y en el extranjero. Miles de personas participaron en marchas, sentadas y otras formas de protesta. Una de las manifestaciones más famosas tuvo lugar en octubre de 1967, cuando decenas de miles de manifestantes se reunieron en Washington D.C. para protestar contra la guerra.
  • Concienciación universitaria: Los campus universitarios han sido lugares clave de protesta y activismo contra la guerra. Movimientos estudiantiles como Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS) desempeñaron un papel destacado en la organización de la resistencia a la guerra.
  • Oposición de los veteranos: Muchos veteranos de la guerra de Vietnam también se opusieron abiertamente a la guerra. Grupos como Veteranos de Vietnam contra la Guerra han protestado activamente contra la guerra y han sido especialmente eficaces a la hora de concienciar a la opinión pública sobre la realidad de la guerra.
  • Oposición internacional: La guerra de Vietnam también generó una considerable oposición en el extranjero. Hubo manifestaciones en muchos países, incluidos aliados de Estados Unidos como Australia y el Reino Unido.

En conjunto, estos movimientos de oposición ayudaron a crear la presión pública y política que finalmente condujo al fin de la participación estadounidense en la guerra de Vietnam.

El fracaso de las operaciones militares y la creciente presión pública condujeron a una retirada gradual de las fuerzas estadounidenses de Vietnam. El Presidente Lyndon B. Johnson, que inicialmente había intensificado la participación estadounidense en Vietnam, anunció en marzo de 1968 que no se presentaría a la reelección, lo que marcó un punto de inflexión en la política estadounidense. Su sucesor, Richard Nixon, fue elegido con la promesa de lograr la "paz con honor" en Vietnam. Esto condujo a una política denominada "vietnamización", cuyo objetivo era transferir gradualmente la responsabilidad de los combates a las fuerzas survietnamitas, al tiempo que se retiraban las tropas estadounidenses. Sin embargo, la retirada fue un proceso largo y complejo. Las negociaciones de paz comenzaron en 1968, pero se vieron entorpecidas por numerosos obstáculos y retrasos. Hasta enero de 1973 no se firmaron los Acuerdos de París, que ponían fin oficialmente a la implicación directa de Estados Unidos en el conflicto. Sin embargo, los combates continuaron en Vietnam hasta la caída de Saigón en abril de 1975, que marcó el final de la guerra de Vietnam. La retirada de Estados Unidos de Vietnam tuvo consecuencias profundas y duraderas, no sólo para el propio Vietnam, sino también para la política exterior estadounidense. Provocó un sentimiento de desconfianza hacia el gobierno, una reevaluación de la estrategia militar estadounidense y cambios importantes en la forma en que Estados Unidos se involucró en los conflictos internacionales a partir de entonces.

El reflujo de la influencia estadounidense en el mundo a principios de los años setenta[modifier | modifier le wikicode]

La guerra de Vietnam tuvo un gran impacto en la percepción global de Estados Unidos y su ideología de "mesianismo democrático". He aquí algunas formas en que esto se manifestó:

  • La credibilidad de Estados Unidos se vio dañada: La guerra de Vietnam puso de manifiesto una importante brecha entre los valores que Estados Unidos decía defender (libertad, democracia, derechos humanos) y las acciones que llevó a cabo durante la guerra. Ello contribuyó a mermar la credibilidad de Estados Unidos en la escena internacional.
  • La doctrina de la "contención" quedó desacreditada: La guerra de Vietnam puso de manifiesto los límites de la doctrina de la contención, cuyo objetivo era limitar la expansión del comunismo. La guerra demostró que este enfoque podía conducir a conflictos prolongados y costosos sin garantizar el éxito.
  • El "síndrome de Vietnam": Tras la guerra de Vietnam, Estados Unidos se mostró reacio a participar en conflictos importantes en el extranjero, por temor a otro "Vietnam". Esto repercutió en la política exterior estadounidense y cambió la forma en que Estados Unidos interviene en conflictos internacionales.
  • Críticas internas: La guerra de Vietnam provocó una importante división en la sociedad estadounidense, con protestas masivas y una creciente oposición a la guerra. Esto contribuyó a un cuestionamiento más amplio de la autoridad gubernamental y del papel de EEUU en el mundo.
  • Cuestionamiento del mesianismo democrático: La guerra de Vietnam puso en tela de juicio la idea de que Estados Unidos tenía la "misión" especial de extender la democracia y el capitalismo por todo el mundo. Planteó interrogantes sobre la legitimidad de la intervención estadounidense en otros países y sobre la idea de que el modelo estadounidense era aplicable universalmente.

La difusión del modelo comunista[modifier | modifier le wikicode]

En la década de 1970, el modelo soviético, basado en el comunismo, ganó influencia en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo y en aquellos que buscaban liberarse del colonialismo y el imperialismo. Esto se debió a varios factores, entre ellos el fracaso de Estados Unidos a la hora de imponer su modelo en regiones como el sudeste asiático (la guerra de Vietnam fue un ejemplo especialmente destacado), así como el atractivo del modelo soviético para los movimientos de liberación nacional que buscaban liberarse de la dominación occidental. Sin embargo, la adopción del modelo soviético no siempre condujo a resultados positivos. Por ejemplo, en Camboya, la toma del poder por los Jemeres Rojos condujo a uno de los genocidios más mortíferos del siglo XX. Del mismo modo, en Afganistán, el golpe de Estado comunista de 1978 desencadenó una guerra civil que duró décadas, con una intervención soviética directa en 1979 que fue ampliamente condenada por la comunidad internacional.

La República Democrática Popular de Yemen, también conocida como Yemen del Sur, se creó en 1967 tras la independencia del protectorado de Adén, anteriormente bajo control británico. El nuevo país adoptó una orientación socialista y fue el único Estado marxista-leninista del mundo árabe. En la década de 1970, Yemen del Sur recibió el apoyo de la Unión Soviética y otros países socialistas. Sin embargo, también estuvo marcado por conflictos internos, purgas políticas e inestabilidad política. En 1970, el país pasó a llamarse República Democrática Popular de Yemen. En 1990, tras la caída de la Unión Soviética, Yemen del Sur y Yemen del Norte se unificaron para formar la actual República de Yemen. Sin embargo, las tensiones entre los dos antiguos estados han persistido, contribuyendo a la actual guerra civil yemení.

El golpe de Estado de 1974 en Etiopía marcó el fin del Imperio etíope y el comienzo del periodo comunista conocido como el Derg. El Derg, que significa "comité" o "consejo" en ge'ez, fue un grupo militar que tomó el poder tras la caída del emperador Haile Selassie. El golpe fue dirigido por un grupo de militares, policías y burócratas civiles que formaron el Comité Coordinador de las Fuerzas Armadas, la Policía y los Cuerpos Territoriales, más conocido como el Derg. Este grupo, inicialmente sin una ideología política clara, evolucionó hacia una orientación comunista y contó con el apoyo de la Unión Soviética. El Derg fue responsable de numerosos abusos contra los derechos humanos, incluso durante el infame "Terror Rojo", en el que miles de personas fueron asesinadas o encarceladas. Las políticas del Derg también contribuyeron a la devastadora hambruna que sufrió Etiopía en la década de 1980. El régimen del Derg fue derrocado finalmente en 1991 por las fuerzas del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE).

En 1975, el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) tomó el poder en Angola tras la descolonización portuguesa. El MPLA era uno de los tres movimientos de liberación que luchaban por la independencia de Angola desde los años 60; los otros dos eran el Frente de Liberación Nacional de Angola (FNLA) y la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA). Tras la independencia de Angola, el 11 de noviembre de 1975, el MPLA, dirigido por Agostinho Neto, proclamó una república popular y estableció un régimen marxista-leninista con el apoyo de la Unión Soviética y Cuba. Sin embargo, la UNITA y el FNLA no reconocieron al gobierno del MPLA y estalló una guerra civil que duró hasta 2002. La toma del poder por el MPLA en 1975 marcó el comienzo de un periodo de intenso conflicto y penurias económicas para Angola. Aunque la guerra civil terminó oficialmente en 2002, el país sigue luchando contra las consecuencias políticas, sociales y económicas de este periodo.

En 1975, Mozambique se independizó de Portugal, poniendo fin a casi cinco siglos de dominio colonial. Esto se consiguió en gran parte gracias a los esfuerzos del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), un movimiento de liberación nacionalista y marxista-leninista. Tras la independencia, el FRELIMO declaró a Mozambique República Popular bajo un régimen de partido único, con Samora Machel como primer presidente. La ideología del FRELIMO se basaba en una mezcla de nacionalismo africano y socialismo científico, y pretendía construir una sociedad igualitaria con propiedad común de los recursos. Sin embargo, la independencia también marcó el inicio de una devastadora guerra civil entre el FRELIMO en el poder y la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO), apoyada por Rodesia (actual Zimbabue) y más tarde por Sudáfrica. Esta guerra duró unos 15 años (1977-1992) y dejó profundas cicatrices en la sociedad y la economía mozambiqueñas. Hoy, aunque Mozambique es oficialmente una democracia multipartidista, el FRELIMO sigue dominando la vida política del país.

La reunificación de Vietnam tuvo lugar el 30 de abril de 1975, cuando las fuerzas comunistas de Vietnam del Norte, dirigidas por el Frente Nacional para la Liberación de Vietnam del Sur, tomaron el control de Saigón, la capital de Vietnam del Sur. Esto marcó el final de la guerra de Vietnam y el comienzo del periodo de transición al socialismo. La caída de Saigón provocó la evacuación masiva de personas relacionadas con el gobierno survietnamita, incluidos muchos civiles. Muchos huyeron del país en barco, lo que provocó la crisis de los "boat people" vietnamitas. Tras la reunificación, el país pasó a llamarse República Socialista de Vietnam. El nuevo gobierno nacionalizó la industria y la agricultura, colectivizó la tierra y lanzó una serie de campañas de reeducación para los antiguos miembros del gobierno y el ejército survietnamitas. Sin embargo, el país experimentó importantes dificultades económicas tras la guerra, agravadas por el aislamiento de la comunidad internacional. No fue hasta la década de 1980, con la política de Đổi Mới (renovación), cuando Vietnam comenzó a aplicar reformas económicas para pasar a una economía socialista de mercado, lo que supuso una mejora significativa de la situación económica del país.

La toma del poder en Camboya por los Jemeres Rojos en 1975 marcó el comienzo de uno de los periodos más oscuros de la historia del país. Bajo el liderazgo de Pol Pot, los Jemeres Rojos implantaron una visión radical de la agricultura comunista, que provocó desplazamientos forzosos de población, ejecuciones masivas, hambruna y un genocidio que mató aproximadamente a una cuarta parte de la población de Camboya. El 17 de abril de 1975, los Jemeres Rojos tomaron la capital, Phnom Penh, tras derrotar al gobierno respaldado por Estados Unidos. Comenzaron entonces a trasladar a la fuerza a la población de las ciudades al campo para trabajar en granjas colectivas. El objetivo declarado era crear una sociedad sin clases en la que todos trabajaran por el bien colectivo. Sin embargo, la política de los Jemeres Rojos provocó hambrunas y miles de muertes por exceso de trabajo y malas condiciones de vida. Los Jemeres Rojos también llevaron a cabo una brutal purga de toda persona sospechosa de ser enemiga del Estado, incluidos intelectuales, minorías étnicas, clérigos y antiguos miembros del gobierno anterior. Miles de personas fueron torturadas y ejecutadas en centros de detención, siendo el más tristemente célebre el centro de detención S-21 de Phnom Penh. El gobierno de los Jemeres Rojos terminó en 1979, cuando Vietnam invadió Camboya y derrocó el régimen. Sin embargo, los efectos del genocidio han tenido un impacto duradero en Camboya y su pueblo.

La República Democrática Popular de Laos se creó el 2 de diciembre de 1975, cuando el Pathet Lao, un grupo comunista, tomó el control del gobierno. El Pathet Lao derrocó a la monarquía que había gobernado el país, anteriormente conocido como el Reino de Laos. El Pathet Lao contaba con el apoyo de Vietnam y la Unión Soviética, y había dirigido una insurgencia contra el gobierno real durante muchos años antes de hacerse finalmente con el poder. El Pathet Lao instauró un régimen comunista de partido único, nacionalizó la economía y aplicó políticas agrarias colectivas. Sin embargo, a diferencia de otros regímenes comunistas de la época, el gobierno laosiano evitó en general las purgas masivas o la represión violenta. En su lugar, el régimen trató de consolidar su poder mediante la propaganda y la persuasión. Laos ha seguido siendo un país de partido único comunista hasta hoy, aunque las reformas económicas de finales de los 80 y principios de los 90 abrieron el país a la inversión extranjera y permitieron cierta liberalización de la economía.

El golpe comunista en Afganistán, también conocido como la Revolución Saur, tuvo lugar en abril de 1978. Este acontecimiento marcó el inicio de una serie de cambios radicales en el país que desembocaron en la Guerra Civil Afgana y la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979. El golpe fue orquestado por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA), un partido comunista apoyado por la Unión Soviética. El PDPA derrocó al gobierno del Presidente Mohammad Daoud Khan, que había tomado el poder en un golpe incruento en 1973, poniendo fin a la monarquía en Afganistán. Tras el golpe de 1978, el PDPA estableció un régimen comunista radical, nacionalizando industrias clave y tierras agrícolas, y lanzando campañas de reforma agraria que fueron fuertemente resistidas por la población rural. El régimen también reprimió duramente a la oposición política, con detenciones masivas, torturas y ejecuciones. Estas políticas desencadenaron una insurgencia armada contra el gobierno, dirigida por grupos de muyahidines financiados por países extranjeros, entre ellos Estados Unidos, Pakistán, Arabia Saudí y China. Ante esta insurgencia, el gobierno del PDPA solicitó ayuda militar a la Unión Soviética, lo que condujo a la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979. La guerra subsiguiente duró casi diez años y tuvo consecuencias devastadoras para Afganistán.

El declive de la influencia estadounidense en América Latina después de 1973[modifier | modifier le wikicode]

El declive de la influencia estadounidense en América Latina después de 1973 puede atribuirse a varios factores.

  1. Políticas fallidas: Las políticas de intervención de EEUU en América Latina, a menudo a través de golpes de estado respaldados por la CIA, crearon un considerable resentimiento en la región. El apoyo estadounidense a regímenes autoritarios, como el de Augusto Pinochet en Chile tras el golpe de 1973, ha alimentado este sentimiento. Al mismo tiempo, se cuestionó cada vez más la eficacia de estas políticas para contener el comunismo.
  2. Cambio de política en Estados Unidos: Con la llegada de Jimmy Carter al poder en 1977, la política exterior estadounidense empezó a hacer más hincapié en los derechos humanos. Esto condujo a una disminución del apoyo estadounidense a los regímenes autoritarios de América Latina, lo que a veces se interpretó como un signo de debilidad o indecisión.
  3. Auge de otros actores: Al mismo tiempo, otros actores internacionales empezaron a aumentar su influencia en América Latina. Por ejemplo, la Unión Soviética apoyó varios movimientos guerrilleros en la región, mientras que Europa y Japón aumentaron sus inversiones económicas.
  4. Despertar político interno: Dentro de la propia América Latina se ha producido un despertar político con movimientos de izquierda que han ganado influencia y popularidad. Estos movimientos han sido a menudo críticos con la intervención estadounidense en la región.

Todos estos factores contribuyeron a reducir la influencia de Estados Unidos en América Latina a partir de mediados de los años setenta. Sin embargo, la región sigue siendo importante para Estados Unidos por razones estratégicas y económicas, y Estados Unidos continúa ejerciendo una influencia significativa en la región.

La revolución iraní (1979): un movimiento de oposición a Estados Unidos[modifier | modifier le wikicode]

La Revolución iraní de 1979, también conocida como la Revolución Islámica, supuso un cambio fundamental en la política y la sociedad iraníes. El régimen del sha Mohammad Reza Pahlavi, que contaba con el apoyo de Estados Unidos y era considerado un importante aliado en la región de Oriente Próximo, fue derrocado y sustituido por una teocracia islámica bajo el liderazgo del ayatolá Ruhollah Jomeini.

La revolución se desencadenó por varios factores, entre ellos el descontento popular con el régimen autoritario del sha, la desigualdad económica, la corrupción, el resentimiento por la influencia occidental y las aspiraciones religiosas y nacionalistas.

Las manifestaciones y huelgas masivas comenzaron en 1978 y se intensificaron hasta que el Sha abandonó el país en enero de 1979. En febrero, las fuerzas monárquicas fueron derrotadas y Jomeini regresó del exilio para tomar el poder. En abril, un referéndum estableció una República Islámica, y en diciembre se aprobó una nueva constitución que otorgaba a Jomeini el papel de Líder Supremo, la máxima autoridad política y religiosa del país.

La revolución iraní tuvo un impacto significativo en las relaciones internacionales. Puso fin a la alianza entre el Sha y Estados Unidos y provocó la crisis de los rehenes estadounidenses en Teherán, donde 52 norteamericanos permanecieron retenidos durante 444 días desde noviembre de 1979. La revolución también desencadenó una oleada de islamismo radical en la región y estableció a Irán como un actor importante en la política de Oriente Próximo.

La revolución iraní se dirigió en parte contra Estados Unidos. Varios factores explican esta oposición:

  1. El apoyo de Estados Unidos al sha: Estados Unidos fue durante mucho tiempo aliado del sha Mohammad Reza Pahlavi y lo había apoyado en el golpe de 1953 que lo restauró en el trono después de que el primer ministro Mohammad Mossadegh intentara nacionalizar la industria petrolera iraní. El régimen del Sha era autoritario y muchos iraníes resentían el apoyo estadounidense al mismo.
  2. Occidentalización: Bajo el Shah, Irán experimentó un rápido proceso de occidentalización y modernización que erosionó algunas tradiciones y valores islámicos. Muchos iraníes lo consideraron una imposición de la cultura occidental y culparon a Estados Unidos por su papel en este proceso.
  3. La inmunidad del Sha: Cuando el Sha fue derrocado en 1979, fue ingresado en Estados Unidos para recibir tratamiento médico. Esto desencadenó la ocupación de la embajada estadounidense en Teherán por parte de los estudiantes revolucionarios iraníes, que estaban enfadados porque se permitiera al Sha entrar en Estados Unidos y exigían su extradición para ser juzgado en Irán.

Así, aunque la revolución tuvo muchas causas políticas, económicas y religiosas internas en Irán, también hubo un fuerte sentimiento antiestadounidense asociado a la revolución.

El mundo de la posguerra fría: ¿renovación o fin del mesianismo democrático (décadas de 1990-2020)?[modifier | modifier le wikicode]

Con el final de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética en la década de 1990, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia mundial. Esta nueva era estuvo marcada por un renacimiento del mesianismo democrático estadounidense, pero también por importantes desafíos.

  1. El final de la Guerra Fría fue interpretado por algunos como el "fin de la historia", en el que la democracia liberal y el capitalismo de mercado se convirtieron en el modelo universalmente aceptado de organización política y económica. Estados Unidos, como principal democracia liberal y economía de mercado, se veía a sí mismo como el líder natural de este nuevo orden mundial.
  2. Intervenciones para promover la democracia: Durante las décadas de 1990 y 2000, Estados Unidos intervino en varios países para derrocar regímenes no democráticos y promover el establecimiento de democracias, a menudo mediante la fuerza militar. Algunos ejemplos notables son Irak y Afganistán.
  3. La "guerra contra el terror": Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos lanzó la "guerra contra el terror", que justificó varias intervenciones militares en nombre de la protección de la democracia y los valores liberales.

Sin embargo, esta época también estuvo marcada por importantes desafíos al mesianismo democrático estadounidense.

  1. Escepticismo sobre el intervencionismo estadounidense: las intervenciones estadounidenses en Irak y Afganistán, entre otras, han suscitado dudas sobre la eficacia y la legitimidad del uso de la fuerza militar para promover la democracia.
  2. El ascenso de potencias no democráticas: países como China y Rusia han ganado poder e influencia en la escena mundial, desafiando el liderazgo estadounidense y ofreciendo modelos alternativos de organización política y económica.
  3. Desafíos internos a la democracia estadounidense: Las divisiones políticas internas, la creciente desigualdad económica y las crisis institucionales en Estados Unidos también han socavado la capacidad del país para promover la democracia en el exterior.

Aunque el mesianismo democrático estadounidense experimentó un renacimiento tras el final de la Guerra Fría, también se enfrentó a serios retos y cuestionamientos.

El aparente triunfo de la democracia liberal[modifier | modifier le wikicode]

Francis Fukuyama, politólogo y filósofo político estadounidense, teorizó la idea del "fin de la historia" en un famoso ensayo publicado por primera vez en 1989 y luego en un libro en 1992. Según Fukuyama, el final de la Guerra Fría no fue sólo otro gran acontecimiento geopolítico. Lo veía como la culminación de un largo proceso histórico que había conducido a la aparición de la democracia liberal y la economía de mercado capitalista como formas últimas y supremas de gobierno y sistema económico. Según Fukuyama, este "fin de la historia" no significaba el fin de los acontecimientos históricos en sí, sino que se había resuelto el gran debate ideológico sobre la mejor forma de gobierno. Las ideologías rivales, como el fascismo y el comunismo, habían sido derrotadas y la democracia liberal se había convertido en la norma universalmente aceptada. Desde esta perspectiva, el final de la Guerra Fría representó un triunfo para la democracia liberal y para Estados Unidos como su principal defensor y modelo. La tesis de Fukuyama ha sido ampliamente debatida y criticada. Muchos han cuestionado la idea de que la democracia liberal sea el "punto final" inevitable de la evolución política humana. Además, los retos y crisis políticos, económicos y sociales a los que se ha enfrentado la democracia liberal desde el final de la Guerra Fría han llevado a muchos a cuestionar la idea de que esta forma de gobierno sea necesariamente superior o inevitable.

George H.W. Bush, 41º Presidente de los Estados Unidos, tomó posesión de su cargo en un momento de importantes cambios mundiales, como el final de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín. Su administración se ha caracterizado por su compromiso con la promoción de la democracia en todo el mundo. En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 1989, Bush expresó su visión de un "nuevo pacto" entre Estados Unidos y las Naciones Unidas para la promoción de la democracia, los derechos humanos y la autodeterminación. Pidió una mayor cooperación internacional para resolver los problemas mundiales, como la pobreza, las enfermedades y el cambio climático. En su discurso sobre el Estado de la Unión de enero de 1990, Bush expresó su creencia en una "nueva era de paz" marcada por la democratización y la liberalización económica. Declaró que Estados Unidos debía desempeñar un papel de liderazgo en este nuevo mundo y pidió una "nueva estrategia global" para promover la democracia y la apertura económica. Estos discursos ilustran cómo la presidencia de Bush estuvo marcada por una visión optimista de la extensión de la democracia y el liberalismo económico por todo el mundo tras el final de la Guerra Fría. Sin embargo, esta visión se ha topado con numerosos desafíos, como la inestabilidad regional, los conflictos étnicos y las crisis económicas en muchas partes del mundo.

El proyecto estadounidense de promoción de la democracia global se ha enfrentado a numerosos retos y obstáculos. Aunque el final de la Guerra Fría permitió a muchos países hacer la transición hacia formas de gobierno más democráticas, el proceso no fue fácil y a menudo estuvo marcado por la inestabilidad, la corrupción y los conflictos.

  1. Resistencia local y regional: Los esfuerzos por promover la democracia se han topado a menudo con resistencia local y regional. En muchos casos, esta resistencia se debe a factores históricos, culturales o políticos que dificultan la transición a la democracia. Por ejemplo, en algunas zonas de Oriente Medio y África, factores como el tribalismo, el sectarismo, los conflictos étnicos y la corrupción han obstaculizado los esfuerzos de democratización.
  2. Inestabilidad y conflicto: Las transiciones democráticas pueden provocar a menudo inestabilidad a corto plazo, ya que las antiguas élites tratan de preservar su poder y sus privilegios. Esto ha sido especialmente visible en países como Irak y Libia, donde la intervención estadounidense ha contribuido a la inestabilidad política y al conflicto.
  3. Fracaso de las instituciones democráticas: En algunos casos, las instituciones democráticas recién establecidas han resultado ineficaces o se han visto socavadas por la corrupción y el nepotismo. Esto ha provocado a menudo decepción y desencanto con la democracia, lo que a veces ha llevado a un retorno a formas de gobierno más autoritarias.
  4. Auge de los regímenes autoritarios: A pesar del final de la Guerra Fría, muchos regímenes autoritarios han persistido o surgido en el siglo XXI. Países como Rusia y China, por ejemplo, han reforzado sus formas autoritarias de gobierno al tiempo que se resisten a la presión internacional en favor de la democratización.

Estos desafíos demuestran que el proyecto estadounidense de promoción de la democracia global es un proceso complejo e incierto. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, muchos países han realizado con éxito la transición a la democracia y han mantenido formas democráticas de gobierno estables.

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos adoptó diversas medidas para apoyar la transición a la democracia en los países de Europa del Este y Rusia. Dos de estas importantes iniciativas legislativas fueron la Ley de Apoyo a la Democracia en Europa Oriental (SEED) de 1989 y la Ley de Apoyo a la Libertad de 1992.

  1. Ley de Apoyo a la Democracia en Europa Oriental (SEED) (1989): Esta ley se aprobó para apoyar a los países de Europa Oriental en su transición hacia economías de libre mercado y democracias pluralistas tras la caída del Muro de Berlín. La Ley SEED proporcionó ayuda financiera a estos países para apoyar la privatización, el desarrollo económico y el establecimiento de instituciones democráticas. También fomentaba los intercambios culturales y educativos para favorecer un mayor entendimiento entre Estados Unidos y Europa del Este.
  2. Ley de Apoyo a la Libertad (1992): Esta ley se aprobó para apoyar la transición de Rusia y las demás repúblicas de la antigua Unión Soviética a la democracia y la economía de mercado. La Ley de Apoyo a la Libertad proporcionó ayuda financiera para apoyar el desarrollo económico, la creación de instituciones democráticas, la reforma del sistema jurídico y la protección de los derechos humanos. También apoyó programas de intercambio y formación para contribuir al desarrollo de una sociedad civil dinámica en estos países.

Aunque estas medidas han sido criticadas por su escasez de recursos y su enfoque a veces poco sistemático, han demostrado el compromiso de Estados Unidos de apoyar la transición democrática en la Europa poscomunista.

La Guerra del Golfo de 1991, también conocida como Operación Tormenta del Desierto, se desencadenó después de que Irak, dirigido por Saddam Hussein, invadiera Kuwait en agosto de 1990. En respuesta a esta invasión, se formó una coalición internacional liderada por Estados Unidos para liberar Kuwait. Sin embargo, a pesar de la aplastante victoria militar de la coalición sobre Irak, la guerra no condujo a la destitución de Saddam Hussein del poder en Irak. La misión de la coalición se limitaba a la liberación de Kuwait y no tenía como objetivo explícito el cambio de régimen en Irak. Además, existía la preocupación de que la destitución de Sadam Husein pudiera provocar inestabilidad en Irak y en la región de Oriente Medio en general. Por ello, a pesar del debilitamiento de su régimen, Sadam Husein permaneció en el poder hasta la invasión estadounidense de Irak en 2003, cuyo objetivo explícito era su derrocamiento. No fue hasta después de esta invasión cuando Irak inició un proceso de democratización, aunque este proceso se vio obstaculizado por grandes desafíos, como una insurgencia violenta y tensiones sectarias.

En 1989, el movimiento prodemocrático en China culminó en las protestas de la plaza de Tiananmen, donde miles de manifestantes, en su mayoría estudiantes, pidieron reformas políticas y una mayor democracia. Estas manifestaciones fueron reprimidas violentamente por el gobierno chino el 4 de junio de 1989, con el resultado de un número desconocido de muertos, con estimaciones que oscilan entre varios cientos y varios miles. Aunque Estados Unidos y otros países occidentales condenaron la represión e impusieron sanciones económicas a China como respuesta, su apoyo al movimiento prodemocrático chino fue limitado. Esto se debió a varias razones. En primer lugar, la política estadounidense hacia China era compleja y estaba influida por muchos factores, incluidos los intereses económicos y estratégicos. China fue considerada un importante contrapeso a la Unión Soviética durante la Guerra Fría, y tras el final de ésta se convirtió en un importante socio comercial. En segundo lugar, existía una aguda conciencia de la soberanía de China y de la sensibilidad de su gobierno ante cualquier forma de injerencia externa. Por ello, Estados Unidos y otros países se mostraron cautelosos a la hora de abordar la cuestión de los derechos humanos en China. Por último, existía la percepción de que el cambio en China tendría que venir de dentro, y que la presión externa podría ser contraproducente. Esto condujo a un enfoque más comedido, centrado en el diálogo y el compromiso, en lugar de la confrontación directa. Sin embargo, la falta de un apoyo más directo y activo al movimiento prodemocrático en China ha sido criticada por algunos como un fracaso de la política exterior estadounidense.

Jean-Bertrand Aristide, un carismático sacerdote católico, fue elegido presidente de Haití en diciembre de 1990 en las primeras elecciones libres y justas del país. Sin embargo, su mandato fue interrumpido por un golpe militar en septiembre de 1991. Aristide se vio obligado a huir del país, y un brutal régimen militar tomó el poder. La reacción inicial de Estados Unidos ante el golpe fue ambivalente. Aunque condenó el golpe y pidió la vuelta a la democracia, no apoyó activamente a Aristide. Algunos han criticado esta postura, argumentando que Estados Unidos debería haber hecho más para apoyar la democracia en Haití. Sin embargo, bajo la presidencia de Bill Clinton, la política estadounidense hacia Haití cambió. En 1994, ante la presión internacional y las graves violaciones de los derechos humanos en Haití, Estados Unidos lideró una intervención militar internacional para restaurar a Aristide en el poder. Esta intervención tuvo éxito, y Aristide reasumió sus funciones como presidente en octubre de 1994. Aunque la respuesta inicial de Estados Unidos al golpe contra Aristide en Haití fue limitada, su política cambió finalmente para apoyar activamente la restauración de la democracia en Haití. Esto ilustra la complejidad de la política exterior estadounidense y los retos a los que se enfrenta cuando intenta promover la democracia en el extranjero.

El giro unilateralista y el fin del mesianismo democrático[modifier | modifier le wikicode]

Las razones del giro unilateralista en los años noventa[modifier | modifier le wikicode]

A principios de la década de 1990, Estados Unidos atravesaba una recesión económica. El final de la Guerra Fría también había dado lugar a un debate nacional sobre la reducción del gasto militar y la reestructuración de la economía para la era posterior a la Guerra Fría. En este contexto, muchas voces en Estados Unidos empezaron a cuestionar la sensatez de los costosos compromisos internacionales. La intervención militar en Somalia en 1993-1994, que se saldó con la muerte de 18 soldados estadounidenses en el incidente "Black Hawk derribado", supuso un punto de inflexión. La opinión pública estadounidense quedó profundamente conmocionada por este incidente, y el apoyo a otras intervenciones humanitarias disminuyó. Al mismo tiempo, se aceleró la retirada de Estados Unidos de la ONU. Muchos estadounidenses se sentían frustrados por lo que percibían como una excesiva dependencia de Estados Unidos para la financiación y el apoyo militar a las operaciones de la ONU. Además, crecía la sensación de que la ONU era ineficaz y no servía a los intereses estadounidenses. Estos factores contribuyeron a una tendencia general hacia el unilateralismo en la política exterior estadounidense durante este periodo.

A medida que Estados Unidos adoptaba una postura más unilateral en sus relaciones internacionales, la opinión pública extranjera sobre Estados Unidos empezó a deteriorarse. La intervención militar en Somalia, el fracaso a la hora de intervenir eficazmente en la guerra de Bosnia y otras acciones contribuyeron a crear una imagen negativa de Estados Unidos en el mundo. Sin embargo, fue la invasión de Irak en 2003, considerada por muchos como una acción unilateral contra un país que no constituía una amenaza inmediata para Estados Unidos, lo que realmente alimentó el antiamericanismo en el extranjero. Esta acción fue ampliamente condenada por la comunidad internacional y contribuyó a crear la imagen de Estados Unidos como un matón global que actúa sin respetar el derecho internacional. Más allá de las acciones concretas, también creció la percepción de que Estados Unidos no estaba en contacto con las preocupaciones mundiales y actuaba de forma egoísta en la escena internacional. Esto contribuyó a que disminuyera la opinión favorable de Estados Unidos en el extranjero. En este contexto, los dirigentes estadounidenses empezaron a reconocer la creciente impopularidad de Estados Unidos en el exterior, lo que repercutió en su forma de concebir y aplicar la política exterior estadounidense.

El ascenso de los neoconservadores en el aparato estatal estadounidense fue una tendencia notable a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. Los neoconservadores, o "neoconservadores", son un grupo de pensadores y responsables políticos que creen en una política exterior estadounidense agresiva, a menudo favorable a la intervención militar, para promover los valores democráticos y contrarrestar las amenazas a la seguridad de Estados Unidos. En materia de política exterior, los neoconservadores suelen favorecer el unilateralismo, es decir, la actuación independiente de Estados Unidos sin buscar necesariamente la aprobación o el apoyo de otros países u organizaciones internacionales como las Naciones Unidas. Creen que Estados Unidos, como única superpotencia mundial, tiene tanto el derecho como el deber de actuar para defender sus intereses y promover sus valores en el mundo. Durante la presidencia de George W. Bush (2001-2009), muchos neoconservadores ocuparon puestos clave en la administración, entre ellos Donald Rumsfeld como Secretario de Defensa y Paul Wolfowitz como Subsecretario de Defensa. Esta influencia contribuyó a que la administración Bush adoptara una política exterior más unilateral e intervencionista, incluida la decisión de lanzar la invasión de Irak en 2003.

Radicalización bajo la presidencia de George W. Bush (2000-2008)[modifier | modifier le wikicode]

La presidencia de George W. Bush se caracterizó por una radicalización de la política exterior estadounidense, especialmente tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

El auge del terrorismo islamista, en particular de Al Qaeda, fue un factor importante en la política exterior estadounidense desde la década de 1990 y especialmente tras el 11-S.

  1. Al Qaeda fue fundada en 1988 por Osama bin Laden y otros combatientes que habían participado en la guerra contra la Unión Soviética en Afganistán. El grupo se formó inicialmente para apoyar la yihad (guerra santa) contra la Unión Soviética, pero tras el final de la Guerra Fría se volvió contra Estados Unidos y sus aliados.
  2. Radicalización de Al Qaeda: La primera Guerra del Golfo de 1991, en la que una amplia coalición liderada por Estados Unidos expulsó a Irak de Kuwait, fue un factor clave en la radicalización de Al Qaeda. La presencia de tropas estadounidenses en Arabia Saudí, considerada la tierra santa del Islam, fue denunciada por Osama bin Laden y otros extremistas islámicos. Además, las sanciones internacionales contra Irak tras la guerra provocaron un gran sufrimiento entre la población iraquí, que fue utilizado como otro elemento propagandístico por Al Qaeda.
  3. Política israelí: La política israelí en los territorios palestinos, en particular la construcción de asentamientos en los territorios ocupados, ha sido otro factor de radicalización. Al Qaeda y otros grupos islamistas han utilizado el conflicto palestino-israelí para suscitar la ira contra Estados Unidos, al que se percibe como partidario incondicional de Israel.
  4. Atentados contra Estados Unidos y sus aliados: Después de 1991, Al Qaeda comenzó a planear y ejecutar atentados contra Estados Unidos y sus aliados. Estos ataques culminaron en los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los que murieron casi 3.000 personas en suelo estadounidense.
  5. La respuesta de EEUU: Los atentados del 11 de septiembre provocaron un cambio radical en la política exterior estadounidense, con la adopción de la "Guerra contra el Terrorismo" por parte de la administración Bush. Esta política condujo a la invasión de Afganistán en 2001 y de Irak en 2003, y marcó una nueva fase de la implicación estadounidense en Oriente Medio y en el mundo islámico en general.

Los ataques de grupos terroristas islamistas contra intereses estadounidenses aumentaron a partir de la década de 1990. Entre los más notables se encuentran:

  1. El atentado contra el World Trade Center de 1993: Una furgoneta cargada de explosivos estalló en el aparcamiento subterráneo del World Trade Center de Nueva York, matando a seis personas e hiriendo a miles. El objetivo era derribar las torres gemelas una encima de otra, pero el atentado fracasó en este sentido.
  2. Atentado de Khobar en 1996: una enorme explosión destruyó un complejo residencial en Khobar, Arabia Saudí, matando a 19 militares estadounidenses e hiriendo a casi 500 personas. Aunque Arabia Saudí atribuyó el atentado a militantes chiíes apoyados por Irán, algunos sospechan también de Al Qaeda.
  3. Atentados contra las embajadas de Estados Unidos en 1998: Las embajadas de Estados Unidos en Nairobi (Kenia) y Dar es Salaam (Tanzania) fueron blanco de atentados casi simultáneos el 7 de agosto de 1998. Los atentados, atribuidos a Al Qaeda, causaron más de 200 muertos y miles de heridos.
  4. Atentado contra el USS Cole en 2000: El buque de guerra estadounidense USS Cole fue atacado por una pequeña embarcación cargada de explosivos mientras estaba anclado en el puerto de Adén (Yemen). En el atentado murieron 17 marineros estadounidenses y otros 39 resultaron heridos. Al Qaeda reivindicó la autoría del atentado.
  5. Atentados del 11 de septiembre de 2001: En el atentado terrorista más mortífero de la historia, 19 secuestradores de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones de pasajeros estadounidenses. Dos se estrellaron contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, un tercero contra el Pentágono en Arlington, Virginia, y un cuarto, el vuelo 93 de United Airlines, se estrelló en un campo de Pensilvania después de que los pasajeros intentaran recuperar el control del avión. En total, casi 3.000 personas murieron en estos atentados.

La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, publicada en septiembre de 2002, marcó un punto de inflexión en la política exterior estadounidense. La nueva estrategia se elaboró en respuesta a las cambiantes amenazas globales, en particular el terrorismo internacional, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Las principales características de esta nueva doctrina son

  1. La primacía de la seguridad nacional: La estrategia afirma la prioridad de Estados Unidos de proteger al país y a sus ciudadanos de los ataques terroristas.
  2. Militarización: La estrategia hacía hincapié en el refuerzo de las capacidades militares para disuadir y repeler ataques contra EEUU o sus aliados. Promovía la idea de que EEUU debía mantener la superioridad militar para prevenir conflictos.
  3. Guerra preventiva: Una de las características más controvertidas de esta estrategia es la adopción de la doctrina de la guerra preventiva, que permite a Estados Unidos emprender acciones militares para prevenir posibles ataques contra él, incluso si un ataque no es inminente. Esta doctrina se utilizó para justificar la invasión de Irak en 2003, basándose en acusaciones (que resultaron infundadas) de que Irak poseía armas de destrucción masiva.
  4. Promoción de la democracia: La estrategia también subrayaba la importancia de promover la democracia y las libertades individuales en todo el mundo, considerando que las sociedades libres tienen menos probabilidades de amenazar la paz y la seguridad internacionales.
  5. Unilateralismo: La estrategia también afirmaba que, aunque Estados Unidos intenta colaborar con otras naciones y organizaciones internacionales, no dudará en actuar en solitario si es necesario para proteger sus intereses nacionales.

La Estrategia de Seguridad Nacional de 2002 dio lugar a una serie de intervenciones militares estadounidenses, cuya motivación principal era la protección de la seguridad nacional de Estados Unidos, más que la promoción de la democracia. Los ejemplos incluyen:

  1. Invasión de Afganistán (2001): En respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos invadió Afganistán para derrocar al régimen talibán, que daba cobijo a Al Qaeda. El principal objetivo de esta operación era eliminar la amenaza que suponía Al Qaeda, aunque también se incluyeron en la misión esfuerzos de construcción del Estado y promoción de la democracia.
  2. Invasión de Irak (2003): Estados Unidos invadió Irak basándose en acusaciones de que el régimen de Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. Aunque la promoción de la democracia se presentó como un objetivo secundario, la meta principal era eliminar lo que EEUU consideraba una amenaza para su seguridad.
  3. Guerra contra el terrorismo: Más allá de Afganistán e Irak, la estrategia de seguridad nacional dio lugar a una serie de operaciones antiterroristas en todo el mundo, desde el Cuerno de África hasta el Sudeste Asiático. En muchos casos, estas operaciones tuvieron lugar en países que no eran democracias, y el objetivo principal era desbaratar las actividades terroristas más que promover la democracia.

Estas acciones han sido criticadas a menudo por su unilateralismo y su dependencia de la fuerza militar. Además, aunque la seguridad estadounidense era la prioridad, estas intervenciones tuvieron a menudo importantes consecuencias políticas y humanitarias en los países objetivo, y su éxito a largo plazo en la promoción de la estabilidad y la democracia fue ampliamente cuestionado.

Intervención en Afganistán (2001-2021)[modifier | modifier le wikicode]

La intervención militar en Afganistán comenzó en octubre de 2001, apenas un mes después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. El objetivo principal era desmantelar Al Qaeda derrocando al régimen talibán, que los albergaba y se negaba a entregarlos. Esta intervención contó con el apoyo de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. La operación fue llevada a cabo principalmente por fuerzas estadounidenses, apoyadas por aliados de la coalición internacional, en el marco de la Operación Libertad Duradera. Paralelamente, se estableció la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) bajo mandato de la ONU para ayudar a estabilizar el país y establecer un nuevo gobierno. A pesar de la presencia de muchos países, Estados Unidos ha aportado el grueso de las tropas y los recursos. Ha desempeñado un papel destacado en la estrategia y las operaciones sobre el terreno, incluida la lucha contra la insurgencia talibán que siguió al derrocamiento inicial del régimen. A lo largo de los años, el esfuerzo bélico en Afganistán se ha vuelto cada vez más controvertido, tanto en Estados Unidos como en el extranjero, debido a los elevados costes humanos y financieros, la persistente inseguridad y la corrupción endémica del gobierno afgano. A pesar de los esfuerzos por establecer una democracia estable y operativa, el país ha seguido marcado por la inestabilidad y la violencia. En 2021, tras dos décadas de presencia militar, Estados Unidos retiró sus últimas tropas de Afganistán, lo que provocó un rápido retorno de los talibanes al poder. Este resultado suscitó muchos interrogantes sobre la eficacia y las consecuencias a largo plazo de la intervención.

La reconstrucción institucional de Afganistán fue un elemento clave de la intervención de Estados Unidos y la comunidad internacional tras el derrocamiento del régimen talibán en 2001. El proceso de democratización se formalizó con la adopción de una nueva constitución en 2004, que estableció un sistema político tricameral formado por una Cámara de Representantes, un Senado y una Loya Jirga (asamblea tradicional de líderes comunitarios). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por crear instituciones democráticas, el proceso de democratización se vio obstaculizado por diversos factores. Entre ellos, la corrupción endémica, la inseguridad persistente, la falta de desarrollo económico, las profundas desigualdades sociales y las tensiones étnicas y regionales. Además, el resurgimiento de los talibanes seguía amenazando la estabilidad del país. En consecuencia, el objetivo de la estabilización política y la seguridad fue adquiriendo cada vez más prioridad sobre la democratización. Esto se reflejó en un mayor apoyo a las fuerzas de seguridad afganas, así como en los esfuerzos por negociar un acuerdo de paz con los talibanes. Sin embargo, estos esfuerzos no han conseguido poner fin a la violencia ni estabilizar el país de forma sostenible, y Afganistán sigue enfrentándose a importantes problemas de gobernabilidad y seguridad.

A pesar de los esfuerzos iniciales por instaurar la democracia y reconstruir el país, la presencia extranjera en Afganistán ha encontrado una oposición creciente con el paso del tiempo. Esto se debe a varias razones:

  1. Efectos colaterales de la acción militar: Las operaciones militares han provocado en ocasiones la muerte de civiles, alimentando la ira y el resentimiento contra las fuerzas extranjeras. Estos incidentes, ya sean incursiones nocturnas, ataques aéreos o detenciones, se han percibido a menudo como ataques a la soberanía y el honor afganos.
  2. La militarización de la ayuda: Los intentos de integrar los esfuerzos de desarrollo y reconstrucción con la estrategia de contrainsurgencia han dado lugar en ocasiones a la politización de la ayuda. En algunos casos, esto puede haber conducido a una distribución desigual de los recursos o a la percepción de favoritismo, exacerbando las tensiones locales.
  3. Corrupción y gobernabilidad: La corrupción dentro del gobierno afgano, a menudo percibida como apoyada por la comunidad internacional, también ha alimentado el descontento. Muchos afganos se sienten frustrados por la falta de responsabilidad y transparencia de sus dirigentes.
  4. Resurgimiento talibán: Los talibanes aprovecharon el descontento con la presencia extranjera para reclutar nuevos miembros y llevar a cabo atentados contra las fuerzas de seguridad afganas e internacionales. También han aprovechado la situación para recuperar terreno en muchas partes del país.

Estos factores han contribuido a crear una situación compleja y volátil, en la que la misión original de democratización se ha visto cada vez más eclipsada por imperativos de seguridad y estabilización.

El verano de 2021 marcó un momento crítico en la historia de Afganistán con la retirada total de las tropas estadounidenses, poniendo fin a una presencia militar de casi dos décadas. Poco después de la retirada estadounidense, los talibanes recuperaron rápidamente el control del país, derrocando al gobierno respaldado por Estados Unidos.

Esta transición rápida y a menudo caótica planteó interrogantes sobre la política estadounidense en Afganistán y tuvo varias implicaciones:

  1. Credibilidad de EEUU: La precipitada retirada y la rápida caída del gobierno afgano han provocado críticas a Estados Unidos. Algunos han cuestionado la planificación y ejecución de la retirada, mientras que otros han debatido el impacto de estos acontecimientos en la credibilidad y el liderazgo internacional de Estados Unidos.
  2. Estabilidad de Afganistán: Con los talibanes de nuevo en el poder, el futuro de Afganistán sigue siendo incierto. El país se enfrenta a numerosos retos, como los derechos humanos, el acceso a la educación de niñas y mujeres, la seguridad y el desarrollo económico.
  3. Democracia y derechos humanos: La retirada de Estados Unidos y el regreso de los talibanes han tenido un impacto significativo en la democracia y los derechos humanos en Afganistán. Los avances logrados en las dos últimas décadas en materia de derechos de la mujer, libertad de prensa y gobernanza democrática están en peligro.
  4. Lucha antiterrorista: El regreso de los talibanes al poder también ha suscitado la preocupación de que Afganistán pueda volver a convertirse en refugio de grupos terroristas.

En resumen, la situación en Afganistán tras la retirada de Estados Unidos ha suscitado muchas dudas sobre la eficacia y el impacto a largo plazo de la intervención estadounidense.

La intervención en Irak (2003-)[modifier | modifier le wikicode]

La invasión estadounidense de Irak en 2003 constituyó un periodo importante de la historia reciente, con implicaciones de gran alcance para la política y la seguridad internacionales. Estados Unidos, con el apoyo de la coalición, invadió Irak con el argumento principal de que el régimen de Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva (ADM), que suponían una amenaza para la seguridad internacional. Estas armas nunca se encontraron. Otras razones aducidas para la invasión fueron los supuestos vínculos de Irak con Al Qaeda y el deseo de establecer un régimen democrático en Oriente Medio. Estas justificaciones fueron ampliamente rebatidas, tanto a nivel nacional como internacional. La operación, bautizada por Estados Unidos como "Libertad Iraquí", comenzó en marzo de 2003. La ausencia de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que aprobara explícitamente la invasión fue ampliamente cuestionada y criticada por violar el derecho internacional. La invasión derrocó rápidamente al régimen de Sadam Husein, pero desencadenó un largo periodo de conflicto violento, que incluyó una insurgencia armada y tensiones sectarias entre chiíes y suníes. Los esfuerzos por establecer un nuevo gobierno y reconstruir el país se enfrentaron a numerosos retos, como la corrupción, la violencia sectaria y el impacto de las intervenciones externas.

Tras la caída de Sadam Husein en 2003, Estados Unidos y sus aliados se enfrentaron a una gran inestabilidad en Irak. La falta de un plan claro para la transición a un nuevo gobierno provocó muchos problemas, como el aumento de la violencia sectaria, la insurgencia armada y la inseguridad. La Autoridad Provisional de la Coalición (APC), dirigida por Estados Unidos, se creó para gobernar Irak inmediatamente después de la invasión. Sin embargo, la APC ha sido criticada por su gestión de la transición, en particular por su decisión de disolver el ejército iraquí, que exacerbó la inseguridad y alimentó la insurgencia. En 2004, la APC transfirió la soberanía a un gobierno provisional iraquí. Sin embargo, Estados Unidos siguió muy implicado en los asuntos de Irak, tanto militar como políticamente. Ha seguido manteniendo una importante presencia militar en el país y ha desempeñado un papel fundamental en la formación y el apoyo a las fuerzas de seguridad iraquíes. Los esfuerzos por democratizar Irak se han visto obstaculizados por multitud de problemas, como la violencia sectaria, la corrupción, la falta de desarrollo económico y la ausencia de una cultura política democrática. A menudo, la prioridad ha sido estabilizar el país y gestionar la inseguridad en lugar de promover la democracia. En última instancia, aunque Irak ha avanzado hacia alguna forma de democracia, con varias elecciones generales desde 2005, la situación sigue siendo inestable y el país dista mucho de ser una democracia liberal estable. Estados Unidos sigue teniendo influencia en Irak, pero su papel e impacto son objeto de debate.

La Constitución iraquí de 2005, aprobada en referéndum, pretendía efectivamente instaurar la democracia en el país, creando instituciones políticas basadas en gran medida en el modelo occidental. También pretendía romper radicalmente con el pasado autoritario del país bajo el régimen de Sadam Husein. Algunos de los principales elementos de esta constitución son

  • Bicameralismo: La constitución estableció un sistema parlamentario bicameral, con un Consejo de Representantes (Majlis an-Nuwwāb) y un Consejo de la Federación (Majlis al-Ittihād). El Consejo de Representantes es el principal órgano legislativo, mientras que el Consejo de la Federación representa a las provincias del país.
  • Tribunal Supremo: La Constitución prevé la creación de un Tribunal Supremo independiente que juzgue la constitucionalidad de las leyes y reglamentos y resuelva los conflictos de jurisdicción entre los distintos niveles de gobierno.
  • Carta de Derechos: La constitución iraquí también incluye una "Carta de Derechos y Libertades Fundamentales" que garantiza una serie de derechos civiles y políticos, como la libertad de expresión, la libertad religiosa y el derecho a un juicio justo.
  • Federalismo: La constitución de 2005 también introdujo un sistema federal, reconociendo un amplio grado de autonomía a la región del Kurdistán, que ya gozaba de cierta independencia de facto desde el final de la primera Guerra del Golfo en 1991.

Sin embargo, la aplicación de esta constitución se ha visto obstaculizada por numerosos problemas, como la violencia constante, las tensiones sectarias y la falta de capacidad institucional. Además, la constitución ha sido criticada por algunos por exacerbar las divisiones sectarias, especialmente a través de su sistema de cuotas para los diferentes grupos religiosos y étnicos.

La purga del partido Baas de Sadam Husein ha trastornado profundamente el aparato estatal iraquí. Esto se debió en parte a la política de "desbaazificación" aplicada por la administración estadounidense tras la invasión, que supuso la destitución de muchos funcionarios y militares vinculados al régimen anterior. La desbaazificación ha sido criticada por contribuir a la inestabilidad en Irak de varias maneras. En primer lugar, creó un gran número de personas descontentas y desplazadas que perdieron su trabajo y su estatus, muchas de las cuales se unieron a grupos insurgentes. En segundo lugar, desmanteló instituciones esenciales para el funcionamiento del Estado, creando un vacío que los nuevos dirigentes iraquíes y sus aliados estadounidenses han luchado por llenar. Además, la invasión exacerbó las tensiones sectarias en Irak, provocando una violencia generalizada entre grupos suníes, chiíes y kurdos. El caos y la inestabilidad resultantes también crearon un entorno propicio para la aparición de grupos extremistas, entre ellos el Estado Islámico (también conocido como Daech), que logró hacerse con el control de amplias zonas del país en 2014. En definitiva, la invasión estadounidense de Irak y los posteriores esfuerzos de reconstrucción han dejado un balance desigual, con importantes retos para la democratización y estabilización del país. Esto ha contribuido a desacreditar la intervención estadounidense a ojos de muchos observadores, tanto dentro como fuera de Irak.

Las presidencias de Obama (2008-2016) y Trump (2016-2020): la institucionalización del unilateralismo[modifier | modifier le wikicode]

La presidencia de Barack Obama marcó una cierta ruptura con el enfoque unilateralista e intervencionista adoptado por la administración de George W. Bush. En junio de 2009, en su famoso discurso de El Cairo, Obama subrayó el compromiso de su administración con una nueva relación entre Estados Unidos y el mundo musulmán, basada en el respeto y el entendimiento mutuos. También reconoció que la democracia no puede imponerse desde fuera y que corresponde a los pueblos de cada país determinar su propio camino hacia la democracia y la libertad. Sin embargo, la ambición de Obama de poner fin al intervencionismo estadounidense en Oriente Medio ha resultado difícil de alcanzar en la práctica. Aunque las tropas estadounidenses se retiraron de Irak en 2011, Estados Unidos mantuvo su presencia militar en Afganistán durante toda su presidencia. Además, la administración Obama también tuvo que lidiar con la crisis en Libia y la guerra civil en Siria, donde apoyó indirectamente a algunos grupos rebeldes. Si este periodo marca el "cierre del ciclo del mesianismo democrático abierto por Wilson en 1917" es una cuestión debatida por historiadores y analistas políticos. Algunos sostienen que el discurso de Obama y sus políticas posteriores marcan una ruptura con el mesianismo democrático, mientras que otros sostienen que se trata más bien de una evolución o reinterpretación de esa ideología.

El mandato de Barack Obama ha estado marcado por numerosos retos en el frente internacional, entre ellos hacer frente al legado de las guerras de Irak y Afganistán. En Afganistán, a pesar de su intención inicial de poner fin a la intervención militar, Obama decidió en 2009 aumentar el número de tropas estadounidenses en el país para luchar contra los talibanes. Esta decisión se debió en parte a la continua inestabilidad en Afganistán y al ascenso de los talibanes. La retirada total de las tropas estadounidenses no tuvo lugar hasta 2021, bajo la presidencia de Joe Biden. En Irak, tras la retirada completa de las tropas estadounidenses en 2011, persistió la inestabilidad y el Estado Islámico (Daech) se hizo con el control de amplias zonas en 2014. En respuesta, Obama ordenó el despliegue de tropas estadounidenses para apoyar a las fuerzas iraquíes en su lucha contra el Estado Islámico. Esta decisión se tomó principalmente por razones de seguridad, no para promover la democracia. Estos acontecimientos demuestran que, a pesar de las intenciones declaradas de Obama de poner fin al intervencionismo estadounidense en Oriente Medio, las realidades sobre el terreno han dificultado enormemente esta tarea. También ponen de relieve el hecho de que la promoción de la democracia no era el principal objetivo de estas intervenciones, sino la protección de los intereses de seguridad estadounidenses.

La presidencia de Donald Trump (2017-2021) ha estado marcada por una retórica aislacionista y de "América primero". Esta orientación se ha expresado claramente en varias decisiones políticas notables, como la retirada de los acuerdos climáticos de París, el cuestionamiento de la OTAN o la guerra comercial con China. Con respecto a Oriente Medio, Trump también ha expresado su intención de retirar las tropas estadounidenses de Afganistán e Irak. Sin embargo, en la práctica, las tropas estadounidenses han permanecido en estas regiones por razones estratégicas y de seguridad. Por ejemplo, en 2020, a pesar de un acuerdo con los talibanes para retirarse por completo, EEUU mantuvo una presencia militar en Afganistán, en gran parte debido a la continua inestabilidad en el país. En Irak, a pesar del deseo de Trump de retirar las tropas, EEUU ha mantenido una presencia militar para apoyar al gobierno iraquí en su lucha contra el Estado Islámico y para contrarrestar la influencia iraní en la región. Al igual que bajo la administración Obama, la continua presencia militar estadounidense bajo la administración Trump no ha estado motivada principalmente por la promoción de la democracia, sino más bien por preocupaciones de seguridad e intereses estratégicos.

La administración Trump se ha caracterizado por decisiones unilaterales y un enfoque de "Estados Unidos primero" que a menudo ha sorprendido y preocupado a los aliados estadounidenses. Este enfoque se ha ejemplificado con varias acciones y decisiones emblemáticas:

  1. Retirada del Acuerdo de París sobre el Clima: Anunciada en 2017, esta retirada ha sido criticada internacionalmente. El Acuerdo de París había sido firmado por 195 países, con el objetivo de limitar el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados. La retirada de Estados Unidos, que es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, se consideró un golpe a los esfuerzos mundiales contra el cambio climático.
  2. Retirada del acuerdo nuclear con Irán: En 2018, Trump anunció que Estados Unidos se retiraba del acuerdo nuclear con Irán, un acuerdo internacional diseñado para limitar el programa nuclear iraní. Esta decisión se tomó sin consultar previamente a los demás firmantes del acuerdo (Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia, China y la UE), que siguieron apoyándolo.
  3. Guerra comercial con China: La administración Trump lanzó una serie de aranceles contra China, desencadenando una guerra comercial que ha tenido repercusiones mundiales. La medida ha sido criticada por su enfoque unilateral y sus efectos negativos en la economía mundial.
  4. Cuestionamiento de la OTAN: Trump ha criticado repetidamente a la OTAN, diciendo que otros países miembros no están contribuyendo lo suficiente a la alianza. Estos comentarios han suscitado dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la OTAN.

Estas decisiones han avivado las tensiones entre Estados Unidos y sus aliados, y han llevado a cuestionar el compromiso estadounidense con el sistema internacional y sus alianzas tradicionales.

La presidencia de Biden: ¿qué política exterior para Estados Unidos?[modifier | modifier le wikicode]

Joe Biden asumió el cargo en enero de 2021 con la promesa de restablecer las alianzas internacionales y volver a implicar a Estados Unidos en los acuerdos e instituciones mundiales. Sin embargo, también heredó importantes retos, entre ellos poner fin a la guerra en Afganistán.

  • Retirada de Afganistán: En abril de 2021, Biden anunció que EEUU se retiraría de Afganistán, poniendo fin a una guerra que había durado casi 20 años. La retirada se completó en agosto de 2021. Sin embargo, la rapidez con la que los talibanes recuperaron el control del país ha suscitado críticas, y algunos afirman que la retirada se gestionó mal y que Estados Unidos ha abandonado al pueblo afgano.
  • Recompromiso con los acuerdos internacionales: Biden reintegró a Estados Unidos en el Acuerdo del Clima de París y reanudó el compromiso de Estados Unidos con la Organización Mundial de la Salud. También señaló su intención de reanudar las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Irán.
  • Relaciones con China: Biden también reconoció la necesidad de responder al ascenso de China. Su política es una combinación de competencia y cooperación, tratando de desafiar las prácticas comerciales desleales de China al tiempo que colabora en cuestiones como el cambio climático.
  • Relaciones con los aliados: Biden trató de asegurar a los aliados de Estados Unidos que el país es un socio fiable y está comprometido a apoyar el sistema internacional. Afirmó el compromiso de EEUU con la OTAN y trató de reforzar las alianzas en Europa y Asia.

Aunque Biden trató de restaurar el multilateralismo, persisten algunos retos. Persisten las tensiones con Rusia, Corea del Norte y otros actores internacionales. Además, la forma en que se ha gestionado la retirada de Afganistán ha suscitado dudas sobre la fiabilidad de EEUU como socio. Queda por ver cómo se desarrollará la presidencia de Biden y qué impacto tendrá en el papel de Estados Unidos en la escena internacional.

Desde su toma de posesión, la presidencia de Joe Biden ha tratado de reafirmar el compromiso estadounidense con el multilateralismo. Esto se ha manifestado de varias maneras:

  • Acuerdos internacionales: Biden volvió a comprometer a EEUU en el Acuerdo del Clima de París, que había abandonado bajo la presidencia de Donald Trump. También se reincorporó a la Organización Mundial de la Salud y se mostró dispuesto a reiniciar las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Irán.
  • Relaciones con los aliados: Biden afirmó la importancia de las alianzas, incluida la OTAN, y trató de fortalecer las relaciones con los aliados tradicionales de EE.UU. en Europa y Asia, que muchos consideran que han sido descuidados bajo Trump.
  • Diplomacia: Biden expresó su compromiso con la diplomacia y trató de restablecer el papel de EEUU como "líder del mundo libre". Subrayó la importancia de los valores democráticos y los derechos humanos en la política exterior estadounidense.

Sin embargo, el multilateralismo de Biden se enfrenta a desafíos. La retirada de Afganistán, aunque ampliamente apoyada por la opinión pública estadounidense, ha suscitado críticas internacionales. Además, las tensiones con países como China y Rusia siguen planteando desafíos a la política exterior estadounidense.

En cuanto al intervencionismo, Biden ha tratado de distanciarse de la política de intervención militar estadounidense de las últimas décadas. La retirada de Afganistán es un claro ejemplo. Sin embargo, la política exterior de Biden sigue centrada en la protección de los intereses estadounidenses, lo que podría dar lugar a intervenciones, aunque probablemente a través de medios no militares o menos directos, como la diplomacia, las sanciones y la ayuda a otras naciones.

La política estadounidense hacia Rusia y Ucrania ha consistido en apoyar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, desalentar la agresión rusa y abogar por una resolución diplomática del conflicto. Esto ha implicado a menudo sanciones económicas contra Rusia, ayuda financiera a Ucrania y compromiso diplomático con ambos países y la comunidad internacional. El enfoque de la administración Biden hasta 2021 ha sido apoyar a Ucrania mediante ayuda económica, militar y diplomática, evitando al mismo tiempo implicarse directamente en el conflicto. Esto incluye el suministro de equipos de defensa, la formación de las fuerzas armadas ucranianas, la asistencia económica y el apoyo a los esfuerzos diplomáticos para resolver el conflicto. El hecho de que el ejército estadounidense no participe directamente en los combates contra Rusia es coherente con esta política. También refleja una preocupación ampliamente compartida de que la participación militar directa de EE.UU. podría intensificar el conflicto y conducir a una confrontación más amplia entre EE.UU. y Rusia, ambas potencias nucleares.

Apéndices[modifier | modifier le wikicode]

Referencias[modifier | modifier le wikicode]