« Los profesionales de la seguridad: burocratización, institucionalización, profesionalización y diferenciación » : différence entre les versions
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Para abordar la noción de "profesionales de la seguridad", primero debemos centrarnos en los conceptos de burocratización y racionalización del Estado. La guerra permite y obliga a los monarcas a centralizar y burocratizar su aparato administrativo para poder recaudar impuestos, hacer el censo de su propia población que es una condición necesaria para poder aumentar las tropas, pero también los impuestos. Se trata de prácticas bélicas esenciales, que implican prácticas administrativas y, por lo tanto, una burocracia relativamente eficiente que no se ocupa principalmente de tácticas militares, del uso de la fuerza en el campo de batalla, sino de un conjunto mucho más amplio de prácticas administrativas, pero que, no obstante, son esenciales para la visión de guerra del rey. Desde este punto de vista, es importante centrarnos en las nociones de burocratización y en la noción subyacente de racionalización que hemos abordado de una manera que no cuestione lo que es la burocracia, que distingue una burocracia y su pretensión de legitimidad de otras pretensiones de legitimidad. Sin embargo, entender lo que es una burocracia es importante para comprender cómo se transforman las prácticas coercitivas. | |||
== | == Burocratización de la coerción == | ||
La | La burocracia en sentido estricto es el gobierno por oficinas, es decir, por un aparato compuesto por funcionarios públicos sujetos a procedimientos anónimos y rutinas administrativas. Esta definición puede dar la impresión de que la burocracia, al final, no marca un cambio significativo o drástico en la práctica estatal. En realidad, el surgimiento del principio burocrático es un proceso fundamental en la medida en que utiliza la escritura, incorpora el principio de la escritura que es el principio de los documentos escritos en el ejercicio del poder, que tendrá un impacto mucho mayor y significativo en el ejercicio del poder estatal. Cuando decimos que la burocracia es "gobierno por las oficinas", pensamos en las oficinas como un lugar físico, pero lo que está detrás de la noción de "oficina" en el término "burocracia" es sobre todo el trabajo escrito, el hecho de grabar, de dejar huellas escritas sobre el comportamiento de la población que administramos, pero también sobre las burocracias que nos administramos. La escritura tiene un impacto muy importante en el ejercicio del poder estatal, ya que la escritura es sobre todo una acumulación de información. Así, el surgimiento de la capital informativa de la que nos habló Pierre Bourdieu en "Esprit d' État genèse et structure du champ buroucratique", publicado en 1993, que permite al actual gobierno reclamar una cantidad considerable de información sobre la población que administra, es el hecho de escribir la información, registrar la población y crear archivos que también permiten crear una memoria colectiva que forma parte de la memoria colectiva. | ||
El "poder de las oficinas" es inseparable del registro escrito, archivo de archivos, comunicaciones. Constituye un poder de información significativo por parte del Estado que resulta en la imposición de clasificaciones legítimas aceptadas por la población, ya que esto implica la creación de categorías. Hay un conjunto de sistemas de clasificación que nos parecen "obvios", como es el caso de las "categorías socioprofesionales", pero que en realidad son producto del trabajo burocrático. El surgimiento de las burocracias es en realidad un proceso de acumulación de información en manos de un gobierno y su aparato que fortalece y consolida el poder estatal. Esto demuestra que la burocratización del Estado no sólo es un proceso instrumental en la lógica de transformación de las guerras, sino que también es algo que transforma fundamentalmente las relaciones entre la administración y la administración, transformando así las relaciones internas del Estado en modernización. | |||
La | La burocracia en su sentido más estricto no es algo reciente en sí mismo, se remonta a la invención de la escritura que marca la transición de la prehistoria a la historia. La burocracia es inseparable del registro escrito y, por lo tanto, de la invención de la escritura. Desde la invención de la escritura, estimada alrededor del 4000 a. C., ha habido una monopolización de la actividad de escritura por parte de los poderes de las ciudades-estados y los imperios antiguos, que ya acumulan poder informativo al registrar su población y documentar los derechos de propiedad en los territorios que ocupan. Este es particularmente el caso de los escribas que tenían una función de administración del dominio del faraón que le permitía conocer a su población, utilizarla tanto para la realización de grandes obras como para actividades bélicas, mostrando así la importancia del vínculo entre poder y escritura, entre poder y acumulación de capital informativo que permitía la capacidad de escribir reservada inicialmente a una pequeña élite que, a través de esta capacidad de escribir y por lo tanto de escribir. | ||
La burocratización masiva e intensiva del poder político se considera ante todo propiedad del Estado moderno. Weber era conocido como el teórico de la legitimidad legal racional que es la legitimidad específica reivindicada por el Estado moderno y que pasa por su burocratización. Según Max Weber, la burocracia es una característica omnipresente en la constitución de las sociedades modernas. Esto no es sólo el monopolio de la violencia legítima, sino también la burocratización. En "El Juicio" publicado en 1925, Kafka imagina una distopía en la que un tribunal excesivamente burocrático traumatiza a Joseph K. Se desarrolla toda la dimensión de absurdo e ineficacia que tendemos a equiparar con la burocracia. Weber insiste mucho más cuando habla de burocracia en el surgimiento de la racionalidad instrumental en el ejercicio del poder estatal, en el fortalecimiento de la capacidad del Estado para transformar y dar forma a la sociedad a su imagen. Se trata de dos representaciones de cierta manera contradictorias de la burocracia que son constitutivas de la modernidad con la burocracia como algo procedimental, ineficaz o incluso incomprensible para la gente común, pero al mismo tiempo como una condición indispensable de poder político y administrativo efectivo que permite al gobierno no sólo de los territorios, sino también de las poblaciones. Se trata en realidad de dos imágenes del mismo proceso que marcan la burocratización del Estado y que Kafka y Weber ven de manera diferente, pero que se enfrenta a otro proceso. | |||
Cabe destacar el vínculo entre burocratización y guerra. Las primeras instituciones en desarrollar burocracias o una lógica de burocratización sistemática son las fuerzas armadas. Los ejércitos se burocratizaron muy pronto, e incluso podemos llegar a decir que la guerra está en las raíces de la burocratización moderna que comenzó. Weber considera que la burocratización es una transformación duradera del Estado moderno y, sin embargo, la burocratización se ve a lo largo de la historia, aunque es ante todo la historia de la burocratización del aparato militar antes de que se convierta en la burocratización general de las administraciones estatales. Incluso en el siglo XIX, si tomamos un Estado como el Reino de Prusia, fue sobre todo el Estado Mayor Prusiano, considerado el modelo más eficaz de burocracia y considerado como un modelo global en la administración del Estado Prusiano. Esto muestra en el siglo XIX el vínculo entre burocratización y guerra y, por tanto, la percepción de la sede militar como el proveedor de un modelo de burocracia estatal. | |||
¿Por qué es tan importante entender la lógica de la burocratización cuando se habla de prácticas de seguridad? Se podría decir que si la seguridad es ante todo una defensa contra las amenazas y, por lo tanto, presupone la capacidad de luchar, incluso por la fuerza de los ejércitos, ¿cómo intervienen las burocracias? De hecho, los profesionales, como creemos con razón que están en el centro de las prácticas de seguridad, son cada vez más burócratas. Si tomamos el ejemplo de los militares, generalmente en las definiciones académicas y sociológicas de lo que es un militar, podemos ver lo que en la literatura de la sociología-militar se conoce como la "especificidad militar", es decir, lo que la institución militar tiene de diferente a otras instituciones, e insistimos aquí en el hecho de que los militares son expertos en el uso de la fuerza, que es un depósito de violencia militar. Es una minoría de personal militar que normalmente se entrena para la guerra o lleva a cabo la guerra en el campo de batalla. De hecho, la mayoría son burócratas en el cumplimiento de su deber militar está relacionado con la logística, la planificación, el apoyo, el mando y el control, y el entrenamiento, que son un conjunto de prácticas que no tienen nada que ver con el uso de la fuerza. En este sentido, la mayoría de los militares son burócratas antes de convertirse en guerreros. Cuando hablamos de la transformación de la profesión militar hoy en día, es importante distinguir entre las funciones de guerrero y las no coercitivas de los militares, que sin embargo son importantes para comprender las prácticas de seguridad de esta institución. El personal militar no sólo es caudillo en cualquier caso en tiempos de guerra, y cuando se encuentra en el campo de batalla al mismo tiempo, es también un jefe militar y como gerente, es también un burócrata que trabaja en oficinas y ejerce su poder profesional a través de oficinas como lugares donde se escribe, registra, almacena y almacena la información. | |||
Esta transformación puede verse en la "relación entre los dientes y la cola", el diente que se refiere a la dimensión coercitiva de la administración militar, el número de militares que están o pueden estar involucrados en el uso de la fuerza en el campo de batalla. La "cola" se refiere a todo lo que es la administración de las unidades militares, pero también a la administración de la población, ya que se trata de tomar a través del reclutamiento y el servicio militar para constituir soldados, para los logísticos, se trata de enumerar todos los recursos materiales susceptibles de ser movilizados y utilizados en tiempos de guerra. | |||
La "tooth-to-tail ratio" refleja la propensión del personal militar, que se ajusta a la imagen de guerra de los militares, pero que en realidad es cada vez menos frecuente en la institución militar. Durante la Guerra Civil Americana, esta proporción fue de 9:1. Para los 9 soldados que lucharon en el frente de esta guerra, había un administrador o burócrata que se especializaba en la entrega inmediata de armas en el campo de batalla, lo que significaba la lista de las armas disponibles y las plantas de fabricación de armas en el territorio que administraba para transportarlos al campo de batalla, pero también se refirió a los que estaban realizando el censo de la población para levantar ejércitos con el fin de levantar ejércitos. Durante la Segunda Guerra Mundial, esta proporción fue de 1:1, con un promedio de 1 burócrata militar por combatiente. Actualmente, esta proporción en los estados occidentales es de 1:10. A través de estas proporciones y esta evolución, podemos ver que los ejércitos se están burocratizando cada vez más, cada vez menos personal militar está usando o probablemente usará la fuerza en el campo de batalla, y cada vez más personal militar probablemente trabajará en las oficinas. | |||
Existe esta evolución por una variedad de razones complejas. Una de las razones es que la mayor sofisticación de las armas utilizadas en tiempo de guerra, junto con una mayor capacidad de destrucción de esas armas, significa que no es necesario tener una relación de 9:1 para llevar a cabo una guerra con eficacia. Cuando tenemos aviones de combate y sobre todo cuando tenemos aviones teledirigidos, no es necesariamente necesario desplegar hombres en el campo armados a mano, podemos estar satisfechos con tener un ejército de informáticos, especialistas en tecnologías de la información y la comunicación o logísticos que conducen la guerra a través de aviones teledirigidos. Los pilotos son necesarios para los pilotos de combate y detrás de los pilotos, hay todo un ejército de administradores, burócratas, especialistas en inteligencia militar que trabajan río arriba para permitir el bombardeo. La sofisticación de las armas explica en gran medida la burocratización de los ejércitos. El asesinato selectivo, que está matando mediante el uso de zánganos, se encuentra realmente en una zona de indistinción en la que es muy difícil decir si estamos en la dimensión de un soldado que utiliza la fuerza inmediatamente después de la batalla o si estamos más bien en la lógica de las actividades burocráticas y administrativas que tienen lugar antes del uso de la fuerza. Lo cierto es que esto refleja una distancia gradual entre el soldado y su objetivo, hay una distancia a largo plazo inseparable del surgimiento de armas cada vez más sofisticadas que, desde el siglo XV hasta nuestros días, permiten a los militares alejarse gradualmente del campo de batalla y, por lo tanto, distanciarse de su capacidad de ver directamente los resultados del daño y la destrucción que ha causado. | |||
Esta misma preponderancia de la burocracia se encuentra en el trabajo policial y puede ser incluso mayor que en el trabajo militar, ya que, desde el punto de vista militar, la administración y la burocracia son ante todo un instrumento. Desde el punto de vista militar y de la historia de la guerra, la burocracia puede ser vista como un instrumento sine qua non para aumentar los impuestos y las tropas, administrando las propias unidades militares y, por lo tanto, ser capaz de librar la guerra inmediatamente. | |||
En cuanto al trabajo policial, se trata de mantener el orden e identificar un cierto número de irregularidades en el comportamiento de una población. La regularidad del comportamiento constituye la base de la norma social por la que los agentes de policía son garantes, lo que implica que luchan contra la incivilidad y la delincuencia, pero también contra la delincuencia, organizada o no. Para identificar las irregularidades de comportamiento dentro de una población, para identificar lo que no constituye un comportamiento normal y lo que es un comportamiento desviado en una población, primero es necesario conocer, registrar, observar y archivar sus movimientos y desplazamientos y, por lo tanto, administrar las poblaciones y los territorios en los que se encuentran. En cierto sentido, la burocracia puede ser vista como el corazón mismo del trabajo policial, debido a su poder para acumular información y así construir el capital informativo de una institución. Los registros de población se utilizan tanto para identificar a las poblaciones desviadas, delincuentes y criminales y distinguirlas del resto de la población, como para identificar patrones de comportamiento. Un agente de policía que utiliza el derecho de legítima defensa para detener a alguien es sólo una parte de la realidad policial, y la mayor parte del trabajo policial consiste sobre todo en registrar a la población con el fin de identificar los patrones de conducta en relación con los cuales se pueden definir comportamientos desviados, la delincuencia y el crimen. | |||
En | En lo que se refiere a los servicios de inteligencia, éste es también el caso del uso de una acumulación de información sobre una población determinada. El principio es recopilar información sobre una población y almacenarla de manera que pueda ser utilizada para identificar individuos o grupos contra los que queremos luchar eficazmente. | ||
[[Fichier:Total information awareness 1.gif|gauche|vignette]] | [[Fichier:Total information awareness 1.gif|gauche|vignette]] | ||
El programa "Total information awareness" es uno de los principales proyectos del servicio de inteligencia estadounidense después del 11 de septiembre, que fue el proyecto que buscó reunir información sistemática sobre individuos que viven en todo el mundo para poder escribir un informe de 20 páginas sobre cualquier individuo. Este programa se habría interrumpido sustancialmente desde 2004. En los servicios de inteligencia, existe la fantasía de una acumulación ilimitada de información y, por lo tanto, de construir un capital informativo que les permita fortalecer su poder sobre la población destinataria, que ya no es necesariamente la población administrada como en el trabajo policial, sino que está cada vez más contenida en el trabajo de la población con respecto a la población mundial. | |||
Desde esta perspectiva, la reciente tendencia en la transformación de la inteligencia es cada vez más indistinguible entre la policía y la inteligencia militar. Tradicionalmente, la inteligencia policial es la recopilación de información en una lógica de justicia penal, es decir, sobre individuos sospechosos de cometer un delito. La inteligencia militar no se ocupa de individuos, sino de grupos que son esencialmente las fuerzas armadas de estados enemigos. | |||
Hoy vemos inteligencia masiva dirigida tanto hacia adentro como hacia afuera, apuntando no sólo a los grupos a través de las fuerzas armadas enemigas, sino también a todos los individuos que habitan el planeta. Podemos ver la lógica de la inteligencia policial y militar de alguna manera fusionarse entre sí, especialmente a través del programa "Total information awareness", que ilustra e imagina los servicios de inteligencia modernos y, sobre todo, muestra la transformación de las prácticas de recopilación de datos de los servicios de inteligencia hacia una práctica de información de masas cada vez más importante, particularmente en una lógica de guerra contra el terrorismo. Pasa por el mismo proceso y la misma lógica que las burocracias, es decir, la documentación, el almacenamiento de datos y, en última instancia, la acumulación de información sobre grupos de población cada vez más grandes. | |||
Al hablar de acumulación, es importante destacar que implica un "cambio de mentalidad". La ideología que sustenta el poder estatal cambiará a medida que se burocratice el Estado. El funcionamiento del Estado se traducirá cada vez más en "procedimientos operativos estándar". Es decir, en situaciones similares, reproduciremos el mismo tipo de comportamiento definido a través de reglas de combate, procedimientos establecidos y que corresponden a los estándares de la profesión que lo pone en práctica, ya sean oficiales de policía o personal militar que deben seguir los procedimientos definidos de antemano. Esto explica la imagen a menudo negativa de la burocracia como siendo, al final, muy mecánica, inflexible y nunca adaptable a las transformaciones y flujos por los que la realidad se transforma cada día. Este "procedimiento operativo estándar" también explica la imagen de eficiencia y racionalidad que Max Weber identifica en las burocracias, porque es también a través de estos procedimientos operativos estándar que se evitan las ineficiencias y se intenta maximizar la eficiencia operativa de las burocracias. | |||
Otra característica de la burocracia es que es un poder impersonal. En principio, una burocracia y una burocracia que aplica los mismos procedimientos a todos, independientemente de quiénes sean. El poder burocrático debe ser impersonal, sabiendo que alguien no debe hacer ninguna diferencia, ya que en principio el burocrático no es propietario de su propio principio de legitimación, que se encuentra en un principio abstracto de burocracia, el principio de "procedimientos operativos estándar", que implica ignorar la identidad de los individuos y no aplicar principios abstractos. | |||
La | La burocratización estatal también se traduce en una mayor capacidad transformadora de las sociedades. Michael Mann explica cómo los estados, a través de la burocratización, ejercen un poder cada vez menos despótico y con más y más infraestructura. Intentaba responder a la pregunta de si los depositarios de los poderes del Estado tienen hoy más o menos poder sobre los monarcas de la Edad Media. Hay una paradoja porque, por un lado, el monarca de la Edad Media podía ordenar arbitrariamente la muerte de tal o cual individuo, su poder despótico era muy importante, del mismo modo que el emperador romano podía decidir qué población debía ser ejecutada. En este sentido, el monarca de la Edad Media o el emperador romano tenía más poder que la mayoría de los poderes ejecutivos en los Estados modernos, que no pueden decidir de manera puramente arbitraria llevar a la muerte a grupos de personas sin justificación alguna. Por lo tanto, el estado moderno tiene mucho menos poder despótico que el monárquico o los imperios. Por otra parte, tienen un poder de infraestructura incomparablemente más importante que los Estados de la Edad Media. El rey de la Edad Media no podía decidir homogenizar el idioma hablado por su propio pueblo por la sencilla razón de que nunca había inventariado esta población, no había educación nacional y por lo tanto no había escuela donde la población fuera enviada a aprender un idioma idéntico al que hablaba el monarca. Lo mismo ocurre con el Imperio Romano. Los Estados modernos tienen a través de su burocracia, sus ministerios y, en última instancia, a través del principio de la educación nacional y las escuelas imponen lenguas relativamente homogéneas en todo el territorio. Dentro de cada unidad lingüística, el idioma está homogeneizado, por un lado hay una lengua oficial y por otro lado prácticas dialectales imposibles de implementar en la Edad Media. Esto demuestra que el Estado moderno tiene mucho más poder a través de su infraestructura para transformar profundamente la sociedad. También implica que esos Estados dependen de las transformaciones que afectan a esas sociedades. El poder puramente arbitrario del ejecutivo de condenar a muerte a un individuo es imposible. | ||
La | La burocratización también da lugar a una división funcional de tareas, es decir, las burocracias se subdividen y se vuelven cada vez más complejas y especializadas en actividades cada vez más pequeñas. Son pensados en términos de una lógica de "medios-fines", es decir, su lógica es la de la racionalidad instrumental y una lógica en la que se distinguen diferentes niveles de aplicación de una decisión para maximizar su impacto. Esto puede verse a través de las administraciones militares que distinguen entre los niveles estratégico, operativo y táctico del gobierno. La distinción entre el nivel político que es el gobierno, el nivel estratégico que es la interfaz entre los gobiernos y las fuerzas armadas, los niveles operativos que es el territorio en el que intervienen las fuerzas armadas y el nivel táctico es el nivel en el que se despliegan las unidades militares. Esta distinción política, estratégica, operativa y táctica es también una distinción entre los objetivos fijados por el nivel político y los medios utilizados para alcanzar este objetivo, que se despliega a nivel táctico y operativo. Esta distinción típicamente burocrática entre lo político, lo estratégico, lo operativo y lo táctico es una distinción entre pensar en términos de "medios-fines", es decir, cómo maximizar las posibilidades de alcanzar un objetivo político maximizando los medios escasos o al menos caros para las fuerzas armadas. Este es un pensamiento en términos de eficiencia y maximización de la utilidad. | ||
Las burocracias difieren en los diferentes niveles jerárquicos. Hay una burocracia superior que da órdenes a las burocracias inferiores, pero al mismo tiempo siempre se presume que una burocracia es independiente o al menos autónoma en su propia esfera de acción. Desde este punto de vista, las relaciones cívico-militares son muy ambiguas debido a la racionalidad burocrática, ya que existe tanto la lógica de subordinación de la burocracia a las autoridades políticas de acuerdo con el principio jerárquico, es decir, se supone que un militar debe seguir las órdenes de un general que él mismo sigue las directivas políticas dadas por el Ministerio de Defensa, que a su vez, el propio Ministro de Defensa, está sujeto al poder ejecutivo, y el militar también está sujeto a la autoridad de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, se supone que los militares son autónomos como burocráticos en su propia esfera, que es la esfera militar. En principio, el poder ejecutivo no puede "microgestionar" operaciones militares sobre el terreno. Los aviones militares son autónomos en su propio ámbito de acción, sujeto a la política. Esta es la ambigüedad de las burocracias que están sujetas a la política y al mismo tiempo son autónomas en su propio ámbito, y este es claramente el caso de las fuerzas armadas. | |||
¿Cuáles son las implicaciones prácticas de esta burocracia? | |||
Es doble y esencialmente ambiguo, ya que al mismo tiempo, el hecho de que haya burocracias hace responsables a los políticos porque el hecho de que haya burocracias operando sobre la base del principio del acta escrita significa que las directivas dadas por los políticos, ya sea en términos de directivas represivas de las fuerzas armadas a su pueblo o en términos de actividades represivas de las fuerzas policiales, dejan huellas escritas en las administraciones y en la policía. Si no hubiera habido burocracia durante la guerra de Bosnia entre 1992 y 1995, habría sido muy difícil acusar a Radovan Karadži? de un crimen contra la humanidad, porque lo que hizo posible encontrar rastros de las órdenes que dio es, en particular, el hecho de que las burocracias, en particular militares, tomaron nota de las directivas políticas dadas y que en la ejecución de estos actos también enumeraron la forma en que se utilizaban estas directivas políticas. Así, la burocracia hace responsables a los políticos desde este punto de vista. | |||
Pero al mismo tiempo, paradójicamente, el sociólogo Zygmunt Bauman demostró cómo el principio burocrático mismo desempoderaba al aparato estatal. Esto se debe a que las burocracias están cada vez más diferenciadas según la diferenciación funcional, cada burocracia se especializa cada vez más en una actividad reducida y muy limitada. Al mismo tiempo, en la medida en que se refleja en términos de "medios-fines", su propósito se limita cada vez más a su ámbito de acción. Por ejemplo, en la implementación de la Shoah, podemos cuestionar la responsabilidad de los ferrocarriles en Francia, Alemania, Polonia y otros lugares para la ejecución de este genocidio. Los burócratas del ferrocarril siempre pueden decir que su papel era sólo trasladar a un cierto número de personas a un lugar determinado, lo que no es reprensible como tal, excepto que esta actividad esencialmente burocrática condicionó la posibilidad misma de transportar a las personas a los campos de concentración donde fueron eliminadas. Cada burócrata, en la medida en que sólo se ocupa de una dimensión muy pequeña de una operación global como el genocidio, no ve necesariamente el resultado global de esta miríada de actividades burocráticas. Sólo ve lo que hace, y lo que hace no conduce directamente a la muerte de los hombres. Esto significa que la burocratización del Estado, la división funcional de las tareas en tareas cada vez más precisas y reducidas, que se limitan cada vez más a las micro-finalidades, desempodera a todo el aparato estatal. Desde este doble punto de vista, el genocidio es posible gracias a la burocratización del Estado, pero la identificación de los responsables del genocidio también es posible gracias a la burocratización del Estado. De la misma manera, la burocratización se traduce en una mayor eficiencia de los asesinatos en masa, porque es posible organizar un genocidio en Ruanda en unas pocas semanas en 1994, matando a 800.000 personas si no hubiera habido burocracias estatales capaces de ordenar el impresionante número de machetes de China. A principios de 1994, el estado ruandés ordenó una cantidad de machetes que debería haber causado preocupación a los chinos. Fue el hecho de que esta burocracia funcionó eficazmente lo que permitió este genocidio. Al analizar el genocidio ruandés, hay una tendencia a centrarse en las especificidades locales, en particular la tensión entre los grupos étnicos tutsi y hutu, pero lo cierto es que fue la burocratización del Estado ruandés lo que condujo a este genocidio. | |||
== | == Racionalización de la coerción en nombre de la seguridad == | ||
La rationalisation de la coercition est une dimension qui en réalité est liée à la bureaucratisation. L’idée est que la bureaucratisation quelque soit ses analystes et notamment Max Weber prend l’expression d’un processus de rationalisation dans le sens où il y a une rationalité spécifique rattachée aux bureaucraties et qui sont la rationalité instrumentale en termes de « moyens-fins », c’est-à-dire maximiser les chances et la maximisation d’un objectif avec des moyens réduits. Dans une certaine mesure, la bureaucratisation chez Weber, en tout cas la bureaucratisation systématique et omniprésente est une caractéristique de la modernité politique. La rationalisation, également, est pour lui, un des critères qui caractérise la modernité pas seulement politique, mais la modernité tout court qui considère que la rationalisation est donc une composante importante des sociétés modernes. Weber parle de « cage d’acier » pour définir la rationalité dans le sens où on n’y échappe pas que ce soit dans le domaine économique avec le capitalisme, le domaine de l’État et des organisations avec la bureaucratisation et plus largement dans tous les domaines sociétaux à travers la prégnance du droit dans le domaine sociétal et le capitalisme. Il voit cela dans l’expression de l’émergence et de l’omniprésence des bureaucraties traduisant l’idéologie sous-jacente de ces bureaucraties à savoir la rationalité instrumentale dans laquelle on essaie de minimiser les coûts et d’augmenter les bénéfices au nom d’une conception de l’efficacité qu’il voit être au fondement de cette modernité. La rationalité est ici conçue quant à la finalité. | La rationalisation de la coercition est une dimension qui en réalité est liée à la bureaucratisation. L’idée est que la bureaucratisation quelque soit ses analystes et notamment Max Weber prend l’expression d’un processus de rationalisation dans le sens où il y a une rationalité spécifique rattachée aux bureaucraties et qui sont la rationalité instrumentale en termes de « moyens-fins », c’est-à-dire maximiser les chances et la maximisation d’un objectif avec des moyens réduits. Dans une certaine mesure, la bureaucratisation chez Weber, en tout cas la bureaucratisation systématique et omniprésente est une caractéristique de la modernité politique. La rationalisation, également, est pour lui, un des critères qui caractérise la modernité pas seulement politique, mais la modernité tout court qui considère que la rationalisation est donc une composante importante des sociétés modernes. Weber parle de « cage d’acier » pour définir la rationalité dans le sens où on n’y échappe pas que ce soit dans le domaine économique avec le capitalisme, le domaine de l’État et des organisations avec la bureaucratisation et plus largement dans tous les domaines sociétaux à travers la prégnance du droit dans le domaine sociétal et le capitalisme. Il voit cela dans l’expression de l’émergence et de l’omniprésence des bureaucraties traduisant l’idéologie sous-jacente de ces bureaucraties à savoir la rationalité instrumentale dans laquelle on essaie de minimiser les coûts et d’augmenter les bénéfices au nom d’une conception de l’efficacité qu’il voit être au fondement de cette modernité. La rationalité est ici conçue quant à la finalité. |
Version du 9 février 2018 à 17:40
Este capítulo es un cambio entre dos niveles de análisis porque hasta ahora hemos estado interesados en el papel de la guerra en la construcción del Estado a nivel macrosociológico con diferentes fenómenos que se han desarrollado en torno a la práctica de la guerra y también hemos estado interesados en la forma en que esta secuencia histórica era exportable o no a los países del Sur, particularmente en lo que se refiere a los Estados fracasados y fallidos. A partir de ahora, nos centraremos en las prácticas de seguridad. Pasaremos del nivel macro a las prácticas de seguridad contemporáneas y comprenderemos por qué es necesario entender el proceso histórico de construcción del Estado. No sólo se modifica el nivel de análisis, sino también el objeto. Pasaremos a un nivel micro, pero también en el contexto de la construcción del Estado, existe una condición indispensable para la construcción y emergencia de la burocracia de seguridad. ¿Cuán importante fue la guerra en la construcción del Estado, especialmente en términos de la puesta en común de recursos en este proceso, que duró varios siglos, y cómo este proceso permitió que el Estado se estableciera como principal garante de la seguridad en los territorios que controla? Más allá de este monopolio de la violencia, existe también un monopolio sobre las prácticas de seguridad. Vamos a preguntarnos cómo se está superando este monopolio y cómo se va a transformar.
Examinaremos cómo la noción de "profesional de la seguridad" surgió sólo y específicamente en un contexto de burocratización, que es la culminación del proceso de construcción del Estado.
Hemos visto antes cómo, en particular la guerra que existía antes del estado fue capturada por las unidades políticas más modernas, ya fueran ciudades-estado o imperios o reinos. Lo que ha transformado al mismo tiempo a estas entidades políticas, que cada vez más burocráticas, territorializadoras y territorializadoras, que permite afirmar su autoridad, está conduciendo en última instancia al surgimiento del Estado y que también ha transformado la práctica de la guerra en dos direcciones muy diferentes, hay una difracción de la evolución histórica de la guerra con, por un lado, la marcha hacia la guerra total hasta 1945 con guerras cada vez más letales y, por otro lado, la guerra total con guerras cada vez más letales. La policía moderna no tiene un enemigo, sino que más bien lucha contra los delincuentes que, en principio, no utilizan la fuerza máxima como lo hacen los militares, sino la fuerza mínima, que es la fuerza proporcional como último recurso y la autodefensa al nivel más bajo posible. Habrá una institucionalización y profesionalización diferente, ambas históricamente ligadas a la capacidad del Estado para monopolizar el uso o uso de la violencia legítima, pero cada vez más diferenciadas con los militares por un lado y la policía por el otro. Es importante entender la lógica interna de estas dos profesiones a nivel microsociológico y entender el papel de la burocratización, responsable de las prácticas de seguridad e incluso del advenimiento de la misión moderna de seguridad tal como la entendemos.
Veremos cómo la dinámica analizada en la primera parte del curso, burocratización y difracción de las prácticas estatales entre la guerra total por un lado y la lógica policial por el otro, y cómo estas dos dinámicas pueden ser analizadas sociológicamente.
La capacidad del Estado moderno para utilizar la coerción está vinculada a un discurso legítimo de seguridad. Parece evidente que los militares, la policía como poseedores y custodios del monopolio estatal de la violencia legítima, son profesionales de la seguridad. Esto puede parecer obvio, pero al mismo tiempo, como objetivo central perseguido y monopolizado por el Estado, la seguridad sigue siendo un fenómeno reciente, que transforma significativamente las prácticas coercitivas al racionalizarlas y burocratizarlas. Es decir, históricamente, las guerras de la Edad Media, las guerras durante el Renacimiento nunca se libraron en nombre de la seguridad, estas guerras se libraron en nombre de la gloria del príncipe o rey, en nombre de su grandeza, eventualmente de su voluntad de vengar a los que hubiesen ofendido su cargo, pero no en nombre de la seguridad. En ese momento, después de la construcción del Estado moderno, la seguridad se logró a través de prácticas de coerción estatal, ya sea policial o militar, la seguridad es ante todo un concepto filosófico y religioso, como lo demuestra Frederic Gros en su obra El Principio de Seguridad publicada en 2012, en la que muestra que históricamente han surgido tres camas calientes para el surgimiento de un discurso sobre la seguridad:
- un primer enfoque se encuentra en la Antigüedad Griega donde el propio término "seguridad" emerge como una traducción latina del término "ataraxia" que designa la ausencia de preocupaciones, traducido en latín como "sedecura" o "securitas" que se refiere al estado de plenitud del filósofo que logra desconectarse por reflexión de las preocupaciones del mundo o aceptarlas y así alcanzar un estado de completa seguridad. Es esta "seguridad" histórica la ausencia de preocupaciones, pero es sobre todo un estado físico relativo a un individuo que ha alcanzado la madurez intelectual y filosófica.
- el segundo hogar son los reinos católicos de la Edad Media, en los que la seguridad es presentada por la Iglesia y no por el monarca mismo, sino como un estado que se refiere a la redención del alma, la seguridad que viene al final de los tiempos y que es, por tanto, una referencia a la redención del alma al final de la historia. Como tal, la seguridad está ciertamente monopolizada por una institución, de la misma manera que hoy en día presumimos que el Estado es el principal responsable de la seguridad del ciudadano, pero esta institución no es fundamentalmente política, sino que es una institución religiosa, a saber, la Iglesia católica y la seguridad se refiere a un orden del mundo.
- El tercer enfoque se refiere al surgimiento de la filosofía política moderna, a saber, Maquiavelo, Hobbes en los siglos XV, XVI y XVII. Poco a poco, la seguridad se convertirá en el objetivo central del Estado, no sólo de la seguridad del Estado, sino también de la seguridad de su territorio y de su población. Por último, es en este sentido en el que utilizamos generalmente el concepto de seguridad hoy en día. Estamos situados en la continuidad de este tercer centro de seguridad, y corresponde históricamente a la reivindicación del Estado moderno de llevar a cabo la guerra en nombre de la seguridad del territorio y a veces incluso de la población, pero también de desplegar fuerzas policiales en su propio territorio para garantizar la seguridad del ciudadano y, de manera más secundaria, la seguridad del propio aparato gubernamental frente a las rebeliones internas. Históricamente, se ha hecho una distinción entre "seguridad del Estado" y "seguridad del Estado", pero hoy en día, el concepto de "seguridad" sólo se utiliza. El término "seguridad" ya no se utiliza en su significado anterior.
En una época en que el rey estaba librando la guerra principalmente en nombre del honor real, en nombre de la gloria personal y colectiva de la clase militar, la guerra no se consideraba una actividad racional. En la guerra, el rey podía ser triunfante y glorioso en la victoria, pero también grande en la derrota. No había realmente la noción de cálculos y medios al final sabiendo que tanto la derrota como la victoria podrían permitir al rey reclamar cierta grandeza y gloria tanto en la victoria como en la derrota. Con la seguridad, operamos mucho más en un entorno de seguridad - inseguridad, en el que el objetivo del Estado es maximizar la seguridad minimizando la inseguridad, que es el marco que se presta mucho a los cálculos de la eficiencia, que se presta más a un discurso de racionalización en el que se considera que hay que poner a disposición de los servicios de seguridad una serie de medios para que puedan alcanzar este estado de seguridad para la población, el territorio y el país en su conjunto. Este discurso corresponde al surgimiento de las burocracias de seguridad, que tiende a dar un aura de racionalización en el sentido de lo que Weber llama racionalidad en cuanto a los propósitos, que es por lo tanto racionalidad instrumental en términos de medios y fines.
No debemos pretender que la noción de seguridad tiene alguna homogeneidad en las prácticas de los Estados que utilizan objetivos de seguridad. En realidad, lo que ahora llamamos "prácticas de seguridad" son sobre todo prácticas estatales, ya sean policiales, de inteligencia o militares, que son muy diversas, desde la guerra, pasando por los controles de seguridad, hasta la ciencia forense, todo un caleidoscopio y toda una serie de prácticas diferentes que tienen algo en común, a saber, que el objetivo de seguridad es una preocupación particular para la población, sabiendo que, en realidad, los siguientes son algunos de los elementos más importantes de la agenda de seguridad. Hoy en día, la diversificación de las prácticas de seguridad puede incluso parecer retroceder en la historia, es decir, en la dirección de una demonopolización en el sentido de que vemos la aparición de actores privados y, en particular, de agentes empresariales, empresas de seguridad, compañías de seguros y expertos en seguridad privada. En realidad, no se trata de un retorno a un Estado exento en el que los actores no estatales también tengan prerrogativas en el uso de la fuerza legítima, porque en realidad lo que vemos en realidad es una continuidad entre las prácticas de seguridad privada y la lógica de burocratización que ahora caracteriza a la seguridad pública. Por otra parte, las prácticas de seguridad privada, en particular las empresas de seguridad privada, a menudo no ponen en tela de juicio el monopolio del Estado sobre la fuerza legítima por la simple razón de que la seguridad ya no es hoy en día ante todo el uso de la fuerza, sino más bien la capacidad de producir un discurso sobre lo que es la amenaza, que es un discurso de expertos que afirman ser la verdad sobre lo que son hoy en día las amenazas, cómo controlarlas y cómo prevenirlas.
Hoy en día, la privatización parcial de las prácticas de seguridad, en particular a través de empresas de seguridad privada o militares, no es necesariamente una privatización del uso de la fuerza, sino más bien una transformación de las prácticas de seguridad, que ya no se refiere a la dimensión operacional y coercitiva de la policía y el ejército, como en los siglos XVII y XVIII. Esto es algo que también se puede ver en el ámbito militar y policial, aunque la policía y los militares todavía se definen hoy en día, sobre todo a través de su función central como custodios del monopolio estatal de la violencia legítima. En realidad, la mayoría del personal militar nunca disparará una bala en el campo de batalla. La mayoría del personal militar son administradores, burócratas, expertos, logísticos y no soldados en el campo de batalla. Lo mismo puede decirse de los agentes de policía.
Lo que hay detrás de la retórica de la racionalización de la violencia estatal en nombre de la seguridad no es sólo una transformación del vocabulario, sino también una transformación de las prácticas que no se traduce en la desaparición de la función coercitiva del poder estatal que representa hoy en día la institución militar, sino que se refleja en su diversificación y burocratización, y que se traduce en el hecho de que aunque la especificidad de lo militar frente a la panadería es el papel de la sociedad civil. Sin embargo, el hecho es que sus actividades cotidianas se refieren directa o indirectamente a la noción de seguridad y, por lo tanto, es importante comprender las prácticas de seguridad que engloban estas prácticas coercitivas, pero que cada vez más incluyen también activos no coercitivos y burocráticos.
Las prácticas de seguridad son prácticas burocráticas que, en su mayor parte, se justifican por el argumento de la producción de seguridad y la lucha contra la inseguridad. Las prácticas de seguridad son repetitivas y están ancladas en acciones diarias y rutinarias. In Toward a Theory of Social Practices: A Development in Culturalist Theorizing, publicado en 2002, Reckwitz define las prácticas como "un tipo de conducta rutinizada que consiste en varios elementos:[...] actividades corporales,[...] actividades mentales,' cosas' y su uso, un conocimiento de fondo[...] y conocimientos técnicos[...]". Una burocracia opera a través de procesos "rutinarios", conocidos como "procedimientos operativos estándar", que por las misiones son repetitivos y rutinarios y que, por lo tanto, cuando se trata de prácticas de seguridad contradicen una representación de la práctica de la seguridad como algo excepcional con el despliegue de prácticas de seguridad en una situación de crisis, cuando hay un ataque terrorista o en una situación de guerra donde hay un ataque terrorista. La seguridad es a menudo descrita como algo que sucede en nuestra vida cotidiana y en nuestras vidas cuando hay una gran crisis, guerra o ataque terrorista, como si estuviese ausente en tiempos normales. Si nos fijamos en las prácticas de seguridad, vemos que, en realidad, de crisis en crisis, de guerra en guerra, entre estos períodos llamados "excepcionales", se trabaja sobre todo en la rutinización de las prácticas, lo que demuestra que debemos interesarnos por la dimensión cotidiana de las prácticas de seguridad y no sólo centrarnos en las guerras, ya sean civiles o interestatales, o en las crisis, sino también en las actividades burocráticas de todos.
Emergencia de profesionales de la seguridad (estado)
Para abordar la noción de "profesionales de la seguridad", primero debemos centrarnos en los conceptos de burocratización y racionalización del Estado. La guerra permite y obliga a los monarcas a centralizar y burocratizar su aparato administrativo para poder recaudar impuestos, hacer el censo de su propia población que es una condición necesaria para poder aumentar las tropas, pero también los impuestos. Se trata de prácticas bélicas esenciales, que implican prácticas administrativas y, por lo tanto, una burocracia relativamente eficiente que no se ocupa principalmente de tácticas militares, del uso de la fuerza en el campo de batalla, sino de un conjunto mucho más amplio de prácticas administrativas, pero que, no obstante, son esenciales para la visión de guerra del rey. Desde este punto de vista, es importante centrarnos en las nociones de burocratización y en la noción subyacente de racionalización que hemos abordado de una manera que no cuestione lo que es la burocracia, que distingue una burocracia y su pretensión de legitimidad de otras pretensiones de legitimidad. Sin embargo, entender lo que es una burocracia es importante para comprender cómo se transforman las prácticas coercitivas.
Burocratización de la coerción
La burocracia en sentido estricto es el gobierno por oficinas, es decir, por un aparato compuesto por funcionarios públicos sujetos a procedimientos anónimos y rutinas administrativas. Esta definición puede dar la impresión de que la burocracia, al final, no marca un cambio significativo o drástico en la práctica estatal. En realidad, el surgimiento del principio burocrático es un proceso fundamental en la medida en que utiliza la escritura, incorpora el principio de la escritura que es el principio de los documentos escritos en el ejercicio del poder, que tendrá un impacto mucho mayor y significativo en el ejercicio del poder estatal. Cuando decimos que la burocracia es "gobierno por las oficinas", pensamos en las oficinas como un lugar físico, pero lo que está detrás de la noción de "oficina" en el término "burocracia" es sobre todo el trabajo escrito, el hecho de grabar, de dejar huellas escritas sobre el comportamiento de la población que administramos, pero también sobre las burocracias que nos administramos. La escritura tiene un impacto muy importante en el ejercicio del poder estatal, ya que la escritura es sobre todo una acumulación de información. Así, el surgimiento de la capital informativa de la que nos habló Pierre Bourdieu en "Esprit d' État genèse et structure du champ buroucratique", publicado en 1993, que permite al actual gobierno reclamar una cantidad considerable de información sobre la población que administra, es el hecho de escribir la información, registrar la población y crear archivos que también permiten crear una memoria colectiva que forma parte de la memoria colectiva.
El "poder de las oficinas" es inseparable del registro escrito, archivo de archivos, comunicaciones. Constituye un poder de información significativo por parte del Estado que resulta en la imposición de clasificaciones legítimas aceptadas por la población, ya que esto implica la creación de categorías. Hay un conjunto de sistemas de clasificación que nos parecen "obvios", como es el caso de las "categorías socioprofesionales", pero que en realidad son producto del trabajo burocrático. El surgimiento de las burocracias es en realidad un proceso de acumulación de información en manos de un gobierno y su aparato que fortalece y consolida el poder estatal. Esto demuestra que la burocratización del Estado no sólo es un proceso instrumental en la lógica de transformación de las guerras, sino que también es algo que transforma fundamentalmente las relaciones entre la administración y la administración, transformando así las relaciones internas del Estado en modernización.
La burocracia en su sentido más estricto no es algo reciente en sí mismo, se remonta a la invención de la escritura que marca la transición de la prehistoria a la historia. La burocracia es inseparable del registro escrito y, por lo tanto, de la invención de la escritura. Desde la invención de la escritura, estimada alrededor del 4000 a. C., ha habido una monopolización de la actividad de escritura por parte de los poderes de las ciudades-estados y los imperios antiguos, que ya acumulan poder informativo al registrar su población y documentar los derechos de propiedad en los territorios que ocupan. Este es particularmente el caso de los escribas que tenían una función de administración del dominio del faraón que le permitía conocer a su población, utilizarla tanto para la realización de grandes obras como para actividades bélicas, mostrando así la importancia del vínculo entre poder y escritura, entre poder y acumulación de capital informativo que permitía la capacidad de escribir reservada inicialmente a una pequeña élite que, a través de esta capacidad de escribir y por lo tanto de escribir.
La burocratización masiva e intensiva del poder político se considera ante todo propiedad del Estado moderno. Weber era conocido como el teórico de la legitimidad legal racional que es la legitimidad específica reivindicada por el Estado moderno y que pasa por su burocratización. Según Max Weber, la burocracia es una característica omnipresente en la constitución de las sociedades modernas. Esto no es sólo el monopolio de la violencia legítima, sino también la burocratización. En "El Juicio" publicado en 1925, Kafka imagina una distopía en la que un tribunal excesivamente burocrático traumatiza a Joseph K. Se desarrolla toda la dimensión de absurdo e ineficacia que tendemos a equiparar con la burocracia. Weber insiste mucho más cuando habla de burocracia en el surgimiento de la racionalidad instrumental en el ejercicio del poder estatal, en el fortalecimiento de la capacidad del Estado para transformar y dar forma a la sociedad a su imagen. Se trata de dos representaciones de cierta manera contradictorias de la burocracia que son constitutivas de la modernidad con la burocracia como algo procedimental, ineficaz o incluso incomprensible para la gente común, pero al mismo tiempo como una condición indispensable de poder político y administrativo efectivo que permite al gobierno no sólo de los territorios, sino también de las poblaciones. Se trata en realidad de dos imágenes del mismo proceso que marcan la burocratización del Estado y que Kafka y Weber ven de manera diferente, pero que se enfrenta a otro proceso.
Cabe destacar el vínculo entre burocratización y guerra. Las primeras instituciones en desarrollar burocracias o una lógica de burocratización sistemática son las fuerzas armadas. Los ejércitos se burocratizaron muy pronto, e incluso podemos llegar a decir que la guerra está en las raíces de la burocratización moderna que comenzó. Weber considera que la burocratización es una transformación duradera del Estado moderno y, sin embargo, la burocratización se ve a lo largo de la historia, aunque es ante todo la historia de la burocratización del aparato militar antes de que se convierta en la burocratización general de las administraciones estatales. Incluso en el siglo XIX, si tomamos un Estado como el Reino de Prusia, fue sobre todo el Estado Mayor Prusiano, considerado el modelo más eficaz de burocracia y considerado como un modelo global en la administración del Estado Prusiano. Esto muestra en el siglo XIX el vínculo entre burocratización y guerra y, por tanto, la percepción de la sede militar como el proveedor de un modelo de burocracia estatal.
¿Por qué es tan importante entender la lógica de la burocratización cuando se habla de prácticas de seguridad? Se podría decir que si la seguridad es ante todo una defensa contra las amenazas y, por lo tanto, presupone la capacidad de luchar, incluso por la fuerza de los ejércitos, ¿cómo intervienen las burocracias? De hecho, los profesionales, como creemos con razón que están en el centro de las prácticas de seguridad, son cada vez más burócratas. Si tomamos el ejemplo de los militares, generalmente en las definiciones académicas y sociológicas de lo que es un militar, podemos ver lo que en la literatura de la sociología-militar se conoce como la "especificidad militar", es decir, lo que la institución militar tiene de diferente a otras instituciones, e insistimos aquí en el hecho de que los militares son expertos en el uso de la fuerza, que es un depósito de violencia militar. Es una minoría de personal militar que normalmente se entrena para la guerra o lleva a cabo la guerra en el campo de batalla. De hecho, la mayoría son burócratas en el cumplimiento de su deber militar está relacionado con la logística, la planificación, el apoyo, el mando y el control, y el entrenamiento, que son un conjunto de prácticas que no tienen nada que ver con el uso de la fuerza. En este sentido, la mayoría de los militares son burócratas antes de convertirse en guerreros. Cuando hablamos de la transformación de la profesión militar hoy en día, es importante distinguir entre las funciones de guerrero y las no coercitivas de los militares, que sin embargo son importantes para comprender las prácticas de seguridad de esta institución. El personal militar no sólo es caudillo en cualquier caso en tiempos de guerra, y cuando se encuentra en el campo de batalla al mismo tiempo, es también un jefe militar y como gerente, es también un burócrata que trabaja en oficinas y ejerce su poder profesional a través de oficinas como lugares donde se escribe, registra, almacena y almacena la información.
Esta transformación puede verse en la "relación entre los dientes y la cola", el diente que se refiere a la dimensión coercitiva de la administración militar, el número de militares que están o pueden estar involucrados en el uso de la fuerza en el campo de batalla. La "cola" se refiere a todo lo que es la administración de las unidades militares, pero también a la administración de la población, ya que se trata de tomar a través del reclutamiento y el servicio militar para constituir soldados, para los logísticos, se trata de enumerar todos los recursos materiales susceptibles de ser movilizados y utilizados en tiempos de guerra.
La "tooth-to-tail ratio" refleja la propensión del personal militar, que se ajusta a la imagen de guerra de los militares, pero que en realidad es cada vez menos frecuente en la institución militar. Durante la Guerra Civil Americana, esta proporción fue de 9:1. Para los 9 soldados que lucharon en el frente de esta guerra, había un administrador o burócrata que se especializaba en la entrega inmediata de armas en el campo de batalla, lo que significaba la lista de las armas disponibles y las plantas de fabricación de armas en el territorio que administraba para transportarlos al campo de batalla, pero también se refirió a los que estaban realizando el censo de la población para levantar ejércitos con el fin de levantar ejércitos. Durante la Segunda Guerra Mundial, esta proporción fue de 1:1, con un promedio de 1 burócrata militar por combatiente. Actualmente, esta proporción en los estados occidentales es de 1:10. A través de estas proporciones y esta evolución, podemos ver que los ejércitos se están burocratizando cada vez más, cada vez menos personal militar está usando o probablemente usará la fuerza en el campo de batalla, y cada vez más personal militar probablemente trabajará en las oficinas.
Existe esta evolución por una variedad de razones complejas. Una de las razones es que la mayor sofisticación de las armas utilizadas en tiempo de guerra, junto con una mayor capacidad de destrucción de esas armas, significa que no es necesario tener una relación de 9:1 para llevar a cabo una guerra con eficacia. Cuando tenemos aviones de combate y sobre todo cuando tenemos aviones teledirigidos, no es necesariamente necesario desplegar hombres en el campo armados a mano, podemos estar satisfechos con tener un ejército de informáticos, especialistas en tecnologías de la información y la comunicación o logísticos que conducen la guerra a través de aviones teledirigidos. Los pilotos son necesarios para los pilotos de combate y detrás de los pilotos, hay todo un ejército de administradores, burócratas, especialistas en inteligencia militar que trabajan río arriba para permitir el bombardeo. La sofisticación de las armas explica en gran medida la burocratización de los ejércitos. El asesinato selectivo, que está matando mediante el uso de zánganos, se encuentra realmente en una zona de indistinción en la que es muy difícil decir si estamos en la dimensión de un soldado que utiliza la fuerza inmediatamente después de la batalla o si estamos más bien en la lógica de las actividades burocráticas y administrativas que tienen lugar antes del uso de la fuerza. Lo cierto es que esto refleja una distancia gradual entre el soldado y su objetivo, hay una distancia a largo plazo inseparable del surgimiento de armas cada vez más sofisticadas que, desde el siglo XV hasta nuestros días, permiten a los militares alejarse gradualmente del campo de batalla y, por lo tanto, distanciarse de su capacidad de ver directamente los resultados del daño y la destrucción que ha causado.
Esta misma preponderancia de la burocracia se encuentra en el trabajo policial y puede ser incluso mayor que en el trabajo militar, ya que, desde el punto de vista militar, la administración y la burocracia son ante todo un instrumento. Desde el punto de vista militar y de la historia de la guerra, la burocracia puede ser vista como un instrumento sine qua non para aumentar los impuestos y las tropas, administrando las propias unidades militares y, por lo tanto, ser capaz de librar la guerra inmediatamente.
En cuanto al trabajo policial, se trata de mantener el orden e identificar un cierto número de irregularidades en el comportamiento de una población. La regularidad del comportamiento constituye la base de la norma social por la que los agentes de policía son garantes, lo que implica que luchan contra la incivilidad y la delincuencia, pero también contra la delincuencia, organizada o no. Para identificar las irregularidades de comportamiento dentro de una población, para identificar lo que no constituye un comportamiento normal y lo que es un comportamiento desviado en una población, primero es necesario conocer, registrar, observar y archivar sus movimientos y desplazamientos y, por lo tanto, administrar las poblaciones y los territorios en los que se encuentran. En cierto sentido, la burocracia puede ser vista como el corazón mismo del trabajo policial, debido a su poder para acumular información y así construir el capital informativo de una institución. Los registros de población se utilizan tanto para identificar a las poblaciones desviadas, delincuentes y criminales y distinguirlas del resto de la población, como para identificar patrones de comportamiento. Un agente de policía que utiliza el derecho de legítima defensa para detener a alguien es sólo una parte de la realidad policial, y la mayor parte del trabajo policial consiste sobre todo en registrar a la población con el fin de identificar los patrones de conducta en relación con los cuales se pueden definir comportamientos desviados, la delincuencia y el crimen.
En lo que se refiere a los servicios de inteligencia, éste es también el caso del uso de una acumulación de información sobre una población determinada. El principio es recopilar información sobre una población y almacenarla de manera que pueda ser utilizada para identificar individuos o grupos contra los que queremos luchar eficazmente.
El programa "Total information awareness" es uno de los principales proyectos del servicio de inteligencia estadounidense después del 11 de septiembre, que fue el proyecto que buscó reunir información sistemática sobre individuos que viven en todo el mundo para poder escribir un informe de 20 páginas sobre cualquier individuo. Este programa se habría interrumpido sustancialmente desde 2004. En los servicios de inteligencia, existe la fantasía de una acumulación ilimitada de información y, por lo tanto, de construir un capital informativo que les permita fortalecer su poder sobre la población destinataria, que ya no es necesariamente la población administrada como en el trabajo policial, sino que está cada vez más contenida en el trabajo de la población con respecto a la población mundial.
Desde esta perspectiva, la reciente tendencia en la transformación de la inteligencia es cada vez más indistinguible entre la policía y la inteligencia militar. Tradicionalmente, la inteligencia policial es la recopilación de información en una lógica de justicia penal, es decir, sobre individuos sospechosos de cometer un delito. La inteligencia militar no se ocupa de individuos, sino de grupos que son esencialmente las fuerzas armadas de estados enemigos.
Hoy vemos inteligencia masiva dirigida tanto hacia adentro como hacia afuera, apuntando no sólo a los grupos a través de las fuerzas armadas enemigas, sino también a todos los individuos que habitan el planeta. Podemos ver la lógica de la inteligencia policial y militar de alguna manera fusionarse entre sí, especialmente a través del programa "Total information awareness", que ilustra e imagina los servicios de inteligencia modernos y, sobre todo, muestra la transformación de las prácticas de recopilación de datos de los servicios de inteligencia hacia una práctica de información de masas cada vez más importante, particularmente en una lógica de guerra contra el terrorismo. Pasa por el mismo proceso y la misma lógica que las burocracias, es decir, la documentación, el almacenamiento de datos y, en última instancia, la acumulación de información sobre grupos de población cada vez más grandes.
Al hablar de acumulación, es importante destacar que implica un "cambio de mentalidad". La ideología que sustenta el poder estatal cambiará a medida que se burocratice el Estado. El funcionamiento del Estado se traducirá cada vez más en "procedimientos operativos estándar". Es decir, en situaciones similares, reproduciremos el mismo tipo de comportamiento definido a través de reglas de combate, procedimientos establecidos y que corresponden a los estándares de la profesión que lo pone en práctica, ya sean oficiales de policía o personal militar que deben seguir los procedimientos definidos de antemano. Esto explica la imagen a menudo negativa de la burocracia como siendo, al final, muy mecánica, inflexible y nunca adaptable a las transformaciones y flujos por los que la realidad se transforma cada día. Este "procedimiento operativo estándar" también explica la imagen de eficiencia y racionalidad que Max Weber identifica en las burocracias, porque es también a través de estos procedimientos operativos estándar que se evitan las ineficiencias y se intenta maximizar la eficiencia operativa de las burocracias.
Otra característica de la burocracia es que es un poder impersonal. En principio, una burocracia y una burocracia que aplica los mismos procedimientos a todos, independientemente de quiénes sean. El poder burocrático debe ser impersonal, sabiendo que alguien no debe hacer ninguna diferencia, ya que en principio el burocrático no es propietario de su propio principio de legitimación, que se encuentra en un principio abstracto de burocracia, el principio de "procedimientos operativos estándar", que implica ignorar la identidad de los individuos y no aplicar principios abstractos.
La burocratización estatal también se traduce en una mayor capacidad transformadora de las sociedades. Michael Mann explica cómo los estados, a través de la burocratización, ejercen un poder cada vez menos despótico y con más y más infraestructura. Intentaba responder a la pregunta de si los depositarios de los poderes del Estado tienen hoy más o menos poder sobre los monarcas de la Edad Media. Hay una paradoja porque, por un lado, el monarca de la Edad Media podía ordenar arbitrariamente la muerte de tal o cual individuo, su poder despótico era muy importante, del mismo modo que el emperador romano podía decidir qué población debía ser ejecutada. En este sentido, el monarca de la Edad Media o el emperador romano tenía más poder que la mayoría de los poderes ejecutivos en los Estados modernos, que no pueden decidir de manera puramente arbitraria llevar a la muerte a grupos de personas sin justificación alguna. Por lo tanto, el estado moderno tiene mucho menos poder despótico que el monárquico o los imperios. Por otra parte, tienen un poder de infraestructura incomparablemente más importante que los Estados de la Edad Media. El rey de la Edad Media no podía decidir homogenizar el idioma hablado por su propio pueblo por la sencilla razón de que nunca había inventariado esta población, no había educación nacional y por lo tanto no había escuela donde la población fuera enviada a aprender un idioma idéntico al que hablaba el monarca. Lo mismo ocurre con el Imperio Romano. Los Estados modernos tienen a través de su burocracia, sus ministerios y, en última instancia, a través del principio de la educación nacional y las escuelas imponen lenguas relativamente homogéneas en todo el territorio. Dentro de cada unidad lingüística, el idioma está homogeneizado, por un lado hay una lengua oficial y por otro lado prácticas dialectales imposibles de implementar en la Edad Media. Esto demuestra que el Estado moderno tiene mucho más poder a través de su infraestructura para transformar profundamente la sociedad. También implica que esos Estados dependen de las transformaciones que afectan a esas sociedades. El poder puramente arbitrario del ejecutivo de condenar a muerte a un individuo es imposible.
La burocratización también da lugar a una división funcional de tareas, es decir, las burocracias se subdividen y se vuelven cada vez más complejas y especializadas en actividades cada vez más pequeñas. Son pensados en términos de una lógica de "medios-fines", es decir, su lógica es la de la racionalidad instrumental y una lógica en la que se distinguen diferentes niveles de aplicación de una decisión para maximizar su impacto. Esto puede verse a través de las administraciones militares que distinguen entre los niveles estratégico, operativo y táctico del gobierno. La distinción entre el nivel político que es el gobierno, el nivel estratégico que es la interfaz entre los gobiernos y las fuerzas armadas, los niveles operativos que es el territorio en el que intervienen las fuerzas armadas y el nivel táctico es el nivel en el que se despliegan las unidades militares. Esta distinción política, estratégica, operativa y táctica es también una distinción entre los objetivos fijados por el nivel político y los medios utilizados para alcanzar este objetivo, que se despliega a nivel táctico y operativo. Esta distinción típicamente burocrática entre lo político, lo estratégico, lo operativo y lo táctico es una distinción entre pensar en términos de "medios-fines", es decir, cómo maximizar las posibilidades de alcanzar un objetivo político maximizando los medios escasos o al menos caros para las fuerzas armadas. Este es un pensamiento en términos de eficiencia y maximización de la utilidad.
Las burocracias difieren en los diferentes niveles jerárquicos. Hay una burocracia superior que da órdenes a las burocracias inferiores, pero al mismo tiempo siempre se presume que una burocracia es independiente o al menos autónoma en su propia esfera de acción. Desde este punto de vista, las relaciones cívico-militares son muy ambiguas debido a la racionalidad burocrática, ya que existe tanto la lógica de subordinación de la burocracia a las autoridades políticas de acuerdo con el principio jerárquico, es decir, se supone que un militar debe seguir las órdenes de un general que él mismo sigue las directivas políticas dadas por el Ministerio de Defensa, que a su vez, el propio Ministro de Defensa, está sujeto al poder ejecutivo, y el militar también está sujeto a la autoridad de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, se supone que los militares son autónomos como burocráticos en su propia esfera, que es la esfera militar. En principio, el poder ejecutivo no puede "microgestionar" operaciones militares sobre el terreno. Los aviones militares son autónomos en su propio ámbito de acción, sujeto a la política. Esta es la ambigüedad de las burocracias que están sujetas a la política y al mismo tiempo son autónomas en su propio ámbito, y este es claramente el caso de las fuerzas armadas.
¿Cuáles son las implicaciones prácticas de esta burocracia?
Es doble y esencialmente ambiguo, ya que al mismo tiempo, el hecho de que haya burocracias hace responsables a los políticos porque el hecho de que haya burocracias operando sobre la base del principio del acta escrita significa que las directivas dadas por los políticos, ya sea en términos de directivas represivas de las fuerzas armadas a su pueblo o en términos de actividades represivas de las fuerzas policiales, dejan huellas escritas en las administraciones y en la policía. Si no hubiera habido burocracia durante la guerra de Bosnia entre 1992 y 1995, habría sido muy difícil acusar a Radovan Karadži? de un crimen contra la humanidad, porque lo que hizo posible encontrar rastros de las órdenes que dio es, en particular, el hecho de que las burocracias, en particular militares, tomaron nota de las directivas políticas dadas y que en la ejecución de estos actos también enumeraron la forma en que se utilizaban estas directivas políticas. Así, la burocracia hace responsables a los políticos desde este punto de vista.
Pero al mismo tiempo, paradójicamente, el sociólogo Zygmunt Bauman demostró cómo el principio burocrático mismo desempoderaba al aparato estatal. Esto se debe a que las burocracias están cada vez más diferenciadas según la diferenciación funcional, cada burocracia se especializa cada vez más en una actividad reducida y muy limitada. Al mismo tiempo, en la medida en que se refleja en términos de "medios-fines", su propósito se limita cada vez más a su ámbito de acción. Por ejemplo, en la implementación de la Shoah, podemos cuestionar la responsabilidad de los ferrocarriles en Francia, Alemania, Polonia y otros lugares para la ejecución de este genocidio. Los burócratas del ferrocarril siempre pueden decir que su papel era sólo trasladar a un cierto número de personas a un lugar determinado, lo que no es reprensible como tal, excepto que esta actividad esencialmente burocrática condicionó la posibilidad misma de transportar a las personas a los campos de concentración donde fueron eliminadas. Cada burócrata, en la medida en que sólo se ocupa de una dimensión muy pequeña de una operación global como el genocidio, no ve necesariamente el resultado global de esta miríada de actividades burocráticas. Sólo ve lo que hace, y lo que hace no conduce directamente a la muerte de los hombres. Esto significa que la burocratización del Estado, la división funcional de las tareas en tareas cada vez más precisas y reducidas, que se limitan cada vez más a las micro-finalidades, desempodera a todo el aparato estatal. Desde este doble punto de vista, el genocidio es posible gracias a la burocratización del Estado, pero la identificación de los responsables del genocidio también es posible gracias a la burocratización del Estado. De la misma manera, la burocratización se traduce en una mayor eficiencia de los asesinatos en masa, porque es posible organizar un genocidio en Ruanda en unas pocas semanas en 1994, matando a 800.000 personas si no hubiera habido burocracias estatales capaces de ordenar el impresionante número de machetes de China. A principios de 1994, el estado ruandés ordenó una cantidad de machetes que debería haber causado preocupación a los chinos. Fue el hecho de que esta burocracia funcionó eficazmente lo que permitió este genocidio. Al analizar el genocidio ruandés, hay una tendencia a centrarse en las especificidades locales, en particular la tensión entre los grupos étnicos tutsi y hutu, pero lo cierto es que fue la burocratización del Estado ruandés lo que condujo a este genocidio.
Racionalización de la coerción en nombre de la seguridad
La rationalisation de la coercition est une dimension qui en réalité est liée à la bureaucratisation. L’idée est que la bureaucratisation quelque soit ses analystes et notamment Max Weber prend l’expression d’un processus de rationalisation dans le sens où il y a une rationalité spécifique rattachée aux bureaucraties et qui sont la rationalité instrumentale en termes de « moyens-fins », c’est-à-dire maximiser les chances et la maximisation d’un objectif avec des moyens réduits. Dans une certaine mesure, la bureaucratisation chez Weber, en tout cas la bureaucratisation systématique et omniprésente est une caractéristique de la modernité politique. La rationalisation, également, est pour lui, un des critères qui caractérise la modernité pas seulement politique, mais la modernité tout court qui considère que la rationalisation est donc une composante importante des sociétés modernes. Weber parle de « cage d’acier » pour définir la rationalité dans le sens où on n’y échappe pas que ce soit dans le domaine économique avec le capitalisme, le domaine de l’État et des organisations avec la bureaucratisation et plus largement dans tous les domaines sociétaux à travers la prégnance du droit dans le domaine sociétal et le capitalisme. Il voit cela dans l’expression de l’émergence et de l’omniprésence des bureaucraties traduisant l’idéologie sous-jacente de ces bureaucraties à savoir la rationalité instrumentale dans laquelle on essaie de minimiser les coûts et d’augmenter les bénéfices au nom d’une conception de l’efficacité qu’il voit être au fondement de cette modernité. La rationalité est ici conçue quant à la finalité.
En réalité, il y a différentes formes de rationalité comme la rationalité quant aux valeurs qui fait référence au fait que parfois, on mène des actions non pas dans l’objectif d’atteindre un objectif matériel et concret, mais simplement pour atteindre certaines valeurs qu’elles soient religieuses ou autres. Ce type de rationalité quant aux valeurs, Weber ne la considère pas comme étant particulièrement caractéristique de la modernité ne serait-ce parce que la rationalité religieuse s’inscrit dans ce type de raisonnement. Par contre, la rationalité quant à la finalité dans laquelle on distingue strictement les objectifs recherchés et les moyens utilisés pour les atteindre est propre à la modernité lorsqu’elle devient systématique.
La rationalité consiste en des actions gouvernées par le raisonnement et le calcul des intérêts. C’est à la fois par l’activité de l’intelligence, mais aussi par la volonté de chiffrer le social, de réfléchir en termes d’intérêt qu’on essaie de maximiser en utilisant des biens ou des ressources rares en tant que moyens. C’est par ce biais que passe la rationalité spécifique à l’époque moderne qui est la rationalité en termes de « moyens-fins ». Weber voit la bureaucratie comme des actions politiques puisqu’une bureaucratie, si elle impose des « standards operating procedures », si elle fonctionne par des procédures anonymes et des normes de comportements standardisées, c’est aussi pour maximiser ses chances que le pouvoir politique atteint et maximise ses objectifs, quels qu’ils soient avec des moyens réduits.
La science, à travers son idéal de vérité et une des expressions dans le domaine du savoir de la rationalité moderne, la loi dans un domaine sociétal plus large en est également une des expressions non seulement parce que la loi n’a pas seulement vocation à séparer l’interdit du permis parce que le tabou religieux à la même fonction. Pour Weber, la prégnance du droit, de la loi dans le fonctionnement des sociétés modernes est liée à l’idéal de prédictibilité. C’est-à-dire que dans une société régie par le droit, en principe, on doit pouvoir prévoir le comportement des acteurs, il ne doit pas y avoir des comportements déviants liés à l’irruption d’émotions ou de logiques affectueuses que ce soit la vengeance ou encore la haine dans les comportements sociaux. La loi doit contraindre les individus à suivre une rationalité fondée sur l’idée de prédictibilité. Les comportements peuvent être prédits parce que conforment au droit et c’est parce que les comportements peuvent être prédits que l’on peut aussi réfléchir en termes de rationalité sur le long temps, c’est-à-dire élaborer des stratégies sur un long terme, essayer de faire des arbitrages intertemporels liés au fait qu’on sait comment les individus vont réagir à telle ou telle politique, liés au fait qu’on sait comment des entreprises vont réagir à un climat de compétition économique par exemple en réduisant les taux de salaires pour maintenir le taux de profit constant et ce qui permet donc un fonctionnement rationnel non seulement dans le présent, mais également dans les arbitrages que l’on fait dans l’utilisation des ressources rares dans le présent.
Le capitalisme dans le domaine économique est également, d’après Weber, l’expression de cette rationalité qu’on voit au travers la maximisation des taux de profits et des arbitrages intertemporels que permet notamment le respect de la loi mettant en évidence le type de rationalité quant aux « moyens – fins » qui caractérise la modernité. L’une des conséquences de cette prégnance de la rationalisation et de la bureaucratisation est ce que Weber appelle le « désenchantement du monde ». Le monde n’est plus régi par les valeurs des miracles religieux et des croyances en le mystère, mais plutôt est régit par la prééminence des intérêts, des calculs et de la maximisation d’un objectif que cela soit en termes d’objectif d’efficacité bureaucratique pour ce qui est de l’État ou en termes d’objectif de maximisation du taux de profit pour ce qui est des entreprises. Dans les deux cas, il y a une rationalité calculatrice et instrumentale qui se déploie et qui stagne entre des moyens et des finalités et qui essaie d’économiser les moyens pour maximiser les objectifs que l’on vise et cela que cela soit dans le domaine capitaliste ou de l’État bureaucratique.
Comment cette logique de la rationalisation se déploie-t-elle dans le domaine de la sécurité, sachant que l’émergence de la sécurité est aussi le fruit de la bureaucratisation de la violence. Quel est le rapport avec la sécurité ? Quels sont les critères de rationalisation ? Les critères sont :
- prédictibilité ;
- calculabilité ;
- efficacité ;
- technologie.
Comment ces principes se traduisent dans les logiques sécuritaires modernes et contemporaines ?
- les critères de calculabilité et efficacité s’inscrivent dans la rationalité moderne et c’est également le cas dans cette bureaucratisation de la violence ;
- la prévisibilité et le contrôle des incertitudes ;
- les technologies en tant que fruit du travail scientifique appliqué et qui de plus en plus est également utilisé dans les pratiques sécuritaires traduisant une rationalisation au sens de Weber.
En ce qui concerne la calculabilité et l’efficacité, il est évident que lorsque le monarque ou les empereurs du Moyen-Âge menaient des guerres, ce n’était ni au nom d’un idéal d’efficacité en tout cas pas énoncé en tant que tel, mais plutôt au nom de la gloire et de la grandeur du souverain et l’idée d’introduire une rationalité mathématique dans la guerre était également étrangère à la recherche de gloire et de grandeur du souverain. Par contre, dans les pratiques de sécurité contemporaines, l’idéal de calculabilité et d’efficacité inséparable de la rationalité moderne de Weber est clairement présent. On le voit au travers de critères de mesures de succès des opérations militaires. Si par exemple on regarde les opérations militaires de l’OTAN en Afghanistan depuis 2001, il y a des débats récurrents sur les mesures que l’on va utiliser pour évaluer l’efficacité des opérations militaires. En 2001, l’idée était que l’efficacité militaire, comme dans des guerres traditionnelles, se mesure au nombre de morts causés dans le camp ennemi rapporté au nombre de morts dans le camp ami. Cette mesure était la plus répandue dans le cadre des guerres conventionnelles. C’est une mesure réaliste du degré de succès que l’on a dans les opérations militaires. Sauf qu’en Afghanistan, plus on tue d’individus présumés ennemis, plus on crée d’ennemis possibles. Par ailleurs, le côté en face, notamment pour ce qui est des talibans, recherche parfois ou bien met en œuvre des stratégies sacrificielles. Le sacrifice des combattants talibans peut également être utilisé comme ressource symbolique pour recruter plus de combattants.
À partir de ce moment, on a remis en question la notion de « metrics » qui est de mesurer le succès des opérations militaires au nombre de combattants ennemis tués. On s’est plutôt dit qu’il fallait peut-être tenir compte de l’efficacité dans la reconstruction économique, dans la reconstruction politique, dans la consolidation des institutions afghanes. Est soulevée la question de savoir comment le mesurer au travers de l’argent dépensé dans les projets de reconstruction sachant qu’une grande partie de cet argent est également détourné notamment par les talibans et d’autres groupes en Afghanistan. Il y a eu cette recherche permanente dans les opérations militaires de « metrics » permettant de mesurer l’efficacité des opérations militaires sans qu’on soit sûr d’être parvenu à des mesures à l’échelle de l’objectif recherché, que ce soit au travers de la stabilisation et de la consolidation du gouvernement en place et de l’élimination autant que possible de l’insurrection. C’est un débat qui est en court et qui montre la prégnance de la calculabilité et notamment de l’importance de pouvoir chiffrer les degrés variables de succès dans les opérations militaires cela pour être certain de mettre en œuvre des opérations militaires rationnelles en termes de ressources et en termes de chance de succès que l’on a de son côté dans les opérations militaires.
On voit de plus en plus la même chose dans le maintien de l’ordre qui est les activités de police où l’idéologie dominante du « new public management »impose de plus en plus d’évaluer les administrations publiques. On considère qu’il faut pouvoir évaluer l’efficacité d’un ministère ou d’une bureaucratie d’une façon à avoir un nombre de fonctionnaires le plus réduit possible ne serait-ce que pour minimiser les coûts et maximiser l’efficacité de l’action publique de ce ministère. Le problème survient lorsqu’on essaie d’appliquer le principe de « new public management » aux opérations de sécurité et notamment de sécurité policière pour savoir comment on mesure l’efficacité des opérations de police. Si on la mesure au travers du nombre de personnes verbalisées, arrêtées ou encore suspectées, cela est simplement voir les policiers démultiplier les contrôles d’identité, démultiplier le nombre d’arrestations sur des critères de plus en plus flous pour les seuls besoins de remplir les statistiques ou les critères nécessaires à une bonne évaluation de l’efficacité des services policiers. Il n’en reste pas moins que le critère d’efficacité dans les opérations de police est de plus en plus la norme en Europe. Certains policiers essaient de résister à cette tendance en mettant en avant le fait que derrière cette tendance il y a une logique spécifique de la sécurité qui fait qu’on ne peut pas mesurer le succès d’opération de sécurité sous peine de produire des effets contreproductifs notamment en arrêtant des suspects et des personnes innocentes en verbalisant ou en contrôlant les identités de personnes sans raison objective. Il n’en reste pas moins que la logique dominante aujourd’hui est l’application de critères d’efficacités calculables y compris aux opérations de police.
L’objectif est de maximiser l’efficacité des professionnels de la sécurité que ce soit des militaires au travers des « metrics » ou que ce soit des policiers au travers des reformes des politiques publiques inspirées par les « new public management ». Ces effets sont généralement ambigus dans le domaine sécuritaire. De ce point de vue, on peut constater que la sécurité est un domaine dans lequel l’application de critères d’efficacité propre à d’autres champs d’efficacités, de produire des effets pervers. Un de ces effets pervers, par exemple, est que moins il y a de violence dans une société donnée, plus le sentiment d’insécurité résiduel peut paraître intolérable. Cela veut dire que moins il y a de violence dans une société, plus il y a le sentiment que ce qui reste de violence qui est la part irréductible de la violence qui perdure dans la société va apparaitre comme intolérable. C’est un paradoxe qu’on peut observer depuis les années 1970 et 1980. Si on demande dans la rue quel est le sentiment que les gens ont concernant l’insécurité et son évolution, on a bien souvent l’impression qu’il y a une explosion de l’insécurité dans les banlieues, dans les grandes villes, qu’il y a une montée du terrorisme, qu’il y a de plus en plus d’incivilités et donc de plus en plus de menaces à la société et aux individus alors même que les statistiques existantes, en particulier sur le long terme, montrent le contraire. Il montre par exemple que ce qu’on appelle le « terrorisme », les chances qu’il cause de blesser un individu lambda sont plus réduites que d’être frappé par la foudre. Pourtant, personne ne pense à dépenser les sommes dans lutte ou dans la prévention des décès liés à la foudre que l’on dépense dans la lutte contre le terrorisme. Or, si l’on suit strictement la logique mathématique rationnelle des statistiques, il serait bien d’aller dans ce sens.
Il y a un déclin général de la violence qui est une tendance depuis le XVIIème siècle, mais il persiste des formes résiduelles d’incivilité, de violence, y compris d’attaques dites « terroristes », et celles-ci nous semblent être d’autant plus insupportable qu’elles sont rares, alors que dans des sociétés dans lesquelles le niveau de violence est très important comme en Afghanistan ou certains pays d’Afrique subsaharienne, les préoccupations au jour le jour des individus ne sont pas forcément liés à cette violence, mais peuvent être plus liés à des formes ou des préoccupations telles que la pauvreté ou la famine et donc des problèmes liés au niveau de vie et au niveau de croissance. Le premier paradoxe est que plus une société recherche la pacification dans ses relations sociales, plus il y aura le sentiment que les formes de violences résiduelles qui persistent dans cette société sont intolérables, insupportables, et donc un sentiment d’insécurité.
Un autre paradoxe lié a la tentative de rationnaliser les pratiques de sécurité en les rendant de plus en plus efficaces, calculables et en permettant d’éliminer les facteurs d’insécurité les plus omniprésents, en tout cas ressentis comme tel, est que plus les outils de sécurité sont performants, plus grand sera le nombre des phénomènes considérés comme dangereux. Dans beaucoup de sociétés dans les pays du tiers-monde ou bien aussi dit les pays du sud, les forces de police lorsqu’il y en a en interne, ont plutôt pour fonction de lutter contre les rébellions, contre l’autorité en place, éventuellement de lutter contre les facteurs d’instabilité sociétale, mais certainement pas de lutter contre la délinquance ou la petite criminalité simplement parce qu’il n’y a pas suffisamment de forces de police déployées et que cela ne fait pas partie des préoccupations du gouvernement en place. Ce veut également dire qu’il n’y a pas forcément le sentiment que la petite délinquance est un problème endémique comme c’est le cas chez nous. Cela montre que plus les outils de sécurités sont considérés comme performants aux vus de ce qui est considéré comme le problème sécuritaire prédominant, plus grand sera le nombre de phénomènes que l’on considère comme dangereux. Effectivement, lorsque l’on commence à utiliser des statistiques pour mesurer les risques que tel ou tel individu devienne un délinquant, un criminel ou un terroriste, plus les politiques de sécurités deviennent intrusives puisque le nombre de risques et de menaces à la sécurité potentielle que l’on identifie est démultiplié. Cela montre qu’il est très difficile d’appliquer une logique mathématique, arithmétique et rationnalisante aux logiques sécuritaires de la même façon qu’on les applique aux politiques économiques ou à la globalisation financière.
Le deuxième critère de la rationalisation est le critère de prévisibilité et de contrôle des incertitudes. De ce point de vue, ce qu’il y a comme rationalisation que l’on voit à l’œuvre au travers des sociétés capitalistes de la bureaucratisation, on le voit également dans les pratiques sécuritaires contemporaines au travers d’une préoccupation pour le contrôle du futur. Lorsqu’on parle de sécurité, on parle toujours de menace potentielle qui pourrait s’actualiser dans le futur, mais il n’en reste pas moins aujourd’hui dans les logiques sécuritaires qui se déploient au travers des guerres dites « préventives » comme on le disait en ce qui concerne la guerre en Irak en 2003 ou que ce soit au travers des pratiques antiterroristes contemporaines qui sont orientées vers un futur de plus en plus éloigné. On voit souvent un glissement dans le discours sécuritaire contemporain de la notion de « menace » vers celle de « risque ». On parle de plus en plus de la « gestion des risques » dans les métiers de la sécurité que ce soit les miliaires, les policiers ou les services de renseignement, là ou avant, on parlait avant tout de « menace ». Ce glissement sémantique, précisément n’est pas simplement sémantiques, mais correspond aussi à un changement de vision des enjeux sécuritaires dans les de plus en plus, on se tourne vers un futur de plus en plus éloigné dans la mise en œuvre des politiques sécuritaires.
Quelles peuvent être les différences entre « menace » et « risque » ? La « menace » est toujours une éventualité. Il y a différent critère et différentes connotations attachées à ces deux termes. Sans dire qu’il y a une logique fondamentalement différente entre la « menace » et le « risque », c’est la manière dont ces termes sont utilisés par les professionnels de la sécurité qui traduisent des différences de connotations qui sont intéressantes à souligner. En principe, une « menace » est intentionnelle. Si on parle de « risque », il n’y a pas d’intentionnalité stratégique qui se cache derrière ce type de phénomène. Ce sont plutôt des phénomènes émergents que personne n’a voulus, mais qui représente néanmoins un risque pour nos sociétés et les individus qui la composent . En général, lorsqu’on parle de « menace », on fait référence à une intentionnalité, lorsqu’on parle de « risque », on fait plutôt référence à un certain nombre de phénomènes qui peuvent être intentionnels, mais également ne pas l’être et qui sont de plus en plus perçus sous le terme d’enjeux sécuritaires. La « menace » n’est pas forcement calculable sous l’angle de la probabilité. En principe, un « risque » est avant tout une probabilité. On ne parle de « calcul de risque » et non pas de « calcul de menace ». Le « risque » est calculable au contraire de la « menace ».
Aujourd’hui, dans la logique sécuritaire prédominante, on parle plutôt de « risque probabilisable » que de « menace » en ce sens là. Une autre différence est qu’une « menace » est toujours négative, alors qu’un « risque » peut être positif. Un entrepreneur se doit de prendre des risques si il veut maximiser son taux de profit. La « prise de risque » a une connotation qui est neutre là où la « menace » est forcement négative. De la même façon, lorsque les policiers ou les militaires parlent de « menace » et disent qu’il faut « contrer la menace », lorsqu’ils parlent de « risque », ce n’est pas pour « contrer un risque », on le gère, on arbitre différent « risques » entre eux, on essaie de minimiser le « risque », cela soulève d’autres risques. On fait des arbitrages en différents « risques », mais on ne les contre pas comme on « contre la menace ». Lorsqu’on parle de « menace », on considère généralement qu’elle est réductible, c’est-à-dire qu’un monde sans « menace » doit être possible alors qu’un monde sans « risque » ne peut être possible parce que la manière dont on gère un risque soulève toujours d’autres risques. Par exemple, si on cherche à lutter contre le terrorisme en limitant la mobilité des populations étrangères, cela soulève d’autres risques notamment parce que la libre circulation des personnes est un inséparable du libéralisme économique et il y a des risques de déstabilisation économique dans un certain nombre de mesures antiterroristes. Donc, il y a des différences de connotation entre « risque » et « menace », or, aujourd’hui, de plus en plus, les politiques sécuritaires s’intéressent à la notion de « risque » qui est beaucoup plus tournée vers le futurque la « menace » puisque le propre de la « menace », dans un sens strict, est d’être proféré, un groupe ou un État considéré comme « menaçant » est un groupe ou un État qui a proféré une menace. Alors que pour dire qu’une groupe ou un État représente un risque, il n’est pas forcement nécessaire qu’il ait proféré une « menace », il n’est pas forcement nécessaire qu’il ait une intentionnalité présente, mais cela peut être une intentionnalité future que l’on calcul sur la base de statistiques, c’est-à-dire que l'onconsidère ou on peut dire qu’un groupe se retrouvant dans telle ou telle situation, d’ailleurs c’est un argument qu’on entend parfois de certains hommes politiques autant de droite que de gauche, que des populations immigrées qui ont peu de ressources économiques représentent un « facteur de risque » en basculant dans le fondamentalisme religieux et le terrorisme alors même que dans le présent ils n’ont pas cette intentionnalité et qu’ils n’ont pas de dynamique de radicalisation. Lorsqu’on parle de « risque », de plus en plus de métiers de la sécurité le font et notamment le renseignement, on présente comme des « menaces » donc des « facteurs de risques », des populations dont on admet dans le présent qu’elles n’ont ni proféré des « menaces » ni démontrées d’intentionnalité de le faire dans le présent. Il y a une volonté de contrôler le futur et de lutter plutôt contre les « risques » que les « menaces ».
Il y a la prégnance des scénarios du pire, mais également une logique de proactivité qui va de pair avec les opérations de sécurités de plus en plus tournées vers le futur et vers un futur de plus en plus potentiel et virtuel qu’actuel. On parle plus de proactivité et d’anticipation plutôt que justice criminelle. Le renseignement policier traditionnel vise à identifier les individus qui ont commis un crime dans le passé de façon à les arrêter, à les soumettre à un procès et éventuellement les condamner si leur culpabilité a été prouvée alors qu’aujourd’hui, de plus en plus, il y a une logique de renseignement tournée vers le futur, c’est-à-dire qu’il y a des groupes à risque qui sont des groupes de personnes qui n’ont pas encore commis un crime, mais qui compte tenu de certains facteurs identifiés statistiquement pourraient le commettre.
Le troisième critère de la rationalisation au sens de Weber est l’utilisation de la technologie :
- de ce point de vue, les militaires ont toujours été à l’avant-garde de l’innovation technologique que l’on pense à l’avion à réaction, internet ou le téflon. Il s’agit dans ces trois cas d’innovations qui étaient militaires avant d’être appliquées dans la vie civile. Cela montre la manière dont les militaires et la guerre ont toujours été un facteur d’innovation technologique en mettant l’accent et en valorisant l’utilisation de technologies en contexte de guerre.
- en ce qui concerne les polices, il y a le développement de nouvelles méthodes d’investigation et de collecte d’indices. Les polices travaillent de plus en plus sur la base de bases de données, d’informations collectées sur des groupes de plus en plus larges à partir desquels on va essayer d’identifier des régularités statistiques pour essayer d’identifier les irrégularités qui pourraient laisser soupçonner des pratiques illicites. Donc, il y a l’utilisation de plus en plus prégnante de technologies informatiques, de logiciels de « data minding » et d’algorithmes sophistiqués pour identifier des populations à risque comme notamment aux Pays-Bas ce qu’on appel l’« intelligence-led policing » qui est la police par le biais de techniques de renseignements qui implique le recours notamment à des technologies sophistiquées dans les opérations de police.
- dans les appareils de renseignement, on voit également cette logique à l’œuvre. On travaille de plus en plus sur le « renseignement technologique » plutôt que sur ce qu’on appelait le « renseignement humain » qui sont les espions classiques. Les renseignements par les signaux à savoir le « signals Intelligence », consiste à stocker des flux d’informations transmis par ondes électromagnétiques soit en captant des discussions téléphoniques, que ça soit en interceptant des messages sur internet stockés dans des bases de données. Cela est notamment l’objet du Réseau Échelon qui avait été révélé à la fin des années 1990. C’est un réseau mis en place par les États-Unis et dont les radars se trouvent en Écosse et qui vise à rassembler et à stocker de manière massive des informations provenant des conversations téléphoniques passées sur le continent européen, mais également des messages internet stockés sur des bases de données aux États-Unis de façon à éventuellement avoir des éléments à charge si des terroristes s’infiltreraient aux États-Unis depuis l’Europe ou si des attentats étaient commis depuis l’Europe, cela permettrait de retrouver leur message dans cette base de données qui essaie également de prévoir des attentats qui vont se passer. Ce n’est pas seulement une logique de justice criminelle, mais c’est une logique de renseignement de masse à travers le stockage de masse d’information par le biais de capteurs électroniques.
Professionnalisation de la sécurité
Ces logiques d’« intelligence-led policing » se retrouvent dans des technologies de plus en plus sophistiquées dans les activités de guerre, dans les activités policières, dans les activités de renseignement et passe par une professionnalisation accrue des métiers sécuritaires posant la question de savoir ce qu’est la différence entre un « métier » et une « profession ». En général, dans la littérature sociologique sur les professions et sur la professionnalisation, on considère que ce qui distingue une « profession » d’un « métier » est peut être qu’une « profession » implique une formation technique accompagnée de modes de validation des compétences, un « métier » peut « s’apprendre sur le tard », alors qu’une « profession » s’apprend à l’école, à l’université, de suivre une formation théorique et pratique, formation qui peut être validée et doit être validée par le biais d’examens, d’épreuves et de contrôles. La « profession » contrairement au « métier » est intellectuelle. Une « profession » a des moyens institutionnels lui permettant d’assurer le respect des normes professionnelles.
Ces trois critères de la « profession » qui la distingue du « métier », on les voit de plus en plus à l’œuvre dans ce qui était traditionnellement les « métiers sécuritaires ». En tout cas, pour ce qui est des militaires, nous avons vu qu’à la fin du Moyen-Âge, à savoir essentiellement une prérogative statutaire liée à la naissance, il y a une aristocratie militaire dans lesquelles on était militaire de père en fils, lié à l’appartenance à une famille militaire et cela était totalement déconnecté d’une formation éventuelle ou de compétences intellectuelles éventuelles particulières. Aujourd’hui, de plus en plus, on a des armées professionnelles constituées de professionnels qui exercent le métier militaire pour raisons avant tout au salariat plutôt qu’au statut social et qui impliquent des formations poussées d’autant plus que les technologies militaires utilisées sont de plus en plus poussées. On voit une transition de l’aristocratie à la méritocratie militaire qui se traduit par une professionnalisation du « métier militaire » ou de la professionnalisation de ce qui jadis était le « métier militaire ».
À la différence du Congrès de Versailles de 1919, le Congrès de Vienne de 1815 est négocié par des aristocrates alors qu’à Versailles ce sont des fonctionnaires illustrant la professionnalisation, ce passage du métier de militaire et de diplomate lié à une classe sociale plutôt qu’à une formation aux diplomates et miliaires qui ont une formation spécifique indépendamment de leur origine sociale.
La professionnalisation de la sécurité est le troisième élément après la bureaucratisation et la rationalisation et qui est en quelque sorte l’aboutissement de transformations de long terme des pratiques de sécurités liées à la bureaucratisation de l’État.
Transformations contemporaines dans le monde des professionnels de la sécurité
Le texte de Bourdieu Esprit d'État genèse et structure du champ bureaucratique publié en 1993, synthétise l’argument du cours. C’est l’idée que la formation de l’État est le fruit d’un long processus historique issu d’un certain nombre de contingences. Lorsqu’on a essayé de transposer ces séquences à des pays du sud, cela est impertinent et même peu logique. L’idée qui est derrière ce texte est lorsque Bourdieu parle « utopie pratique » qui est l’idée qu’on est pas forcement dans une séquence préétablie, mais justement, à différents moments, différentes possibilités ont été écartées jusqu’à ce qu’on arrive au processus tel qu’il est aujourd’hui.
L’apport de Bourdieu est lorsqu’il revient sur la définition de Weber avec l’État comme une entreprise d’un monopole de la violence physique sur un territoire donné. Bourdieu ajoute l’idée d’un monopole physique et symbolique de la violence sur un territoire donné. Son apport est que l’État, dans son efficacité, a non seulement imposé le monopole de la violence physique, mais a aussi créé les conditions pour que la population accepte ce monopole notamment au travers de l’école qui va créer les conditions au travers de diplômes par lesquels on va reconnaître le rôle que l’État va donner une légitimité au sein de la société, à différents acteurs et au sein de différents domaines. La construction de l’État s’accompagne de l’émergence de certains espaces qui vont se différencier lors de l’émergence de l’État, que c’était le fruit d’un long processus où la société en se complexifiant au travers de ce que Norbert Elias a appelé le « processus de civilisation ». On va avoir différentes sphères, différents champs qui vont se différencier entre eux. Bourdieu donne l’exemple du champ juridique et comment au fur et à mesure, lorsque les juristes sont à la base avant tout proche du roi, vont créer un espace autonome qui est l’espace juridique qui va édicter les propres règles de l’établissement du pouvoir royal, mais au fur et à mesure s’autonomiser comme un champ indépendant. Il parle aussi du champ de la gestion de la coercition qui est la tournure professionnelle de la sécurité qui est l’un des éléments constitutifs de l’État et si ce n’est l’un des plus importants qui est celui que la constitution de ce monopole de la violence symbolique qui s’est constituée sur une différenciation entre l’interne et l’externe.
On a vu que la sécurité est une cible mouvante, que la signification a énormément évolué durant l’histoire. Frédéric Gros qui parlait d’abord d’entendement philosophique avec un travail sur soi permettant d’arriver à un État de sérénité, ensuite à travers une émergence d’une sécurité millénariste en disant que la sécurité est un état qu’on atteint dans l’au-delà, et au moment de la construction de l’État moderne, la notion de sécurité peut prendre différentes significations. On peut trouver différentes tensions entre ces significations et notamment au travers des débats entre « liberté » et « sécurité » où la « sécurité » peut avoir à la fois une dimension de la sécurité de la « sureté de l’État », mais aussi une dimension de la sécurité de la « sécurité de l’État » au travers de la notion de « sécurité sociale ». À travers le temps, différents entendements peuvent prendre le dessus l’un sur l’autre. La sécurité est une mouvance qui évolue à travers le temps. Par exemple, avec la « sécurité humaine », l’objet référant de la sécurité n’est plus l’État, mais l’individu en tant que tel. Cela est une remise en question de la « sécurité » uniquement en termes de « sureté de l’État ».
Remise en question de la distinction entre sécurité interne et externe
Un élément important est la différentiation entre la sécurité « interne » et « externe » où l’on ressert souvent qu’aujourd’hui on est dans une remise en question de cette distinction. Cette observation est à nuancer parce que lorsqu’on voit un long processus d’un monopole de la violence, la logique dernière qui est assez cohérente est qu’on sécurise un territoire intérieur au sein duquel va s’exercer le monopole de la violence et à l’extérieur c’est l’anarchie. Les relations internationales ce sont les relations entre les États et la science politique concerne l’intérieur. C’est la même chose pour la sécurité où l’extérieur dans le monde de l’anarchie est les militaires et à l’intérieur des frontières c’est l’affaire de la police. Il y a un rapport à la force différent puisque les militaires à l’extérieur ont recours à la force maximale alors qu’à l’intérieur la police use de la force de façon minimale qui est celle de la « sureté ».
À partir du moment où s’établit cette distinction fondamentale, au niveau des bureaucraties, il y a des professions qui se différencient entre les professionnels de la « sécurité extérieure » et les professionnels de la « sécurité intérieure ». Donc, les enjeux d’avoir des bureaucraties qui se différencient est que chacun développe sa rationalité avec des visions différentes, une autonomie propre et une propre vision avec une division du travaille extrêmement claire entre la guerre pour les militaires et la police à l’intérieur.
Par rapport au séquençage qui s’est mis en place par rapport à l’émergence de l’État et son rapport à la guerre, on va voir qu’on est dans un idéaltype, que les choses n’ont pas toujours été comme cela et que cela ne s’applique pas forcément aux autres pays et au reste du monde. Cette distinction a été faite pour l’émergence de l’État en occident, parfois pour des logiques instrumentales. L’idée que la distinction de la sécurité intérieure et extérieure est constitutive de l’État et que seulement aujourd’hui on serait en train de la remettre en question, c’est parce qu’on a à faire un discours de sécurité globale, le contexte sécuritaire global autant au niveau des discours imposés que ce soit l’articulation ou la forme que prend la menace aujourd’hui, on a quitté les menaces de Guerre froide en termes de danger d’une guerre nucléaire ou d’invasion soviétique qui fait qu’on est plus sur un répertoire plus transnational et multiforme et que ce serait pour ces raisons qu’aujourd’hui les questions de la sécurité interne et externe se mélangent. Cette vision est simpliste est la ligne entre interne et externe n’a jamais été complètement hermétique. Dans le cadre des colonies, il y a toujours eu des militaires qui ont été impliqués dans des missions de police. La Guerre d’Algérie qui n’a pas toujours été reconnue en tant que « guerre », était justifiée selon des opérations de police, mais menée par des militaires français dans un territoire qui était la France. Des militaires interviennent dans une guerre coloniale dans un département français souligne une ligne brouillée. Plusieurs pays ont des forces de gendarmerie qui sont des forces qui ont des tâches de police, mais qui ont un statut militaire. Un autre exemple est celui des bureaucraties de police transnationale, depuis très longtemps, il y a des policiers qui sont impliqués dans des enquêtes internationales. Dès le XIXème siècle, la lutte contre les anarchistes est un cas où il y a des polices de différents États qui coopèrent entre elles et qui donc travaillent à l’international. Ces policiers sont devenus ce qu’on appel « Interpol » qui est un cas de bureaucratie de police transnationale où on a des policiers spécialisés dans des questions transnationales remettant en question la distinction entre sécurité interne et sécurité externe.