Modification de La revolución industrial más allá de Europa: Estados Unidos y Japón

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= El caso de Estados Unidos =  
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[[Image:Alexander Hamilton portrait by John Trumbull 1806.jpg|right|thumb|100px|Alexander Hamilton.]]


== Un mercado interior importante ==
== Un mercado interior importante ==
[[Image:Alexander Hamilton portrait by John Trumbull 1806.jpg|right|thumb|100px|Alexander Hamilton.]]


La Revolución Industrial en Estados Unidos se caracterizó por un crecimiento económico impulsado principalmente por la demanda interna, un fenómeno apoyado en gran medida por diversos factores demográficos y económicos. A finales del siglo XIX, el país contaba ya con un mercado interno de más de 60 millones de personas, tras una importante oleada de inmigración que había visto instalarse en Estados Unidos a más de 23 millones de europeos desde principios de siglo. Con un vasto territorio rico en recursos naturales, Estados Unidos no tenía que depender en gran medida de las importaciones para abastecerse de materias primas. Las vastas reservas de carbón, hierro y otros minerales proporcionaban una base sólida para el desarrollo industrial. La explotación del petróleo, que comenzó con el primer pozo petrolífero en Pensilvania en 1859, también impulsó la industrialización. Los inmigrantes europeos no sólo estimularon la demanda de bienes de consumo, sino que también proporcionaron una abundante mano de obra para las industrias en auge. Esta mano de obra fue crucial para establecer un mercado laboral dinámico y diverso, capaz de sostener una variedad de sectores industriales. La inversión en infraestructuras también ha desempeñado un papel clave. Por ejemplo, la red ferroviaria, que se expandió espectacularmente tras la Guerra Civil, alcanzó casi 200.000 millas de vías a finales de siglo. Esto no sólo contribuyó a abrir e integrar los mercados regionales, sino que también redujo los costes de transporte, haciendo más competitivos los productos estadounidenses. La innovación fue una fuerza motriz de la industrialización, apoyada por un marco jurídico favorable que fomentaba la investigación y la protección de la propiedad intelectual. Se cultivó el espíritu emprendedor, y figuras como Thomas Edison, con sus 1.093 patentes, simbolizaron este periodo de intensa creatividad. La política gubernamental, mediante la introducción de aranceles elevados, protegió a las industrias nacientes, permitiendo a las empresas estadounidenses prosperar al abrigo de la competencia extranjera. Esto fomentó un entorno en el que las industrias podían crecer sin tener que depender en gran medida de los mercados extranjeros. La economía estadounidense se benefició de una combinación de políticas estratégicas, abundantes recursos y una afluencia constante de talento y mano de obra. Todo ello ha contribuido a un crecimiento económico notablemente autosostenido, que ha dado lugar a que una elevada proporción de la riqueza nacional sea generada por actividades internas. Esta autarquía económica sentó las bases de la superpotencia en que se convirtió Estados Unidos durante el siglo siguiente.  
La Revolución Industrial en Estados Unidos se caracterizó por un crecimiento económico impulsado principalmente por la demanda interna, un fenómeno apoyado en gran medida por diversos factores demográficos y económicos. A finales del siglo XIX, el país contaba ya con un mercado interno de más de 60 millones de personas, tras una importante oleada de inmigración que había visto instalarse en Estados Unidos a más de 23 millones de europeos desde principios de siglo. Con un vasto territorio rico en recursos naturales, Estados Unidos no tenía que depender en gran medida de las importaciones para abastecerse de materias primas. Las vastas reservas de carbón, hierro y otros minerales proporcionaban una base sólida para el desarrollo industrial. La explotación del petróleo, que comenzó con el primer pozo petrolífero en Pensilvania en 1859, también impulsó la industrialización. Los inmigrantes europeos no sólo estimularon la demanda de bienes de consumo, sino que también proporcionaron una abundante mano de obra para las industrias en auge. Esta mano de obra fue crucial para establecer un mercado laboral dinámico y diverso, capaz de sostener una variedad de sectores industriales. La inversión en infraestructuras también ha desempeñado un papel clave. Por ejemplo, la red ferroviaria, que se expandió espectacularmente tras la Guerra Civil, alcanzó casi 200.000 millas de vías a finales de siglo. Esto no sólo contribuyó a abrir e integrar los mercados regionales, sino que también redujo los costes de transporte, haciendo más competitivos los productos estadounidenses. La innovación fue una fuerza motriz de la industrialización, apoyada por un marco jurídico favorable que fomentaba la investigación y la protección de la propiedad intelectual. Se cultivó el espíritu emprendedor, y figuras como Thomas Edison, con sus 1.093 patentes, simbolizaron este periodo de intensa creatividad. La política gubernamental, mediante la introducción de aranceles elevados, protegió a las industrias nacientes, permitiendo a las empresas estadounidenses prosperar al abrigo de la competencia extranjera. Esto fomentó un entorno en el que las industrias podían crecer sin tener que depender en gran medida de los mercados extranjeros. La economía estadounidense se benefició de una combinación de políticas estratégicas, abundantes recursos y una afluencia constante de talento y mano de obra. Todo ello ha contribuido a un crecimiento económico notablemente autosostenido, que ha dado lugar a que una elevada proporción de la riqueza nacional sea generada por actividades internas. Esta autarquía económica sentó las bases de la superpotencia en que se convirtió Estados Unidos durante el siglo siguiente.  
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