Marxismo y Estructuralismo

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El marxismo es una teoría socioeconómica y un método de análisis sociopolítico basado en la obra de Karl Marx y Friedrich Engels. Critica principalmente el capitalismo y aspira a sustituirlo por el comunismo, una sociedad sin clases. El marxismo afirma que todas las sociedades progresan a través de la lucha de clases, un enfrentamiento entre la clase dominante y las clases oprimidas. El estructuralismo, por su parte, es un enfoque teórico utilizado principalmente en las ciencias sociales, las humanidades, la psicología, la antropología y la lingüística. Se centra en la comprensión de las estructuras subyacentes que determinan o conforman el comportamiento, la percepción y el significado humanos. Los estructuralistas sostienen que la realidad sólo puede entenderse examinando los sistemas más amplios que dan forma a los individuos y los acontecimientos. El estructuralo-marxismo es una corriente de pensamiento que intenta fusionar las ideas del marxismo y el estructuralismo. Su objetivo es comprender cómo las estructuras sociales y económicas determinan el comportamiento y las percepciones de los individuos, sin perder de vista la lucha de clases y el papel del capitalismo en la estructuración de estos sistemas. Los marxistas estructurales sostienen que el capitalismo es una estructura en sí misma que determina el comportamiento y las percepciones de las personas.

Para estructurar nuestro debate, comenzaremos con un examen del marxismo, centrándonos en las aportaciones de su fundador, Karl Marx. A continuación nos ocuparemos del estructuralismo, profundizando en la obra del célebre antropólogo Claude Lévi-Strauss. Por último, concluiremos evaluando la influencia duradera del pensamiento marxista en la esfera política.

Marxismo[modifier | modifier le wikicode]

Karl Marx: 1818 - 1883[modifier | modifier le wikicode]

Karl Marx en 1875.

Marx fue una figura clave del siglo XIX. Lo vivió enfrentándose a los cambios excepcionales de este siglo marcado por la revolución industrial, que trascendió todos los marcos sociales, políticos y culturales del antiguo régimen. Nos vimos inmersos en una convulsión de la que Marx quiso hacerse eco.

Nacido en el seno de una familia de abogados judíos convertidos al protestantismo, creció en un ambiente acomodado y favorable, no revolucionario, pero sí propicio al desarrollo intelectual. Combinó tres asignaturas: el Derecho, que le permitió comprender que es una ciencia de la estructuración de las sociedades por su dimensión normativa, que influye en la sociedad por su modo de funcionamiento y regulación; y la Historia, que ofrece un campo a largo plazo para interpretar acontecimientos y fenómenos. Pronto se vio influido por los primeros escritos socialistas. Completó su formación estudiando filosofía en las grandes universidades de la época, Bonn y Berlín.

En 1841, Marx defendió una tesis doctoral sobre Epicuro[1]. Entre 1841 y 1845 comenzó a imbuirse de las primeras doctrinas revolucionarias que iban apareciendo y que ya se basaban en un socialismo revolucionario que tenía en cuenta un mundo muy duro para el trabajo unido a un auge del capitalismo que se denominó "primer capitalismo". Era un capitalismo de explotación sin ninguna consideración social por el trabajo.

Vivió en un ambiente que le sensibilizó rápidamente a la protesta política. Ya en 1840 se convirtió en prerrevolucionario y fue expulsado de Prusia y Francia. En Alemania, se convirtió en redactor jefe de la Gaceta Renana, un periódico de oposición con tendencias democráticas y revolucionarias, y como redactor jefe participó en la efervescencia revolucionaria alemana.

La historia de Marx es la constitución de la internacional revolucionaria. La aparición de la sociedad capitalista vio surgir una diáspora de intelectuales y pensadores dispersos por las grandes capitales que se organizaron, permitiendo el desarrollo del pensamiento revolucionario.

En París conoció a Engels, que era activista y pensaba en una serie de reformas a introducir. Marx iba a desarrollar una teoría del socialismo proletario revolucionario que legitimaba la violencia; la violencia formaba parte de la lucha; la cuestión de la violencia social era legítima. La única manera de transformar la sociedad era proponer la revolución. Fue llevado ante los tribunales y enviado a Bélgica, donde también fue expulsado.

A partir de 1867, basándose en el Manifiesto Comunista, empezó a cuestionar uno de los principales componentes del capitalismo, como había entendido Weber en su obra sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que para entender el capitalismo había que incluir la cuestión del capital.

Durante muchos años, Marx escribió "El Capital" hasta su publicación en 1867. Giró en torno a un nuevo vocabulario específico, el concepto de economía política. La economía no es exterior a la política, sino que se ajusta a un sistema político y lo describe. En otras palabras, la economía no está fuera de la sociedad, sino que el postulado elemental es que la economía es parte integrante de la sociedad. La economía política establece un vínculo entre las cuestiones económicas y los sistemas que las regulan.

Marx estaba encantado con la revolución de 1848 en Francia y los conflictos sociales que surgieron, que eran signos de que la revolución estaba transformando la sociedad. A partir de 1864, fue miembro destacado del Movimiento Socialista Obrero Internacional. Este movimiento organizó los movimientos socialistas prerrevolucionarios. Después de "El Capital", centró su atención en la comuna. Por último, examinó la relación entre las clases sociales y el capital, y la necesidad de una lucha colectiva entre los pueblos de Europa.

Clases y luchas de clases[modifier | modifier le wikicode]

« Pyramid of Capitalist System », principios del siglo XX.

Marx fue un pensador muy versátil. Su obra abarcó muchos campos, como la filosofía, la sociología, la economía y la política. Su crítica del capitalismo, expuesta en obras como "El Capital", sigue siendo influyente y relevante hoy en día. Tenemos que empezar con una afirmación apriorística del Manifiesto, que dice que "la historia de todas las sociedades hasta nuestros días ha sido la historia de la lucha de clases". Esta cita procede del "Manifiesto del Partido Comunista", coescrito por Marx y Friedrich Engels. Es una de las afirmaciones más famosas de Marx y resume su visión de la historia como una serie de conflictos de clase. En su opinión, toda sociedad se estructura en torno a las relaciones de producción: la relación entre quienes poseen los medios de producción (la burguesía) y quienes venden su fuerza de trabajo (el proletariado). Esta dinámica crea un conflicto inherente, una lucha de clases, que es la fuerza motriz del cambio social e histórico.

El marxismo, como teoría, está por tanto profundamente preocupado por las cuestiones de poder, control y conflicto en el contexto económico. Para Marx, la economía no es una esfera separada de la vida social y política, sino que está intrínsecamente ligada a ella. El capitalismo, como sistema económico, configura y es configurado por las estructuras sociales y políticas. Es esta comprensión de la interconexión entre economía, política y sociedad lo que hace de Marx no sólo un economista o filósofo político, sino también un teórico social revolucionario.

Para Marx, una clase se define no sólo por su relación con los medios de producción, sino también por su conciencia de clase: una comprensión compartida de su posición en el sistema capitalista de producción y de sus intereses en oposición a los de otras clases. Esta conciencia de clase no es automática ni natural, sino el producto de la experiencia vivida y de la lucha. En "El Capital", Marx habla del proceso por el que los trabajadores, que al principio compiten entre sí en el mercado de trabajo, empiezan a reconocer que comparten una posición y unos intereses comunes en oposición a los de la burguesía. Es este proceso de concienciación y solidaridad el que permite la formación de una clase como fuerza política. Sin embargo, Marx también señaló que la burguesía utiliza diversas estrategias para impedir la concienciación de la clase obrera, como dividir a los trabajadores en función de su raza, etnia o sexo, o difundir ideologías que justifican y naturalizan la desigualdad de clases. Esta idea fue desarrollada posteriormente por teóricos marxistas como Antonio Gramsci, que habló de la hegemonía cultural de la burguesía. Así pues, para Marx, la lucha de clases no es sólo una lucha económica, sino también una lucha ideológica y cultural. Es una lucha por la conciencia de clase, por el reconocimiento de intereses comunes y por la organización colectiva con vistas al cambio social.

Marx sostenía que, en una sociedad capitalista, las diferentes clases tienen intereses económicos fundamentalmente divergentes que conducen a objetivos antagónicos. Por ejemplo, la burguesía, propietaria de los medios de producción, busca maximizar sus beneficios. Esto puede lograrse reduciendo los costes de producción, lo que a menudo incluye reducir los salarios o ampliar las horas de trabajo de la clase obrera. Por otro lado, el proletariado, que vende su fuerza de trabajo, tiene un interés directo en aumentar los salarios y mejorar las condiciones laborales. Estos intereses divergentes son intrínsecos al sistema capitalista y conducen a una lucha constante entre las clases. Estos antagonismos de clase limitan las posibles acciones de cada clase. Por ejemplo, la clase obrera ve limitadas sus acciones por la necesidad de vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, mientras que la burguesía se ve limitada por la necesidad de maximizar los beneficios para seguir siendo competitiva en el mercado capitalista. Estos antagonismos de clase también configuran el campo político. Según Marx, el Estado bajo el capitalismo actúa generalmente en interés de la burguesía y trata de mantener el orden de clases existente. Esto significa que los intentos de la clase obrera de cambiar el sistema se encuentran a menudo con la resistencia del Estado y de la clase dominante. Para Marx, la lucha de clases no es sólo una característica del capitalismo, sino también un obstáculo para la acción, ya que refleja intereses divergentes y antagónicos entre las distintas clases sociales.

Para Marx, la lucha de clases es el motor de la historia y de la evolución social. La sociedad no es un conjunto armonioso de individuos con intereses convergentes, sino que está marcada por conflictos fundamentales y antagonismos de clase. La lucha de clases no es sólo una realidad económica, sino también social y política. Moldea la conciencia de las personas, su identidad y su comprensión del mundo. Al enfrentarse a la explotación y la opresión de clase, los individuos empiezan a desarrollar una conciencia de clase, una comprensión de su posición común y de sus intereses comunes como clase. Esta conciencia de clase puede conducir a la organización y la resistencia colectivas y, en última instancia, a la transformación de la sociedad. Sin embargo, la sociedad de clases no desaparece simplemente con el anuncio de la libertad formal o la igualdad de derechos. Al contrario, la sociedad de clases persiste y sigue estructurando la vida social, económica y política, incluso en las sociedades modernas que se presentan como libres e igualitarias. Para Marx, la lucha de clases es a la vez el producto de la sociedad de clases y el medio que permite transformar esa sociedad. Se trata de una visión del mundo profundamente conflictiva y dinámica, que hace hincapié en el papel de la lucha, la resistencia y el cambio en la historia de la humanidad.

"La sociedad burguesa moderna (...) no ha abolido los antagonismos de clase. Simplemente ha sustituido los del pasado por nuevas clases, nuevas condiciones de opresión y nuevas formas de lucha". Esta cita procede del "Manifiesto del Partido Comunista" de Marx y Engels, y resume una parte importante de su análisis. En su opinión, la revolución burguesa -la transición del feudalismo al capitalismo que tuvo lugar en Europa durante los siglos XVII y XVIII- no abolió los antagonismos de clase, sino que transformó su naturaleza. En la sociedad feudal, las clases principales eran la nobleza y los siervos. Con la llegada del capitalismo, estas clases fueron sustituidas por la burguesía y el proletariado. La burguesía, como clase propietaria de los medios de producción, se convirtió en la nueva clase dominante, mientras que el proletariado, al vender su fuerza de trabajo a la burguesía, se convirtió en la nueva clase oprimida. Sin embargo, aunque la naturaleza precisa de la opresión y la dominación de clase había cambiado, Marx y Engels sostenían que el antagonismo fundamental entre las clases seguía existiendo. El capitalismo, al igual que el feudalismo, se basa en la explotación de la clase obrera por la clase dominante. Además, Marx y Engels argumentaron que el capitalismo en realidad exacerbaba los antagonismos de clase. El capitalismo se caracteriza por una desigualdad de clases extrema y una inestabilidad inherente, con crisis económicas recurrentes que exacerban la lucha de clases. Por eso defendían que el capitalismo acabaría siendo sustituido por el comunismo, una sociedad sin clases en la que los medios de producción serían controlados colectivamente.

Capital y trabajo asalariado[modifier | modifier le wikicode]

El movimiento del capital[modifier | modifier le wikicode]

Para Marx, la burguesía se define por su relación con los medios de producción: posee y controla las fábricas, las máquinas, la tierra y otros medios de producción necesarios para producir bienes y servicios. La clase obrera, por el contrario, no posee esos medios de producción y, por tanto, debe vender su fuerza de trabajo a la burguesía a cambio de un salario. Según Marx, el principal objetivo de la burguesía es la acumulación de capital. Esto significa que busca constantemente aumentar su riqueza maximizando los beneficios y minimizando los costes. Una de las principales formas de hacerlo es explotando la fuerza de trabajo de la clase obrera. A los trabajadores se les paga menos que el valor total de lo que producen, y la diferencia (lo que Marx llama "plusvalía") se la queda la burguesía en forma de beneficios. Desde esta perspectiva, la burguesía no tiene ningún interés particular en el bienestar de la clase obrera, excepto en la medida en que afecta a su capacidad de producir plusvalía. En consecuencia, puede existir una tensión constante entre la burguesía y la clase obrera, ya que la primera busca maximizar sus beneficios mientras que la segunda busca mejorar sus salarios y condiciones de trabajo. Es esta tensión, esta lucha de clases, lo que constituye el núcleo de la visión del capitalismo de Marx. Para él, el capitalismo es un sistema de explotación que crea desigualdades y conflictos de clase inherentes. Y era esta lucha de clases la que, en su opinión, impulsaría en última instancia la transformación social y la transición a una sociedad sin clases.

Para Marx, el capital no es simplemente una suma de dinero o un stock de mercancías. Por el contrario, lo definió como "valor en proceso" o "valor autoincrementado". En el sistema capitalista, el capital se invierte en la compra de medios de producción (maquinaria, materias primas, etc.) y fuerza de trabajo. A continuación, estos elementos se utilizan para producir bienes o servicios que se venden en el mercado. El valor de estos bienes o servicios es superior a la suma del valor de los medios de producción y de la fuerza de trabajo comprados inicialmente. Esta diferencia es lo que Marx denomina "plusvalía", y es la fuente del beneficio capitalista. En este proceso, existe una clara división entre los que poseen el capital (la burguesía) y los que venden su fuerza de trabajo (el proletariado). La burguesía utiliza su capital para generar más valor, mientras que al proletariado se le paga un valor (en forma de salarios) inferior al valor que produce. Es esta extracción de plusvalía de la clase obrera lo que, según Marx, constituye la explotación en el corazón del capitalismo. Así pues, para Marx, el objetivo último del capital y de sus propietarios no es simplemente la producción de bienes o servicios, sino la acumulación de más valor. Esto es lo que motiva el sistema capitalista y también está en la raíz de sus contradicciones y crisis.

El origen de la plusvalía[modifier | modifier le wikicode]

Para Marx, el objetivo del capitalista no es simplemente producir bienes o servicios, sino generar plusvalía. Esta plusvalía es la diferencia entre el valor total de los bienes o servicios producidos y el valor de los insumos utilizados en su producción, incluida la fuerza de trabajo. En el sistema capitalista, esta plusvalía se reinvierte constantemente para generar aún más valor. Es lo que Marx llama acumulación de capital. Es un proceso interminable, en el que el dinero se invierte para generar más dinero. Esta dinámica de acumulación perpetua es la esencia del sistema capitalista. Conduce a un crecimiento económico constante, pero también a una desigualdad cada vez mayor, porque la plusvalía se la apropian los capitalistas en lugar de los trabajadores que la producen. Además, esta dinámica de acumulación perpetua también puede provocar crisis económicas, porque la búsqueda constante de plusvalía puede conducir a la sobreproducción y a la inestabilidad económica. Para Marx, el capital no es simplemente una suma de dinero o un stock de mercancías. Es una relación social basada en la explotación, en la que la plusvalía se extrae del trabajo de los obreros y se reinvierte para producir aún más valor.

En el sistema capitalista, la plusvalía -es decir, el valor creado por el trabajo más allá de lo necesario para mantener al trabajador- es apropiada por el capitalista en lugar de ser redistribuida entre los trabajadores. El capitalista reinvierte entonces esta plusvalía para generar aún más capital, en un proceso que Marx denomina "acumulación capitalista". Esta acumulación de capital conduce a una concentración cada vez mayor de la riqueza en manos de una pequeña élite de capitalistas, mientras que la mayoría de los trabajadores siguen siendo relativamente pobres. Esto crea una desigualdad cada vez mayor dentro de la sociedad. Además, esta acumulación de capital no beneficia necesariamente al conjunto de la sociedad. Por ejemplo, puede conducir a una sobreproducción de bienes, a crisis económicas y a una mayor explotación de los trabajadores. Para Marx, el sistema capitalista es intrínsecamente desigual e inestable. Sostenía que la única forma de resolver estos problemas sería sustituir el capitalismo por el comunismo, un sistema en el que los medios de producción son controlados colectivamente por los propios trabajadores.

Trabajo y plustrabajo[modifier | modifier le wikicode]

Cabe destacar dos conceptos clave en la economía marxista: el capital constante y el capital variable, así como las dos formas de plusvalía: la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa.

El capital constante comprende los medios de producción no humanos, como las máquinas, las fábricas y las materias primas. Este capital no crea nuevo valor en sí mismo, sino que transfiere su propio valor a los productos acabados.

El capital variable, por su parte, es la parte del capital que se utiliza para pagar el trabajo. Este capital se llama "variable" porque es capaz de producir nuevo valor más allá de su propio valor. En otras palabras, los trabajadores son capaces de producir más valor del que reciben en forma de salario.

La plusvalía absoluta se genera mediante la prolongación de la jornada laboral. Si un trabajador puede producir lo suficiente para cubrir su salario en cinco horas, pero trabaja diez horas, entonces las cinco horas extra de trabajo no remunerado generan plusvalía absoluta para el capitalista.

La plusvalía relativa, por otra parte, se genera reduciendo el tiempo de trabajo necesario para producir una mercancía, normalmente a través de la innovación tecnológica o la mejora de la eficiencia. Si un trabajador puede producir una mercancía en dos horas en lugar de cuatro, entonces el valor de esa mercancía disminuye y la plusvalía relativa del capitalista aumenta.

Por último, Marx considera que estos procesos tienen límites. Hay un límite a la duración de la jornada laboral y a la capacidad de trabajo del obrero. Del mismo modo, hay un límite a la cantidad de plusvalía relativa que se puede generar mediante la mejora de la eficiencia. Estos límites, según Marx, son fuentes de tensión y conflicto en el sistema capitalista.

La acumulación de capital[modifier | modifier le wikicode]

Hay dos resultados principales de la acumulación de capital según Marx: la concentración de capital y la creación de una superpoblación de trabajadores.

  1. Concentración del capital: Según Marx, el proceso de acumulación de capital conduce inevitablemente a una creciente concentración de la riqueza y del poder económico. En otras palabras, cada vez más capital acaba en manos de cada vez menos capitalistas. Esto crea una contradicción fundamental en el sistema capitalista, porque aunque el capitalismo se basa en la idea de la competencia, su funcionamiento tiende a destruir esta competencia favoreciendo la formación de monopolios.
  2. La creación de una superpoblación de trabajadores: Marx también argumentó que el proceso de acumulación de capital conduce a la creación de un "ejército industrial de reserva" de trabajadores desempleados. Esto se debe a la constante mejora de la tecnología y la eficiencia, que permite a los capitalistas producir más con menos trabajadores. Esta superpoblación de trabajadores sirve para mantener bajos los salarios, ya que siempre hay una reserva de trabajadores dispuestos a ocupar el lugar de los que exigen salarios más altos.

En última instancia, Marx considera que estas tendencias conducen a una intensificación del conflicto de clases y, en última instancia, a la revolución. Sostiene que el proletariado, oprimido por el capitalismo y vital para su funcionamiento, tiene tanto el interés como el poder para derrocar el sistema capitalista y sustituirlo por el comunismo.

Las contradicciones del capitalismo[modifier | modifier le wikicode]

Marx sostenía que el capitalismo contiene contradicciones inherentes que, según él, acabarían conduciendo a su propia deconstrucción. Estas contradicciones son principalmente el resultado de la dicotomía entre capital y trabajo en una economía capitalista. Así es como él ve estas contradicciones:

  1. Contradicción entre capital y trabajo: El capitalismo se basa en la relación entre los capitalistas, que poseen los medios de producción, y los trabajadores, que venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Según Marx, esta relación es fundamentalmente conflictiva porque los intereses de capitalistas y trabajadores son diametralmente opuestos. Los capitalistas buscan maximizar los beneficios minimizando los salarios y maximizando el tiempo de trabajo, mientras que los trabajadores buscan maximizar sus salarios y minimizar su tiempo de trabajo.
  2. Contradicción entre acumulación de capital y superpoblación relativa: La acumulación de capital conduce a una concentración de riqueza y a una superpoblación relativa de trabajadores. Esto crea tensiones, ya que hay un exceso de oferta de mano de obra en relación con la demanda, lo que puede dar lugar a salarios más bajos y condiciones de trabajo más precarias para los trabajadores.
  3. Contradicción entre la producción para la acumulación y la producción para satisfacer las necesidades: El capitalismo está motivado por el beneficio más que por la satisfacción de las necesidades humanas. Esto puede llevar a la sobreproducción de algunos bienes y a la infraproducción de otros, creando desequilibrios económicos.

Marx creía que estas contradicciones acabarían provocando crisis económicas y sociales que pondrían al descubierto los defectos del capitalismo y estimularían la conciencia de clase del proletariado, conduciendo a la revolución y a la instauración del socialismo.

Lucha de clases y comunismo[modifier | modifier le wikicode]

Marx creía que la revolución tenía que ser dirigida por los propios trabajadores, una vez que hubieran adquirido conciencia de clase. Esto implicaba el reconocimiento de su condición e intereses comunes como clase explotada. En su opinión, esta conciencia se vería estimulada por las contradicciones inherentes al capitalismo, que harían cada vez más evidente la naturaleza opresiva y explotadora de este sistema. Esta conciencia de clase es fundamental para el marxismo, ya que se considera la fuerza motriz de la lucha de clases y la revolución. Marx sostenía que sólo una clase proletaria consciente y unida podría derrocar al capitalismo e instaurar el comunismo. El comunismo, tal y como lo concibió Marx, es una sociedad sin clases en la que los medios de producción son comunes y los bienes se distribuyen según el principio "de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad". En otras palabras, preveía una sociedad en la que se eliminaran la explotación y la opresión de clase, en la que el trabajo se liberara de sus limitaciones capitalistas y en la que se satisficieran las necesidades de todos.

Para Marx, la transición del capitalismo al comunismo pasaría por una fase intermedia de dictadura del proletariado, en la que los trabajadores tomarían el control del Estado y lo utilizarían para eliminar los vestigios del capitalismo y construir los cimientos del comunismo. Esta fase se caracterizaría por una lucha continua contra los residuos del viejo orden social y sería necesaria para garantizar la transición a una sociedad sin clases.

Para Marx, la revolución no consistía simplemente en cambiar de gobernantes o redistribuir la riqueza existente, sino en un proceso de transformación radical de la propia estructura económica y social. Consideraba que el Estado bajo el capitalismo era un instrumento de la clase dominante, utilizado para mantener y perpetuar su poder y su control sobre los recursos económicos. Por consiguiente, sostenía que los trabajadores no podían simplemente tomar el control del Estado existente y utilizarlo para sus propios fines. Por el contrario, tenían que destruir completamente esta "máquina estatal" y sustituirla por una nueva forma de organización social. En el ideal de Marx, esta nueva forma sería una "dictadura del proletariado", un periodo de transición durante el cual los trabajadores utilizarían el poder del Estado para eliminar los restos de la clase capitalista y reconstruir la sociedad sobre bases socialistas. En última instancia, esta dictadura del proletariado conduciría a la instauración del comunismo, una sociedad sin clases y sin Estado en la que los medios de producción se poseen en común. Es importante señalar que, para Marx, el objetivo final era una sociedad sin clases y sin Estado. La "dictadura del proletariado" era un paso necesario hacia ese objetivo, pero no era un fin en sí mismo. En otras palabras, el objetivo no era simplemente sustituir una clase dominante por otra, sino eliminar por completo el sistema de clases.

La tesis del "Manifiesto"[modifier | modifier le wikicode]

Facsímil de la portada de la edición original.

Marx preveía una revolución en varias etapas, en la que el proletariado, la clase obrera, tomaría el control del Estado y utilizaría este poder para transformar la sociedad: "La primera etapa de la revolución obrera es la constitución del proletariado como clase dominante, la conquista de la democracia. El proletariado utilizará su dominio político para arrebatar gradualmente todo el capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado".

El primer paso, en su opinión, sería que el proletariado se organizara y se constituyera como clase dominante. Esto significa que los trabajadores deben unirse, tomar conciencia de su condición e intereses comunes como clase explotada y derrocar a la burguesía mediante la revolución. Marx creía que esta toma del poder podía lograrse democráticamente, aunque reconocía que la burguesía podría no rendirse sin luchar. Una vez en el poder, el proletariado utilizaría su dominio político para empezar a desmantelar el sistema capitalista. Esto implicaría arrebatar gradualmente todo el capital a la burguesía y centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado. En otras palabras, los medios de producción dejarían de estar en manos de los capitalistas privados y pasarían a estar bajo el control del Estado, que a su vez estaría bajo el control del proletariado.

El objetivo de estas medidas sería eliminar la explotación capitalista y crear una economía planificada en la que la producción se dirija a satisfacer las necesidades de todos y no el beneficio de unos pocos. Se trata de un paso hacia la instauración del comunismo, en el que, según Marx, el propio Estado acabaría desapareciendo para dar paso a una sociedad sin clases ni Estado.

Marx y Engels establecieron en el Manifiesto Comunista una lista de medidas que el proletariado, una vez en el poder, debería aplicar para transformar la sociedad capitalista en una sociedad comunista. Estas incluían:

  1. Expropiación de la propiedad de la tierra y aplicación de las rentas de la tierra a los gastos del Estado: esto significaría el fin de la propiedad privada de la tierra y el uso de las rentas de la tierra para financiar al Estado.
  2. Un impuesto altamente progresivo: esto significa un impuesto cuyo tipo aumente con la renta o la riqueza, lo que afectaría más duramente a los más ricos.
  3. Abolición de las herencias: esto evitaría que la riqueza se transmitiera de generación en generación y se concentrara en unas pocas familias.
  4. Confiscación de los bienes de todos los emigrantes y rebeldes: Esto permitiría eliminar la oposición al nuevo régimen.
  5. Centralización del crédito en manos del Estado: Esto significa que el Estado controlaría todas las instituciones financieras y los recursos financieros.
  6. Centralización del transporte y los medios de comunicación en manos del Estado: Esto significa que el Estado controlaría todos los medios de transporte y comunicación.
  7. Multiplicación de las fábricas e instrumentos de producción en manos del Estado: Esto significa una expansión de la producción bajo control público.
  8. Trabajo obligatorio para todos: Esto significa que todos estarían obligados a trabajar y contribuir a la producción.
  9. Combinación de trabajo agrícola e industrial: Esto significa la abolición de la división entre trabajo urbano y rural.
  10. Educación pública gratuita para todos los niños: Esto significa que la educación sería un derecho para todos, no un privilegio para unos pocos.

Estas medidas, según Marx y Engels, pondrían fin a la explotación capitalista y crearían una sociedad en la que la producción estaría controlada por la clase obrera y se utilizaría en beneficio de todos.

El objetivo último del marxismo es lograr una sociedad sin clases, en la que los recursos sean propiedad y estén controlados por la comunidad en su conjunto y en la que no haya explotación. Es una visión que ha sido criticada de muchas maneras. En primer lugar, algunos sostienen que la visión marxista pasa por alto la naturaleza humana y las diferencias individuales. Argumentan que las personas tienen diferentes ambiciones, talentos y deseos, y que estas diferencias siempre darán lugar a desigualdades de poder y riqueza. También sostienen que las personas tienen una inclinación natural a poseer y controlar la propiedad privada. En segundo lugar, hay quienes sostienen que la visión marxista es demasiado idealizada y carece de realismo. Sostienen que una sociedad sin clases es un objetivo utópico que no puede alcanzarse en el mundo real. Sostienen que incluso en las sociedades que han intentado aplicar el marxismo han surgido nuevas clases y nuevas formas de explotación. En tercer lugar, algunos críticos sostienen que la visión marxista pasa por alto la necesidad de estructuras de poder y autoridad. Argumentan que para organizar una sociedad y mantener el orden son necesarias ciertas formas de jerarquía y poder. También sugieren que sin estas estructuras podría haber caos y anarquía.

El pensamiento marxista acepta que toda lucha de clases es intrínsecamente una lucha política y reconoce que una revolución, necesaria para derrocar la estructura de clases existente, puede implicar cierto grado de destrucción y violencia. Esta perspectiva coincide con ciertos aspectos del pensamiento político de Maquiavelo. Maquiavelo, filósofo político italiano del Renacimiento, escribió sobre la dinámica del poder y los medios necesarios para adquirirlo y conservarlo. Sostenía que la política es esencialmente un ámbito de conflicto y lucha, y que los gobernantes deben estar preparados para utilizar cualquier medio necesario, incluida la violencia, para mantener su poder. Del mismo modo, Marx veía la lucha de clases como una lucha por el poder político, en la que el proletariado debe derrocar a la burguesía mediante la revolución para establecer una nueva estructura social. Esto puede implicar un cierto grado de destrucción, en particular de la infraestructura económica existente, y de violencia. Sin embargo, a diferencia de Maquiavelo, el objetivo último de Marx no es la retención del poder por parte de un individuo o grupo, sino la creación de una sociedad sin clases en la que el poder se comparta equitativamente.

La cuestión de si puede haber una "administración de las cosas" sin política está en el centro del debate sobre la naturaleza y el papel de la política en la sociedad. En la visión marxista, la fase final del comunismo es una sociedad sin clases en la que el Estado, como instrumento de dominación de clase, desaparecería para dar paso a una forma de organización social más igualitaria. Marx y Engels utilizaron la expresión "administración de las cosas" para describir esta sociedad. En esta visión, los asuntos sociales y económicos se gestionan racionalmente en interés de todos, sin necesidad de lucha política por los recursos y el poder. Sin embargo, esta visión ha sido criticada. Algunos sostienen que la política es inevitable porque las sociedades siempre se enfrentan a decisiones sobre la distribución de los recursos y las prioridades sociales. Estas decisiones implican inevitablemente conflictos de intereses y desacuerdos, que requieren alguna forma de política para resolverlos. Además, algunos señalan que incluso si una sociedad puede eliminar las clases económicas, pueden subsistir otras formas de jerarquía y diferenciación social, creando nuevas formas de conflicto político. Por último, otros cuestionan la idea de que la administración de las cosas pueda ser totalmente neutral o racional, argumentando que todas las decisiones implican valores y elecciones que son intrínsecamente políticas.

En la teoría marxista, la estructura de la sociedad se define por las relaciones de producción y los conflictos que surgen de ellas. Marx sostenía que el sistema económico (el modo de producción) determina la estructura social, incluidas las relaciones de clase. Estas relaciones están marcadas por conflictos inherentes y luchas de poder. En pocas palabras, Marx sostenía que toda sociedad está estructurada en torno a su sistema económico. Por ejemplo, una sociedad feudal se estructura en torno a las relaciones entre señores y siervos, mientras que una sociedad capitalista se estructura en torno a las relaciones entre la burguesía (los que poseen los medios de producción) y el proletariado (los que venden su trabajo). El concepto de "conflicto" es fundamental en esta perspectiva. Marx sostenía que el conflicto entre clases es una fuerza motriz del cambio social e histórico. Estos conflictos son inherentes a la estructura económica de la sociedad y, en última instancia, pueden conducir a cambios radicales en la estructura de la sociedad, por ejemplo, a través de una revolución en la que la clase obrera derroca a la burguesía y establece una nueva forma de sociedad.

Marx postuló que el conflicto de clases es una característica universal de las sociedades humanas, aunque las formas específicas de este conflicto puedan variar según las circunstancias históricas y culturales. En las sociedades primitivas, Marx y Engels sugirieron que existía una forma "primitiva" de comunismo, en la que se compartían los recursos y no había clases diferenciadas. Sin embargo, también sugirieron que el desarrollo de la propiedad privada y la agricultura condujo a la aparición de clases sociales y a la dominación de una clase sobre otra, dando lugar al conflicto de clases. El punto central de Marx es que estas estructuras de clase a menudo están ocultas o "naturalizadas" en la sociedad, de modo que parecen ser características naturales e inevitables de la vida humana en lugar de construcciones sociales que pueden cambiarse. Aquí es donde el vínculo con el estructuralismo se hace evidente: al igual que los estructuralistas, Marx trató de revelar las estructuras subyacentes que dan forma a la vida social, incluso si no son inmediatamente evidentes o reconocidas por aquellos que viven dentro de esas estructuras.

Estructuralismo[modifier | modifier le wikicode]

Claude Lévi-Strauss : 1908 - 2009[modifier | modifier le wikicode]

Claude Lévi-Strauss en 2005.

Claude Lévi-Strauss aportó una perspectiva única a la sociología y la antropología con su enfoque estructuralista. El estructuralismo, como teoría, propone que los fenómenos humanos sólo pueden entenderse como partes de un sistema mayor, o estructuras. Según Lévi-Strauss, estas estructuras son universales y pueden revelarse analizando mitos, ritos, costumbres y otros aspectos culturales. Su trabajo con las tribus indígenas de la Amazonia proporcionó una base importante para el desarrollo de sus teorías. Lévi-Strauss sostenía que, incluso en estas sociedades aparentemente simples y remotas, existen complejas estructuras de pensamiento que informan su comportamiento y su cultura. Lejos de ser "primitivas", estas sociedades poseen una complejidad y una sofisticación intelectual que Occidente a menudo ha pasado por alto o ha malinterpretado. Lévi-Strauss adoptó un enfoque comparativo e intercultural de la investigación, buscando similitudes y diferencias entre distintas culturas para comprender las estructuras universales que subyacen al pensamiento y el comportamiento humanos. Al ir "más al fondo", pudo analizar los elementos más profundos de la cultura y el pensamiento humanos, a menudo ocultos o ignorados en las sociedades occidentales modernas.

Claude Lévi-Strauss es famoso por sus estudios de las tribus indias de la Amazonia realizados entre 1935 y 1938. Utilizó un enfoque etnográfico para comprender estas culturas, viviendo entre ellas y observando sus prácticas y creencias cotidianas. Su famosa frase "cuanto más lejos voy, más puedo analizar lo que experimento" resume su filosofía de investigación: creía que para comprender realmente una cultura había que sumergirse por completo en ella, vivir como sus miembros y observar desde dentro. Gracias a este enfoque, Lévi-Strauss pudo explorar y documentar en profundidad las costumbres, creencias y prácticas sociales de estas tribus, lo que le proporcionó una visión inestimable de sus modos de vida. También utilizó estas experiencias para desarrollar sus teorías estructuralistas, argumentando que todas las culturas comparten ciertas estructuras subyacentes, a pesar de sus diferencias superficiales. Estas experiencias en Brasil influyeron decisivamente en su obra posterior y contribuyeron a consolidar su reputación como uno de los pensadores más influyentes de la antropología del siglo XX. Su obra ejerció una profunda influencia no sólo en la antropología, sino también en la sociología, la filosofía, la historia, la psicología y otras disciplinas relacionadas con las ciencias humanas.

Durante la guerra se marchó a Estados Unidos y comenzó a escribir su tesis, que presentó en 1949. En esta tesis, titulada "Las estructuras elementales del parentesco", Lévi-Strauss abordó el estudio de los sistemas de parentesco en las sociedades primitivas y avanzadas desde un ángulo estructuralista. En su opinión, el parentesco no es simplemente una cuestión de biología o de relaciones de sangre, sino que también está determinado por normas y reglas culturales. Estas reglas rigen no sólo a quién se considera pariente, sino también los comportamientos y obligaciones que se esperan de estas relaciones. Lévi-Strauss desarrolló la idea de que estos sistemas de parentesco son estructuras, en el sentido de que están formados por relaciones fijas y organizadas que se mantienen a lo largo del tiempo. Sostiene que estas estructuras son universales, en el sentido de que están presentes en todas las sociedades, aunque los detalles específicos de estas estructuras puedan variar de una cultura a otra. Según Lévi-Strauss, estas estructuras de parentesco son fundamentales para el funcionamiento de las sociedades. Determinan aspectos importantes de la vida social, como quién puede casarse con quién, cómo se transmiten los bienes de una generación a la siguiente y qué obligaciones y responsabilidades tiene cada uno en la sociedad. Entender estas estructuras de parentesco es, por tanto, esencial para comprender la propia sociedad.

Claude Lévi-Strauss fue el pionero del enfoque estructuralista en antropología, aplicando el método a diversos temas sociales y culturales. Este enfoque parte de la base de que cada elemento de una sociedad (por ejemplo, rituales, costumbres, instituciones, normas de parentesco, etc.) sólo tiene sentido en el contexto de la estructura más amplia en la que se inserta. En el caso de los sistemas de parentesco, por ejemplo, Lévi-Strauss sostenía que las normas específicas y las relaciones individuales sólo pueden comprenderse plenamente situándolas en el marco más amplio de la estructura de parentesco de la sociedad. Esta estructura, argumentaba, se basaba en el intercambio y la reciprocidad, y pretendía promover la cooperación y la armonía social. Para Lévi-Strauss, la estructura es fundamental en todos los niveles de la organización social y cultural. Es lo que da forma y sentido a las relaciones y actividades sociales. También es lo que permite a los antropólogos comprender y explicar las similitudes y diferencias entre las distintas culturas. Adquirió una influencia considerable y se convirtió en el teórico del estructuralismo. A su regreso a Francia, reunió a investigadores de distintos campos y en 1949 se convirtió en director de la École Pratique des Etudes en Sciences Sociales, con una cátedra de religiones comparadas. Se colocó en una posición en la que podía trabajar en la construcción de estructuras.

Para Claude Lévi-Strauss, los mitos son una forma de comunicación simbólica profundamente arraigada en la estructura mental humana. Son elementos fundamentales de la cultura que proporcionan modelos para el pensamiento y la acción, permitiendo a las personas dar sentido al mundo y a su lugar en él. Lévi-Strauss desarrolló un enfoque distintivo para el análisis de los mitos, conocido como "estructuralismo mitológico". Según este enfoque, todos los mitos pueden descomponerse en un conjunto de mitos más pequeños, o "mitemas", que son las unidades básicas del mito. Estos mitos se organizan en pares de oposiciones binarias que reflejan las tensiones y contradicciones fundamentales de la vida social y cultural. Mediante la recopilación y comparación de mitos de distintas culturas, Lévi-Strauss pretendía revelar las estructuras universales del pensamiento humano. Sostenía que, aunque los detalles específicos de los mitos pueden variar de una cultura a otra, las estructuras subyacentes son notablemente similares y reflejan patrones universales de pensamiento. En otras palabras, para Lévi-Strauss, los mitos no son simples historias que la gente cuenta para entretenerse o para explicar el mundo. Son herramientas esenciales que permiten a las personas comprender, navegar y dar sentido a su realidad social y cultural.

La antropología estructural de Lévi-Strauss[modifier | modifier le wikicode]

En su libro de 1958 Antropología estructural, Claude Lévi-Strauss propuso un enfoque revolucionario de la antropología basado en la idea de que todas las sociedades, independientemente de su nivel tecnológico o de su historia cultural específica, comparten estructuras de pensamiento subyacentes comunes. Utiliza este enfoque para examinar una serie de fenómenos culturales, desde los sistemas de parentesco hasta los mitos y rituales, y sostiene que estos fenómenos pueden comprenderse mejor analizándolos en términos de sus estructuras subyacentes en lugar de centrarse en su contenido manifiesto. Para Lévi-Strauss, los mitos son especialmente importantes porque expresan de forma simbólica las estructuras mentales fundamentales de una cultura. Los mitos no son simples historias inventadas, sino representaciones simbólicas de los problemas y preocupaciones fundamentales de una sociedad. En "Anthropologie structurale", Lévi-Strauss ilustra su planteamiento con un análisis detallado de diversos mitos de culturas de todo el mundo. Demuestra que, a pesar de su aparente diversidad, estos mitos comparten estructuras de pensamiento comunes, revelando la existencia de patrones universales del pensamiento humano. Este planteamiento tuvo un profundo impacto en la antropología y otras disciplinas de las ciencias sociales, y propició la aparición del movimiento estructuralista, que dominó gran parte de la teoría social y cultural en las décadas de 1960 y 1970.

Claude Lévi-Strauss subrayó la importancia de la estructura sobre la particularidad en el estudio de las sociedades humanas. Criticó la forma en que la etnología y la etnografía se centraban tradicionalmente en las especificidades culturales e históricas de las distintas sociedades, y argumentó que este enfoque descuidaba las estructuras subyacentes comunes que dan forma a todas las sociedades humanas.

Según Lévi-Strauss, la etnología se centra en documentar y analizar las características específicas de los distintos grupos humanos. Es una disciplina que recopila información sobre las costumbres, tradiciones y prácticas sociales de distintos grupos y las presenta de forma descriptiva. La etnografía, por su parte, es un método de investigación que implica la observación directa y participativa de las prácticas culturales de una sociedad concreta.

Lévi-Strauss sostenía que ambas disciplinas, aunque importantes, estaban limitadas por su énfasis en la particularidad. En su lugar, defendía un enfoque estructuralista, que trataba de identificar y analizar las estructuras universales del pensamiento humano que subyacen en todas las sociedades. En su opinión, es entendiendo estas estructuras universales como podemos comprender verdaderamente la naturaleza de la cultura y la sociedad humanas.

La lingüística y la sociología son dos disciplinas que influyeron mucho en el pensamiento de Claude Lévi-Strauss y en el desarrollo del estructuralismo. Según Lévi-Strauss, estas disciplinas pueden trabajar juntas para proporcionar una comprensión más profunda de la estructura de las sociedades humanas.

  1. Lingüística: Lévi-Strauss estuvo muy influido por la lingüística estructural, en particular por la obra de Ferdinand de Saussure. Para Saussure, la lengua no era un conjunto de palabras que correspondían a cosas, sino un sistema de signos en el que cada signo derivaba su significado de su relación con otros signos. Lévi-Strauss aplicó este concepto a la antropología, sugiriendo que los elementos de la cultura (por ejemplo, reglas de parentesco, mitos, rituales) pueden entenderse como signos en un sistema cultural estructurado.
  2. Sociología: Lévi-Strauss también se vio influido por Emile Durkheim y Marcel Mauss, que subrayaron la importancia de las estructuras sociales en la formación de la cultura y la sociedad. Lévi-Strauss utilizó conceptos sociológicos para analizar las estructuras de parentesco, las normas matrimoniales y los tabúes en distintas sociedades, demostrando cómo estas estructuras sociales conforman la vida cultural.

Para Lévi-Strauss, la lingüística y la sociología son dos herramientas complementarias para estudiar las estructuras subyacentes a la cultura y la sociedad humanas.

Papel de la lingüística estructural en la antropología estructural de Lévi-Strauss[modifier | modifier le wikicode]

Claude Lévi-Strauss se basó en gran medida en la lingüística estructural, sobre todo en la obra de Ferdinand de Saussure, para desarrollar su planteamiento de la antropología estructural. Según Saussure, el significado de un signo lingüístico (una palabra, por ejemplo) depende de su sistema de relaciones con otros signos dentro de la estructura global de la lengua, y no de su correspondencia directa con una realidad externa. Lévi-Strauss aplicó este enfoque a la antropología. Para él, los elementos de una cultura -ya sean mitos, rituales, reglas de parentesco, etc.- son como signos lingüísticos. - son como signos lingüísticos. Su significado depende de cómo se relacionan entre sí dentro del sistema global de la cultura, y no de su correspondencia directa con una realidad externa. En este sentido, Lévi-Strauss ve la lengua como una especie de "estructura de estructuras". Sirve de modelo para comprender cómo se estructuran e interconectan los demás elementos de la cultura. Por ejemplo, al igual que los sonidos de la lengua se organizan en palabras, las palabras en frases y las frases en discursos, los elementos de la cultura se organizan en estructuras cada vez más complejas. Por este motivo, Lévi-Strauss considera que la lingüística es una disciplina clave para la antropología. Los métodos de la lingüística estructural -el análisis de los sistemas de relaciones entre signos- pueden utilizarse para analizar las estructuras de la cultura.

Claude Lévi-Strauss cuestionó la idea de que existe una jerarquía lineal de culturas, desde la "primitiva" a la "avanzada". Para él, todas las culturas son sistemas complejos de significado, y cada una debe entenderse en función de su propia lógica interna, y no por comparación con otras. Esta perspectiva supuso una importante ruptura con los planteamientos antropológicos anteriores, que tendían a juzgar las culturas no occidentales según criterios occidentales. Lévi-Strauss subrayó que los llamados "pueblos primitivos" poseen sistemas sociales y políticos complejos y estructurados. Lévi-Strauss rechazó la idea de que estas sociedades carecieran de historia por el mero hecho de carecer de tradición escrita. En cambio, sostenía que su historia puede descifrarse a partir de sus mitos, rituales y sistemas de parentesco, todos ellos portadores de significado histórico. Lévi-Strauss también criticó la visión eurocéntrica de que el desarrollo y el progreso son una vía de sentido único que conduce a la modernidad occidental. Insistió en que cada cultura tiene su propia trayectoria de desarrollo, moldeada por sus condiciones particulares y su propia lógica interna. Esta perspectiva contribuyó a cuestionar el etnocentrismo en los estudios antropológicos y a promover una valoración más equitativa y respetuosa de la diversidad cultural.

Claude Lévi-Strauss se mostró escéptico ante la noción de arcaísmo, ya que implica una visión lineal y progresiva de la historia, en la que las sociedades "arcaicas" se consideran rezagadas con respecto a las "modernas". Criticó esta perspectiva por eurocéntrica y distorsionadora. En su lugar, Lévi-Strauss propuso un enfoque estructuralista, que trata de entender cada cultura en términos de sus propias estructuras internas de significado. En lugar de juzgar a las sociedades según una escala lineal de desarrollo, trató de identificar los sistemas subyacentes de pensamiento y significado que conforman la vida social y cultural. En consecuencia, Lévi-Strauss subrayó la importancia de desarrollar nuevas herramientas teóricas y metodológicas para comprender la complejidad y diversidad de las culturas humanas. Sostenía que debemos ser capaces de reconocer y respetar las diferentes lógicas internas que estructuran las distintas sociedades, en lugar de juzgarlas según nuestros propios criterios culturales.

La importancia de la magia, el mito y el ritual en las sociedades[modifier | modifier le wikicode]

En su obra, Claude Lévi-Strauss ha destacado la importancia de la magia, el mito y el ritual en todas las sociedades, incluidas las modernas. Lejos de considerarlos formas irracionales o primitivas de pensamiento, sostuvo que desempeñan un papel crucial en la estructuración de la vida social y cultural.

Lévi-Strauss estudió los mitos y rituales como formas de lenguaje simbólico. Para él, estas formas de comunicación se asemejan al lenguaje en que se basan en sistemas de signos que se utilizan para expresar ideas y sentimientos. Al igual que el lenguaje, están estructurados por reglas y convenciones que permiten a los individuos compartir significados comunes.

En su análisis de la magia, Lévi-Strauss sostenía que la magia, al igual que la ciencia, es una forma de conocimiento basada en sistemas lógicos de pensamiento. Sostuvo que la magia es eficaz no porque implique fuerzas sobrenaturales, sino porque permite a los individuos estructurar su comprensión del mundo y actuar en consecuencia. En este sentido, la magia desempeña un papel crucial en la vida social y cultural, ayudando a los individuos a dar sentido a su experiencia y a navegar por el mundo que les rodea.

El planteamiento de Lévi-Strauss coincide con el de René Girard en que ambos ven la figura del hechicero como un elemento estructurador de la sociedad. Para Lévi-Strauss, el brujo, al igual que el mito y el ritual, ayuda a construir la estructura social al proporcionar un marco para comprender e interpretar el mundo. Los ritos y creencias asociados a la figura del brujo proporcionan una especie de lenguaje simbólico a través del cual los individuos pueden dar sentido a su experiencia y navegar por el mundo. René Girard ha desarrollado una teoría del deseo mimético para explicar el comportamiento humano y el funcionamiento de las sociedades. Según Girard, el brujo desempeña un papel clave en la gestión de las tensiones y conflictos que pueden surgir en la sociedad como resultado de este deseo mimético. Como figura de autoridad, el brujo puede ayudar a canalizar estas tensiones y mantener el orden social. Así pues, al igual que para Lévi-Strauss, para Girard el brujo es un elemento estructural esencial para el funcionamiento de la sociedad.

Mito y política[modifier | modifier le wikicode]

Para Claude Lévi-Strauss, los mitos son narraciones que ofrecen una interpretación simbólica y estructurada del mundo. Son los pilares de las culturas y las sociedades, y sirven para explicar los orígenes, los valores, las creencias, las estructuras sociales y los fenómenos naturales. Lévi-Strauss sostenía que todos los mitos, ya sean de sociedades tradicionales o modernas, comparten una estructura común. Utilizó un enfoque denominado estructuralismo para analizar los mitos. Según este enfoque, los mitos se construyen en torno a pares de oposiciones binarias (por ejemplo, vida/muerte, cultura/naturaleza), y estas oposiciones ayudan a organizar y dar sentido a la experiencia humana. Además, Lévi-Strauss sostenía que los mitos son intemporales: se reinterpretan y adaptan constantemente para responder a las preocupaciones actuales de una sociedad, pero su estructura básica sigue siendo la misma. Así, aunque los detalles específicos de un mito pueden cambiar con el tiempo, su marco estructural y su papel como medio de interpretar el mundo permanecen constantes.

La idea de que la política requiere una cierta dimensión de lo sagrado puede entenderse de varias maneras.

  1. Lo político como sagrado: Aquí, "sagrado" puede interpretarse como algo que tiene una importancia máxima, digno de respeto y veneración. Desde este punto de vista, las instituciones políticas, las leyes y los valores (como la democracia, la justicia, la igualdad, etc.) pueden considerarse sagrados. Son esenciales para el funcionamiento de la sociedad y la promoción del bienestar común.
  2. La política necesita lo sagrado: Por otra parte, hay quien sostiene que la política necesita una dimensión de lo sagrado para legitimar su poder e inspirar lealtad y obediencia a los ciudadanos. Esto podría adoptar la forma de símbolos, rituales y tradiciones que refuercen la autoridad del Estado y la identidad nacional.
  3. La desaparición de lo sagrado y su impacto en la política: En ausencia de un sentido de lo sagrado, algunos sostienen que la política puede volverse puramente tecnocrática, centrada en la eficacia y la eficiencia más que en los valores y los principios. Esto podría conducir a la desilusión política y a la desafección, y finalmente a la desintegración del tejido social.

Claude Lévi-Strauss, como uno de los fundadores del enfoque estructuralista en la antropología y las ciencias sociales, hizo hincapié en la importancia de las estructuras subyacentes para comprender las sociedades humanas. Utilizó la idea de las estructuras para analizar diversos aspectos de las culturas humanas, desde los sistemas de parentesco hasta los mitos, rituales y costumbres.

Según Lévi-Strauss, las estructuras no siempre son inmediatamente visibles u obvias. A menudo están ocultas bajo la superficie, pero pueden revelarse mediante un análisis cuidadoso y riguroso. En este sentido, el trabajo de un antropólogo estructuralista se parece mucho al de un criptógrafo que descifra un mensaje secreto: busca descifrar las estructuras ocultas que rigen el funcionamiento y el desarrollo de las sociedades humanas.

El enfoque estructuralista de Lévi-Strauss ha sido influyente y ha dado lugar a nuevas formas de pensar sobre las sociedades humanas. Sin embargo, como toda teoría, también ha sido criticada. Algunos han cuestionado la idea de que las estructuras sean tan omnipresentes y todopoderosas, y han hecho hincapié en el papel de la agencia individual y el cambio histórico. Otros han criticado el estructuralismo por su insistencia en la dualidad y la oposición, y por su enfoque a veces demasiado abstracto y descontextualizado de las culturas humanas.

El estructuralismo marxista en el ámbito de la política: Nicos Poulantzas (1936 - 1979)[modifier | modifier le wikicode]

Poulantzas.

Nicos Poulantzas fue un sociólogo y teórico político griego que intentó conciliar en su obra el estructuralismo y el marxismo. Se le conoce sobre todo por su teoría del Estado, que ejerció una gran influencia en el marxismo occidental.

Poulantzas intentó integrar el estructuralismo, en particular las ideas de Louis Althusser, en un análisis marxista de la sociedad. Al igual que Althusser, hizo hincapié en la importancia de las estructuras subyacentes que configuran y determinan las acciones y relaciones humanas. Sin embargo, también insistió en la necesidad de un análisis materialista y clasista de estas estructuras.

En su libro Political Power and Social Classes, Poulantzas propuso un análisis estructural del Estado capitalista. Según él, el Estado no es simplemente un instrumento de la clase dominante, sino una entidad con su propia estructura y su propio papel en el mantenimiento del sistema capitalista.

Poulantzas también argumentó que la lucha de clases debe entenderse estructuralmente. Las clases no sólo se definen por su posición en la economía, sino también por su posición en otras estructuras sociales, como el sistema político. Este enfoque ha permitido a Poulantzas desarrollar un sofisticado análisis de cómo funcionan el poder y la dominación en las sociedades capitalistas.

A Nicos Poulantzas se le atribuye una importante contribución a la teoría marxista, sobre todo en lo que respecta al papel del Estado en las sociedades capitalistas. En su trabajo, trató de entender cómo las estructuras políticas y sociales interactúan con las fuerzas económicas para mantener y reproducir los sistemas de poder y opresión. Poulantzas sostenía que el Estado es una entidad relativamente autónoma dentro de la estructura social, que tiene sus propios intereses y desempeña un papel activo en el mantenimiento del sistema capitalista. Rechazó la idea de que el Estado sea simplemente un instrumento de la clase dominante y argumentó, en cambio, que es una "condensación material de una relación de fuerzas entre clases y fracciones de clase".

En "Poder político y clases sociales" (1968), Poulantzas intentó desarrollar una teoría marxista del Estado que tuviera en cuenta su complejidad y su autonomía relativa. Sostuvo que el Estado, como componente de la superestructura social, es a la vez el producto y el productor de las relaciones sociales de producción. Desempeña un papel activo en la reproducción de las condiciones de producción capitalista. Poulantzas también escribió sobre fascismos y dictaduras, intentando comprender sus orígenes y desarrollo en el contexto de la economía política capitalista. Intentó desarrollar un análisis que tuviera en cuenta tanto las fuerzas estructurales como las acciones de individuos y grupos.

Poulantzas fue una figura destacada del marxismo occidental de los años sesenta y setenta, y su obra influyó notablemente en el desarrollo de la teoría marxista. Sin embargo, sus ideas también han sido criticadas, sobre todo por su énfasis en la estructura en detrimento de la acción humana.

El marxismo ejerció una gran influencia en el desarrollo del estructuralismo en Europa en las décadas de 1950 y 1960. El pensamiento marxista, con su énfasis en las estructuras de clase y las relaciones de producción como fuerzas motrices de la historia y la sociedad, sintonizaba perfectamente con la perspectiva estructuralista, que trataba de identificar las estructuras subyacentes que organizan y dan sentido a la vida social. En este contexto histórico, el estructuralismo y el marxismo se utilizaron a menudo juntos para analizar los fenómenos sociales y políticos. Por ejemplo, en el campo de la sociología, pensadores como Louis Althusser trataron de integrar las ideas marxistas y estructuralistas en una teoría coherente de la sociedad. La descolonización también fue un importante tema de estudio para los pensadores marxistas y estructuralistas. Las luchas por la independencia en los países colonizados se interpretaron a través del prisma de las relaciones de clase y la lucha de clases, teniendo en cuenta al mismo tiempo las estructuras culturales y políticas específicas de cada sociedad. Nicos Poulantzas es un ejemplo de pensador que reivindicó abiertamente su adhesión al marxismo al tiempo que utilizaba las herramientas del análisis estructuralista. Su trabajo sobre el papel del Estado en las sociedades capitalistas refleja esta combinación de influencias.

Nicos Poulantzas propuso un análisis estructuralista del capitalismo y el Estado, centrado en las relaciones de clase y las estructuras institucionales. En su opinión, el Estado no es simplemente un instrumento de la clase dominante, sino más bien una "condensación material" de las relaciones de poder entre las distintas clases. Es un campo de lucha en el que se enfrentan y negocian diferentes fuerzas sociales, económicas y políticas. Desde esta perspectiva, el Estado no es sólo un actor en la reproducción de las relaciones de clase, sino que también desempeña un papel activo en su formación y transformación. Es a la vez el producto y el productor de las relaciones sociales, económicas y políticas. Para Poulantzas, el Estado capitalista no es simplemente un reflejo de los intereses económicos de la burguesía, sino también una institución que contribuye a la formación y reproducción de la dominación de clase. Estructura las relaciones sociales de tal manera que favorece a la clase dominante y reproduce las condiciones de la dominación capitalista. En este sentido, el enfoque de Poulantzas puede describirse como "structuro-marxista", ya que combina las herramientas analíticas del marxismo y el estructuralismo para analizar el Estado y el capitalismo. Fue uno de los principales contribuyentes a la teoría marxista del Estado, haciendo hincapié en el papel del Estado como lugar de las luchas de clases y como actor en la reproducción de las relaciones de clase.

Nicos Poulantzas ha propuesto una interesante visión de la crisis del Estado. En su opinión, la crisis del Estado es una característica intrínseca del Estado capitalista, porque siempre está implicado en una lucha de clases y en la gestión de las contradicciones inherentes al sistema capitalista. La crisis no es una anomalía, sino un aspecto normal y necesario del funcionamiento del Estado capitalista. Según Poulantzas, el Estado no es simplemente un regulador neutral que arbitra los conflictos entre las diferentes clases sociales. Al contrario, desempeña un papel activo en la creación y gestión de estos conflictos. Es un actor central en la reproducción de las relaciones de clase y contribuye activamente a la formación de la estructura de clases de la sociedad. Desde esta perspectiva, el Estado es tanto el producto de los conflictos de clase como un actor que da forma activa a estos conflictos. Es a la vez el teatro y el actor de las luchas de clases. Por consiguiente, la crisis del Estado no es simplemente una consecuencia de los conflictos de clase, sino también un factor que contribuye a exacerbarlos. Esta visión del Estado tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión de la dinámica política y social. Nos invita a repensar el papel del Estado en el capitalismo y a reconocer su participación activa en la reproducción y transformación de las relaciones de clase.

Para Nicos Poulantzas, el Estado es la encarnación de las fuerzas dominantes en la sociedad y desempeña un papel activo en la reproducción de las relaciones de poder existentes. El Estado no es simplemente un instrumento neutral, sino un actor que configura activamente estas relaciones de poder. El Estado, en su concepción marxista-estructuralista, es un actor central en la construcción y reproducción de las relaciones de clase. No es un mero instrumento al servicio de la clase dominante, sino un actor que contribuye activamente a la construcción de las condiciones que permiten a la clase dominante mantener su posición. Poulantzas también estaba convencido de que el cambio social y político sólo podía producirse a través de la lucha de las clases subalternas. Para él, era a través de la movilización popular y la lucha de clases como se podían cuestionar y transformar las estructuras de poder existentes. Esto implica una visión de la política como un proceso de lucha constante, en el que las fuerzas populares deben organizarse y movilizarse para desafiar las estructuras de poder existentes y trabajar para transformarlas. Implica una visión de la política que hace hincapié en la acción colectiva y la movilización popular como motores del cambio social y político.

Nicos Poulantzas era consciente de las complejidades y contradicciones inherentes a la teoría estructuralista. Como estructuralista, reconocía que las estructuras sociales tienen un peso considerable y tienden a perpetuarse. Sin embargo, como marxista, también creía en la posibilidad del cambio social y político a través de la acción colectiva y la lucha de clases. Poulantzas también reconocía el potencial del Estado para ejercer la violencia contra las fuerzas del cambio. Utilizó el término "contrarrevolución preventiva" para describir las medidas adoptadas por el Estado para impedir o frustrar los movimientos revolucionarios. Esta idea refleja su concepción del Estado no como un actor neutral, sino como una entidad que desempeña un papel activo en la defensa y reproducción de las estructuras de poder existentes. Es cierto que estas ideas pueden parecer contradictorias. Por un lado, Poulantzas reconoce el peso de las estructuras sociales y la tendencia del Estado a defender el orden existente. Por otro, cree en la posibilidad de la revolución y el cambio social. Sin embargo, estas contradicciones reflejan la complejidad de la realidad social y política que Poulantzas pretendía comprender.

Anexos[modifier | modifier le wikicode]

Referencias[modifier | modifier le wikicode]

  1. Differenz der demokritischen und epikureischen Naturphilosophie.