El noción de "concepto" en ciencias sociales

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En ciencias sociales, un "concepto" es una idea o categoría abstracta que permite a los investigadores clasificar y comprender el mundo social. Los conceptos son herramientas esenciales para pensar, analizar y explicar los fenómenos sociales. Nos ayudan a simplificar la complejidad del mundo social agrupando y organizando diversas observaciones, ideas y fenómenos en categorías analíticas.

Los conceptos pueden adoptar distintas formas según la disciplina. Por ejemplo, en sociología, conceptos como "anomia", "burocracia" o "capital social" se utilizan para caracterizar y analizar fenómenos sociales concretos. En economía, se utilizan conceptos como "equilibrio del mercado", "oferta y demanda" o "capital humano". En ciencias políticas, se suelen utilizar conceptos como "democracia", "poder" o "gobernanza".

Construir un concepto es un paso importante en la investigación en ciencias sociales. Suele implicar una definición clara del concepto y la identificación de sus diferentes dimensiones o características. A veces, los investigadores también pueden operacionalizar los conceptos, es decir, traducirlos en variables mensurables que puedan utilizarse en la investigación empírica.

Debate y controversia permanentes[modifier | modifier le wikicode]

La ciencia política es intrínsecamente dinámica y está marcada por una sucesión de debates y controversias en constante evolución. Estos debates influyen profundamente en el panorama de la investigación en este campo, ya sea sobre cuestiones teóricas, metodológicas o sustantivas. Los debates son cruciales, por ejemplo, en lo que respecta al papel del Estado en la sociedad, con perspectivas que van desde un Estado minimalista hasta un Estado más intervencionista. Otro debate fundamental se refiere a la definición de democracia, sus componentes esenciales y cómo medir su calidad. Además, el eterno debate sobre el comportamiento individual racional frente a la influencia de las normas e identidades de grupo sigue conformando nuestra comprensión de fenómenos políticos como el voto y la formación de partidos. Por último, el debate sobre la metodología, en particular entre los enfoques cuantitativo y cualitativo, sigue siendo una cuestión clave. La forma en que se abordan y resuelven estos debates influye en la evolución de la investigación en ciencia política, mejorando nuestra comprensión de los fenómenos políticos y perfeccionando las teorías y métodos en este campo.

Estos debates en ciencia política son perpetuos en el sentido de que persisten a pesar del paso del tiempo y de la evolución de la disciplina. A menudo son difíciles de resolver a través de un simple análisis empírico porque implican cuestiones fundamentales de teoría y filosofía, más que cuestiones que puedan resolverse mediante la recopilación de datos o la observación directa. Además, las distintas metodologías, definiciones conceptuales y marcos teóricos pueden influir en la forma en que los investigadores interpretan los datos empíricos, lo que a su vez puede alimentar estos debates. Además, estos debates suelen ser paradigmáticos, es decir, se refieren a los marcos básicos o paradigmas que estructuran el pensamiento politológico. Un paradigma es una forma específica de entender el mundo, que comprende supuestos fundamentales sobre la naturaleza de la realidad y la forma en que la conocemos. Los debates paradigmáticos pueden versar, por ejemplo, sobre si los individuos son esencialmente racionales o si su comportamiento está fuertemente influido por factores sociales y culturales, o sobre si la política es esencialmente una cuestión de lucha por el poder o si también puede estar influida por ideales de justicia o de bien común. Estos debates son de crucial importancia porque configuran la forma en que los politólogos diseñan sus estudios, interpretan sus conclusiones y comprenden el mundo político. Contribuyen a la evolución de la disciplina y estimulan la investigación y la reflexión permanentes.

Niveles de análisis en ciencia política[modifier | modifier le wikicode]

Kenneth Waltz, eminente teórico de las relaciones internacionales, propuso una tipología de niveles de análisis de los conflictos internacionales en su libro "El hombre, el Estado y la guerra" (1959). Esta tipología ha suscitado numerosos debates y controversias en el ámbito de las relaciones internacionales y la ciencia política en general.

Waltz identificó tres "imágenes" o niveles de análisis:

  1. El nivel individual: Se centra en los individuos y sus acciones. Incluye el examen de las características personales de los líderes, como sus creencias, valores, personalidad y comportamiento. También puede implicar el estudio de procesos psicológicos, como la percepción, la cognición y la motivación.
  2. Nivel estatal: Implica examinar las características internas de los Estados, como su estructura política, economía, cultura y demografía. También podría incluir el estudio de los procesos políticos dentro de los Estados, como la toma de decisiones, la formulación de políticas y la gestión de conflictos.
  3. El nivel sistémico: se centra en el sistema internacional en su conjunto. Se trata de examinar la estructura del sistema internacional, incluida la distribución del poder entre los Estados, las normas e instituciones internacionales y las pautas de las relaciones entre los Estados.

Estos distintos niveles de análisis ofrecen diferentes perspectivas sobre el conflicto internacional, y los investigadores pueden centrarse en uno o varios de estos niveles en sus análisis. Sin embargo, la elección del nivel de análisis puede ser a menudo fuente de controversia, ya que puede influir en la forma en que se entiende un conflicto y, en consecuencia, en las estrategias que se consideran adecuadas para resolverlo.

En el nivel de análisis individual de Waltz, la naturaleza humana y el comportamiento individual se consideran factores determinantes para explicar el conflicto y la guerra. Según esta perspectiva, rasgos humanos como el egoísmo, la agresividad y el ansia de poder pueden considerarse causas subyacentes de la guerra. La idea es que ciertos aspectos de la naturaleza humana, en particular nuestra capacidad para actuar de forma egoísta o agresiva, pueden llevarnos a entrar en conflicto con otros. Por ejemplo, un líder movido por el deseo de poder y dispuesto a utilizar la fuerza para obtenerlo puede estar más inclinado a iniciar una guerra. Estos comportamientos individuales, cuando se multiplican en una sociedad o nación, pueden desembocar en un conflicto a gran escala. Por ejemplo, si muchos individuos de una sociedad están movidos por fuertes sentimientos nacionalistas y están dispuestos a utilizar la violencia para defender a su nación, podría aumentar el riesgo de guerra.

Esta perspectiva es controvertida. Muchos investigadores sostienen que la guerra no puede explicarse simplemente por la naturaleza humana, y que factores como la estructura política, la economía y el sistema internacional también desempeñan un papel importante. Además, existe una gran variedad de comportamientos humanos, y no todos los individuos o sociedades son egoístas, agresivos o ávidos de poder. Por consiguiente, el grado en que la naturaleza humana puede considerarse una causa de la guerra es un tema de debate permanente en la ciencia política y las relaciones internacionales.

En el ámbito nacional, el modelo de Waltz sugiere que la política exterior y los conflictos pueden verse influidos por diversos factores internos. Las estructuras políticas nacionales, el tipo de régimen, la opinión pública y los intereses de determinados grupos dentro del Estado pueden influir significativamente en las decisiones de política exterior. Por ejemplo, en un régimen autocrático, las decisiones pueden estar muy influidas por los intereses del gobernante o del reducido grupo que ostenta el poder. Esto puede incluir intereses personales o económicos, como el deseo de mantener el control político, o los beneficios que puede obtener el complejo militar-industrial a través de la venta de armas o la reconstrucción posconflicto. La opinión pública también puede desempeñar un papel en la política exterior. Si una gran proporción de la población está a favor de la acción militar, por ejemplo, esto puede presionar a los líderes para que adopten una línea más dura en sus relaciones internacionales. A la inversa, una oposición pública generalizada a la guerra puede disuadir a los líderes de entrar en conflicto. Al igual que ocurre con el nivel de análisis individual, el nivel de análisis interno no puede explicar todos los aspectos de la política exterior o los conflictos. Los factores sistémicos, como la distribución del poder entre los Estados o las normas e instituciones internacionales, también pueden desempeñar un papel importante.

El debate sobre el nivel de análisis interno en la ciencia política, tal y como lo propuso Waltz, sigue abierto por varias razones. En primer lugar, la política interior es un campo complejo que abarca multitud de dimensiones -desde las instituciones hasta las prácticas económicas y culturales y la opinión pública- cuya interacción e influencia en la política exterior distan mucho de estar claramente definidas. En segundo lugar, la cuestión de la importancia relativa de los factores internos en comparación con otros niveles de análisis sigue abierta. Algunos investigadores creen que los factores internos son predominantes, mientras que otros se decantan por factores individuales o sistémicos. Además, la constante evolución de los regímenes políticos crea un terreno movedizo para el estudio de los factores internos. La aparición de nuevas formas de gobernanza, como el populismo, plantea nuevos interrogantes sobre su impacto en la política exterior. Por último, el debate sobre la naturaleza exacta de la causalidad -cómo los factores internos impulsan específicamente el comportamiento internacional y su importancia relativa- sigue muy abierto. Estas cuestiones fundamentales hacen que el debate en torno al nivel interno de análisis persista, estimulando la investigación y la reflexión en ciencia política y relaciones internacionales.

El nivel externo de análisis, también conocido como nivel sistémico, se refiere a la estructura del sistema internacional en su conjunto. Inspirado en el realismo y el neorrealismo, este nivel hace hincapié en la anarquía internacional, es decir, en la ausencia de una autoridad mundial superior a los Estados nación soberanos. En este contexto de anarquía, los Estados se consideran los actores principales, que actúan en su propio interés para garantizar su seguridad y supervivencia. Esta perspectiva sugiere que, en un mundo en el que cada Estado es responsable de su propia seguridad y en el que no existe un poder superior que imponga el orden o la ley, el conflicto es inevitable. El miedo a ser atacados puede llevar a los Estados a protegerse armándose y, en ocasiones, incluso a iniciar una guerra para evitar un posible ataque. En otras palabras, la naturaleza anárquica del sistema internacional, como factor externo, puede llevar a los Estados a armarse y prepararse para la guerra, aunque esto pueda conducir a un círculo vicioso de escalada de tensiones y conflictos.

Cada nivel de análisis -individual, interno y externo- ofrece una perspectiva única de los fenómenos políticos y tiene su parte de verdad. Dependiendo del nivel de análisis que se elija, se pondrán de relieve distintos aspectos de las cuestiones políticas, lo que influirá en la orientación de la investigación y en el diseño de las soluciones propuestas. Si la atención se centra en el nivel individual, por ejemplo, la atención podría centrarse en el estudio de los líderes políticos, sus creencias, personalidades y motivaciones. Las soluciones propuestas podrían entonces incluir la educación de los líderes o la promoción de la psicología positiva. Por otro lado, si nos centramos en el nivel interno, la investigación podría concentrarse en las estructuras políticas, los regímenes y los factores sociales. Las soluciones podrían centrarse en la reforma política, la gobernanza democrática o la mejora de la participación ciudadana. Por último, si nos centramos en el nivel externo, la investigación podría examinar la estructura del sistema internacional, las relaciones de poder entre Estados y los mecanismos de guerra y paz. Las soluciones podrían pasar por la reforma del derecho internacional, el fomento de la cooperación internacional o la mejora de los mecanismos de resolución de conflictos.

Estructura-agente: comprender las interacciones[modifier | modifier le wikicode]

En el campo de la ciencia política, y más ampliamente en el de las ciencias sociales, existe un debate persistente entre dos enfoques principales: el estructuralismo, que hace hincapié en las estructuras sociales, políticas y económicas, y el agentivismo, que se centra en las acciones y decisiones de los individuos, o "agentes". Las teorías estructuralistas sostienen que las estructuras -ya sean económicas, políticas o sociales- son predominantes a la hora de determinar el comportamiento de individuos y grupos. Por ejemplo, según la teoría marxista, las estructuras económicas determinan en gran medida las relaciones políticas y sociales. Por otro lado, las teorías basadas en agentes consideran que los individuos, a través de sus acciones, decisiones e interacciones, tienen el poder de moldear y cambiar las estructuras. Un ejemplo sería la teoría del actor racional en economía, que asume que los individuos actúan en su propio interés, y que estas acciones individuales dan forma a los mercados y a la economía.

La mayoría de las teorías e investigadores reconocen la importancia tanto de las estructuras como de los agentes, aunque pueden diferir sobre cuál de estas dos dimensiones es la predominante. En realidad, las estructuras y los agentes interactúan constantemente y se moldean mutuamente, en un proceso denominado "dualidad de la estructura" por algunos sociólogos como Anthony Giddens. Por tanto, centrarse en las estructuras o en los agentes no es tanto una cuestión de teoría "correcta" o "incorrecta", sino más bien una cuestión de perspectiva y prioridad teórica.

El debate entre el individualismo (que hace hincapié en los agentes) y el estructuralismo (que hace hincapié en las estructuras) es un debate ontológico, es decir, se refiere a la naturaleza del ser y de la realidad. Se trata de dos enfoques filosóficos diferentes para comprender el mundo social y político. El individualismo metodológico, por ejemplo, considera que los individuos y sus acciones son los elementos fundamentales de cualquier análisis social. Las estructuras sociales, desde esta perspectiva, se consideran el producto de las interacciones y decisiones individuales. Por el contrario, el estructuralismo sostiene que las estructuras sociales existen independientemente de los individuos y tienen un impacto determinante en su comportamiento. Las estructuras, desde este punto de vista, se conciben como entidades reales que tienen existencia propia y pueden limitar o facilitar las acciones de los individuos. La preferencia por el individualismo o el estructuralismo no puede determinarse únicamente mediante la investigación empírica, ya que se trata de postulados filosóficos sobre la naturaleza de la realidad. Por eso los investigadores pueden recurrir a la filosofía para justificar su elección ontológica, y por eso distintos investigadores pueden tener enfoques diferentes incluso cuando estudian el mismo fenómeno.

La teoría marxista y la teoría de la elección racional son dos ejemplos de metateorías utilizadas en la ciencia política. La teoría marxista es una metateoría que se centra en las estructuras económicas y sociales. Según Marx, las estructuras económicas de la sociedad (modo de producción) determinan en gran medida las relaciones sociales y políticas (superestructura). Desde esta perspectiva, el conflicto de clases y la desigualdad económica son fundamentales para los problemas políticos y sociales. Por otro lado, la teoría de la elección racional es una metateoría que se centra en el individuo como agente. Esta teoría se basa en el principio de que los individuos son racionales y actúan según sus propios intereses. Intentan maximizar su utilidad sopesando los costes y beneficios de las distintas opciones antes de tomar una decisión. La teoría de la elección racional se utiliza ampliamente en el estudio de muchas áreas de la ciencia política, como el voto, la legislación, las coaliciones políticas y las relaciones internacionales. Estas dos metateorías ofrecen perspectivas complementarias de los fenómenos políticos: una se centra en las estructuras y la otra en los individuos. La combinación de estas dos perspectivas puede conducir a una comprensión más rica y matizada de la política.

El debate entre el papel de las estructuras y el de los agentes no se limita a paradigmas distintos, sino que también puede darse dentro de un mismo paradigma o escuela de pensamiento. El marxismo es un excelente ejemplo. Nicos Poulantzas, teórico marxista estructuralista, creía que las estructuras económicas y sociales determinaban en gran medida el comportamiento y las acciones políticas. En su opinión, las leyes ineludibles del desarrollo económico, en particular la contradicción entre capital y trabajo, conducen a conflictos de clase y a transformaciones sociales y políticas. Por otra parte, pensadores marxistas como Antonio Gramsci hicieron mayor hincapié en el papel de los agentes, especialmente los intelectuales y los dirigentes, en la transformación de la sociedad. Para Gramsci, la revolución comunista requiere una "guerra de posición" en la que los intelectuales y la vanguardia desempeñan un papel crucial en la sensibilización de las masas ante la dominación capitalista y en la construcción de una contrahegemonía cultural e ideológica. Estas dos perspectivas reflejan diferentes puntos de vista sobre la cuestión de la estructura y la agencia dentro del paradigma marxista. Ilustran la diversidad de enfoques teóricos posibles, incluso dentro del mismo paradigma, y la riqueza que esta diversidad aporta a nuestra comprensión de los fenómenos políticos.

Las ciencias sociales y la relevancia de la teoría[modifier | modifier le wikicode]

En las ciencias sociales, la teoría desempeña un papel central, pero no siempre está claro:

  • La teoría como abstracción: La teoría es una herramienta que nos ayuda a comprender el mundo de una forma más abstracta. Sin embargo, contrariamente a lo que algunos podrían pensar, no está reservada únicamente a los filósofos o a los intelectuales. Todos utilizamos constantemente las teorías para interpretar y comprender el mundo que nos rodea. Por ejemplo, si pensamos que las recompensas motivan a la gente a trabajar más, en realidad estamos aplicando una versión simplificada de la teoría de los incentivos. Las teorías no son más que marcos que nos ayudan a estructurar nuestras observaciones y pensamientos sobre el mundo.
  • La teoría como algo desconectado de la realidad: También es habitual pensar que la teoría está desconectada de la realidad o que es subjetiva. Sin embargo, las buenas teorías de las ciencias sociales se basan en la observación empírica y se contrastan constantemente con ella. La teoría puede partir de ideas abstractas, pero luego estas ideas se vinculan a hipótesis concretas que pueden ponerse a prueba mediante la observación o la experimentación. Por tanto, lejos de estar desconectada de la realidad, una buena teoría dialoga constantemente con ella.

Los enfoques inductivo y deductivo son dos métodos centrales en el razonamiento científico, incluidas las ciencias sociales, y describen cómo interactúan los hechos y las teorías.

  • Enfoque inductiv: El método inductivo parte de observaciones concretas para llegar a generalizaciones o teorías más amplias. Por ejemplo, un investigador puede empezar con entrevistas detalladas a personas sin hogar y luego utilizarlas para desarrollar una teoría más general sobre las causas de la falta de vivienda. Este enfoque se utiliza a menudo en la investigación cualitativa.
  • Enfoque deductivo: El método deductivo, por otro lado, comienza con una teoría o hipótesis general y luego busca observaciones específicas que la respalden. Por ejemplo, un economista puede partir de la hipótesis de que un aumento del salario mínimo provocará un aumento del desempleo y, a continuación, buscar datos para comprobar esta hipótesis. Este enfoque se utiliza a menudo en la investigación cuantitativa.

En la práctica, muchos investigadores utilizan en su trabajo una combinación de enfoques inductivos y deductivos. Pueden empezar con una teoría general (enfoque deductivo) y luego utilizar observaciones para refinar o modificar esa teoría (enfoque inductivo). O pueden partir de observaciones concretas (enfoque inductivo) y utilizarlas para desarrollar una nueva teoría o hipótesis que luego comprueban con otros datos (enfoque deductivo). La complementariedad de estos dos enfoques contribuye a enriquecer y reforzar la investigación en ciencias sociales, al garantizar un diálogo constante entre teoría y observaciones.

En el contexto de las ciencias sociales, una teoría es una explicación sistemática de los fenómenos observados. Proporciona un marco para comprender e interpretar la realidad, vinculando diferentes hechos y observaciones para explicar las relaciones causa-efecto, las pautas, los comportamientos y las tendencias de la sociedad. Una teoría no es una simple hipótesis o suposición. Se basa en un conjunto de hipótesis claramente definidas y comprobables, y se apoya en pruebas empíricas. Además, una buena teoría debe ser capaz de hacer predicciones precisas sobre los resultados futuros. A menudo hay varias teorías diferentes que pueden explicar el mismo fenómeno social. Por ejemplo, en sociología, la desigualdad económica puede explicarse mediante teorías marxistas (que se centran en las estructuras de clase y el capitalismo), teorías del intercambio social (que se centran en las interacciones y transacciones individuales) o teorías institucionales (que se centran en las leyes, políticas y estructuras sociales). Sin embargo, a pesar de sus diferencias, todas estas teorías comparten el mismo objetivo fundamental: ayudar a explicar cómo funciona la realidad social.

Una buena teoría de las ciencias sociales pretende identificar los factores y procesos que estructuran parte de la realidad social. Sirve para explicar cómo y por qué suceden las cosas, y para anticipar cómo podrían suceder en diferentes condiciones. He aquí algunos puntos importantes sobre una buena teoría:

  1. Identifica los factores importantes: Una teoría debe identificar claramente las variables o factores que son importantes para el fenómeno o la cuestión de investigación que se estudia. Estos factores pueden incluir características individuales, comportamientos, procesos sociales, instituciones, estructuras sociales y otros.
  2. Explica las relaciones entre estos factores: Una teoría también debe explicar cómo se relacionan estos factores entre sí. Por ejemplo, podría explicar cómo los cambios en una variable (por ejemplo, el nivel educativo) afectan a otra variable (por ejemplo, los ingresos).
  3. Propone leyes o principios generales: Una teoría debe proponer principios generales o "leyes" que expliquen el comportamiento de los factores estudiados. Por ejemplo, una teoría económica podría proponer una ley según la cual, en igualdad de condiciones, un aumento de la demanda de un producto provocará un aumento de su precio.
  4. Es comprobable: Una teoría debe formularse de manera que pueda ser comprobada mediante la observación y la experimentación. Esto significa que debe hacer predicciones concretas que puedan confirmarse o refutarse con datos.
  5. Es aplicable a una variedad de contextos: Una buena teoría debe ser lo suficientemente general como para aplicarse a una variedad de contextos y situaciones, aunque algunas teorías pueden ser específicas de determinados contextos culturales o históricos.

En Doing Comparative Politics: An Introduction to Approaches and Issues, Lim destaca la función de una teoría como medio para filtrar y organizar nuestra comprensión de la realidad.[1] Define la teoría como una representación simplificada de la realidad, es un prisma a través del cual se seleccionan, interpretan, organizan y relacionan los hechos para que formen un todo coherente. Los puntos clave de esta definición son:

  1. Simplificación de la realidad: La realidad es increíblemente compleja. Una teoría ofrece una representación simplificada que facilita la comprensión de fenómenos concretos. Centra la atención en los aspectos más relevantes de la realidad para una determinada pregunta de investigación.
  2. Prisma: Una teoría actúa como un prisma, ayudando a seleccionar y resaltar ciertos hechos mientras pone otros hechos en la sombra. Esta selección es crucial porque es imposible considerar todos los hechos a la vez.
  3. Interpretación y organización: una teoría proporciona un marco para interpretar y organizar los hechos. Ayuda a dar sentido a las observaciones y a agruparlas de forma significativa.
  4. Coherencia: una buena teoría presenta un conjunto coherente de hechos y argumentos. Conecta varios elementos de forma lógica y sistemática.

Las teorías desempeñan un papel crucial en la estructuración de nuestra comprensión de la realidad. Ayudan a organizar y relacionar los hechos, a identificar las relaciones causa-efecto y a poner de relieve estructuras y procesos subyacentes que pueden no ser evidentes a primera vista. Por ejemplo, en el campo de la sociología, la teoría del conflicto ayuda a organizar los hechos en torno a la idea de que la sociedad está estructurada por el conflicto de clases y otras formas de lucha por el poder. Vincula diversos hechos -como la desigualdad económica, la discriminación racial y el sexismo- a un análisis más amplio de cómo se distribuye y se disputa el poder en la sociedad. Del mismo modo, en economía, la teoría de la oferta y la demanda ayuda a organizar los hechos al sugerir que los precios vienen determinados por la interacción entre lo que la gente está dispuesta a pagar por un bien o servicio (demanda) y la cantidad disponible de ese bien o servicio (oferta). Estas teorías no sólo reducen la complejidad de la realidad aportando simplificaciones útiles, sino que también ayudan a ordenarla estructurando nuestra comprensión de los hechos. Proporcionan un marco coherente para interpretar y explicar los fenómenos que observamos, lo que permite a los investigadores formular hipótesis, realizar investigaciones y desarrollar una comprensión más profunda de la realidad social.

En esencia, una teoría es un argumento coherente basado en una lógica interna sólida. Describe y explica los mecanismos subyacentes a una relación causal y proporciona un marco que vincula conceptos, variables y hechos de una manera que tiene sentido. En las ciencias sociales, una teoría bien construida debe identificar relaciones entre conceptos o variables, especificar la naturaleza de esas relaciones (por ejemplo, si el aumento de una variable provoca el aumento o la disminución de otra) y explicar por qué existen esas relaciones. La teoría también debe ser lo suficientemente precisa como para permitir hacer predicciones que puedan comprobarse empíricamente. Por ejemplo, en la teoría económica del capital humano, la educación se considera una inversión que aumenta la productividad y el potencial de ingresos de un individuo. Esta teoría sugiere una relación causal: un aumento de la educación conduce a un aumento de los ingresos. Los mecanismos que apoyan esta relación incluyen la adquisición de habilidades y conocimientos que aumentan la productividad de un individuo. Sin embargo, una teoría no es sólo una descripción de la realidad, sino también una herramienta para cambiar esa realidad. Al identificar los mecanismos subyacentes a las relaciones causales, una teoría puede ayudar a identificar posibles palancas de actuación para influir en los resultados. Por ejemplo, si aceptamos la teoría del capital humano, una posible política para aumentar los ingresos sería invertir en educación.

Se pueden utilizar dos analogías para ilustrar la noción de teoría:

  • La teoría como unas gafas: esta analogía ilustra cómo una teoría nos ayuda a filtrar e interpretar la información que percibimos. Al igual que unas gafas pueden ayudarnos a mejorar nuestra visión enfocando ciertas cosas o filtrando determinadas longitudes de onda de la luz, una teoría ayuda a resaltar ciertos aspectos de la realidad social minimizando otros. Cada teoría ofrece una perspectiva única que nos permite ver ciertos aspectos de la realidad con mayor claridad, mientras que potencialmente oscurece otros.
  • La teoría como mapa: Al igual que un mapa es una representación simplificada de la realidad geográfica que enfatiza ciertos detalles (como carreteras, fronteras o relieve) mientras omite otros, una teoría es una representación simplificada de la realidad social que enfatiza ciertos aspectos de la misma. Los mapas pueden variar según la información que se quiera destacar, y las teorías pueden diferir según los aspectos de la realidad social que se quieran enfatizar.

Al igual que es útil disponer de varios tipos de mapa (por ejemplo, un mapa de carreteras, un mapa topográfico, un mapa político), también es útil disponer de varias teorías para comprender plenamente la complejidad de la realidad social. Cada teoría ofrece una visión única, y estas visiones a menudo pueden complementarse entre sí para ofrecer una imagen más completa y matizada.

La distinción entre las perspectivas de Karl Marx y Max Weber ilustra dos enfoques fundamentales de la teoría en las ciencias sociales.

  • La perspectiva de Karl Marx: Marx veía la teoría no sólo como un medio para comprender la realidad social, sino también como una herramienta para transformarla. Para él, el propósito de la teoría era identificar las estructuras de poder y explotación en la sociedad (particularmente en el contexto del capitalismo) y proporcionar una base para la acción política y social dirigida a crear una sociedad más equitativa. Su famosa afirmación: "Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diferentes maneras, ahora se trata de transformarlo", pone de relieve esta convicción de que la teoría debe aplicarse de forma práctica para mejorar la condición humana.
  • La perspectiva de Max Weber: Por otra parte, Weber veía la teoría más como una herramienta para la comprensión objetiva de la realidad social. Para él, el objetivo de la teoría era describir y explicar la realidad social de la forma más precisa y neutral posible, sin pretender necesariamente transformarla. Este enfoque se asocia a menudo con la idea de "neutralidad valorativa" en las ciencias sociales, que sostiene que los investigadores deben esforzarse por ser objetivos y no permitir que sus propios valores o ideologías influyan en su investigación.

Estos dos enfoques no son necesariamente excluyentes. Muchos científicos sociales creen que es importante comprender la realidad social objetivamente (a la manera de Weber), pero también reconocen que esta comprensión puede y debe utilizarse para informar la acción social y política (a la manera de Marx). En última instancia, la forma en que un investigador vea el papel de la teoría dependerá de sus propias perspectivas filosóficas y éticas.

La perspectiva de Karl Marx sobre la teoría hace hincapié en su potencial como palanca para el cambio social y político. Para Marx, la teoría no es simplemente una herramienta para comprender el mundo, sino un medio para transformarlo activamente. En esta visión, la teoría no es una actividad puramente académica o intelectual, sino que tiene relevancia y utilidad directas para el mundo real. En la obra de Marx, esta idea está estrechamente vinculada a su teoría de la lucha de clases. Según Marx, la teoría puede ayudar a arrojar luz sobre las estructuras de poder y explotación en la sociedad, en particular en lo que respecta a las relaciones entre las clases sociales en el sistema capitalista. Al concienciar a las clases trabajadoras de su explotación, Marx creía que la teoría podía servir como herramienta para incitar a la revolución y al establecimiento de una sociedad comunista. Dicho esto, es importante señalar que, si bien el planteamiento de Marx hace hincapié en el papel activo de la teoría en el cambio social, esta perspectiva no es necesariamente compartida por todos los científicos sociales. Algunos pueden ver la teoría más como una herramienta para comprender el mundo que para cambiarlo. No obstante, la perspectiva de Marx pone de relieve una forma en la que puede considerarse que la teoría tiene una relevancia y una utilidad directas para la sociedad.

Robert Cox, uno de los principales teóricos de las relaciones internacionales, articuló bien esta perspectiva en su obra "Fuerzas sociales, Estados y órdenes mundiales: más allá de la teoría de las relaciones internacionales" [2]. En su opinión, toda teoría tiene una perspectiva: "siempre es para alguien y con algún propósito". Esta afirmación se basa en la idea de que la teoría nunca es totalmente neutral u objetiva, ya que siempre está influida por los valores, creencias y objetivos de las personas que la desarrollan y utilizan. Cox estableció una distinción entre lo que denominó teorías de "resolución de problemas" y teorías "críticas". Las teorías de resolución de problemas aceptan el mundo tal como es y tratan de hacer más eficaces los sistemas y estructuras existentes. Suelen estar a favor del statu quo y del orden existente. Las teorías críticas, en cambio, cuestionan el orden existente y tratan de entender cómo y por qué se creó. Pretenden sacar a la luz las fuerzas y estructuras de poder que sustentan la realidad social y, a menudo, plantearse formas de cambiar dichas estructuras. Esto subraya una vez más que las teorías no son simples descripciones neutrales de la realidad. Están influidas por las perspectivas y los objetivos de los teóricos y, a su vez, pueden influir en nuestra comprensión de la realidad y en nuestra actuación en el mundo.

Max Weber, uno de los fundadores de la sociología moderna, apoyaba firmemente la idea de la neutralidad axiológica, es decir, la separación de hechos y valores en la investigación científica. Según Weber, aunque los valores pueden orientar la elección de los temas de investigación, los investigadores deben esforzarse por ser lo más objetivos e imparciales posible a la hora de analizar e interpretar los datos. Weber sostiene que, aunque la investigación en ciencias sociales puede arrojar luz sobre las posibles consecuencias de distintas acciones o políticas, no puede decirnos qué acción o política debemos elegir. Esto se debe a que la elección entre distintos valores o fines es, en última instancia, una cuestión de juicio personal o moral, no un hecho científico. En la práctica, esto significa que los investigadores deben presentar los hechos tal como son, sin juzgarlos según sus propios criterios de correcto e incorrecto, justo e injusto, mejor o peor. Por ejemplo, un sociólogo que estudie una determinada práctica cultural debe esforzarse por describirla y explicarla de la forma más objetiva posible, sin expresar su aprobación o desaprobación personal. La neutralidad axiológica no significa que los investigadores no deban tener valores personales o que deban evitar temas de investigación que tengan implicaciones éticas o políticas. Más bien significa que, al llevar a cabo su investigación, deben esforzarse por separar sus análisis y conclusiones de sus propios juicios de valor.

La perspectiva de Weber sobre la neutralidad axiológica ha sido muy influyente y sigue siendo una norma importante en muchos ámbitos de las ciencias sociales. Sin embargo, también ha sido criticada. Algunos sugieren que es imposible que los investigadores eviten por completo que sus valores influyan en su trabajo. Otros sostienen que la investigación en ciencias sociales debe tener como objetivo no sólo comprender el mundo, sino también cambiarlo, una postura que va en contra de la idea de neutralidad axiológica. Se trata de un debate que continúa en las ciencias sociales en la actualidad, y las distintas perspectivas pueden ser más o menos relevantes en función del tema de investigación y de la metodología utilizada.

Max Weber, en su ensayo "Politik als Beruf" (La política como vocación), desarrolló su visión de la neutralidad axiológica. Este ensayo, escrito en 1919, suele considerarse una definición clásica de la neutralidad axiológica en las ciencias sociales. En "La política como vocación", Weber sostenía que, aunque la ciencia (incluidas las ciencias sociales) puede contribuir a aclarar los medios para alcanzar un determinado objetivo político, no puede determinar qué fin u objetivo debe perseguirse. En su opinión, esto era competencia de la política y del juicio personal, no de la ciencia. La neutralidad axiológica, desde la perspectiva de Weber, es un intento de mantener una separación entre estas esferas, para evitar que la ciencia se politice demasiado o que la política se cientifice demasiado. Se trata de un ideal según el cual los investigadores se esfuerzan por informar sobre la realidad de la forma más objetiva e imparcial posible, sin dejar que sus propios valores o juicios políticos influyan en su trabajo.

El siguiente extracto procede de una serie de conferencias pronunciadas en 1919 en la Universidad de Munich. Weber desarrolla una reflexión sobre la naturaleza del trabajo científico: "Detengámonos ahora por un momento en las disciplinas con las que estoy familiarizado, a saber, la sociología, la historia, la economía política, la ciencia política y todos los tipos de filosofía de la cultura que tienen por objeto la interpretación de los diversos tipos de conocimientos previos. Se ha dicho, y estoy de acuerdo, que la política no tiene cabida en un aula universitaria. No tiene cabida allí, ante todo por parte de los estudiantes. Por ejemplo, deploro el hecho de que en la sala de conferencias de mi antiguo colega Dietrich Schäfer, en Berlín, varios estudiantes pacifistas se reunieran una vez alrededor de su cátedra para armar jaleo, así como el comportamiento de los estudiantes antipacifistas que, al parecer, organizaron una manifestación contra el profesor Foerster, de quien, por mis propias ideas, estoy lo más alejado posible por muchas razones. Pero la política tampoco tiene cabida en la enseñanza. Sobre todo cuando se trata científicamente de problemas políticos. Menos que nunca entonces, no tiene cabida allí. Adoptar una postura política práctica es una cosa, pero analizar científicamente las estructuras políticas y las doctrinas de los partidos es otra muy distinta. Cuando se habla de democracia en una reunión pública, no se oculta la posición personal que se adopta, e incluso la necesidad de adoptar una postura clara se considera un deber maldito. Las palabras que utilizamos en esta ocasión ya no son el medio de un análisis científico, sino que constituyen un llamamiento político para solicitar posiciones a los demás. Ya no son rejas de arado para labrar el vasto campo del pensamiento contemplativo, sino espadas para atacar a los adversarios, en resumen, medios de combate. Sería vil utilizar las palabras de este modo en una clase. Cuando, en el curso de una conferencia universitaria, uno se propone estudiar la "democracia", por ejemplo, procede a examinar sus diversas formas, analiza el funcionamiento de cada una de ellas y examina las consecuencias que de cada una de ellas se derivan en la vida; luego las contrasta con las formas no democráticas del orden político y trata de llevar su análisis hasta el punto en que el propio oyente sea capaz de encontrar el punto a partir del cual pueda adoptar una postura acorde con sus propios ideales fundamentales. Pero el verdadero maestro tendrá cuidado de no imponer ninguna posición a su audiencia desde el púlpito, ni abiertamente ni por sugerencia, pues la forma más desleal es, obviamente, dejar que los hechos hablen por sí mismos. ¿Por qué, en definitiva, deberíamos abstenernos de hacerlo? Supongo que varios de mis honorables colegas opinarán que, en general, es imposible poner en práctica esta reserva personal y que, aunque fuera posible, sería un pasatiempo tomar tales precauciones. ¡Oh, vaya! A nadie se le puede demostrar científicamente en qué consiste su deber como profesor universitario. Lo único que se le puede exigir es probidad intelectual, lo que significa la obligación de reconocer que, por un lado, establecer hechos, determinar realidades matemáticas y lógicas, o averiguar las estructuras intrínsecas de los valores culturales, y, por otro, responder a preguntas sobre el valor de la cultura y sus contenidos particulares, o sobre el modo en que debemos actuar en la ciudad y dentro de las agrupaciones políticas, son dos tipos de problemas completamente distintos. Si ahora me preguntaran por qué esta última serie de cuestiones clave debe quedar excluida de una cátedra, respondería que el profeta y el demagogo no tienen cabida en una cátedra universitaria [...] Estoy dispuesto a proporcionarles la prueba, por medio de las obras de los historiadores, de que siempre que un hombre de ciencia implica su propio juicio de valor, no hay comprensión más completa de los hechos".

Este extracto destaca la perspectiva de Max Weber sobre la distinción entre juicios de valor y juicios de hecho, y la idea de neutralidad axiológica. Para Weber, el aula universitaria (y, por extensión, el ámbito de la investigación académica) debe estar libre de política, en el sentido de que ni alumnos ni profesores deben permitir que sus convicciones políticas personales influyan en su enfoque del estudio. Es especialmente crítico con los profesores que tratan de imponer sus propias posiciones a sus alumnos, ya sea de forma abierta o sutil. Weber hace hincapié en la distinción entre "adoptar una posición política práctica" y "analizar científicamente las estructuras políticas y las doctrinas de los partidos". Mientras que lo primero implica un compromiso personal y el uso del lenguaje como "medio de combate", lo segundo implica un análisis objetivo y desinteresado, destinado a permitir a los alumnos comprender los hechos para poder formular sus propios juicios. Esto es lo que Weber entendía por neutralidad axiológica: la necesidad de que el investigador se distancie de la política, cuidando de separar cuidadosamente el juicio de hecho del juicio de valor. Se trata de una visión que ha influido considerablemente en las ciencias sociales, aunque también ha sido objeto de críticas y debates.

Weber sostenía que los investigadores debían esforzarse por lograr la objetividad separando sus propios juicios de valor de su análisis de los hechos. Es el principio de la "neutralidad axiológica". Sin embargo, esto no significa que las cuestiones normativas -es decir, las cuestiones de lo que debería ser, en lugar de lo que es- no tengan cabida en la ciencia política. Hay muchas áreas de la ciencia política que se ocupan de cuestiones normativas, como la teoría política, la ética política y aspectos de la política y la administración públicas. La "revolución de la elección racional" ha dado lugar a un enfoque más formalizado y cuantitativo del análisis político, basado en el supuesto de que los individuos actúan para maximizar su utilidad personal. Sin embargo, aunque este enfoque puede ofrecer valiosas perspectivas sobre el comportamiento humano, también ha sido criticado por su tendencia a pasar por alto otros factores importantes, como las normas sociales, los valores culturales y la complejidad e incertidumbre inherentes a muchas situaciones políticas. En última instancia, el equilibrio entre el análisis objetivo de los hechos y el compromiso con las cuestiones normativas es una cuestión que sigue debatiéndose en la ciencia política, y los distintos enfoques pueden ser apropiados en contextos diferentes.

La teoría política normativa se distingue por tratar de evaluar cómo deberían ser las cosas, en lugar de describir cómo son. Este campo de estudio examina cuestiones de ética y filosofía moral y política, preguntándose, por ejemplo, qué hace que un gobierno sea justo o injusto, o qué constituye una sociedad buena o mala. En el contexto de la democracia parlamentaria, un estudio normativo podría evaluar el valor intrínseco de la democracia parlamentaria como sistema de gobierno. Esto podría implicar el examen de los principios filosóficos subyacentes a la democracia parlamentaria, como la igualdad, la libertad de expresión y el derecho a participar en la gobernanza política, así como cuestiones más amplias de ética política. La teoría política normativa no pretende la misma objetividad que otras áreas de la ciencia política. Por el contrario, a menudo implica la articulación y defensa de posiciones éticas específicas. Esto no significa, sin embargo, que este trabajo carezca de rigor intelectual. Al contrario, la teoría política normativa suele incluir argumentos rigurosos y detallados basados en principios filosóficos bien establecidos.

En ciencias sociales, el análisis empírico suele basarse en supuestos normativos, que son las creencias o suposiciones fundamentales sobre el mundo que subyacen a un determinado enfoque de la investigación. Estos supuestos pueden referirse a la naturaleza de la realidad social, a los tipos de conocimiento que son posibles o válidos, o a los métodos apropiados para obtener ese conocimiento. Sin embargo, en el análisis empírico, el objetivo principal es poner a prueba y evaluar estos supuestos mediante la observación y la experiencia. Esto significa que, aunque los supuestos normativos pueden influir en la forma en que un investigador aborda una determinada cuestión de investigación, el análisis empírico se centra principalmente en el examen sistemático y objetivo de los datos disponibles. En este proceso, las teorías o hipótesis se revisan y refinan constantemente a la luz de las pruebas empíricas, en un esfuerzo por obtener una comprensión más precisa y completa de la realidad social. Por lo tanto, aunque las consideraciones normativas pueden desempeñar un papel a la hora de orientar la investigación en ciencias sociales, no suelen estar en primera línea del análisis empírico. El objetivo de este último es proporcionar una comprensión basada en pruebas de cómo funciona realmente el mundo, más que prescribir cómo debería funcionar.

El enfoque explicativo predomina en muchas disciplinas de las ciencias sociales. Este enfoque pretende explicar por qué se producen los fenómenos sociales, normalmente identificando las causas o mecanismos que los generan. El objetivo es producir conocimientos que puedan utilizarse para predecir y, eventualmente, controlar estos fenómenos. Los investigadores que adoptan este enfoque suelen utilizar métodos cuantitativos, como la estadística y los modelos econométricos, aunque también pueden emplearse métodos cualitativos. El enfoque fenomenológico, por su parte, se centra en la comprensión de las experiencias subjetivas de los individuos. Trata de describir e interpretar la forma en que los individuos perciben, experimentan y dan sentido a su mundo. Los investigadores que adoptan este enfoque suelen utilizar métodos cualitativos, como entrevistas en profundidad, observación participante y análisis del discurso. Estos dos enfoques son complementarios y a menudo pueden utilizarse juntos en un estudio. Por ejemplo, un investigador puede utilizar un enfoque explicativo para identificar los factores que influyen en un determinado fenómeno social y, a continuación, utilizar un enfoque fenomenológico para comprender cómo experimentan e interpretan estos factores los individuos afectados.

Max Weber, sobre la delimitación del campo de la ciencia política y su objeto, afirma que "no son las relaciones entre las "cosas" las que constituyen el principio de la delimitación de los distintos campos científicos, sino las relaciones conceptuales entre los problemas"[3]. La cita de Max Weber subraya la importancia de las relaciones conceptuales entre los problemas a la hora de definir las áreas de investigación en las ciencias sociales. Desde esta perspectiva, las disciplinas no se definen por distintos objetos de estudio (o "cosas"), sino por las preguntas concretas a las que tratan de dar respuesta y los marcos conceptuales que utilizan para abordarlas. Por ejemplo, la economía, la sociología y la ciencia política pueden interesarse por el mismo fenómeno -por ejemplo, la desigualdad económica-, pero se plantearán preguntas diferentes sobre él y lo abordarán a través de marcos conceptuales distintos. La visión de Weber nos anima a reconocer que las ciencias sociales se definen menos por sus "objetos" de estudio que por las cuestiones y preguntas que plantean. Desde este punto de vista, no existe una demarcación estricta entre las distintas ciencias sociales, sino más bien una multiplicidad de perspectivas superpuestas y complementarias. Por eso un mismo fenómeno puede ser estudiado desde distintos ángulos por disciplinas diferentes. Por ejemplo, un sociólogo, un economista y un politólogo podrían interesarse por la pobreza, pero se plantearían preguntas diferentes y utilizarían métodos distintos para responderlas. Esta perspectiva fomenta la investigación interdisciplinar y la colaboración entre investigadores de distintas disciplinas para abordar problemas complejos desde distintos ángulos.

Los conceptos desempeñan un papel fundamental en la ciencia política (y en las ciencias sociales en general), ya que ayudan a definir los problemas de investigación y a estructurar las explicaciones de los fenómenos sociales y políticos. Los conceptos son las herramientas básicas que utilizan los investigadores para pensar sobre el mundo político, formular preguntas de investigación y construir teorías. En las ciencias sociales y políticas, los conceptos suelen ser abstracciones de realidades más complejas. Por ejemplo, conceptos como "democracia", "Estado", "ideología", "poder" o "clase social" representan aspectos de la realidad social y política que son demasiado complejos para captarlos directamente. Estos conceptos permiten simplificar esta complejidad centrándose en determinadas características o dimensiones específicas de los fenómenos que representan. Al vincular estos conceptos entre sí, es posible construir teorías que, a su vez, permiten comprender y explicar mejor el mundo social y político. Por ejemplo, en ciencias políticas, podríamos utilizar el concepto de "democracia" para preguntarnos cómo afectan los distintos tipos de régimen político (otra noción conceptual) a los resultados políticos y económicos. Podríamos utilizar el concepto de "poder" para explorar cómo los diferentes actores sociales y políticos pueden influir en los procesos de toma de decisiones y en las políticas públicas. O podríamos utilizar el concepto de "clase social" para comprender cómo las desigualdades socioeconómicas afectan a la participación política y a las preferencias en materia de políticas públicas. Estos conceptos no son estáticos, sino que evolucionan en función de los avances teóricos y metodológicos en este campo, así como de los cambios en el propio mundo político. Los investigadores debaten a menudo sobre la mejor manera de definir y medir estos conceptos, y estos debates son una parte importante del desarrollo de la disciplina. Así pues, los conceptos en ciencia política son tanto herramientas de investigación como temas de debate académico. Son esenciales para estructurar nuestro pensamiento y nuestra comprensión del mundo político, y para llevar a cabo investigaciones que produzcan nuevos conocimientos sobre ese mundo.

El modelo clásico en ciencia política[modifier | modifier le wikicode]

Conceptualización: definición de los conceptos básicos[modifier | modifier le wikicode]

La conceptualización en ciencias políticas es una etapa crucial en cualquier análisis o estudio. Implica definir, aclarar y explicar los conceptos clave que se utilizarán en el análisis. Es un medio para describir, comprender e interpretar fenómenos políticos específicos. Por ejemplo, términos como "democracia", "poder", "Estado", "gobierno", "liberalismo", "socialismo", "nacionalismo", etc., son conceptos políticos de uso común que deben definirse y conceptualizarse claramente antes de utilizarlos en el análisis. Cabe señalar que estos conceptos pueden tener significados diferentes en función del contexto, la cultura, el tiempo y el espacio.

Definir un concepto requiere comprender su esencia y sus características fundamentales. Por ejemplo, para definir el concepto de "democracia", podríamos decir que se trata de un sistema político en el que los ciudadanos tienen el poder de elegir a sus dirigentes mediante elecciones libres y justas. Sin embargo, esto no capta necesariamente todos los matices de la democracia, que puede incluir elementos como la libertad de expresión, la igualdad de derechos, el Estado de Derecho, etcétera. El proceso de conceptualización también puede implicar el desarrollo de nuevos conceptos o la adaptación de conceptos existentes para comprender nuevas realidades políticas. Por ejemplo, el concepto de "democracia digital" ha surgido con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, dando lugar a nuevas formas de participación y compromiso políticos.

El término "concepto" procede del latín "conceptus", que deriva del verbo "concipere". "Concipere" se forma a su vez a partir de las palabras "con-", que significa "juntos", y "capere", que significa "tomar". Así pues, literalmente, "concipere" significa "tomar en conjunto", lo que implica la idea de "comprender" o "captar" una idea o cosa en su totalidad. Así pues, en ciencia política, como en cualquier otro campo de investigación, un "concepto" es una idea o fenómeno que se ha "tomado en conjunto" o "comprendido" para poder estudiarlo y analizarlo con mayor detalle.

El concepto es una herramienta indispensable en la investigación y el análisis, no sólo en ciencia política, sino en todos los campos del conocimiento. Los conceptos son como bloques de construcción que utilizamos para dar sentido al mundo que nos rodea. Nos permiten clasificar y organizar la información, ver las relaciones entre fenómenos y comunicar ideas complejas de forma más simplificada. Por ejemplo, un concepto como "democracia" nos permite agrupar una variedad de características y experiencias bajo un mismo término, ayudándonos a comprender y comunicar los aspectos específicos de la gobernanza política que están vinculados a ese término. Además, la conceptualización puede ayudarnos a plantear preguntas de investigación más precisas, formular hipótesis, identificar variables relevantes y construir modelos teóricos. Desde esta perspectiva, los conceptos son más que una ayuda para la comprensión, son el fundamento de toda investigación académica seria.

El término "concepto" es polisémico. Su significado varía mucho según el usuario y el contexto en que se utilice. En general, un concepto se percibe como una idea o una noción abstracta. Sin embargo, su interpretación puede variar considerablemente según el campo de estudio. Por ejemplo, en filosofía, un concepto suele considerarse una representación mental o una idea, formada en la mente mediante la observación o la reflexión. En la ciencia, en cambio, un concepto es una idea general que se obtiene examinando detalles e identificando características comunes. En ciencias políticas, un concepto puede utilizarse para comprender y explicar fenómenos políticos como el poder, la democracia o el gobierno. Por último, en informática, el término "concepto" puede referirse a una abstracción o representación en un sistema o lenguaje de programación. Por lo tanto, cuando se utiliza el término "concepto", es fundamental precisar el contexto y el significado específico que se le asocia. La diversidad de interpretaciones hace que el uso del término sea a la vez complejo y enriquecedor.

Robert Adcock, en su obra "The History of Political Science" publicada en 2005, propone una definición del concepto basada en el modelo clásico, también conocido como "paradigma objetivista".[4] Según esta perspectiva, los conceptos se consideran representaciones mentales de categorías del mundo. Se supone que representan la realidad externa. Desde este punto de vista, un concepto no es simplemente una idea abstracta, sino una forma de clasificar y comprender el mundo real. Cada concepto es una categoría mental que representa una determinada porción de la realidad. Por ejemplo, en el campo de la ciencia política, conceptos como "democracia", "Estado" y "poder" son representaciones mentales de distintos aspectos y estructuras de la realidad política.

La perspectiva objetivista afirma que estos conceptos son representaciones precisas de la realidad. En otras palabras, la realidad externa existe independientemente de nuestras percepciones y el papel de los conceptos es representarla con la mayor precisión posible. Se trata de una perspectiva muy influyente, pero no exenta de críticas. Algunos críticos sostienen que nuestros conceptos están inevitablemente teñidos por nuestras propias experiencias, culturas y lenguajes, por lo que nunca pueden representar la realidad de forma perfectamente objetiva.

En la perspectiva objetivista, los conceptos se consideran símbolos mentales, representaciones mentales o imágenes mentales que reflejan la realidad externa. Este planteamiento parte de la base de que nuestras mentes crean representaciones simbólicas de la realidad que nos permiten comprender y navegar por el mundo. Por ejemplo, si tomamos el concepto de "democracia", no tenemos una democracia física en nuestra mente, sino una imagen o representación mental de lo que es la democracia, basada en nuestras experiencias, educación, cultura, etc. Esta imagen mental de la democracia es una representación del mundo en el que vivimos. Esta imagen mental de la democracia es un símbolo que representa la compleja realidad de lo que es un sistema político democrático. Esta capacidad de utilizar conceptos como símbolos mentales es fundamental para nuestra capacidad de pensar, comprender y comunicarnos. Sin embargo, es importante recordar que nuestras representaciones mentales son simplificaciones de la realidad y pueden variar de una persona a otra en función de nuestras experiencias individuales y de nuestro contexto cultural y social.

En el modelo clásico o paradigma objetivista, se considera que los conceptos (objetos cognitivos) representan una clase o categoría de objetos o fenómenos reales, basándose en sus características comunes. Por ejemplo, el concepto de "democracia" representa una clase de sistemas políticos que comparten ciertas características comunes, como la celebración de elecciones libres y justas, el respeto de los derechos humanos, la separación de poderes, etcétera. Del mismo modo, el concepto de "poder" podría representar una clase de relaciones sociales caracterizadas por la influencia, el control o la dominación. La clave aquí es que estos conceptos no son simples ideas abstractas o construcciones teóricas, sino herramientas cognitivas que nos permiten comprender, explicar y categorizar la realidad de una manera significativa. Se supone que estos conceptos representan la realidad tal cual es, independientemente de nuestras percepciones o interpretaciones subjetivas. Sin embargo, como ya se ha mencionado, este enfoque tiene sus detractores. Algunos sugieren que los conceptos están inevitablemente influidos por nuestras perspectivas subjetivas y culturales, por lo que nunca pueden representar la realidad de forma perfectamente objetiva. Además, la propia realidad es compleja y dinámica, y puede que no se preste fácilmente a la categorización nítida y definitiva que podría sugerir este modelo clásico.

Giovanni Sartori, reputado politólogo italiano, desarrolló un enfoque sistemático del análisis de conceptos en ciencias sociales en su libro de 1984, "Social Science Concepts: A Systematic Analysis".[5] Para Sartori, un concepto se define por un conjunto de características necesarias que lo distinguen de otros conceptos. Hace hincapié en la definición clara y precisa de los conceptos para evitar los errores de sobreconceptualización (cuando un concepto es demasiado amplio para ser útil) e infraconceptualización (cuando un concepto se define de forma demasiado restringida para captar todo su significado).

El objetivo de Sartori es crear una distinción clara entre lo que pertenece a un concepto (A) y lo que no (no A). Esto permite una clasificación y un análisis más precisos y eficaces. Por ejemplo, utilizando su método, podríamos decir que para que un sistema político se considere una "democracia", debe tener ciertas características necesarias, como la celebración de elecciones libres y justas. Si un sistema político no reúne estas características, se clasificaría como "no democracia" (no-A).

Al hacer hincapié en definiciones claras y precisas de los conceptos, este enfoque pretende que los análisis de las ciencias sociales sean más rigurosos y sistemáticos. Sin embargo, como todos los enfoques, tiene sus limitaciones y críticas, ya que algunos señalan que la realidad social y política es a menudo más matizada y compleja de lo que permiten las definiciones claras y categóricas.

El análisis conceptual es una tarea metodológica crucial en cualquier trabajo de investigación, especialmente en las ciencias sociales y políticas. Es esencial para establecer un marco claro y preciso para la investigación y para distinguir el discurso científico del discurso del sentido común. El discurso del sentido común es a menudo impreciso y puede ser ambiguo o contradictorio. Por ejemplo, en el lenguaje cotidiano, términos como "libertad", "justicia", "igualdad" o "democracia" se utilizan a menudo de forma vaga o incoherente, sin definiciones claras o coherentes. Esto puede dificultar la comprensión de lo que se quiere decir exactamente cuando se utilizan estos términos. En cambio, el discurso científico pretende ser preciso, coherente y basarse en definiciones claras y explícitas de los conceptos. Por ejemplo, un investigador en ciencias políticas que utilice el término "democracia" en su investigación definirá con precisión lo que entiende por "democracia", especificando las características necesarias para que un sistema político pueda considerarse como tal. De este modo, el análisis conceptual contribuye a clarificar el discurso científico y a distinguirlo del discurso del sentido común. También contribuye a que el discurso científico sea más riguroso, al garantizar que los conceptos utilizados estén claramente definidos y se utilicen de forma coherente a lo largo de toda la investigación.

Giovanni Sartori, en su enfoque sistemático del análisis conceptual, insiste en la necesidad de que los investigadores en ciencias sociales definan claramente sus términos. En su opinión, esto incluye desarrollar definiciones de conceptos que sean a la vez claras e intersubjetivas, es decir, comprensibles y aceptables para la comunidad científica en su conjunto. Este requisito pretende garantizar que los conceptos utilizados en la investigación sean precisos, coherentes y de comprensión común, evitando así los malentendidos y ambigüedades que pueden surgir de una definición vaga o subjetiva de un concepto. Además, Sartori reconoce que el trabajo conceptual también puede conducir a la creación de nuevos conceptos. Al explorar y analizar fenómenos sociales o políticos, los investigadores pueden identificar nuevas categorías o pautas que no se corresponden con los conceptos existentes. En tales casos, pueden crear nuevos conceptos para describir y explicar esos fenómenos. Esto demuestra que el análisis conceptual no es sólo una tarea metodológica preliminar, sino parte integrante del propio proceso de investigación. Es esencial para comprender, explicar y comunicar eficazmente los fenómenos que estudian los investigadores.

Charles Taylor, filósofo político canadiense, distingue las categorías en términos de condiciones necesarias y suficientes. Según esta perspectiva, un concepto se define por un conjunto de características que son a la vez necesarias (es decir, deben estar presentes para que el concepto se aplique) y suficientes (es decir, una vez que estas características están presentes, el concepto se aplica necesariamente). Taylor considera estas condiciones como variables binarias o dicotómicas. Esto significa que cada condición está presente o ausente, no hay término medio. Por ejemplo, si definimos "democracia" como el requisito de elecciones libres y justas, entonces un sistema político que no tenga elecciones libres y justas no se consideraría una democracia según esta definición.

Según este enfoque, todos los miembros de una categoría tienen el mismo estatus: si un sistema político cumple las condiciones necesarias y suficientes para ser clasificado como "democracia", entonces es una democracia del mismo modo que cualquier otro sistema que cumpla esas condiciones. Esto permite claridad y precisión en la definición de conceptos, pero también puede criticarse por su rigidez. En realidad, los fenómenos sociales y políticos pueden ser a menudo más matizados y menos fáciles de clasificar en términos binarios. Por ejemplo, algunos sistemas políticos pueden tener elementos de democracia sin ser plenamente democráticos, lo que plantea retos a este enfoque dicotómico.

La importancia de la medición en la ciencia política[modifier | modifier le wikicode]

En realidad, las teorías son construcciones intelectuales que nos ayudan a comprender las relaciones entre distintos conceptos y a explicar fenómenos del mundo real. Pero aunque los conceptos en sí son abstracciones, a menudo se operacionalizan para que puedan medirse y observarse.

La operacionalización es el proceso mediante el cual los investigadores definen cómo se medirá un concepto específico en un estudio concreto. Se trata de una etapa esencial en la investigación en ciencias sociales, ya que nos permite pasar de un concepto abstracto a indicadores concretos y mensurables. Por ejemplo, el concepto de "democracia" es una abstracción que engloba muchas ideas diferentes sobre lo que significa tener un gobierno "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo". Pero para estudiar la democracia empíricamente, los investigadores tienen que definir cómo van a medirla. Pueden decidir operacionalizar la democracia en términos de libertades civiles y políticas, pluralismo político, participación electoral, transparencia gubernamental, etcétera. Estos indicadores se utilizan después para recopilar datos que pueden analizarse para probar las hipótesis de la teoría.

Es importante señalar que la operacionalización de un concepto puede variar en función del contexto del estudio y de las preguntas específicas de la investigación. Por lo tanto, los investigadores deben tener claro cómo operacionalizan sus conceptos y justificar sus elecciones metodológicas. También es fundamental comprender que, aunque los conceptos son abstractos y las teorías inobservables, son esenciales para estructurar nuestra comprensión del mundo y orientar nuestra investigación. Sin ellas, no sabríamos qué buscar ni cómo interpretar lo que encontramos.

La operacionalización es un proceso crucial en la investigación en ciencias sociales. Es el proceso por el que un concepto abstracto (como democracia, pobreza, educación, etc.) se transforma en una variable medible, a menudo mediante el uso de indicadores. Por ejemplo, si tomamos el concepto de "democracia", tenemos que decidir cómo vamos a medir este concepto en un estudio concreto. Aquí es donde entra en juego la operacionalización. Podemos decidir que la democracia se medirá con indicadores como elecciones libres y justas, protección de los derechos humanos, independencia del poder judicial, etc. La operacionalización es, por tanto, un paso esencial en el proceso de evaluación. La operacionalización es, por tanto, un paso esencial para pasar de una idea teórica a la investigación empírica. Convierte los conceptos abstractos en "reales" para que puedan medirse y analizarse. También es un paso que requiere una reflexión y una justificación rigurosas, ya que la elección de los indicadores puede tener un impacto significativo en los resultados de la investigación.

Una medida es una cuantificación o cualificación de un concepto que lo hace utilizable en un estudio empírico. La medición consiste en transformar el concepto en una variable mensurable que pueda utilizarse para la recogida de datos.

Consideremos el concepto de "democratización". Para operacionalizarlo, necesitamos definir los indicadores de democratización. Podemos decidir que la democratización puede medirse a través de factores como la existencia de elecciones libres y justas, la libertad de prensa, el respeto de los derechos humanos, la existencia de varios partidos políticos, la separación de poderes, etcétera. A continuación, podemos desarrollar un método para recopilar datos sobre estos distintos factores en una serie de países. Por ejemplo, utilizar las bases de datos existentes que evalúan la libertad de prensa, el respeto de los derechos humanos, etc., en distintos países. Otra posibilidad es desarrollar un método propio de encuesta u observación para recoger esta información. En este caso, los datos sobre estos diversos indicadores serían medidas del concepto de democratización. Sin embargo, como en el ejemplo de la felicidad, es importante recordar que estas medidas son representaciones del concepto de democratización, no el concepto en sí. Además, todas las medidas tienen un cierto margen de error y nunca son perfectas, por lo que es esencial pensar detenidamente cómo operacionalizar y medir los conceptos en la investigación.

Es importante tener en cuenta que la medida es una representación del concepto y no el concepto en sí. Además, ninguna medida es perfecta y todas tienen un cierto margen de error. Por eso es esencial pensar detenidamente en cómo operacionalizar y medir los conceptos de la investigación.

La operacionalización es un paso esencial en cualquier proceso de investigación empírica. Sin ella, los conceptos siguen siendo demasiado abstractos para ser analizados de forma sistemática y rigurosa. La operacionalización transforma los conceptos teóricos en variables mensurables que pueden observarse y analizarse. Es un proceso que traduce conceptos abstractos en términos concretos y observables, lo que permite a los investigadores medirlos y analizarlos. Gracias a la operacionalización de los conceptos, los investigadores pueden poner a prueba hipótesis y teorías utilizando métodos empíricos. Por ejemplo, si un investigador tiene la teoría de que la democratización conduce a una reducción de la violencia, primero debe operacionalizar los conceptos de "democratización" y "violencia". Sólo cuando haya definido estos conceptos en términos mensurables podrá recopilar datos y analizar la relación entre ellos. Sin operacionalización, sería imposible comprobar empíricamente las teorías e hipótesis de las ciencias sociales y políticas.

La evolución de la disciplina: del arte a la ciencia[modifier | modifier le wikicode]

Las cinco transformaciones clave que iluminan nuestra comprensión del estado actual de la ciencia política, que nos ayudan a definir los objetos de la disciplina y que nos invitan a reflexionar profundamente sobre la naturaleza intrínseca de la ciencia política, son las siguientes:

  1. Cambio de la descripción/juicio a la explicación/análisis: Esta transición ha marcado un cambio fundamental en el enfoque, que ha pasado de la expresión de opiniones personales o juicios normativos al análisis riguroso de los fenómenos políticos. Esto significa que los investigadores en ciencia política tratan de explicar por qué las cosas suceden como suceden, en lugar de cómo deberían suceder.
  2. La creciente importancia concedida al método ha contribuido a reforzar el carácter científico de la ciencia política. Esto significa que los investigadores en ciencias políticas utilizan métodos de investigación rigurosos para poner a prueba sus hipótesis y teorías.
  3. Especialización: Con el desarrollo de la ciencia política, los investigadores empezaron a especializarse en campos específicos, como la política comparada, las relaciones internacionales, la teoría política, las políticas públicas, etcétera. Esta especialización ha permitido desarrollar conocimientos más profundos en estos campos específicos.
  4. Transición de los enfoques metateóricos a las teorías de rango medio: Las teorías de rango medio son teorías que tratan de explicar un fenómeno específico o un conjunto de fenómenos relacionados, a diferencia de las teorías metateóricas, que tratan de explicar una amplia gama de fenómenos. Esta transición ha dado lugar a explicaciones más precisas y matizadas de los fenómenos políticos.
  5. Revolución en los datos disponibles: La mayor disponibilidad y accesibilidad de los datos ha cambiado profundamente la forma de investigar en ciencia política. Esto ha permitido a los investigadores analizar los fenómenos políticos a una escala y con una precisión sin precedentes.

Estos cambios han contribuido a convertir la ciencia política en una disciplina rigurosa y dinámica que sigue evolucionando a medida que se dispone de nuevos datos, teorías y métodos.

De lo descriptivo a lo explicativo: un giro importante[modifier | modifier le wikicode]

Desde la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo a partir de los años sesenta, se ha producido un doble movimiento en el estudio de los fenómenos políticos.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la investigación en ciencia política era principalmente descriptiva y normativa. Los investigadores se concentraban en describir las estructuras, los comportamientos y las ideologías políticas, a menudo con vistas a reformar o mejorar el orden político existente. Por un lado, el objeto de la investigación pasó de la simple descripción a una explicación más profunda de los fenómenos políticos. En otras palabras, los investigadores estaban menos interesados en describir los hechos políticos que en comprender las causas y los efectos subyacentes de estos hechos. Sin embargo, este enfoque no planteaba suficientemente la pregunta "¿por qué?". - una pregunta que requiere una explicación más profunda de los fenómenos políticos. Para responder a esta pregunta, los investigadores necesitan desarrollar una línea de razonamiento basada en hipótesis, pruebas y deducciones lógicas, es decir, un análisis.

Fue más tarde, sobre todo a partir de los años sesenta, cuando los politólogos empezaron a centrarse más en la cuestión del "por qué". Trataron de explicar las causas y los efectos de los fenómenos políticos, utilizando métodos analíticos y basándose en pruebas empíricas. Esto ha permitido a la ciencia política convertirse en una disciplina más rigurosa y científica. Como consecuencia, también hemos asistido a un alejamiento de los juicios normativos y descriptivos en favor de un enfoque más analítico y racional. En lugar de emitir juicios de valor sobre los fenómenos políticos o limitarse a describirlos, los investigadores han tratado de comprenderlos de forma más objetiva, utilizando métodos analíticos y razonamientos basados en pruebas empíricas. Este cambio ha permitido mejorar el rigor científico de la disciplina y comprender mejor la complejidad de los fenómenos políticos.

En ciencias políticas, los investigadores suelen interesarse por las pautas o regularidades empíricas que se dan en distintas sociedades y a lo largo del tiempo. Estas regularidades pueden referirse a diversos fenómenos, como el comportamiento electoral, la aparición de movimientos sociales, el desarrollo de sistemas políticos, el curso de los conflictos, etc. Al identificar estas regularidades, los investigadores pueden empezar a formular teorías o hipótesis sobre los mecanismos subyacentes que explican estos fenómenos. Estos mecanismos pueden implicar una variedad de factores, como las instituciones políticas, los procesos sociales, las motivaciones individuales, los factores económicos, etc. El objetivo de este enfoque es producir conocimientos que nos ayuden a comprender mejor el mundo político. Al identificar los mecanismos que producen ciertas regularidades empíricas, también podemos ser capaces de hacer predicciones sobre cómo podrían evolucionar las cosas en el futuro, o cómo intervenciones específicas podrían influir en los resultados políticos.

La ciencia política, en su búsqueda de explicaciones y análisis, ha adoptado metodologías tomadas de las ciencias naturales y físicas, adaptándolas al mismo tiempo a la complejidad y especificidad de los fenómenos sociales y políticos. Uno de estos métodos es el enfoque comparativo, que consiste en estudiar varios casos para identificar similitudes y diferencias entre ellos. Este método puede permitir a los investigadores comprender mejor las causas y consecuencias de los fenómenos políticos observando cómo se manifiestan en diferentes contextos. Por ejemplo, un investigador en ciencias políticas podría utilizar un enfoque comparativo para estudiar la democratización. Podría examinar una serie de países que han pasado recientemente a la democracia, comparando los procesos por los que se produjeron estas transiciones, los retos encontrados y los factores que contribuyeron al éxito o al fracaso de la democratización. Sin embargo, aunque la ciencia política toma prestados métodos de las ciencias naturales y físicas, sigue siendo una ciencia social. Los fenómenos que estudia están profundamente arraigados en el contexto social y cultural, y a menudo se ven influidos por factores subjetivos e intangibles que pueden ser difíciles de medir o cuantificar.

Growth of causal thinking.png

Esta tabla muestra el número de artículos que utilizan términos causales, como "análisis causal", no sólo en el American Journal of Political Science, sino también en una gama más amplia de revistas científicas.

El notable aumento del uso de términos causales en estas publicaciones pone de relieve el creciente papel de la explicación en el trabajo de los politólogos desde la década de 1960. Esto implica que el campo de la ciencia política ha evolucionado para centrarse más en el análisis causal. En otras palabras, los politólogos están cada vez más interesados en comprender las causas y los efectos de los fenómenos políticos. Tratan de identificar los mecanismos que explican por qué ocurren ciertas cosas en política. El creciente uso del lenguaje causal también refleja la creciente influencia de los enfoques cuantitativos y metodológicos rigurosos en la ciencia política. Estos enfoques se utilizan a menudo para establecer relaciones causales entre distintos factores políticos. Por último, también puede reflejar una tendencia más amplia en las ciencias sociales hacia métodos más empíricos y basados en datos. Los investigadores son cada vez más capaces de recopilar y analizar grandes conjuntos de datos, lo que les permite examinar las relaciones causales con mayor detalle y rigor. Dicho esto, es importante señalar que el mayor énfasis en el análisis causal no significa necesariamente que otros enfoques sean menos importantes o menos válidos. Hay muchos aspectos de la política que pueden requerir enfoques más cualitativos, interpretativos o teóricos.

Refuerzo metodológico: hacia una investigación más científica[modifier | modifier le wikicode]

En la ciencia política, como en otras ciencias sociales, el énfasis en la explicación ha conducido a un mayor rigor metodológico y a un refuerzo del carácter científico de la investigación. Esto significa que los investigadores están adoptando un enfoque más sistemático y disciplinado para probar sus hipótesis e interpretar sus datos. Se basan en métodos de investigación bien establecidos y rigurosos para recopilar datos, ya sean encuestas, entrevistas, estudios de casos o análisis de documentos. Estos métodos se utilizan para garantizar la fiabilidad y validez de los resultados de la investigación. La investigación en ciencias políticas también se ha caracterizado por un mayor uso de métodos cuantitativos y análisis estadísticos. Esto permite a los investigadores tratar grandes conjuntos de datos y establecer vínculos causales más sólidos entre las distintas variables políticas. En última instancia, esta tendencia hacia un mayor rigor metodológico y un refuerzo del carácter científico de la investigación en ciencia política tiene por objeto producir conocimientos más fiables y precisos sobre el mundo político. Sin embargo, es importante señalar que este enfoque no sustituye, sino que complementa otros enfoques más cualitativos o teóricos de la ciencia política.

El método comparativo es un enfoque comúnmente utilizado en la ciencia política que se basa en el análisis y la comparación de un número reducido de casos, generalmente entre dos y veinte aproximadamente. La idea es extraer conclusiones a partir de las similitudes y diferencias entre los casos estudiados. Este enfoque es especialmente útil para estudiar la diversidad de las instituciones políticas. Por ejemplo, el método comparativo puede utilizarse para analizar el funcionamiento de distintas democracias, comparando aspectos concretos como los sistemas electorales, las estructuras de gobierno o las políticas públicas. Del mismo modo, los regímenes autoritarios pueden compararse para comprender los factores que contribuyen a su estabilidad o a su caída. Una de las principales ventajas del método comparativo es que nos permite controlar una serie de variables y centrarnos en los factores específicos que queremos estudiar. Esto puede ayudar a identificar relaciones causales y desarrollar teorías más sólidas. Sin embargo, también es importante reconocer las limitaciones de este método, sobre todo el hecho de que depende de la calidad de los casos seleccionados y de la pertinencia de las comparaciones realizadas.

La observación de las variaciones institucionales y políticas en los distintos países proporciona una base para utilizar el método comparativo en la ciencia política. Por ejemplo, Suiza se caracteriza por un sistema federalista, lo que significa que el poder está dividido entre el gobierno central y los gobiernos cantonales. Por el contrario, Francia es un Estado unitario muy centralizado, en el que el poder se concentra en el gobierno central, aunque existen niveles de gobierno local. Del mismo modo, Suiza tiene un sistema parlamentario en el que el poder ejecutivo recae en el Consejo Federal, que es responsable ante el Parlamento. En cambio, Francia tiene un sistema semipresidencialista, en el que el Presidente tiene importantes poderes, independientes del Parlamento. Estas diferencias pueden tener implicaciones significativas en el funcionamiento de la política en estos países, por ejemplo en lo que respecta a los procesos de toma de decisiones, la responsabilidad política, la protección de las minorías, la gestión de conflictos, etc. El estudio comparativo de estos sistemas puede, por tanto, ayudar a comprender cómo las diferentes configuraciones institucionales y políticas afectan a los resultados políticos.

La comparación de diferentes instituciones políticas no sólo ofrece una perspectiva más amplia de la diversidad de los sistemas políticos, sino que también proporciona una base sólida para el análisis causal en ciencia política.

En primer lugar, la comparación amplía nuestra visión de lo que es posible en términos de estructuras políticas. Pone de relieve la diversidad de acuerdos institucionales en todo el mundo y nos hace conscientes de las opciones disponibles para estructurar nuestra propia sociedad. Nos recuerda que tenemos cierto margen de maniobra para configurar nuestras instituciones en función de nuestro contexto histórico, cultural y social. También nos ayuda a comprender que ya existen soluciones eficaces en otros lugares y que podrían adaptarse a nuestro propio contexto.

En segundo lugar, las diferencias entre instituciones políticas proporcionan un valioso punto de partida para probar hipótesis causales. El análisis causal requiere una cierta variación (ya sea institucional, política o económica) entre las entidades que se comparan. Estas diferencias constituyen la base analítica para explicar las relaciones causales. Por ejemplo, ¿por qué algunos sistemas políticos son más estables que otros? ¿Por qué algunos sistemas políticos favorecen más la igualdad que otros? La comparación institucional puede ayudar a responder a estas preguntas.

El "diseño de sistemas más similares" es un enfoque metodológico de la política comparada que consiste en seleccionar casos (normalmente países) que sean similares en un gran número de variables, pero que difieran en la variable de interés o el fenómeno que intentamos explicar. Por ejemplo, supongamos que queremos entender por qué algunos países tienen tasas de delincuencia más altas que otros. Podríamos optar por comparar dos países similares en cuanto a tamaño de la población, nivel de desarrollo económico, historia cultural, estructura política, etc., pero con índices de delincuencia muy diferentes. Aislando en la medida de lo posible la variable de interés (en este caso, el índice de delincuencia), es posible obtener datos más precisos sobre la causa de esta diferencia.

La idea que subyace a este planteamiento es que, si los sistemas son muy similares, es probable que cualquier diferencia en la variable de interés se deba a la variable que intentamos explicar y no a otros factores de confusión. Es una forma de controlar las variables de confusión en un estudio comparativo. Esta metodología permite controlar una serie de variables que podrían influir en la variable dependiente. Al elegir casos (por ejemplo, países o individuos) que son similares en términos de estas otras variables, podemos estar más seguros de que la variable independiente es la causa de la variación en la variable dependiente.

La idea es identificar una variable explicativa independiente, como una institución o una práctica política o incluso una característica individual del votante si nos interesa el comportamiento electoral; identificar dicha variable independiente, una variable explicativa que esté ausente en uno de los dos casos pero presente en el otro y que esté asociada a resultados diferentes en términos de la variable explicada. La idea que subyace al enfoque del "diseño de sistemas más similares" es identificar una variable independiente que pueda ser la causa de la variación de la variable dependiente (la variable que deseamos explicar).

Bo Rothstein, en su artículo "Labor-market institutions and working-class strength", publicado en 1992, eligió un conjunto de países europeos de la OCDE para su estudio.[6] Estos países son muy similares en varios aspectos: geográficamente, todos están situados en Europa; históricamente, comparten una serie de experiencias comunes, como el impacto de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría; económicamente, todos son economías de mercado desarrolladas y miembros de la OCDE. Utilizando estos países como unidades de análisis, Rothstein trata de identificar variables institucionales que puedan explicar las diferencias en la fuerza de la clase trabajadora, medida por indicadores como la densidad sindical o la capacidad de influir en la política económica y social. En este contexto, el uso del "diseño de sistemas más similares" permite a Rothstein centrarse en las variaciones institucionales entre estos países, controlando al mismo tiempo, en la medida de lo posible, otros factores que podrían influir en la fuerza de la clase trabajadora. Se trata de una aplicación típica de este método de investigación comparativa.

En su estudio, Bo Rothstein intenta comprender por qué la fuerza de los movimientos sindicales varía tanto de un país europeo a otro. Encuentra variaciones significativas en la organización y la fuerza de los sindicatos en estos países, y trata de identificar los factores que podrían explicar estas variaciones. Una de las variables institucionales que estudia es el sistema de Gante. Este sistema, presente en algunos países pero no en otros, se caracteriza por la gestión de las prestaciones de desempleo por parte de los sindicatos. Rothstein postula que esta institución del mercado laboral podría ser una explicación importante de la variación de la fuerza sindical en los distintos países europeos. En particular, observa que los países escandinavos, donde está presente el sistema de Gante, tienen altas tasas de sindicación. Por lo tanto, propone que el sistema de Gante podría ser un factor determinante para explicar estas altas tasas de sindicalización en estos países.

La hipótesis de Bo Rothstein es que aunque estos países tienen muchas similitudes - por ejemplo, geográficas, históricas y económicas - hay una variable importante que difiere entre ellos: la presencia o ausencia del sistema de Gante. Según Rothstein, esta diferencia podría explicar por sí sola las variaciones observadas en las tasas de sindicación de un país a otro. Este razonamiento se inscribe en un enfoque comparativo que pretende aislar el efecto de una variable específica controlando otras variables que también podrían influir en el fenómeno estudiado.

En The Social Construction of an Imperative: Why Welfare Reform Happened in Denmark and the Netherlands but Not in Germany[7], Robert Cox examina la cuestión de la reforma del Estado del bienestar en tres países europeos: Países Bajos, Alemania y Dinamarca. Estos tres países presentan una serie de similitudes, lo que los hace idóneos para la comparación en un marco de investigación "más similar". Cox se interesa por el hecho de que dos de estos países, los Países Bajos y Dinamarca, han sido capaces de llevar a cabo reformas significativas de su Estado del bienestar, mientras que Alemania no lo ha hecho. Propone que la capacidad de llevar a cabo estas reformas no puede explicarse simplemente en términos de condiciones económicas o presiones políticas externas, sino que debe entenderse en términos de la "construcción social de un imperativo". En otras palabras, se trata de entender cómo se percibe e interpreta la necesidad de reforma dentro de cada sociedad, y cómo esta interpretación da forma a las respuestas políticas. Utilizando el modelo de investigación "más similar", Cox puede centrarse en esta variable -la construcción social de la necesidad de reforma- y examinar cómo varía entre los tres países. Esto le permite explicar por qué dos de ellos pudieron reformar sus estados de bienestar mientras que el otro fracasó.

El análisis de regresión es una técnica estadística muy utilizada en muchas disciplinas de las ciencias sociales, incluida la ciencia política. Tiene su origen en la econometría, donde se utiliza para modelizar y analizar relaciones entre variables. En el contexto de la ciencia política, el análisis de regresión puede utilizarse para examinar las relaciones entre distintos factores políticos, económicos y sociales. Por ejemplo, puede utilizarse para analizar el impacto de la educación y la renta en el comportamiento electoral, o para examinar los efectos de las políticas económicas en los niveles de desempleo. El creciente uso del análisis de regresión y otras técnicas estadísticas avanzadas en la ciencia política refleja una tendencia general hacia un mayor rigor metodológico y un enfoque más cuantitativo de la investigación. Esto forma parte de un movimiento más amplio hacia el fortalecimiento del método y la cientificidad de la investigación en ciencia política.

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Este gráfico ilustra claramente el aumento gradual del uso del análisis de regresión en la ciencia política, una valiosa herramienta estadística para demostrar las relaciones causales. Cabe señalar que el uso de esta herramienta aumentó considerablemente a partir de mediados del siglo XX, lo que refleja el creciente énfasis puesto en la metodología rigurosa en la disciplina. Henry Brady ha mostrado bien en su obra cómo el uso del análisis de regresión, y de los métodos cuantitativos rigurosos en general, ha aumentado con el tiempo en la ciencia política.[8] Esto ilustra cómo la disciplina se ha ido alejando gradualmente de sus orígenes más cualitativos y descriptivos para adoptar métodos más cercanos a las ciencias naturales, prestando especial atención al establecimiento de relaciones causales. El análisis de regresión es especialmente útil para esta tarea, ya que permite a los investigadores aislar el efecto de una variable sobre otra mientras controlan el efecto de otras variables. Esta capacidad de controlar los efectos de las variables de confusión es crucial para establecer relaciones causales. El auge de estos métodos cuantitativos no significa que los enfoques cualitativos hayan perdido su valor. Al contrario, los enfoques cualitativos siguen siendo esenciales para comprender los mecanismos y procesos sociales y políticos, y a menudo se utilizan en combinación con métodos cuantitativos en lo que se conoce como enfoque de métodos mixtos.

El análisis de regresión se utiliza para determinar el grado de influencia de una variable independiente en una variable dependiente, ajustando o "controlando" los posibles efectos de otras variables. Este control reduce el riesgo de que las relaciones observadas entre la variable independiente y la variable dependiente sean en realidad el resultado de la influencia de una tercera variable. En otras palabras, ofrece a los investigadores una mayor confianza en que las relaciones observadas son causales y no simplemente correlacionadas.

El análisis de regresión es una herramienta valiosa para aislar el efecto de una variable concreta mientras se controlan los efectos de otras variables. Para ilustrarlo con el ejemplo de la caída de la República de Weimar, podríamos postular que el sistema proporcional (una variable independiente) desempeñó un papel significativo en esta caída (la variable dependiente). Para probar esta hipótesis, podríamos recopilar datos sobre diversos países y momentos históricos en los que se dieron circunstancias similares. Estos datos podrían incluir otras variables relevantes, como la situación económica, la estabilidad política, los conflictos internacionales, etc. El análisis de regresión mediría entonces el efecto del sistema proporcional en la estabilidad de la república controlando los efectos de estas otras variables. Si el sistema proporcional demuestra tener un efecto significativo, podríamos argumentar con mayor confianza que este factor contribuyó a la caída de la República de Weimar.

Especialización: la clave para entender mejor[modifier | modifier le wikicode]

Figuras intelectuales como Marx, Weber, Darwin, Tolstoi, Dickens o Dostoievski destacan por su notable dominio de múltiples campos del saber. Su trabajo, a menudo caracterizado por el solapamiento de disciplinas, se benefició de su capacidad para pensar de forma holística e integrar ideas procedentes de distintos ámbitos de especialización. Sin embargo, una comparación con una lista de pensadores contemporáneos influyentes, como Bill Gates, Warren Buffet, María Vargas, Joe Stiglitz y Martin Wolf, revelada por la revista Foreign Policy, podría dejar la impresión de que estos últimos son menos impresionantes.

Surge entonces la pregunta: ¿por qué la lista contemporánea parece menos deslumbrante? Hay varios factores que podrían explicar por qué la lista de pensadores contemporáneos puede parecer menos impresionante.

  • La necesidad de perspectiva histórica: A veces es necesario tener cierta distancia en el tiempo para valorar realmente el impacto y la influencia de una persona. Lo que se considera revolucionario o de gran valor puede no reconocerse inmediatamente como tal, y el valor de una contribución intelectual puede quedar más claro en retrospectiva.
  • La proximidad temporal de los pensadores contemporáneos puede familiarizarnos con sus ideas y llevarnos a subestimar su genio o influencia. A menudo nos impresionan más las figuras históricas por su estatura mítica y la longevidad de su influencia.
  • En las últimas décadas se ha producido un cambio estructural hacia una mayor especialización del conocimiento. Las universidades fomentan esta especialización, y el conocimiento se desarrolla cada vez más a través de la cooperación y la interacción entre especialistas en campos cada vez más específicos. Esta especialización se ve facilitada por las nuevas tecnologías, como Internet, que permiten la colaboración global. En la Universidad de Ginebra, por ejemplo, los profesores ocupan cátedras que cubren áreas específicas de la ciencia política, y un investigador concreto tiende a contribuir a un único subcampo de la ciencia política.

Así, mientras que las figuras intelectuales históricas solían ser polímatas, que dominaban muchas áreas del conocimiento, los pensadores contemporáneos tienden a ser especialistas en campos concretos.

La importancia de las teorías de rango medio (mid-range theories)[modifier | modifier le wikicode]

Las teorías intermedias son conceptos de la sociología y la ciencia política. Son una respuesta al reto de construir "grandes teorías" universales que expliquen todas las facetas de un campo determinado. Estas "grandes teorías" suelen ser criticadas por su falta de precisión y su incapacidad para ofrecer explicaciones específicas y comprobables de fenómenos concretos. Las teorías intermedias, en cambio, se centran en explicaciones específicas de determinados aspectos de la realidad social o política. Pretenden explicar fenómenos concretos utilizando un conjunto limitado de variables.

El concepto de "teoría intermedia" fue introducido por primera vez por el sociólogo Robert K. Merton en la década de 1950. Merton sostenía que las ciencias sociales debían aspirar a desarrollar teorías de este tipo que fueran lo suficientemente generales como para poder aplicarse a una gran variedad de situaciones, pero lo suficientemente específicas como para proporcionar predicciones precisas y comprobables.

Las teorías intermedias son muy comunes en la ciencia política, donde se utilizan a menudo para explicar fenómenos específicos como el comportamiento electoral, los movimientos sociales, la formación de políticas, la toma de decisiones gubernamentales, etcétera. Por ejemplo, la teoría de la elección racional, que postula que los individuos actúan para maximizar su utilidad personal, es una teoría intermedia utilizada en muchas áreas de las ciencias sociales, incluida la ciencia política. Las ventajas de las teorías intermedias son su aplicabilidad a una gran variedad de situaciones, su capacidad para ofrecer predicciones precisas y comprobables y su flexibilidad para adaptarse a nuevos datos y contextos.

En la era contemporánea, estamos asistiendo a un alejamiento de "ismos" amplios como el marxismo, el liberalismo, el constructivismo y el realismo, en favor de debates y teorías de alcance medio más específicos para cada contexto. Por lo general, estos debates y teorías se centran en cuestiones concretas que pueden resolverse mediante un análisis empírico en profundidad. Este cambio hacia teorías de alcance medio refleja el deseo de comprender mejor las dinámicas específicas que subyacen a diversos fenómenos sociales y políticos. En lugar de basarse en marcos teóricos amplios y a menudo abstractos, los investigadores se centran ahora en desarrollar y probar teorías más concretas, que puedan vincularse directamente a datos empíricos específicos y que sean capaces de ofrecer explicaciones precisas y verificables de fenómenos específicos. Esta evolución refleja el deseo de que la investigación sea más precisa, más matizada y más directamente pertinente para el análisis de los problemas del mundo real.

Metateoría: más allá de la teoría[modifier | modifier le wikicode]

Una metateoría es un marco o estructura que sirve para interconectar y reunir lógicamente varias teorías parciales. Desempeña un papel crucial en la construcción de una teoría más general o global. En otras palabras, una metateoría actúa como puente o vínculo entre teorías distintas, permitiendo integrarlas en un sistema de comprensión más amplio. Una metateoría suele ir más allá de la simple suma de sus componentes teóricos individuales, ofreciendo nuevas perspectivas y profundizando en la comprensión del fenómeno o campo que abarca. Ayuda a organizar y estructurar el conocimiento existente, y también puede orientar futuras investigaciones al identificar áreas que requieren más investigación.

Una metateoría en el campo de la ciencia política es una teoría general que pretende demostrar cómo se articulan y conectan diversas teorías específicas. Su objetivo es crear un marco coherente que integre diferentes perspectivas y supuestos sobre los fenómenos políticos. Este enfoque proporciona una visión más amplia y completa de los procesos políticos. Trata de captar la complejidad de la política vinculando diversas teorías que, de otro modo, podrían parecer inconexas o incompatibles. Por ejemplo, una metateoría podría tratar de establecer vínculos entre las teorías del comportamiento electoral, la acción colectiva y la gobernanza institucional. El objetivo último de la metateoría es proporcionar una comprensión más profunda y matizada de la política como campo de estudio. Este enfoque también puede ayudar a identificar nuevas orientaciones para la investigación y a desarrollar estrategias más eficaces para analizar e interpretar los fenómenos políticos.

Metateorías como el estructuralismo, el marxismo, el institucionalismo histórico o la teoría de la elección racional se utilizan para proporcionar un marco general que engloba una amplia gama de teorías específicas en el campo de la ciencia política. El estructuralismo, por ejemplo, trata de explicar los fenómenos políticos en términos de estructuras sociales subyacentes y su influencia en el comportamiento y las actitudes individuales. El marxismo, por su parte, propone un análisis de la política centrado en las relaciones de clase y la lucha por el poder económico. El institucionalismo histórico se centra en el papel de las instituciones en la configuración de las trayectorias políticas y económicas de las sociedades, haciendo hincapié en la importancia del contexto histórico. Por último, la teoría de la elección racional supone que los actores políticos, como todos los individuos, actúan para maximizar su utilidad o beneficio personal. Esta teoría se utiliza a menudo para analizar fenómenos como el comportamiento electoral o la toma de decisiones políticas. Estas metateorías ofrecen perspectivas diferentes y a veces complementarias sobre la política, ayudando a los investigadores a comprender y explicar una amplia gama de fenómenos.

Teorías a medio plazo: soluciones específicas[modifier | modifier le wikicode]

El sociólogo Robert Merton introdujo el concepto de teorías intermedias. Estas teorías se sitúan entre las teorías muy abstractas y universales (o grandes "ismos") y las descripciones puramente factuales y específicas de fenómenos individuales.

Las teorías intermedias están diseñadas para ser lo bastante generales como para abarcar un amplio abanico de situaciones, pero lo bastante específicas como para ser comprobables y útiles en la práctica. Suelen centrarse en un ámbito concreto o en un aspecto limitado de la realidad social o política, como un determinado tipo de institución, comportamiento o proceso. Por ejemplo, una teoría de alcance medio en el campo de la ciencia política podría centrarse en cómo influyen los sistemas electorales en el comportamiento de los partidos políticos, o cómo afectan las instituciones de control de la corrupción a la calidad de la gobernanza. Estas teorías pretenden ofrecer explicaciones precisas y verificables de los fenómenos que abarcan, sin dejar de ser lo suficientemente flexibles como para adaptarse a distintas circunstancias. A menudo se utilizan como herramientas analíticas en la investigación empírica.

Algunos investigadores se dedican por entero al estudio de los procesos de teorización. Esto puede abarcar una gran variedad de temas, desde los mecanismos que subyacen a la formación de teorías y su validación, hasta el impacto de estas teorías en el mundo real. En ciencias políticas, por ejemplo, un investigador puede especializarse en el estudio de los procesos de teorización relacionados con un campo específico, como las relaciones internacionales, las políticas públicas o los sistemas de gobernanza. Estos investigadores pueden examinar cómo se desarrollan las teorías, se ponen a prueba, se modifican y finalmente son aceptadas o rechazadas por la comunidad científica. También pueden estudiar cómo se utilizan estas teorías para informar las políticas públicas y para comprender y explicar los fenómenos políticos. La teorización en sí puede considerarse un proceso dinámico y en constante evolución, en el que intervienen contribuciones individuales y colectivas, y en el que influyen diversos factores contextuales, como los acontecimientos históricos, los avances tecnológicos y los cambios sociales y políticos. Así pues, el estudio de los procesos de teorización es un ámbito de investigación rico y complejo, que puede ofrecer valiosas perspectivas sobre cómo entendemos el mundo político e interactuamos con él.

Las teorías de alcance medio son teorías que tratan de explicar fenómenos específicos, en lugar de aspirar a proporcionar un marco explicativo universal. Se centran en un campo concreto o en un aspecto específico de la realidad social y política, ofreciendo un análisis más detallado y específico. Por ejemplo, los especialistas en conflictos civiles pueden desarrollar teorías de alcance medio que tratan de explicar las causas y consecuencias de dichos conflictos, centrándose en factores específicos como las desigualdades socioeconómicas, las divisiones étnicas, el papel de los recursos naturales, etc. Del mismo modo, la teoría del comportamiento electoral es otra forma de teoría de alcance medio, que se centra en explicar las motivaciones y el comportamiento de los votantes durante las elecciones. Puede examinar factores como la influencia de los medios de comunicación, la ideología política, las cuestiones socioeconómicas y otros factores que influyen en el comportamiento electoral. El enfoque de las "variedades del capitalismo", por su parte, es una teoría que trata de explicar las diferencias en la forma en que se organizan las economías de mercado en los distintos países. Examina factores como la relación entre el Estado y la economía, la regulación del mercado laboral, el papel de las instituciones financieras, etcétera. Estas teorías de alcance medio son valiosas porque permiten explorar con mayor detalle aspectos concretos de la realidad social y política, al tiempo que ofrecen marcos analíticos que pueden ponerse a prueba empíricamente.

La era de la información en la ciencia política: una revolución en los datos disponibles[modifier | modifier le wikicode]

En los últimos años se ha producido una revolución en la disponibilidad de datos para la investigación en ciencias sociales, incluida la ciencia política. Gracias al advenimiento de la tecnología digital, Internet y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, los investigadores tienen ahora acceso a una cantidad sin precedentes de datos cuantitativos, que van desde los resultados electorales a las encuestas de opinión, desde los datos económicos a los datos sobre conflictos, y mucho más.

Además, el desarrollo de bases de datos centralizadas y accesibles al público facilita la investigación comparativa a escala internacional. Estas bases de datos suelen recopilar información de diversas fuentes y ofrecen sofisticadas herramientas de investigación y análisis que pueden ayudar a los investigadores a procesar y analizar los datos con mayor eficacia. Ejemplos de este tipo de bases de datos son el Banco Mundial, la OCDE, Eurostat, el Institut national de la statistique et des études économiques (INSEE) de Francia, la Oficina del Censo de Estados Unidos, así como numerosos institutos de sondeos e investigación que publican regularmente datos sobre diversos aspectos de la política y la sociedad. Esta explosión de datos disponibles no sólo ha transformado la forma en que se lleva a cabo la investigación en ciencia política, sino que también ha abierto nuevas posibilidades para el descubrimiento y análisis de tendencias y fenómenos políticos.

La mayor disponibilidad de datos cuantitativos ha fomentado enormemente el uso de métodos de análisis estadístico en la ciencia política. Las bases de datos permiten acceder a una gran cantidad de información sobre el comportamiento de los votantes, el funcionamiento de las instituciones, las políticas públicas, los conflictos, la economía y mucho más. Estos datos, unidos a herramientas estadísticas cada vez más sofisticadas, permiten a los investigadores realizar análisis profundos y rigurosos de los fenómenos políticos. Los modelos de regresión, el análisis de series temporales, las pruebas de hipótesis, el análisis factorial y los modelos multinivel son herramientas que pueden utilizarse para interpretar los datos y responder a las preguntas de la investigación.

El análisis cuantitativo se ha convertido así en un método esencial de la ciencia política, que contribuye a reforzar el rigor y la precisión de la disciplina. No obstante, es importante señalar que el análisis cuantitativo no sustituye a otros métodos de investigación, sino que los complementa. La interpretación de los resultados estadísticos y su contextualización requieren una comprensión profunda de las realidades políticas y sociales estudiadas, que puede ser proporcionada por métodos cualitativos como el análisis del discurso, las entrevistas o la observación participante.

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Anexos[modifier | modifier le wikicode]

Referencias[modifier | modifier le wikicode]

  1. Lim, T. C. (2005). Doing comparative politics: An introduction to approaches and issues. Lynne Rienner.
  2. Cox, Robert W.. "Beyond international relations theory: Robert W. Cox and approaches to world order", Approaches to World Order. 1ª ed. Cambridge: Cambridge University Press, 1996. 3-18.
  3. M. Weber, Ensayos sobre la teoría de la ciencia, op. cit. p.146
  4. Adcock, R. y Bevir, M. (2005), The History of Political Science. Political Studies Review, 3: 1-16. doi: 10.1111/j.1478-9299.2005.00016.x
  5. Social Science Concepts: A Systematic Analysis Giovanni Sartori Beverley Hills: Sage, 1984
  6. Rothstein, B. (1992). Labor-market institutions and working-class strength'. En S. Steinmo, K. Thelen y F. Longstreth, eds. Structuring Politics. Historical Institutionalism in Comparative Analysis. Cambridge: Cambridge University Press, 33-56
  7. Cox RH. The social construction of an imperative: why welfare reform happened in Denmark and the Netherlands but not in Germany. World Polit. 2001;53(3):463-98. doi: 10.1353/wp.2001.0008. PMID: 17595731.
  8. Brady, Henry A. (2008): Causación y explicación en ciencias sociales. Box-Steffensmeier, Janet M., Henry Brady y David Collier (ed.): The Oxford handbook of political methodology. Oxford: Oxford University Press: 217-270.