La teoría de los derechos de Robert Nozick

De Baripedia

Friedrich Hayek: 1899 - 1992 (Premio Nobel de Economía en 1974)

Friedrich Hayek.[1]

Las tesis iniciales de Hayek son principalmente económicas. Desarrolló toda una crítica de la economía de la época de Keynes, pero también de los monetaristas austriacos antes de eso.[2][3][4][5][6] Lo que señala es que algo como el mercado, que una institución podría dirigir o regular, es una noción completamente ineficiente y ontológicamente infundada. Para Hayek, las únicas entidades que merecen entender cómo funciona la economía son los empresarios que se enfrentan a la gestión competente de sus inventarios, que son los que mejor pueden fijar los precios de sus mercancías y garantizar la economía. El estado desafía la idea misma de la economía de mercado. Hayek dio una de las más poderosas demostraciones de la imposibilidad del modelo comunista no basado en cuestiones morales, sino en una fuerte crítica a las posibilidades mismas que cualquier poder central tendría de influir en el mercado. Para él, el mercado es una orden espontánea, refiriéndose a la idea de Smith de la mano invisible. Es algo que es el producto de una miríada de acciones humanas, pero que no puede ser controlado o manejado por nadie o nada fuera de él, o lo pone en duda. Así pues, es imposible planificar o regular la dinámica económica, lo que también significa dejar que el mercado funcione por sí mismo.

Es una importante y amplia defensa del modelo capitalista, pero no sólo sobre bases emancipatorias, sino sobre todo sobre bases de eficiencia económica. A partir de esta observación económica, Hayek extrae una teoría normativa.[7] Si no podemos hacer nada para organizar el mercado y si partimos de la idea de que la regulación del mercado es necesaria para evitar la injusticia social, si esto implica una intervención e interferencia en el mercado, para Hayek esto es malo porque pone en duda el mercado, pero además de eso se irá convirtiendo poco a poco en malo y planteará un problema moral porque la sociedad no tiene conciencia moral. No podemos pensar que una sociedad pueda ser justa, que el mercado pueda ser justo porque las únicas personas que tienen el poder de determinar lo que es bueno o moral son los individuos y no entidades generales como el mercado. Para humanizar algo que no es para Hayek, para considerar que la regulación del mercado corrige los errores, de ahí pasamos a la catástrofe económica y eso es inmoral porque un mercado no lleva moral, tenemos que volver a una cuestión moral que afecta a los individuos en sus acciones y olvidarnos del mercado en eso.

La idea que se desprende de ello es que la cuestión de que cualquier intervención en el orden social y económico espontáneo no sólo es ineficaz, sino moralmente reprensible, ya que atenta contra la libertad de los individuos y su propiedad privada, tal como se relata en El camino de la servidumbre publicado en 1944.[8][9][10] Este aspecto no es necesario en el caso de Hayek. El argumento de Hayek es que la interferencia en el mercado es moralmente injusta porque afecta a los individuos.

Esta concepción no implica un rechazo total de cualquier papel regulador del Estado. Hayek tuvo en cuenta que el estado todavía tiene una serie de prerrogativas como la educación o la salud más allá de las funciones clásicas del estado. Hay un montón de cosas que deben ser puestas fuera de las prerrogativas de un estado. Hay funciones que serían mucho más eficaces si fueran gestionadas por empresarios y otras que todavía requieren la existencia de un Estado, aunque un poco más pequeño que el Estado de Rawlsian. Volveríamos a un estado que garantizaría el acceso a los bienes públicos de los que el mercado no puede ocuparse sin crear aún más injusticia.[11]

El mercado, al autorregularse, va a permitir un mayor bienestar social para todos y existe la idea de que para proteger la libertad de los individuos en la mayor medida posible, es necesario que el Estado se haga lo más pequeño posible.[12]

El libro de Nozick, El Estado, la Anarquía y la Utopía mantiene una concepción del Estado que se ocupa de las funciones básicas, en particular las funciones regales.[13][14][15][16][17] Esta concepción mínima del Estado es el corolario de la protección de la libertad de los individuos. Para los anarquistas y para Nozick, si se quiere tomar la máxima de Kant de tratar a los individuos como fines y no como medios, la única manera de hacerlo es garantizar la mayor libertad posible de los individuos sobre sí mismos y los productos de su trabajo. Uno de los principios fundamentales de Nozick es el principio de la autopropiedad, que es el argumento que ataca radicalmente la tesis de Rawls al demostrar que Rawls es inconsistente porque si quiere defender la libertad, no puede defender al mismo tiempo la actividad redistributiva del Estado que implicaría la interferencia del Estado en la propiedad privada y la autopropiedad del individuo.

La idea del estado mínimo es la idea de que sólo necesitamos una institución que proteja contra la violencia, el robo, el fraude, y la garantía de que los contratos serán respetados, está justificada. Más allá de estas justificaciones, la intervención del Estado es injustificada. Existe la idea de que la idea misma de una sociedad es una idea que no significa mucho. La sociedad es la agregación de trayectorias dinámicas universales, pero no hay algo llamado sociedad que esté sujeto a la justicia. En lo que tenemos que centrarnos en la gestión justa de los individuos es en la garantía de su libertad y su propiedad.[18][19][20][21]

Para los libertarios, los límites de la acción del Estado se encuentran en el paternalismo, es decir, las leyes para proteger a los individuos contra sí mismos. Esto va de la mano con el moralismo legal, que son leyes que reducen la libertad en nombre de la moralidad. No le corresponde a la ley inscribir formas morales que regulen nuestro comportamiento. No hay razón para que el Estado intervenga en la redistribución de los ingresos y la riqueza porque la redistribución pone en tela de juicio las libertades del individuo.[22][23][24][25]

Planteemos dos experimentos de pensamiento para mostrar la naturaleza contra-intuitiva del principio de la diferencia:

  • el desarrollo de la tecnología médica permite ahora transplantar globos oculares con una tasa de éxito del 100%. Dado que algunas personas nacen con ojos y otras no, ¿deberían redistribuirse los ojos? ¿Debería organizarse una lotería nacional y obligar a los "perdedores" a dar uno de sus ojos a los ciegos? La idea es mostrar la injusticia del modelo distributivo de Rawls. Para Nozick, si tener un ojo es una condición fundamental para que nuestros bienes sociales primarios tengan sentido, entonces ¿por qué no deberíamos reemplazar los ojos por una lotería? Según Nozick, a través de este experimento de pensamiento, hay algo intuitivo en la posición de Rawls.[26][27]
  • A y B como Z. B "gana" el corazón de Z porque Z ama la inteligencia de B así como su belleza. ¿Deberían redistribuirse los recursos para permitir a A tener cirugía estética y clases de retórica para compensar sus desventajas en el amor? Si el hecho de ser amado es una condición fundamental para que los individuos sean libres, y si partimos de la idea de que hay personas que, a pesar de que a menudo lo intentan, pero no son amadas, si esto se soluciona a través de impuestos, formas de cirugía estética o cursos para apoyar la empleabilidad amorosa de estas personas. Para Nozick, esto parece muy contrario a la intuición porque hay una dosis de subjetividad que no tiene sentido redistribuir.

Por absurda que sea la idea de una lotería nacional para dar un ojo, la idea de dar libremente un ojo garantiza una propiedad del yo que es el uso que hacemos de nuestro cuerpo. Un libertario de derechas tendería a considerar que la prostitución no plantea ningún problema moral si la prostitución es una opción autónoma no forzada. Para Nozick, debemos dejar la máxima posibilidad a los individuos para que determinen por sí mismos, no podemos decir exteriormente lo que está bien o mal porque esto violaría la forma en que los individuos disponen de la propiedad de sus cuerpos.[28][29]

El libertarismo filosófico de Nozick

Robert Nozick.[30]

Nozick tratará de mostrar la inconsistencia de la teoría de la justicia de Rawls. No sólo está sugiriendo externamente que Rawls está equivocado. Intentará demostrar que Rawls está equivocado porque es inconsistente en términos de su argumento.[31][32][33][34][35]

La crítica interna de Nozick sobre la consistencia de los principios de justicia de Rawls es la siguiente:

  1. No es coherente defender al mismo tiempo el principio de libertad y el principio de diferencia, porque defender la libertad significa abstenerse de limitar los derechos de propiedad. Sin embargo, el principio de la diferencia pone en tela de juicio los derechos de propiedad, va en contra del principio de la libertad y, por lo tanto, pone en tela de juicio la inviolabilidad de los derechos fundamentales. Cualquier interferencia del Estado implica una interferencia en la propiedad propia que conduce a la negación de la libertad en nombre de la igualdad. La protección de nuestras libertades implica la abstención de la participación del Estado en nuestras vidas. Nozick es una teoría de la libertad negativa que busca demarcar la idea de que somos libres por la no interferencia del estado. Lo que le importa es evitar que un aparato estatal fundado con fines injustos intervenga en nuestra esfera de libertad limitándola.[36][37][38]
  2. El diseño de la teoría de Rawls es el modelo de equidad. A diferencia de Rawls, Nozick defiende una concepción histórica que significa que su propiedad es justa siempre que la haya adquirido de manera moralmente sólida en un momento histórico. Para Nozick, si un objeto se adquiere de acuerdo con los principios de justicia imperantes, entonces el objeto se adquiere de manera justa. Es la idea de que por lo que era antes de la situación de justicia analizada que vamos a averiguar si la posesión de hoy está justificada o no y no es por referencia a un criterio externo.[39] En otras palabras, hay una distinción entre dos tipos de teorías de la justicia:
    1. las teorías que estipulan un estado final de redistribución, cuya realización puede ser evaluada en base a los datos actuales, o a un modelo de distribución dado [patterned; según la necesidad, el mérito, etc.]. Este es el caso de Rawls;
    2. teorías históricas, según las cuales sólo la naturaleza del comercio pasado o las circunstancias que han dotado a algunas personas de recursos (o no) pueden definir la justicia o la injusticia de la situación actual. Este es el enfoque de Nozick.
  3. El ejemplo de Wilt Chamberlain. Imaginemos que se introduce un modelo de distribución, por ejemplo uno basado en las necesidades individuales (D1). Imaginemos que la estrella del baloncesto W. Chamberlain pide que cada espectador pague 25 centavos de dólar por el premio gordo para verlo jugar. Al final de la temporada, si 1 millón de personas quisieran admirar el WC, éstas habrán acumulado un patrimonio de 250'000.-. Este patrimonio consiste en una nueva forma de redistribución (D2). Para Nozick, no puedes forzar a la gente a que les diga qué hacer con su dinero. Es una nueva distribución D2 que ya no es la misma que la D1. Para Rawls, este ingreso debe ser redistribuido. Para Nozick, desde el momento en que los individuos han pagado en alma y conciencia para ir a ver jugar a un jugador, nada puede justificar el despojo de él.[40][41][42][43][44]
  4. ¿Qué implicaciones generales saca Nozick de este ejemplo? La acción libre y voluntaria de los individuos (D2) pone inevitablemente en tela de juicio el modelo de distribución original; el modelo D1 es, por tanto, vulnerable. De alguna manera, la idea es organizar la cooperación social en torno a un modelo de justicia que siempre produce efectos virtuosos y refutados. Si D1 es justo, entonces el hecho de que haya sido producido por la acción libre y voluntaria de los individuos hace que D2 también sea justo, aunque esta distribución no se ajuste al modelo original (D1). Así, se refuta la idea misma de la existencia de un determinado modelo de distribución. Así pues, los modelos de distribución sólo pueden aplicarse causando graves violaciones del principio de libertad, porque en el caso de D2, para restablecer la preponderancia de D1, la única posibilidad es a) prohibir D2 o b) intervenir en D2 para redistribuir sus recursos. En ambos casos, hay una intrusión ilegítima en las decisiones libres de los individuos. Para Nozick, la intervención del Estado pone en duda la autopropiedad de los individuos y la voluntad de los espectadores de financiar a Chamberlain para verlo en cuestión.
  5. ¿Cuáles son las implicaciones para los principios de justicia de Rawls? El Principio de Diferencia (PD) es un modelo de distribución. Una vez que las personas han recibido recursos de acuerdo con el PD, tomarán decisiones sobre cómo utilizarlos (gastar, invertir, ahorrar, etc.) que finalmente conducirán a una situación en la que la distribución del PD ya no se satisfaga. Los recursos tendrán que ser redistribuidos aún más, lo que conducirá a la interferencia del Estado en la libre elección de los individuos. Por lo tanto, el mantenimiento de la PD conduce a una restricción de la libertad. De ello se desprende que si Rawls quiere defender la prioridad del principio de la igualdad de libertad, debe renunciar al DD, porque tomarse la libertad en serio es incompatible con la aplicación de un determinado modelo de redistribución. Por lo tanto, los principios de justicia de Rawls son inconsistentes.

De la critique à la proposition : la théorie des droits de propriété légitimes (Nozick, Anarchie, État et utopie, 1988 [1974])

Dans « Anarchie, État et Utopie » publié en 1974, Nozick propose deux principes importants et des principes de justice :

  1. la propriété de soi comme principe moral premier (la propriété privée comme concept central du libéralisme ; il s’inscrit dans la tradition de Locke) ;
  2. toute limitation ou entorse au droit de propriété de soi est incompatible avec la position de Kant selon laquelle il faut traiter les personnes comme des fins en soi et non en tant que moyens et est donc immorale. Si on nous traite comme une fin, cela signifie qu’on nous respecte d’être dans notre autonomie d’être soi.
  3. l’État n’a ainsi aucun droit à intervenir dans les échanges privés et les gains de propriété afin de les taxer et de les redistribuer. Ceci est injuste et illégitime.
  4. Nozick propose trois principes pour déterminer qui est propriétaire légitime de biens et des ressources.
    1. L’acquisition initiale : elle est juste si fondée sur le droit du premier occupant (et si conforme à la clause restrictive lockéenne, à savoir l’acquisition initiale doit laisser suffisamment de ressources pour les autres et ne pas empirer leur situation). Pour Nozick, il est relativement simple de déterminer ce qu’est une acquisition initiale ;
    2. Le transfert volontaire : seul ce qui est librement transféré, vendu ou donné est juste et entraîne une juste répartition des ressources ;
    3. La rectification et correction des injustices est liée à une acquisition injuste comme, par exemple, des compensations notamment afin de déterminer des droits de propriété légitime. Pour Nozick, il faut encore qu’il reste suffisamment de ressources de propriétés pour les autres. Nozick met des clauses sur ce qu’on peut acquérir et comment l’utiliser.

Pour Nozick, Rawls est incohérent, à savoir que ses principes de justice et plus spécifiquement le principe de différence ne peut pas être défendu si Rawls acceptait véritablement d’établir que la liberté ne peut être remise en question que par la liberté. Selon lui, du moment où un État redistributif veut imposer des formes d’égalité par le biais d’une taxation a visée distributive, il enfreint le principe de liberté. À ce moment, il y a une incohérence entre le premier principe d’égale liberté et le deuxième principe qui est le principe de différence.

Une fois cette critique établit, Nozick pose les jalons de sa propre démarche qui tourne autour de l’idée de propriété de soi qui est le principe fondamental de la position libertarienne de Nozick, à savoir que, quelque part, la propriété que nous avons sur nous-mêmes et sur ce que nous produisons permet aux individus d’acquérir des droits (entitlement) permettant par la suite d’établir ce qui est juste et ce qui ne l’est pas dans la manière de traiter quelqu’un. L’acquisition initiale est ce qui a été acquis de manière juste, le premier venu qui s’est servi a un droit à l’acquisition. Si un individu décide de transférer sa propriété, pour que celle-ci soit juste, elle doit être volontaire et suivre un certain nombre de procédures par exemple en ayant un contrat qui établit la cession de propriété. Au cas où l’acquisition initiale n’a pas été faite selon les règles de l’art, à savoir au cas où cette acquisition initiale était déjà injuste en tant que telle comme l’occupation à la suite d’une guerre ou d’un vole, pour Nozick, il est nécessaire de rectifier cette acquisition par une compensation.

La question qui va se poser est comment rectifier les acquisitions établies à la suite d’esclavage ou de guerre et d’un point de vue politique cela semble compliqué, mais d’un point de vue purement théorique et idéale, Nozick propose une vision procédurale, simple et efficace afin d’établir comment on transfère d’une manière légitime des propriétés.

(Quelques) Implications

Qu’est-ce qu’il ressort de ces principes ?

Dans la logique de Nozick, ce qui compte ce n’est pas le résultat de l’acquisition et la production de richesses, mais comment ces dernières ont été obtenues. C’est une forme de justice procédurale, fondée sur des principes historiques d’acquisition de la propriété. Nozick a une vision procédurale, il ne se pose pas la question éthique du bien inhérent à la propriété que l’on souhaite transférer ou pas, il ne se pose pas la question de savoir si les gens ont des bonnes raisons ou pas d’acquérir ou de transférer de la propriété. Ce qui l’intéresse est de savoir comment établir un certain nombre de règles et de procédures, d’établir que ce qu’on procède nous revient de manière juste ou légitime.

Quelle que soit la distribution des ressources qui découle d’échanges volontaires, cette dernière est juste. Un échange volontaire est un échange qui n’est pas limité par d’autres personnes (a) et qui ne cause pas d’entorse aux droits des personnes (b). Pour Nozick, tout est valable d’un point de vue procédural essentiellement à condition que la mode de transfert ou d’acquisition de la propriété ne touche pas les droits des autres. Nous versons que cette clause est une clause qui peut être un peu problématique dans la conception de Nozick.

Qu’est-ce que Nozick dirait aux rawlsiens ou aux sociodémocrates concernant le fait que sa conception ne permet pas de traiter de manière juste et efficace les démunis ? Certains individus ont moins de chance que d’autres, par exemple en étant nés dans des familles pauvres : cette situation est peut-être malheureuse, mais elle n’est pas injuste. Le fait que certaines perdent dans la loterie naturelle et sociale n’entraîne pas automatiquement une obligation de redistribution de la part de l’État. Cela est triste à la limite que des pauvres existent si quelqu’un décide d’utiliser une partie de sa propriété pour les aider, mais il n’y a aucune raison de considérer que des formes de pauvreté dont ne nous sommes pas responsable sont injustes d’un point de vue moral. À ce moment-là, toute ingérence de la part de l’État, qui parle bien d’une redistribution visant à corriger ces inégalités, à les rendre moins évidentes ou alors à donner plus de bien sociaux premiers au sens de Rawls, constituerait une ingérence illégitime. La base volontaire est admissible étant donné que dans notre conception individualiste libérale, si nous décidons d’utiliser la moitié de notre richesse afin d’aider un village qui a souffert d’un tremblement de terre, rien ni personne ne peut nous empêcher de le faire, mais de là à dire que l’État peut nous obliger au même sens que l’État pourrait nous obliger à donner des yeux est quelque chose de moralement illégitime. L’État n’a pas le droit ni la base morale afin de demander ce genre d’intervention aux individus. Si des individus souhaitent aider les plus démunis, ils peuvent le faire sur une base volontaire (charitable) en leur transférant une partie de leur propriété, mais ils ne sont pas moralement tenus de le faire. La condition sociale des plus désavantagés n’est pas une responsabilité collective dans un sens de rectification des inégalités de certains.

S’il est vrai que conformément au principe kantien, il faut traiter les individus comme des fins en soi et non pas comme des moyens pour quelque chose, toute intervention de la part de l’État qui viserait à ponctionner pour redistribuer, reviendrait quelque part à sanctionner l’idée que quelqu’un doit travailler une partie de son temps annuel pour financer une redistribution à l’adresse de certains. Or, pour Nozick, ce mécanisme serait une forme de travail forcé et donc une forme d’esclavage. En d’autres termes, toute interférence à des fins de redistribution de l’État dans les droits de propriété des individus est assimilable à un travail forcé, donc à une sorte d’esclavage. En effet, tout prélèvement sur le gain implique qu’une partie du temps de travail sera consacrée uniquement à collecter des ressources pour les autres. Ceci viole la liberté négative et, plus généralement, le droit moral fondamental de la propriété de soi.

C’est pour cette raison que l’on situe Nozick dans la catégorie des minarchies, à savoir des anarchistes, mais qui prévoient une forme d’État minimal, cet État minimal doit être là afin de garantir que certaines fonctions soient remplies, à savoir les fonctions régaliennes, mais cet État n’a pas de visée redistributive, cet État est là pour faire en sorte que les libertés soient respectées. Ainsi, l’État-providence est illégitime. L’État ne peut être que minimal, à savoir n’ayant qu’une fonction de protection du marché et de la propriété. L’État minimal est certes financé par l’impôt, mais ce dernier n’a pas un objectif de redistribution. Contrairement à ce que souvent des personnes pensent sur la base de son titre, Nozick n’est pas un anarchiste parce que Nozick présuppose une certaine théorie de l’État qui est certes minimale mais il est pour lui légitime de reconnaitre notre obligation à l’égard d’un État dans certains cas particuliers qui est un postulat remis en question par les anarchistes. Si on compare Nozick à la vision inhérente à la conception rawlsienne, il est clair que nous parlons de deux modèles d’États très différents.

Il ne faut pas oublier que nous sommes dans la critique de la justice redistributive de Rawls, donc la dimension redistributive et économique est en exergue, mais en même temps, le courant libertarien a aussi des positions assez tranchées sur toute critique à l’égard de l’ingérence de l’État. La perspective libertarienne de Nozick ne s’applique pas qu’aux questions de justice distributive, mais aussi, plus généralement, à la critique de l’ingérence de l’État dans la réglementation des activités humaines comme, par exemple, dans le domaine moral, de la culture, etc. Cet État n’est pas juste illégitime lorsqu’il redistribue, cet État serait plutôt illégitime lorsqu’il s’immisce dans des questions morales qui relèvent de la propriété de soi des individus, quand ils adopteraient des positions qui viseraient à remettre en question la manière par laquelle les individus pourraient utiliser leur corps ou leur bien. Il y a cette dimension des libertariens qui fait parfois penser à des formes d’anarchisme, mais qui ne le sont pas d’un point de vue analytique et qui reviendrait à remettre en question l’idée d’un État qui vise à règlementer des domaines de la santé publique jusqu’à la culture ou alors la politique multiculturaliste visant à protéger des minorités. Pour des libertariens, ce sont souvent des domaines d’ingérence immorale de la part de l’État. Si les gens décident d’utiliser une partie de leurs ressources afin de faire vivre leur langue et leurs traditions, libre à eux de le faire, mais ce n’est pas à l’État de défendre des minorités. Pour les libertariens, à quoi bon qu’un État garde en vie une forme culturelle si les gens eux-mêmes n’ont aucun intérêt à ce qu’elle reste en vie, alors à ce moment-là mieux vaut qu’elle disparaisse. C’est quelque chose qui relève de la sphère individuelle, l’État n’a pas à utiliser de ressources pour ce genre de choses. Cette vision minimaliste de l’État s’accompagne d’une vision assez stricte de la non-ingérence de l’État pour des questions dans lesquelles l’État n’a rien à faire au-delà de la justice redistributive.

Un élément important à garder à l’esprit et qui pour certains affaiblit la position de Nozick paradoxalement et pour lequel Nozick a une certaine ambiguïté. Nozick ajoute à l’idée d’acquisition initiale la logique de la clause lockéenne. La position de Nozick n’est pas complètement antithétique à toute considération en matière d’égalité. Par exemple, la clause restrictive lockéenne implique le principe d’égale considération des intérêts des individus. C’est une condition restrictive qui impose qu’il soit possible d’occuper une terre à condition qu’en l’occupant, on en laisse suffisamment pour que les autres puissent vivre. Ainsi, la propriété doit être nuancée afin de permettre au moins aux autres d’accéder à une ressource vitale. Il faut être propriétaire en donnant la possibilité aux autres d’accéder à cette ressource vitale. En d’autres termes, selon Locke, nous pouvons acquérir une propriété légitimement seulement si nous en laissons assez pour les autres et ne pas empirer leur situation.

Locke se limitait quelque part à l’idée qu’il en faut assez pour les autres. Nozick ajoute qu’il faut qu’on en laisse pour les autres et en plus que l’acquisition n’empire par la situation des autres de manière illégitime. La question qui se pose est de savoir ce que veut dire « ne pas empiéter la situation des autres ». La question de savoir ce que veut dire « ne pas empirer la situation de tout le monde » selon la clause lockéenne ouvre tout un tas de considérations qui peuvent être compliquées à gérer dans une approche nozickienne parce qu’on ne sait plus très bien à partir de quel moment une situation est empirée ou pas. Vraisemblablement, une des réponses de Nozick serait de dire qu’il y a la loi, à savoir qu’il est possible de s’accorder sur un certain nombre de modalités. Il est possible d’imaginer qu’il y ait des formes d’utilisation de la propriété de la part de certains qui en plus de retomber sur la propriété de soi et des autres même si ceci échappe à un simple calcul économique. Pour certains, Nozick est paradoxalement trop égalitariste pour aller jusqu’au bout de sa logique libertarienne parce que selon Kymlicka, du moment où Nozick laisse place à la clause lockéenne du fait de ne pas empirer la situation des autres, il traite quelque part tout individu comme un égal moral qui a la possibilité d’exprimer et de se sentir lésé par rapport à la clause lockéenne. Donc, il y a beaucoup d’égalitaristes selon Kymlicka, qui remettent en question en partie la force de Nozick derrière cette position libertarienne un peu radicale qu’est la propriété de soi.

(Quelques) critiques à Nozick (et au libertarianisme)

Il y a tout un tas de questions que nous pouvons nous poser et notamment celle de Rawls de savoir si le fait de taxer Charmberlain remet vraiment en cause sa liberté ? N’est-ce qu’une question de différence entre revenu brut et revenu net ? Est-ce que le fait de passer d’un revenu brut à un revenu net implique une diminution de notre liberté ? Pour Rawls, Nozick se trompe parce qu’il confond richesse et liberté. Ainsi, Charmberlain est libre parce qu’il a des options, parce qu’il y a une législation qui le protège, parce qu’il a des droits, mais on ne peut pas dire qu’il est plus libre en fonction de l’étendue de sa richesse. Ceci veut dire confondre la liberté et l’autonomie comme disposition morale et un niveau de vie qui est plus ou moins accessoire. Si on partait de l’idée que Chamberlain ne serait pas libre selon Rawls avec 2 millions de dollars, que dirait-on des gens à 12000 dollars par année. Pour Rawls, l’argument de Nozick qui établit que toute forme de redistribution implique une attitude liberticide ne tient pas la route. La querelle entre Nozick et Rawls nous oblige à voir au-delà de la simple question économique des montants, mais aussi de mettre en relation cette querelle et ces montants avec une conception de l’égalité et de la liberté qui est au fond grâce à cela que l’on peut trancher. Cette considération peut ouvrir ou pas des considérations de justice.

Une des questions qui se pose est de savoir si les conceptions de la personne et du bien-être qui sont à la base de la théorie de Nozick ne sont-elles pas excessivement économicistes, trop basées sur l’idée de l’individu rationnel qui est une position beaucoup plus individualiste qui ferrait que nous sommes des individus, des espèces de nomades ayant leurs propres propriétés. Les communautariens remettent en question cette conception de la personne.

La critique classique que l’on adresse à Rawls est de savoir si au fond, dans la mesure où dans la vraie vie, l’acquisition initiale n’est jamais garantie ; est-ce qu’au fond, la théorie de Nozick ne repose-t-elle pas sur un édifice qui est branlant en tant que tel parce qu’on réfléchir à des États redistributifs qui ont déjà acquis leur situation de manière injuste par la conquête et des guerres qui ne sont pas à la hauteur de l’acquisition initiale telle qu’elle est exprimée et formulée dans le premier principe de Nozick ? Quelque part, est-ce que, dans la mesure où pratiquement toute situation initiale pourrait être contestée comme étant légitime et donc devrait faire appelle à des formes de rectification ? Est-ce que Nozick ne nous donne pas une théorie qui est certes fascinante philosophiquement, mais qui est inopérante théoriquement et politiquement ? À ce moment-là, autant la laisser tomber. C’est un argument qui est aussi évoqué et qui est un argument plus général parce qu’il porte indirectement sur la question de savoir à quoi sert la théorie politique et avec le clivage entre théorie idéale et théorie contextualiste. Pour certain, la théorie politique fait sens dans un monde idéal même s’il ne peut pas être appliqué parce qu’elle pose et donne des cadres de pensées qui nous permettent d’envisager des options même si peut être ces options ne sont pas réalistes aujourd’hui et de l’autre côté, une conception de la théorie politique qui est plus pragmatique avec l’idée que la théorie politique est d’aider et de penser à des critères de justification pour certaines politiques ou décision de l’État. Du moment où les solutions préconisées ne sont pas réalistes, alors, ou bien changer de théorie ou se poser d’autres questions. Pour certains, la théorie politique doit être utile à la véritable action publique, mais pour les philosophes idéaux, il serait possible de trouver des catégories ou des principes qui pourraient faire l’objet de réflexions et de mise en œuvre politique. Dans l’histoire, il a fallu un peu d’utopie afin de rendre légitime et audible un certain nombre de caractéristiques. Il n’en demeure pas moins qu’il existe un décalage entre une théorie plus appliquée et une théorie plus philosophique. Certains reprochent à Nozick que sa théorie est tellement abstraite même si elle donne une emprise complète quelque part puisqu’elle est basée sur une métrique très basique.

Lorsqu’on s’interroge sur les limites de la propriété de soi, Nozick part de l’idée que la propriété de soi est très englobante. Les propriétaires sont les propriétaires moralement légitimes de leur propre corps, de leurs pouvoirs et sont donc imprégnés de leur droit d’acquisition non seulement sur leur bien personnel, mais aussi sur les moyens de production (a). Pour Nozick, la propriété de soi englobe aussi ce que nous produisons afin de produire. Une idée, un outil ou une machine que nous aurions créée pour produire ou faire quelque chose nous appartient. Or Rawls part de l’idée que le principe de propriété de soi s’arrête à b, à savoir que les propriétaires de soi sont les propriétaires moralement légitimes de leur propre corps et de leurs pouvoirs et ont le droit d’avoir et de maintenir leurs biens personnels (b).

Quelle est la différence ? Pourquoi Rawls s’arrête là ? Pour lui, il n’est juste pas possible de construire des industries, d’utiliser des terres, d’exploiter des ressources au sens large sans qu’à un certain moment, la coopération de plusieurs ne soit pas engagée. Pour Rawls, c’est donc la conception de Nozick qui individualise en rangeant sous le sceau de la propriété de soi d’un individu, individualise quelque chose qui est de facto et social et collectif. Les industries sont aussi le produit du travail et des ouvriers et pas seulement de l’entrepreneur. Dire que l’industrie n’appartient qu’au propriétaire ne faisant fi des travailleurs est un élargissement abusif de la propriété de soi. C’est pour cette raison que pour Rawls, cette dimension collective, les moyens de production et la production des richesses, sont ceux qui relèvent de la coopération sociale. C’est justement là-dessus que l’on doit appliquer selon Rawls une théorie de la justice comme équité afin de redistribuer de manière juste les ressources qui sont produites collectivement. C’est le grand désaccord avec Nozick qui part de l’idée qu’au fond, nous avons acheté un lopin de terre et deux cents ans après une industrie et implantée dessus, alors nous sommes le propriétaire de tout ce qui est produit par cette industrie. En payant les ouvriers, ils perdent le droit de demander quelque part de considérer ce qui relève de cette entreprise aussi de leur fait, s’ils n’étaient pas d’accord, ils n’avaient pas à accepter le contrat. À partir du moment où ce contrat a été établi de manière procéduralement correcte, alors il est bon. La vision de Nozick est très individualiste sur ce point.

Un dernier point à garder à l’esprit permettant des expériences de pensées qui sont intéressantes, est la question des limites à la propriété de soi comme la question de la vente d’organes, du suicide assisté ou encore celle du sacrifice de soi. Où met-on les limites ? La question qui se pose est quelque chose qui est extrêmement puissant de la position libertarienne qui est de nous obliger à nous dire qu’il y a tout un tas de choses qui semblent poser problème, mais est-ce qu’au fond il n’y en a pas d’autres qui semblent aller de soi, mais qui posent tout autant de problèmes. La fonction de la théorie politique est d’établir les distinctions. La raison est-elle philosophique où il y a des choses que l’on préfère à d’autres ? Les libertariens en ont peu faire, mais ce qui les intéresse est de savoir si une personne concernée a un droit de propriété sur son corps ou non. Les libertariens portent à se poser des questions menantes à déstabiliser un certain nombre de choses notamment sur la question du suicide par exemple.

Cette position n’est pas uniquement celle des libertariens. Tout un tas de libéraux et aussi rawlsiens partage ces conceptions concernant des positions plus ou moins larges à propos de la morale publique, les ingérences de la part de l’État qui dans la position rawlsienne se veut neutre par rapport à la conception du bien. C’est une critique qui est plus ou moins partagée, mais évidemment les libertariens vont encore plus loin. Si on part de l’idée qu’on ne peut pas traiter les gens comme des moyens, mais comme des fins, l’idée qui est qu’on ne peut pas faire du darwinisme pour augmenter la retraite d’un tel, cette problématique sort du radar. Mais si on commence à se poser la question plus générale de la qualité de vie ou de la propriété de soi, alors, à ce moment-là, ces questions deviennent importantes. Par exemple, le paradoxe du suicide assisté est qu’il faut paradoxalement décider de se suicider lorsqu’on va bien parce que lorsqu’on va mal, cela est déjà trop tard afin de donner un consentement informé et autonome. Le paradoxe dans la législation actuelle est qu’on demande aux gens de décider de se suicider à un moment où peut être ils n’en ont pas envie parce qu’ils se sentent bien. Lorsqu’ils ne vont pas bien, cela est déjà trop tard pour faire preuve de l’autonomie et du caractère rationnel que l’on demande aux gens afin d’éviter les meurtres.

L’égalité : un principe contesté

Les égalitaristes mettent davantage l’accent sur la notion d’égalité et ce sur quoi une redistribution devrait porter.

Pour Kymlicka, toute théorie de la justice a une base égalitaire. Il y a quelque chose qui relève de l’égalité qui est contenue dans toute théorie de la justice même dans les approches libertariennes. Par contre, il est clair, bien qu’il y ait un certain accord sur le fait que certaines formes d’égalités soient nécessaires à la justice, qu’il y ait un désaccord très grand sur ce qu’il faut égaliser, le « pourquoi » il faut l’égaliser, à savoir les raisons morales qui justifieraient des formes de redistribution, et sur le « comment » faisant l’objet de différentes considérations. Il est possible de s’accorder sur le caractère souhaitable ou pas d’un principe, mais il n’en demeure pas moins qu’on n’est pas du tout sûr qu’il n’y ait qu’une manière de le traduire.

Les trois niveaux sont l’objet de contestations et de désaccords parmi les philosophes politiques et les théories politiques. Il y a différentes manières d’imaginer un débat sur le « quoi », mais aussi sur le « pourquoi » avec la question de savoir quel est le principe normatif moral qui guide ce type de distribution et évidemment les modalités concrètes.

Un exemple intéressant est lorsqu’on parle d’égalité d’opportunité, c’est-à-dire que tout le monde s’accorde en quelque sorte à accepter une certaine forme d’égale opportunité : tout le monde devrait a priori avoir accès à un certain nombre de biens ou de positions en vertu de son égalité morale ou avec quelque chose. Par contre, les modalités concrètes afin de pouvoir penser cette égalité d’opportunité peuvent être très différentes et évidemment se justifient aussi de manière différente. La conception minimale serait que tout le monde peut devenir étudiant à l’université de Genève quelque soit sa couleur de peau, son sexe ou encore son genre. Il ne faut pas qu’il y ait un frein arbitraire à l’entrée qui ferait que les blancs peuvent devenir étudiant à l’université de Genève. Il y a aussi une conception un peu plus riche de cette égalité d’opportunité qui se rapproche de celle de Rawls en partie, à savoir cette conception minimale, si elle ne considère pas davantage les inégalités sociales, le fait que les compétences ont aussi un coût social ou sont le produit de phénomènes sociaux, le simple fait de dire que tout le monde peut accéder à l’université de Genève impliquera inéluctablement le fait que, par exemple, les étudiants qui viennent de familles aisées en termes de capital économique et social, auront statistiquement beaucoup plus de chances d’arriver à l’université que les individus qui viennent des catégories populaires. Pour certains, si on veut véritablement garantir et défendre des égalités d’opportunité, il faudrait contrôler un minimum que les situations sociales ne prétéritent pas complètement la possibilité à que tout le monde ait une chance équitable. Dans le cas de l’affirmative action aux États-Unis, il a été décidé de baisser les scores aux examens d’entrée pour permettre aux membres de certaines minorités d’avoir plus de chance de réussir. L’idée étant que lorsqu’on vient d’un lycée de banlieue où le taux de succès est très bas, ces ressources seront enlevées aux élèves afin qu’ils puissent développer leur préparation intellectuelle. Il s’agit de faire une hiérarchie différente afin de donner une chance équitable. C’est un peu la conception qui tourne un peu derrière certaines théories de la justice surtout un peu libérale, neutraliste et égalitariste. Il y a aussi une autre conception d’égalité d’opportunité plus radicale encore qui dirait qu’une véritable égalité d’opportunité ne sera réalisée que quand il y aura une égalité de résultat ce qui peut impliquer pour certain une égalité de ressources et on laisse la compétition se faire. Autrement dit, tout le monde est sur la même ligne de départ, ce qui implique toute une gamme d’interventions de la part de l’État afin que tout le monde puisse être sur la ligne de départ.

Derrière ces trois conceptions, il y a déjà un énorme débat philosophique et politique, car, par exemple, mettre en œuvre la première conception est beaucoup plus simple et moins cher que mettre en œuvre la troisième conception en termes de redistribution. Pour la première conception, une loi suffit, on stipule une loi.

Un autre exemple est celui sur pourquoi l’égalité peut être importante. Van Parijs a tout un argument philosophique très sophistiqué. Pour lui, si on veut véritablement donner un sens au principe de liberté, si on veut véritablement faire en sorte que les gens soient libres, il est nécessaire d’égaliser un certain nombre de conditions. En d’autres termes, certaines formes d’égalités sont nécessaires à la liberté.

Van Parijs propose ce qu’on appelle ou le revenu minimum ou l’allocation universelle. Concrètement, il propose de verser un revenu de citoyenneté qui serait inconditionnel, qui ne dépendrait pas ni de cotisations, ni de notre situation sociale, qui serait donné à tout le monde en tant que membre citoyen de la communauté indépendamment d’être riche ou pauvre, indépendamment de savoir si on vie seule, en couple ou en polygamie, peu importe, chacun compte pour un. L’intuition est que pour Van Parijs, parmi les différents arguments, Rawls, dont il souhaite et salut l’effort en termes de penser la justice, donne trop de place au travail. Cette obligation de travailler, pour Van Parijs, serait une manière par laquelle l’État impose une conception du bien. D’un point de vue libertarien de gauche, cela va contre la neutralité de l’État, c’est une manière d’imposer une conception du bien qui reviendrait à dire qu’il est éthiquement préférable de travailler que de ne pas travailler. Van Parijs développe l’argumentation sur le fait qu’il n’y a aucune raison que quelqu’un qui décide d’aller à Malibu et faire du surf toute l’année n’ait pas la possibilité de ne pas le faire parce que s’il ne le fait pas et que c’est sa conception du bien, cela voudrait dire que cette personne n’est pas libre. Il tente de penser à une alternative qui permettrait aux gens d’avoir des moyens de subsistance qui ne sont pas énormes en termes de montant, mais qui leur permettrait d’avoir une liberté réelle, à savoir, entre autres, le fait de choisir s’il veut travailler ou pas. Le fait de dire à quelqu’un qu’il doit travailler est déjà le fait, d’une manière, de nier la pluralité des conceptions du bien.

Ce qu’il met en exergue est qu’il faut des formes d’égalité minimum comme par exemple avoir des ressources pour vivre pour qu’on puisse être libre. Cette liberté a un coût. Si on n’égalise pas en partie ces conditions de départ, on ne pourra pas être libre. Une initiative qui sera proposée à la votation en 2016 a recueilli suffisamment de signatures afin d’imposer un revenu de base au niveau suisse. Le niveau philosophique assez abstrait de Van Parijs a des retombées politiques. L’idée est de standardiser et de réduire partiellement les inégalités de classes.

Deux théories de l’égalité se posent en critique de l’approche de Rawls. Il y a la théorie de l’égalité des ressources de Ronald Dworkin et la théorie des capabilités d’Amartya Sen. Dans les deux cas, ces auteurs essaient de penser ce qu’il faut égaliser, le pourquoi, mais en essayant de se positionner par rapport à Rawls qu’ils considèrent comme étant insatisfaisant.

Anexos

Referencias

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