Introducción al comportamiento político

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El estudio del comportamiento político va mucho más allá de la observación de las acciones manifiestas. También implica examinar las actitudes, creencias, valores y opiniones políticas. Estos aspectos más subjetivos y a veces menos visibles del comportamiento político son tan importantes como los comportamientos políticos más manifiestos, como votar o participar en manifestaciones.

El término "comportamiento político" puede parecer restrictivo, ya que evoca acciones observables y concretas. Sin embargo, en el ámbito de la ciencia política, este término se utiliza generalmente para designar un campo de estudio mucho más amplio, que incluye no sólo las acciones, sino también los pensamientos, actitudes, creencias, opiniones y valores vinculados a la política. De hecho, estos elementos más abstractos son cruciales para comprender la política y el funcionamiento de las sociedades. Por ejemplo, los valores políticos de un individuo, aunque no siempre se traduzcan en acciones concretas, pueden influir en su percepción de las políticas, los partidos y los candidatos, y orientar sus futuras decisiones políticas. Del mismo modo, las opiniones y creencias políticas de una persona, aunque no se expresen en acciones, pueden tener un impacto significativo en su alineamiento político y en su apoyo a distintas causas.

Campos de estudio del comportamiento político: una visión general[modifier | modifier le wikicode]

El comportamiento político puede clasificarse a grandes rasgos en dos categorías: comportamiento político convencional y comportamiento político no convencional. Ambos tipos de comportamiento se caracterizan por diferentes formas de participación política.

Comportamiento político convencional[modifier | modifier le wikicode]

El comportamiento político convencional, también conocido como comportamiento electoral, se centra principalmente en las acciones y decisiones de los votantes durante las elecciones. Hay dos aspectos principales en este campo de estudio: la participación electoral y las opciones de voto.

  • Participación electoral: Se trata de examinar quién decide participar en las elecciones y quién decide abstenerse, así como los motivos de estas elecciones. Los factores que pueden influir en la participación electoral incluyen la edad, el nivel educativo, el estatus socioeconómico, el compromiso cívico, el sentido de eficacia política, el interés por la política y muchos otros. Los factores institucionales, como la facilidad para votar y el tipo de sistema electoral, también pueden influir.
  • Elección del voto: Este ámbito explora a quién o a qué vota la gente. En ello pueden influir factores como la ideología política, la pertenencia a un grupo, la evaluación del gobierno o de los candidatos en ejercicio, cuestiones políticas específicas y la percepción de la competencia de los candidatos, entre otros.

Combinando estos dos aspectos -quién vota y cómo vota-, los investigadores pueden obtener una imagen más completa del comportamiento electoral. Esta información puede utilizarse para comprender las tendencias electorales, predecir los resultados de las elecciones y fundamentar los esfuerzos para aumentar la participación electoral y el compromiso cívico.

El estudio del comportamiento electoral, que es una faceta importante del comportamiento político, se centra principalmente en estas tres cuestiones fundamentales: quién vota, cómo vota y por qué vota de la forma en que lo hace.

  • Quién vota: Se trata de examinar las características de los votantes, como la edad, el sexo, el nivel de educación, la clase socioeconómica, la raza o el origen étnico y otros factores demográficos. También puede implicar el examen de factores institucionales que pueden influir en la participación, como las leyes de registro de votantes, el tipo de encuesta, etc.
  • Cómo votan: se trata de ver a quién o qué votan las personas. Por ejemplo, ¿votan a un partido político concreto, a un candidato específico o en función de un tema concreto?
  • Por qué votan como lo hacen: en esta fase los investigadores intentan explicar las motivaciones que subyacen a las decisiones de voto de la gente. Esto puede incluir el examen de actitudes y creencias políticas, afiliaciones a partidos, percepciones de candidatos y temas, condiciones económicas y otros factores.

El estudio de estas tres cuestiones puede ayudar a comprender no sólo los resultados de unas elecciones concretas, sino también las tendencias electorales más generales, el funcionamiento de la democracia y cómo diversos factores pueden influir en el proceso electoral. Como su nombre indica, el comportamiento electoral se refiere a las elecciones, por lo que estudiamos el comportamiento en las elecciones, quién vota, a qué partido y a qué candidato.

Suiza es un país único en el sentido de que cuenta con un sistema de democracia directa, en el que los ciudadanos tienen el poder de votar no sólo a los representantes políticos, sino también políticas públicas específicas, propuestas legislativas y reformas políticas. Esto añade otra dimensión al estudio del comportamiento electoral. Aunque las elecciones representativas (es decir, el voto a candidatos o partidos políticos) son el tipo de votación más comúnmente estudiado en términos de comportamiento electoral, el análisis de la democracia directa, como las votaciones populares en Suiza, puede proporcionar perspectivas únicas y valiosas. Aplicando los métodos de estudio del comportamiento electoral a las votaciones populares, los investigadores pueden obtener información valiosa sobre el modo en que los ciudadanos interactúan con cuestiones políticas específicas y directas, lo que proporciona una imagen más completa del panorama político suizo y de la democracia directa en acción.

Comportamiento político no convencional[modifier | modifier le wikicode]

El estudio del comportamiento político no convencional se centra en los tipos de compromiso político que tienen lugar fuera de los canales tradicionales, como el voto o el activismo partidista. Dos ejemplos importantes son la política de protesta y los nuevos movimientos sociales.

La acción colectiva es un aspecto importante del comportamiento político no convencional. Abarca cualquier forma de actividad en la que los individuos se unen para lograr un objetivo común, a menudo relacionado con la defensa de intereses compartidos o la promoción de un cambio social o político. La acción colectiva puede adoptar muchas formas, desde manifestaciones públicas hasta huelgas y campañas de concienciación en Internet. Puede implicar a una organización formal, como un sindicato o un grupo de defensa, o puede ser una movilización más espontánea de los ciudadanos en torno a una cuestión o causa específica. El estudio de la acción colectiva como componente del comportamiento político trata de entender cómo y por qué se producen estas formas de movilización. Examina cuestiones como: ¿Qué motiva a los individuos a participar en la acción colectiva? ¿Cómo se forman los grupos de acción colectiva y cómo funcionan? ¿Qué factores contribuyen al éxito o al fracaso de la acción colectiva?

La política de protesta es un subconjunto específico de la acción colectiva que se centra en desafiar el orden existente y promover el cambio. Representa una forma de compromiso político que va más allá del sistema político convencional y busca ejercer presión sobre las estructuras de poder para provocar el cambio. La política de protesta suele implicar la movilización de grupos en torno a una demanda o conjunto de demandas específicas. Estas demandas suelen presentarse a los líderes políticos, como el gobierno, el parlamento u otros responsables de la toma de decisiones, con el objetivo de atraer su atención e influir en su actuación.

La política de protesta es un concepto muy amplio que abarca multitud de formas de acción colectiva. Los grupos que participan en la política de protesta a menudo intentan provocar cambios utilizando tácticas que van más allá de las vías tradicionales de participación política. Éstas son algunas de las formas que puede adoptar la política de protesta:

  • Movimientos sociales: son grupos organizados de personas que se unen en torno a un interés o causa común. Los movimientos sociales pueden tener objetivos muy diversos, desde los derechos humanos a la protección del medio ambiente, y pueden utilizar diversas tácticas para alcanzarlos.
  • Revueltas y revoluciones: Estas formas de acción colectiva suelen ser más radicales y pueden implicar intentos directos de derrocar a un gobierno o sistema político. Pueden ser violentas o no violentas, y pueden contar con un amplio apoyo público o limitarse a un pequeño grupo de activistas.
  • Guerras civiles: En algunos casos, la protesta política puede degenerar en un conflicto armado a gran escala. Las guerras civiles suelen ser el resultado de desacuerdos profundos e insolubles sobre el poder político, la identidad nacional, los derechos humanos u otras cuestiones clave.
  • Terrorismo: Se trata de una forma extrema de protesta política que utiliza la violencia para crear un clima de miedo y lograr objetivos políticos. Es importante señalar que la comunidad internacional suele considerar el terrorismo ilegal e inmoral.
  • Activismo comunitario: se trata de una forma de movilización política centrada en cuestiones específicas de una comunidad concreta. Los activistas comunitarios suelen trabajar para resolver problemas locales organizando a los ciudadanos, influyendo en las políticas públicas y prestando servicios directos. Este activismo puede abarcar una gran variedad de cuestiones, como la vivienda, la educación, la sanidad y el medio ambiente, entre otras.
  • Organización de base: esta forma de compromiso político se centra en movilizar a los ciudadanos de a pie para que participen más activamente en la vida política. Puede incluir actividades como el sondeo puerta a puerta, campañas telefónicas, recaudación de fondos y formación política. La idea es reforzar la participación política de base y animar a más gente a implicarse en el proceso político.
  • Creación de medios de comunicación alternativos: En un mundo cada vez más dominado por las grandes empresas mediáticas, la creación de medios de comunicación alternativos ofrece a los grupos marginados la posibilidad de hacer oír su voz. Esto puede implicar la creación de periódicos, emisoras de radio, canales de televisión, sitios web, podcasts u otras formas de medios de comunicación que ofrezcan perspectivas e información diferentes a las proporcionadas por los medios dominantes. Los medios alternativos pueden desempeñar un papel crucial a la hora de difundir información, movilizar apoyos y cuestionar el discurso dominante.
  • Huelgas: Una huelga es una acción colectiva en la que un grupo de trabajadores deja de trabajar para expresar su descontento y presionar por el cambio. Las huelgas pueden utilizarse para exigir aumentos salariales, mejores condiciones laborales, el reconocimiento de los sindicatos u otras reivindicaciones relacionadas con el trabajo. Pueden ser especialmente eficaces porque interrumpen directamente la producción o la prestación de servicios, ejerciendo presión económica sobre los empresarios. Las huelgas también pueden estar lideradas por estudiantes, como hemos visto con las recientes huelgas climáticas protagonizadas por jóvenes de todo el mundo.

Cada una de estas formas de protesta política tiene su propia dinámica, retos y consecuencias potenciales. Estudiar estos distintos tipos de acción puede ayudar a investigadores, responsables políticos y ciudadanos a comprender mejor cómo se desarrollan los movimientos sociales y los conflictos políticos y cómo pueden resolverse.

Los "nuevos movimientos sociales" representan un punto de inflexión crucial en la forma en que los ciudadanos participan en acciones de protesta. Estos movimientos difieren significativamente de los movimientos sociales tradicionales, como los sindicatos, en cuanto a sus temas, estructuras organizativas y técnicas de movilización. En primer lugar, en términos de temas y objetivos, estos nuevos movimientos sociales tienen un alcance más amplio y a menudo se centran en cuestiones sociales, culturales y políticas. Por ejemplo, el movimiento ecologista lucha por proteger el medio ambiente y combatir el cambio climático. El movimiento por los derechos LGBTQ+, por su parte, se dedica a promover la igualdad de derechos y la aceptación social. En segundo lugar, estos movimientos suelen tener estructuras organizativas menos formales y más descentralizadas que los movimientos sociales tradicionales. Pueden carecer de un liderazgo claramente definido o de estructuras organizativas formales. Esta descentralización puede permitirles adaptarse con mayor rapidez y creatividad a condiciones y retos cambiantes. Por último, las técnicas de movilización de estos nuevos movimientos sociales se han transformado con la llegada de las redes sociales y otras tecnologías digitales. Tienen la capacidad de movilizar a sus seguidores a una escala más amplia y eficaz que nunca. Las campañas en línea, las manifestaciones virtuales y otras formas de movilización digital son ahora herramientas habituales.

La movilización dentro de estos nuevos movimientos sociales se caracteriza por el uso de formas de acción poco convencionales. Estas acciones van más allá de los canales institucionales habituales, como votar o recoger firmas para referendos o iniciativas. Pretenden atraer la atención pública, generar debate y ejercer presión para lograr un cambio político.

  • Manifestaciones: Las manifestaciones son una forma habitual de acción política no convencional. Los ciudadanos se reúnen en público para expresar su apoyo u oposición a una determinada política. Estos actos suelen ser muy visibles y pueden atraer la atención de los medios de comunicación, lo que ayuda a concienciar a la opinión pública y a presionar a los políticos.
  • Boicots: Los boicots son otra forma de acción política no convencional. Consisten en negarse a comprar productos o servicios para protestar contra las acciones de una empresa o un gobierno. Los boicots pueden ser una forma eficaz de ejercer presión económica y de impulsar un cambio de comportamiento o de política.
  • Sentadas: Una sentada es una forma no violenta de protesta en la que los individuos ocupan un espacio para expresar su oposición a una determinada política o práctica. Al negarse a moverse, los participantes en las sentadas llaman la atención sobre su causa y pueden perturbar el funcionamiento normal de un lugar, ya sea una oficina gubernamental, un restaurante, una universidad, etc. Las sentadas fueron una importante herramienta de protesta durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de 1960 y siguen siendo utilizadas por diversos movimientos sociales en la actualidad.

Estas formas no convencionales de acción desempeñan un papel crucial en la democracia moderna. Permiten a los ciudadanos expresarse y movilizarse fuera de las estructuras institucionales tradicionales, proporcionando vías adicionales para influir en el curso de la política y el cambio social.

El comportamiento político convencional encarna la participación ciudadana a través de canales institucionales. Esto incluye participar en elecciones, firmar peticiones o recoger firmas para lanzar iniciativas o referendos. Estas acciones son la expresión tradicional de la implicación política. Implican a los mecanismos oficiales que el sistema político ha puesto en marcha para permitir a los ciudadanos expresar sus opiniones y participar en la toma de decisiones. Sin embargo, no todos los ciudadanos se limitan a estas formas de expresión política. Para algunos, estos canales institucionales pueden parecer insuficientes para expresar plenamente sus demandas o alcanzar sus objetivos políticos. Aquí es donde entra en juego el comportamiento político no convencional. El comportamiento político no convencional se produce cuando los ciudadanos van más allá de los marcos institucionales tradicionales para hacer oír su voz. Manifestaciones, huelgas, ocupaciones y boicots entran en esta categoría. Estas tácticas suelen emplearse cuando los ciudadanos sienten la necesidad de poner de relieve cuestiones sin resolver, estimular el debate y ejercer una presión más directa para lograr un cambio político. Ambos tipos de comportamiento desempeñan papeles cruciales en una sociedad democrática. Las acciones convencionales permiten el buen funcionamiento de las instituciones democráticas. Al mismo tiempo, las acciones no convencionales pueden poner de relieve cuestiones más profundas, estimular el debate y catalizar el cambio político.

Preguntas frecuentes en el estudio del comportamiento político[modifier | modifier le wikicode]

El estudio del comportamiento político, ya sea en Suiza o en el extranjero, puede centrarse en varias cuestiones clave.

  • El efecto de la edad en la participación política: Varios estudios han demostrado que la edad tiene un efecto significativo en la participación política. Este efecto se debe no sólo al envejecimiento, sino también a la trayectoria vital del individuo y a su pertenencia a una determinada generación. Se plantea entonces la siguiente pregunta: ¿cómo influyen estos factores en el comportamiento electoral? ¿Qué hace que algunas personas mayores voten más o menos que otras? Son preguntas clave para entender cómo influyen la edad y el curso de la vida en la participación política.
  • Participación en movimientos sociales: Otra cuestión crucial en el estudio del comportamiento político se refiere a la participación en movimientos sociales. ¿Por qué algunas personas deciden implicarse en estos movimientos y otras no? ¿Hay individuos más inclinados a la acción colectiva que otros? Y si es así, ¿cuáles son los rasgos o factores individuales que predisponen a determinados individuos a implicarse en la acción colectiva y los movimientos sociales?
  • Determinantes individuales del comportamiento electoral: Para comprender las pautas de voto y las variaciones de unas elecciones a otras, los investigadores estudian los determinantes individuales del comportamiento electoral. Esto incluye factores como la edad, la clase social, la educación, el sexo, la religión, el origen étnico y los valores políticos. El objetivo es identificar regularidades y pautas en el comportamiento electoral. Por ejemplo, ¿qué características personales hacen que un individuo tenga más probabilidades de votar a un partido conservador que a uno progresista? La comprensión de estos determinantes individuales puede ayudar a predecir los resultados electorales y orientar los esfuerzos de movilización de los votantes.
  • El auge de los partidos populistas de derechas en Europa: Otra cuestión clave en el estudio del comportamiento político es el auge de los partidos populistas de derechas en Europa. Estos partidos, como la Unión Democrática del Centro (UDC) en Suiza, han ganado terreno en muchos países. ¿Qué factores explican este ascenso? ¿Son las causas las mismas en los distintos países o cada país tiene su propia dinámica? Los investigadores buscan patrones que puedan ayudarnos a comprender esta tendencia política y anticipar su evolución futura.
  • La influencia de la participación en asociaciones en la integración de los extranjeros: La participación en asociaciones suele considerarse un factor que favorece la integración social y política de los extranjeros. Investigadores como Marco Giugni y Matteo Gianni intentan verificar esta hipótesis estudiando el efecto de la participación asociativa en el nivel y el tipo de integración de los extranjeros que viven en Suiza. Intentan determinar si la integración asociativa puede constituir un modelo eficaz de integración para estas poblaciones.
  • El impacto de los modelos de ciudadanía en la movilización de los inmigrantes: Los modelos de ciudadanía varían mucho de un país a otro. Algunos países favorecen el jus soli (la nacionalidad se determina por el lugar de nacimiento), mientras que otros se basan en el jus sanguinis (la nacionalidad se determina por la de los padres). Además, algunos países tienen políticas de integración más liberales que otros. ¿Pueden estas variaciones influir en el nivel de movilización política de los inmigrantes? Esta cuestión es objeto de investigaciones internacionales destinadas a evaluar el efecto de los distintos modelos de ciudadanía en la participación política de los inmigrantes.
  • La influencia de las campañas electorales y de los medios de comunicación en la formación de opiniones antes de una elección o votación: Se trata de una perspectiva dinámica centrada en cómo los votantes forman sus opiniones antes de una votación o elección. El papel de las campañas electorales y los medios de comunicación en este proceso es crucial. Algunas personas pueden tener una opinión preconcebida y saber desde el principio a quién o qué van a votar, de modo que la campaña electoral influye poco en su decisión final. En este caso, las campañas electorales actuarían principalmente como confirmaciones de las creencias existentes. Sin embargo, en otros casos, las campañas pueden desempeñar un papel considerable en la formación de la opinión. Por ejemplo, pueden informar a los votantes sobre cuestiones que desconocían, pueden destacar aspectos concretos de la personalidad de los candidatos o pueden cambiar la percepción de los votantes sobre cuestiones clave. En este contexto, los medios de comunicación también desempeñan un papel crucial. A través de su cobertura de las campañas, pueden influir en la agenda pública y, en consecuencia, en las cuestiones que los votantes consideran importantes. Además, a través de la forma en que presentan a los candidatos y las cuestiones, también pueden influir en las percepciones de los votantes. En general, el estudio de la influencia de las campañas electorales y de los medios de comunicación en la formación de opinión es un área compleja y multidimensional del comportamiento político.

Dejaremos de lado el comportamiento político no convencional y nos centraremos en el comportamiento político convencional.

Tres modelos dominantes para explicar el comportamiento electoral[modifier | modifier le wikicode]

Existen tres teorías tradicionales principales en el estudio del comportamiento electoral, que surgieron a principios del siglo XX o durante su primera mitad. Por tanto, estas teorías existen desde hace más de medio siglo, lo que justifica su clasificación como "clásicas" en el campo de la explicación del voto. Dicho esto, con el tiempo han surgido modelos más recientes para explicar el comportamiento electoral. No obstante, es crucial empezar por comprender estas teorías clásicas, ya que siguen siendo referencias importantes para entender el voto.

El campo del comportamiento político es relativamente reciente, y su nacimiento está íntimamente ligado a la disponibilidad de datos. Las encuestas de opinión, que aparecieron entre los años 1920 y 1940, permitieron un enfoque más individualizado del estudio del comportamiento político. Antes de esto, el estudio se basaba principalmente en datos agregados, como los resultados de las elecciones o los votos por cantón o municipio. Por lo tanto, se examinó la distribución de los resultados a nivel comunal o cantonal. La ausencia de datos de encuestas durante un largo período limitó la posibilidad de estudiar el comportamiento político a nivel individual, es decir, examinar a cada individuo por separado. Esta situación explica por qué el campo de estudio del comportamiento político, tal como lo conocemos hoy, surgió relativamente tarde, principalmente a partir de los años 1945 y 1950.

El modelo socioestructural[modifier | modifier le wikicode]

Paul Lazarsfeld.

La primera gran escuela de explicación del voto se conoce comúnmente como la Escuela de Columbia. Toma su nombre de la Universidad de Columbia, donde varios investigadores, entre ellos el famoso Paul Lazarsfeld, desarrollaron este enfoque.

La Escuela de Columbia es conocida por su teoría de la influencia sociológica en el comportamiento electoral, que se desarrolló en las décadas de 1940 y 1950. Paul Lazarsfeld y sus colegas estudiaron el modo en que las relaciones sociales y la pertenencia a grupos sociales pueden influir en la elección del voto de un individuo. Desde su punto de vista, el voto no es una decisión aislada tomada por un individuo independiente, sino que está fuertemente influenciado por la pertenencia a grupos como la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y las comunidades religiosas. En otras palabras, las personas se ven a menudo influidas por las opiniones políticas y el comportamiento electoral de quienes les rodean. Uno de los estudios más famosos realizados por la Columbia School es "The People's Choice", que analizaba el comportamiento electoral en las elecciones presidenciales estadounidenses de 1940. Este estudio concluyó que las personas eran más propensas a dejarse influir por los "líderes de opinión" de sus respectivos grupos sociales, y que estos líderes desempeñaban un papel clave en la formación de la opinión pública.

Paul Lazarsfeld y sus colegas de la Columbia School realizaron un estudio notable e innovador sobre el comportamiento electoral, que se centró en un condado concreto del estado de Ohio. Aunque su muestra geográfica era limitada, el enfoque metodológico de Lazarsfeld era extremadamente detallado y riguroso. El estudio utilizó un método de encuesta longitudinal, también conocido como encuesta de panel, en el que se entrevistó repetidamente a las mismas personas a lo largo de un periodo de tiempo. En concreto, Lazarsfeld realizó seis oleadas de encuestas, lo que permitió observar cómo cambiaban las opiniones y el comportamiento electoral de la gente con el paso del tiempo.

Este enfoque ofreció valiosas perspectivas sobre la dinámica del comportamiento electoral que no podrían haberse captado con una encuesta única. En efecto, la posibilidad de seguir a los mismos individuos a lo largo del tiempo permitió observar los cambios de opinión y los factores que influyen en ellos. Además, el estudio longitudinal permitió distinguir los cambios a lo largo del tiempo (efectos de periodo) de las diferencias entre individuos (efectos de cohorte) y de los cambios que se producen a medida que las personas envejecen (efectos de edad). A pesar de las limitaciones geográficas del estudio, los trabajos de Lazarsfeld sentaron las bases de la investigación posterior sobre el comportamiento electoral, y el método de encuestas de panel se ha convertido en una técnica habitual en las ciencias sociales.

El estudio de Lazarsfeld sobre las elecciones presidenciales estadounidenses de 1940 fue revolucionario en muchos sentidos. No estaba tan interesado en predecir el resultado de las elecciones, como suele ocurrir con los sondeos de opinión modernos, sino más bien en comprender las motivaciones que llevaron a los votantes a elegir un partido en lugar de otro. Desde esta perspectiva, Lazarsfeld no pretendía predecir el resultado de las elecciones, sino explicar a posteriori por qué algunos votantes votaron al partido republicano y otros al demócrata. Su principal objetivo era, por tanto, explorar y comprender los factores que influyen en la elección de los votantes. Esto representó un enfoque innovador y más matizado del estudio del comportamiento electoral. En lugar de tratar simplemente de predecir el resultado basándose en datos demográficos o socioeconómicos, Lazarsfeld quería comprender los factores subyacentes y más profundos que motivan la elección de voto de un individuo. Este enfoque sigue utilizándose hoy en día en el campo de la ciencia política.

En resumen, los resultados del estudio de Lazarsfeld dieron lugar al modelo socioestructural, también conocido como modelo de Columbia. Como su nombre indica, este modelo destaca la considerable influencia de los factores socioestructurales en el comportamiento electoral. Una de las conclusiones fundamentales del estudio es que "el pensamiento político de una persona es un reflejo de su condición social. Las características sociales determinan las preferencias políticas". Este modelo de explicación del voto tiene un profundo carácter determinista, que podría resumirse en la idea de que "dime quién eres socialmente y te diré cómo votas". Según este planteamiento, los individuos tienen una idea muy clara de su opción de voto mucho antes del día de las elecciones. Es más, se considera que esta elección es muy estable a lo largo del tiempo, porque la integración social del individuo permanece relativamente constante. Así pues, la estabilidad del voto se debe a la estabilidad de la integración social del individuo.

En el modelo de Columbia, los factores que determinan el voto son principalmente las características sociodemográficas o socioestructurales. Estas características incluyen el estatus socioeconómico, que se refleja en el nivel de educación, los ingresos y la clase social del individuo. La religión y el lugar de residencia también se consideran factores clave para determinar el comportamiento electoral en este modelo. Así, según el modelo de Columbia, cada elemento socioestructural desempeña un papel específico en el comportamiento electoral.

  • Estatus socioeconómico: El nivel educativo, los ingresos y la clase social influyen significativamente en el comportamiento electoral. Por ejemplo, las personas con un nivel educativo más alto suelen ser más proclives a participar en las elecciones y a comprometerse políticamente. Del mismo modo, algunas investigaciones sugieren que las personas de clases socioeconómicas más altas son más propensas a votar a partidos políticos conservadores o de derechas, mientras que las personas de clases socioeconómicas más bajas tienden a votar a partidos de izquierdas o progresistas.
  • Religión: La religión también puede tener una influencia significativa en el comportamiento electoral. Las creencias religiosas pueden conformar los valores y actitudes políticas de una persona, lo que a su vez puede influir en su elección de partido o candidato. Por ejemplo, en Estados Unidos, los votantes cristianos evangélicos son más propensos a votar al partido republicano, mientras que los votantes judíos suelen apoyar más al partido demócrata.
  • Lugar de residencia: El lugar de residencia también puede influir en el comportamiento electoral. Las personas que viven en zonas urbanas tienden a tener opiniones políticas más liberales o progresistas, mientras que las que viven en zonas rurales tienden a ser más conservadoras. Esto puede estar relacionado con diversos factores, como las diferencias en la economía local, los niveles de educación y la diversidad demográfica.

En este modelo de Columbia, el voto de una persona está fuertemente influido por las características socioestructurales del grupo al que pertenece. Así, si conocemos estas características -como el estatus socioeconómico, la religión y el lugar de residencia- y si estos factores son complementarios, podemos predecir con bastante exactitud la opción de voto de una persona. En otras palabras, el voto está muy predeterminado, existe una predisposición sustancial a votar en función de las características del grupo al que pertenece un individuo. Es lo que se conoce como preestructuración del voto. Las decisiones de voto están fuertemente arraigadas en la identidad social y económica del individuo, moldeada por las características del grupo al que pertenece.

Este modelo de explicación del voto está estrechamente relacionado con la literatura sobre los clivajes sociales. La idea aquí es que si una división social es muy marcada y los individuos se identifican fuertemente con uno u otro lado de esa división, entonces el conocimiento de las características individuales de esa persona en esa dimensión específica puede proporcionar una pista significativa sobre su comportamiento de voto. Por ejemplo, si un individuo se identifica fuertemente con una división religiosa que enfrenta a católicos y protestantes, conocer esta afiliación religiosa puede proporcionar una predicción relativamente precisa de cómo votará esa persona.

En Suiza, las afiliaciones religiosas han desempeñado históricamente un papel importante en la definición del comportamiento electoral. En los cantones católicos, existía una clara dicotomía entre quienes practicaban asiduamente su religión y quienes eran más laicos. Aunque la mayoría de los habitantes de estos cantones se consideraban católicos, la diferencia en la práctica religiosa se traducía a menudo en opciones de voto distintas. Los observantes de la religión tendían a apoyar al Partido Demócrata Cristiano (PDC), mientras que los laicos tendían a votar al Partido Liberal Radical. Por supuesto, no se trataba de una regla absoluta, sino de una tendencia general. En los cantones no católicos, la división era diferente, entre católicos y protestantes. Los católicos tendían a apoyar al CVP, mientras que los protestantes se inclinaban más por el Partido Radical o el Partido Socialista, y más recientemente por la Unión Democrática del Centro (UDC).

El modelo psicosociológico[modifier | modifier le wikicode]

La segunda gran escuela de explicación del voto, también conocida como el modelo de Michigan, fue desarrollada por la Universidad de Michigan, que realizó las primeras encuestas de opinión a escala nacional en Estados Unidos. El modelo surgió de una investigación en profundidad sobre el comportamiento electoral de los estadounidenses, que aportó nuevos conocimientos sobre la forma en que los individuos toman sus decisiones electorales. A diferencia de Lazarsfeld, que basó su investigación en un único condado de Ohio, la Universidad de Michigan amplió su campo de estudio realizando las primeras encuestas científicas de opinión sobre las elecciones presidenciales a escala nacional. Estos esfuerzos condujeron a la creación del Proyecto de Estudios Electorales Estadounidenses, que sigue supervisando la Universidad de Michigan hasta el día de hoy. Este proyecto ha recopilado valiosos datos sobre las tendencias electorales en todo el país, proporcionando una visión mucho más amplia de la dinámica electoral en Estados Unidos.

La escuela de Michigan considera que la identificación partidista, que es el sentimiento de un individuo de estar próximo o alineado con un determinado partido político, es el factor determinante del comportamiento electoral. Este enfoque difiere notablemente del de la escuela de Columbia, que se centra en los factores sociodemográficos. Según la escuela de Michigan, es más importante comprender las orientaciones psicosociológicas individuales de cada votante que centrarse en el grupo social o demográfico al que pertenece. La identificación partidista representa un vínculo psicológico entre el votante y el partido político. Puede ser una identificación fuerte, en la que el votante se siente profundamente alineado con un partido concreto, o una identificación más débil, en la que el votante se siente generalmente de acuerdo con un partido pero está abierto a otras opciones. En esta identificación influyen diversos factores, como las creencias y valores personales del votante, sus experiencias pasadas, su entorno social y su percepción de los partidos políticos.

La identificación partidista, según la escuela de Michigan, se entiende como un apego afectivo a un partido político. Este apego no se basa necesariamente en políticas o posiciones ideológicas concretas, sino más bien en un sentimiento de pertenencia y alineamiento con la imagen y los valores generales que representa el partido. Esto significa que la identificación partidista puede ser resistente, aunque un individuo no esté de acuerdo con todas las posiciones políticas o candidatos del partido. Este sentimiento de pertenencia puede verse influido por diversos factores, como la socialización política (por ejemplo, si los padres se identifican fuertemente con un partido, es posible que los hijos también lo hagan), la pertenencia a grupos sociales o demográficos específicos alineados con el partido, o las percepciones y experiencias personales del individuo. Además, esta identificación partidista puede desempeñar un papel clave en el proceso de toma de decisiones durante unas elecciones. Los votantes pueden utilizar su identificación partidista como un "atajo" para evaluar a los candidatos y las cuestiones, confiando en su afiliación partidista para guiarse a la hora de votar. Esto también puede conducir a una mayor estabilidad en el comportamiento electoral, ya que es probable que los individuos voten al mismo partido en diferentes elecciones.

Según la Escuela de Michigan, la identificación partidista está fuertemente influida por la socialización política familiar. En otras palabras, las preferencias políticas de los padres pueden transmitirse a los hijos, lo que puede dar lugar a una identificación partidista temprana que se mantiene relativamente estable a lo largo de la vida. La socialización política dentro de la familia puede incluir conversaciones políticas, participación en elecciones familiares o simplemente exposición a las opiniones políticas de los padres. Estas experiencias pueden llevar a los niños a identificarse con un partido político concreto y a adoptar valores y creencias políticas similares a los de sus padres. Sin embargo, es importante señalar que, aunque la identificación partidista suele ser estable, no es inmutable. Los individuos pueden cambiar su identificación partidista en respuesta a cambios importantes en la política o en su vida personal, aunque estos cambios suelen ser menos frecuentes que la estabilidad. Además, factores como la educación, la experiencia laboral y la participación en grupos sociales ajenos a la familia también pueden influir en la identificación partidista.

El modelo de Michigan hace gran hincapié en la estabilidad de las preferencias políticas, sobre todo a través de la identificación partidista. Se supone que este vínculo fuerte y a menudo duradero con un partido político concreto influye en el comportamiento de voto a lo largo de toda la vida de un individuo. Según este modelo, una vez que una persona se ha identificado con un partido político, esta identificación tiende a influir no sólo en a quién vota, sino también en cómo interpreta la información política y cómo percibe a los candidatos y las cuestiones políticas. Por ejemplo, una persona que se identifica fuertemente con un partido político puede ser más propensa a dar crédito a las posiciones de ese partido y de sus candidatos, incluso cuando se enfrenta a información contradictoria.

En el modelo de Michigan, la identificación partidista desempeña un papel central en el comportamiento electoral. Se considera un "atajo cognitivo" o "heurístico", lo que significa que ayuda a los votantes a simplificar el proceso de toma de decisiones en un contexto político a menudo complejo y sobrecargado de información. En otras palabras, una vez que una persona se identifica con un partido, no tiene por qué dedicar mucho tiempo a analizar cada posición política, cada candidato o cada tema de la agenda. En su lugar, la identificación partidista proporciona un marco simplificado que orienta las preferencias y decisiones políticas del individuo. La identificación partidista puede afectar no sólo a la elección del voto, sino también a la forma en que los individuos perciben e interpretan la información política. Por ejemplo, los individuos pueden tender a interpretar la información de forma que refuerce sus creencias existentes y apoye a su partido preferido. Esta tendencia suele denominarse "sesgo de confirmación".

La identificación partidista actúa como un filtro de información o atajo (también conocido como "heurístico") que ayuda a los individuos a navegar por el complejo océano de información política. Por falta de tiempo, de recursos o simplemente por el enorme volumen de información que hay que procesar, no todos los votantes pueden estar constantemente informados y hacer una evaluación detallada de cada cuestión política. Aquí es donde entra en juego la identificación partidista. Por ejemplo, si un individuo se identifica como demócrata o republicano, es probable que adopte los puntos de vista y las posiciones políticas que se asocian generalmente a ese partido, aunque no comprenda plenamente los detalles de cada cuestión. Del mismo modo, un individuo puede utilizar su identificación partidista para evaluar la nueva información política, aceptando más fácilmente la información que es coherente con su línea de partido y rechazando la que no lo es. Esto no es necesariamente malo: estos atajos pueden ser muy útiles para hacer frente a la complejidad de la política moderna. Sin embargo, a veces también pueden conducir a errores o sesgos de juicio, haciendo que la gente ignore información importante o atrapando a los votantes en burbujas de información que refuerzan sus creencias existentes.

Aunque la identificación partidista es la piedra angular del modelo de Michigan, también se tienen en cuenta otras variables. El modelo de Michigan distingue entre influencias a largo plazo (como la identificación partidista) e influencias a corto plazo (como las percepciones de los candidatos y los temas políticos de actualidad) en el comportamiento electoral. La identificación partidista, que es el factor clave en el modelo de Michigan, se considera una influencia a largo plazo porque generalmente se adquiere en una etapa temprana de la vida y permanece relativamente estable a lo largo del tiempo. Como ya se ha mencionado, se transmite de generación en generación a través de la socialización política, y guía el comportamiento electoral de los individuos a lo largo de su vida. Por otra parte, las percepciones de los candidatos y los temas políticos de actualidad son influencias a corto plazo. Estos factores pueden cambiar a lo largo de una campaña electoral e influir en la elección de un votante en un momento dado. Por ejemplo, una controversia en torno a un candidato o una cuestión política acuciante pueden hacer fluctuar la intención de voto. Sin embargo, aunque estos factores a corto plazo pueden influir en el comportamiento de voto, el modelo de Michigan mantiene que la identificación partidista sigue siendo la influencia más fuerte. Los factores a corto plazo pueden modificar la elección de un votante, pero generalmente lo hacen en el marco de su identificación partidista. Por ejemplo, es más probable que un votante cambie de opinión sobre un candidato o una cuestión política si ya está débilmente vinculado a su partido.

El modelo de Michigan presenta la identificación partidista como el factor predominante que influye en el comportamiento de voto, mientras que las actitudes sobre cuestiones o candidatos concretos son factores secundarios que pueden provocar variaciones a corto plazo. Esto no quiere decir que las actitudes sobre cuestiones o candidatos concretos no sean importantes, sino que en la mayoría de los casos quedan eclipsadas por la identificación partidista. Por ejemplo, es probable que un votante que se identifique fuertemente con un partido siga votando a ese partido aunque algunas de sus posturas sobre cuestiones o candidatos concretos no coincidan perfectamente con sus preferencias personales. Sin embargo, si la diferencia entre las preferencias del votante y las de su partido se hace demasiado grande, o si una cuestión concreta se vuelve extremadamente importante para él, es posible que el votante decida votar en contra de su partido habitual. Esto suele considerarse la excepción a la regla de la identificación partidista estable. En resumen, el modelo de Michigan hace hincapié en la continuidad y la estabilidad del comportamiento electoral, al tiempo que reconoce que pueden producirse cambios como consecuencia de acontecimientos concretos o de cambios en la actitud de los votantes hacia cuestiones o candidatos específicos.

El modelo de elección racional[modifier | modifier le wikicode]

La Escuela de la Elección Racional, también conocida como Teoría de la Elección Racional, está estrechamente asociada a Anthony Downs, que desarrolló muchas de sus ideas fundamentales mientras trabajaba en la Universidad de Rochester. Downs publicó "An Economic Theory of Democracy" en 1957, en el que presentaba un modelo económico del comportamiento político. Según él, al igual que los consumidores en un mercado, los votantes y los partidos políticos toman decisiones racionales basadas en sus intereses. Los votantes votarían al partido o candidato que maximizara sus beneficios (por ejemplo, adoptando las políticas que mejor se ajustaran a sus preferencias), y los partidos políticos se posicionarían para atraer al mayor número posible de votantes.

Este enfoque ha sido ampliamente adoptado y desarrollado en la ciencia política y la economía, y ha dado lugar a numerosas investigaciones sobre el comportamiento electoral, la formación de partidos políticos, la toma de decisiones políticas y otros aspectos de la política. Es un modelo muy diferente de los propuestos por las escuelas de Columbia y Michigan, ya que no se centra en factores sociodemográficos o psicológicos, sino en decisiones racionales basadas en el interés propio.

La teoría de la elección racional de Anthony Downs ha tenido una influencia considerable no sólo en la ciencia política, sino también en otras áreas de las ciencias sociales. La idea central es que los individuos actúan racionalmente para maximizar sus propios intereses. En otras palabras, toman decisiones basándose en lo que creen que es mejor para ellos. En su libro "An Economic Theory of Democracy", Downs aplicó esta teoría al comportamiento electoral, argumentando que los votantes votan al partido o candidato que creen que les reportará más beneficios. Los partidos políticos, a su vez, tratan de maximizar su apoyo adaptando sus políticas para atraer a la mayoría de los votantes. Sin embargo, la teoría de la elección racional también se ha utilizado para analizar multitud de otros comportamientos e instituciones políticas. Por ejemplo, se ha utilizado para estudiar la formación de coaliciones gubernamentales, el funcionamiento de las burocracias, la creación de normas y reglamentos, y mucho más.

En el modelo de la Escuela de la Elección Racional, no es el perfil del votante lo que determina su voto, sino sus propias valoraciones de los candidatos o partidos políticos basadas en sus intereses personales. Los votantes son considerados agentes racionales que votan para maximizar su utilidad, es decir, eligen al candidato o partido que creen que tiene más probabilidades de promover sus intereses. Así, en lugar de centrarse en las características demográficas o las actitudes psicosociológicas, la Escuela de la Elección Racional se interesa por cómo los votantes evalúan a los partidos y candidatos en función de sus propios intereses. Esto puede implicar una evaluación de sus políticas, su rendimiento en el pasado, su probabilidad de éxito y otros factores. La Escuela de la Elección Racional también introduce la noción del votante calculador. En este modelo, el votante es visto como una persona que sopesa los pros y los contras de cada opción antes de elegir. Esto significa que votar no es necesariamente una decisión emocional o irracional, sino el resultado de un cálculo racional de las ventajas e inconvenientes de cada opción.

El modelo de elección racional, a diferencia de los modelos de Columbia y Michigan, se centra en la toma de decisiones individual y no en factores sociodemográficos o psicológicos. Según este modelo, el comportamiento electoral no está necesariamente predeterminado, sino que es más bien el resultado de cálculos de coste-beneficio realizados por el individuo. Desde esta perspectiva, los votantes son considerados actores racionales que sopesan los costes y los beneficios de cada opción antes de tomar su decisión. Es lo que se conoce como enfoque "utilitarista" del voto. Los individuos analizan las diferentes opciones de voto disponibles y eligen la que creen que maximizará su utilidad o satisfacción. Esto significa que el voto no está necesariamente vinculado a la identidad social o psicológica de un individuo, sino que es más bien el resultado de un proceso racional de toma de decisiones. En este modelo, para entender el comportamiento electoral es necesario comprender el cálculo de costes y beneficios que realiza cada individuo. Este proceso puede variar considerablemente de un individuo a otro, lo que hace que el comportamiento electoral sea menos predecible que en los modelos de Columbia o Michigan.

La escuela de la elección racional postula que los votantes realizan un cálculo de coste-beneficio antes de tomar una decisión de voto. Los beneficios pueden considerarse como el conjunto de ventajas que el votante espera de un partido o candidato. Esto puede incluir políticas específicas que son beneficiosas para el votante, o valores y principios que el votante comparte con el partido o candidato. Los costes, por otro lado, pueden considerarse como todo lo que un votante puede perder si vota a un partido o candidato concreto. Esto puede incluir políticas perjudiciales para el votante, o el desacuerdo con los valores o principios del partido o candidato. Los costes también pueden incluir el tiempo y la energía necesarios para informarse sobre partidos y candidatos, y para ir a votar. Por tanto, se supone que el votante, como homopoliticus en este modelo, actúa racionalmente, tratando de maximizar su utilidad minimizando los costes y maximizando los beneficios de su voto. Es una aplicación de la lógica del homo economicus, el individuo racional en la esfera económica, a la esfera política. Es importante señalar que este enfoque parte del supuesto de que los individuos son capaces de realizar cálculos precisos de costes y beneficios y de tomar decisiones racionales sobre la base de estos cálculos, un supuesto que puede ser cuestionado.

La escuela de la elección racional se basa en varios supuestos clave, entre ellos :

  • Los votantes conocen sus propias preferencias: Según este postulado, cada votante tiene una comprensión clara y precisa de sus propios intereses y valores. Para tomar decisiones con conocimiento de causa, se supone que los votantes buscan activamente información y evalúan las distintas opciones políticas disponibles.
  • Los votantes son capaces de calcular costes y beneficios: Este postulado supone que cada votante es capaz de identificar y evaluar los costes y beneficios asociados a cada opción de voto. También supone que los votantes son capaces de hacer cálculos racionales para determinar qué opción maximiza su utilidad.
  • Los votantes son autónomos en su toma de decisiones: Según este postulado, las decisiones de voto de los votantes están influidas principalmente por sus propios cálculos racionales, más que por influencias externas. Se supone que los votantes no están significativamente influidos por la propaganda de los partidos políticos, el contexto social o cultural, las presiones familiares o los prejuicios personales.

Estos supuestos representan un ideal de comportamiento electoral racional. Sin embargo, a menudo son criticados por ser poco realistas. En realidad, muchos votantes pueden carecer de tiempo, recursos o aptitudes para buscar información y realizar complejos cálculos de costes y beneficios. Además, es evidente que el entorno social, cultural y familiar puede influir significativamente en el comportamiento electoral.

Limitaciones de los modelos tradicionales de voto explicativo[modifier | modifier le wikicode]

Aunque estos tres modelos tienen muchas limitaciones e imperfecciones, constituyen una base esencial para el estudio del comportamiento político. Existe una abundante literatura dedicada a criticarlos, modificarlos y corregirlos. Así pues, a pesar de sus defectos, estos modelos son indispensables en el análisis del comportamiento electoral, y constituyen el punto de partida a partir del cual podemos empezar a reflexionar más profundamente utilizando modelos más recientes y sofisticados.

¿Cuáles son los defectos de estos modelos clásicos? Hay varios, y nos concentraremos en los principales.

Debilitamiento de los factores explicativos centrales[modifier | modifier le wikicode]

Desde el punto de vista empírico, las investigaciones realizadas en los años setenta, ochenta y noventa no confirmaron realmente la importancia significativa de los factores sociológicos y psicosociológicos en la determinación del comportamiento electoral. Las hipótesis formuladas por la Escuela de Columbia y la Escuela de Michigan, que postulaban que era posible explicar con precisión el voto de un individuo a partir de sus características sociales y su identificación partidista, no fueron corroboradas por estos estudios. El poder explicativo de estos modelos resultó limitado. Aunque pueden arrojar algo de luz, su alcance sigue siendo modesto.

Estos modelos no han funcionado tan bien como se esperaba y han tendido a perder eficacia con el paso de los años y las décadas. La principal razón de esta disminución de los resultados radica en el declive histórico de los factores explicativos centrales de los modelos. Por ejemplo, la importancia de la clase social y la religión en la determinación del comportamiento electoral, factores clave en el modelo de Columbia, ha disminuido con el tiempo. Del mismo modo, la importancia de la identificación partidista, central en el modelo de Michigan, también ha disminuido. En otras palabras, los elementos fundamentales de estos modelos han perdido relevancia con el tiempo, reduciendo su capacidad para explicar con precisión el comportamiento electoral.

El declive de estos factores explicativos del voto puede atribuirse a cambios significativos en la sociedad, como la transformación de la estructura social. La sociedad ha evolucionado de un predominio del sector primario a un predominio de los sectores secundario y terciario. Este cambio en el tejido social ha tenido importantes consecuencias políticas. La terciarización de la economía ha tenido un profundo impacto en el comportamiento electoral. El sector primario se ha reducido, al igual que el secundario, y los vínculos históricos entre, por ejemplo, la clase obrera y determinados partidos, generalmente de izquierda, se han debilitado. Además, la mayor movilidad geográfica ha dado lugar a una mayor mezcla social y cultural. Esta diversificación también ha contribuido a debilitar los vínculos tradicionales entre determinados grupos y partidos políticos. En consecuencia, los vínculos que antes predecían el comportamiento electoral han perdido fuerza con el tiempo, reduciendo la precisión de los modelos de Columbia y Michigan. En general, se produjo una disminución de las lealtades asociadas a la clase social y la religión, así como un descenso de la identificación con partidos políticos concretos. Esta evolución hizo más difícil predecir el comportamiento electoral basándose únicamente en estos factores, lo que repercutió en la eficacia de los modelos de Columbia y Michigan.

La evolución de la educación y su impacto en el voto[modifier | modifier le wikicode]

El segundo factor que ha contribuido al debilitamiento de estos grandes factores explicativos es el desarrollo de la educación. Este fenómeno, a veces denominado "revolución educativa", se refiere al considerable aumento del nivel de educación en las sociedades occidentales. Esto ha conducido a una mayor independencia de pensamiento y a una mayor autonomía en las decisiones de voto, haciendo a los votantes menos cautivos y menos atados a sus afiliaciones tradicionales.

La expansión de la educación transformó profundamente las sociedades occidentales en la segunda mitad del siglo XX. Esto condujo a un aumento significativo del número de personas con acceso a la educación secundaria y superior. Como resultado, una mayor proporción de la población ha adquirido habilidades de pensamiento crítico y análisis independiente. Esta "revolución educativa" ha tenido un gran impacto en el comportamiento político y electoral. En cuanto al proceso de votación, significa que los votantes se han vuelto más autónomos en su toma de decisiones. En lugar de basarse únicamente en afiliaciones tradicionales, como la clase social, la religión o la identificación con un partido, ahora es más probable que examinen críticamente las propuestas de los distintos partidos políticos y tomen sus propias decisiones. Esto no significa necesariamente que vayan a rechazar sistemáticamente las posiciones de su clase social, comunidad religiosa o partido político preferido, sino que no las seguirán ciegamente. Es más probable que sopesen las ventajas y los inconvenientes de cada opción y que voten según lo que consideren que más les conviene a ellos o a la sociedad en su conjunto.

El aumento del nivel de educación en las sociedades occidentales ha provocado un cambio significativo en el comportamiento electoral. Gracias a su mayor capacidad de análisis y crítica, los electores han podido liberarse, en parte, de la influencia de organizaciones, grupos sociales o partidos políticos en sus decisiones de voto. Esto ha dado lugar a un electorado más independiente y con opciones autónomas. Sin embargo, esta mayor independencia también ha dado lugar a una mayor volatilidad en el comportamiento de voto. En otras palabras, ahora es más probable que los votantes cambien de partido de unas elecciones a otras. Esto contrasta con el comportamiento de voto más estable observado en el pasado, cuando el voto estaba más fuertemente influenciado por factores como la clase social, la religión o la identificación partidista. Esta mayor volatilidad puede considerarse un signo de dinamismo en el electorado, que refleja una mayor capacidad para evaluar y reaccionar ante las propuestas de los partidos políticos y las cambiantes condiciones sociales, económicas y políticas. Sin embargo, también puede hacer que los resultados electorales sean más impredecibles y las mayorías gubernamentales más inestables.

Por ejemplo, la evolución de la educación ha contribuido a erosionar la influencia de los factores sociológicos y psicosociológicos tradicionales en el comportamiento electoral. En su lugar, factores más complejos y matizados, como las convicciones políticas individuales, las preocupaciones específicas y las evaluaciones de la actuación de los partidos políticos y sus candidatos, están desempeñando un papel más importante. Esto hace que el comportamiento electoral sea más dinámico y menos predecible basándose únicamente en factores sociodemográficos.

Creciente influencia de los medios audiovisuales en el voto[modifier | modifier le wikicode]

El tercer factor clave que ha alterado profundamente el comportamiento electoral es el auge de los medios audiovisuales, primero con la televisión y más recientemente con los medios digitales. Esta evolución ha transformado radicalmente la naturaleza de las campañas electorales y los procesos de votación. En este nuevo entorno mediático, los votantes están menos bajo la influencia directa de organizaciones como los partidos políticos. Ahora están más expuestos y son más receptivos a lo que se difunde en los medios de comunicación, ya sea a través de la cobertura de acontecimientos políticos, la publicidad política o las noticias y debates en las redes sociales. Esto está dando lugar a una nueva dinámica en la que los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la formación de la opinión pública y la orientación del voto. Estos cambios han hecho que los votantes sean más autónomos en su toma de decisiones, pero también más sensibles a las fluctuaciones de la opinión pública reflejadas y amplificadas por los medios de comunicación. Estas transformaciones hacen que el comportamiento electoral sea más complejo de anticipar y analizar, ya que introducen nuevos factores variables y dinámicos que interactúan de forma compleja con factores tradicionales como la clase social, la religión o la identificación partidista.

En resumen, los partidos políticos desempeñan ahora un papel menos predominante en la comunicación política, mientras que los medios de comunicación y las campañas políticas, con su impacto a corto plazo, han ganado en importancia. Los modelos tradicionales, como los de la Escuela de Columbia y la Escuela de Michigan, hacían hincapié en la estabilidad del comportamiento electoral, vinculando el voto a factores a largo plazo como la afiliación social o la identificación partidista. Sin embargo, con los cambios sociales, vemos que los factores a corto plazo desempeñan un papel cada vez más importante en el comportamiento electoral. Esto no significa que los factores a largo plazo hayan perdido toda su importancia, sino que su impacto relativo ha disminuido en comparación con las influencias a corto plazo. Como consecuencia, el electorado se ha vuelto más volátil y las preferencias de voto pueden cambiar más rápidamente en respuesta a acontecimientos concretos o a intensas campañas mediáticas.

Diseño simplificado del electorado en los modelos clásicos[modifier | modifier le wikicode]

Otro defecto de los modelos tradicionales para explicar el voto es su excesiva simplificación del electorado. Aunque estos modelos tienen en cuenta las diferencias individuales desde un punto de vista sociodemográfico y a veces psicosociológico, consideran que el electorado es homogéneo. No tienen en cuenta la idea de que los individuos pueden variar mucho en su relación con la política. Esto significa que no tienen suficientemente en cuenta la diversidad de actitudes políticas, niveles de interés por la política, niveles de implicación o participación política, o pautas de consumo de información política. Los individuos pueden ser muy activos políticamente, totalmente indiferentes o estar en cualquier punto intermedio. También pueden estar muy influidos por determinados tipos de información o fuentes de información, y menos por otros.

Existen marcadas diferencias entre los ciudadanos en su relación con la política, que pueden ser especialmente notables en cuanto a su interés por la política y su competencia política. Existe un amplio abanico de niveles de compromiso: algunos ciudadanos están extremadamente interesados en la política, hasta el punto de comprometerse con ella y hacer de ella una carrera, mientras que otros están completamente desinteresados por la política. Del mismo modo, el nivel de competencia política varía considerablemente. Algunos ciudadanos tienen un conocimiento profundo de la política, entienden lo que está en juego, están bien informados y dominan las cuestiones políticas, mientras que otros carecen de las capacidades cognitivas o de la motivación para informarse y, por lo tanto, no tienen los conocimientos necesarios para participar en una votación informada. El interés por la política desempeña un papel decisivo en la atención que se presta a la política e influye en la participación política. En efecto, quienes se interesan por la política tienen más probabilidades de participar, mientras que quienes no lo hacen tienen más probabilidades de abstenerse. Por tanto, la motivación y el interés por la política condicionan no sólo la atención prestada a los mensajes políticos, sino también el grado de participación política.

Las competencias políticas también desempeñan un papel crucial a la hora de determinar la capacidad de las personas para integrar y comprender los mensajes transmitidos en la arena pública. Imaginemos una campaña de información bien diseñada, con argumentos claros tanto de la derecha como de la izquierda, que alimente debates ricos e informativos. Si las personas no tienen las capacidades necesarias para comprender, interiorizar y asimilar esta información, estas campañas no influirán en su opinión y no contribuirán a la formación de su juicio. En cambio, las personas con cierta competencia política podrán asimilar mejor esta información. Serán capaces de sopesar los pros y los contras, tratando de formarse una opinión sobre la base de la información que se comparte en la arena pública. Esta capacidad de procesar y comprender la información política es, por tanto, esencial para una participación política informada y activa.

Es esencial señalar que el interés por la política y la competencia política, es decir, un factor motivacional y un factor cognitivo, condicionarán y desempeñarán un papel crucial en el proceso de formación de la opinión de las personas. Son estos dos elementos -interés y competencia- los que se han convertido en consideraciones importantes en el análisis del comportamiento electoral. Hoy en día, el enfoque ha cambiado y los modelos de comportamiento electoral ya no parten del supuesto de un electorado homogéneo. En su lugar, se intenta tener en cuenta la diversidad y heterogeneidad del electorado. Se trata de reconocer que cada individuo tiene su propia combinación de intereses y competencia política, que influye en su comportamiento electoral.

Excesiva atención a los individuos en el análisis del voto[modifier | modifier le wikicode]

El último defecto de los modelos clásicos, y que resulta especialmente evidente en la escuela de la elección racional, es el excesivo énfasis que se pone en el individuo. La escuela de la elección racional es un ejemplo ejemplar de este énfasis en el individuo, ya que postula que el individuo lleva a cabo su cálculo coste-beneficio independientemente del contexto y de cualquier influencia externa. El individuo se sitúa en el centro de este proceso: reúne información, evalúa qué parte le aportará más beneficios y cuál le costará más, y sobre esta base hace su elección. Un ejemplo típico de este proceso sería determinar qué partido se le acerca más en una escala izquierda-derecha y votar a ese partido en función de sus intereses, pero siempre con independencia del contexto. Se trata de un modelo que considera al individuo como un actor aislado y autónomo en el proceso de decidir su voto, sin tener en cuenta las diversas influencias ambientales y sociales que también podrían desempeñar un papel en esta decisión.

Las críticas a estos modelos tradicionales, y en particular a la escuela de la elección racional, se basan en una excesiva focalización en los votantes y sus características individuales, en detrimento de una insuficiente consideración del contexto en el que estos individuos forman sus opiniones políticas. Esto significa que estos modelos no tienen suficientemente en cuenta el entorno social, económico, cultural y político en el que viven los votantes y que influye significativamente en sus actitudes y su comportamiento electoral.

La crítica en cuestión se aplica principalmente a la escuela de la elección racional, pero también afecta a las escuelas de Columbia y Michigan. Para la escuela de Columbia, aunque se supone que los individuos votan en función de las características del grupo social al que pertenecen, el grupo en sí no se tiene realmente en cuenta. En su lugar, se refleja únicamente a través de las características individuales del votante, por ejemplo si es de clase trabajadora, católico, etc. La posición social del votante y la influencia de las instituciones colectivas, como los sindicatos de trabajadores, no se tienen suficientemente en cuenta en este modelo. En otras palabras, estos modelos no tienen plenamente en cuenta el papel del contexto social e institucional en el que se encuentra el votante, y que puede influir significativamente en su comportamiento de voto.

Incluso el modelo de Columbia, que es un modelo sociológico que sitúa al individuo dentro de su grupo social, no ha tenido suficientemente en cuenta la importancia del papel que desempeña el propio grupo. Lo que se tiene en cuenta principalmente son las características sociales del individuo, más que las del grupo al que pertenece. Sin embargo, las opiniones individuales no se desarrollan en un vacío político, sino en un contexto institucional y político específico. Este contexto específico tiene el potencial de influir significativamente en la manera en que un individuo forma sus opiniones. En otras palabras, el marco social, cultural e institucional en el que se desenvuelve un individuo desempeña un papel decisivo en la formación de sus ideas y su comportamiento políticos.

Los dos elementos clave del contexto que pueden mencionarse son la oferta política y la campaña electoral.

La oferta y la demanda políticas, dos términos utilizados a menudo en ciencia política para comprender el comportamiento electoral.

  • La oferta política se refiere a las diferentes opciones disponibles para los votantes, incluidos los partidos políticos, los candidatos, los programas políticos, las ideologías y las agendas políticas. Esta oferta puede variar considerablemente de un contexto a otro, influyendo así en la forma en que los individuos toman sus decisiones de voto. Por ejemplo, si la oferta política no representa un amplio abanico de ideologías políticas o no ofrece soluciones satisfactorias a los problemas que preocupan a los votantes, esto puede conducir a la desvinculación electoral, a la protesta a través del voto en blanco o nulo, o a un desplazamiento del voto hacia partidos menos tradicionales.
  • La demanda política, por su parte, se refiere a las preferencias, valores, expectativas y necesidades de los votantes. Estas características están influidas por diversos factores, como los sociodemográficos (edad, sexo, nivel de educación, ocupación), psicológicos (actitudes, valores, emociones) y contextuales (situación económica, actualidad política, etc.).

En este contexto, los partidos políticos y los candidatos tratan de configurar su oferta para satisfacer mejor la demanda de los votantes. Cuando existe una adecuación entre la oferta política y la demanda, se observan generalmente niveles más elevados de compromiso electoral. Por otro lado, cuando la oferta política no se ajusta a la demanda de los votantes, puede producirse insatisfacción, falta de compromiso o volatilidad electoral. Por lo tanto, una comprensión profunda de estos dos conceptos es esencial para analizar y comprender el comportamiento electoral.

La campaña electoral: Las campañas electorales han adquirido una importancia considerable en la formación de la opinión electoral. Además de los factores sociodemográficos e ideológicos, los mensajes y la información difundidos durante una campaña electoral pueden influir significativamente en la decisión de voto de los electores. Estas influencias a corto plazo pueden incluir diversos factores, como :

  • Debates públicos sobre cuestiones políticas clave.
  • Cobertura mediática de candidatos y partidos políticos.
  • Campañas de publicidad política.
  • Discursos y posiciones políticas de los candidatos.
  • Acontecimientos de actualidad y crisis durante la campaña.
  • Encuestas y previsiones electorales.

Todos estos factores pueden influir en la percepción que los votantes tienen de los candidatos y los partidos políticos y, por tanto, en su decisión de voto. Además, la volatilidad del voto, es decir, la propensión de los votantes a cambiar su filiación política de unas elecciones a otras, ha aumentado en muchos países, lo que sugiere que las influencias a corto plazo, como las campañas electorales, pueden tener un impacto significativo en el comportamiento de voto.

Ambas son parte integrante del contexto en el que los individuos se forman sus opiniones y toman sus decisiones de voto. Por consiguiente, es esencial tenerlos en cuenta a la hora de analizar el comportamiento electoral.

Evolución reciente de la investigación electoral[modifier | modifier le wikicode]

Los investigadores han tratado de mejorar la precisión de los modelos electorales tradicionales incorporando nuevos elementos explicativos. Estos elementos intentan tener en cuenta la evolución de las sociedades modernas y las nuevas dinámicas que influyen en el comportamiento electoral. Estos nuevos factores incluyen :

  • Evolución de los clivajes sociales: En las sociedades modernas, los clivajes sociales ya no se limitan a las distinciones de clase o religión. Otras diferencias, como el nivel de educación, el origen étnico, el sexo, la edad, la orientación sexual, el lugar de residencia (urbano/rural), etc., han ganado importancia.
  • La evolución de los temas políticos: Los temas políticos que atraen el interés de los votantes han evolucionado. Temas como el medio ambiente, la inmigración, el nacionalismo, los derechos de las minorías, etc., han ganado en importancia.
  • La influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías: El impacto de los medios de comunicación tradicionales y sociales en el comportamiento electoral se ha convertido en un importante campo de investigación. Estos medios pueden influir en las opiniones de los votantes, en su percepción de los candidatos y los partidos, e incluso en su participación electoral.
  • El papel de las emociones en la política: Los investigadores han empezado a tener en cuenta el papel de las emociones en la política. Sentimientos como el miedo, la ira, la esperanza, el entusiasmo, etc., pueden influir en el comportamiento electoral de las personas.
  • La personalización de la política: la personalidad y la imagen de los candidatos se han convertido en factores importantes en la elección de los votantes. Los votantes pueden sentirse más inclinados a votar a un candidato por su personalidad o su imagen pública que por sus políticas o su afiliación a un partido.

Estos nuevos enfoques no suplantan a los modelos tradicionales, sino que los complementan y enriquecen. Reconocen que el comportamiento electoral es complejo y multifactorial, y que en él influyen multitud de factores que evolucionan con el tiempo y en su contexto.

Tener en cuenta el contexto en el análisis del voto, que evoluciona con el tiempo y el contexto.[modifier | modifier le wikicode]

El contexto institucional, en particular el sistema electoral, desempeña un papel crucial en el comportamiento electoral. El tipo de sistema electoral, ya sea mayoritario, proporcional o una mezcla de ambos, tiene un impacto significativo en las estrategias de voto de los electores, así como en las tácticas de los partidos políticos. En un sistema mayoritario, en el que el candidato o partido con más votos gana todos los escaños de una circunscripción, los votantes pueden tener que votar estratégicamente para evitar "desperdiciar" su voto. Pueden decidir votar a un candidato o partido que tenga más probabilidades de ganar, aunque no sea su primera opción. Del mismo modo, los partidos políticos pueden optar por concentrarse en determinadas circunscripciones en las que creen que tienen más posibilidades de obtener escaños. En cambio, en un sistema proporcional, en el que los escaños se asignan según el porcentaje de votos recibidos por cada partido, los votantes tienen más libertad para votar según sus verdaderas preferencias, porque saben que su voto contribuirá a ganar un escaño, incluso para un partido pequeño. Del mismo modo, los partidos políticos pueden permitirse presentar candidatos en diversas circunscripciones, ya que cada voto cuenta para la asignación de escaños. Así pues, el contexto institucional es un factor esencial a tener en cuenta a la hora de analizar el comportamiento electoral, ya que configura los incentivos y las estrategias de los votantes y los partidos políticos.

La polarización del sistema político es otro elemento contextual que influye en el comportamiento electoral. En un sistema altamente polarizado, en el que los partidos políticos proponen políticas marcadamente diferentes y adoptan posturas opuestas sobre diversas cuestiones, los votantes disponen de un abanico más amplio de opciones. Esta diversidad puede estimular el compromiso político y facilitar a los votantes la toma de decisiones, ya que las claras distinciones entre partidos pueden hacer más obvio a quién votar. Por el contrario, en un sistema político consensual en el que hay pocas diferencias ideológicas o políticas entre los partidos, los votantes pueden tener más dificultades para distinguir entre los partidos y decidir a quién votar. Esta falta de diferenciación puede reducir el compromiso político y aumentar la incertidumbre o indecisión de los votantes. La polarización también puede afectar a la dinámica de las campañas electorales. En un entorno polarizado, los partidos pueden llevar a cabo campañas más confrontativas y basadas en temas concretos, lo que a su vez puede influir en la forma en que los votantes perciben a los partidos y toman sus decisiones. En resumen, el grado de polarización de un sistema político puede tener importantes repercusiones en el comportamiento electoral.

La fragmentación del sistema de partidos es otro aspecto contextual crucial que puede influir en el comportamiento electoral. La fragmentación se refiere al número de partidos políticos significativos en un sistema político. En un sistema de partidos muy fragmentado, en el que hay muchos partidos políticos, todos ellos con posibilidades razonables de obtener escaños o ejercer influencia, los votantes tienen una mayor variedad de opciones. Esto puede dar lugar a una representación más matizada de las opiniones y preferencias políticas de los votantes. Sin embargo, también puede hacer que el panorama político sea más complejo y difícil de navegar para los votantes. Por el contrario, en un sistema de partidos menos fragmentado, caracterizado normalmente por uno o dos partidos dominantes, las opciones de los votantes son más limitadas. Si bien esto puede simplificar la elección electoral, también puede conducir a una representación política menos completa o a la insatisfacción de los votantes que se sienten insuficientemente representados por las opciones disponibles. La fragmentación del sistema de partidos también puede influir en la dinámica de la campaña electoral y en la estrategia de los partidos. Por ejemplo, en un sistema muy fragmentado, los partidos pueden estar más inclinados a formar alianzas o coaliciones y dirigirse a segmentos específicos del electorado.

La campaña electoral y la cobertura de los medios de comunicación son dos factores cruciales que influyen en el comportamiento electoral. Son especialmente relevantes en los modelos modernos de investigación electoral. La campaña electoral propiamente dicha es un momento en el que los partidos y los candidatos presentan sus posiciones sobre diversos temas, intentan convencer a los votantes de su competencia y de la pertinencia de sus propuestas, y a menudo critican a sus oponentes. La campaña electoral es, por tanto, un momento de influencia potencialmente fuerte en las opiniones de los votantes, tanto en lo que se refiere a su valoración de los candidatos y partidos como a su sentido del compromiso con el proceso político. Los medios de comunicación desempeñan un papel importante en la transmisión de información sobre la campaña a los votantes. Se encargan de cubrir las declaraciones de los candidatos, los debates políticos, las encuestas, las controversias y los incidentes de la campaña. La forma en que los medios de comunicación cubren la campaña puede influir en la percepción que tienen los votantes de la relevancia, credibilidad y atractivo de los distintos candidatos y partidos. Además, los medios de comunicación también pueden influir en la percepción de los votantes sobre cuestiones importantes de la campaña. Por ejemplo, si los medios de comunicación se centran mucho en determinadas cuestiones, como la economía o la inmigración, los votantes pueden percibir estas cuestiones como más importantes que otras, lo que puede influir en su comportamiento de voto. En general, la campaña electoral y la cobertura de los medios de comunicación son dos factores contextuales clave que pueden influir significativamente en la formación de la opinión de los votantes y en su comportamiento de voto.

Reconocimiento de la heterogeneidad del electorado[modifier | modifier le wikicode]

Los modelos modernos de investigación electoral tienen en cuenta la heterogeneidad del electorado, lo que representa un alejamiento significativo de los modelos tradicionales que daban por supuesta la relativa homogeneidad de los votantes. Hoy en día, se reconoce ampliamente que el electorado es diverso y variado, con niveles muy diferentes de interés y competencia política entre los individuos.

El interés por la política es un factor clave que puede influir en el comportamiento electoral de un individuo. Es probable que los votantes con un gran interés por la política se impliquen más en el proceso político, sigan de cerca las campañas electorales, se informen sobre los candidatos y los partidos y participen activamente en la votación. En cambio, los que tienen poco interés por la política pueden estar menos comprometidos y ser menos propensos a votar. La competencia política es otro factor importante. Los votantes con un buen conocimiento de la política y una comprensión clara de los problemas son más capaces de procesar información política compleja y evaluar a los candidatos y partidos sobre la base de criterios bien informados. Los que tienen menos conocimientos políticos pueden tener más dificultades para comprender y evaluar la información política, lo que puede afectar a su comportamiento de voto.

La psicología política es un campo de estudio interdisciplinar que examina cómo los procesos psicológicos individuales, así como los rasgos de personalidad, influyen en la política a nivel individual y colectivo. En concreto, estudia cómo los individuos se forman sus opiniones políticas, cómo toman decisiones políticas y cómo sus valores, actitudes y rasgos de personalidad influyen en su comportamiento político. Examina una amplia gama de temas, desde las actitudes y percepciones políticas hasta la formación de identidades políticas y los efectos de las emociones en el comportamiento político. Por ejemplo, la psicología política puede estudiar cómo los miedos o las preocupaciones por la seguridad pueden influir en las actitudes hacia las políticas de inmigración, o cómo los valores fundamentales de un individuo, como la igualdad o la libertad, pueden conformar su alineamiento político.

La psicología política también se interesa por la influencia de los sesgos cognitivos en la toma de decisiones políticas. Por ejemplo, puede examinar cómo sesgos como el efecto de confirmación (la tendencia a buscar e interpretar información que confirma nuestras creencias existentes) pueden influir en las opiniones políticas. Al centrarse en los mecanismos psicológicos subyacentes, la psicología política ofrece una perspectiva única de la política y el comportamiento electoral, que complementa los enfoques más tradicionales de la ciencia política centrados en factores como las afiliaciones a partidos, las ideologías o los factores sociodemográficos.

La idea de que el voto temático ha cobrado importancia en las últimas décadas es cada vez más aceptada en el campo de la ciencia política. El voto por temas se refiere al comportamiento electoral basado en cuestiones o problemas específicos ("temas") que los votantes consideran importantes. En lugar de basar su voto únicamente en ideologías políticas generales o afiliaciones a partidos, muchos votantes son ahora más propensos a votar en función de posturas concretas sobre cuestiones específicas, como la economía, el medio ambiente, la salud pública, la inmigración, etcétera. Los votantes también pueden basar su voto en su percepción de la competencia de un partido o candidato para gestionar estas cuestiones. Por ejemplo, un votante puede decidir votar a un determinado partido porque lo percibe como el más competente para gestionar una crisis económica o para aplicar políticas medioambientales eficaces. Este cambio hacia un voto más basado en cuestiones concretas puede atribuirse a varios factores. Puede deberse a un mayor acceso a la información, que permite a los votantes estar más informados y comprometidos con cuestiones concretas. También puede estar relacionado con la erosión de las lealtades partidistas tradicionales, la creciente individualización de la política y la polarización en torno a cuestiones específicas. Sin embargo, a pesar de que el voto por temas se ha hecho más común, las ideologías políticas y las afiliaciones a partidos siguen desempeñando un papel significativo en el comportamiento electoral.

La situación en Suiza es un buen ejemplo de cómo el voto temático puede desempeñar un papel importante en las elecciones. El Partido Popular Suizo (SVP), conocido por su dura postura frente a la inmigración, ha conseguido atraer a un gran número de votantes que consideran la inmigración un tema importante. La UDC ha logrado labrarse una reputación de partido que aborda activamente la cuestión de la inmigración, proponiendo políticas restrictivas y destacando el tema en sus campañas electorales. Para muchos votantes, la UDC es vista como el partido más competente en materia de inmigración, lo que explica en parte su éxito electoral. Esto demuestra que, en determinados contextos, determinadas cuestiones pueden convertirse en el centro del debate político e influir fuertemente en el comportamiento de los votantes. Los partidos capaces de posicionarse eficazmente en estos temas y convencer a los votantes de su competencia pueden, por tanto, disfrutar de una ventaja significativa en las urnas.

Innovaciones metodológicas en el estudio del comportamiento electoral[modifier | modifier le wikicode]

Los modelos explicativos multinivel, también conocidos como modelos jerárquicos, representan un importante avance metodológico en el estudio del comportamiento electoral. Estos modelos tienen en cuenta las diferentes escalas de influencia en el comportamiento de los individuos, desde el contexto local al nacional, pasando por el contexto individual. Por ejemplo, un modelo multinivel podría analizar el efecto de características individuales como la edad, el sexo, la educación y la etnia en el comportamiento electoral, teniendo en cuenta también el papel del contexto socioeconómico local y nacional, las características del sistema de partidos y la oferta política. De este modo, los modelos multinivel pueden ayudarnos a comprender cómo interactúan las influencias a distintos niveles para conformar el comportamiento de voto. Estos modelos ofrecen una flexibilidad considerable y permiten analizar datos complejos de forma más precisa y matizada. Se han utilizado para estudiar una serie de fenómenos políticos, como el comportamiento electoral, la participación política, las actitudes políticas y muchos otros. Así, el uso de modelos multinivel jerárquicos o explicativos representa una innovación significativa en la investigación del comportamiento electoral, ya que permite una comprensión más exhaustiva y matizada de los factores que influyen en el voto.

Los modelos estadísticos suelen denominarse modelos multinivel o jerárquicos. Están diseñados para tener en cuenta la complejidad inherente de los datos sociales, que a menudo comprenden estructuras anidadas o jerárquicas.

En el contexto de la investigación sobre el comportamiento electoral, estos modelos pueden utilizarse para examinar simultáneamente el efecto de las características individuales (como la edad, el sexo, la educación, las creencias políticas, etc.) y el efecto del contexto (por ejemplo, el sistema electoral, la oferta política, la campaña electoral, etc.) en la elección del voto de un individuo. Estos modelos también pueden utilizarse para estudiar las interacciones entre los factores individuales y contextuales. Por ejemplo, pueden utilizarse para examinar si el efecto de la educación en la elección del voto varía en función del contexto político en el que se encuentra un individuo. Al tener en cuenta simultáneamente los factores individuales y contextuales, así como sus interacciones, los modelos multinivel ofrecen una perspectiva más rica y completa sobre la formación de la elección electoral. Pueden ayudar a revelar dinámicas complejas que podrían pasar desapercibidas en los análisis que consideran los factores individuales y contextuales por separado.

Por ejemplo, los investigadores intentan ilustrar que el impacto de la identidad católica en el comportamiento electoral puede variar según el entorno religioso del votante. En otras palabras, la influencia de la identidad católica en el voto podría ser más o menos significativa dependiendo de si el individuo vive en un cantón predominantemente católico o en un cantón con diversidad religiosa. La idea subyacente es, por tanto, integrar en el análisis del comportamiento electoral tanto factores individuales, como la identidad religiosa, como factores contextuales, como la composición religiosa del cantón.

Este ejemplo es una buena ilustración de cómo los modelos multinivel pueden ayudar a revelar dinámicas complejas en el comportamiento electoral. En este caso, nos permiten ver cómo el impacto de la afiliación religiosa en la elección del voto puede variar según el contexto religioso del lugar donde vive el individuo. Esto significa que el efecto de la afiliación religiosa en el comportamiento electoral puede ser diferente en un contexto en el que la mayoría de la gente comparte la misma religión (un cantón católico, por ejemplo) en comparación con un contexto en el que la gente tiene religiones diferentes (un cantón religiosamente mixto). Esto puede deberse a varios factores. Por ejemplo, en un cantón predominantemente católico, las personas católicas pueden sentirse más cómodas expresando sus valores religiosos en su voto. Por otro lado, en un cantón de religión mixta, es más probable que los católicos voten por otros motivos, como la ideología política o cuestiones económicas. Este es un excelente ejemplo de cómo los modelos multinivel pueden ayudarnos a comprender las interacciones entre factores individuales y contextuales en la configuración del comportamiento electoral.

Casos prácticos: Análisis del comportamiento electoral[modifier | modifier le wikicode]

Étude de Cas 1 : Explication du Vote pour l'UDC[modifier | modifier le wikicode]

Cette étude analyse la composition de l’électorat UDC et l’évolution de cette composition au cours du temps.

Source: Oesch y Rennwald 2010

El gráfico de la izquierda, que muestra la proporción de votantes por clase que votaron al Partido Socialista en 2007 (en términos porcentuales), ilustra la composición del electorado del Partido Socialista tras las elecciones federales de 2007. Estos resultados se basan en una encuesta de opinión realizada después de las elecciones. Como se ha mencionado anteriormente, las encuestas SELECT, que se han realizado después de cada elección federal desde 1995, proporcionan un valioso conjunto de datos sobre el comportamiento de los votantes a nivel nacional en Suiza.

En 2007, el Partido Socialista obtuvo alrededor del 20% de los votos, que es también su resultado medio. Observando las diferentes categorías socioprofesionales, podemos ver la diferencia entre esta puntuación media y la proporción de votos obtenida en cada categoría. Esto permite identificar qué segmentos de la población son más propensos a votar al Partido Socialista y qué segmentos son menos propensos a hacerlo.

Refiriéndonos a la última línea, podemos ver que una categoría socioprofesional en particular votó masivamente al PS: los especialistas socioculturales. Mientras que la puntuación media del SP era del 20%, alcanzó el 34% entre esta categoría, lo que supone un aumento de catorce puntos porcentuales. Los especialistas socioculturales, a veces denominados "nueva clase media", incluyen a los empleados que trabajan en los sectores sanitario, social, educativo, cultural y de los medios de comunicación. Se trata de un segmento de la clase media alta cuyo número ha aumentado considerablemente. Podríamos referirnos a ellos de forma un tanto trivial como "bobo", por "burgués bohemio". Estos individuos disponen de recursos relativamente importantes, pero se adhieren a los valores redistributivos de la izquierda. Aunque el modelo de elección racional les predispondría a votar a la derecha debido a su ventajosa situación socioeconómica, tienden a apoyar programas de izquierdas por solidaridad social y adhesión a otros valores de izquierdas, como la apertura internacional y la solidaridad.

Todas las demás categorías socioprofesionales parecen estar por debajo de la puntuación media del Partido Socialista, incluidos los grupos denominados aquí "trabajadores de la producción", "trabajadores de los servicios" y "trabajadores de oficina". Estos últimos serían lo que antes se denominaba trabajadores manuales. Los trabajadores de la producción suelen ser personas que trabajan en la industria, realizan tareas repetitivas y tienen poca autonomía en su trabajo. Estas personas tienden a votar al Partido Socialista con menos frecuencia que la media.

La tendencia observada indica que los trabajadores de la producción, que suelen desempeñar funciones industriales que requieren tareas repetitivas y ofrecen poca autonomía, tienen una menor propensión a votar al Partido Socialista. Varios factores pueden explicar este fenómeno.

En primer lugar, el sector industrial ha experimentado cambios considerables en las últimas décadas, marcados por una creciente automatización y la deslocalización de la producción a regiones con bajos costes laborales. Estos cambios han provocado a menudo una mayor inseguridad laboral y un sentimiento de abandono entre estos trabajadores, que pueden sentirse menos representados por un partido tradicionalmente asociado a la defensa de los derechos de los trabajadores.

La naturaleza de la clase trabajadora también ha cambiado. Hoy en día incluye una gama mucho más amplia de ocupaciones y niveles de cualificación que en el pasado. Este grupo diverso puede tener preferencias políticas más diversas y no sentirse uniformemente atraído por el Partido Socialista. En segundo lugar, la aparición de cuestiones sociales como la inmigración y la identidad nacional también ha contribuido a cambiar el panorama político. En algunos casos, estas cuestiones han eclipsado los problemas económicos tradicionales en la agenda política, lo que ha llevado a algunos trabajadores de la producción a recurrir a partidos de derechas o populistas que prometen resolver estos problemas. Por último, el cambio de discurso político y de prioridades del Partido Socialista también puede haber influido. Como ya se ha señalado, el Partido Socialista parece haber logrado atraer a una proporción significativa de "especialistas socioculturales", un grupo que suele tener niveles de educación más altos y valores más liberales. Como resultado, el Partido Socialista puede haber orientado parte de su retórica y su programa para atraer a este grupo, posiblemente en detrimento de su tradicional atractivo para los trabajadores de la producción.

En las elecciones de 2007, la UDC (Unión Democrática del Centro) obtuvo el 28% de los votos, un resultado notable que, sin embargo, varía mucho según la categoría socioprofesional. En este contexto, podría afirmarse que el modelo de Columbia, que se centra en variables sociológicas como la clase social y la pertenencia a un grupo para explicar el comportamiento electoral, conserva cierta pertinencia. De hecho, la puntuación de la UDC refleja probablemente la influencia de los factores socioprofesionales en el comportamiento electoral. Este partido ha logrado atraer a una gran variedad de grupos sociales, reflejando una serie de preocupaciones diferentes, desde la inmigración a la economía, pasando por la soberanía nacional. Las significativas variaciones en el apoyo electoral de la UDC entre las distintas categorías socioprofesionales subrayan la importancia de la posición social de las personas a la hora de configurar sus preferencias políticas. Dicho esto, la fuerza de la UDC en 2007 no significa que el modelo de Columbia ofrezca una explicación exhaustiva o definitiva del comportamiento electoral. Otros factores, como las preocupaciones políticas a corto plazo, las percepciones de los temas y los candidatos, y el efecto de la campaña electoral, también pueden desempeñar un papel importante. Además, las ideas y los valores individuales también pueden interactuar con la clase social para influir en las opciones electorales. Aunque el modelo de Columbia puede seguir aportando información valiosa sobre el voto a la UDC en 2007, es necesario tener en cuenta una gama más amplia de factores para comprender plenamente el comportamiento electoral.

El principal apoyo de la UDC en las elecciones de 2007 procedió de los "pequeños independientes", entre los que se incluyen agricultores, comerciantes, artesanos y otros autónomos que no dirigen grandes empresas. A veces denominados la "vieja clase media", estos individuos apoyaron mayoritariamente a la UDC. De hecho, casi la mitad (44%) de los pequeños autónomos votaron a la UDC, un porcentaje significativamente mayor que el resultado global del partido (28%). Parece que los pequeños autónomos se identificaron con las posturas de la UDC en cuestiones como la soberanía nacional, la inmigración y quizá también la autonomía económica. Su apoyo pone de relieve cómo la posición socioeconómica de un individuo y su pertenencia a una categoría profesional específica pueden influir en sus preferencias políticas. Sin embargo, es importante señalar que estas personas constituyen uno de los dos principales bastiones de la UDC, lo que sugiere que el apoyo al partido se distribuye de forma diversa y compleja en la sociedad suiza.

La UDC también cuenta con un fuerte apoyo entre los trabajadores de la producción y los servicios. A pesar de su posicionamiento como partido de derechas en el espectro político, que no suele asociarse con la defensa de los intereses de los trabajadores, la UDC consiguió en 2007 alrededor del 40% de los votos de esta categoría de trabajadores, superando su resultado global del 28%. Cabe preguntarse por qué una proporción tan elevada de trabajadores decidió votar a la UDC, mientras que algunos sindicalistas podrían argumentar que la UDC no protege suficientemente a los trabajadores. Por ejemplo, se podría argumentar que la UDC no defiende a los trabajadores frente a la competencia de la mano de obra extranjera, salvo indirectamente al abogar por políticas de cierre de fronteras. Sin embargo, es posible que el éxito de la UDC con los trabajadores no esté vinculado principalmente a su programa económico. En cambio, parece más plausible que sea su programa cultural el que atraiga a estos votantes. La UDC aboga por el cierre de fronteras desde una perspectiva cultural, defendiendo las tradiciones y propugnando un cierto cierre internacional. Esta posición, motivada principalmente por consideraciones culturales, identitarias e históricas más que económicas, podría explicar la popularidad de la UDC entre los trabajadores de la producción y los servicios.

Desde una perspectiva bidimensional de la arena política, podemos ver que el éxito de la UDC es atribuible en gran medida a su posición en el eje tradición-opentividad más que a su posición en el eje económico. En este eje, la UDC no se diferencia realmente del Partido Liberal Radical (PLR). Esto ilustra la división entre ganadores y perdedores. Desde este punto de vista, la UDC y el PLR representan a los "ganadores" del sistema económico actual y defienden políticas liberales y de mercado. Sin embargo, la UDC se distingue en el eje tradición-apertura por adoptar posiciones más cerradas y tradicionales. Esto significa que muchos votantes pueden sentirse atraídos por la UDC no por sus posiciones económicas, que son similares a las del FDP, sino más bien por sus posiciones en cuestiones culturales y de identidad. Esto puede explicar por qué la UDC ha sido capaz de atraer una elevada proporción de votos de grupos como los trabajadores de la producción y los servicios, que pueden sentirse más amenazados por la apertura cultural y social.

En resumen, podría decirse que los que se sienten "ganadores" de la apertura internacional y la globalización suelen ser los especialistas socioculturales, mientras que los percibidos como "perdedores" son los que temen esta apertura. Estos últimos no sólo temen una mayor competencia económica, sino también cambios en la cultura y la identidad. Entre estos grupos se encuentran los pequeños autónomos, así como los trabajadores de la producción y los servicios. Al mismo tiempo, la UDC obtuvo una puntuación significativamente más baja entre los especialistas étnicos y socioculturales. En cierto modo, se trata del efecto contrario al que observamos para el Partido Socialista. Estos grupos suelen tener una mentalidad más internacional y son más proclives a la diversidad cultural, lo que se refleja en su tendencia a votar a partidos más de izquierdas, como el Partido Socialista, que a partidos más de derechas, como la UDC.

La división de clases sigue desempeñando un papel crucial en el comportamiento electoral, pero su naturaleza ha cambiado con el tiempo. Tradicionalmente, esta división se consideraba entre trabajadores y empresarios, reflejando las ideas de Marx sobre el conflicto entre trabajo y capital. Durante un largo periodo de la historia europea, vimos una clara divergencia en el voto entre estos dos grupos, con los trabajadores inclinándose generalmente hacia los partidos de izquierdas y los empresarios tendiendo a apoyar a los partidos de derechas. Sin embargo, esta división tradicional ha cambiado con el tiempo y la dinámica del conflicto de clases se ha vuelto más compleja. Ya no se trata sólo de una oposición entre trabajo y capital, sino de una multitud de divisiones sociales, económicas y culturales que interactúan de forma compleja. Por ejemplo, como hemos mencionado antes, grupos como los pequeños autónomos y los trabajadores de la producción y los servicios tienden a apoyar a la UDC de derechas, no necesariamente por sus posiciones económicas, sino por sus preocupaciones culturales e identitarias. Esto demuestra que, aunque la división de clases sigue siendo un factor importante, debe analizarse junto con otras dimensiones sociopolíticas para comprender plenamente el comportamiento electoral contemporáneo.

En muchos países, entre ellos Suiza, hemos asistido a un cambio en la forma en que las divisiones de clase se manifiestan en el comportamiento electoral. Este fenómeno se describe a menudo como una desalineación y realineación de los votantes en relación con los partidos políticos. En concreto, hemos visto una tendencia en la que los votantes de clase trabajadora, que históricamente se alineaban con partidos de izquierdas, han empezado a acercarse a partidos populistas de derechas. Este movimiento se ha observado no sólo en Suiza, sino también en otros países como Francia, Austria, los Países Bajos y los países escandinavos. Hay varias explicaciones posibles para este fenómeno. Algunos sugieren que estos votantes están cada vez más preocupados por cuestiones de identidad cultural y soberanía nacional, temas a menudo destacados por los partidos populistas de derechas. Otros sostienen que estos votantes se sienten defraudados por los partidos de izquierda tradicionales, que tienden a centrarse más en cuestiones sociales y económicas. Sea cual sea la razón exacta, está claro que el panorama político está cambiando y que la tradicional división de clases ya no puede explicar por sí sola el comportamiento electoral. Por tanto, los politólogos deben tener en cuenta estas nuevas dinámicas a la hora de analizar las tendencias electorales actuales.

En todos estos países, se observa que durante los años ochenta y noventa se produjo un cambio, ya que una parte importante de los trabajadores que tradicionalmente votaban a la izquierda se pasaron a la derecha populista. Es importante señalar que este fenómeno no afecta a todos los trabajadores, sino a una parte importante de ellos. Al mismo tiempo, hemos asistido a un fortalecimiento de los especialistas socioculturales, o de la nueva clase media, como bastión del voto de izquierdas. Este fenómeno se caracteriza por individuos con una situación socioeconómica relativamente acomodada que, a pesar de su posición, tienden a apoyar ideales redistributivos y valores generalmente asociados a la izquierda, como la apertura internacional y la solidaridad. Esta transformación del paisaje electoral es una poderosa constatación que es tan cierta en Suiza como en otros países. Tiene un profundo impacto en la política de estos países y requiere una comprensión detallada si se quieren interpretar adecuadamente las tendencias electorales actuales.

Source: Oesch y Rennwald 2010

El gráfico muestra la evolución del voto a la UDC (Unión Democrática del Centro) entre las clases trabajadoras entre 1995 y 2007. En 1995, entre el 15% y el 20% de los trabajadores de los servicios, la producción y las oficinas votaban a la UDC. Sin embargo, en un periodo de aproximadamente una década, hemos asistido a un aumento significativo de esta cifra, alcanzando porcentajes de entre el 35% y el 40% del voto de la clase trabajadora. Cabe señalar que la UDC ha experimentado un aumento del apoyo en todos los segmentos del electorado en los últimos veinte años. Sin embargo, el aumento más marcado se ha producido entre el electorado obrero. Esto ilustra la reformulación de la división de clases de la que hemos hablado antes, mostrando un cambio importante en los patrones de voto de estos grupos a lo largo del tiempo.

La división de clases sigue siendo relevante para el comportamiento electoral, pero su naturaleza ha cambiado profundamente. Se ha reestructurado mediante movimientos de desalineación y realineación entre las diferentes clases sociales y partidos políticos. El término "desalineación" se refiere, por ejemplo, al fenómeno de los trabajadores que se distancian gradualmente del Partido Socialista o de la izquierda en general, mientras que "realineación" se refiere a su creciente atracción por partidos como la UDC. Este proceso de cambio de lealtades partidistas en función de la clase ha llevado a un cambio en la naturaleza de la división de clases. Hoy hablamos de una "nueva división de clases", que enfrenta a los "ganadores" de la globalización, como los altos ejecutivos y la nueva clase media, con los que se perciben -o se perciben a sí mismos- como los "perdedores" de la globalización. Entre estos últimos se encuentran las clases trabajadoras y la antigua clase media, formada por pequeños autónomos como artesanos, agricultores y comerciantes.

El cuadro muestra cómo ha evolucionado el voto a la UDC entre las distintas categorías de las clases medias. Muestra tres segmentos de las clases trabajadoras: oficinistas (en gris), trabajadores de los servicios (línea de puntos) y trabajadores de la producción (en negro). En las tres categorías se observa un aumento significativo del porcentaje de personas que votaron a la UDC. Aunque la UDC ganó terreno en todos los estratos de la población, esto es especialmente cierto en el caso de las clases trabajadoras.

Este gráfico es una simple disposición de los votantes en un espacio bidimensional.

Source: Oesch y Rennwald 2010b: 276

El eje horizontal refleja una dimensión socioeconómica que puede interpretarse como favorable a "más Estado" o "más mercado". Esta dimensión se deriva de dos preguntas principales formuladas en los sondeos de opinión.

  • La primera pregunta se refiere al gasto social: ¿están los encuestados a favor de un aumento o una disminución del gasto social por parte de la Confederación? Esto puede ayudar a determinar si una persona tiene una inclinación más social (a favor de más gobierno) o más liberal (a favor de más mercado).
  • La segunda pregunta se refiere a la fiscalidad de las rentas altas: ¿están los encuestados a favor o en contra de un aumento de la fiscalidad sobre las rentas altas? Esta pregunta mide las actitudes hacia la redistribución de la riqueza, que es otra forma de evaluar si una persona se inclina más por las políticas estatales o de mercado.

Combinando las respuestas a estas dos preguntas, podemos hacernos una idea aproximada de la posición de una persona en el eje socioeconómico. Esta dimensión socioeconómica clasifica a los individuos en función de sus preferencias en materia de redistribución de la riqueza por parte del Estado. Si una persona está "a favor del gasto" y "a favor de subir los impuestos", es decir, apoya el aumento del gasto social y una mayor fiscalidad de las rentas altas, esto puede interpretarse como valores de izquierdas. Estas personas suelen apoyar una mayor redistribución de la riqueza por parte del Estado, lo que puede significar más servicios públicos, programas sociales más generosos y una mayor igualdad de ingresos. Por el contrario, si una persona está "en contra del gasto" y "en contra de subir los impuestos", es decir, está en contra de aumentar el gasto social y de subir los impuestos a los que más ganan, esto puede interpretarse como valores de derechas. Estas personas tienden a apoyar una menor intervención del Estado en la economía, prefiriendo dejar que el mercado opere libremente. En general, son partidarios de bajar los impuestos y de que el Estado redistribuya menos la riqueza. Esta dimensión socioeconómica es, por lo tanto, una forma útil de entender dónde se sitúa la gente en el espectro político cuando se trata de cuestiones económicas.

El eje vertical está más relacionado con la dimensión cultural o identitaria de la política, y nos ayuda a comprender en qué parte del espectro político se sitúa la gente cuando se trata de cuestiones de nacionalidad, identidad nacional e inmigración. Si alguien está "a favor de la adhesión de Suiza a la Unión Europea" y "a favor de una Suiza que dé las mismas oportunidades a suizos y extranjeros", podemos decir que esta persona se sitúa más arriba en el eje, mostrando una mayor apertura a la influencia y participación extranjeras. Estas personas suelen ser más progresistas en cuestiones de identidad e inmigración, y pueden estar más inclinadas a apoyar políticas de inclusión y diversidad. Por el contrario, si una persona está "a favor de una Suiza que vaya por libre" y "a favor de una Suiza que favorezca a los suizos frente a los extranjeros", puede decirse que está más abajo en el eje, mostrando una postura más proteccionista y nacionalista. Estas personas suelen ser más conservadoras en cuestiones de identidad e inmigración, y pueden ser más proclives a apoyar políticas que favorezcan a los ciudadanos nacionales y limiten la inmigración. Estos dos ejes -socioeconómico y cultural/identitario- pueden combinarse de distintas maneras para formar una amplia gama de posiciones políticas. Por ejemplo, alguien puede ser económicamente conservador (a favor de una menor redistribución) y culturalmente progresista (a favor de la inclusión de los extranjeros), o viceversa.

Agrupando estos subgrupos por profesión y partido político, podemos ilustrar cuál es la posición de estos grupos en el eje socioeconómico (más Estado o más mercado) y en el eje cultural/identitario (apertura internacional o cierre nacional). Al calcular la posición media de cada grupo, es importante tener en cuenta que se trata de una media. Esto significa que representa una posición "central" en torno a la cual varían las respuestas individuales. Esto explica por qué, a pesar de las diferencias significativas en las actitudes políticas dentro de cada grupo, las medias pueden aparecer relativamente cerca del centro del gráfico. Analizando estas medias, podemos hacernos una idea general de las actitudes políticas dominantes dentro de cada subgrupo de votantes. Sin embargo, también es importante tener en cuenta la diversidad de opiniones dentro de cada grupo. Por ejemplo, no todos los directivos son económicamente conservadores, y no todos los especialistas socioculturales son necesariamente progresistas en cuestiones de identidad e inmigración.

Utilizar la posición media para representar la orientación política de un grupo da una visión de conjunto, pero también puede ocultar una diversidad de opiniones dentro del mismo grupo. Esto puede explicar por qué, a pesar de las diferencias en las opiniones individuales, estas medias pueden a veces situarse cerca del centro del gráfico. Por ejemplo, si nos fijamos en los especialistas socioculturales que votan al Partido Socialista (PS) o a la Unión Democrática del Centro (UDC), podemos ver que, a pesar de su afiliación profesional común, sus posiciones medias en estos ejes socioeconómico y cultural/identitario difieren según el partido al que voten. En cuanto a los directivos, unos pueden situarse a la derecha, otros a la izquierda, y algunos pueden ser más o menos abiertos o cerrados en el eje cultural/identitario. Si se tiene en cuenta la media de sus posiciones, se sitúan cerca del centro del gráfico, lo que refleja una diversidad de opiniones políticas dentro de este grupo. Este tipo de análisis pone de relieve no sólo las divergencias políticas entre las distintas clases profesionales, sino también las divergencias dentro de esas clases. Es un recordatorio importante de que, aunque puedan observarse ciertas tendencias generales, las actitudes políticas son diversas y variadas.

Parece que el Parti Socialiste (PS) tiene una base electoral ideológicamente más diversa que la Union Démocratique du Centre (UDC). Esto puede sugerir que el PS aglutina un abanico más amplio de opiniones en la escala económica (desde la redistribución a la preferencia por el mercado) y en la escala de apertura frente a tradición. En cambio, la UDC parece reunir a votantes con valores más similares, centrados principalmente en la defensa de las tradiciones y con una ligera inclinación hacia políticas económicas de derechas. Esto puede indicar que la UDC tiene una base de votantes más homogénea que comparte un conjunto de valores comunes. También es muy interesante la diferencia entre los trabajadores de la producción que votaron a la UDC y los que votaron al PS. Demuestra claramente cómo las diferencias de percepción y valores pueden dividir a un mismo grupo socioprofesional. También muestra que las preferencias políticas no están necesariamente determinadas sólo por la clase profesional, sino que también pueden estar influidas por otros factores, como las creencias personales, la identidad cultural y la visión del mundo.

Existe un dilema común al que se enfrentan muchos partidos políticos, especialmente los de la izquierda tradicional, como el Partido Socialista en Suiza. Estos partidos han apoyado históricamente a los trabajadores y han promovido la redistribución económica y la equidad social. Sin embargo, a medida que las economías y las sociedades han ido evolucionando, también han ganado el apoyo de grupos socioculturales más educados y liberales, que tienen preferencias políticas diferentes, sobre todo en las cuestiones de la inmigración y la apertura internacional. Se trata, por tanto, de una situación delicada para el PS, ya que tiene que encontrar un equilibrio entre estos dos grupos de votantes. Si se inclina demasiado hacia uno u otro, corre el riesgo de perder el apoyo del otro grupo. Esta es una cuestión importante para el SP y otros partidos de izquierdas de todo el mundo, mientras navegan en este complejo entorno político. Este dilema también está vinculado a tendencias más amplias en muchos países occidentales, donde las preferencias políticas están cada vez menos definidas por la clase económica y más influidas por cuestiones culturales y de identidad, como la apertura a la inmigración y la globalización. Esto ha dado lugar a un realineamiento político en el que algunos trabajadores se han decantado por partidos populistas de derechas, mientras que los grupos más educados han apoyado a partidos de izquierdas.

Esta tensión entre distintas facciones del electorado es un reto importante para el Partido Socialista y otros partidos tradicionales de izquierda de todo el mundo. Si adoptan posturas más liberales en cuestiones como la inmigración y la integración europea, corren el riesgo de perder el apoyo de los trabajadores y otros grupos más escépticos al respecto. Por otro lado, si adoptan una postura más dura en estas cuestiones, corren el riesgo de alienar a los votantes más educados y liberales que apoyan estas políticas. El reto para estos partidos es, por tanto, encontrar un equilibrio entre estas diferentes preferencias. Esto puede implicar desarrollar un mensaje que atraiga tanto a los trabajadores como a los votantes más liberales, o encontrar formas de abordar las preocupaciones de estos grupos en cuestiones específicas sin alienar al otro grupo. Es una tarea difícil, y no hay soluciones fáciles. Este dilema es en parte el resultado de cambios más amplios en la política y la sociedad. Mientras que antes la clase económica era el principal determinante del comportamiento electoral, ahora las cuestiones culturales y de identidad desempeñan un papel mucho más importante. Estas tendencias, combinadas con la globalización y otros cambios económicos, han hecho más complejo el panorama político y han creado nuevos retos para los partidos tradicionales.

La UDC (Unión Democrática del Centro) ha logrado construir una base de votantes relativamente homogénea en torno a temas como la soberanía, la inmigración y la tradición. No es una tarea fácil, ya que los partidos pueden verse atrapados entre distintas facciones de su base electoral que tienen opiniones divergentes sobre estos temas. La UDC ha logrado mantener una base de votantes relativamente coherente centrándose en temas que trascienden las divisiones tradicionales de clase. Por ejemplo, los temas de la soberanía, la inmigración y la tradición son probablemente importantes para muchos votantes, ya sean de clase trabajadora o media. Esto sugiere que el Partido Popular Suizo (SVP) ha sido capaz de atraer a una base de votantes diversa centrándose en cuestiones que trascienden las divisiones tradicionales de clase u ocupación. Es un recordatorio importante de que las afiliaciones políticas no sólo se definen por cuestiones económicas, sino que también pueden estar determinadas por cuestiones de identidad nacional, soberanía y política migratoria. Estas cuestiones pueden ser especialmente importantes en el contexto de la globalización y el cambio demográfico. En Suiza, la UDC ha sabido aprovechar estas preocupaciones para ganarse el apoyo de diversos grupos de votantes. Su insistencia en la independencia, la soberanía, la neutralidad y una política migratoria más estricta parece haber tocado la fibra sensible de muchos votantes de clase media y trabajadora.

Como vemos, en la dimensión horizontal, el Partido Socialista no tiene demasiados problemas porque el conjunto de su electorado es relativamente homogéneo en esta dimensión, están todos alineados en -1 y -1,5 estando todos agrupados casi en una vertical lo que significa que en las cuestiones de redistribución, el electorado del Partido Socialista es homogéneo. Los trabajadores porque están a favor de una política redistributiva que sirva a sus intereses, y los especialistas socioculturales porque están dispuestos a hacer un esfuerzo de solidaridad con las clases menos favorecidas.

Esto pone de manifiesto una tendencia importante: dentro del Partido Socialista Suizo (PS), existe una fuerte cohesión en cuestiones económicas, sobre todo en materia de redistribución. En general, la clase trabajadora está a favor de una mayor redistribución, porque puede beneficiarse directamente de ella. Por otra parte, los especialistas socioculturales, aunque generalmente mejor situados, también están a favor de una mayor redistribución. Esto puede deberse a diversos factores, como una mayor sensibilidad hacia las cuestiones de equidad social, un compromiso con la solidaridad y una voluntad de invertir en servicios públicos de calidad. Sin embargo, el PS se enfrenta a un reto mayor en el eje de apertura y cierre, donde existe una mayor divergencia de opiniones entre los distintos segmentos de su electorado. Esta divergencia podría suponer un reto para el SP a la hora de mantener la cohesión de la base del partido y formular un mensaje político claro y unificado. Aunque este gráfico muestra cierta cohesión dentro del SP en cuestiones de redistribución, esto no significa necesariamente que todos los votantes del SP estén de acuerdo en los detalles de cómo debería aplicarse la redistribución. Por ejemplo, puede haber diferencias de opinión en cuestiones como el nivel adecuado de impuestos, la mejor manera de prestar servicios sociales o el papel del gobierno en la economía.

A pesar de los cambios en la estructura social y la transformación económica, la clase social sigue siendo un factor importante para comprender el comportamiento electoral. Sin embargo, la naturaleza de esta división de clases ha cambiado. En el pasado, la división de clases podía describirse simplemente en términos de trabajadores frente a propietarios, o trabajadores manuales frente a clases medias y altas. Sin embargo, las transformaciones económicas y sociales han hecho que esta división de clases sea mucho más compleja. Por ejemplo, ahora se observan divisiones entre los trabajadores de diferentes industrias, entre los asalariados y los autónomos, y entre los que se benefician de la globalización y los que se sienten amenazados por ella. Al mismo tiempo, es importante señalar que la división de clases no puede explicar todos los aspectos del comportamiento electoral. Otros factores, como los valores culturales, las actitudes hacia la inmigración o la Unión Europea, o las opiniones sobre cuestiones de género y diversidad, también pueden desempeñar un papel importante. Además, el comportamiento electoral puede verse influido por factores más contingentes, como los temas políticos del momento, la popularidad de los líderes de los partidos o los escándalos políticos.

El panorama político ha cambiado significativamente en los últimos años, con la aparición de los "especialistas socioculturales" como grupo de apoyo clave para la izquierda. Esto se debe en parte a los valores y preocupaciones específicos de este grupo. Los especialistas socioculturales, que incluyen profesiones como profesores, trabajadores sociales, profesionales de la salud, periodistas y artistas, suelen estar bien formados y conceden gran importancia a valores como la igualdad, la diversidad, la justicia social y la sostenibilidad medioambiental. En consecuencia, suelen estar en sintonía con las prioridades y los valores de la izquierda. Al mismo tiempo, este grupo también puede sentirse amenazado por algunas de las tendencias económicas actuales, como la precarización del trabajo, el estancamiento salarial, el aumento del coste de la vida, sobre todo de la vivienda, y la creciente desigualdad. Estas preocupaciones también pueden hacerles más receptivos a los mensajes de la izquierda sobre cuestiones como la protección social, la redistribución de la riqueza y la regulación del mercado.

El reforzamiento de la división entre los supuestos ganadores y perdedores de la globalización ha provocado una importante transformación del panorama político. Las clases trabajadoras y las antiguas clases medias, como pequeños empresarios, artesanos, comerciantes y agricultores, que pueden sentirse amenazadas o dejadas de lado por la globalización y el cambio económico, se han volcado en partidos como la UDC en Suiza. Estos partidos tienden a abogar por una postura más "nacional", defendiendo las tradiciones y una cierta forma de autoritarismo. Se trata de una tendencia que se observa no sólo en Suiza, sino también en otros países, donde los partidos populistas de derechas han logrado captar a una parte del electorado que se siente amenazada por los cambios económicos y sociales. Estos partidos tienden a centrarse en cuestiones como la inmigración, la soberanía nacional y el rechazo de ciertas formas de cooperación internacional. Dicho esto, es importante señalar que no todos los miembros de estos grupos comparten necesariamente estos puntos de vista. Como ocurre con cualquier categoría social, existe una diversidad de opiniones y prioridades dentro de las clases trabajadoras y la antigua clase media. Al mismo tiempo, la dimensión de "tradición abierta" de la división política se ha hecho cada vez más importante, reflejando diferencias de opinión no sólo en cuestiones económicas, sino también en cuestiones de valores culturales y sociales. Esto ha añadido otra capa de complejidad a la política contemporánea.

Caso práctico 2: Análisis del éxito de la UDC[modifier | modifier le wikicode]

El voto temático es un enfoque del análisis del comportamiento electoral que se centra en cómo reaccionan los votantes ante cuestiones o temas específicos, más que en su pertenencia a determinados grupos socioeconómicos. En el caso del voto a la UDC o a partidos similares, los temas pueden incluir cuestiones como la inmigración, la soberanía nacional, la seguridad, la defensa de las tradiciones o la oposición a la integración europea. Estas cuestiones pueden tener especial resonancia entre los votantes que se sienten amenazados o rezagados por el cambio económico y social, independientemente de su posición socioeconómica concreta. Este enfoque reconoce que los votantes son capaces de hacer sus propias evaluaciones de las cuestiones políticas y votar en consecuencia. También sugiere que el comportamiento de voto puede verse influido por las campañas políticas y los mensajes de los medios de comunicación que hacen hincapié en determinadas cuestiones en detrimento de otras.

El voto por cuestiones se basa en la idea de que los votantes eligen en función de cuestiones específicas que son importantes para ellos, más que por su lealtad a largo plazo a un partido político concreto o su pertenencia a una clase social determinada. Los temas pueden variar significativamente de unas elecciones a otras y también pueden variar según el contexto local, nacional o internacional. Pueden incluir cuestiones económicas, como la fiscalidad o el gasto público, sociales, como la inmigración o los derechos de las minorías, o medioambientales, como el cambio climático.

Este enfoque trata de entender qué cuestiones son las más importantes para los votantes, cómo se posicionan en relación con estas cuestiones y cómo influyen estas posiciones en su voto. Por ejemplo, un votante que considera que la inmigración es el problema más importante al que se enfrenta su país es más probable que vote a un partido que promete restringir la inmigración. Los investigadores que utilizan este enfoque pueden emplear encuestas de opinión para recabar información sobre las actitudes de los votantes ante diversas cuestiones. A continuación, pueden utilizar esta información para construir modelos que predigan el comportamiento electoral en función de las posiciones de los votantes sobre estas cuestiones. Se trata de un enfoque que reconoce que el comportamiento electoral es dinámico y puede cambiar en respuesta a cuestiones de actualidad. También reconoce que los votantes no son meros receptores pasivos de mensajes políticos, sino que son capaces de hacer sus propias evaluaciones de los temas y tomar decisiones basadas en esas evaluaciones.

Los votantes pueden verse influidos por cuestiones o problemas inmediatos y actuales que afectan a la sociedad. Estos temas pueden ser muy diversos e incluir cuestiones económicas (como el desempleo o la inflación), sociales (como los derechos de las minorías o la igualdad de género), políticas (como la corrupción o la transparencia del gobierno) o medioambientales (como el cambio climático o la contaminación). Es importante señalar que los temas relevantes en unas elecciones concretas pueden variar considerablemente en función del contexto local, nacional e internacional. Por ejemplo, el cambio climático puede ser un tema importante en un país muy afectado por sus efectos, pero no en otro en el que el problema sea menos urgente o visible. Además, los temas también pueden variar según el electorado concreto. Por ejemplo, los votantes jóvenes pueden estar más preocupados por cuestiones de educación y empleo, mientras que los votantes de más edad pueden estar más preocupados por cuestiones de jubilación y asistencia sanitaria. Así pues, el voto por temas implica un enfoque más dinámico y flexible de la política, que reconoce que las actitudes y preocupaciones de los votantes pueden cambiar en respuesta a las condiciones cambiantes de la sociedad y el mundo.

Las campañas electorales suelen ser momentos cruciales para poner de relieve cuestiones concretas. Los partidos políticos y los candidatos suelen tratar de moldear el debate público centrándose en cuestiones específicas que consideran puntos fuertes para ellos o puntos débiles para sus oponentes. Al centrarse en determinadas cuestiones, pueden conseguir cambiar el discurso público y dirigir la atención de los votantes hacia esos temas. Esta estrategia puede ser especialmente eficaz si los votantes perciben que el partido o el candidato tiene una posición fuerte, creíble y atractiva sobre el tema en cuestión. Por ello, la fijación de la agenda política y la comunicación estratégica son elementos esenciales de cualquier campaña electoral de éxito. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los votantes no son meros receptores pasivos de estos mensajes. Evalúan e interpretan activamente esta información a la luz de sus propios valores, experiencias y prioridades, lo que también puede influir en su comportamiento de voto.

El voto por temas pone de relieve un aspecto dinámico del comportamiento electoral. En lugar de centrarse únicamente en las afiliaciones partidistas tradicionales o en las identidades de clase, este enfoque trata de comprender cómo reaccionan los votantes ante cuestiones específicas y retos políticos actuales. Las preferencias políticas de las personas pueden cambiar en función de la importancia que concedan a diferentes cuestiones en distintos momentos. Por ejemplo, una persona puede votar generalmente a un partido concreto por sus convicciones sobre cuestiones económicas, pero puede optar por votar a otro partido en unas elecciones concretas si cree que ese otro partido tiene un planteamiento mejor sobre una cuestión que es especialmente importante para ella en ese momento, como el medio ambiente o la salud pública. Esto también puede explicar por qué a veces los votantes parecen votar en contra de sus aparentes intereses económicos si otras cuestiones o asuntos son más importantes para ellos. Del mismo modo, los votantes pueden cambiar sus preferencias partidistas en respuesta a grandes acontecimientos o crisis políticas. Por tanto, esta perspectiva ofrece una visión más flexible y receptiva del comportamiento electoral, teniendo en cuenta las influencias a corto plazo, así como las lealtades partidistas a largo plazo.

Votación por temas[modifier | modifier le wikicode]

Existen dos tipos principales de explicaciones vinculadas a las cuestiones en juego.

La primera explicación se deriva directamente de un modelo de elección racional, en el que el votante vota racionalmente, haciendo un cálculo de coste-beneficio. La idea es que los votantes votarán al partido que más se acerque a ellos en cuanto a las cuestiones en juego. Los partidos que tienen las preferencias más parecidas a las de los votantes son a los que votarán. En este modelo, los votantes son considerados consumidores políticos que toman decisiones de voto basadas en una evaluación de costes y beneficios. Esto supone que los votantes están bien informados, que comprenden sus propios intereses y que son capaces de evaluar correctamente las políticas propuestas por los distintos partidos. Se espera que elijan al partido o candidato cuyas posiciones se acerquen más a sus propias preferencias o convicciones. Por ejemplo, un votante que considere que la protección del medio ambiente es la cuestión más importante para él tratará de votar al partido o candidato que proponga las políticas medioambientales más firmes o eficaces.

Si, por ejemplo, una persona está a favor de limitar la inmigración, es probable que vote a un partido que apoye políticas de inmigración restrictivas. Para modelizar esta situación, se pueden utilizar escalas para evaluar las posiciones de las personas y los partidos políticos sobre diversas cuestiones. Una vez establecidas estas posiciones, es posible calcular una "distancia" entre el votante y cada partido en función de sus respectivas posiciones sobre los temas. Esta distancia puede utilizarse entonces para estimar la probabilidad de que un votante vote a un determinado partido, siendo la probabilidad generalmente mayor para los partidos que están más cerca del votante en la escala de cuestiones.

En este modelo, las posiciones políticas se representan en un espacio multidimensional, donde cada dimensión representa una cuestión política (por ejemplo, la inmigración, la economía, el medio ambiente, etc.). Los votantes y los partidos políticos se sitúan en este espacio en función de sus posiciones sobre estas cuestiones. Por lo general, se supone que los electores votarán al partido más próximo a ellos en este espacio, es decir, el partido cuyas posiciones sobre los distintos temas se aproximen más a las suyas. Esto permite obtener predicciones cuantitativas sobre el comportamiento electoral. Por ejemplo, si un votante se encuentra a cierta distancia de un partido en la escala de inmigración, podemos calcular la probabilidad de que vote a ese partido en función de esa distancia.

El modelo de proximidad es un concepto importante en la teoría de la elección electoral. Postula que el comportamiento electoral de un individuo está influido en gran medida por la proximidad entre sus propias opiniones políticas y las de un partido o candidato sobre las cuestiones que son importantes para ese votante. En otras palabras, según el modelo de proximidad, es más probable que un votante vote al partido o candidato cuyas posiciones políticas se aproximen más a las suyas, en las cuestiones que considera importantes. Esta "distancia" entre el votante y el partido puede medirse en varias cuestiones o dimensiones políticas, como la economía, el medio ambiente, la inmigración, etc. Así, cuanto más "cerca" esté un partido de las opiniones personales del votante en cuestiones importantes para él, mayor será la probabilidad de que vote a ese partido, según el modelo de proximidad.

La segunda hipótesis, estrechamente relacionada con la primera, es que los votantes tienden a votar al partido que perciben como el más competente o el más comprometido en la cuestión que consideran más importante. Es lo que se conoce como voto por temas. Según esta teoría, lo decisivo no son necesariamente las posiciones de los votantes y los partidos sobre los distintos asuntos, sino la percepción de qué asunto es actualmente el más importante en el país, y qué partido se considera más capaz de gestionar ese asunto. Esto significa que lo decisivo no es tanto la posición de los votantes y los partidos sobre las distintas cuestiones, sino la identificación de la cuestión más crucial en un momento dado en el país. También se trata de saber qué partido está asociado a esa cuestión, qué partido ha adquirido a lo largo de los años una reputación de actor activo y competente en esa cuestión, capaz de gestionarla y de encontrar soluciones. Si esta cuestión adquiere especial relevancia entre la población, el partido en cuestión podrá sacar de ella una ventaja electoral.

Este concepto se conoce como "propiedad de los asuntos". Cada partido intenta desarrollar su reputación y sus competencias en torno a temas específicos. Por ejemplo, para los Verdes, se trata de desarrollar su reputación de competencia en cuestiones medioambientales. Para los socialistas, el objetivo es destacar su experiencia en política social y redistribución. Para el PLR, el objetivo es reforzar su experiencia en política económica. En cuanto a la UDC, su objetivo es desarrollar su competencia en inmigración, seguridad y política europea.

El concepto de "apropiación de temas" es un aspecto esencial de la política moderna y del posicionamiento estratégico de los partidos políticos. Se basa en la idea de que cada partido político busca asociarse con temas específicos que se perciben como importantes para los votantes. La idea es crear una asociación mental entre el partido y el tema, de modo que cuando los votantes piensen en el tema, piensen también en el partido. Los Verdes, por ejemplo, han construido su identidad política en torno a cuestiones medioambientales. Han tratado de posicionarse como defensores del medio ambiente y la sostenibilidad, y se han esforzado por garantizar que estas cuestiones se asocien a su imagen de marca. En consecuencia, es probable que los votantes especialmente preocupados por las cuestiones medioambientales piensen en los Verdes a la hora de votar. El Partido Socialista, por su parte, lleva mucho tiempo asociado a la defensa de los derechos de los trabajadores y la redistribución de la riqueza. Han cultivado una imagen de defensores de las clases trabajadoras y promotores de la igualdad social. En consecuencia, los votantes preocupados por las desigualdades sociales y económicas, o favorables a una política de redistribución, son más propensos a votar al Partido Socialista. El PLR, por su parte, ha intentado posicionarse como el partido de la economía, haciendo hincapié en cuestiones de política económica, liberalismo y libre mercado. Los votantes preocupados por estas cuestiones son más propensos a votar al PLR. Por último, la UDC se ha posicionado como el partido de la inmigración, la seguridad y la política europea. Los votantes que consideran estos temas de especial importancia son más propensos a votar a la UDC.

La reputación de competencia de un partido político en un tema determinado, o su "apropiación del tema", suele ser estable y difícil de cambiar. Esta estabilidad se debe a varios factores. En primer lugar, la reputación de competencia de un partido en una cuestión determinada suele ser el resultado de muchos años, incluso décadas, de trabajo y compromiso en torno a esa cuestión. Un partido que ha defendido con regularidad y coherencia una determinada posición sobre un tema, o que ha hecho de ese tema una parte central de su programa político, ha conseguido por lo general convencer a los votantes de su competencia en la materia. Cambiar la percepción de los votantes lleva tiempo. En segundo lugar, los partidos políticos suelen ser reacios a cambiar radicalmente su posición sobre una cuestión, ya que esto podría percibirse como oportunismo o volubilidad, lo que podría alejar a su base de votantes. Por eso tienden a adherirse a posiciones y cuestiones mantenidas durante mucho tiempo. Sin embargo, cuando la importancia percibida de un determinado tema aumenta entre los votantes -quizás debido a acontecimientos actuales o a cambios sociales o económicos-, un partido con una sólida reputación de competencia en ese tema puede beneficiarse electoralmente. Por ejemplo, si el medio ambiente se convierte de repente en una cuestión mucho más importante para los votantes, es probable que los partidos ecologistas vean aumentar su apoyo.

En 2015, en plena crisis migratoria, el tema de la inmigración y los refugiados dominó el debate político en Suiza, como en muchos otros países europeos. Esto benefició al Partido Popular Suizo (SVP), que desde hacía tiempo había hecho de la limitación de la inmigración uno de sus principales ejes políticos. Gracias a su firme postura al respecto y a su reputación de partido con soluciones, aunque algunos las consideraran simplistas, a la cuestión de la inmigración, la UDC pudo atraer a un gran número de votantes preocupados por la crisis migratoria. Incluso sin una intensa campaña electoral, la UDC pudo exponer su punto de vista porque el tema estaba constantemente en las noticias. Esto probablemente contribuyó a su victoria electoral en octubre de 2015.

Source: Nicolet and Sciarini (2010: 451)

Este gráfico procede de una encuesta realizada tras las elecciones federales suizas de 2007. En esta encuesta seguimos sistemáticamente una metodología determinada. En primer lugar, pedimos a los encuestados que identificaran el problema más importante al que se enfrentaba Suiza en aquel momento. Se trataba de una pregunta abierta, que permitía responder libremente. A continuación, agrupamos las respuestas en distintas categorías para facilitar el análisis. A continuación, formulamos una pregunta de seguimiento: "En su opinión, ¿qué partido está mejor situado para resolver el problema X que ha identificado? Esto nos permitió comprender qué partido asociaban los votantes con la capacidad de resolver los problemas específicos que habían identificado. En otra sección del cuestionario, preguntamos a los encuestados a qué partido habían votado en las elecciones. Combinando estos tres datos -el problema más importante, el partido considerado más competente para resolverlo y el voto efectivo- podemos comprender cómo influyeron en el comportamiento de voto la percepción de los problemas y la competencia de los partidos.

Este gráfico incluye a todas las personas encuestadas, es decir, 1.716 personas. Todas estas personas participaron en las elecciones y eligieron un partido. En la primera línea del cuadro, hemos desglosado las respuestas a la primera pregunta, que era abierta. Para el 35% de los encuestados, los temas más importantes eran la inmigración, la seguridad y la integración de los refugiados. Para el 16%, el medio ambiente. Para el 31% de los encuestados, su principal preocupación era la economía y el estado de la seguridad social. Si sumamos estos porcentajes, no llegamos al 100%. La razón es sencilla: hay otros temas importantes que los encuestados mencionaron, pero que no están incluidos en esta tabla.

La segunda fila de la tabla se centra en el partido que los encuestados consideran más competente para resolver el problema que han identificado. Estos porcentajes se calculan sobre la base de las personas que respondieron. Por ejemplo, del 35% que identificó la "inmigración" como un problema importante, una gran proporción, el 27%, indicó que la UDC (Unión Democrática del Centro) o el PS (Partido Socialista) eran los más competentes para resolverlo. Más concretamente, el 75% de los que citaron la "inmigración" como problema principal consideraron que la UDC era la más indicada para resolverlo. Finalmente, en la última línea, nos fijamos en lo que estas personas votaron realmente. Por ejemplo, el 17% de las 1.716 personas que respondieron dijeron que votaron a la UDC porque la consideraban el partido más competente para tratar la inmigración, que es su principal problema.

Estos datos no aportan necesariamente pruebas directas de una relación causal entre el problema identificado, la percepción de la competencia de un partido para resolverlo y el voto real. Sin embargo, sí indican una correlación entre estos elementos. Más concretamente, muestran que la importancia del problema de la inmigración y la percepción de la competencia de la UDC para resolverlo pueden haber influido en el voto a la UDC. Esto no significa que todos los que identificaron la inmigración como una cuestión importante y consideraron que la UDC era competente para abordarla votaran a la UDC, pero es probable que exista cierta tendencia o influencia en este sentido.

El Partido Popular Suizo (UDC), con su discurso populista y su enfoque en cuestiones como la inmigración, la independencia nacional y la seguridad, ha tenido una marcada influencia en la política suiza de las dos últimas décadas. Esto ha dado lugar a una gran cantidad de investigaciones y análisis, tanto a nivel nacional como internacional, para entender cómo y por qué la UDC ha ganado influencia y cómo esto ha cambiado el panorama político suizo. Esta investigación ha examinado diversos aspectos, como las estrategias electorales de la UDC, su comunicación y retórica, y el contexto socioeconómico más amplio en el que ha logrado prosperar.

Explotar el potencial electoral[modifier | modifier le wikicode]

En primer lugar, la posición socioprofesional o de clase se ha identificado como un factor clave que influye en el voto a la UDC. Ciertas clases sociales pueden sentirse más atraídas por el discurso de la UDC, en particular las que se sienten amenazadas por la inmigración o la globalización. En segundo lugar, las cuestiones específicas, como la inmigración, desempeñan un papel importante. La UDC ha logrado posicionarse como el partido más competente para abordar las cuestiones de la inmigración, la seguridad y la soberanía nacional. Cuando estas cuestiones adquieren relevancia en el debate público, la UDC sale beneficiada, ya que una proporción significativa de votantes percibe que el partido es el mejor situado para abordarlas. Estos dos factores, combinados con otros elementos como la eficaz comunicación del partido y su hábil uso de la retórica populista, ayudan a explicar el ascenso y el éxito de la UDC en el panorama político suizo. Un tercer tipo de explicación se refiere a las estrategias del partido y a los efectos de estas estrategias en términos de movilización.

La UDC ha utilizado potentes estrategias de movilización para llegar a su electorado y animarlo a votar. Aunque no analicemos directamente estas estrategias, podemos observar sus claros efectos a través de los resultados electorales y los datos de las encuestas. Un aspecto crucial del éxito de la UDC es su capacidad para galvanizar y movilizar eficazmente a su electorado. El impacto de esta movilización puede verse claramente en el aumento del apoyo a la UDC a lo largo de los años, una prueba de la eficacia de sus estrategias. Por ejemplo, la UDC ha sido capaz de generar entusiasmo entre sus votantes centrándose en cuestiones importantes y de actualidad, como la inmigración y la seguridad, y ofreciendo soluciones sencillas y directas a estos problemas. Además, el partido ha conseguido mantener una comunicación constante con su electorado, tanto durante las campañas electorales como fuera de ellas, reforzando así su apoyo. Aunque queda fuera del alcance de este debate analizar los métodos específicos empleados por la UDC para lograr este objetivo, está claro que su capacidad para movilizar eficazmente a su electorado ha desempeñado un papel crucial en su éxito continuado.

La pregunta "¿a qué partido ha votado?" es fundamental para comprender las tendencias electorales. Sin embargo, existen otros métodos para recabar información sobre las preferencias políticas que no se limitan únicamente al voto real. Por ejemplo, un método consiste en pedir a los participantes que califiquen su grado de simpatía por distintos partidos políticos en una escala de 1 a 10. Esto permite comprender no sólo la elección electoral de la gente, sino también su cercanía ideológica a otros partidos. Otra medida consiste en preguntar a los participantes si se consideran próximos a un partido concreto, aunque no siempre voten a ese partido. Esto puede revelar afinidades partidistas que no se traducen necesariamente en el voto en las elecciones. También es posible formular preguntas sobre las actitudes de los participantes ante cuestiones políticas concretas para determinar su alineación ideológica. Por ejemplo, sus opiniones sobre cuestiones como la inmigración, la economía y el medio ambiente pueden indicar hacia qué partido es probable que se inclinen. Estos enfoques proporcionan una imagen más matizada de las preferencias partidistas, ofreciendo una comprensión más rica y compleja del comportamiento electoral.

Centrarse únicamente en la elección electoral de un individuo puede limitar nuestra comprensión de sus preferencias políticas generales. Si alguien dice que ha votado a la UDC, esto no nos da ninguna información sobre su disposición hacia otros partidos. Por ejemplo, esa persona también podría haberse inclinado por votar al PLR, pero finalmente eligió a la UDC. Del mismo modo, alguien que haya votado a los Verdes también podría haber considerado al Partido Socialista como una opción viable. Una vez que han declarado que han votado a los Verdes, perdemos toda la información sobre sus otras posibles preferencias. Por eso es útil utilizar medidas complementarias para explorar las preferencias partidistas, como se ha comentado anteriormente. Al pedir a los encuestados que evalúen su simpatía por distintos partidos en una escala, o que digan si se sienten cercanos a más de un partido, podemos obtener una imagen más completa de su panorama político personal. Esto puede ayudar a revelar matices en sus preferencias e identificar tendencias que no son inmediatamente evidentes a través del voto.

Lo que hacemos es utilizar un método que formula preguntas sobre todos los partidos. Este método se llama medida de la probabilidad de voto. En la encuesta, proponemos una escala de 0 a 10, en la que pedimos a los ciudadanos que valoren la probabilidad de que un día voten a un determinado partido. Se hace la misma pregunta para todos los principales partidos políticos, lo que ofrece una perspectiva comparativa. De este modo, disponemos de información no sólo sobre el partido que la persona ha elegido, sino también sobre los demás partidos que no ha elegido. Esto permite comparar los partidos con mucho más detalle que la simple pregunta de "elección electoral".

Tras preguntar a todos los participantes en la encuesta cuál es su probabilidad de votar alguna vez a los principales partidos presentes en su cantón, por ejemplo, podemos calcular la probabilidad media de votar a un partido concreto. Es bastante sencillo, y consiste simplemente en sumar y promediar las probabilidades. Sumamos las puntuaciones de cada encuestado y las dividimos por el número total de encuestados. Obtenemos la probabilidad media de votar a un partido, que puede considerarse como el potencial electoral del partido. Esta operación puede realizarse para cada partido por separado.

A continuación, a partir de estos datos, podemos calcular lo que se conoce como tasa de realización o tasa de explotación del potencial electoral. Se calcula creando una simple relación entre la fuerza electoral real de un partido, es decir, el porcentaje de votos que ha recibido, y su potencial electoral, derivado de la encuesta, que es la probabilidad media de votar a ese partido. El cociente así obtenido proporciona una medida de la capacidad de los partidos para convertir su potencial electoral en apoyo real.

Potencial electoral de los partidos y probabilidad media de voto[modifier | modifier le wikicode]

Empecemos por el potencial electoral medido en las encuestas, es decir, la probabilidad media de votar a uno u otro partido.

Source: Données Selects (mes calculs (M. Sciarini), N=4064-4261)

Este gráfico, basado en encuestas realizadas tras las elecciones federales de 1995, 1999, 2003, 2007 y 2011, ilustra la probabilidad media de votar a cada partido, es decir, el potencial electoral de cada partido. Es evidente que, para todos los partidos, su potencial electoral es muy superior a su fuerza electoral real.

Tomemos el ejemplo de los Verdes: tienen un potencial electoral del 44%, lo que significa que, por término medio, en toda la muestra, la probabilidad de que un individuo vote a los Verdes es de 4,4 sobre 10. En términos porcentuales, esto representa el 44% de los votos. En términos porcentuales, esto representa el 44%. Sin embargo, a finales de 2015, los Verdes solo tenían realmente el 7 % o el 8 % de los votos. Este es el ejemplo más flagrante de la brecha entre el potencial electoral de un partido y su rendimiento electoral real. Es importante destacar que la gran diferencia entre el potencial electoral y los votos reales obtenidos por los Verdes puede explicarse por dos factores. El primero es que este gráfico tiene en cuenta a todo el electorado, incluidos los que no votan. Muchos de ellos son jóvenes que tienen preferencia por los Verdes. Por tanto, el atractivo de los Verdes para los jóvenes aumenta su potencial electoral, pero no se traduce en votos, ya que los jóvenes tienden a votar con menos frecuencia. El segundo factor es la competencia entre los Verdes y el Partido Socialista. Estos dos partidos compiten por una gran proporción del mismo electorado potencial, pero al final los votantes tienden a votar más a menudo al Partido Socialista que a los Verdes.

Hay dos puntos importantes que conviene recordar. En primer lugar, aunque el voto potencial es mucho mayor que el voto real, ambos están muy correlacionados. De hecho, la correlación entre el voto potencial y el voto real a nivel individual es de 0,8 a 0,9, lo que indica una relación muy estrecha. En segundo lugar, aunque el potencial de voto fluctúa ligeramente de una encuesta a otra, no cambia significativamente. Hubo cierto descenso del potencial para los socialistas, pero consiguieron recuperar parte de él en 2011. Según estas mediciones, los dos partidos de izquierda, los Verdes y el Partido Socialista, tienen el mayor potencial electoral.

El principal punto a destacar de este gráfico se refiere a la UDC. Como puede verse, su potencial electoral es estable y relativamente bajo, no superando nunca el 40%. Esto significa que el potencial electoral de la UDC es a la vez bastante estable y uno de los más bajos de todos los partidos aquí considerados, incluidos partidos más recientes como el BBD y los Verdes Liberales. Lo que podemos concluir de este análisis es que el éxito de la UDC no puede atribuirse a un crecimiento de su potencial electoral; de hecho, este potencial se ha mantenido constante e incluso ha disminuido ligeramente en 2011 en comparación con 2007. El punto clave aquí es que el potencial de la UDC no ha crecido y sigue siendo relativamente bajo. Esto es bastante sorprendente si se compara con la marcada trayectoria electoral ascendente de la UDC.

Tasa de utilización del potencial electoral[modifier | modifier le wikicode]

Este gráfico ilustra el ritmo al que se realiza el potencial. En otras palabras, es la relación entre la fuerza electoral del partido y su potencial.

*mes calculs = M. Sciarini

Lo que vemos aquí es un aumento significativo y constante de la tasa de éxito de la UDC. En 1995, 1999, 2003 e incluso 2011, la UDC mejoró casi sistemáticamente su capacidad para movilizar a su electorado potencial. Es esta capacidad la que explica en gran medida el éxito de la UDC. No se trata de un aumento de la popularidad de la UDC entre el electorado: el partido sigue siendo tan popular como hace veinte años, es decir, no muy popular. Sin embargo, los votantes que se plantean votar a la UDC lo hacen mucho más a menudo que a los demás partidos. El porcentaje de participación de los demás partidos es ligeramente superior al 40%, e incluso inferior al 20% en el caso de los Verdes, en claro contraste con la UDC.

De hecho, el ascenso de la UDC en las dos últimas décadas puede atribuirse sobre todo a su creciente capacidad para movilizar a los votantes, aunque su electorado potencial se ha mantenido relativamente constante. La UDC parece haber conseguido que sus "amigos" le voten con más frecuencia o en mayor número, aunque el número total de sus "amigos" no haya aumentado. Está claro que el partido ha conseguido movilizar eficazmente a su electorado potencial y convertirlo en votos reales. Esto demuestra también la importancia de la movilización de los votantes para el éxito de un partido político.

Comparación de la apertura electoral[modifier | modifier le wikicode]

En los últimos años, varios países europeos han experimentado un aumento significativo de los partidos populistas. Este fenómeno suele atribuirse a diversos factores económicos, sociales y políticos.

Sciarini ouverture comparative élections au Parlement européen de 2014.png

Esta tabla pretende mostrar las similitudes entre las familias de partidos. Hay una tendencia general en toda Europa hacia un aumento del populismo, como muestran estas cifras. Los partidos populistas de derechas han aumentado su popularidad en muchos países, centrándose a menudo en temas como la inmigración, el nacionalismo y la oposición a la integración europea. Estas cifras subrayan el auge del populismo en toda Europa, donde muchos partidos populistas de derechas han logrado captar una parte significativa de los votos. A continuación, un poco más de información sobre cada uno de estos partidos:

  • El Frente Nacional (FN) en Francia, ahora conocido como Agrupación Nacional, es un partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen. Obtuvo el 25% de los votos en las elecciones europeas de 2014. El partido es más conocido por sus posiciones de línea dura sobre la inmigración y el nacionalismo.
  • En Austria, el Partido de la Libertad, liderado entonces por Heinz-Christian Strache, obtuvo el 20% de los votos en las elecciones europeas de 2014. El partido se pronunció contra la inmigración y el islam y abogó por una Austria soberana.
  • En el Reino Unido, el UKIP obtuvo el 28% de los votos en las elecciones europeas de 2014. El partido, más conocido por su apoyo a la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), capitalizó el descontento con la UE y la preocupación por la inmigración.
  • El movimiento italiano Cinco Estrellas obtuvo el 21% de los votos en las elecciones europeas de 2014. Aunque es más difícil de clasificar en la escala política tradicional, el partido se ha opuesto al establishment político y ha apoyado iniciativas populistas como la renta básica universal.
  • El Partido Popular Danés obtuvo el 27% de los votos en las elecciones europeas de 2014. Hizo campaña sobre cuestiones de inmigración y soberanía nacional.
  • El Partido por la Libertad de los Países Bajos, liderado por Geert Wilders, obtuvo el 13% de los votos. El partido es conocido por su postura antiislámica y antiinmigración.
  • En Suecia, los Demócratas Suecos obtuvieron casi el 10% de los votos en las elecciones europeas de 2014. Es un partido nacionalista de derechas que se opone a la inmigración y aboga por el conservadurismo social.

Estos resultados atestiguan el auge del populismo de derechas en Europa, con temas comunes de oposición a la inmigración, escepticismo sobre la UE y rechazo del establishment político. El auge del populismo de derechas y de partidos políticos similares al Partido Popular Suizo (SVP) no es un fenómeno limitado a Suiza. En muchos países europeos se observa una tendencia similar. En Francia, por ejemplo, la Agrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) ha ganado popularidad en las últimas décadas. Este partido, que aboga por el nacionalismo, la antiinmigración y el escepticismo hacia la Unión Europea, ha cosechado un importante éxito en las urnas. Del mismo modo, en Austria, el Partido de la Libertad (FPÖ), que comparte muchas características con la UDC, ha sido un actor importante en la política austriaca de los últimos años. Formó parte del Gobierno de coalición de 2017 a 2019. En el Reino Unido, el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) y, más recientemente, el Partido del Brexit han conseguido un apoyo significativo con un programa de rechazo a la Unión Europea, control de la inmigración y protección de los intereses británicos. Todos estos partidos han logrado movilizar a un electorado que se siente defraudado por los partidos tradicionales, y está preocupado por cuestiones como la inmigración, la soberanía nacional y la globalización. Se trata de un fenómeno que tiene implicaciones significativas para la política europea y es probable que siga desempeñando un papel importante en los próximos años.

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Los resultados electorales pueden variar considerablemente según el tipo de elección. Esto se debe a varias razones. En primer lugar, está la cuestión de la participación. En general, la participación en las elecciones europeas es mucho menor que en las nacionales. Esto puede favorecer a los partidos políticos con un electorado entregado y motivado, como suele ser el caso de los partidos populistas. En segundo lugar, los temas en juego en las elecciones pueden desempeñar un papel importante. Las elecciones europeas suelen centrarse en cuestiones de soberanía nacional e integración europea, temas centrales en la agenda de los partidos populistas. En consecuencia, estos partidos pueden tener más éxito en las elecciones europeas que en las nacionales. En tercer lugar, está el factor del sistema electoral. Por ejemplo, en Francia, el sistema electoral para las elecciones parlamentarias es un sistema mayoritario a dos vueltas, lo que puede dificultar que los partidos minoritarios obtengan escaños. En cambio, las elecciones europeas se organizan según un sistema de representación proporcional, que favorece una mayor diversidad de partidos. Estos y otros factores pueden explicar por qué un partido como el Frente Nacional en Francia puede obtener resultados muy diferentes de unas elecciones a otras.

Las elecciones europeas se consideran a menudo elecciones "de segundo orden" porque suelen atraer menos atención y tener una participación menor que las grandes elecciones nacionales, como las parlamentarias o las presidenciales. Como consecuencia de esta percepción, los votantes pueden sentirse más inclinados a utilizar su voto para expresar su descontento con el gobierno de turno, en lugar de centrarse en las cuestiones específicas que están en juego en las elecciones europeas. Esto puede traducirse a menudo en un mayor apoyo a los partidos de la oposición o populistas, lo que puede explicar algunos de los excepcionales resultados del Frente Nacional y partidos similares en las elecciones europeas. Sin embargo, aunque a veces se perciban como menos importantes, las elecciones europeas pueden tener un impacto significativo, sobre todo a la hora de influir en la composición del Parlamento Europeo y dar forma a las políticas y decisiones a nivel de la UE. Por lo tanto, es crucial no restarles importancia.

Los partidos populistas o "desafectos" pueden gozar de mayor apoyo en las elecciones de segundo orden, como las europeas. Los votantes pueden estar más inclinados a expresar su descontento con el gobierno de turno o a expresar opiniones más radicales que en las grandes elecciones nacionales. Sin embargo, también es importante señalar que el éxito de estos partidos en las grandes elecciones nacionales, con los ejemplos del FPE en Austria, el Cinque Stelle en Italia y el Partido Popular en Dinamarca, demuestra que se trata de un fenómeno político importante que va más allá de las elecciones de segundo orden. Puede ser indicativo de sentimientos más amplios de descontento, frustración o alienación entre ciertos segmentos de la población, que pueden sentirse atraídos por la retórica y las políticas de estos partidos. Por lo tanto, es esencial que los investigadores, los responsables políticos y los observadores tengan en cuenta estas tendencias a la hora de analizar el panorama político actual.

Estudio de caso 3: Influencia del sexo y la edad en la participación política[modifier | modifier le wikicode]

El análisis de la participación electoral es otra faceta del estudio del comportamiento electoral. En el esquema de las cosas, el acto de participación precede a la elección electoral. En consecuencia, es crucial comprender primero las razones por las que los votantes deciden o no acudir a las urnas antes de examinar sus preferencias de voto. Lógicamente, el objetivo inicial es descifrar quién participa en las elecciones, quién se abstiene y por qué razones, antes de fijarse en los partidos o candidatos a los que votan.

Análisis comparativo[modifier | modifier le wikicode]

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Este primer gráfico muestra la evolución de la participación en las elecciones federales y en las votaciones en Suiza desde 1919 hasta 2015. En otras palabras, representa el porcentaje de la población con derecho a voto que ha votado en elecciones federales y referendos desde el final de la Primera Guerra Mundial.

El gráfico muestra un descenso significativo de la participación tanto en las elecciones (en rojo) como en las votaciones (en negro). Después de la Primera Guerra Mundial, la participación en las elecciones fue del 80%, pero disminuyó constantemente hasta un mínimo de menos del 45% en 1995. La participación electoral fue menor y más variable, pero se observa una tendencia similar entre los años 40 y 70, alcanzando un máximo de participación media del 40% a finales de los 70.

Para las elecciones, el índice de participación corresponde al de las elecciones del año en curso. Para los referendos, en cambio, el índice representa la participación media de todos los referendos celebrados en un periodo de cuatro años. En Suiza, los referendos federales se celebran cuatro veces al año. Por lo tanto, para obtener el índice de participación en un periodo de cuatro años, hay que calcular la participación media en ese periodo. Esta es la metodología utilizada para trazar y comparar las dos curvas.

Podemos observar una tendencia a la baja en la participación electoral, que alcanzó su punto más bajo en la década de 1990 para las elecciones, luego un ligero repunte desde 1995, con una estabilización en las últimas tres elecciones. Para las elecciones del 18 de octubre de 2015, la tasa de participación se situó en torno al 43,8%, similar a la de las elecciones de 2011 y 2007, en las que se situó ligeramente por debajo del 48%. La participación también se ha estabilizado en torno al 43% en los tres últimos periodos.

La participación electoral es un indicador clave del compromiso cívico y de la salud democrática de una sociedad. Una alta participación suele interpretarse como un signo de legitimidad del gobierno elegido y de confianza en el sistema político. Del mismo modo, una baja participación puede indicar insatisfacción con las opciones políticas disponibles, desconfianza en el sistema político o falta de interés por la política. En el contexto suizo, hemos observado una tendencia general a la baja en la participación electoral a lo largo del siglo XX, con un punto bajo alcanzado en la década de 1990. Esta tendencia puede atribuirse a varios factores. Uno de ellos puede ser la sensación entre algunos votantes de que sus votos no tienen un impacto significativo en el resultado de las elecciones. Esto puede ser especialmente cierto en un sistema político de consenso como el suizo, donde los principales partidos suelen gobernar juntos en coalición. Además, los cambios sociales, como la urbanización y el aumento de la jornada laboral, también pueden contribuir a reducir la participación electoral. Los individuos pueden sentirse desconectados de su comunidad local y, por tanto, menos inclinados a participar en el proceso electoral. Sin embargo, desde 1995 hemos asistido a un ligero aumento de la participación electoral, seguido de una estabilización en las tres últimas elecciones. Esto podría interpretarse como un signo de interés renovado por la política, quizá estimulado por cuestiones políticas de importancia nacional o por campañas eficaces para fomentar la participación electoral. En comparación con las elecciones, la participación en los referendos -en los que se pide a los ciudadanos que voten directamente sobre cuestiones específicas- también ha seguido una tendencia a la baja, pero se ha estabilizado en torno al 43% en los tres últimos periodos observados. Esto podría indicar que, aunque la participación electoral ha disminuido, el compromiso de los ciudadanos con cuestiones políticas específicas se mantiene relativamente estable.

La imagen general que se desprende es la de una fuerte caída de la participación, y la pregunta que hay que plantearse es de dónde procede esta fuerte caída de la participación.

Nos vamos a centrar en dos factores que nos pueden ayudar a entender la participación política, dos factores que ayudan a explicar la participación y la abstención, dos factores bastante fundamentales que son el género y la edad. El género y la edad son dos factores determinantes a la hora de analizar el comportamiento electoral y la participación política. He aquí un breve análisis de estos dos factores:

  • Género: Históricamente, las diferencias de género en la participación electoral han sido significativas en muchos países, aunque esta tendencia ha cambiado con el tiempo. En el pasado, los hombres solían votar más que las mujeres, pero esta tendencia se ha desvanecido en muchos contextos, y en algunos países las mujeres tienen ahora más probabilidades de votar que los hombres. Sin embargo, sigue habiendo diferencias significativas en la elección de partido o en las preferencias políticas entre hombres y mujeres.
  • Edad: La participación electoral suele variar considerablemente entre grupos de edad. Por regla general, los adultos más jóvenes son menos propensos a votar que sus mayores, aunque esto puede variar en función del contexto político y de la importancia percibida de las elecciones. Las personas mayores suelen tener más experiencia política, mayor estabilidad residencial y es más probable que tengan vínculos con organizaciones comunitarias o políticas, lo que puede animarles a votar.

Estos dos factores pueden combinarse de diferentes maneras para influir en el comportamiento electoral. Por ejemplo, las mujeres jóvenes pueden tener tasas de participación diferentes a las de las mujeres mayores, o a las de los hombres de la misma edad. Es importante tener en cuenta estas interacciones al analizar la participación electoral.

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Estas cifras de participación en las elecciones federales específicas del cantón de Ginebra son especialmente valiosas para un análisis detallado del comportamiento electoral. El hecho de que estos datos sean reales, y no se basen en sondeos o encuestas, ofrece una imagen más precisa y fiable de la participación electoral. Desde 1995, el cantón de Ginebra ha tomado la iniciativa de recopilar y archivar digitalmente datos sobre la participación de todos sus ciudadanos. Esto permite observar directamente la evolución de la participación electoral a lo largo del tiempo. Sería interesante examinar estas cifras en detalle para identificar tendencias o cambios en el comportamiento de los votantes. Estos datos pueden analizarse en función de diversos factores, como la edad, el sexo, el lugar de residencia, la ocupación, el nivel de educación, etc., para conocer más a fondo los factores que influyen en la participación electoral. Estos datos también podrían ser útiles para evaluar la eficacia de diversas iniciativas destinadas a aumentar la participación electoral.

La curva de participación de las elecciones federales de 1995 es un ejemplo clásico, casi perfecto, de lo que cabría esperar. Proporciona una representación realista de la participación electoral en la población. Es una ilustración vívida de la participación electoral en acción, demostrando claramente cómo varía según los diferentes grupos de edad u otras categorías demográficas. La interpretación de esta curva puede revelar tendencias importantes en la participación electoral. Por ejemplo, puede indicar qué grupos de edad son más propensos a votar, o qué segmentos de la población podrían necesitar más concienciación o educación sobre la importancia de votar.

Esta curva es ideal para demostrar la tendencia de la participación electoral en función de la edad. Cuando los jóvenes alcanzan los 18 años y adquieren el derecho de voto, se produce un pico de participación más elevado que en el grupo de edad de 20 a 25 años. Este aumento puede explicarse por la emoción de ejercer un nuevo derecho. La curva adquiere entonces forma de U. El punto más bajo de participación se sitúa entre los 20 y los 29 años, tras lo cual la participación aumenta casi linealmente con la edad, alcanzando un máximo entre los 65 y los 69 años. A partir de esta edad, la participación empieza a disminuir considerablemente. Esto muestra una tendencia interesante según la cual las personas de mediana edad y mayores son más propensas a participar en las elecciones que los adultos más jóvenes. Esto puede explicarse por una serie de factores, como un mayor interés por la política con la edad, una mayor estabilidad en la vida que da más tiempo para la participación cívica, o una mayor conciencia de la importancia de votar. Por el contrario, el descenso de la participación entre los más mayores puede atribuirse a factores como los problemas de salud o la dificultad para acceder a los colegios electorales.

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Si volvemos a examinar los mismos datos para 2015, observamos una curva similar a la de 1995, con el mismo movimiento general. Sin embargo, la caída inicial de la participación es ligeramente menos pronunciada, y la tasa de participación no cae por debajo de la del grupo de edad más joven, como ocurría en el gráfico anterior. Esto se debe principalmente a la forma en que se han agrupado los grupos de edad en este gráfico: mientras que en el gráfico anterior teníamos categorías de edad hasta 90+, en este gráfico todas las personas de 85+ están agrupadas en una sola categoría. Esto tiene el efecto de aumentar la participación media, ya que generalmente se acepta que las personas mayores tienden a votar con más regularidad que los grupos de edad más jóvenes. Sin embargo, la forma general de la curva sigue siendo la misma, mostrando una participación inicialmente elevada entre los jóvenes que acaban de adquirir el derecho de voto, un descenso entre los adultos jóvenes, luego un aumento constante con la edad hasta alcanzar un máximo en la vejez, antes de volver a caer entre los muy mayores.

De estos dos gráficos se desprende una tendencia interesante. Anteriormente, el pico de participación se alcanzaba entre los 65 y los 75 años en el caso de los hombres. Sin embargo, en 2015, el pico de participación se alcanzó entre los hombres de 75 a 79 años y entre las mujeres de 70 a 74 años. Así que parece haber una tendencia a votar cada vez más tarde en la vida, lo que sería coherente con el aumento de la esperanza de vida. A medida que las personas envejecen, se mantienen más sanas y activas, lo que les permite seguir participando y seguir votando durante más tiempo que antes. Esto sugiere que la edad tiene un impacto significativo en la participación electoral. Esto puede deberse a que las personas mayores suelen tener más tiempo libre para informarse y participar en el proceso político, y también es más probable que sientan el impacto de las políticas gubernamentales en su vida cotidiana. Además, votar se percibe a veces como un deber cívico, sentimiento que puede aumentar con la edad.

Los gráficos muestran una clara tendencia en la diferencia de participación entre sexos. Tanto en 1995 como en 2015, las mujeres jóvenes tienden a participar más que los hombres jóvenes. Después de los 20 a los 24 años, cuando las tasas de participación de hombres y mujeres son casi idénticas, la diferencia de participación entre los sexos tiende a aumentar con la edad. Esta diferencia es especialmente pronunciada entre las personas mayores. Por ejemplo, entre las personas de 85 a 89 años, la tasa de participación se sitúa en torno al 40% para las mujeres, frente a más del 30% para los hombres. Entre las personas de 85 años o más, la diferencia es aún mayor, con una tasa de participación del 40% entre las mujeres frente a más del 55% entre los hombres. Esta diferencia puede tener varias explicaciones. Es posible que las mujeres tengan más probabilidades que los hombres de participar en el proceso político y votar. También es posible que los hombres sean más propensos a abstenerse de votar debido a diversos factores, como percepciones negativas de la política o falta de confianza en el sistema político. También puede haber factores socioculturales en juego, con diferentes actitudes hacia el voto y la participación política entre los sexos.

Estos gráficos muestran que la edad y el sexo son dos factores clave en la participación electoral. Mientras que la diferencia de participación entre hombres y mujeres es mínima entre los votantes jóvenes, esta diferencia tiende a aumentar con la edad. En general, la participación electoral aumenta con la edad, un patrón que se refleja tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, la diferencia de participación entre hombres y mujeres aumenta con la edad. Esto puede sugerir que los factores socioculturales o las condiciones de vida, que pueden variar con la edad, desempeñan un papel en esta divergencia. También es interesante observar que, aunque los índices de participación aumentan con la edad, no siempre es así. Por ejemplo, entre las mujeres, la participación tiende a alcanzar su punto máximo entre los 70 y los 74 años y luego disminuye ligeramente. Este análisis pone de relieve la importancia de tener en cuenta ambos factores - edad y sexo - a la hora de estudiar el comportamiento electoral. No basta con considerar uno sin tener en cuenta el otro, ya que es evidente que interactúan para influir en la participación electoral.

A continuación trataremos de explicar a qué se debe esta diferencia de participación en función de la edad, por un lado, y del sexo, por otro.

La influencia del género en la participación política[modifier | modifier le wikicode]

En primer lugar, existen factores socioestructurales que han explicado históricamente la diferencia de participación entre hombres y mujeres.

El primer factor socioestructural es la menor integración social y profesional de las mujeres. Esta teoría sugiere que una mayor integración social y profesional conduce a una mayor participación política. La integración social puede incluir un sentimiento de pertenencia a una comunidad, la capacidad de comprender y participar en la vida social de esa comunidad, y la participación en actividades que contribuyan a reforzar los lazos sociales dentro de la comunidad. La integración profesional, por su parte, puede incluir factores como un empleo estable, el acceso a la educación y la formación, y la oportunidad de progresar profesionalmente. El hecho de que las mujeres hayan estado históricamente menos integradas social y profesionalmente que los hombres (debido a factores como el uso del tiempo familiar, las expectativas de la sociedad y las desigualdades profesionales) habría repercutido en su compromiso político. Según esta perspectiva, la integración social y profesional de las mujeres era limitada, lo que podría explicar en parte por qué eran menos propensas a participar en política. Se trata de un punto de vista que subraya la importancia de la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida, incluidos el mundo laboral y la vida social, para promover una participación política más equilibrada.

Es cierto que, en general, las mujeres tienen una esperanza de vida más larga que los hombres, lo que significa que tienen más probabilidades de quedarse viudas en algún momento de su vida. El aislamiento social que puede resultar de la viudedad puede limitar potencialmente la participación política. En efecto, la pérdida del cónyuge puede reducir la interacción social y la exposición a diversos puntos de vista políticos, lo que a su vez puede reducir el interés y el compromiso con la política. Además, las viudas también pueden enfrentarse a dificultades económicas, lo que podría hacerlas menos proclives a participar activamente en la vida política. Estos factores socioestructurales podrían explicar por qué las mujeres, y las mujeres mayores en particular, participan menos en política.

En 2015, el 80% de los viudos eran mujeres y el 20% hombres. En la población general, hay un 51% de mujeres y un 49% de hombres, mientras que en la categoría de viudedad, hay un 80% de mujeres y un 20% de hombres. Esto explica en cierta medida por qué la viudedad es un factor tan poderoso de aislamiento social. Esta disparidad, con un número mucho mayor de mujeres viudas que de hombres, se debe sin duda a la diferencia de esperanza de vida entre ambos sexos. Por término medio, las mujeres viven más que los hombres, lo que significa que tienen más probabilidades de sobrevivir a su cónyuge y enviudar. El aislamiento social que suele derivarse de la viudedad puede ser un obstáculo para la participación política. Los individuos socialmente aislados tienen menos oportunidades de interactuar con otras personas y de estar expuestos a diferentes ideas y opiniones políticas, lo que puede reducir su interés por la política y su disposición a participar en las elecciones. Es importante señalar que esta situación puede agravarse en el caso de las mujeres mayores, que ya se enfrentan a otras formas de exclusión social. Estas barreras estructurales pueden dificultar aún más la participación activa de estas mujeres en la política, contribuyendo a la brecha de participación.

La viudedad y el aislamiento social resultante pueden tener un impacto significativo en la participación política. Como se ha señalado, este fenómeno afecta más a menudo a las mujeres, debido a su mayor esperanza de vida.

Si ajustamos los datos para equilibrar el número de viudos y viudas, probablemente podríamos observar una reducción de la diferencia de participación entre hombres y mujeres. Esto podría indicar que la viudedad y el aislamiento social son factores importantes que contribuyen a la brecha de género en la participación política entre las personas mayores. Otra explicación son los factores socioculturales y, más concretamente, la persistencia de modelos de conducta tradicionales para las mujeres. Esto es casi independiente de los factores socioestructurales, que es el hecho de que durante mucho tiempo se mantuvo el modelo tradicional de la visión de la mujer en la sociedad y del papel de la mujer en la sociedad, tanto en la esfera privada como en la pública, lo que tuvo como efecto la reducción de la tasa de participación de las mujeres en comparación con los hombres.

En Suiza, las mujeres obtuvieron el derecho al voto muy tarde en comparación con otros países. A nivel federal, este derecho no se concedió hasta 1971, mucho después que en la mayoría de los demás países occidentales. En algunos cantones más conservadores, las mujeres tuvieron que esperar aún más para obtener el derecho al voto a nivel cantonal. Este fue el caso del cantón de Appenzell Innerrhoden, que no concedió el derecho de voto a las mujeres hasta 1991, tras una decisión del Tribunal Federal. Este retraso en la obtención del derecho de voto probablemente repercutió en la participación política de las mujeres, sobre todo de las de más edad. Su integración en el proceso político se retrasó, y tuvieron menos tiempo para acostumbrarse a la idea de votar y desarrollar los hábitos y habilidades asociados a la participación política. Esta es probablemente una de las razones por las que la participación de las mujeres es inferior a la de los hombres, sobre todo entre las de más edad.

El cantón de Appenzell Innerrhoden fue el último cantón de Suiza en conceder a las mujeres el derecho al voto, y esto no ocurrió hasta 1991, bajo la presión de una sentencia del Tribunal Federal. El Tribunal Federal dictaminó que la negativa del cantón a conceder el derecho de voto a las mujeres violaba la Constitución Federal, que estipula la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Esta situación ilustra de manera sorprendente cómo las normas sociales y políticas pueden diferir considerablemente de una región a otra dentro de un mismo país. Es importante señalar que, aunque las mujeres obtuvieron el derecho al voto a nivel federal en Suiza en 1971, tuvieron que pasar otros veinte años para que este derecho fuera plenamente reconocido en todo el país. Es un recordatorio de cómo el cambio social y político puede ser un proceso lento y a veces divisivo.

¿Cuáles fueron las consecuencias de esta concesión tardía del derecho de voto a las mujeres, y cómo ha afectado a la participación electoral incluso hoy en día?

No hay que subestimar el impacto de la adquisición tardía del derecho de voto para las mujeres en Suiza, sobre todo en algunos cantones. La adquisición del derecho al voto suele considerarse un rito de paso a la edad adulta, y para algunas generaciones de mujeres en Suiza, este paso llegó tarde. Las mujeres que no obtuvieron el derecho al voto hasta una edad más avanzada se perdieron muchos años de la socialización política que normalmente es una parte importante de la edad adulta. Esta socialización política puede incluir cosas como seguir las elecciones, debatir cuestiones políticas con amigos y colegas, y participar en organizaciones o grupos políticos. Sin esta socialización política, es posible que estas mujeres se sintieran menos inclinadas a participar en política cuando finalmente obtuvieron el derecho al voto. Esto puede ayudar a explicar por qué, en las estadísticas de participación electoral, vemos una menor participación entre las mujeres mayores en Suiza.

El acceso tardío al derecho de voto impidió a estas mujeres adquirir experiencia y familiarizarse con los procesos políticos a la misma edad que sus homólogos masculinos. Este retraso ha contribuido sin duda a su desvinculación o a su menor participación en la política. Podemos incluso imaginar que este efecto institucional se combina con el efecto socioestructural de la elevada incidencia de la viudedad entre las mujeres. En efecto, el aislamiento social resultante de la viudedad podría combinarse con una falta de experiencia política individual para contribuir a una mayor desvinculación política entre las mujeres mayores. Si estas mujeres habían confiado previamente en sus maridos para obtener información y consejos sobre política, su participación podría disminuir tras la muerte de sus maridos. Esto pone de relieve la importancia de la capacitación política y la educación cívica para todas las personas, independientemente de su sexo. Es crucial que todos puedan desarrollar su propia comprensión de las cuestiones políticas y participar de forma autónoma en el proceso político.

La intersección de estos factores -viudez y adquisición tardía del derecho al voto- puede desempeñar un papel importante en la desvinculación política de las mujeres mayores en Suiza. La historia del sufragio femenino en Suiza es única y refleja una evolución social y política más amplia que ha conducido a una inclusión política más plena. No obstante, el legado de la exclusión política persiste y es evidente en las tasas de participación electoral. Las mujeres mayores de Suiza, que obtuvieron el derecho al voto más tarde, pueden haber tenido menos oportunidades de adquirir experiencia política y compromiso cívico, lo que puede explicar por qué se desvinculan del proceso político en mayor medida que los hombres de la misma edad. Además, no debe subestimarse el impacto de la viudedad en el aislamiento social y, por tanto, en la participación política. Esto refuerza la necesidad de políticas públicas e intervenciones específicas para fomentar el compromiso político entre las poblaciones vulnerables, incluidas las mujeres mayores.

La tesis revisionista sobre la participación política de las mujeres ofrece una perspectiva nueva y crítica de los factores tradicionales de análisis. Sugiere que las explicaciones tradicionales de la participación de las mujeres pueden no ser ya suficientes para comprender las tendencias actuales de la participación política de las mujeres. En el contexto moderno, se han observado una serie de cambios estructurales que han influido en la participación política de las mujeres. Las mujeres han pasado a estar más presentes en el mundo laboral, mejor formadas y más implicadas en la esfera pública. Estas transformaciones pueden conducir a un cambio en la relación entre género, edad y participación política. La tesis revisionista sugiere que el patrón de participación de las mujeres en las elecciones ha cambiado y que debemos fijarnos en otros factores para comprender la participación política de las mujeres en la actualidad. Estos factores pueden incluir el nivel de educación, la participación en la población activa, la independencia económica, el matrimonio y la maternidad, entre otros.

En las últimas décadas, la integración social y profesional de las mujeres ha aumentado considerablemente, lo que ha repercutido en su participación política. En primer lugar, el aumento de la educación de las mujeres ha reforzado su integración social. Las mujeres tienen ahora acceso a todos los niveles educativos, incluida la enseñanza superior, lo que les proporciona un mejor conocimiento y comprensión de las cuestiones políticas. En segundo lugar, el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral también ha reforzado su integración social y profesional. Hoy en día, cada vez más mujeres trabajan a tiempo completo y ocupan puestos directivos. Esto les ha dado mayor autonomía económica, lo que a su vez ha reforzado su capacidad de participar en política. En tercer lugar, los cambios en el papel de la mujer dentro de la familia también han contribuido a su integración social y profesional. Con más mujeres trabajando, el modelo tradicional de ama de casa se ha visto cuestionado. Además, con el aumento de los divorcios y las familias monoparentales, cada vez más mujeres asumen el papel de cabeza de familia, lo que también puede aumentar su participación política. Todos estos factores han contribuido a un "efecto de recuperación" por el que las mujeres han alcanzado a los hombres en términos de participación política. Sin embargo, es importante señalar que, a pesar de estos avances, persisten las disparidades. Por ejemplo, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en los puestos de liderazgo político y siguen existiendo barreras estructurales a la participación política de las mujeres, como el sexismo y la discriminación.

El ascenso de la mujer en la esfera profesional tiene importantes implicaciones políticas. Históricamente, las mujeres han estado en gran medida excluidas de la vida política y su índice de participación política ha sido inferior al de los hombres. Sin embargo, con su creciente integración en el mundo laboral y su mayor participación en la vida social, las mujeres han adquirido una mayor autonomía económica y social. Esto, a su vez, ha estimulado su implicación y participación en la política. Además, la incorporación de la mujer al mundo laboral también ha cambiado la dinámica de la vida familiar y doméstica, con un reparto más equitativo de las responsabilidades domésticas entre hombres y mujeres. Esto también ha liberado el tiempo y la energía de las mujeres, que pueden dedicarse a la participación política. Las mujeres están más integradas social y profesionalmente que antes, por lo que también están más integradas políticamente que antes, y a la larga están alcanzando a los hombres.

Según esta tesis revisionista, la brecha de género en términos de participación política ha desaparecido. Aunque muchos países han experimentado una disminución significativa de la brecha de género en términos de participación política, las diferencias aún persisten en algunos países, entre ellos Suiza. En muchos países desarrollados, como EE.UU., los países escandinavos, Francia y Alemania, la brecha de género en términos de participación política se ha reducido significativamente en las últimas décadas. Esto se debe en gran medida a una combinación de factores, como el cambio de actitudes sociales, la mejora del acceso de las mujeres a la educación, la mayor integración de las mujeres en el mercado laboral, así como los esfuerzos políticos deliberados para aumentar la representación de las mujeres en la política. La brecha de género en la participación política no se limita al voto en las elecciones. También se extiende a otros aspectos de la participación política, como presentarse a las elecciones, ocupar cargos de liderazgo político, participar activamente en partidos políticos y tomar parte en movimientos sociales y manifestaciones.

En Suiza, aunque ha aumentado la participación de las mujeres en las elecciones, sigue existiendo una brecha de género en términos de representación política. Por ejemplo, las mujeres están infrarrepresentadas en los puestos de liderazgo político, y son elegidas para cargos políticos menos mujeres que hombres.

Según las encuestas, ya no hay diferencia de participación entre hombres y mujeres en los referendos federales en Suiza. Sin embargo, persiste una ligera diferencia durante las elecciones, con una participación ligeramente inferior entre las mujeres. En Suiza, aunque el proceso de recuperación y convergencia está en marcha, aún no ha concluido. Es posible que en este proceso de convergencia influya también el hecho de que el impacto del factor institucional -la concesión tardía del derecho de voto a las mujeres- disminuye con el tiempo. De hecho, la proporción de mujeres que han llegado a la edad adulta sin derecho a voto está disminuyendo gradualmente.

En Suiza, como en muchos otros países, la participación de las mujeres en las elecciones ha aumentado considerablemente con el paso del tiempo. Esto puede atribuirse a varios factores, como una mayor igualdad de género, una mayor integración social y profesional de las mujeres y una mayor concienciación y educación políticas. También es cierto que el efecto de la tardía emancipación de las mujeres en Suiza se está desvaneciendo con el tiempo, ya que cada vez más mujeres adquieren el derecho al voto en cuanto alcanzan la mayoría de edad. Esto significa que cada vez hay menos mujeres que llegaron a la edad adulta sin derecho a voto, y que este efecto institucional histórico influye menos en las tendencias actuales de la participación electoral. Sin embargo, en Suiza sigue existiendo una cierta diferencia en la participación electoral entre hombres y mujeres, aunque esta diferencia se está reduciendo gradualmente. Además, es crucial seguir trabajando para eliminar los obstáculos que todavía impiden a algunas mujeres participar plenamente en la vida política y social.

Cada vez son menos las mujeres afectadas por la falta de derecho de voto cuando alcanzan la mayoría de edad, por lo que el impacto institucional disminuirá gradualmente y acabará desapareciendo. Sigue habiendo disparidades, por ejemplo en Ginebra, donde la diferencia de participación entre hombres y mujeres es casi insignificante. Aunque sigue existiendo una diferencia, es realmente muy pequeña. La existencia de esta pequeña diferencia de participación entre hombres y mujeres en Ginebra sugiere que la socialización política de las mujeres ha mejorado considerablemente con el tiempo. Esto puede atribuirse a varios factores, como la mayor integración social y profesional de las mujeres y la desaparición gradual del impacto institucional del hecho de que a las mujeres se les concediera el derecho de voto más tarde que a los hombres.

Análisis del efecto de la edad en la participación política[modifier | modifier le wikicode]

La edad como variable demográfica puede encapsular una serie de factores que ayudan a explicar las diferencias de comportamiento, incluida la participación política. Detrás de la variable "edad" hay distintos tipos de mecanismos.

Hay tres efectos principales de la edad:

  • Efectos de cohorte: las personas nacidas en épocas diferentes han tenido experiencias históricas y sociales distintas que pueden moldear su comportamiento a lo largo de su vida. Por ejemplo, una persona que creció durante un periodo de gran agitación política puede ser más activa políticamente de adulto que otra que no haya tenido esa experiencia.
  • Efectos del ciclo vital: las prioridades y responsabilidades de las personas cambian a medida que envejecen, lo que puede influir en su nivel de compromiso político. Por ejemplo, las personas mayores, que a menudo están jubiladas y tienen más tiempo libre, pueden ser más propensas a votar que los adultos más jóvenes que están ocupados con sus carreras y familias.
  • Efectos de época: Estos efectos se refieren a acontecimientos concretos que ocurren en un momento específico y pueden afectar a todas las personas vivas, independientemente de su edad o de la cohorte a la que pertenezcan. Por ejemplo, un acontecimiento importante como una guerra, una crisis económica o unas elecciones muy polarizadas pueden movilizar o desmovilizar políticamente a las personas, sea cual sea su edad. En el contexto de la participación política, podría observarse un efecto de periodo si, por ejemplo, unas elecciones especialmente controvertidas o un referéndum sobre una cuestión importante provocaran un aumento de la participación electoral en todos los grupos de edad. Estos efectos de periodo, junto con los efectos de cohorte y de ciclo vital, pueden ayudar a obtener una imagen más completa y matizada de cómo influye la edad en la participación política.

El ciclo vital y el efecto del envejecimiento biológico[modifier | modifier le wikicode]

La edad en el contexto del ciclo vital tiene profundas implicaciones para el compromiso político. Sin embargo, hay que señalar que no es la edad per se la que determina el nivel de compromiso político, sino más bien las funciones y responsabilidades asociadas a cada etapa de la vida. Por ejemplo, un joven de 20 años, que a menudo está estudiando o empezando una carrera, puede tener menos tiempo o recursos para implicarse políticamente. Es más, puede que no se sientan plenamente integrados en la sociedad debido a su falta de experiencia o a sus responsabilidades familiares y profesionales. Por el contrario, una persona de 40 años, que probablemente tenga una carrera consolidada, puede estar casada y tener hijos. Estos factores pueden conducir a una mayor integración social, que a su vez puede conducir a una mayor implicación política. Esta integración puede verse impulsada por redes sociales más amplias, la exposición a una mayor diversidad de opiniones políticas y un mayor sentido de la responsabilidad ante la comunidad.

La experiencia política - o competencia política - es otro factor importante que puede influir en la participación política de las personas. No suele tratarse de un conjunto de habilidades que se adquieren de la noche a la mañana, sino de algo que se desarrolla gradualmente con el tiempo, a medida que se adquiere experiencia y conocimiento del sistema político. En general, cuanto más mayores nos hacemos, más oportunidades tenemos de familiarizarnos con las cuestiones políticas y comprender su impacto en nuestra vida cotidiana. Esto puede estimular el interés por la política y, en consecuencia, la voluntad de participar en elecciones u otras formas de implicación política. En otras palabras, la edad puede contribuir a aumentar nuestra capacidad para comprender la política y participar activamente en ella.

La edad puede tener efectos contrapuestos en la participación política. Por un lado, las personas adquieren experiencia y conocimientos con el paso del tiempo, lo que puede impulsar su participación política. Por otro lado, el envejecimiento también puede acarrear problemas de salud y un mayor aislamiento social, lo que puede limitar la capacidad o la voluntad de participar en la vida política. A medida que las personas envejecen, pueden enfrentarse a diversas dificultades, como problemas de salud que limitan su movilidad o su capacidad para participar plenamente en la vida social. Además, la jubilación y la pérdida de seres queridos también pueden provocar sentimientos de aislamiento y una menor integración social, lo que a su vez puede reducir la participación política. Por lo tanto, es una compleja interacción entre la edad, la experiencia, la integración social y la salud lo que determina el nivel de participación política de un individuo. Esta relación multidimensional puede explicar por qué la participación política tiende a aumentar con la edad, pero también puede disminuir entre las personas muy mayores.

El efecto generación o efecto cohorte[modifier | modifier le wikicode]

El efecto cohorte, también conocido como efecto generacional, se refiere a la influencia de los acontecimientos históricos y culturales experimentados por una generación específica en un momento concreto de su desarrollo. Las personas nacidas en la misma época comparten una experiencia común que puede influir significativamente en su comportamiento y actitudes, incluida su participación política. Por ejemplo, una generación que creció durante un periodo de guerra o de gran agitación social puede tener una visión muy diferente de la política y el compromiso cívico que una generación que creció durante un periodo de relativa estabilidad. Estas experiencias compartidas pueden tener un impacto duradero en las actitudes y comportamientos políticos.

El efecto de cohorte o generacional se basa en la idea de que los acontecimientos importantes que ocurren durante nuestra juventud o adolescencia tienen un impacto duradero en nuestro comportamiento, incluido nuestro compromiso político. Por ejemplo, las personas que vivieron el Mayo del 68 en Francia se vieron profundamente afectadas por este periodo de protesta y cambio social. Este acontecimiento puede haber influido en su percepción de la política, su nivel de compromiso y su comportamiento electoral durante el resto de sus vidas. Es posible que se sientan más inclinados a participar en manifestaciones políticas, a votar a candidatos progresistas o a apoyar causas sociales o políticas específicas. Del mismo modo, las personas que han vivido la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín u otros acontecimientos históricos importantes también pueden tener actitudes y comportamientos políticos distintos influidos por estas experiencias. Por lo tanto, para comprender la participación política, es necesario tener en cuenta no sólo la edad de un individuo, sino también los acontecimientos históricos que configuraron su experiencia y sus actitudes políticas.

El sentido del deber cívico y la importancia del voto parecen haber evolucionado a lo largo de las generaciones. Las generaciones de más edad, que crecieron en una época en la que los derechos cívicos eran a menudo difíciles de conseguir, pueden considerar el voto no sólo como un derecho, sino también como una obligación esencial. En cambio, las generaciones más jóvenes, que han crecido en una época de mayor estabilidad política y en la que el derecho al voto se da a menudo por sentado, pueden no tener el mismo sentido del deber cívico. Además, pueden sentirse alejados de las estructuras políticas tradicionales y preferir comprometerse políticamente de otras formas, por ejemplo a través de las redes sociales o el activismo.

La edad avanzada puede conducir a una disminución de la participación política por diversas razones. Por ejemplo, problemas de salud que limitan la capacidad de acudir a las urnas o de participar activamente en actividades políticas, o aislamiento social. Además, a veces las personas mayores pueden sentirse desconectadas de los temas políticos actuales, lo que también podría reducir su motivación para participar. Sin embargo, también es importante señalar que muchas personas mayores siguen siendo políticamente activas y comprometidas. Es posible que dispongan de más tiempo libre para seguir la actualidad política y participar en diversas actividades relacionadas con la política. Además, con el avance de las tecnologías digitales y la creciente accesibilidad de la información, cada vez más personas mayores pueden seguir participando en política a pesar de las posibles barreras físicas. Por último, cabe destacar que, si bien la edad puede influir en la participación política individual, las pautas generales de participación también se ven influidas por otros factores diversos, como la confianza en las instituciones políticas, el nivel de educación, el interés por la política y las características del propio sistema electoral.

El efecto de época en la participación política[modifier | modifier le wikicode]

El efecto de periodo, también denominado a veces efecto de época, se refiere al impacto de los acontecimientos y las condiciones sociales que se producen en un momento dado y que pueden influir en todos los grupos de edad y cohortes de forma similar. Por ejemplo, una crisis económica importante, una guerra, unas elecciones especialmente controvertidas, un movimiento social a gran escala o una pandemia mundial (como COVID-19) pueden considerarse factores de época. Estos acontecimientos tienen el potencial de cambiar las actitudes y los comportamientos políticos independientemente de la edad o la cohorte de una persona. En el contexto de la participación política, el efecto de periodo puede manifestarse de varias maneras. Por ejemplo, durante una crisis económica importante, las personas de todas las edades y cohortes pueden ser más propensas a participar en política para expresar su descontento o apoyar políticas de cambio. Del mismo modo, durante unas elecciones muy polarizadas o controvertidas, los índices de participación pueden aumentar en todos los grupos de edad y cohortes.

El efecto de periodo en el contexto político suizo a partir de 1995 es un ejemplo ilustrativo de cómo los cambios generales en el clima político de una nación pueden influir en la participación electoral de toda su población, independientemente de la edad o la cohorte. La creciente politización y polarización de la política suiza ha creado un entorno más competitivo y de confrontación, impulsando a un mayor número de personas a participar activamente en la política. La percepción de cuestiones más importantes y más claramente definidas ha animado probablemente a más gente a votar, ya que pueden sentir que su voz tiene un impacto más significativo en el resultado. Además, el efecto de periodo también puede verse reforzado por los cambios en la comunicación política y el acceso a la información. Con el auge de las redes sociales y las plataformas de noticias en línea, el compromiso político puede ser más accesible e inmediato, lo que también puede contribuir a aumentar la participación electoral.

Diferenciación entre el efecto de edad, el efecto de cohorte y el efecto de periodo[modifier | modifier le wikicode]

Distinguir entre el efecto de edad, el efecto de cohorte y el efecto de periodo puede ser un verdadero reto en las ciencias sociales, especialmente en política. Estos tres efectos están a menudo entrelazados y pueden reforzarse mutuamente, lo que hace difícil distinguirlos claramente cuando se analiza una sola encuesta o elección.

El efecto edad está vinculado al desarrollo y la experiencia personales, el efecto cohorte está influido por los acontecimientos sociopolíticos ocurridos durante la juventud de un individuo, y el efecto periodo refleja el impacto de acontecimientos o tendencias amplios y generales que influyen simultáneamente en todas las generaciones. Todos estos efectos pueden influir en las actitudes y comportamientos políticos de un individuo. Por ejemplo, alguien nacido en la década de 1960 puede tener actitudes políticas diferentes a las de alguien nacido en la década de 1980 (efecto cohorte), pero su comportamiento electoral también puede cambiar a medida que envejece (efecto edad). Además, los grandes acontecimientos políticos pueden influir en el comportamiento electoral de todas las edades y cohortes (efecto de periodo). Por consiguiente, para distinguir entre estos efectos, a menudo es necesario llevar a cabo estudios longitudinales, que siguen a los mismos individuos o grupos de individuos durante largos periodos. Estos estudios pueden ayudar a aislar el efecto de la edad, la cohorte y el periodo controlando otras variables.

La identificación precisa de los efectos de edad, cohorte y periodo requiere series temporales a largo plazo. Estos tipos de datos permiten a los investigadores observar a los mismos individuos o grupos de individuos durante un largo periodo de tiempo, lo que les permite seguir los cambios en las actitudes y comportamientos políticos a lo largo del tiempo. Con una serie temporal a largo plazo, los investigadores pueden intentar controlar o ajustar los efectos de cohorte y de periodo, para aislar y comprender mejor el efecto de la edad. Del mismo modo, también pueden intentar controlar el efecto de la edad para comprender mejor el efecto de cohorte y de periodo. Por ejemplo, pueden comparar las actitudes políticas de individuos nacidos en épocas diferentes pero a una edad similar, o pueden comparar las actitudes de individuos del mismo grupo de edad en épocas diferentes. Sin embargo, incluso con series temporales largas, puede ser difícil distinguir perfectamente entre estos efectos debido a su naturaleza entrelazada. No obstante, estos tipos de datos proporcionan una valiosa herramienta para estudiar y comprender influencias complejas en las actitudes y comportamientos políticos.

Es esencial apreciar la complejidad de los estudios sobre participación política. Aunque factores como la edad y el sexo son ciertamente importantes y se ha demostrado que tienen un impacto significativo en la participación política, hay muchas otras variables que deben tenerse en cuenta. Estas variables pueden incluir la educación, los ingresos, el empleo, la raza, el origen étnico, la religión, la ubicación geográfica, la orientación política, la satisfacción con el gobierno, la confianza en las instituciones políticas, el interés por la política, y otras. Cada una de estas variables puede interactuar con las demás de forma compleja, influyendo en la participación política de maneras que pueden ser difíciles de predecir sin un modelo detallado. Además, también es importante señalar que la participación política en sí misma puede adoptar muchas formas, desde el voto hasta las manifestaciones, el activismo en línea o el voluntariado para una campaña política. Así pues, sin dejar de reconocer el peso de factores como la edad y el sexo, también es crucial adoptar un enfoque multidimensional para comprender la participación política, que tenga en cuenta la variedad de factores que pueden influir en ella y las distintas formas que puede adoptar.

Anexos[modifier | modifier le wikicode]

  • Bartolini, Stefano & Mair, Peter (1990). Identity, Competition, and Electoral Availability. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Bornschier, Simon (2007). Cleavage Politics and the Populist Right. The New Cultural Conflict in Western Europe. Philadelphia: Temple University Press.
  • Brunner, Matthias & Sciarini, Pascal (2002). L'opposition ouverture-traditions. In Hug, Simon & Sciarini, Pascal (éds.), Changements de valeurs et nouveaux clivages politiques en Suisse. Paris: L'Harmattan, pp. 29-93.
  • Campbell, A., Converse, P. E., Miller, W. E., & Stokes, D. E. (1960). The American Voter. New York: John Wiley.
  • Downs, Anthony (1957). An economic theory of democracy. New York: Harper and Row.
  • Duverger, Maurice (1951). Les partis politiques. Paris: Seuil
  • Inglehart, Ronald (1977). The silent revolution: Changing values and political styles among western publics. Princeton: Princeton University Press.
  • Kerr, Henri (1987). The Swiss Party System: Steadfast and Changing. In Daalder, Hans (ed.), Party Systems in Denmark, Austria, Switzerland the Netherlands and Belgium. London: Frances Pinter.
  • Kriesi, Hanspeter, et al. (2008). West European politics in the Age of Globalization. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Lazarsfeld, Paul F., Berelson, Bernard & Gaudet, Hazel (1944). The People's Choice. New York: Columbia University Press.
  • Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (2010). Conclusion. In Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (éds.), Le destin électoral de la gauche. Le vote socialiste et vert en Suisse. Genève: Georg, pp. 439-467.
  • Oesch, Daniel & Rennwald, Line (2010a). La disparition du vote ouvrier? Le vote de classe et les partis de gauche en Suisse. In Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (éds.) Le destin électoral de la gauche. Le vote socialiste et vert en Suisse. Genève: Georg, pp. 219-256.
  • Oesch, Daniel, & Rennwald, Line (2010b). Un électorat divisé? Les préférences politiques des classes sociales et le vote de gauche en Suisse en 2007. In Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (éds.), Le destin électoral de la gauche. Le vote socialiste et vert en Suisse. Genève: Georg, pp. 257-291.
  • Petrocik, John, R. (1996). Issue Ownership in Presidential Elections, with a 1980 Case Study. American Journal of Political Science 40(3): 825-850.
  • Sciarini, Pascal (2011). La politique suisse au fil du temps. Genève: Georg.
  • Sciarini, Pascal, Ballmer-Cao, Thanh-Huyen & Lachat, Romain (2001). Genre, âge et participation politique: les élections fédérales de 1995 dans le canton de Genève. Revue suisse de science politique 7(3): 83-98.

Referencias[modifier | modifier le wikicode]