Funcionalismo y Sistematismo

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El funcionalismo y el sistemismo son dos enfoques teóricos de la ciencia política que intentan comprender las relaciones, estructuras y procesos dentro de los sistemas políticos.

  • Funcionalismo: Este concepto se centra en los papeles y funciones que desempeñan los diversos elementos del sistema político para mantener la estabilidad y el equilibrio del sistema en su conjunto. Examina cómo contribuye cada parte a la estabilidad del sistema en su conjunto. En ciencia política, el funcionalismo puede utilizarse para analizar cómo contribuyen las distintas instituciones (como el poder legislativo, el ejecutivo, el judicial, etc.) a la estabilidad y el funcionamiento del sistema político en su conjunto.
  • Sistematismo: El sistematismo, o teoría de sistemas, es un enfoque que considera los fenómenos políticos como parte de un sistema más amplio. Se centra en las interacciones entre las diferentes partes del sistema y en cómo estas interacciones influyen en el sistema en su conjunto. El sistemismo intenta comprender el sistema político como un todo en lugar de centrarse únicamente en sus partes individuales.

Ambas teorías pueden utilizarse para comprender las relaciones de poder, las interacciones entre las distintas partes de un sistema político y cómo éstas contribuyen a la estabilidad o al cambio del sistema político.

El funcionalismo[modifier | modifier le wikicode]

Al igual que cada órgano del cuerpo humano tiene una función específica y contribuye al buen funcionamiento del organismo en su conjunto, cada institución o estructura de una sociedad tiene una función específica y contribuye a la estabilidad y el bienestar de la sociedad en su conjunto. El funcionalismo se basa en la idea de que la sociedad es un sistema complejo cuyas diferentes partes trabajan juntas para promover la solidaridad y la estabilidad. En ciencia política, este enfoque se utiliza para analizar cómo las distintas instituciones o estructuras, como el gobierno, la economía, la educación, los medios de comunicación, etc., contribuyen a la estabilidad y el funcionamiento de la sociedad en su conjunto.

La sociedad o la política se interpretan, por tanto, como un cuerpo vivo. Este enfoque antropomórfico, que compara la sociedad con un organismo vivo, nos ayuda a comprender cómo interactúan las distintas partes de la sociedad para crear un todo funcional. En esta analogía, las diferentes instituciones sociales y políticas se comparan con los órganos de un cuerpo. Por ejemplo, el gobierno podría verse como el cerebro, que proporciona directrices y decisiones al resto del cuerpo. La economía podría compararse con el sistema circulatorio, que distribuye los recursos (como la sangre y el oxígeno en un cuerpo) por toda la sociedad. Las escuelas y universidades podrían considerarse como el sistema nervioso, que proporciona la educación y la información (análogas a las señales nerviosas) que permiten el funcionamiento de la sociedad. Al igual que el cuerpo necesita todos sus órganos para funcionar correctamente, la sociedad necesita todas sus instituciones para mantener el equilibrio y la estabilidad. Además, al igual que los órganos del cuerpo interactúan y dependen unos de otros, las instituciones sociales y políticas también son interdependientes y sus interacciones repercuten en el funcionamiento general de la sociedad.

El funcionalismo se convirtió en una teoría dominante en la sociología y la ciencia política desde la década de 1930 hasta la de 1960, sobre todo en el mundo anglosajón. Sociólogos como Talcott Parsons y Robert K. Merton desempeñaron un papel crucial en el desarrollo de la teoría funcionalista. Talcott Parsons, en particular, suele considerarse uno de los principales contribuyentes a la teoría funcionalista. Su teoría de la acción social, que hace hincapié en la interdependencia de las partes de un sistema social y en el papel de las normas y los valores en la estabilidad social, tuvo una gran influencia en el funcionalismo. Robert K. Merton introdujo la noción de funciones manifiestas y latentes. Las funciones manifiestas son los efectos esperados e intencionados de las acciones sociales, mientras que las funciones latentes son los efectos no intencionados y a menudo no reconocidos.

En los años sesenta, el funcionalismo fue criticado por su énfasis en la estabilidad y el orden social y por no tener en cuenta el cambio y el conflicto sociales. En respuesta a estas críticas, empezaron a surgir nuevas teorías como el conflicto estructural y el interaccionismo simbólico. Sin embargo, el funcionalismo sigue siendo un enfoque importante en la sociología y la ciencia política, y sus conceptos siguen influyendo en la forma en que pensamos sobre las sociedades y los sistemas políticos.

Desde esta perspectiva, cada elemento de la sociedad, ya sea tangible o intangible, tiene un papel que desempeñar para mantener el equilibrio de todo el sistema. La estabilidad y el buen funcionamiento de la sociedad están garantizados por la interacción y la interdependencia de estos distintos elementos, cada uno de los cuales cumple sus funciones respectivas. Por ejemplo, en una sociedad, la producción de bienes y servicios es una función esencial que permite satisfacer las necesidades materiales de sus miembros. Las estructuras familiares y sociales garantizan la reproducción y socialización de nuevos miembros, contribuyendo así a la continuidad de la sociedad. Las instituciones políticas y jurídicas protegen y mantienen el orden, contribuyendo así a la estabilidad y seguridad de la sociedad. Del mismo modo, cada creencia, valor y norma social tiene un papel que desempeñar. Por ejemplo, las creencias religiosas pueden contribuir a la cohesión social proporcionando un marco de significado y valores compartidos. Las normas sociales regulan el comportamiento de los individuos y promueven la cooperación y la armonía dentro de la sociedad.

Según la teoría funcionalista, aunque toda sociedad debe cumplir ciertas funciones universales (como la producción de bienes y servicios, la reproducción y la protección de sus miembros), la forma en que se cumplen estas funciones puede variar de una sociedad a otra en función de sus instituciones culturales y sociales específicas. Aquí es donde entra en juego el concepto de "equivalentes funcionales". Diferentes instituciones o prácticas culturales pueden cumplir la misma función de diferentes maneras. Por ejemplo, la socialización -el proceso por el que los individuos aprenden e integran las normas y valores de su sociedad- puede tener lugar de distintas maneras en sociedades diferentes. En algunas sociedades, puede tener lugar principalmente a través de la imitación, donde los individuos aprenden las normas sociales observando e imitando a los demás. En otras sociedades, puede ser por fusión, cuando los individuos están inmersos en un grupo social y adoptan sus normas y valores. En otras sociedades, la socialización puede producirse por transmisión, cuando las normas y los valores se enseñan explícitamente y se transmiten de generación en generación. Estos distintos métodos de socialización son "equivalentes funcionales" en el sentido de que todos desempeñan la misma función -la socialización de los individuos-, pero de distintas maneras. Esto ilustra la flexibilidad y variabilidad de las sociedades en la forma en que desempeñan funciones universales.

El funcionalismo surgió de la antropología y recibió la influencia de varios pensadores importantes:

  1. Bronisław Malinowski: Antropólogo polaco-británico, Malinowski suele ser considerado el fundador de la antropología social británica y uno de los pioneros del funcionalismo. Introdujo la idea de que, para entender una cultura, hay que examinar cómo funcionan conjuntamente sus diferentes partes para satisfacer las necesidades humanas básicas. Malinowski también hizo hincapié en la importancia del trabajo de campo y la observación participante en el estudio de las sociedades.
  2. Alfred Radcliffe-Brown: Otro antropólogo británico, Radcliffe-Brown, desarrolló lo que denominó "estructural-funcionalismo". Consideraba la sociedad como un sistema orgánico, en el que cada parte tiene una función específica que contribuye a la supervivencia del sistema en su conjunto. Radcliffe-Brown se centró en el estudio de las relaciones sociales como sistema estructural.
  3. Talcott Parsons: Sociólogo estadounidense, Parsons desarrolló una versión compleja del funcionalismo conocida como "teoría de la acción social". Veía la sociedad como un sistema interconectado de partes que trabajan juntas para mantener un equilibrio. Parsons destacó el papel de las normas sociales y los valores culturales en el mantenimiento de la estabilidad social y argumentó que cualquier cambio social debe ser gradual para preservar este equilibrio.
  4. Robert K. Merton: Merton, también sociólogo estadounidense, introdujo varias modificaciones importantes en la teoría funcionalista. A diferencia de Parsons, Merton no creía que todo en la sociedad contribuyera a su estabilidad y bienestar. Introdujo los conceptos de funciones manifiestas y latentes, distinguiendo entre los efectos esperados y los inesperados o no reconocidos de las acciones sociales. Merton también reconoció la existencia de disfunciones, o los efectos negativos de las estructuras sociales en la sociedad.

Bronislaw Malinovski (1884 - 1942): Funcionalismo antropológico o funcionalismo absoluto[modifier | modifier le wikicode]

Bronisław Malinowski es una de las figuras más importantes de la antropología del siglo XX. Nacido en Polonia, Malinowski comenzó sus estudios universitarios en la Universidad Jagellónica de Cracovia, donde estudió filosofía y física. Sin embargo, pronto se interesó por la antropología y decidió continuar sus estudios en este campo. Se trasladó a Londres, donde empezó a estudiar en la London School of Economics (LSE). En la LSE trabajó con el antropólogo C.G. Seligman y se doctoró en 1916. Su tesis, basada en su trabajo de campo en Melanesia, sentó las bases de su enfoque funcionalista de la antropología. Se embarcó en un extenso trabajo de campo en Melanesia, una región del Pacífico Sur que incluye muchas islas, como Papúa Nueva Guinea, las Islas Salomón, Vanuatu, Nueva Caledonia y otras. Su trabajo de campo sentó las bases del método de observación participante, que sigue siendo un método central en la antropología actual. Este método implica vivir en la comunidad estudiada durante un largo periodo de tiempo, aprender la lengua local y participar en la medida de lo posible en la vida cotidiana de la comunidad.

Su libro más famoso, "Los argonautas del Pacífico occidental", es un estudio detallado de los kula, un complejo sistema de comercio entre las distintas islas de Melanesia. En esta obra, Malinowski no sólo describió detalladamente el sistema kula, sino que también trató de comprender cómo funcionaba en el contexto más amplio de la sociedad melanesia, incluido su papel en la política, la religión y la vida social. La contribución de Malinowski a la teoría funcionalista se basa en su idea de que cada aspecto de una cultura -incluidos sus rituales, mitos, sistemas económicos y sociales- tiene una función específica que contribuye a satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes. Este enfoque tuvo una influencia duradera en la antropología y también contribuyó a la aparición de la teoría funcionalista en la sociología y la ciencia política.

Bronisław Malinowski es famoso por haber pasado varios años en las islas Trobriand (actualmente conocidas como islas Kiriwina, en Papúa Nueva Guinea) entre 1915 y 1918. Durante este periodo, vivió entre la población local y participó en sus actividades cotidianas, un método de estudio de campo conocido como observación participante. Una de las observaciones más importantes de Malinowski durante su estancia en las islas Trobriand fue el sistema de comercio conocido como Kula. Este complejo sistema de comercio entre diferentes islas consistía en el intercambio de collares de conchas rojas y brazaletes de conchas blancas, que se intercambiaban en direcciones opuestas alrededor de un círculo de islas. Malinowski sostenía que el sistema Kula no era sólo una forma de intercambio económico, sino también un medio para que los individuos establecieran y mantuvieran relaciones sociales y políticas.

El planteamiento de Malinowski fue revolucionario en su momento e influyó enormemente en el desarrollo de la antropología. Demostró que sólo se puede tener un conocimiento completo y preciso de una cultura viviendo en ella y participando en sus actividades cotidianas. De este modo, se obtiene una perspectiva desde dentro de cómo las distintas partes de la cultura -economía, política, religión, etc.- trabajan juntas para satisfacer las necesidades del pueblo. - trabajan conjuntamente para satisfacer las necesidades de la población.

Phénomène de la kula.png

El sistema kula, observado por Bronisław Malinowski en las islas Trobriand, es un sistema de intercambio ritual en el que se entregan objetos preciosos sin esperar un pago inmediato, pero con la obligación implícita de que acabarán siendo devueltos. Hay dos tipos principales de objetos intercambiados en el Kula: collares de conchas rojas, llamados soulava, que circulan en el sentido de las agujas del reloj alrededor de un círculo de socios comerciales, y pulseras de conchas blancas, llamadas mwali, que circulan en sentido contrario a las agujas del reloj. Estos objetos no tienen valor utilitario en sí mismos, pero son preciosos por su historia y su significado simbólico. Los participantes en el Kula a veces recorren largas distancias para intercambiar estos objetos. Cuando se recibe un objeto, se guarda durante cierto tiempo y luego se entrega a otro socio comercial en un intercambio posterior. Al participar en el Kula, los individuos establecen y refuerzan lazos sociales y políticos, adquieren prestigio y navegan por complejas relaciones de reciprocidad y obligación. El trabajo de Malinowski sobre el kula ha sido muy influyente y ha contribuido a conformar nuestra comprensión de la economía, la política y la cultura en las sociedades no occidentales. También desempeñó un papel clave en el desarrollo de la teoría funcionalista en antropología, que considera que las diferentes partes de una cultura están interconectadas y trabajan juntas para satisfacer las necesidades de la sociedad.

El kula es un sistema ritual de intercambio que no se corresponde con los modelos económicos occidentales tradicionales. Los objetos que se intercambian en el Kula - collares de conchas soulava y pulseras de conchas mwali - no tienen valor intrínseco como bienes materiales, pero adquieren una gran importancia simbólica y social en el contexto del Kula. Lo que resulta especialmente interesante del Kula es que no se trata de un intercambio puntual, sino de un sistema continuo de intercambio. Un objeto recibido en el marco del Kula no se conserva permanentemente, sino que debe entregarse a otro socio comercial en un intercambio posterior. De este modo, los objetos Kula están en constante movimiento, circulando de un individuo a otro y de una isla a otra. Además, los intercambios Kula van acompañados de complejos rituales y ceremonias, y la participación en el Kula confiere prestigio y estatus social. El Kula es, por tanto, mucho más que un simple sistema de intercambio económico: es un complejo fenómeno social y cultural que refuerza los lazos sociales, establece relaciones recíprocas y estructura la vida política y social de las islas Trobriand. Al estudiar el Kula, Malinowski demostró que, para comprender realmente un fenómeno social o cultural, es necesario estudiarlo en su contexto y entender cómo encaja en el funcionamiento general de la sociedad. Este es uno de los principios fundamentales de la antropología y la teoría funcionalista.

El Kula es un sistema de intercambio que, aunque no implica elementos financieros en el sentido tradicional del término, tiene una importancia crucial para la cohesión social y para mantener los vínculos entre las distintas comunidades de las islas. Los objetos que se intercambian en el Kula son bienes simbólicos que sirven para reforzar las relaciones entre las personas y mantener cierta forma de estabilidad y continuidad en la sociedad. El Kula es también un proceso muy ritualizado y regulado. Existen normas específicas sobre quién puede participar en el Kula, qué objetos pueden intercambiarse y cómo deben intercambiarse. Además, los intercambios Kula suelen ir acompañados de rituales mágicos y religiosos, lo que subraya aún más su importancia social y cultural.

El planteamiento de Malinowski de analizar las prácticas culturales desde el punto de vista de sus funciones dentro de la sociedad es una característica clave de la teoría funcionalista. En el caso de los kula, Malinowski demostró que lo que puede parecer un simple sistema de intercambio de bienes es en realidad un elemento crucial de la estructura social y política de las islas Trobriand.

La visión funcionalista de Bronisław Malinowski considera las prácticas e instituciones culturales no como elementos aislados, sino como partes integrantes de un sistema social más amplio que funciona para satisfacer las necesidades de la sociedad. En el caso del Kula, la función de este sistema de intercambio no es principalmente económica, sino más bien social y política. El Kula sirve para reforzar los lazos sociales entre individuos y comunidades, para establecer y mantener relaciones recíprocas y para estructurar las relaciones sociales y políticas. Al obligar a la gente a reunirse e intercambiar ideas regularmente, el Kula fomenta la paz y la cooperación entre las distintas comunidades de las islas Trobriand.

Esta visión funcionalista tiene importantes implicaciones para la forma en que entendemos y analizamos los sistemas políticos y sociales. Sugiere que, para comprender plenamente una institución o práctica cultural, debemos examinar su función en el contexto de la sociedad en su conjunto. Este enfoque puede ayudarnos a comprender cómo las distintas instituciones y prácticas contribuyen a la cohesión social, la estabilidad política y otros aspectos del funcionamiento de la sociedad.

Alfred Radcliffe-Brown: 1881 - 1955[modifier | modifier le wikicode]

Alfred Radcliffe-Brown, antropólogo británico, desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del estructuralismo y el funcionalismo en el campo de la antropología. Se le conoce sobre todo por sus estudios sobre las sociedades aborígenes de Australia.

Radcliffe-Brown propuso la idea de que las sociedades pueden entenderse como sistemas estructurados de interacción social, donde cada parte de la sociedad tiene una función específica que contribuye a la estabilidad y supervivencia del conjunto. Comparó la sociedad con un organismo biológico, donde cada órgano tiene una función específica que contribuye al bienestar de todo el cuerpo. En su libro Structure and Function in Primitive Society, Radcliffe-Brown exploró estas ideas en detalle. Sostenía que las sociedades primitivas, como las de los aborígenes australianos, tienen complejas estructuras sociales, políticas y espaciales que son en gran medida invisibles para el ojo inexperto, pero que pueden revelarse mediante un análisis cuidadoso. Radcliffe-Brown también destacó la importancia de los rituales y los mitos en estas sociedades, que consideraba herramientas clave para mantener el orden social y garantizar la cohesión del grupo. Para él, estos elementos culturales no son meras supersticiones, sino elementos funcionales esenciales de la sociedad.

La contribución de Radcliffe-Brown a la antropología y a la teoría funcionalista ha sido enormemente influyente. Su obra sentó las bases de muchos estudios posteriores sobre la estructura social y los sistemas políticos en diversos contextos culturales.

Radcliffe-Brown fusionó las ideas del estructuralismo y el funcionalismo para crear la teoría estructural-funcional.

Desde esta perspectiva, una sociedad se considera un sistema de estructuras interconectadas, cada una con una función específica que contribuye a la estabilidad e integridad del sistema en su conjunto. Estas estructuras son el resultado de prácticas e interacciones sociales, no de factores biológicos o arbitrarios. Son producto de la actividad humana, pero existen fuera de los individuos e influyen en ellos. El estructuralismo insiste en la necesidad de examinar las sociedades en su conjunto y comprender cómo encajan las distintas partes para formar un todo coherente. El funcionalismo, por su parte, se centra en analizar las funciones específicas que cumple cada parte de una sociedad en el contexto del sistema social más amplio.

El estructural-funcionalismo combina estos dos enfoques centrándose tanto en cómo las estructuras sociales son creadas por funciones sociales específicas como en cómo estas estructuras contribuyen a la estabilidad y cohesión de la sociedad en su conjunto. Este enfoque se ha utilizado ampliamente en la antropología y la sociología para analizar una amplia variedad de sociedades y culturas.

En el estructural-funcionalismo, las estructuras de la sociedad no se ven simplemente como entidades rígidas e inmutables, sino como elementos dinámicos e interactivos que desempeñan un papel activo en la organización de la vida social. Estas estructuras pueden adoptar muchas formas, como instituciones sociales, normas culturales, sistemas de creencias, rituales e incluso formas de comunicación. Cada estructura cumple una función específica que contribuye a la estabilidad y el orden de la sociedad. Por ejemplo, una institución como el matrimonio puede tener la función de regular las relaciones sexuales, proporcionar un marco para la crianza de los hijos y definir las funciones y responsabilidades de hombres y mujeres en la sociedad. Estas estructuras también funcionan como mecanismos reguladores que ayudan a mantener el equilibrio social y evitan el caos o el desorden. Promueven la cooperación y la armonía entre individuos y grupos estableciendo reglas y normas comunes de comportamiento. En resumen, en la perspectiva estructural-funcionalista, las estructuras de la sociedad se consideran elementos esenciales que permiten a las personas convivir de forma ordenada y funcional.

El estructural-funcionalismo reconoce que las sociedades no son estáticas, sino dinámicas y capaces de adaptarse y evolucionar en respuesta a diversos factores. Esta adaptabilidad puede manifestarse a varios niveles:

  1. Ecológico: Las sociedades pueden adaptarse a su entorno físico y ecológico cambiando sus medios de vida, tecnologías o prácticas medioambientales en respuesta a los cambios de su entorno.
  2. Institucionales: Las instituciones sociales, políticas y económicas pueden cambiar y adaptarse en respuesta a factores internos o externos. Por ejemplo, una sociedad puede reformar sus instituciones políticas en respuesta a la presión social en favor de una mayor democracia o justicia social.
  3. Culturales: Los valores, normas y creencias de una sociedad también pueden evolucionar y adaptarse con el tiempo. Por ejemplo, una sociedad puede cambiar sus actitudes hacia determinados comportamientos o grupos sociales en respuesta a cambios culturales o ideológicos más amplios.

Estos distintos niveles de adaptabilidad pueden interactuar y reforzarse mutuamente, dando lugar a profundas transformaciones en la estructura y la función de la sociedad. Sin embargo, incluso en el contexto de estos cambios, el estructural-funcionalismo sugiere que las sociedades mantendrán cierta coherencia y estabilidad, porque las nuevas estructuras y funciones que surjan servirán para mantener el orden y la cohesión sociales.

Con el concepto de sistema social en la perspectiva estructuralofuncionalista. La sociedad se considera un organismo complejo formado por elementos interdependientes -individuos, grupos, instituciones- todos ellos conectados por relaciones sociales. Ninguno de estos elementos existe de forma aislada; todos forman parte de un todo mayor y contribuyen a su funcionalidad y estabilidad. En este sentido, el "sistema social" no es simplemente un conjunto de individuos, sino una entidad organizada con sus propias estructuras y funciones. Estas estructuras no sólo están determinadas por la interacción de los individuos, sino que también influyen en su comportamiento y actitudes. Crean un marco de normas, valores y reglas que guían el comportamiento de los individuos y contribuyen a mantener el orden y la cohesión sociales. En este sentido, los valores colectivos desempeñan un papel central en el sistema social. Proporcionan una base común de comprensión e identificación que une a los individuos y facilita la cooperación y la armonía social. Estos valores pueden incorporarse a las instituciones y prácticas culturales de una sociedad, contribuyendo a configurar la forma en que los individuos interactúan y se comportan entre sí.

a noción de sistema social es fundamental para la sociología y la ciencia política, sobre todo desde las perspectivas estructuralista y funcionalista. Un sistema social es un conjunto organizado de interacciones sociales estructuradas en torno a normas, valores e instituciones compartidas. Es un marco que organiza y regula el comportamiento de individuos y grupos dentro de la sociedad. En un sistema social, las instituciones desempeñan un papel crucial. Las instituciones son estructuras duraderas que establecen normas y procedimientos para la interacción social. Incluyen organizaciones formales como el gobierno, las escuelas y las empresas, así como normas y valores culturales informales. Las instituciones ayudan a estructurar el comportamiento social, crean previsibilidad y orden, y facilitan la cooperación y la coordinación entre individuos y grupos. Al adherirse a las normas y valores de un sistema social, los individuos contribuyen a la estabilidad y continuidad de ese sistema. Sin embargo, los sistemas sociales también son dinámicos y pueden cambiar y evolucionar en respuesta a factores internos y externos. La sociología, como disciplina, se ocupa del estudio de estos sistemas sociales: cómo están estructurados, cómo funcionan y cómo cambian y se desarrollan con el tiempo.

A.R. Radcliffe-Brown, en su enfoque estructural-funcionalista, hizo hincapié en el concepto de adaptabilidad, la capacidad de un sistema social para ajustarse y cambiar en respuesta a limitaciones internas y externas. Según Radcliffe-Brown, la sociedad es un sistema integrado de instituciones, cada una con una función específica que cumplir para mantener el conjunto. Esta idea, tomada de la biología, postula que una sociedad, como un organismo, es un sistema de elementos interdependientes que trabajan juntos por la supervivencia y el equilibrio del sistema global. Cada institución o estructura social tiene una función que cumplir en este sistema: debe contribuir a la estabilidad y cohesión de la sociedad. En cuanto al vínculo entre estructura y función, Radcliffe-Brown veía la estructura como una disposición de partes interdependientes, cada una con una función específica que desempeñar. Según él, la función de una institución o práctica social debe entenderse en términos de su papel en el mantenimiento de la estructura social global. En cuanto a la adaptabilidad, Radcliffe-Brown sostenía que las sociedades tienen capacidad para adaptarse y modificarse en respuesta a los cambios medioambientales y sociales. Esto puede implicar cambios en las instituciones sociales, las normas, los valores, etc., con el fin de mantener el equilibrio y la estabilidad del sistema social en su conjunto. Así concebía Radcliffe-Brown la dinámica entre estructura, función y adaptabilidad en una sociedad.

Talcott Parsons: 1902 - 1979[modifier | modifier le wikicode]

Talcott Parsons.

Talcott Parsons es uno de los teóricos más influyentes de la sociología y la teoría social del siglo XX. Talcott Parsons comenzó sus estudios de biología en el Amherst College antes de dedicarse a la sociología y la economía. Estudió en la London School of Economics, donde recibió la influencia de varias figuras destacadas de la sociología y la economía, como Harold Laski, R.H. Tawney, Bronislaw Malinowski y Leonard Trelawny Hobhouse. Posteriormente se doctoró en sociología y economía en la Universidad de Heidelberg (Alemania).

Parsons realizó una importante contribución a la teoría funcionalista, centrándose en cómo las distintas partes de la sociedad contribuyen a su integración y estabilidad. Su trabajo influyó enormemente en el desarrollo del funcionalismo estructural, que considera la sociedad como un sistema de interacciones interdependientes.

En Política y estructura social, Parsons exploró cómo la estructura social y política afecta a las acciones individuales y colectivas. Sugirió que las acciones se rigen por normas y valores compartidos dentro de la sociedad, que a su vez están influidos por la estructura social y política. En "Los sistemas sociales y la evolución de la teoría de la acción", Parsons desarrolló su teoría de la acción, centrada en la idea de que la acción humana está dirigida y regulada por normas y valores culturales. Sostuvo que las acciones individuales están vinculadas a sistemas sociales más amplios y que estos sistemas evolucionan y cambian con el tiempo. Por último, en "La teoría de la acción y la condición humana", Parsons desarrolló aún más su teoría de la acción, centrándose en cómo las acciones están influidas por las condiciones humanas, como las necesidades fisiológicas y psicológicas, las capacidades cognitivas y las relaciones sociales.

Talcott Parsons es uno de los sociólogos más importantes del siglo XX, entre otras cosas por su enfoque sistémico de la acción social. Para él, la acción no es sólo un acto individual, sino que está integrada en un sistema de acción. Este sistema de acción es un conjunto interdependiente de comportamientos encaminados a alcanzar un determinado objetivo. Por lo tanto, no sólo debemos comprender la acción individual, sino también cómo encaja esa acción en un conjunto más amplio de relaciones e instituciones sociales. En este contexto, el gobierno, las políticas públicas y las instituciones no son sólo el resultado de la acción de individuos aislados, sino que forman parte de un complejo sistema de interacciones sociales. Esto pone de relieve la importancia de la estructura social a la hora de determinar el comportamiento de los individuos, y cómo las acciones individuales contribuyen a reproducir o transformar dicha estructura. Por ejemplo, la política gubernamental puede entenderse como el producto de un sistema de acción compuesto por políticos, burócratas, grupos de interés y ciudadanos, cada uno de los cuales actúa según sus propias motivaciones, pero todos contribuyen a la aplicación de la política en el marco de estructuras sociales específicas. Este enfoque sistémico de la acción social ha tenido una gran influencia en la sociología y la ciencia política, sobre todo en el análisis de las instituciones, las políticas públicas y el poder.

En el pensamiento de Talcott Parsons, un sistema de acción es un conjunto de unidades de acción interdependientes. Cada unidad de acción se guía por normas y valores que dirigen su comportamiento hacia objetivos específicos. Estas unidades de acción pueden ser individuos, pero también grupos, organizaciones o sociedades enteras. En este sistema, las acciones de las distintas unidades están vinculadas entre sí para formar un todo coherente. De este modo, las decisiones individuales se ven influidas por el sistema de acciones en su conjunto y, a su vez, contribuyen a conformar dicho sistema. Por ejemplo, en una organización como una empresa, las acciones de los empleados individuales se coordinan para alcanzar los objetivos de la empresa. Cada empleado actúa de acuerdo con su papel específico en la organización, pero sus acciones también contribuyen a la consecución de los objetivos generales de la empresa.

Lo importante en esta perspectiva es que las acciones individuales no están determinadas simplemente por las preferencias personales de los individuos, sino que también están influidas por las normas, valores y objetivos del sistema de acción en su conjunto. De este modo, las elecciones individuales se ven influidas por el sistema de acción global e influyen en él.

Talcott Parsons conceptualizó lo que denominó "teoría del sistema de acción" (o el "esquema AGIL" - Adaptación, Consecución de Objetivos, Integración, Latencia) para explicar cómo las sociedades (o cualquier sistema social) intentan mantener el equilibrio y el orden sociales. Cada una de las cuatro funciones de este diagrama es esencial para la supervivencia de un sistema social. Todas trabajan juntas y, si una de ellas falla, el sistema puede estar en peligro.

  1. Adaptación: se refiere a la capacidad de un sistema social para reunir y utilizar los recursos de su entorno con el fin de sobrevivir y prosperar. Se trata básicamente de la relación del sistema con su entorno y de cómo se adapta a él.
  2. Consecución de objetivos: Se refiere a la capacidad del sistema para definir y perseguir objetivos. En una sociedad, esto podría considerarse el papel del gobierno, que establece objetivos políticos y aplica políticas para alcanzarlos.
  3. Integración: Esta función se refiere a la gestión de las relaciones entre las distintas partes del sistema social para mantener el orden y evitar conflictos. Es el aspecto de la cohesión social, el modo en que las distintas partes de un sistema colaboran para mantener la unidad.
  4. Latencia: Esta función se refiere al mantenimiento y renovación de las motivaciones, valores y normas que sustentan el sistema. Es el "pegamento" cultural que une a las personas y mantiene el sistema en funcionamiento.

Estas cuatro funciones interactúan entre sí y son necesarias para la supervivencia de un sistema social.

En realidad, rara vez se consigue un respeto perfecto de estas cuatro funciones. Los sistemas sociales son complejos y dinámicos, y están sujetos a muchas presiones internas y externas que pueden perturbar su funcionamiento.

  1. Adaptación: Los sistemas sociales pueden no adaptarse adecuadamente a los cambios de su entorno. Por ejemplo, una empresa puede no ser capaz de adaptarse rápidamente a una nueva tecnología, lo que podría llevarla a la quiebra. Del mismo modo, una empresa puede tener dificultades para adaptarse a cambios rápidos, como los provocados por la globalización o el cambio climático.
  2. Persecución de objetivos: Los sistemas sociales también pueden fracasar a la hora de definir y alcanzar sus objetivos. Por ejemplo, un gobierno puede fracasar en la consecución de sus objetivos en materia de reducción de la pobreza, desempleo, educación, sanidad, etc.
  3. Integración: En un sistema social pueden surgir tensiones y conflictos que amenacen su integridad. Por ejemplo, las divisiones sociales, étnicas, religiosas o políticas pueden amenazar la estabilidad de una sociedad.
  4. Latencia: Por último, los sistemas sociales pueden experimentar dificultades para mantener y renovar los valores, normas y motivaciones que sustentan su existencia. Por ejemplo, puede producirse una crisis de valores cuando se cuestionan las normas tradicionales o cuando las personas se sienten desconectadas de los valores dominantes de la sociedad.

A menudo, estos problemas están interconectados y pueden reforzarse mutuamente, creando importantes retos para la estabilidad y sostenibilidad de los sistemas sociales. Por ello, comprender estas funciones y cómo pueden apoyarse y reforzarse es crucial para la gestión y resolución de los problemas sociales.

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El paradigma funcional de Parsons del sistema de acción es circular y dinámico. Cada función, o fase, del ciclo - Adaptación, Búsqueda de objetivos, Integración, Latencia - no es sólo la consecuencia de la fase anterior, sino también la condición para la siguiente.

En otras palabras, cada función debe realizarse no sólo para satisfacer las necesidades inmediatas del sistema, sino también para prepararlo para realizar la siguiente función. Por ejemplo, la adaptación (la capacidad del sistema de utilizar los recursos del entorno para satisfacer sus necesidades) es necesaria no sólo para la supervivencia inmediata del sistema, sino también para permitirle definir y perseguir sus objetivos. Del mismo modo, la consecución de los Objetivos es un requisito previo para la Integración (la coordinación y cohesión del sistema), que a su vez prepara al sistema para la fase de Latencia (la generación y conservación de energía o motivación para la acción).

De este modo, el sistema de acción está siempre en movimiento, pasando de una fase a otra en un bucle continuo. Este modelo de ciclo dinámico refleja la complejidad e interdependencia de los procesos sociales en los sistemas de acción.

Robert King Merton (1910 - 2003): funcionalismo medio[modifier | modifier le wikicode]

Robert King Merton.

Robert King Merton fue un conocido e influyente sociólogo estadounidense. Nacido el 4 de julio de 1910 y fallecido el 23 de febrero de 2003, Merton es conocido sobre todo por desarrollar conceptos fundamentales en sociología, como la teoría de las funciones manifiestas y latentes, la anomia, la profecía autocumplida, el modelo de conducta y el efecto Matthew. Merton también contribuyó significativamente a la sociología de la ciencia con su análisis del fenómeno de la "prioridad" en el descubrimiento científico. También estudió el impacto de determinadas estructuras sociales en la conducta científica. Su trabajo sobre las funciones manifiestas y latentes ha sido especialmente influyente. Las funciones manifiestas son las consecuencias intencionadas y reconocidas de un fenómeno o acción social, mientras que las funciones latentes son las consecuencias no intencionadas y a menudo no reconocidas. Por ejemplo, en el caso de la educación, una función manifiesta sería la adquisición de conocimientos y habilidades, mientras que una función latente podría ser la socialización de los individuos en determinadas normas y valores sociales. Su obra ha influido profundamente en la sociología y sigue siendo ampliamente citada y utilizada en la investigación sociológica contemporánea.

Robert Merton aportó una perspectiva más matizada a la teoría funcionalista, reconociendo que los individuos desempeñan un papel activo en la sociedad y que la disfunción social es una realidad inherente a cualquier organización social.

  1. El papel de los individuos: Merton subrayó que, aunque las estructuras sociales ejercen una fuerte influencia en el comportamiento de los individuos, éstos no son simplemente pasivos frente a dichas estructuras. Al contrario, son capaces de interpretar su entorno social y actuar de forma creativa y a menudo imprevisible. En otras palabras, Merton reconoció que los individuos están a la vez influidos por el sistema social y son capaces de influir en él a su vez.
  2. Anomia y disfunción social: Merton también señaló que no todas las partes de un sistema social funcionan siempre en armonía. Introdujo el concepto de anomia para describir un estado de confusión, desorden o falta de reglas claras, que puede producirse cuando las estructuras sociales cambian rápidamente o cuando las expectativas culturales entran en conflicto. Además, Merton señaló que la disfunción social, como la desviación y la delincuencia, suele ser una respuesta a la anomia.

Robert Merton recibió la influencia de Émile Durkheim, uno de los padres fundadores de la sociología moderna. Durkheim desarrolló la teoría funcionalista, que se centra en cómo los distintos elementos de una sociedad trabajan juntos para mantener el orden y la estabilidad. La influencia de Durkheim en Merton es especialmente evidente en los conceptos de anomia y disfunción social. Durkheim introdujo el concepto de anomia para describir un estado de desintegración social en el que los individuos ya no se sienten guiados por normas y valores compartidos. Sostenía que la anomia es el resultado de una falta de regulación social y puede provocar problemas como el suicidio y la delincuencia. Merton tomó este concepto y lo desarrolló analizando las causas y consecuencias de la anomia en el contexto de la sociedad estadounidense. También integró las ideas de Durkheim sobre las funciones y disfunciones sociales en su propia teoría funcionalista. En resumen, Merton contribuyó a ampliar y profundizar la teoría funcionalista partiendo de la obra de Durkheim y adaptándola a nuevos contextos y problemas sociales. Las aportaciones de Merton a la teoría funcionalista hicieron que este enfoque fuera más dinámico y más capaz de dar cuenta de la complejidad de la vida social.

En la teoría de la anomia de Merton, la anomia se considera un estado de desequilibrio causado por el desajuste entre los objetivos culturales y los medios institucionalizados para alcanzarlos. En otras palabras, cuando una sociedad impone a sus miembros expectativas o aspiraciones que no pueden alcanzar por medios legítimos, puede producirse anomia, o una sensación de alienación y desorientación. La anomia, desde esta perspectiva, puede manifestarse de varias maneras, por ejemplo a través de comportamientos desviados, como la delincuencia o la rebelión contra las normas sociales establecidas. También puede provocar desorganización social, conflictos y tensiones en el seno de la sociedad. Es importante subrayar que, para Merton, la anomia no es simplemente una ausencia de normas, sino más bien una ruptura o incoherencia en el sistema normativo de la sociedad. Esto puede ser el resultado de cambios rápidos y profundos en la sociedad, o de la incapacidad de las instituciones sociales para adaptarse o responder a nuevas condiciones o demandas. En todos los casos, la anomia representa una forma de disfunción social, en la que las estructuras y procesos normales de la sociedad se ven perturbados o socavados.

El concepto de anomia refleja una situación en la que las normas sociales que rigen el comportamiento de los individuos están debilitadas o confusas. Esto puede ocurrir cuando la sociedad está experimentando cambios rápidos y profundos, o cuando hay un desajuste significativo entre las aspiraciones culturales de una sociedad y los medios legítimos disponibles para alcanzar esas aspiraciones. En este contexto, la anomia puede considerarse una especie de "zona gris" entre un antiguo orden social y un nuevo orden que aún no ha sido claramente definido o aceptado. Es un periodo de transición potencialmente problemático, durante el cual los individuos pueden sentirse perdidos, desorientados o inseguros sobre cómo comportarse. La anomia se describe no sólo como una estructura social que ya no funciona, sino también como individuos que esperan un significado perdido y que, a la espera de este significado perdido, pueden redefinir comportamientos específicos, en particular comportamientos violentos o desviados. La desviación es un comportamiento que ya no se corresponde con el comportamiento y las aspiraciones de la sociedad. La desviación se produce cuando existe una desproporción entre las corrientes culturales consideradas válidas y los medios legítimos a los que pueden acceder los individuos para alcanzar esos objetivos. También hay que señalar que Merton utiliza el concepto de anomia para explicar la desviación y la delincuencia en la sociedad. Según él, cuando los individuos no pueden alcanzar sus objetivos por medios legítimos (por ejemplo, a causa de la pobreza o la discriminación), pueden verse tentados a recurrir a medios ilegítimos, lo que puede desembocar en comportamientos desviados o delictivos.

Según Merton, la desviación es un síntoma de disfunción o desorganización dentro de un sistema social. Cuando existe una brecha entre los objetivos culturalmente valorados de una sociedad y los medios socialmente aceptados para alcanzar dichos objetivos, se crea una tensión o presión que puede conducir a la desviación. En el contexto de la mafia, si una sociedad valora la riqueza y el éxito económico, pero los medios legítimos para alcanzar estos objetivos (por ejemplo, la educación, el trabajo duro, el espíritu empresarial) son inaccesibles para determinados grupos de personas (debido a la pobreza, la discriminación, etc.), entonces estas personas pueden verse tentadas a recurrir a medios ilegítimos (como la delincuencia organizada) para alcanzar estos objetivos. En este sentido, la desviación puede verse no sólo como un síntoma de disfunción social, sino también como una respuesta creativa o adaptativa a esa disfunción. Sin embargo, esta respuesta puede a su vez crear nuevos problemas y retos, como la delincuencia, la violencia y la inestabilidad social.

En "Contemporary Social Problems: An Introduction to the Sociology of Deviant Behavior and Social Disorganization", Merton y Nisbet analizan cómo las estructuras sociales y culturales pueden producir tanto comportamientos conformes como desviados. Merton desarrolló una teoría llamada "teoría de la desviación estructural", que analiza cómo la estructura social y cultural de una sociedad puede conducir a la desviación. Según esta teoría, cuando la estructura social de una sociedad establece objetivos culturales, pero no proporciona a todos sus miembros los medios legítimos para alcanzar dichos objetivos, algunos individuos pueden recurrir a la desviación para conseguirlos. Además, Merton también introdujo el concepto de "desorganización social" para describir una situación en la que las normas sociales y las reglas de comportamiento son débiles o inexistentes, lo que puede dar lugar a un alto nivel de comportamiento desviado. La teoría de Merton ha tenido una influencia considerable en la sociología de la desviación y sigue siendo una referencia importante en este campo.

En su análisis de la desorganización social, Merton y Nisbet identificaron varios factores clave que pueden contribuir a la desorganización de un sistema social:

  1. Conflictos institucionales: Se producen cuando las instituciones de una sociedad entran en conflicto entre sí. Por ejemplo, en una sociedad en la que los valores económicos priman sobre los familiares, un individuo puede verse dividido entre la necesidad de trabajar muchas horas para tener éxito económico y el deseo de pasar tiempo con su familia. Este tipo de conflictos puede crear estrés, confusión y desorganización en la sociedad.
  2. Movilidad social: Una movilidad social excesiva o insuficiente también puede contribuir a la desorganización social. Por ejemplo, en una sociedad en la que la movilidad social es muy baja, los individuos pueden sentirse atrapados y frustrados, lo que puede conducir a la desviación y la desorganización social. A la inversa, en una sociedad donde la movilidad social es muy alta, los individuos pueden sentirse desconectados de su comunidad y de sus raíces, lo que también puede conducir a la desorganización social.
  3. Anomia: La anomia, un concepto que Merton tomó prestado de Durkheim, se refiere a una situación en la que las normas sociales son débiles o confusas, lo que puede conducir a la desviación y la desorganización social. En una sociedad anómica, los individuos pueden sentirse perdidos y desorientados, sin saber cómo comportarse o qué objetivos deben perseguir.

El funcionalismo es un enfoque que examina las funciones de los fenómenos sociales y cómo contribuyen a la estabilidad y continuidad de la sociedad en su conjunto. El funcionalismo se centra en la interdependencia de las distintas partes de la sociedad y en cómo encajan para formar un todo coherente. El Kula es un excelente ejemplo de este tipo de fenómeno. El kula es un complejo sistema de intercambios rituales practicado por los habitantes de las islas Trobriand, en Papúa Nueva Guinea. Aunque estos intercambios implican objetos de valor, su verdadera función, según antropólogos como Bronislaw Malinowski, no es económica sino social. El sistema kula crea vínculos entre distintas comunidades, fomenta la cooperación, refuerza el estatus social y evita los conflictos. De este modo, contribuye a la estabilidad y el orden de la sociedad en su conjunto. Así, aunque los intercambios individuales puedan parecer irracionales o ineficaces desde un punto de vista económico, en realidad son funcionales para la sociedad como sistema. Es este aspecto del funcionalismo -la idea de que las instituciones y prácticas sociales pueden tener importantes funciones sociales, aunque no sean inmediatamente evidentes- el que ha influido especialmente en la sociología y la antropología.

Desde una perspectiva funcionalista, los individuos se consideran parte integrante de un sistema social más amplio. Se espera que su comportamiento, valores y normas contribuyan al funcionamiento general y la estabilidad del sistema. Esto suele denominarse integración social: el proceso por el que se lleva a los individuos a aceptar y adherirse a las normas y valores del sistema social en el que viven. Sin embargo, puede haber variaciones en el grado de integración de los individuos. Algunos pueden adherirse estrechamente a las normas y valores dominantes, mientras que otros pueden desviarse de ellos. Estas desviaciones de la norma suelen denominarse "desviaciones". La desviación no es necesariamente negativa o destructiva para el sistema social. A veces puede ser un motor de cambio y evolución. Por ejemplo, un comportamiento desviado puede poner en tela de juicio las normas y valores existentes y provocar su reevaluación y cambio. En otros casos, la desviación puede reforzar las normas y valores al servir de ejemplo de lo que no se debe hacer. Sin embargo, una desviación excesiva o destructiva puede amenazar la estabilidad del sistema social. Aquí es donde entran en juego los mecanismos de control social, diseñados para desalentar la desviación y fomentar la conformidad con las normas y valores del sistema. Estos mecanismos pueden adoptar muchas formas, desde sanciones formales (como el castigo legal) a sanciones informales (como la desaprobación social). En resumen, desde una perspectiva funcionalista, los individuos son a la vez productos y productores del sistema social. Su comportamiento puede apoyar o desafiar al sistema, y éste, a su vez, intenta regular su comportamiento para mantener su propio equilibrio y estabilidad.

Teoría de sistemas[modifier | modifier le wikicode]

La teoría de sistemas es una forma de ver la acción social o humana que tiene en cuenta distintos niveles o sistemas de interacción. Estos sistemas pueden entenderse de la siguiente manera:

  • Sistema biológico: es el nivel más básico de la acción humana e incluye las necesidades y motivaciones físicas básicas del individuo, como el hambre, la sed, el sueño y la evitación del dolor. Este sistema suele estar influido por la genética y la biología del individuo.
  • Sistema de personalidad: Este sistema se refiere a la estructura psicológica del individuo, incluidos los rasgos de personalidad, las actitudes, los valores y las motivaciones más complejas. Este sistema está influido por las experiencias del individuo, incluidos el aprendizaje, la socialización y las experiencias vitales.
  • Sistema social: Este sistema abarca las interacciones y relaciones del individuo con otras personas y con las instituciones sociales. Incluye estructuras sociales como la familia, la escuela, el lugar de trabajo, las comunidades y la sociedad en su conjunto.
  • Sistema cultural: Este sistema comprende todos los valores, normas, creencias y símbolos compartidos por un grupo o sociedad. La cultura influye en la forma en que los individuos perciben e interpretan el mundo que les rodea, y proporciona un marco para comprender y dar sentido a su comportamiento.

Desde esta perspectiva, la acción humana se considera el producto de una compleja interacción entre estos diferentes sistemas. Cada sistema influye en los demás y es influido por ellos, creando una red dinámica e interdependiente de influencias que configuran el comportamiento humano.

¿Cuál es la diferencia entre un enfoque político tradicional y un enfoque sistémico?

El enfoque sistémico del análisis político difiere del enfoque tradicional en varios aspectos importantes.

En el enfoque tradicional, la atención suele centrarse en los actores individuales y sus decisiones. Políticos, partidos políticos, burócratas, votantes, grupos de interés, etc., se analizan como entidades separadas que toman decisiones en función de sus intereses, ideologías o motivaciones personales.

En cambio, el enfoque sistémico se centra en las interacciones entre estos actores y en el modo en que se ven influidos por las estructuras más amplias del sistema político. Los actores no se ven como entidades aisladas, sino como partes de un sistema interconectado que actúan en función de las limitaciones y oportunidades que ofrece el sistema. Desde esta perspectiva, los recursos, el poder y los beneficios sociales no los poseen simplemente actores individuales, sino que se distribuyen y negocian a través del sistema. Los agentes adquieren su poder y sus ventajas no sólo a través de sus propias acciones, sino también de sus relaciones con otros agentes y de su posición en el sistema. Además, el enfoque sistémico tiene en cuenta los conflictos y competiciones entre los actores. En lugar de suponer que todos los agentes comparten los mismos intereses u objetivos, este enfoque reconoce que los agentes pueden tener intereses divergentes y entrar en conflicto entre sí por los recursos o el poder.

En resumen, el análisis de sistemas ofrece una perspectiva más holística y dinámica de la política, centrándose en las interconexiones, las relaciones de poder y los procesos de cambio.

En el análisis de sistemas, el sistema se considera un todo coherente, aunque esté formado por muchos subsistemas y actores individuales. Cada elemento del sistema se considera en relación con los demás y no de forma aislada. Se hace hincapié en la coherencia del sistema en su conjunto, más que en las acciones o características de sus componentes individuales. La noción de retroalimentación también es esencial en el análisis de sistemas. Los sistemas se consideran entidades dinámicas que cambian y se ajustan constantemente en respuesta a diversas fuerzas internas y externas. Este proceso de ajuste implica una forma de retroalimentación, en la que los resultados de las acciones pasadas influyen en las acciones futuras.

En este contexto, la toma de decisiones no se considera un proceso lineal, sino cíclico y recursivo. Las decisiones se toman, se aplican, se evalúan y luego se revisan en función de su eficacia. Esto puede dar lugar a cambios en los objetivos, las estrategias, las políticas, etcétera. Esto suele denominarse "causalidad no lineal", ya que los efectos no son simplemente proporcionales a las causas, sino que pueden verse influidos por diversos factores interdependientes. Esto hace que el análisis de sistemas sea especialmente útil para estudiar situaciones complejas y dinámicas en las que hay muchas variables en juego.

David Easton (1917 - 2014): teoría de sistemas en ciencia política[modifier | modifier le wikicode]

David Easton es un politólogo canadiense conocido por su contribución a la teoría política y a la metodología de la investigación en ciencia política. Nacido en 1917 y fallecido en 2014, Easton fue uno de los pioneros del enfoque sistémico en ciencia política.

En su obra "A Framework for Political Analysis" (1965), Easton propuso un modelo de sistema político que se convirtió en fundamental para la teoría política. Su enfoque sistémico definía el sistema político como una entidad compleja que recibe inputs de la sociedad circundante, los transforma mediante un "proceso de conversión política" y produce outputs en forma de políticas públicas. Según Easton, las aportaciones al sistema político incluyen las demandas y el apoyo de los ciudadanos y otros agentes de la sociedad. Estas aportaciones son transformadas por el sistema político a través de una serie de procesos, como la formulación de políticas, la toma de decisiones, su aplicación y su evaluación. Los productos del sistema político son las políticas públicas y las acciones resultantes. Estos resultados tienen un impacto en la sociedad y pueden a su vez generar nuevas demandas y apoyo, creando un bucle de retroalimentación. La teoría de los sistemas políticos de Easton ha tenido una gran influencia en el campo de la ciencia política y ha proporcionado un marco conceptual para el estudio de la política como un sistema complejo de interacciones entre diversos actores y procesos.

David Easton es conocido sobre todo por aplicar la teoría de sistemas al estudio de la política. Desde esta perspectiva, conceptualizó el sistema político como un proceso de entradas, conversiones y salidas. Los inputs incluyen demandas y apoyos. Las demandas proceden de individuos, grupos e instituciones de la sociedad que desean que el sistema político actúe de una determinada manera. Los apoyos son los recursos que los individuos, grupos e instituciones están dispuestos a dar al sistema político para que funcione. Las conversiones representan el proceso político en sí: cómo el sistema político trata las demandas y los apoyos, toma decisiones y crea políticas. Los resultados son las decisiones y acciones del sistema político que afectan a la sociedad. Según Easton, en este sistema también hay bucles de retroalimentación. Las salidas del sistema político afectan a las entradas, porque las acciones del sistema político pueden cambiar las demandas y los apoyos. Se crea así un ciclo continuo de inputs, conversiones y outputs. Este enfoque sistémico permitió a Easton considerar la política como un conjunto interconectado de actividades, en lugar de una serie de acontecimientos aislados. Esto permitió un análisis más complejo y matizado del funcionamiento de la política.

En su libro de 1953 The Political System, David Easton adoptó una perspectiva universal en su enfoque de la política. En su opinión, todos los sistemas políticos, ya sean democráticos, autoritarios, totalitarios o de otro tipo, comparten características comunes que permiten estudiarlos de forma comparativa. El enfoque de Easton difiere del de la antropología, que suele hacer hincapié en la diversidad y singularidad de las culturas y los sistemas políticos. La antropología tiende a adoptar una perspectiva relativista, afirmando que no existen normas universales para evaluar las culturas y los sistemas políticos, sino que cada cultura o sistema debe entenderse en su propio contexto. Sin embargo, Easton consideraba que su enfoque sistémico proporcionaba una base para el análisis comparativo. Sostenía que, aunque los sistemas políticos pueden diferir en la superficie, todos comparten procesos fundamentales similares de entrada, conversión y salida. Al centrarse en estos procesos comunes, Easton creía que era posible extraer conclusiones generales sobre el funcionamiento de la política. Esto no quiere decir que el planteamiento de Easton pasara por alto las diferencias entre los sistemas políticos. Por el contrario, reconoció que la forma en que se desarrollan estos procesos puede variar considerablemente de un sistema a otro. Sin embargo, consideraba que estas variaciones podían entenderse a través del prisma de su teoría sistémica.

David Easton propuso un enfoque sistémico para el estudio de la política, sugiriendo que los fenómenos políticos podían comprenderse mejor si se analizaban como sistemas interconectados. Creía que la sociedad contemporánea, aunque compleja, podía organizarse y entenderse en términos de sistemas. Según Easton, un sistema político comprende un conjunto de interacciones que convierten inputs (demandas y apoyo de los ciudadanos) en outputs (decisiones y acciones políticas). Estos productos tienen efectos en la sociedad, que a su vez produce nuevos insumos, creando un ciclo continuo. Easton también hizo hincapié en la importancia del entorno de un sistema político, que incluye otros sistemas sociales, como la economía, la cultura, el sistema jurídico, etcétera. Reconoció que estos sistemas pueden influir en el sistema político y ser influidos por él. Así pues, el enfoque de Easton pretendía ofrecer una visión holística de la política, que tuviera en cuenta tanto los procesos internos de los sistemas políticos como sus interacciones con otros sistemas sociales. Esta perspectiva sistémica ha sido influyente en el campo de la ciencia política y sigue siendo utilizada por muchos investigadores en la actualidad.

David Easton ha destacado la importancia de estas funciones en el desarrollo de la teoría política. Vamos a explicarlo con un poco más de detalle:

  1. Proponer criterios para identificar las variables a analizar: esto significa determinar qué elementos o características de un sistema político son más importantes de estudiar. Esto podría incluir aspectos como las estructuras de gobierno, los procesos de toma de decisiones, las políticas públicas, etc.
  2. Establecer relaciones entre estas variables: una vez identificadas las variables relevantes, el siguiente paso es comprender cómo se relacionan entre sí. Por ejemplo, ¿cómo influyen las estructuras de gobernanza en los procesos de toma de decisiones? ¿Cómo influyen los procesos de toma de decisiones en las políticas públicas?
  3. Explicar estas relaciones: una vez identificadas las relaciones entre las variables, el siguiente paso es explicar por qué existen estas relaciones. ¿Qué mecanismos o factores subyacentes explican estas relaciones?
  4. Desarrollar una red de generalización: se trata de extraer conclusiones generales a partir de los datos y análisis específicos. Por ejemplo, si se ha observado una determinada relación entre variables en varios sistemas políticos diferentes, puede ser posible generalizar esta relación a todos los sistemas políticos.
  5. Descubrir nuevos fenómenos: Por último, el desarrollo de una teoría política también puede implicar el descubrimiento de nuevos fenómenos o tendencias dentro de los sistemas políticos. Esto podría ser el resultado de un análisis en profundidad de los datos, o podría resultar de la aplicación de la teoría a nuevos contextos o situaciones.

En conjunto, estas funciones forman un marco para el desarrollo de teorías políticas sólidas y útiles. Easton argumentó que la aplicación de este marco podría ayudar a organizar y clarificar nuestra comprensión de los sistemas políticos.

La teoría de sistemas, tal y como la presenta David Easton, ofrece un enfoque holístico para analizar los sistemas políticos. No se limita al estudio de las instituciones políticas o del comportamiento individual, sino que trata de entender los sistemas políticos como conjuntos interconectados de estructuras, procesos y relaciones. Los distintos componentes de un sistema político -como el gobierno, los grupos de interés, los ciudadanos, etc. - se consideran parte del mismo sistema global. Estos componentes son interdependientes e interactúan entre sí de forma compleja. La teoría de sistemas también puede utilizarse para comparar y clasificar distintos tipos de régimen político. Por ejemplo, este enfoque podría utilizarse para distinguir entre democracias liberales, regímenes autoritarios, monarquías constitucionales, etc., según la forma en que se organizan e interactúan sus distintos subsistemas. La teoría de sistemas ofrece un potente marco analítico para estudiar los sistemas políticos. Proporciona una comprensión más matizada e integrada de la complejidad y la dinámica de los sistemas políticos.

Jean-William Lapierre (1921 - 2007)[modifier | modifier le wikicode]

Jean-William Lapierre fue un sociólogo y politólogo francés. Es conocido por sus trabajos sobre teoría política y sociología del poder. A lo largo de su carrera ocupó diversos cargos académicos, en particular en la Universidad París 8 y en el Instituto de Estudios Políticos de París.

Lapierre desarrolló un enfoque único de la teoría política, que denominó "análisis estratégico". Según este enfoque, el poder se considera un fenómeno relacional y estratégico, que implica complejas interacciones entre distintos actores sociales. Esta perspectiva se aleja de ciertos enfoques más tradicionales de la teoría política, que tienden a concebir el poder como una propiedad o un recurso en manos de determinados actores. Los trabajos de Lapierre también han puesto de relieve la importancia del conflicto social y las luchas de poder en la formación y el funcionamiento de las sociedades políticas. Subrayó el papel de la dominación, la resistencia y la negociación en estos procesos. Lapierre ha ejercido una influencia considerable en el campo de las ciencias políticas y sociales, y sus ideas siguen discutiéndose y debatiéndose en la actualidad.

Jean-William Lapierre sostenía que todos los sistemas políticos, independientemente de su cultura o contexto histórico, pueden analizarse utilizando un enfoque sistémico. En su opinión, todos los sistemas políticos comparten ciertas características fundamentales y funcionan según principios comunes, a pesar de sus diferencias aparentes. El enfoque sistémico de Lapierre consiste en observar y analizar las relaciones e interacciones entre las distintas partes de un sistema político, y cómo estas partes contribuyen al funcionamiento global del sistema. Insistió en que el análisis sistémico debe tener en cuenta no sólo las estructuras y los procesos políticos, sino también el comportamiento y las actitudes de los actores del sistema. En su libro "L'analyse des systèmes politiques", Lapierre desarrolló en detalle este enfoque, explicando cómo puede utilizarse para comprender diversos fenómenos políticos, como el poder, la resistencia, la dominación y la negociación. También subrayó la importancia de tener en cuenta los conflictos y tensiones dentro de los sistemas políticos, que desempeñan un papel clave en su dinámica y evolución.

Jean-William Lapierre consideraba los sistemas políticos como sistemas de transformación de la información, una idea central del enfoque sistémico. Esta transformación de la información tiene lugar en dos etapas principales: entrada y salida.

  • Input: Esta etapa consiste en recopilar y procesar información y peticiones de la sociedad. Puede tratarse de opiniones públicas, demandas de los ciudadanos, problemas sociales, retos económicos, etc. Esta información se recoge por diversos medios, como sondeos de opinión, consultas públicas, protestas, grupos de presión, etc.
  • Output Puede incluir el desarrollo de nuevas políticas, la aplicación de programas, la modificación de leyes, la adopción de decisiones judiciales, etc. El output es el resultado visible del funcionamiento del sistema político.

Desde esta perspectiva, la eficacia de un sistema político puede medirse por su capacidad para transformar eficazmente los inputs en outputs adecuados. En otras palabras, su capacidad para responder eficazmente a las demandas y necesidades de la sociedad. También hay que señalar que los outputs del sistema político pueden influir a su vez en los inputs, creando un bucle de retroalimentación. Por ejemplo, una nueva política (output) puede provocar reacciones del público (input), que a su vez pueden influir en el desarrollo de futuras políticas.

El análisis de sistemas, desarrollado por investigadores como Jean-William Lapierre, puede ayudarnos a comprender acontecimientos históricos como la Revolución Francesa. En este caso, el sistema político de la monarquía absoluta fue incapaz de hacer frente con eficacia a las aportaciones de la sociedad francesa, en particular las señales del creciente descontento y la crisis económica.

Luis XIV construyó Versalles con una finalidad política: centralizar su poder y afirmar su control sobre la nobleza. Al invitar a la nobleza a residir en Versalles, pudo mantenerla bajo su vigilancia, minimizando su capacidad para conspirar o rebelarse contra él. Sin embargo, al establecer la corte en Versalles, Luis XIV también se alejó de París, el centro político, económico y cultural de Francia. Esto puede haber limitado su capacidad para comprender y responder eficazmente a los problemas de la población parisina y, más ampliamente, del pueblo francés. Vesrsailles como extraterritorialidad es una posible interpretación del concepto de input y output en el contexto del análisis de sistemas. La entrada podría considerarse como la información o las señales procedentes de la sociedad, mientras que la salida es la respuesta o la acción del sistema político en respuesta a estas señales. El rey Luis XVI, al igual que sus predecesores, se distanció de la realidad de la vida de sus súbditos, en particular de los de París. Al retirarse a Versalles, perdió parte de su capacidad para recibir y comprender las aportaciones de la sociedad parisina. No comprendió ni respondió a las señales del creciente descontento social ni a los problemas económicos causados por las malas cosechas y las epidemias. Cuando la crisis alcanzó su punto álgido, el sistema político de la monarquía fue incapaz de producir los resultados necesarios para resolverla. La respuesta inadecuada del rey a la crisis, en particular su resistencia a la reforma, condujo a un descontento aún mayor y, finalmente, a la revolución. Cabe destacar este breve intercambio entre Luis XVI y La Rochefoucauld: "-monsieur le roi, il s’est passé quelque chose. –c’est une révolte ?, -non sire, c’est une révolution !". [1]. Este análisis subraya la importancia de que un sistema político sea capaz de procesar eficazmente los inputs de la sociedad y producir los outputs adecuados. Si un sistema político no puede hacerlo, puede enfrentarse a la inestabilidad y la agitación, como ocurrió durante la Revolución Francesa.

Desde una perspectiva sistémica, la gestión política se considera un equilibrio dinámico entre inputs (información o recursos entrantes) y outputs (acciones o decisiones políticas). Los inputs son la información, las demandas o los recursos que el sistema político recibe del entorno social, económico y cultural. Pueden incluir elementos como la opinión pública, las expectativas sociales, los recursos económicos, etc. Los resultados, por su parte, son las respuestas o acciones del sistema político a estas entradas. Pueden incluir cosas como políticas públicas, leyes, reglamentos, decisiones judiciales, etc. El objetivo es crear outputs que respondan a los inputs de forma eficaz y adecuada. Sin embargo, si el sistema político no recibe los inputs adecuados o si éstos son malinterpretados, los outputs pueden no corresponder a las necesidades o expectativas de la sociedad. Por ejemplo, si un gobierno no recibe información precisa sobre las necesidades de su población, puede tomar decisiones irrelevantes o inadecuadas. Por ello, la gestión eficaz de las entradas y salidas es crucial para el buen funcionamiento de un sistema político.

Jean-William Lapierre ha destacado la naturaleza decisoria del sistema político en su enfoque sistémico. Para él, el sistema político es un sistema complejo que debe tomar decisiones constantemente y actuar en función de la información y los recursos que recibe de su entorno (los inputs). Lapierre también señala que, aunque un sistema político pueda guiarse por ideologías o principios políticos particulares, siempre debe tener en cuenta la realidad de la situación y adaptar sus decisiones en consecuencia. En otras palabras, un sistema político no puede permitirse ignorar la realidad social, económica y cultural en la que opera. Esto significa que el sistema político debe evaluar y reevaluar constantemente sus acciones y decisiones (los resultados) a la luz de la información y los recursos que recibe (los insumos). Este proceso de evaluación y reevaluación es lo que permite al sistema político mantenerse adaptado a su entorno y responder eficazmente a las necesidades y expectativas de la sociedad.

La noción de sistema de toma de decisiones es central: un sistema político debe tomar decisiones a partir de la información de que dispone, por incompleta o incierta que sea. Es este proceso de toma de decisiones el que da lugar a los resultados, es decir, las acciones, las políticas o las normas. Pero un sistema político no es simplemente un autómata que sigue un programa predefinido. Debe adaptarse y evolucionar constantemente en respuesta a su entorno. Los inputs (información, recursos, demandas de la sociedad, etc.) están en constante cambio, y el sistema político debe ser capaz de ajustar sus outputs en consecuencia. También es importante señalar que esta teoría plantea la idea de que la política es una actividad que no puede reducirse únicamente a la toma de decisiones. También implica la gestión de tensiones y conflictos, el arbitraje entre diferentes intereses, la construcción de consensos, etc. En este sentido, la teoría sistémica de la política ofrece una visión muy dinámica y compleja de la actividad política.

La visión de Lapierre del sistema político es la de un sistema de acción que opera en un entorno incierto y con información incompleta. El énfasis se pone en la necesidad de gestionar estas incertidumbres y tomar decisiones a pesar de ellas. En este marco, un sistema político debe evaluar y reevaluar constantemente los recursos disponibles (que pueden ser materiales, humanos, informativos, etc.) y las limitaciones (que pueden ser reglas, normas, expectativas sociales, etc.) que se le aplican. También debe ser capaz de anticipar las consecuencias potenciales de sus acciones, aunque nunca puede estar absolutamente segura de ello. Esto implica la capacidad de ser flexible y adaptable, de aprender de la experiencia y de ajustar constantemente las acciones en respuesta a la retroalimentación. Es una visión de la política a la vez realista y dinámica, que subraya la importancia de gestionar la incertidumbre y la información en la acción política.

La esencia de la gestión política puede reducirse a menudo a la búsqueda del "menos malo" posible. Los responsables políticos deben hacer malabarismos constantemente con recursos limitados, demandas contradictorias, incertidumbres sobre el futuro y un sinfín de limitaciones y retos. Por ello, a menudo tienen que llegar a compromisos, a veces difíciles, y elegir entre opciones que distan mucho de ser perfectas. Su objetivo es minimizar las desventajas y los costes de estos compromisos, maximizando al mismo tiempo los beneficios potenciales para la sociedad. En este sentido podríamos decir que buscan gestionar lo "menos malo" posible. Esta perspectiva realista de la gestión política pone de relieve la complejidad y la dificultad de tomar decisiones políticas en un mundo incierto y en constante cambio.

Los límites de estos dos enfoques[modifier | modifier le wikicode]

Limitaciones del enfoque funcionalista[modifier | modifier le wikicode]

El enfoque funcionalista ha sido ampliamente criticado por diversas razones. He aquí algunas de sus principales limitaciones:

  1. Reduccionismo: El funcionalismo puede ser acusado de reduccionismo porque tiende a ver la sociedad como una máquina bien engrasada en la que cada pieza tiene una función específica. Este punto de vista puede ignorar la complejidad e interdependencia de los fenómenos sociales y la posibilidad de conflicto o tensión dentro de la sociedad.
  2. Incapacidad para explicar el cambio social: A menudo se critica al funcionalismo por su incapacidad para explicar el cambio social. A menudo se centra en el equilibrio y la estabilidad de la sociedad, y tiene dificultades para explicar por qué y cómo cambia la sociedad.
  3. Descuida la agentividad individual: El enfoque funcionalista tiende a favorecer una visión macroscópica de la sociedad, descuidando a menudo la agentividad de los individuos. Por lo tanto, puede resultar difícil explicar cómo los individuos pueden influir en la sociedad y cómo sus acciones pueden conducir al cambio social.
  4. Conservadurismo: El funcionalismo ha sido criticado por su conservadurismo implícito. Al centrarse en mantener el equilibrio y la estabilidad, puede parecer que justifica el orden social existente y se resiste a la idea del cambio social. Esto puede llevar a veces a una justificación implícita de las desigualdades sociales.

A pesar de estas limitaciones, el funcionalismo ha desempeñado un papel importante en la sociología y ha hecho valiosas aportaciones a nuestra comprensión de la sociedad. Sin embargo, es importante tener en cuenta estas críticas a la hora de utilizar el enfoque funcionalista para analizar la sociedad.

Limitaciones del enfoque sistémico[modifier | modifier le wikicode]

Aunque el enfoque sistémico ofrece muchas ventajas para comprender las organizaciones e interacciones políticas, también tiene ciertas limitaciones. Entre ellas se incluyen

  1. Simplificación excesiva: El enfoque sistémico puede a veces simplificar en exceso los fenómenos sociales y políticos al dividirlos en sistemas y subsistemas. La realidad es a menudo mucho más compleja y desordenada de lo que sugieren los modelos sistémicos.
  2. Falta de consideración del contexto: Los sistemas políticos están profundamente arraigados en contextos sociales, culturales e históricos específicos. En ocasiones, el enfoque sistémico puede pasar por alto estos contextos al centrarse en el análisis de las entradas y salidas del sistema.
  3. Comparabilidad: El enfoque sistémico puede dar la impresión de que todos los sistemas políticos son comparables. Esto puede llevar a generalizaciones engañosas y juicios de valor inadecuados.
  4. Descuido de las dinámicas de poder: Al centrarse en los procesos sistémicos, este enfoque puede descuidar las dinámicas de poder, desigualdad y conflicto que suelen estar en el corazón de los sistemas políticos.
  5. Dificultad para gestionar el cambio: El enfoque sistémico puede tener dificultades para explicar cómo los sistemas políticos cambian y evolucionan con el tiempo. Suele ser más eficaz para analizar el estado actual de los sistemas políticos que para predecir o explicar el cambio.

Estas limitaciones no significan que el enfoque sistémico carezca de valor, pero sí sugieren que los investigadores deberían utilizarlo con cuidado y en combinación con otros enfoques para obtener una comprensión más completa de los fenómenos políticos.

Anexos[modifier | modifier le wikicode]

Referencias[modifier | modifier le wikicode]

  1. Guy Chaussinand-Nogaret, La Bastille est prise, París, Éditions Complexe, 1988, p. 102.