« América Latina durante la Segunda Guerra Mundial » : différence entre les versions

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La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto muy significativo. El cese de las importaciones procedentes de Europa permite la puesta en marcha y la expansión de determinadas industrias como la textil y la industria pesada, incluida la metalurgia, especialmente en países con grandes mercados nacionales como Brasil y México.
La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en las economías de América Latina. La interrupción de las rutas comerciales y la suspensión de las importaciones europeas aumentaron las oportunidades de crecimiento y desarrollo de las industrias locales. El resultado fue la expansión de la manufactura y la producción en sectores como el textil y la industria pesada, incluida la metalurgia. Además, la demanda de materias primas por parte de las potencias aliadas impulsó las economías orientadas a la exportación de la región, especialmente en áreas como la agricultura y la minería.
 
La necesidad de Estados Unidos de materias primas y productos agrícolas lleva a la exportación de estos productos por muchos países latinoamericanos. Dado que la demanda es mayor que la producción, los precios son más altos, estos países pueden acumular una cierta reserva para estimular la economía.
Brasil y México fueron dos de las mayores economías de América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, y ambas experimentaron cambios significativos durante el conflicto. En Brasil, el cese de las importaciones europeas creó oportunidades para que las industrias locales se pusieran en marcha o se expandieran, lo que llevó al desarrollo de su sector manufacturero. Esto incluyó el crecimiento de industrias como la textil, el procesado de alimentos y la industria pesada, incluida la producción de acero. El gobierno brasileño también aplicó políticas para promover la industrialización, incluida la sustitución de importaciones y la creación de empresas estatales.
 
En América Latina no hay cambios sociales como en Estados Unidos, porque los hombres no van a la guerra y no necesitan ser reemplazados, por lo que la estructura de la sociedad no se ve profundamente modificada por la guerra.
México también experimentó cambios económicos significativos durante la guerra. Las exportaciones de petróleo del país, cruciales para el esfuerzo bélico, aumentaron drásticamente, impulsando su economía. Además, la demanda de mano de obra en Estados Unidos, que era un importante socio comercial de México, provocó un aumento de la emigración y de las remesas, lo que contribuyó a estimular la economía mexicana. Sin embargo, México también se enfrentó a retos durante la guerra, como la inflación y la escasez de bienes, que presionaron la economía del país.
 
La guerra creó nuevos mercados para los productos latinoamericanos, ya que los aliados occidentales acudieron a la región en busca de suministros para apoyar sus esfuerzos bélicos. Esto aumentó la demanda de ciertos productos, como el caucho de Brasil y la carne de vacuno de Argentina, e impulsó sus respectivas economías. Además, la guerra provocó una afluencia de inversiones extranjeras a la región, sobre todo de Estados Unidos, que contribuyeron a modernizar las infraestructuras y a apoyar el crecimiento económico.
 
Sin embargo, es importante señalar que la guerra también afectó negativamente a las economías de la región. Además de la inflación y la escasez de bienes mencionadas anteriormente, el final de la guerra provocó el cese de la demanda de bienes latinoamericanos en tiempos de guerra, lo que condujo a un descenso de la actividad económica. Además, el desplazamiento del poder económico de Europa a Estados Unidos tras la guerra dio lugar a una reconfiguración del sistema económico mundial, que tuvo implicaciones a largo plazo para las economías de América Latina.
 
La guerra trajo consigo tanto oportunidades como retos para las economías de América Latina. El aumento de la demanda de determinados bienes creó nuevos mercados y oportunidades de crecimiento, pero también provocó inflación y escasez de ciertos productos. La presión de apoyar el esfuerzo bélico mediante el aumento de la producción y la reducción del consumo también ejerció presión sobre las economías de la región.
 
A pesar de estos retos, la Segunda Guerra Mundial tuvo un profundo impacto en las economías de América Latina. Ayudó a impulsar el desarrollo de industrias y sectores clave, especialmente en países con grandes mercados internos, como Brasil y México. La guerra propició la expansión de las industrias locales y de nuevos mercados, sentando las bases para un crecimiento económico y un desarrollo continuados en la posguerra.
 
Durante la Segunda Guerra Mundial, el aumento de la demanda de materias primas y productos agrícolas por parte de Estados Unidos creó nuevas oportunidades de exportación para muchos países latinoamericanos. El resultado fue un aumento de la demanda de estos productos, que superó a la producción y elevó los precios. Esto, a su vez, ayudó a impulsar las economías de estos países a medida que acumulaban reservas. Además, la afluencia de inversiones extranjeras y la modernización de las infraestructuras que trajo consigo la guerra contribuyeron al crecimiento económico y al desarrollo de la región.
 
Este aumento de la demanda de materias primas y productos agrícolas se produjo a menudo a expensas del consumo local, lo que provocó escasez e inflación. Además, el final de la guerra supuso el cese de la demanda en tiempos de guerra, lo que provocó un descenso de la actividad económica y una reconfiguración del sistema económico mundial, que tuvo implicaciones a largo plazo para las economías de América Latina.
 
Países como Brasil, Argentina y México se convirtieron en importantes proveedores de materias primas, como el caucho y el café, y de productos agrícolas, como la carne de vacuno, para los Aliados. Este aumento de la demanda permitió a estos países incrementar su producción y sus exportaciones y obtener precios más altos por sus productos, lo que contribuyó a estimular el crecimiento económico y a mejorar el nivel de vida.
 
Por ejemplo, Brasil se convirtió en un importante productor de caucho muy demandado para usos militares, mientras que Argentina exportaba grandes cantidades de carne de vacuno a los Aliados. Las exportaciones de petróleo de México, cruciales para el esfuerzo bélico, también aumentaron drásticamente, impulsando su economía.
 
El aumento de la demanda de estos bienes permitió a los países latinoamericanos acumular reservas, que contribuyeron a apoyar el crecimiento económico y el desarrollo en la posguerra. Además, la afluencia de inversiones extranjeras y la modernización de las infraestructuras que trajo consigo la guerra contribuyeron a sentar las bases de un crecimiento económico y un desarrollo continuados en la región.
 
La guerra creó nuevos mercados para los productos latinoamericanos. Impidió la industrialización de la región, ya que los países trataban de satisfacer la demanda de bienes y materiales relacionados con la guerra. Esta industrialización ayudó a impulsar el desarrollo de industrias y sectores clave, especialmente en países con grandes mercados internos, como Brasil y México.
 
La guerra también provocó una afluencia de inversiones extranjeras a la región, sobre todo procedentes de Estados Unidos, que contribuyeron a modernizar las infraestructuras y a apoyar el crecimiento económico. Además, el aumento de la demanda de materias primas y productos agrícolas creó nuevas oportunidades de exportación para muchos países latinoamericanos, lo que les permitió obtener precios más altos por sus productos y acumular reservas, dando un impulso a sus economías.
 
A diferencia de Estados Unidos y otros países que participaron directamente en la guerra, América Latina no experimentó cambios sociales significativos debido al conflicto. Dado que la mayoría de los países latinoamericanos no participaron en la guerra, sus poblaciones no se movilizaron significativamente, y la mayoría de sus ciudadanos permanecieron en casa. Esto ayudó a mitigar el impacto social de la guerra en la región y permitió a los países latinoamericanos mantener un entorno social y político relativamente estable a lo largo del conflicto.
 
La guerra tuvo un impacto indirecto en la región, sobre todo por la mayor intervención del gobierno en la economía y la movilización de recursos para el esfuerzo bélico. Además, la afluencia de inversiones extranjeras y la modernización de las infraestructuras que trajo consigo la guerra contribuyeron a impulsar el crecimiento económico y el desarrollo de la región, lo que tuvo repercusiones sociales y políticas a largo plazo.
 
La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto limitado en los roles tradicionales de género y en la estructura social de América Latina, ya que la mayoría de la población permaneció en casa debido a la escasa participación de la región en el conflicto. Esta falta de movilización impidió una alteración significativa de los roles de género, como una afluencia de mujeres a la fuerza laboral o nuevas funciones asumidas por las mujeres en el ejército. Sin embargo, los efectos indirectos de la guerra, como la modernización de las infraestructuras y el aumento de la inversión extranjera, tuvieron implicaciones a largo plazo para la educación y las oportunidades de empleo de las mujeres y pueden haber sentado las bases para los cambios en los roles de género y las normas sociales en la posguerra.
 
El aumento de la actividad económica y la afluencia de capital extranjero derivados de la guerra tuvieron repercusiones sociales limitadas en América Latina, como la mejora del nivel de vida y el aumento de las oportunidades de educación y empleo. Sin embargo, estos cambios fueron relativamente limitados en comparación con las transformaciones sociales y económicas más profundas que tuvieron lugar en muchas otras partes del mundo directamente implicadas en el conflicto. No obstante, la Segunda Guerra Mundial desempeñó un papel importante en el desarrollo de las economías de muchos países latinoamericanos. Contribuyó a impulsar el crecimiento de industrias y sectores clave en la región.


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Version du 3 février 2023 à 09:55


Aunque los países de América Latina fueron oficialmente neutrales durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos apoyaron a los Aliados proporcionándoles recursos como materias primas y alimentos. Sin embargo, su participación fue limitada en comparación con los principales actores de la guerra, y el impacto del conflicto en la región fue relativamente limitado. Algunos países, como México y Brasil, enviaron tropas a luchar en la guerra, pero sus contribuciones fueron pequeñas en comparación con las de las grandes potencias aliadas.

El presidente Lázaro Cárdenas de México era conocido por su postura progresista y antifascista. Planteó su preocupación por la guerra civil española y la participación de potencias fascistas como Italia y Alemania. Intentó llevar el asunto a la comunidad internacional a través de la Sociedad de Naciones, pero Francia e Inglaterra no apoyaron su petición de intervención. A pesar de ello, Cárdenas sigue siendo una figura respetada en la historia de México por sus reformas sociales y su compromiso con la democracia y el antifascismo.

Ninguno de los países de América Latina se alineó oficialmente con las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la mayoría de los países latinoamericanos mantuvieron una postura neutral durante todo el conflicto y no participaron activamente en la contienda. Sin embargo, muchos de ellos apoyaron a los Aliados proporcionándoles recursos y suministros, y algunos países, como México y Brasil, enviaron tropas a luchar en la guerra. Pero en general, la participación de América Latina en la guerra fue limitada, y su impacto en el resultado del conflicto fue relativamente pequeño.

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Refugiados europeos en América Latina: 1934 - 1939

Durante la década de 1930, a medida que aumentaba la inestabilidad política y la persecución en Europa, muchas personas huyeron a otros países, incluida América Latina, en busca de seguridad y una vida mejor. Muchos refugiados, entre ellos artistas, intelectuales y activistas políticos, buscaron refugio en Latinoamérica, donde podían escapar de los regímenes fascistas y nazis de Europa. Algunos países de la región, como Argentina y Brasil, fueron especialmente acogedores con estos refugiados y les brindaron oportunidades para reconstruir sus vidas y proseguir sus carreras. La llegada de estos refugiados tuvo un impacto significativo en la vida cultural e intelectual de la región, y muchos hicieron contribuciones duraderas a sus nuevas comunidades.

Migración de judíos desde Europa

La Conferencia de Evian se celebró en 1938 para abordar la cuestión del creciente número de refugiados que huían de Europa. Sin embargo, muchos países, entre ellos Estados Unidos, se mostraron reacios a admitir a un gran número de refugiados, incluidos judíos, debido a preocupaciones sobre las cuotas de inmigración y la opinión pública. Bajo el régimen de Rafael Trujillo, la República Dominicana ofreció admitir hasta 100.000 judíos. Sin embargo, esta oferta no fue ampliamente aceptada, y la mayoría de los refugiados judíos no pudieron encontrar un refugio seguro en América Latina. A pesar de las limitaciones, algunos judíos pudieron encontrar refugio en la región y comenzar una nueva vida. Sin embargo, la gran mayoría de los que buscaron asilo no pudieron escapar de los horrores del Holocausto.[8][9][10]

Las motivaciones de la oferta de Rafael Trujillo de admitir refugiados judíos no eran totalmente humanitarias. Aunque Trujillo presentó la oferta como un gesto humanitario, también formaba parte de una estrategia política más amplia para mejorar su imagen y desviar la atención de los abusos contra los derechos humanos en la República Dominicana. Trujillo se enfrentaba a la presión internacional, incluida la de Estados Unidos, por su papel en la masacre de miles de haitianos. La oferta de admitir refugiados judíos se vio como un intento de mejorar su imagen y distraerle de este asunto. Además, el régimen de Trujillo se caracterizaba por ideologías raciales que consideraban a la población dominicana demasiado "africanizada", y veía la llegada de refugiados europeos blancos como una forma de "blanquear" a la población y promover su visión de una República Dominicana más pura y europea. A pesar de las motivaciones de Trujillo, la oferta no fue muy aceptada, y la mayoría de los refugiados judíos no pudieron encontrar seguridad en la región.

Con la ayuda de organizaciones judías estadounidenses, un pequeño número de judíos alemanes pudo encontrar refugio en la República Dominicana antes de emigrar finalmente a Estados Unidos. El Comité Judío Americano de Distribución Conjunta y otras organizaciones ayudaron a facilitar su reasentamiento, proporcionándoles apoyo financiero y práctico mientras comenzaban una nueva vida en América. A pesar del número limitado de refugiados que pudieron encontrar seguridad en la República Dominicana, la asistencia prestada por las organizaciones judías estadounidenses desempeñó un papel importante en la ayuda a los necesitados y puso de relieve la crisis humanitaria a la que se enfrentaban los judíos europeos.

Argentina fue uno de los pocos países de América Latina que ofreció un entorno relativamente acogedor a los refugiados judíos que huían de Europa antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Ya existía una importante comunidad judía en Argentina, que se remontaba a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando muchos judíos huyeron de Rusia para escapar de la persecución. Esta comunidad establecida proporcionó una red de apoyo a los recién llegados y les ayudó a establecerse en su nuevo país. Argentina tenía una política de inmigración relativamente abierta, y muchos refugiados judíos pudieron obtener visados y empezar una nueva vida allí. Como resultado, Argentina se convirtió en uno de los mayores destinos para los refugiados judíos en América Latina, y la comunidad judía en el país continuó creciendo y prosperando.

Refugiados políticos

Además de los refugiados judíos, muchos refugiados políticos huyeron de Europa para escapar de la persecución política durante las décadas de 1930 y 1940, incluidos socialistas y comunistas que fueron blanco de los regímenes fascistas en Italia, España y Alemania. Muchos de estos refugiados encontraron asilo en Latinoamérica, incluso en países como Argentina, donde pudieron continuar su trabajo y contribuir a la vida intelectual y cultural de sus nuevas comunidades. Algunos de estos refugiados llegaron a enseñar en universidades y a participar en otras formas de trabajo intelectual público, ayudando a configurar el panorama político e intelectual de sus nuevos países. Su presencia también contribuyó al crecimiento de movimientos políticos y corrientes intelectuales de izquierdas en América Latina y ayudó a establecer conexiones entre las comunidades intelectuales latinoamericanas y europeas.

Los españoles republicanos

La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso la derrota de los republicanos españoles y el establecimiento de la dictadura de Franco en España. Muchos republicanos y socialistas huyeron de España para escapar de la persecución y buscaron asilo en otros países, entre ellos Francia. Bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, el gobierno de México destacó por su voluntad de ayudar a estos refugiados. A través de un acuerdo con el gobierno de Vichy en Francia, México ofreció asilo a aproximadamente 12.000 republicanos y socialistas españoles entre 1939 y 1942. Este grupo de refugiados incluía un gran número de funcionarios de la República Española, así como profesores, intelectuales y artistas, y las mujeres constituían una parte significativa de los refugiados, estimada en torno al 40%. La llegada de estos refugiados tuvo un impacto significativo en la sociedad y la cultura mexicanas y contribuyó a estrechar los lazos entre México y el mundo hispanohablante.

La llegada de republicanos y socialistas españoles a México tuvo un impacto significativo en la cultura y la vida intelectual mexicanas. Estos refugiados aportaron una gran riqueza de conocimientos culturales e intelectuales, así como perspectivas políticas y artísticas, y contribuyeron a enriquecer la sociedad mexicana. También contribuyeron al desarrollo de los movimientos políticos de izquierda mexicanos y ayudaron a solidificar los lazos entre México y el mundo hispanohablante.

El gobierno mexicano se negó a reconocer el régimen de Franco y, en su lugar, extendió el reconocimiento al gobierno español en el exilio, que tenía su sede en México. Esta postura reflejaba la oposición de México al fascismo y su apoyo a los republicanos españoles. Contribuyó a consolidar aún más la reputación de México como líder en la lucha contra el fascismo y la dictadura en la región.

La llegada de republicanos y socialistas españoles a la República Dominicana formaba parte de un plan más amplio de Trujillo para "blanquear" a la población del país y reforzar los elementos hispanos y blancos, restando importancia a los elementos afrocaribeños de la población. Trujillo vio en la llegada de estos refugiados una oportunidad para mejorar la imagen de la República Dominicana, tanto a nivel nacional como internacional, y atraer más inversiones y apoyo del mundo hispanohablante.

Las motivaciones de Trujillo no eran puramente humanitarias. Era conocido por su brutal régimen y por el trato que dispensaba a los grupos minoritarios de la República Dominicana, incluida la masacre de miles de haitianos en 1937. No obstante, la llegada de republicanos y socialistas españoles a la República Dominicana contribuyó a reforzar los lazos culturales e intelectuales del país con España y el mundo hispanohablante y tuvo un impacto duradero en el desarrollo del país.

Además de México y la República Dominicana, los republicanos y socialistas españoles también buscaron asilo en otros países de la región, como Chile, Cuba y Argentina. Estos refugiados fueron bien recibidos en estos países, tanto por sus contribuciones políticas y culturales, como por sus habilidades y conocimientos. En Argentina, por ejemplo, muchos republicanos y socialistas españoles ayudaron a fortalecer la vida cultural e intelectual del país y contribuyeron a su desarrollo como líder regional.

En Chile, los republicanos y socialistas españoles también ayudaron a enriquecer la vida cultural e intelectual del país y contribuyeron a desarrollar los movimientos políticos de izquierda del país. Ayudaron a tender puentes entre Cuba y el mundo hispanohablante en Cuba, y su influencia aún puede apreciarse hoy en día en el panorama político y cultural del país.

La llegada de republicanos y socialistas españoles a América Latina contribuyó a reforzar los lazos culturales, políticos e intelectuales de la región con el mundo hispanohablante y tuvo un impacto duradero en el desarrollo de los países que los acogieron.

Economía

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en las economías de América Latina. La interrupción de las rutas comerciales y la suspensión de las importaciones europeas aumentaron las oportunidades de crecimiento y desarrollo de las industrias locales. El resultado fue la expansión de la manufactura y la producción en sectores como el textil y la industria pesada, incluida la metalurgia. Además, la demanda de materias primas por parte de las potencias aliadas impulsó las economías orientadas a la exportación de la región, especialmente en áreas como la agricultura y la minería.

Brasil y México fueron dos de las mayores economías de América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, y ambas experimentaron cambios significativos durante el conflicto. En Brasil, el cese de las importaciones europeas creó oportunidades para que las industrias locales se pusieran en marcha o se expandieran, lo que llevó al desarrollo de su sector manufacturero. Esto incluyó el crecimiento de industrias como la textil, el procesado de alimentos y la industria pesada, incluida la producción de acero. El gobierno brasileño también aplicó políticas para promover la industrialización, incluida la sustitución de importaciones y la creación de empresas estatales.

México también experimentó cambios económicos significativos durante la guerra. Las exportaciones de petróleo del país, cruciales para el esfuerzo bélico, aumentaron drásticamente, impulsando su economía. Además, la demanda de mano de obra en Estados Unidos, que era un importante socio comercial de México, provocó un aumento de la emigración y de las remesas, lo que contribuyó a estimular la economía mexicana. Sin embargo, México también se enfrentó a retos durante la guerra, como la inflación y la escasez de bienes, que presionaron la economía del país.

La guerra creó nuevos mercados para los productos latinoamericanos, ya que los aliados occidentales acudieron a la región en busca de suministros para apoyar sus esfuerzos bélicos. Esto aumentó la demanda de ciertos productos, como el caucho de Brasil y la carne de vacuno de Argentina, e impulsó sus respectivas economías. Además, la guerra provocó una afluencia de inversiones extranjeras a la región, sobre todo de Estados Unidos, que contribuyeron a modernizar las infraestructuras y a apoyar el crecimiento económico.

Sin embargo, es importante señalar que la guerra también afectó negativamente a las economías de la región. Además de la inflación y la escasez de bienes mencionadas anteriormente, el final de la guerra provocó el cese de la demanda de bienes latinoamericanos en tiempos de guerra, lo que condujo a un descenso de la actividad económica. Además, el desplazamiento del poder económico de Europa a Estados Unidos tras la guerra dio lugar a una reconfiguración del sistema económico mundial, que tuvo implicaciones a largo plazo para las economías de América Latina.

La guerra trajo consigo tanto oportunidades como retos para las economías de América Latina. El aumento de la demanda de determinados bienes creó nuevos mercados y oportunidades de crecimiento, pero también provocó inflación y escasez de ciertos productos. La presión de apoyar el esfuerzo bélico mediante el aumento de la producción y la reducción del consumo también ejerció presión sobre las economías de la región.

A pesar de estos retos, la Segunda Guerra Mundial tuvo un profundo impacto en las economías de América Latina. Ayudó a impulsar el desarrollo de industrias y sectores clave, especialmente en países con grandes mercados internos, como Brasil y México. La guerra propició la expansión de las industrias locales y de nuevos mercados, sentando las bases para un crecimiento económico y un desarrollo continuados en la posguerra.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el aumento de la demanda de materias primas y productos agrícolas por parte de Estados Unidos creó nuevas oportunidades de exportación para muchos países latinoamericanos. El resultado fue un aumento de la demanda de estos productos, que superó a la producción y elevó los precios. Esto, a su vez, ayudó a impulsar las economías de estos países a medida que acumulaban reservas. Además, la afluencia de inversiones extranjeras y la modernización de las infraestructuras que trajo consigo la guerra contribuyeron al crecimiento económico y al desarrollo de la región.

Este aumento de la demanda de materias primas y productos agrícolas se produjo a menudo a expensas del consumo local, lo que provocó escasez e inflación. Además, el final de la guerra supuso el cese de la demanda en tiempos de guerra, lo que provocó un descenso de la actividad económica y una reconfiguración del sistema económico mundial, que tuvo implicaciones a largo plazo para las economías de América Latina.

Países como Brasil, Argentina y México se convirtieron en importantes proveedores de materias primas, como el caucho y el café, y de productos agrícolas, como la carne de vacuno, para los Aliados. Este aumento de la demanda permitió a estos países incrementar su producción y sus exportaciones y obtener precios más altos por sus productos, lo que contribuyó a estimular el crecimiento económico y a mejorar el nivel de vida.

Por ejemplo, Brasil se convirtió en un importante productor de caucho muy demandado para usos militares, mientras que Argentina exportaba grandes cantidades de carne de vacuno a los Aliados. Las exportaciones de petróleo de México, cruciales para el esfuerzo bélico, también aumentaron drásticamente, impulsando su economía.

El aumento de la demanda de estos bienes permitió a los países latinoamericanos acumular reservas, que contribuyeron a apoyar el crecimiento económico y el desarrollo en la posguerra. Además, la afluencia de inversiones extranjeras y la modernización de las infraestructuras que trajo consigo la guerra contribuyeron a sentar las bases de un crecimiento económico y un desarrollo continuados en la región.

La guerra creó nuevos mercados para los productos latinoamericanos. Impidió la industrialización de la región, ya que los países trataban de satisfacer la demanda de bienes y materiales relacionados con la guerra. Esta industrialización ayudó a impulsar el desarrollo de industrias y sectores clave, especialmente en países con grandes mercados internos, como Brasil y México.

La guerra también provocó una afluencia de inversiones extranjeras a la región, sobre todo procedentes de Estados Unidos, que contribuyeron a modernizar las infraestructuras y a apoyar el crecimiento económico. Además, el aumento de la demanda de materias primas y productos agrícolas creó nuevas oportunidades de exportación para muchos países latinoamericanos, lo que les permitió obtener precios más altos por sus productos y acumular reservas, dando un impulso a sus economías.

A diferencia de Estados Unidos y otros países que participaron directamente en la guerra, América Latina no experimentó cambios sociales significativos debido al conflicto. Dado que la mayoría de los países latinoamericanos no participaron en la guerra, sus poblaciones no se movilizaron significativamente, y la mayoría de sus ciudadanos permanecieron en casa. Esto ayudó a mitigar el impacto social de la guerra en la región y permitió a los países latinoamericanos mantener un entorno social y político relativamente estable a lo largo del conflicto.

La guerra tuvo un impacto indirecto en la región, sobre todo por la mayor intervención del gobierno en la economía y la movilización de recursos para el esfuerzo bélico. Además, la afluencia de inversiones extranjeras y la modernización de las infraestructuras que trajo consigo la guerra contribuyeron a impulsar el crecimiento económico y el desarrollo de la región, lo que tuvo repercusiones sociales y políticas a largo plazo.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto limitado en los roles tradicionales de género y en la estructura social de América Latina, ya que la mayoría de la población permaneció en casa debido a la escasa participación de la región en el conflicto. Esta falta de movilización impidió una alteración significativa de los roles de género, como una afluencia de mujeres a la fuerza laboral o nuevas funciones asumidas por las mujeres en el ejército. Sin embargo, los efectos indirectos de la guerra, como la modernización de las infraestructuras y el aumento de la inversión extranjera, tuvieron implicaciones a largo plazo para la educación y las oportunidades de empleo de las mujeres y pueden haber sentado las bases para los cambios en los roles de género y las normas sociales en la posguerra.

El aumento de la actividad económica y la afluencia de capital extranjero derivados de la guerra tuvieron repercusiones sociales limitadas en América Latina, como la mejora del nivel de vida y el aumento de las oportunidades de educación y empleo. Sin embargo, estos cambios fueron relativamente limitados en comparación con las transformaciones sociales y económicas más profundas que tuvieron lugar en muchas otras partes del mundo directamente implicadas en el conflicto. No obstante, la Segunda Guerra Mundial desempeñó un papel importante en el desarrollo de las economías de muchos países latinoamericanos. Contribuyó a impulsar el crecimiento de industrias y sectores clave en la región.

Política

Desde finales de la década de 1920, el populismo ha tendido a prevalecer y puede ser de derecha o de izquierda. El otro cambio que se ha venido produciendo desde la década de 1920 es que estamos empezando a ver la formación de un movimiento obrero en estos enclaves industriales; con la guerra, este movimiento se está revitalizando en las ciudades y en las zonas industriales y agrícolas con un aumento del sindicalismo.

En la mayoría de los países se forman sindicatos, partidos socialistas y partidos comunistas bajo influencia soviética; Moscú Kominterm dirige a estos partidos comunistas a decidir como prioridad la lucha contra el fascismo. Este orden fue seguido al pie de la letra en toda América Latina y más aún después de la invasión de Rusia por Hitler en 1941.

Para el movimiento obrero, esto tiene efectos positivos a corto plazo, pero negativos a largo plazo. Durante la guerra, en muchos países democráticos, cuando los gobiernos liberales llegan al poder, estos gobiernos asocian a los partidos comunistas con el gobierno dispuesto a ver el desarrollo del comunismo.

Los partidos comunistas bajo la orden del Kominterm acordaron reformar el movimiento sindical, que generalmente se alía con el partido gobernante, como es el caso de Colombia y Cuba, donde en 1940 fue elegido Batista, elegido sobre una amplia plataforma de unidad nacional que incluía a los comunistas en su régimen.

A largo plazo, esta estrategia saldrá perdiendo, ya que los sindicatos y los partidos de izquierda se pondrán en una posición de dependencia de poder, dejando que los sindicatos adopten una línea mucho más nacional y proteccionista defendiendo a los empleados y las prestaciones sociales en lugar de defender el internacionalismo.

Los partidos comunistas bajo estos regímenes dictatoriales habían sido prohibidos antes de la guerra, como en Brasil, donde el sindicalismo depende del gobierno, en Cárdenas, en México, el gobierno forma un Partido Revolucionario Institucionalizado y un solo sindicato. A largo plazo, los efectos son negativos, ya que todos los movimientos obreros se afiliarán al gobierno y perderán su autonomía.

Las tendencias derechistas también se manifiestan con el fascismo de Mussolini que continúa emulando y luego a partir de 1933 la dictadura corporativista de Salazar en Portugal y luego la de Franco en España también emulará, especialmente entre la burguesía católica conservadora de varios países apoyada por la Acción Católica que se dirige desde el Vaticano para crear un movimiento obrero católico que no defienda la lucha de clases.

Para las élites conservadoras, ven en los regímenes dictatoriales de Europa la posibilidad de un dirigismo económico, un autoritarismo con la obsesión de controlar a las masas populares que imaginan aplicar regímenes similares a América Latina y copiar los regímenes de orden y progreso que vimos desarrollarse de 1870 a 1880 en adelante para imponer un orden social, controlar el trabajo y segmentar la economía permitiendo que el sector privado se desarrolle con la protección del Estado.

Está surgiendo una tendencia con una extrema derecha católica muy fuerte que ataca al movimiento obrero, al comunismo y a la masonería. Hay fuertes confrontaciones políticas basadas en el modelo español durante la guerra civil, que son muy fuertes y a menudo terminan en una represión muy fuerte de los movimientos obreros y campesinos.

En 1930 y 1940, muchos países latinoamericanos fueron dictaduras. En países que no son como Colombia, una derecha ultra-católica está atacando implacablemente al partido liberal gobernante que ha formado una alianza con el partido socialista, acusándolo de masonería, socialismo y comunismo.

De la neutralidad a la guerra contra el Eje

El nazismo después de 1933 intentó fortalecer sus lazos con las naciones latinoamericanas para asegurar el suministro de materias primas. Están tratando de desarrollar una importante actividad diplomática especialmente hacia Argentina y Chile porque ya a finales del siglo XIX Prusia tenía vínculos con estos dos países proporcionando misiones militares para entrenar a estos ejércitos en el modelo prusiano.

Pequeñas comunidades de inmigrantes alemanes se encuentran en Argentina, Guatemala y Uruguay formando partidos nazis locales estimados en 8.000 miembros en América Latina, pero al mismo tiempo tiene 25.000 miembros en Estados Unidos. Sin embargo, es prácticamente imposible que se impongan en América Latina, el antisemitismo podría encontrar seguidores, pero fuera de Argentina prácticamente no hay judíos, mientras que la glorificación de la raza aria era poco probable en América Latina, donde la gran mayoría es mestiza.

A pesar de que muchos líderes están interesados en lo que se está haciendo en Italia, Portugal y España, ningún país se une a los países del Eje.

Esto demuestra que Europa ha perdido su influencia frente a los Estados Unidos. Estos últimos movilizan a América Latina bajo sus auspicios desarrollando el principio de no intervención de un país a otro.

Al mismo tiempo, a finales de 1938 se adoptó una Declaración de Solidaridad Continental y en septiembre de 1939 los Ministros de Asuntos Exteriores de los Estados americanos adoptaron una posición de neutralidad en la guerra.

En 1940, después de la derrota de Francia y los Países Bajos, estos mismos ministros decidieron poner las colonias de América del Sur y el Caribe bajo el control de los Estados americanos para preservar la neutralidad de las Américas, Alemania no hizo ningún ataque contra Martinica y Guadalupe en particular[11][12][13][14].

La entrada de América Latina en la guerra será en los Estados Unidos; fue a través del ataque de Pearl Harbour que los países latinoamericanos declararon la guerra a Alemania y Japón, principalmente a los países centroamericanos y caribeños donde los Estados Unidos habían hecho intervenciones en la década de 1920. Sin embargo, es una afirmación del movimiento de los Estados Unidos.

Lo más irónico es que casi todos ellos son dictaduras que se unen a las fuerzas aliadas.

Los únicos países con políticas independientes son México y Brasil, que deciden permanecer neutrales en este momento.

En 1942, Estados Unidos convocó una conferencia en Río de Janeiro para romper las relaciones diplomáticas y comerciales con las potencias del Eje. A partir de ese momento, Estados Unidos presionó a Brasil, México y Argentina para que declararan la guerra al Eje.

Algunos países tienen un margen laboral más o menos amplio, como México, con sus 2.000 kilómetros de fronteras comunes con Estados Unidos, que declaró la guerra al Eje en 1942 y envió un escuadrón al Pacífico; una decisión que refleja el hecho de que Cárdenas no simpatiza con las fuerzas del Eje, pero que también acaba de ganar la batalla por la nacionalización del petróleo mexicano. Roosevelt aceptó que las empresas estadounidenses fueran compensadas por México.

En diciembre de 1942, Brasil, entonces dirigido por Vargas, declaró la guerra al Eje, al igual que México, Brasil era una fuerza que Estados Unidos no podía dominar a su voluntad. La otra obsesión de Estados Unidos es que Brasil puede servir de cabeza de puente entre Alemania y el resto del mundo. Por eso, Brasil representa un cierto peso, mientras que Estados Unidos decide utilizar a Brasil en su propia estrategia para apoderarse de Europa.

Vargas negocia con los Estados Unidos mientras habla con Alemania para asustar a los Estados Unidos; cuando Alemania demuestra ser incapaz de suministrar armas y cuando los Estados Unidos deciden financiar una fábrica de armas, Brasil utiliza el ataque a un submarino para declarar la guerra al Eje y enviar tropas a Italia en particular.

Escudo del GOU (águila imperial y al centro imagen del General San Martín).

Los países sudamericanos generalmente declararon la guerra en 1945, pero esto no les impidió ayudar a los aliados mediante el suministro de materias primas. El último país en declarar la guerra y a Argentina en abril de 1945, tres días antes de la muerte de Hitler, tiene la ventaja de mantener la neutralidad mientras provee de materias primas a Inglaterra y a los Estados Unidos.

Perón en Argentina es un populismo tardío. A principios de la década de 1940, Argentina llegó a un punto muerto político. Su sistema político ya no corresponde a la sociedad, incluso el partido radical y el partido socialista siguen dominados por una oligarquía de la tierra y viejas familias argentinas que utilizan el fraude electoral para mantenerse en el poder, a la vez que ningún nuevo partido representa a las ciudades.

El descontento popular va en aumento y los militares observan con creciente impaciencia hasta 1943, cuando un grupo de soldados, el United Officers Group, derrocó al gobierno civil en nombre del pueblo. Inmediatamente, disolvió el congreso y prohibió todos los partidos políticos.

Perón es un sindicalista ambicioso, formado en el ejército y que ha vivido en la Italia de Mussolini y en la Alemania nazi. En 1943, fue nombrado Ministro de Trabajo y Vicepresidente. Desde esta posición, construyó su base política. Estados Unidos ve esto con gran preocupación, ya que Argentina aún no ha declarado la guerra y en 1943, cuando el GOU llegó al poder, Estados Unidos se negó a reconocerlo como un país autoritario y pro-nazi; sin embargo, Perón sólo declaró la guerra a la Alemania nazi en el momento de su colapso.

En 1946, cuando Perón se postuló como protector de los pobres, el embajador de Estados Unidos encabezó una campaña para denunciar a Perón como un fascista que reforzó el nacionalismo argentino y promovió la elección de Perón. El último país en declarar la guerra y a Argentina en abril de 1945, tres días antes de la muerte de Hitler, tiene la ventaja de mantener la neutralidad mientras provee de materias primas a Inglaterra y a los Estados Unidos.

Perón en Argentina es un populismo tardío. A principios de la década de 1940, Argentina llegó a un punto muerto político. Su sistema político ya no corresponde a la sociedad, incluso el partido radical y el partido socialista siguen dominados por una oligarquía de la tierra y viejas familias argentinas que utilizan el fraude electoral para mantenerse en el poder, a la vez que ningún nuevo partido representa a las ciudades.

El descontento popular va en aumento y los militares observan con creciente impaciencia hasta 1943, cuando un grupo de soldados, el Grupo de Oficiales Unidos, derrocó al gobierno civil en nombre del pueblo. Inmediatamente, disolvió el congreso y prohibió todos los partidos políticos.

Perón es un ambicioso sindicalista, formado en el ejército, que se quedó en la Italia de Mussolini y en la Alemania nazi. En 1943, fue nombrado Ministro de Trabajo y Vicepresidente. Desde esta posición, construyó su base política. Estados Unidos ve esto con gran preocupación, ya que Argentina aún no ha declarado la guerra y en 1943, cuando el GOU llegó al poder, Estados Unidos se negó a reconocerlo como un país autoritario y pro-nazi; sin embargo, Perón sólo declaró la guerra a la Alemania nazi en el momento de su colapso.

En 1946, cuando Perón se postuló como protector de los pobres, el embajador estadounidense encabezó una campaña para denunciar a Perón como fascista, fortaleciendo el nacionalismo argentino y promoviendo la elección de Perón.

El programa de seguridad de la administración Roosevelt contra "extranjeros peligrosos de nacionalidad enemiga"

Es un programa poco conocido, similar al de los nipoamericanos. Este programa de seguridad se lanza contra "extranjeros peligrosos de nacionalidad enemiga".

Es un programa que lleva a 15 países latinoamericanos a deportar alemanes [15], japoneses e italianos a los Estados Unidos para su internamiento en campos de concentración en Texas. Todas las propiedades de estos enemigos extranjeros son confiscadas y confiscadas.

La paradoja de este problema es que sólo una parte muy pequeña de estas minorías tiene algo que ver con el nazismo. De los 4.000 alemanes deportados, sólo 8 fueron identificados posteriormente como espías al servicio de la Alemania nazi.

Ninguno de los tres países con grandes colonias alemanas participa en este programa. México se niega a participar.

El 50% de los alemanes de Honduras, el 30% de Guatemala y el 20% de Colombia son deportados. La gran mayoría de estos deportados son "buenos vecinos" en la política de buena vecindad de Roosevelt y muchos de ellos son opositores antifascistas y judíos que huyeron de la Alemania nazi.

Esto tiene mucho que ver con las representaciones que el gobierno y los ciudadanos estadounidenses tienen de América Latina. Están convencidos de que Hitler quiere usar a Brasil para atacar a Estados Unidos y que no pueden resistir la propaganda de Hitler.

Estos temores son confiados por los servicios británicos que pretendían forzar a los Estados Unidos a salir de su neutralidad; todos estos informes han sido reconocidos como información errónea por Inglaterra con el fin de forzar a los Estados Unidos a la guerra.

Esta creencia se basa en el desprecio del gobierno de Washington. La propaganda apoyará esta mistificación, desde esta representación el gobierno de Roosevelt pide a los países latinoamericanos que establezcan una lista de sospechosos y los deporten a los Estados Unidos mientras confiscan sus propiedades, son alemanes, pero también todos aquellos que poseen negocios e industrias propiedad de alemanes, porque en la imaginación es probable que comercien con Alemania.

Las embajadas de Estados Unidos elaboran una lista de personas sospechosas política o económicamente y muy a menudo estos gobiernos actúan de forma confidencial, ya que no establecen ninguna simpatía probada, pero las personas incluidas en la lista son detenidas y sus propiedades confiscadas y, en algunos casos, como en el caso de Somoza en Nicaragua, que responde rápidamente a las peticiones de Washington de confiscar las propiedades de los alemanes, que más tarde pasarán a manos de empresas estadounidenses.

Nos encontramos en una situación en la que estas tácticas se reutilizarán en la Guerra Fría.

Refugiados europeos en América Latina después de la guerra

Los refugiados nazis no se verán perturbados en la Guerra Fría y participarán en las dictaduras estadounidenses de los años sesenta.

Anexos

Referencias

  1. Aline Helg - UNIGE
  2. Aline Helg - Academia.edu
  3. Aline Helg - Wikipedia
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  15. Segunda Guerra Mundial y expulsión de alemanes en las Américas